Deudas

En la historia del evangelio, el pueblo de Dios se nos muestra como virtual acreedor. Por la Gracia y la misericordia de Dios, recibimos desde la salvación eterna hasta los dones y ministerios por Gracia, sin mérito alguno de nuestra parte. Sin embargo, y a través de un viaje por una porción del evangelio de Marcos, también podemos recibir una serie de cosas que hoy, a más de dos mil años del inicio, todavía no parece que hayamos manifestado y que nos convierte, por imperio de esas circunstancias, en deudores. Un simple repaso, sin mayores pretensiones teológicas, nos da una visión tan clara que resulta poco menos que insólito que todavía no hayamos tomado nota de sus resultados y mantengamos una porfiada insistencia en conformarnos con simples migajas de lo que es un voluminoso y exquisito manjar.

(Marcos 1: 16-18) = Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le siguieron. Todavía no puedo entender, no me entra en la cabeza, cómo hay gente que se aburre leyendo la Biblia porque, – dice -, no le muestra nada nuevo y distinto a lo que por decenas de años le han predicado. Fíjate que en estos tres versos que hemos examinado, (Porque leerlos como quien lee el periódico de hoy no alcanza), hay tres elementos básicos para lo que debe ser el significado del evangelio en la vida de las personas:

1)= Una orden. No un pedido ni una sugerencia tibia: una orden clara, precisa y concreta: VENGAN.

2)= Una promesa. No un cálculo de probabilidades, una conjetura, una posibilidad o una expresión de deseos: una promesa. LOS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES.

3)= Una actitud por parte de los discípulos. No un análisis, ni tampoco una evaluación ni posibilidades de opiniones personales, una actitud de obediencia y sujeción a una indiscutible e ineludible autoridad: DEJANDO TODO, LE SIGUIERON.

MODELO N° 1: Ir a Cristo, hacer nuestras sus promesas y seguirlo dejando todo lo que tengamos que dejar, aunque nos duela, ¿A qué nos lleva? A lo mismo que los llevó a ellos y que la Escritura cuenta profusamente. (21) Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba. (Fíjate que somos inmediatamente MAESTROS. Y sin prestar demasiada atención a las reglas o los estatutos de la religión preestablecida, en este caso, el día de reposo). (22) Y se admiraban, (Los líderes religiosos, no los neófitos), de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

MODELO N° 2: Ser poseedores de una autoridad real, no meramente institucional. Una cosa es enseñar con autoridad y convicción y. Otra muy distinta repitiendo como un loro lo que se debe decir, que es lo que hacían los escribas y que es lo que todavía hace una enorme proporción de escribas modernos. (Presta atención: te está diciendo que había un endemoniado ADENTRO de la iglesia. Y si se le
permitía estar dentro de la sinagoga, es porque concurría regularmente, era miembro, no extraño)
(24) diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el santo de Dios.

MODELO N° 3: Cuando hay verdadera unción del Espíritu y no actitudes fingidas para impresionar a la gente del mundo natural, los demonios lo saben mucho antes que los propios creyentes. Al ungido se lo conoce perfectamente en el cielo, pero también se sabe quién es él en el infierno. En el primer lugar se lo respalda y en el segundo, se lo obedece. (25) Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!

MODELO N° 4: Jesús no reaccionó así para hacerse ver o porque se le ocurrió. El Espíritu Santo de Dios le mostró lo que había en ese hombre. Eso se llama discernimiento y el ir, tomar la promesa y dejarlo todo para cumplirla, lo otorga. Años de asistencia a un templo o cargos jerárquicos dentro de la iglesia, no siempre. (26) Y el Espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él.

MODELO N° 5: Poder sobrenatural para echar fuera a un demonio sin darle la menor posibilidad de desobediencia o triquiñuela o mentira y, esencialmente, sin transformar ese acto en un «ministerio especial» cargado de dramatismo, pompa o «secretos de estado», ni tampoco varias y largas sesiones de terapias liberadoras de muchos meses de duración. Las cosas que yo hago vosotros haréis y aun mayores. Más allá de lo que digan «los experimentados», o la literatura «especializada». Más allá de lo que digan los manuales denominacionales. La forma, es la forma de Cristo. Punto.

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Reforma

Vamos a ver lo que sigue con una mentalidad de reforma. Y lo que vamos a ver son los principios de Babilonia que se han removido. No hay guerra contra Babilonia. Quiero que recuerdes que estoy hablando contigo y no de ninguna iglesia en especial o en particular. Tú eres iglesia y esta palabra es para la iglesia, para tu mentalidad, no es para el que justo hoy no está aquí. Estamos hablando de qué es lo que tienes que desear que Dios haga en tu vida si de verdad estás conectado con lo que Dios está haciendo. El mensaje se refiere a nosotros. Aunque ya hemos aceptado el cambio, todavía estamos cambiando. Así que no estamos hablando de una ciudad literal, sino que están escritas las cosas que Dios habla de Babilonia -dice la Palabra-, «para nuestro beneficio». Dice que las cosas que le acontecen a Israel están escritas para nuestro beneficio. Atención: no habla de «las cosas buenas que le suceden a Israel», habla, evidentemente, de todas las cosas que le ocurren.

Por un simple principio que luego encontraremos a lo largo de toda la Biblia: a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Cuando hablamos de Babilonia, seguramente a ti, enseguida, te vienen nombres de pastores, líderes o iglesias a la mente; o retratos de gente que conoces. Yo no quiero que pierdas tu tiempo en cosas naturales. Levanta tus ojos como las águilas, por encima de todo lo que ves aquí abajo y esto te será de bendición. De otro modo, sólo te fastidiará más. Te voy a enseñar cuál es el área de guerra, dónde es que estamos matando a Babilonia y en qué área la vamos a definir en cuanto a su ubicación. (2 Corintios 10: 3) = Porque, aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; (4) porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, (5) derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, (6) y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

Este es el ámbito de nuestra guerra espiritual. Estamos demoliendo argumentos y pensamientos que Babilonia ha edificado en nuestro concepto de Dios. Y la guerra, en la reforma, es remover a Babilonia de nuestros conceptos. Que eso pueda describir a alguien que conocemos, no es cuestión nuestra; sólo Dios lo sabe sin errores. Lamentablemente, Babilonia describe a mucha gente, empezando por nosotros. Entonces, vamos a trabajar con esto de una manera correcta para que no haya una guerra espiritual entre nosotros. Estamos en el ámbito de pensamientos, argumentos, filosofías y de entendimiento. Que una nueva iglesia emerja de la tierra, sólo se puede establecer como concepto, si Babilonia se está destruyendo. No podemos edificar una iglesia nueva sin destruir la vieja. El principio en Hebreos es bastante claro y específico: Hay que remover lo primero para establecer lo último.

También dice, en otro texto, que lo segundo no puede ser establecido sí lo primero no es removido. No podemos edificar una iglesia correcta sobre fundamentos falsos. Hay que demoler. ¿Recuerdas la imposibilidad de echar el vino nuevo en odres viejos? Es el mismo principio. El problema está en que la gente quiere lo nuevo, pero no quiere demoler a nadie. Porque la iglesia es gente, no mampostería. Y a nadie le gusta tomar una decisión que conlleve que alguien tenga que dejar una posición de importancia en la estructura, aunque sea para darle paso a lo que Dios ha decidido levantar. Si queremos ver una iglesia emergente, sana y victoriosa en el siglo veintiuno, entiende, vamos a ver a gente que tendrá que estar involucrada en el proceso de demolición. Aunque duela. Aunque de pronto te duela porque te obligue a demoler alguna estructura donde está parado alguno de tu familia. Este es un principio que no va a ser cambiado ni por ti ni por mí.

Siempre ha sido así, es así y seguirá siendo así. Cada vez que Dios empieza un mover, pone líderes nuevos; nunca transiciona con los viejos. No es cierto en la Biblia, ni será cierto hoy. Entonces tú preguntas: ¿Pero y la experiencia, hermano? No te sirve. Estamos transicionando, cruzando todos juntos el nuevo Jordán; nadie jamás pasó por este lugar en este momento. Nadie tiene experiencia. ¿Pero y lo que el líder viejo sabe, no sirve? No del todo, porque si verdaderamente sirviera a los planes de Dios, entonces no lo sacaría. Pero la cuestión es que los saca. Porque el líder viejo, aunque tenga bondad y la mejor de todas las voluntades, tiene experiencia en un mover que se produce de un modo que no es el que se verá hoy, así de simple. ¡Sal de Ur de los caldeos! ¡Sal de tu parentela! Eso significa que primero los entrena y luego los trae. Saca a Moisés de Egipto, lo entrena y luego lo manda a reformarlo.

Siempre lo saca antes y lo vuelve a meter. Saca a Juan el bautista, vuelve y lo mete. Saca a Cristo, vuelve y lo mete. Saca a Samuel, vuelve y lo mete. Saca a David, vuelve y lo mete. Muchos pretenden que los que desean reformar se entrenen dentro del sistema imperante, pero es sencillamente imposible. Y no porque a mí me parezca o se me ocurra, sino porque Dios ya lo vivió antes y lo solucionó del modo que conocemos. Dentro del sistema no puede ser entrenado porque es el sistema, precisamente, lo que vamos a reformar. Lo que ocurre, es que los que desean entrenar a los nuevos en el sistema anterior, en el fondo, lo que pretenden es ejercer un control de esa reforma; para que no los afecte. Si una reforma no afecta los intereses de nadie, no es reforma: es gatopardismo religioso. El gatopardismo, una terminología muy utilizada en la política, significa lisa y llanamente: “establecer un cambio espectacular de formas para que nada cambie en el fondo”.Hay una Sola Manera: CONMOVER Y REMOVER LO ANTIGUO

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Cuadernos Reales 5

Simples Advertencias Cruciales

No debe haber pastor o ministro en el planeta, que no haya escuchado alguna vez, de labios de algunos de sus hermanos, la consabida pregunta, casi siempre formulada con desesperación e impotencia: ¿Por qué Dios no escucha mis oraciones? No soy experto en la oración, (No creo, en realidad, que alguien verdaderamente lo sea), pero sí soy lo suficientemente curioso como para indagar, investigar, buscar, esto es: escudriñar. Y en base a lo visto y oído, tanto desde la misma Biblia como de las conclusiones de gente confiable, he podido armar una especie de manual que hoy, con plena dirección del Espíritu Santo, debo compartirte para que con ello puedas incorporar a tu vida de fe principios para maduración, crecimiento y victoria.

Tengo una primera observación. ¿Por qué razón, causa o motivo, cualquiera de ustedes podría pedirles a otros creyentes que oren o intercedan en su favor? Supongo que, por varias, pero quiero compartir tres que, a mi juicio, son básicas: Porque nuestras propias oraciones no están siendo contestadas y esperamos que Dios se las responda a alguien más…santo. Esa es una. Porque no tenemos la confianza de que Dios responderá a nuestras oraciones. Esa es la segunda. Y la tercera, es: Porque sabemos que no estamos dando tiempo de calidad suficiente en la oración para sentir que obtendremos una respuesta de Dios.

Apelo a tu honestidad, que, por no estar dentro de las cuatro paredes de un templo, puedes manifestarla sin problemas ni peligro alguno: ¿No ha sido este el caso en tu vida, en algunos de estos tres puntos? Creo que esto es algo común en la experiencia de la mayoría de los cristianos. Así que quiero traerte a tu atención algunas de las cuestiones principales que nos impiden obtener respuestas a nuestras oraciones, y nos evitan tener la confianza de que Dios nos escuchará de verdad y también nos contestará.  He rescatado siete, pero no son todas Y no es para desalentarte, sino para ayudarte a limpiar tu vida. Los ministerios han sido puestos por Dios para perfeccionar a los santos, no para arruinarlos o contagiarles la mala onda destructiva.

Y te recuerdo que perfeccionar, significa madurar. Y santos, significa creyentes. Es decir que, lo entiendas o no, te agrade o no, te alegre o te fastidie, esto ha sido puesto aquí en este tiempo, día y momento, exclusivamente para ti de parte de tu Padre celestial que está en los cielos, que indudablemente te ama y no se olvida de tus crisis y problemas. Lo primero que se me ocurre traer a esta mesa de estudio, es que en algunos casos oramos por los motivos equivocados. La oración no comienza en ti, como supones. La oración siempre comienza en Dios. Dios va a responderte con total y absoluta seguridad, cuando ores por los motivos que Él ha puesto en tu corazón con antelación, no por los tuyos.

Si tienes buena memoria recordarás que Santiago dice que pedimos y no recibimos, porque pedimos mal y para derrocharlo o malgastarlo en nuestros deleites. No es ninguna novedad ni sorpresa que muchos cristianos argentinos pidan en oración que gane su equipo de fútbol favorito. Deleites. Y te ejemplifiqué con uno que, si se quiere, por ser deportivo, es simpático, elegante y sobrio. Hay peores. Juan es más preciso y concreto cuando resume lo dicho por el propio Jesús, respecto a que todo lo que pidiéramos en Su nombre, Él lo haría para que el Padre fuera glorificado en el Hijo. Esto significa que la oración ofrecida en el nombre de Jesús está en concordancia con su naturaleza y propósitos revelados, y cuenta con todo el peso de su autoridad.

Entonces, mi querido amigo o amiga, la próxima vez que empieces a orar, ¡Detente! Primero siéntate y piensa acerca de lo que le pedirás a Dios, pero fundamentalmente, “por qué” se lo estás pidiendo. Dios no solamente toma nota de lo que le pedimos, sino que también examina nuestros corazones para ver Por Que lo estamos pidiendo. Podría suceder tranquilamente que lo que estamos pidiendo sea de características muy buenas, pero te puedo asegurar que nueve de cada diez veces, Dios no nos responde ni favorable ni desfavorablemente, porque los motivos por los que lo estamos pidiendo, son equivocados. Hay un principio básico y central operando en el Reino de Dios que debe gobernar nuestras vidas. Todo lo que hacemos, pedimos, o pensamos, tiene que traer gloria a Dios.

 Muchos de nosotros no nos detenemos a pensar acerca de la gloria de Dios, salvo cuando estamos saltando en medio de una alabanza con mucho ritmo o llorando por un tema de adoración gimiente en un templo silencioso y solemne. En otras palabras, creo que no tenemos ni una mínima idea cercana de lo que realmente es la gloria de Dios manifestada. La mayoría de las ocasiones, hablamos conforme a “lo que nos parece”. Que puede estar muy cercano a la verdad, pero que no es todavía la verdad plena. De todos modos, no siempre entendimos el significado del acto de darle la gloria a Dios. Originalmente, la palabra “gloria” hacía referencia a una opinión o estimación en la que uno es tenido. Luego la palabra vino a denotar la reputación, buena posición, y estima dada a una persona.

Después progresó a honor o gloria dada a los pueblos, naciones, e individuos. Pero la palabra que significa Gloria en el Nuevo Testamento, se convierte en esplendor, radiación y majestad centrada en Jesús y en Dios el Padre. Es decir que Dios está muy preocupado con Su reputación. Dios ES todo aquello que es maravilloso, majestuoso y espléndido. Entonces, nuestras vidas tienen que ser vividas de tal modo que todo lo que hagamos y digamos, señalen Quien es Dios y lo que Él ES. Lo que estoy tratando que me entiendas, es que no oramos para pasarla más bonito, oramos para que el mundo vea la gloria de Dios reflejada en cada uno de nosotros, sus hijos.

¿Por qué? Para que otros puedan venir al conocimiento salvador de Jesucristo y puedan ver que maravilloso es nuestro Dios.  Pero volvamos a nuestro asunto de las oraciones no respondidas por causa de pedir por motivos equivocados. Puede que tengamos una lista entera de cosas que estamos pidiendo, pero; ¿Por qué o para qué queremos esas cosas? ¿Alguna vez nos hemos sentado a pensar en eso, para ver si lo que estamos pidiendo resultará en que otras personas vean que tan maravilloso es nuestro Dios? (Estoy hablando de algo que dará gloria nada más que a Dios). ¿O estamos pidiendo para nuestra propia comodidad, o para nuestro propio placer?

En un texto del evangelio de Juan, Jesús dijo que contestaría todo lo que pidiéramos, para traer gloria al Padre. Entonces, si pedimos algo que NO va a traer gloria al Padre, NO recibiremos respuesta alguna. Puede sonar mal o falto de amor, pero es tan bíblico y tan de la boca de Dios mismo, que no podemos dudarlo ni un segundo. Si pedimos algo que deseamos en nuestro corazón para nuestro propio placer en lugar de para dar gloria a Dios, entonces Dios no nos contestará. Cuando el Espíritu Santo trae este punto a nuestras mentes, (Porque no es por convencimiento desde afuera, sino por convicción desde adentro), podemos poner una nueva luz en nuestras oraciones. Nos damos cuenta que no hemos pasado, ni por cerca, el tiempo suficiente pensando acerca de la gloria de Dios.

Entonces llega el momento de preguntarnos: ¿Vivimos de tal manera que mostramos que tan maravilloso es Dios a otras personas? ¿Estamos pidiendo por cosas en nuestras oraciones, que traerán gloria a Dios? Francamente, en algunos casos, no me atrevería a asegurarlo. Así que, ¿Cuál es la solución? Pablo dice que de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no siempre sabemos que hemos de pedir como conviene, pero es entonces cuando el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (En algunos casos, hay quienes han interpretado esto como orar en lenguas, y así lo practican cuando no saben que o como pedir algo).

Sin embargo, Pablo confía mucho en que el que escudriña los corazones, seguramente sabrá cual es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios es como intercede por su pueblo. Es decir que, lo que quiero expresar, es que el Espíritu Santo nos mostrará como orar, si tan sólo nos tomamos el tiempo para preguntárselo. Cuando se trata de oración, el Espíritu Santo es nuestro maestro. En realidad, lo es en todo, pero en la oración el Espíritu le sumará algunos puntos muy específicos. Encuentro que las oraciones más efectivas vienen solamente después de pasar un tiempo considerable buscando al Señor y estudiando Su palabra, preguntándole al Señor Como orar y Por Que orar. Y si no, podemos incluirlo a Él mismo, expresándose con gemidos indecibles, que muy bien podrían ser entendidos como lenguas.

Ya te lo dije antes: la oración siempre comienza en Dios. Somos los que ponemos las vías para que esa locomotora que es Dios, pueda andar. Pero tendrá que ser bajo SUS condiciones, no bajo las nuestras. Vamos a un ejemplo que es un clásico en las congregaciones cristianas. Una mujer casada con un hombre que no es creyente. Atención con esto: si ya era cristiana, ella, cuando decidió casarse con él, lamento decirte que desobedeció directamente la Palabra de Dios expresada al respecto, y necesita por ello pedirle perdón por lo que es pecado. Pablo fue muy claro con los corintios respecto a este asunto. Les dijo que no se unieran en yugo desigual con los incrédulos. Y esto, que mayoritariamente ha sido tomado a nivel de matrimonio, tiene otras facetas que no son menores.

Volviendo al tema de ese matrimonio, el caso es que ahora, más allá de todas las otras implicancias, hay una mujer que es tremendamente infeliz, y hay también una terrible lucha en su hogar porque su esposo guía a sus hijos a todo tipo de cosas que están en contra de la palabra de Dios. Ha orado y orado por la salvación de su esposo porque está cansada de la continua batalla en su hogar. Muy bien: mucho me temo que ese es el motivo incorrecto. Está buscando simplemente su propio placer y comodidad. Pero si le pide al Señor que se mueva en su corazón para que pueda venir a una posición en la que verdaderamente le duela que su esposo se rebele contra Dios y le traiga deshonra a Él, ¡Entonces sus oraciones serán contestadas más rápidamente!

Cuando su corazón quiera nada más que la gloria de Dios, entonces pedirá por la salvación de su esposo para que Dios pueda ser glorificado a través de su conversión. Entonces le dará el control completo a Dios de lo que necesita pasar exactamente en su vida y en la vida de su esposo, para traerlo a Cristo. Y quiero aquí, hablando de este tema que es tan caro y apreciado para todos los creyentes genuinos, hablar de un yugo desigual que no es el matrimonial. Tampoco tiene que ver con las sociedades empresarias con no creyentes o todo eso que sí se ha enseñado y advertido desde casi todos los púlpitos. Quiero referirme a una sociedad en la que el creyente participa casi por decreto, por obligación, y de la cual muy pocos saben cómo protegerse o aislarse sin perder terreno.

Es la sociedad secular, en la que la iglesia vive todos sus días cuando está fuera de los templos. ¿Sociedad? ¿Puedo considerarme socio de un vecino que se emborracha, golpea a su esposa y a sus hijos y corre detrás de cuanta jovencita pasa por sus cercanías? ¡Y ni hablar de los que estafan en sus negocios o desde sitios gubernamentales! ¿De verdad debo considerarme parte de esa sociedad?  Lo siento, no cuenten conmigo. Pueden borrarme de la nómina si quieren. Yo tengo mi propio Rey y a Él me debo. Aquí cumplo con todas mis obligaciones legales, del mismo modo en que Jesús le pagó todos los impuestos correspondientes al César. Pero, tal como Él lo dijo: a ese César lo que le corresponde, pero a Dios lo que es Suyo e innegociable.

Eso, antes que la mentira, la fantasía o, peor, la publicidad religiosa comience a echar raíces en nuestro pueblo. Si no lo crees del todo, mira esto: ¿Cuántas son las iglesias que hoy mismo están orando por un avivamiento, sin otra finalidad que, por esta causa, puedan llegar más personas y, con sus diezmos y ofrendas, mejorar sus finanzas? Las que lo hagan, no esperen recibir respuesta de Dios. Y mucho menos favorable. ¡Dios nunca contesta esos motivos! ¿Cómo? ¿Me está diciendo que Dios no quiere que su iglesia crezca? Sí, pero lo hace mirando los corazones que constituyen la iglesia. Y si en alguno de esos corazones hay motivaciones incorrectas, ya está. Olvídate de una respuesta positiva.

Siéntate, y considera en oración este principio por algún tiempo. Pídele al Espíritu Santo que examine tu corazón y te revele exactamente lo que hay en él. Recuerda bien que son nuestros propios corazones los que, llegado el momento, nos pueden engañar. Ya lo dijo Jeremías hace una pila enorme de años atrás, que el corazón es sumamente engañoso y perverso, que significa torcido, y qué el único capaz de conocerlo, uno por uno, es Dios. El hombre jamás podrá conocer el corazón de otro hombre, salvo que reciba una palabra de dirección de parte del Espíritu Santo con alguna finalidad específica. Si eres sincero al pedirle al Señor que te muestre, Él lo hará.

¿Cuáles son tus verdaderos motivos? ¿Por qué motivo estás pidiendo lo que pides? ¿Quieres salir de alguna situación difícil? Quizás Dios te quiere tener en esa situación, para capacitarte, para caminar victoriosamente en medio de ella para traer gloria a Sí mismo. Entonces, joven mujer u hombre, te pregunto: ¿Estás demandando que Dios te envíe un esposo, o una esposa, o tal vez hijos? ¿Por qué? ¿Alguna vez te detuviste a pensar que quizás Dios pudiera obrar de tal manera en tu vida que le traería más gloria a Él si tú no tuvieras esas cosas? Una vez que nuestros corazones empiezan a centrarse en traer la gloria a Dios, nuestras peticiones de oración cambian, y Dios nos responderá rápidamente.

El segundo punto por el cual nuestras oraciones pueden tener estorbos o silencios como respuesta, es el pecado. El Pecado en Nuestra Vida Bloquea Nuestras Oraciones. Parece ser esta una verdad de Perogrullo, pero puedo asegurarte que a muchos, como se dice en mi país cuando alguien falla en lo obvio, se les ha escapado la tortuga en esto. Isaías nos asegura desde siempre que jamás se ha acortado o disminuido la mano o la decisión de Dios para salvar, así como su oído siempre está presto para oírnos, pero si nuestras iniquidades personales, familiares o nacionales, han producido divisiones entre nosotros mismos, eso ha determinado que el rostro de nuestro Dios se oculte a la hora de escucharnos. Ninguna casa dividida prevalece. La nuestra no es la excepción. Es un principio inmutable.

Si nunca te has permitido tomarte el tiempo suficiente para limpiar completamente tu vida, es mi deber advertirte que necesitas hacerlo. Creo que no encontraría palabras adecuadas para decirte algo que te haga entender lo importante que es. Cantares lo dice casi en prosa cuando expresa que son las zorras pequeñas las que echen a perder las viñas, mientras que el salmista desea y anhela que sean gratos los dichos de su boca, que es como decir que procurará no abrirla a no ser que sea para bendecir. ¿Alguna vez te has detenido a pensar cuantas palabras negativas salen de tu boca a diario? Sea por la causa que sea. Por tus finanzas, por el gobierno, por la política, por lo familiar, por lo deportivo, por lo que sea. Si te examinas cuidadosamente, verás que son más las palabras de maldición que las de bendición las que pronuncias. ¿Y sabes qué? La palabra expresada, ata. Todo lo que digas con tu boca, creyendo, te será hecho. TODO.

Los pecados que más a menudo bloquean nuestra vida de oración son los pecados ocultos y secretos que nosotros mismos justificamos. Son las pequeñas cosas que cuando salen, sentimos” que no le agradan a Dios, pero como no tenemos una escritura firme que diga: No hagas esto, entonces los justificamos. ¿Dice en la Biblia, por ejemplo, que no debemos fumar? No. ¿Y? ¿Eso demuestra que el tabaco es bueno? Si estás luchando para obtener una respuesta a la oración, pídele al Señor que te revele los pecados ocultos de tu vida. Cuando Él traiga algo a tu mente, no saltes a justificarlo, sino que ponte de acuerdo con Dios para resolverlo. Confiésalo como pecado y échalo fuera de tu vida.

Demasiado a menudo decimos: Oh, Señor, si esto está mal a tu vista, renunciaré a ello. A ver, no te hagas el desentendido, tú ya sabes que está mal porque el Señor lo trajo a tu atención. En lugar de lo que dijiste, debes decir: Oh, Señor, por favor, perdóname por este pecado. Estoy de acuerdo contigo que es pecado, y lo pongo fuera de mi vida, por favor, ayúdame a hacer esto. Recuerda que el perdón de Dios, siempre es instantáneo. No debes enviar un documento al cielo y aguardar quince días por la respuesta con la decisión de si se acepta o no, es inmediato. Una vez que confiesas un pecado, este es perdonado y limpiado inmediatamente. El bloqueo a tus oraciones será removido de una sola vez. Pero tú también evitarás ser poco ejecutivo y no te embarcarás en un palabrerío inconsistente. ¿Está mal? Está mal. Punto.

La tercera razón por la cual no tenemos respuesta a nuestras oraciones, es por tener Ídolos en Nuestros Corazones. Allí es donde tú reaccionas y casi me gritas: ¡Es que yo ya no adoro imágenes! ¡Renuncié a eso cuando abandoné el catolicismo romano! Calma. Una estatua de yeso de un supuesto hombre santo, no es el único ídolo. Ezequiel nos recuerda que los ancianos de Israel habían puesto sus ídolos en su corazón, no necesariamente en el altar físico. Tu corazón es el altar principal de tu vida. ¿Qué hay sentado allí, ahora? ¿Está Cristo? ¿De verdad lo está? ¿Estás seguro que no tienes hombre o mujer humanos instalado en ese trono tan singular?

Convengamos: la mayoría de los cristianos de hoy no ponen literalmente ídolos en sus casas y los adoran, tales como estatuas de Buda, santos católicos u otros dioses. Sin embargo, muchos de ellos, -y lo saben-, tienen ídolos en sus corazones. ¿Y que es un ídolo en tu corazón? Es cualquier cosa que deseas o valoras tanto que pecarías por obtenerla. También es algo que significa más para ti que Dios o sus mandamientos. O algo/alguien que con su sola existencia deja a Dios en un segundo plano en tu vida. Algunas personas quieren y ansían tanto amar a alguien y casarse, que salen cada día a buscar con quien. Lo único que logran suele ser caer en pecado sexual una y otra vez. El ídolo que los hace caer en iniquidad, es el deseo de ser amados por otro ser humano. El deseo de atraer atención a cualquier costo.

Algunas personas quieren tanto ser ricos que están dispuestos a mentir, hacer trampas, robar y descuidar el Reino de Dios para serlo. ¿Mientes un poco al declarar para tus impuestos? Entonces tienes un ídolo en tu corazón, el dinero. ¿Te niegas a dar cuando el Señor te dice que des? ¿Mientes o haces trampa en tu trabajo o en tu negocio, para salir adelante? Entonces tienes un ídolo en tu corazón. ¿Deseas tanto complacer a tu cónyuge, que estás dispuesto a descuidar el Reino de Dios y envolverte en varias estructuras supuestamente solidarias, aunque en su intimidad son simples apoyaturas ideológicas o políticas con fines sociales, pero que no le agradan al Señor por su falta de transparencia y sinceridad, sólo por complacerlo o complacerla? Entonces tienes a tu cónyuge como un ídolo en tu corazón.

¿Amas a tus hijos tanto, que estás dispuesto a permitirles hacer y envolverse en cosas que son pecaminosas o que no le agradan al Señor? ¿Estás apoyando financieramente a un hijo adulto que vive en pecado? Entonces ese hijo es un ídolo en tu corazón. ¿Estás sosteniendo económicamente a un hijo ya adulto, sólo por temor a que si sale a trabajar se vea tentado por una vida promiscua, o drogas? Déjame decirte que, con esa actitud, lo que estás elaborando es un ser egocéntrico, dependiente y falto de voluntad para tomar decisiones propias. Y esas personalidades, son víctimas mucho más fáciles para todo eso que temes. Y en lo conceptual, ya lo sabes: tu hijo es tu ídolo. Mucha gente padece estos problemas, y no entiende que su hijo es un ídolo y que, por esa razón padecen innumerables problemas sin que Dios pueda responder a sus oraciones.

¿Qué ídolos hay en tu corazón? Tú no lo sabrás en verdad hasta que le pidas al Señor que te los muestre. Pídelo una y otra vez, con sinceridad total. Si lo haces, Dios te los mostrará. Pero, tienes que estar dispuesto a escuchar, sin importarte que tan doloroso sea. Remover ídolos de nuestros corazones, es terriblemente doloroso. Necesitamos la ayuda de Dios para hacerlo. A menos que remuevas esos ídolos de tu corazón, nunca tendrás una vida de oración efectiva. La cuarta condición inapelable para no recibir respuesta a nuestra oración, es la Falta de Perdón. ¿Qué puedo decirte, respecto al perdón, que no te haya sido enseñado, predicado y exhortado mil veces? El Espíritu te dice simplemente que recuerdes hoy y ahora lo que tantas veces te han enseñado sobre esto.

No creo que exista un solo creyente, por poco informado que se encuentre o por apatía o indiferencia fría, que ignore que, si va a orar, tiene que estar bien con todos aquellos que lo hayan herido o lastimado. Y que sí o sí debe perdonarlos, o al menos tomar una decisión sincera y firme para hacerlo. De ese modo habilitará una enorme ventana para que su oración llegue y sea respondida. De no hacerlo, le pone a Dios mismo una barrera insuperable que le va a impedir bendecirlo en cada ocasión que lo necesite. De hecho, si no perdonas a tu prójimo por enojo, egoísmo o venganza, habilitas a Dios para no perdonarte a ti tampoco de lo mucho que debes en los planos espirituales y terrenales.

Esto, que parece tan sencillo y simple de entender es, a mi juicio, la mayor causa de oraciones no respondidas dentro del pueblo de Dios. Mientras haya, al menos, una persona en tu vida a la que no hayas podido perdonar por completo, todas, entiende bien: todas tus oraciones no tendrán respuesta. Así que, si Dios, hoy, no está contestando tus oraciones, pese a que tienes seguridad de no estar pidiendo nada para ti, sino para Su gloria, deberás de manera urgente examinar tu vida. ¿Tienes amargura o enojo u odio contra alguien? Si fuera así, entonces no has perdonado. No importa si lo dijiste, lo aseguraste, lo declaraste y lo juraste. Tú sabes lo que hay en tu corazón.

La quinta esencia de la no respuesta a la oración, es bastante controvertida por todo lo que se mueve a su alrededor: Ser Tacaños o Avaros al Dar. Han existido, y existen, tantos fraudes y abusos en la iglesia con este asunto, que curiosamente, el punto en sí mismo, ha quedado devaluado. Es igual al rechazo que muchos sienten por Dios, porque han tenido problemas con una iglesia, o, mejor dicho, con parte de sus miembros o líderes. Pregunto: ¿Qué tiene que ver Dios con todo eso? Si lo piensas mejor, vas a darte cuenta que no son ellos, aunque se lo merezcan, es tu actitud para con ellos lo que te frena. ¿Lo entiendes? En el cuarto capítulo de su carta a los Filipenses, Pablo le da una clase práctica a esta gente respecto a este punto que, evidentemente, siempre fue complicado y difícil.

Hay un párrafo en esa escritura que particularmente me agrada y mucho. Les dice que Su Dios les suplirá todo lo que les falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Lo que nadie te explica muy claramente es que, si no es en Cristo Jesús, todo lo demás no te funciona a ti que eres el dador, ni tampoco al receptor. Al leer esto, siempre me auto formulé la misma pregunta: ¿Por qué estaba Pablo tan seguro que Dios supliría de todo lo que los Filipenses necesitaban? Simple: Porque ellos se sacrificaban al dar. Si tú no eres un dador generoso, más allá de todo lo que ya sabemos sobre todo esto, entonces tú no puedes reclamar la promesa de este versículo. Todas las promesas de Dios son condicionales. Y esta no es la excepción, lo lamento.

Hay muchas escrituras para este tema, seguramente las conoces. Será bueno que así sea, porque no pienso recitarte ninguna. De eso ya hemos tenido en abundancia. Lo que nos falta ahora, es darle vida activa a todo lo que sabemos. Esta es un área de tu vida que necesitas examinar y pedirle al Señor que la trate contigo con certeza y fidelidad. ¿Eres tú un dador? ¿Das sólo porque sientes que tienes que hacerlo? ¿Das de mala gana, o sólo cuando te manipulan emocionalmente y te hacen sentir a punto de irte al infierno? ¿Das apenas un mínimo que, calculas, Dios aceptará como bueno? ¿Especulas con lo que das, y si no recibes recompensa inmediata, te arrepientes de haber dado?

¿Te enojas cuando se toma una ofrenda, o simplemente no piensas acerca de las ofrendas de amor para nada? ¿Estás listo para dar en tu vida diaria, cuando te encuentras con alguien en necesidad? ¿Das solamente para recibir algo a cambio? Vete con los de la Teología de la Prosperidad, a ver que queda de tu patrimonio dentro de cinco años. ¿Guardas enojo y falta de perdón con alguien que te pidió prestado y nunca te pagó la deuda? Recuerda esto: Jesús nos dijo que, si prestábamos a alguien, no debíamos esperar que nos paguen. Sé de muchos cristianos que han destruido su vida de oración por este motivo. Alguien tomó prestado de ellos y luego no pudo pagarles el retorno. Se enojaron y decidieron destruir a esa persona. Al hacerlo, bloquearon a Dios para contestarles cualquiera de sus oraciones.

La sexta cuestión que impide que nuestras oraciones sean respondidas, es la que tiene que ver con Dificultades Entre Esposos. En una época como esta, en donde el matrimonio como institución, pasa por una de sus etapas más críticas, entre los cristianos no deja de tener validez a la hora de la oración. Pedro, que era casado, nos dice que debemos vivir con nuestras esposas sabiamente, dándoles honor como a vaso más frágil y coherederas de la gracia, para que nuestras oraciones no tengan estorbo. Esto que escribe Pedro te da la pauta de que las dificultades entre los esposos es uno de los mayores estorbos para que los cristianos no reciban respuesta a sus oraciones. Si la relación entre marido y mujer no es de amor y agradable a Dios, ¡Entonces no esperes que Dios escuche o conteste tus oraciones!

¿Tienes ataques de ira contra tu esposo o esposa? ¿Guardas amargura o enojo para con tu cónyuge, por algo que ella o él te hizo en el pasado? ¿Tienes celos muy fuertes de él o ella? ¿Le has estado mintiendo? ¿Intentas controlar o manipular a tu pareja? ¿Eres sarcástico o sarcástica, crítico o crítica y haces ver mal a tu esposo o esposa, delante de otros o a solas? ¿No valoras tu relación matrimonial sobre todas las demás, excepto la del Señor? ¿Pones a tus hijos o hijas por delante de tu esposo o esposa? ¿Pones tu trabajo por delante de tu matrimonio? La lista sigue y sigue. En cada sitio del planeta y conforme a sus pautas culturales e idiosincrasia de sus habitantes, esa lista presenta variables regionales o locales. Si haces algunas de estas cosas u otras similares, entonces tus oraciones serán estorbadas grandemente.

La séptima estampa que determina un silencio sepulcral por parte de Dios ante tus oraciones, tiene que ver con la Falta de Fervor. Según la Real Academia, el fervor es el celo ardiente hacia las cosas de piedad o religión, así también como el entusiasmo o ardor con que se hace algo. Santiago nos demanda confesarnos nuestras ofensas unos a otros. Dice que sólo de ese modo podemos ser sanados. Muchas de nuestras oraciones no son contestadas simplemente porque no nos interesamos en orarlas. Dios quiere nuestro corazón completo y nuestra atención total cuando oramos. Demasiadas de nuestras oraciones son sin emoción, cortas y descuidadas, como quien recita una letanía sin fuerza y sin vida. Ese no es mi Dios.

Por eso creo que tienen algún resultado positivo ciertas cadenas de oración. Quien la pide, tiene que esforzarse en escribirlas o describirlas, vía teléfono o correo. Tienen que pensar acerca de lo que quiere orar, tiene que ser específico y tiene que tomar el tiempo y el esfuerzo de describirlas. Dios quiere intensidad en nuestras oraciones. Quiere que seamos serios y nos comprometamos a aquello por lo que oramos. Si no nos importa lo suficiente como para ser intensos en nuestra oración, ¿Por qué debería de importarle a Dios contestar? No puedes decirle que sí a alguien que te pide oración, y luego no mover ni un músculo. No puedes ni debes comprometerte a orar por cualquiera que no conoces porque es peligroso, pero si te comprometes, deberás cumplir.

Sé perfectamente que la que te he compartido, es una lista bastante difícil de cumplir, pero te ruego que no te desanimes. Reflexiona ya mismo sobre esto y ponte ya mismo a orar por esta lista. Pídele al Señor que te muestre las cosas que, en tu vida, pueden estar bloqueando la llegada de tu oración al Trono de la Gracia, o la salida de las respuestas. Arrepiéntete de ellas, pide perdón al Señor y ruégale que te limpie, y no vuelvas a cometerlas. Pero hazlo todo sin simulaciones dramáticas o sobreactuadas, recuerda que a Dios jamás vas a engañarlo. Si dices con tu boca que estás arrepentido, pero en tu corazón no hay arrepentimiento, sino rebeldía, Dios lo sabrá y tu condición estará peor que antes de invocarlo.

Quiero que recuerdes puntualmente esto: si hubiera algo en tu vida que está bloqueando a Dios para contestar tus oraciones, ¡Nadie más que tú podrá hacer que Dios las responda! Buscar supuestos ungidos como intermediarios o pedirle oración a un millar de personas, no va a solucionar el tema. No dudo que hay tremendo poder en el pueblo de Dios cuando se une para orar, pero aquí estoy hablando de tus problemas personales y la oración. Si tú no estás obteniendo respuestas, no pienses que alguien más puede presionar a Dios para que te conteste. Es tu responsabilidad global, parcial y particular, además de total. Debes descubrir en oración y por ti mismo, que es lo que está estorbando esa relación personal con Cristo. Esto requiere de tu parte, mucha humildad, tiempo y esfuerzo. ¡Pero puedo decirte que vale totalmente la pena! Quien te diga otra cosa, te está mintiendo. De eso, estoy seguro.

Me conoces lo suficiente como para saber que no me gusta caminar en fantasías, teatralizaciones ni dramatizaciones relacionadas con el evangelio, de esas a las que son tan afectas tantas y tantas congregaciones con gente joven con inocultables deseos de lucirse actoralmente. Sin embargo, en lo que ahora tengo dirección de compartir contigo, vas a encontrarte con algunas partes donde podrá parecerte una novela cristiana. Y quizás tenga algo de eso, pero no puedo ni quiero sacarlo, porque en el marco de todo el contexto, vas a recibir alimento sólido y guía práctica indiscutible. Estoy seguro de eso, el Espíritu Santo jamás hace ni dice nada porque sí.

En el marco del ministerio de Jesús, todos hemos leído que con sus discípulos fue sumamente claro. Trató que ellos supieran cuál era su misión fundamental y, especialmente, como iba a concluir su paso por la tierra. Estoy en certeza que todo lo que Él les dijo a esos muchachos que lo seguían, es más que válido para que lo tomemos como para nosotros, para cada uno de uno de nosotros, donde quiera que vivamos o estemos en este tiempo. Pregunto: ¿Somos o no somos Sus discípulos? Entonces prestemos suma atención. Lo primero que les advirtió, fue que se cuidaran de que nadie los engañara. Esto significa que Jesús sabía ya en ese tiempo que alguien iba a pretender engañarnos. En aquel entonces, u hoy mismo.

Cuando ellos quisieron saber en qué consistiría ese engaño, les respondió que iban a venir muchos argumentando que lo hacían en su nombre, y hasta diciendo en voz alta que ellos eran el Cristo. Por favor, no cometas el mismo error que yo he cometido. Me dije a mi mismo, cuando leí eso, que a mí no me iban a engañar, porque no era tan bruto como para tragarme que cualquiera que dijera soy Cristo en verdad lo fuera. Mi error fue que me basé en la legendaria estampita y no tuve en cuenta que decir Cristo, es decir Ungido. Y es a eso lo que se refiere Mateo. Si a tu iglesia viene alguien que dice que es Cristo y todos piensan en la figura histórica, indudablemente se le van a reír en el santo rostro. Pero si les asegura que es un tremendo ungido de Dios, si no tienen el suficiente discernimiento, muy bien los podría engañar. Ha sucedido. Dos veces fui testigo de algo así. Y desde muy cerca.

Más adelante nos alerta respecto a lo que vemos por la televisión o leemos en las redes. Guerras y rumores de posibilidades de más guerras, en algunos casos, pueden hacernos perder nuestro equilibrio emocional. Aunque luego nos tranquiliza aclarándonos que todavía no hay nada de qué preocuparse. No es ese fin tan estremecedor, onda peli de hecatombes producida por Hollywood, que nos han vendido por años. De todos modos, esto me dice a mí, para que te lo diga a ti, que cuando al mundo comienza a irle horrible, a la iglesia del Señor debería empezar a irle conforme a lo profetizado. Pero el fin no es una hecatombe, sino una conmoción interna, de mentalidades, de reforma y de nuevo nacimiento espiritual.

Eso será un levantarse de nación contra nación. En lo humano, terrenal, político e ideológico. Pero también les añade que sucederá lo mismo reino contra reino. En este tiempo presente, a pesar que existen monarquías muy conocidas, todos sabemos que sólo son figurativas y protocolares, así que eso indudablemente tiene que ver con el ámbito espiritual. Luego les dice que habrá pestes. Ya las hubo y por doquier. La que más trascendió por una cuestión de prensa y alcance global, fue la del COVID19, pero esa no hizo postergar o desaparecer las decenas de otras bacterias que enfermaron y siguen enfermando violentamente a diversas partes del mundo. Y luego concluye con que habrá hambruna. Nosotros, los que vivimos en esta parte latinoamericana del mundo, sabemos perfectamente que es una profecía cumpliéndose cada día. Y creo que otras latitudes también pueden avalarlo. Y eso, dicho desde una tierra en donde lo que sobra, es comida.

En realidad, toda tierra habitable en el planeta dispone justamente lo necesario y suficiente como para que sus habitantes se alimenten y vivan supliendo todas sus necesidades, según la promesa. Mi país, la República Argentina es un fiel ejemplo de eso. Y también de lo que ha bombardeado internamente eso. Argentina tiene, además de un vasto y muy extenso territorio, capacidad y fertilidad en sus tierras como para sembrar lo que sea y cosecharlo al ciento por uno. Eso debería, en primera instancia, posibilitar que cada habitante, a la hora del almuerzo o la cena, disponga de un plato de sustanciosa y abundante comida para él y su familia. Que eso no suceda, no es culpa de Dios ni de la tierra que nos ha regalado. Es responsabilidad, por años, de hombres sin escrúpulos que, por satisfacer sus ambiciones, no han dudado en llevar hasta el hambre a miles de seres. Y mucho resto del mundo, vive lo mismo. O peor.

De aquí en más. Dice que vendrá un principio de dolores. Y si dice principio, aquí debemos leerlo como inicio, no como patrón. O sea que no será todo lo que acabamos de mencionar, sino que sólo será un principio de algo que, hay que entender, irá en aumento. Perdón; ¿Está yendo HOY en aumento, o no? Seremos entregados a tribulación. ¿Más? Tribulación es sinónimo de crisis, dramas, emergencias. Y nos advierte que nos matarán. Podría ser en algún lugar muy especial del planeta que esto tenga que ver con muerte física, pero sospecho que la muerte que ciento por ciento se profetiza aquí, será espiritual. Hay mucha gente cristiana que en este momento y en lo espiritual, está agonizando. ¿Los has visto? ¿Verdad? No sé por qué, en este momento al escribir esto, recuerdo aquello de El amor de muchos se enfriará…

Ser aborrecidos por causa de Su nombre ya no es ninguna novedad ni sentencia profética a futuro. Prueba hablar de Jesucristo en ambientes pagados de sí mismos por causa de su formación intelectual o su abolengo de apellido ilustre. Te recuerdo que aborrecer es tener o sentir aversión u odio hacia algo o alguien. Si crees que estás al margen, te pregunto: ¿Nadie te hace bromas fuertes con respecto a tu fe? ¿Te dicen luego, cuando ven que eso te afecta, que son solamente bromas y que todo está bien? Olvídalo. Deberás perdonarlos porque no saben lo que hacen, pero no son ningunas bromas. Todo lo que te dicen surge de sus sentimientos ocultos que originan que demonios de odio puedan utilizar a esas personas. En suma: el nombre de Cristo es el detonante para ese aborrecimiento. Ya lo somos. Es como si el mundo percibiera que eres cristiano. Te agreden, te injurian, te humillan y se burlan, si se los permites.

Y allí viene la hecatombe, porque nos dice que muchos habremos de tropezar, que es como decirnos que vamos a cometer errores y pecados por igual, y que nos entregaremos unos a otros. Si me disculpas, debo decirte que hace unos cuantos años, yo tuve ocasiones de ver y vivir algo así. Los ataques, las injurias y los casi insultos, no provenían de incrédulos impíos paganos endemoniados. ¡Venían de “hermanos en la fe” que compartían un mismo lugar un día a la semana! Te pregunto: ¿No sigue ocurriendo esto, en muchas congregaciones, por causa de pelearse ferozmente por cargos o posiciones rentadas, o sencillamente por el favoritismo del pastor? Conozco lugares en donde una mitad está enemistada con la otra mitad. Pero suponen y hasta declaman y predican estar en un mismo sentir…

De hecho, cuando dice que van a levantarse grandes cantidades de falsos profetas que engañarán a muchos, una gran proporción de cristianos están convencidos que con ellos no podrán, porque simplemente desconfían de todo ministerio que vaya más allá del pastor, el evangelista y el maestro. Grave error. La palabra profeta significa vocero. Y un vocero es una persona con capacidad innata de escuchar a alguien que está por sobre él en jerarquía, y luego comunicarle al resto de las personas lo que esa jerarquía dice. Es decir que un vocero es alguien que dice lo que su superior le ordena que diga, no lo que mejor le parece. Esto último sería la característica de un falso vocero, uno que dice que habla de parte de Dios y en realidad lo está haciendo de parte de su denominación o de su deseo personal.

Concluye consignando que va a multiplicarse la maldad. Yo aprendí en mi época de colegio, que toda multiplicación se puede hacer cuando existe un número previo. Nadie puede multiplicar comenzando desde cero. Por lo tanto, la maldad ya estaba en la época de Jesús, y él no solo lo sabía, sino que además la sufría. Pero les advierte que eso que están viendo que le hacen a él, va a multiplicarse cuando llegue contra ellos. Y así fue. Y así podría ser contra nosotros si no estamos preparados. A eso me refiero cuando digo que no estamos en tiempos de fiesta como iglesia, sino en tiempos de guerra. Las armas ya las tenemos y son las mejores. Sólo nos falta saber utilizarlas, y esa es una asignatura pendiente en todo el marco de lo que llamamos iglesia. Babilonia es incapaz de combatir contra sus propios mentores.

Te repito lo que recibí hace un momento: esta es la verdad más contundente que Jesús profetizó desde su tiempo para hoy. El amor de muchos se enfriará. No puedo saber con certeza, más allá de los horizontes de mi país, como ha sido el amor de los creyentes para con sus hermanos o incluso para con el prójimo sin distinciones. Al menos donde a mí me tocó formarme, no fue precisamente un dechado de pétalos de rosa. Conocí a mucha gente muy buena con la que construí cierta amistad, con otras personas pude trabajar en equipo respetando y siendo respetado, y con otras más, mantuve una relación de intercambio de oración y ayuda en lo que se necesitara. Pero si tengo que ser honesto y transparente, tengo que decir que, por una enorme mayoría, nunca me sentí amado. Y si el amor en esa época ya era frío, puedes imaginarte hasta donde ha descendido todo eso, hoy.

En principio, bastaría tomar cualquier periódico, canal de televisión de noticias o sencillamente el devenir de las redes de cualquier punto del planeta, para entender rápidamente que esta profecía dada por Jesús, se está cumpliendo lenta, progresiva pero inexorablemente. Minuto a minuto. Del estómago de Satanás, está saliendo una nube oscura que brota de su boca. Esa nube arroja una sombra sobre la tierra entera y la oscurece, partiendo de la propia oscuridad de la mente de los que cubre. Desde lejos parecen insectos, pero en realidad son demonios que tienen que ver con los deseos de la carne. Y resulta impresionante ver como atraviesan continentes, iglesias y hogares cristianos. Y no estoy jugando al rol de anciano escandalizado con las prácticas de los jóvenes. Ni lo sueñes. Yo ya fui joven. Es un círculo que matemáticamente se repite. Insectos. O gente influenciada.

No agreden a ningún no creyente, porque no les interesa. Ellos ya están cautivos. Eso, creo que de alguna manera explica esa duda tan vigente en cuanto a la falta de problemas por parte de gente incrédula, en contrapartida con la multitud de crisis que viven los creyentes. Ellos, sistemáticamente atacan a los que dicen ser hijos de Dios, pero todavía andan en su carne, y sujetos a las pasiones que ella les infiltra. Esos diminutos insectos, se introducen en las personas por sus oídos. Así operan los demonios de los deseos de la carne. Cuando oyes lo que no te es conveniente oír, cuando miras lo que sabes te causa perjuicio mirar. Esto, obviamente que no habilita prohibiciones infantiles, pero sí sustenta precauciones y cuidado a la hora de decidir. En ellos están encerrados todos los pecados que Pablo describe tan precisamente en su carta a los Gálatas.

Él les recuerda que el deseo de la carne siempre va contra el Espíritu y el del Espíritu va contra la carne. Son opuestos y logran que a veces no podamos hacer lo que querríamos. Entiende: estamos hablando de los deseos del alma y el cuerpo, en conjunto, en contra de lo que sugiere el Espíritu Santo, ya que de Él es de quien se habla. Y les añade algo que debe haber asombrado mucho a los antiguos, pero que hoy casi es una verdad establecida: que, si somos guiados por el Espíritu Santo, no estamos sujetos a ninguna ley terrenal o religiosa. ¡Escuchen bien, legalistas del planeta religioso! Si somos guiados por el Espíritu Santo, no necesitamos leyes, estatutos, ordenanzas o preceptos. La pregunta obvia, entonces, es: ¿Somos guiados por el Espíritu Santo? En la respuesta genuina que tengas, está nada menos que cimentada tu vida.

Y allí les empieza a describir una por una las obras de la carne. Y comienza por la que más ruido ha hecho, hace y seguramente seguirá haciendo dentro de la iglesia: el adulterio. ¿Estar casado o casada y tener una aventura, quizás con una mujer o un hombre también casado o casada? Sí, pero ese es solamente el adulterio humano, físico, sexual, terrenal. Hay también un adulterio espiritual, que es cuando la esposa del Cordero tiene un amante. ¿Nombre? Muchos, cito algunos: Ciencia, Humanismo, Esoterismo, Ritualismo, etc. Por mucho menos que esto, Dios repudió, (Que significa Divorció) a Israel. Lo mismo tiene que ver con el otro pecado tan mencionado: fornicación. En este caso, también es desde lo físico y desde lo espiritual. La validez para Dios es la misma, aunque para nosotros, muy carnales todavía, parezca tener más peso el primero.

Después menciona a dos pecados que lamentablemente, como iglesia no nos son indiferentes para nada: inmundicia y lascivia. Normalmente se vincula esto con la sexualidad, y está bien porque la tiene, pero no termina allí. Inmundicia es todo lo que no es sano y lascivia existe esencialmente en altos niveles en lo relacionado con el dinero, el poder, los negocios, etc. La Idolatría es el más afín a nuestra fe. Es mucho lo que hemos hablado de este pecado, así que es poco lo que podemos añadir sin repetir palabras y sentencias. Sólo recordar que, si colocas a cualquier persona, (Incluye cónyuge, hijos, padres, etc,) objeto, o similares, (Hasta el trabajo, una empresa o un mismísimo ministerio) por delante de Dios en tu vida, te agrade o no, lo entiendas o no, eres idólatra.

Pablo prosigue con hechicerías. Y es notable, pero cuando mencionamos esta palabra, a una gran mayoría de cristianos se les dibuja una sonrisa, porque lo relacionan con esos cuentos infantiles que de niños les hacían pensar en brujitas con sombrero negro puntiagudo, nariz ganchuda con un grano y faldas negras y largas, y piernas huesudas y flacas. Ese es el departamento de marketing del infierno trabajando a full en desviación de verdades y trocándolas por historietas no creíbles. Hechicería es toda forma posible para lograr imponer una voluntad humana por sobre otra. Es factible que se lo haga desde el ocultismo, es cierto, pero también mediante manipulación emocional. Y es de esto último que hemos visto en mayor cantidad en nuestros ambientes. Para poder dominar, por la sujeción e, ¡Infaltable! para obtener grandes diezmos y ofrendas. Nada que no sepas, aunque decidas ignorarlo o minimizarlo.

Y a las seis siguientes te las puedo aunar: enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas y disensiones. En el caso de las primeras cinco, todos las hemos visto en cualquier congregación donde hayamos militado. No quiero sobre enfatizarlo para no ser crítico, ya que la crítica jamás construye nada y si destruye lo poco bueno que haya, pero a todo eso lo hemos visto, vivido y hasta padecido. La que sí ha llamado poderosamente mi atención es la última: disensiones. Pregunto: ¿Cómo es este asunto? ¿No era que el disenso es el baluarte de la democracia? ¿No era que algunas denominaciones hacen énfasis en su funcionamiento democrático, y por consecuencia, incentivan al disenso? Ah, no sé; pregúntale a Pablo. Él escribió esto. ¿Será que Pablo es antidemocrático y está en oposición a tu denominación? La gran disyuntiva, es: ¿Democracia griega? ¿Teocracia religiosa? ¿O simplemente monarquía espiritual?   

Herejías. Pecado grave si tiene que ver con el evangelio genuino, el del Reino de los Cielos y en el sustento de la doctrina de los apóstoles. Cualquier otra cosa, será repetir lo que el diccionario de la Real Academia explicita y que tiene que ver indudablemente con la interpretación de esta palabra por parte de los eruditos del catolicismo romano. El diccionario dice que herejía es la creencia o doctrina contraria a los dogmas de fe establecidos por una religión. Esta interpretación posibilitó, nada menos, que en su tiempo y por no enseñar las mismas cosas que estaban en esos dogmas, Jesús fuera considerado como hereje por el Sanedrín. Me pregunto si cualquiera de nosotros, que pretenda e insista en caminar por la Palabra genuina y no por los dogmas denominacionales conocidos, no correrá hoy el mismo riesgo. Me lo han insinuado. ¡Gloria a Dios por ello!

Envidias. ¡Oh! ¿Por qué el pastor siempre invita a orar a la hermana Fulanita y a mí nunca? Cuidado, Fulanita, si te duelen los huesos de un modo terrible y sin razones clínicas aparentes, alguien te puede estar envidiando de modo cruel. Carcoma a los huesos, ¿Recuerdas? Homicidios. Estamos hablando de los espirituales, obviamente. De los físicos ni hablemos, si somos lo que decimos ser, eso es imposible. Aunque alguna vez me han relatado algunas cosas, que…en fin. La religión organizada tiene métodos muy finos y sutiles para asesinar espiritualmente a alguien si ese alguien estorba sus fines. Y finaliza la descripción con dos pecados que cuesta un poco digerir como posibles dentro de la iglesia: borracheras y orgías. ¿Qué? ¿De verdad puede existir eso dentro de la iglesia? ¡Ah, no lo sé! Pablo lo dijo y yo lo repito, nada más…

Y Pablo la remata diciéndoles que, por cosas semejantes a esas, (¡Un adelantado Pablo! ¿No crees? ¿Cuántas cosas semejantes a esas habrá?) los va a amonestar. Te recuerdo que amonestar no es sentenciar, es advertir. En fútbol, por ejemplo, es recibir una tarjeta amarilla. La de color rojo, es la siguiente y determina expulsión. Y por si fuera necesario, vuelve a recordarles que los que hagan toda esa clase de cosas, no van a heredar el Reino de Dios. ¿Eso significaría que no van a ser salvos? No. Lo que Pablo les dice es que comportándose así no heredarán el Reino. Entonces tú te rascas la nuca y preguntas: ¿Pero no es lo mismo? Respuesta: No. No es lo mismo. Pero esa es otra historia que en algún momento trataremos con mayor profundidad. Hoy y ahora el Espíritu Santo no me autoriza a hacerlo.

Mira; ha quedado dicho, entonces, que de la boca de Satanás salen los demonios que luego entran en los cristianos. La pregunta, es: ¿Cómo pueden entrar? La respuesta es una: por causa de sus deseos. Porque todo haría presuponer que, si son lo que dicen ser, sus deseos estarían apuntados a Dios o a las enseñanzas de Jesús. Pero esto es muy relativo. Estamos viviendo en la última hora. El reloj divino está marcando la medianoche. La condición de la Iglesia de Dios es débil, todos lo sabemos. Y lo peor del caso es que, aun sabiendo esto, hacemos muy poco para fortificarla. Preferimos trabajar para los prestigios o beneficios personales. Aunque alaben todo el culto, levanten sus manos hasta el techo, diezmen puntualmente y traten de vivir una vida santa, la iglesia se sigue debilitando. Y no pueden argumentar ignorancia; la Biblia lo dice claramente.

Juan, cuando recibe ese “video” tremendo en Patmos, llega a decir que pronuncia ayes por los moradores de la tierra y del mar, porque el diablo, que es un espíritu influido por el infierno, ha descendido a golpear duro porque sabe que tiene poco tiempo. Ya sé que conoces ese pasaje. Y sé también que te enseñaron que eso habla acerca de un tiempo después del arrebatamiento de la iglesia. Pero déjame decirte que después del arrebatamiento, no vas a necesitar leer esto, así que elimina de tu mente esa enseñanza falsa. Eso, mi querido amigo, (Nunca uso ligeramente el término hermano hasta no tener certeza de que seamos hijos del mismo Padre), está sucediendo ahora mismo, hoy en la tierra. Puedes aceptarlo o no. Puedes creerlo o no. No le hace, ES.

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Egipto

Egipto tiene dos dimensiones de operación que es muy importante entenderlas. Por un largo tiempo Egipto, para el pueblo de Dios, fue un Edén, una bendición. Recuerden que es Dios quien nos envía a Egipto, en Génesis. Y es en Egipto donde nos alimenta y produce la tierra de Gozén, que fue para el pueblo de Dios un Edén; le dieron la mejor parte de la tierra. Hay un tiempo en que Dios nos envía a Egipto al igual que a Cristo lo enviaron a Egipto. Lo que te estoy queriendo decir es que Egipto tuvo su parte en el plan de Dios. Egipto es la previa posición espiritual que traíamos, o la previa infraestructura eclesiástica que conocíamos. Egipto es el pasado. Egipto tuvo un tiempo en que nos dio lo que necesitábamos, pero luego llega el momento en que Dios llama a sus hijos de Egipto y les pide que salgan de esa tierra. Egipto también es, esencialmente, una condición mental. Egipto es el mundo dentro del pueblo, de la iglesia. Egipto es la mentalidad previa del creyente.

Yo estoy usando a Egipto, aquí, en este lado del planeta. Si voy a Egipto, no usaría a Egipto. Entonces se entiende, creo, que cuando hablamos de Egipto no hablamos de la nación sino de lo que se interpreta por Egipto. La gran pregunta que muchos creyentes fieles se hacen hoy día, es: ¿Cuál es mi ministerio? Lo que equivale a decir: ¿Qué tengo que hacer para cooperar con lo que Dios está haciendo? Punto primero: ¿Cuántos saben que Dios va a dar retribución justa a sus enemigos? ¿Cuántos saben que los enemigos de Dios, mayoritariamente, están dentro de la iglesia? ¿Cuántos se dan cuenta, entonces, que cooperar con Dios sería, en algunos casos, enfrentarse con falsos hermanos? Cuidado: eso no significa perder la base del amor. Ese enfrentamiento sólo tiene lugar en un tópico específico: la palabra revelada. La piedra angular. Hay gente que jura estar en el propósito de Dios pero que no se atreve a tocar el aspecto que yo acabo de mencionar.

Y en un tiempo de retribución y separación es imposible estar fluyendo con Dios si tu mentalidad no tiene una estructura que sirva de piedra de tropiezo para todo lo que no es de Dios. Si tu mentalidad es tan amplia que permite que todo se manifieste y nada te contrista, entonces hay algo errado que no estamos haciendo. Si algo está mal y a Dios lo contrista y tú estás caminando con Dios, a ti te tiene que contristar también.  Recuerda, muy especialmente, que los que eran remanente en el previo mensaje primario, eran aquellos a los que la opresión del pueblo se convirtió en su carga. O sea: vivieron una vida angustiada por la condición del pueblo. Quiero que este mensaje que de ninguna manera pudo haber sido armado en base a mi propia sabiduría teológica, quede bien claro en tu entendimiento, porque estoy usando muchas palabras para que tú descubras qué está haciendo Dios en el día de la justa retribución.

Ahora: ¿El día de la justa retribución es el día del jubileo? ¿Es el día de la gran siega quizás? ¿Es el día del tabernáculo tal vez? Ojo: el día, ahí, no es cronológico; es un tiempo en Dios. Es una estación, un Kairos de Dios. Y retribución, significa simplemente, que él viene a nivelar sus cuentas. Como corresponde. Es lo mismo que cuando vino y aquel siervo inútil tenía los talentos en el pañuelito, los había enterrado. Retribución. El día que fue de beneficio para algunos, fue de retribución para otros. El día que hubo gritos, lágrimas, llanto y gran crujir de dientes en Egipto, fue el nacimiento de un nuevo día para Israel. El mismo lugar, la misma hora. Dice que habrá tinieblas que cubran la tierra, pero sobre de ti, al mismo tiempo, amanecerá una luz. O sea: las tinieblas, por la justa retribución, es lo que produce el jubileo. No son dos días diferentes; el día del juicio del Señor y el día de la gran siega de la iglesia, son el mismo día.

Yo sé que a la mayoría de ustedes les enseñaron que son tiempos separados, pero no lo son. Por eso es que se nos hace tan difícil entender. Pero entendiendo cómo el chacarero (El campesino) levantaba la cosecha, (Que para levantarla, tenía primero que eliminar la cizaña). Cuando entendemos eso, pasamos a ver como entendemos que el Reino de Dios es como es el sembrador. Entonces, el mismo principio que se aplica en la siembra, se aplica en la siega del ministerio de Dios: primero se siega la cizaña, pero no va para ninguna parte: se quema. Claro; en lo natural se quema; en el espíritu yo no sé lo que significa quemarse, sólo sé que no permanece. No pretendamos saberlo todo. Entendemos, sí, que hay una separación y queremos entender cómo, cuándo y, además, tener bien claro que el cuchillo, la tijera, la guadaña, la tiene Dios, no el hombre. Dios produce la separación y lo hace a través de su palabra, no de nuestra actitud, o comentarios. La palabra sola es la que va cortando. Sólo hay que entregarla en su pureza y ella se encarga de cortar. Cuando uno la cubre mucho, entonces ella pierde filo. Entonces, queremos presentar la palabra tal como el libro la da. A Tener Muy en Mente: SÓLO PUEDE RE-UNIRSE LO SEPARADO

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Confusiones

Debemos estudiar lo literal para comprender lo espiritual. El error mayoritariamente cometido es hacer tanto hincapié en lo literal que, de última, escudriñar la Palabra, para mucha gente, jamás ha pasado de ser un estudio sistemático, histórico, social y geopolítico de los relatos bíblicos. Un ejemplo: Jerusalén y Babilonia. Dos ciudades que funcionaban con características similares, pero con motivaciones diametralmente opuestas. En lo espiritual, el equivalente es el mismo. Babilonia haciendo aquello que se parece a la verdad, pero no lo es. Jerusalén siendo la verdad que tiene que emerger y que está en todas partes, igual a Babilonia.  Muy difícil de definir si no se tiene discernimiento. Porque Babilonia se parece a la verdad, pero no lo es. Fíjate que cuando Nimrod accede a un reino, constituye algo bien novedoso: es la primera vez que la autoridad humana es ejercida por los hombres. Hasta ahí, nadie, nunca, había sido gobernado por otro.

 Sin embargo, el relato de Génesis da cuenta que Nimrod tiene un reino. Y ese reino significa que, por primera vez, que el hombre es gobernado por hombres fuera de la autoridad de Dios. Hay todo un símbolo trascendental en esto, porque manifiesta al auténtico deseo de Dios, pero de acuerdo con un paralelo humano. Dios quería gobierno, pero comenzó con el gobierno del hombre. Asimismo, vemos paralelos en la tierra de lo que Dios quiere; que se parece al gobierno divino, (Gente sometida unos a otros), pero que no lo es; es un sometimiento no divino. Y valdrá la pena recordar que todo sometimiento no divino, termina siendo esclavitud. No fuimos llamados a eso. Por ejemplo: cuando una persona tiene miedo de tomar una decisión porque creen que esa decisión los puede hacer quedar como traidores delante de otros, esa persona, aunque no lo crea o no lo sepa, está siendo controlada, o sencillamente manipulada.

 Si tú estás allí, ahora, sentado en esa silla y viendo al Dios real, en esta Palabra; si tienes la convicción de lo que la Palabra te está diciendo, es Dios que te está tocando. Eso, inexorablemente te lleva al borde de una decisión que, sabes, tienes que tomar. Si no te atreves a tomarla porque de hacerlo sientes que estás traicionando a alguien, tú estás controlado. Crees ser dueño de tus actos, pero en realidad, estás sometido a influencia de terceros. Hay que romper ese hechizo. Si tú sabes que tienes que tomar una decisión para encarar la verdad, pero no te atreves porque eso haría pensar a cierta gente de que los estás traicionando, esa cierta gente te tiene controlado. Porque de momento en que yo sé hacer el bien y no lo hago, eso, para mí es pecado. O peor que pecado: prevaricación. Y si no me atrevo a hacer el bien porque creo estar traicionando a otros, entonces esos otros, no quieren el bien para mí. Es un paralelo de lo que Dios quiere.

A través de toda la historia Jerusalén tiene el paralelo de Babilonia.  Por ejemplo: hoy está la filosofía de la globalización. Y todas las empresas se están poniendo en regla. Pero están unidas por la ambición del hombre. Mucha iglesia anda en unidad por las mismas motivaciones. Si estamos reunidos alrededor de un centro abstracto, no definible y teórico llamado Cristo, aunque suena muy bonito y religioso, no funciona. Funciona igual que los miembros de la iglesia de Corinto, que unos eran de Pablo, otros eran de Apolos, otros eran de Cristo. (Génesis 11:1-9) = Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego.

Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, (subraya esto) y el asfalto en lugar de mezcla. y dijeron: vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová: he aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Y dijo Jehová: he aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de
su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel,
(Stop aquí. Babel significa mixtura, confusión.

Nota que fue construida en la llanura del Sinar y con ladrillos.)

La palabra Babel pone en evidencia, por su significado, (mixtura, confusión), lo que la raíz del hebreo estaría demostrando: que Dios responde a su construcción con confusión. En realidad, lo que ocurre, es que Dios responde a su construcción confundiendo, porque su mentalidad de construcción ya estaba confundida. Eso es lo que significa Babel. O sea: a ver si somos claros: Babel no es confusión porque Dios trajo confusión, sino que Dios tuvo que confundir lo que estaban haciendo, porque ellos estaban construyendo sobre una base de confusión. Estaban haciendo una ciudad, -según ellos-, para Dios, pero totalmente confundidos ya. Estaban unidos en confusión. Estaban unidos en error. De allí que la palabra UNIDAD solamente es válida cuando se refiere a la unidad del Espíritu, porque el Espíritu coordina todo. Cuando es humana, puede ser unidad para confusión o para error. A Dios no le quedó otro camino que detener esa confusión. ¿Cómo lo hizo? Con más confusión. Gran lío gran. Babel enfatiza más el hecho en que ellos estaban edificando en error, que el que Dios haya confundido. De Esto Rescatamos Que…DIVISIÓN PRODUCE CONFUSIÓN

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Estrategia

Estamos entrando en una nueva época, en el tramo final. Un día le dijeron a Jesús: «Herodes te mandó a buscar«. Y Jesús dijo: «Díganle a esa zorra que sano hoy y mañana, que echo fuera demonios hoy y mañana y que hago curaciones hoy y mañana. Y, al tercer día, termino mi obra». Esto es profético. La iglesia ha caminado por espacio de dos mil años con las señales, los prodigios, los milagros y liberaciones de demonios. Durante dos milenios la iglesia se ha movido bajo estas señales, prodigios y milagros. Pero en este tercer milenio, que es el tercer día, dice el Señor: yo voy a terminar mi obra. Estamos entrando al tiempo de la conclusión de los propósitos de Dios. Hoy, en América Latina, las empresas transnacionales, el sector privado de cada nación, producen cerca del ochenta por ciento de la riqueza de la nación. Quiero que veas esto: hay un tercer poder que se está levantando y que a nadie ya le resulta desconocido, y es el poder económico.

A ellos, nadie los elige mediante el voto, pero de alguna manera ejercen un poder que pone en duda el sentido real de las grandes o pequeñas democracias. Ciertos políticos de ideologías muy discutibles pero que no eran tontos, dijeron que ellos se conformaban con el poder económico de una nación y que les regalaban a quienes lo quisieran, las facultades de redactar las leyes. Y hoy las cámaras legislativas, son verdaderos timbres de goma facilitadores de estos grandes capitales. Redes. Estamos abandonando el concepto de nación-estado para volvernos, en este tercer milenio, al concepto de naciones-redes. ¿Cómo es posible que el mundo ve con mayor claridad el valor de las redes y la iglesia todavía no puede retener ese concepto? Si no nos manejamos bajo un concepto de unidad verdadero, sin formalismos ni hipocresías, no vamos a poder mantener los frutos y veremos un éxodo de gente hacia iglesias que sí lo posean.

El individualismo autoritario del liderazgo clásico con su mensaje autocrático terminó cuando las emisoras de radio, los canales de televisión y redes sociales cristianas empezaron a ampliarle la palabra al pueblo. Hoy, sin embargo, todavía quedan liderazgos que prohíben a sus liderados escuchar otra palabra que no sea sus palabras. Me pregunto: ¿Cuándo piensan entrenarlos para el discernimiento y la sabiduría? Dios no hizo robots, hizo hombres. Pero hay líderes que parecen estar más cómodos con robots que no piensan, que no oran y que no leen la Biblia. Eso no es bíblico, eso es carnal. Y, lo que no es del Espíritu, es del diablo.  Aunque se vea como religión.  Nosotros pretendemos arreglarlo todo con unción. Elías convocó a todo Israel en el monte Carmelo, hizo caer fuego del cielo, pero no tuvo la estrategia para organizar a siete mil hombres en su nación. Tú necesitas, para hacer un trabajo que afecte a tu nación, no sólo la unción de Dios sino, también, la estrategia de Dios.

 Otra mega tendencia que podemos ver, es un cambio de una economía basada en la exportación, a una economía dirigida al cliente, al individuo. O sea: todos los ojos de las empresas están puestos en ti.  Y otra más, es pasar de ser controlados por el gobierno, a ser controlados por los grandes mercados. Hay un cambio de un mundo rural a un mundo urbano. El noventa por ciento de la población del mundo, en este tercer milenio, va a vivir en las grandes ciudades. La mayoría de ellos, en Asia. Si tú quieres ser un hombre efectivo en la obra de Dios tendrás que saber cómo tomar ciudades para Dios. Este es el mundo al cual nosotros seremos empujados en el tercer milenio. En los Estados Unidos, hoy, millones de americanos trabajan desde su casa. Computadoras. Para el 2025, dicen los entendidos, será el ochenta por ciento el que lo haga. ¿Cómo vamos a ganar a esa gente? Aquello anticuado de: «Estamos de campaña, traiga un amigo inconverso», no va más.

Le estoy hablando a gente que para el nuevo milenio quiere estar en la cresta de la ola, no quejándose y lamentándose.  Lo pasado ya pasó. Agua pasada no mueve el molino. El mundo de la música, de la moda, ya se está preparando para la generación de jóvenes del 2025; la iglesia está llegando, siempre, cuando el incendio ya se apagó. Si no aprendemos a desculturizar el Reino, si no aprendemos a sacarlo de esa cultura evangélica que se murió hace cincuenta años, nos vamos a ir de esta vida sin ser un factor de cambio para un mundo decadente. Me estoy acordando del cuento de aquel loco que se creía muerto. Estaba totalmente convencido que estaba muerto. Iba al psiquiatra y le decía: estoy muerto, soy un cadáver. No había forma de convencerlo de que estaba vivo. Un día, al psiquiatra se le ocurrió una idea. Si le pinchaba un dedo y le salía sangre, lo iba a convencer de que no estaba muerto, porque los muertos no sangran. 

Cuando llegó este loco, el psiquiatra le dijo: «Te hago una pregunta: ¿Los muertos, sangran?» Y él dijo: No, los muertos no sangran.  – A ver, préstame tu dedo. – Le pinchó el dedo y vio como salía la sangre, y horrorizado exclamó el loco: ¡Oh! ¡Dios mío! ¡Entonces los muertos sí sangran!  Ah, sí; cuesta cambiar. Por eso, si Dios va a usar un hombre, va a tener que atravesar las barreras de su cultura, de sus costumbres, de su formato mental de pensamientos. Va a tener que dar á luz una nueva mente, una nueva visión, una nueva estrategia, porque Dios nos va a entregar al mundo en nuestras manos, pero no para que se lo arruinemos, sino para que manifestemos su presencia en él.  Dios ha prometido un nuevo nivel de unción para este tiempo. Es la unción que va a caer sobre la generación de relevo. Cuando Pedro le dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, Jesús le dijo: Pedro, Satanás te ha pedido para zarandearte como trigo, pero yo he rogado para que tu fe no falte. Hoy, tú eres un Pedro más.

Para Tenerlo muy en Cuenta: ES EL REINO EL QUE HEREDA NACIONES

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Cuadernos Reales 4

La Verdadera Dimensión de lo que Crees

Pese a todo lo que se ha vivido, se ha modificado y se ha aprendido, en nuestros ambientes todavía se sigue padeciendo algunas de las antiguas manías que mucha gente tenía y sigue teniendo. Repetidas, casi clonadas y sin demasiado sustento, pero firmes y en marcha. Una de ellas, es estar esperando semanalmente recibir el consejo del ministro a cargo, para ver como resuelve el problema que se tiene o, en todo caso, aguardando la visita de ese profeta al que vienen promocionando, o de ese apóstol internacional muy famoso, para que ore y vea si por arte de alguna forma de magia divina, el problema se resuelve solo y se puede salir a cantar aleluyas y dar gracias a Dios por el milagro. No es algo nuevo que no se conozca dentro de nuestros ambientes. De hecho, forma parte de un decorado casi permanente.

En suma, lo que esa gente está buscando es alguien que le ayude a resolver su destino, porque en definitiva lo que no tiene es una relación personal con ese Dios en el que supone creer. A cada uno de ellos le aseguraron que cuando se convirtiera iba a tener una relación personal con Cristo, pero hasta hoy lo único que ha podido tener es una relación personal, sí, pero con el pastor de la iglesia. O, en todo caso, tiene una relación con ese profeta, que para muchos es el nuevo adivino del Reino, que seguramente le va a decir todo lo que le va a pasar, todo su destino, su porvenir. Es como decirte que es él o el Tarot. Porque como aparentemente Dios no te lo puede decir a ti, entonces tienes que correr a dónde está ese profeta para que te diga qué es lo que te va a pasar.

Y así es como en muchos sitios tratan a los profetas como adivinos. Caminan por una delgada cornisa en la que de un lado está la santidad divina y del otro la hechicería satánica. Y van y le dicen: “Deme una palabra, hermano” Y allí es cuando alguno de estos atrevidos que andan por la vida le pone la mano en la cabeza y le dice ceremoniosamente: “¡Sea la luz! Y allí es donde nos queda la duda: ¿Se puede recibir la luz o no? Sí, claro que se puede, pero hay un problema y no es menor. Una gran mayoría de cristianos están demasiado acostumbrados a las tinieblas románticas y sentimentales de Babilonia. De allí que, cuando de pronto la luz resplandece, empiezan a verse cosas sucias, tanto del lado de afuera como de adentro de sí mismo, eso no agrada demasiado y además enseguida hay oposición y hasta contienda fuerte.

El tema radica en que a esta clase de cristianos no les gusta buscar la luz porque eso implica asumir su verdadera responsabilidad al respecto. Es que es muy fácil estar en la religión y que toda la responsabilidad la tenga ese hombre que está allá arriba de la plataforma. Es a ese hombre, o a esa mujer, llegado el caso, al que los que están debajo le demandan todo. Ellos están demasiado cómodos allí. Hacen su pequeña oración, dan su diezmo, jamás vieron nada distinto, pero están tranquilos, nada ni nadie los molesta. El que le tiene que dar todas las respuestas es el pastor, porque si no, no le pagan. Porque, no nos engañemos; el que suponga que hay cristianos que no piensan que el pastor debe dedicarles atención “especial” porque el de ellos es el diezmo mayor de la iglesia, no está viendo la realidad, sino la utopía del discurso.

Y allí surge la otra duda inevitable a futuro. O tal vez no tan a futuro: ¿Podrá Dios sacar a esta gente de Babilonia? ¿No estarán tan acostumbrados a las tinieblas que, al menor contacto con la luz pueden sentirse horrible? ¿Les podrá dar un entendimiento de lo que realmente es la luz? Porque todos sabemos que mientras más vida hay, más luz se demanda. De hecho, la santidad no depende de cuantas cosas haces para Jesús. Depende de qué tanto de la vida de Dios mora en tu interior. Cuanto de Jesús se ha edificado en ti es lo que te hace santo. Mientras más creces en la vida y en el conocimiento de Dios, más luz tienes. Y mientras más luz tienes, más puedes ver. Y como empiezas a ver más, te empiezas a espantar de las cosas que ves. Y allí es donde mucho pueblo no sabe para donde correr.

Porque viene uno y le arroja semejante profecía y allá se van todos corriendo detrás de él porque es la figura del momento. Luego llega el otro que tiene una profecía diferente a la que dijo el primero, entonces deciden que el anterior estaba mal y se van todos en masa con este. Y ni te cuento si llega un tercero con buena prensa, (Porque hay ministerios que viven del marketing comercial con disfraz religioso), que predica algo distinto a los otros dos. Se hacen un batifondo más que regular en la mente, pero deciden seguirlo porque les cae mejor y se lo adjudican al Espíritu Santo. Si oyeran la voz de Dios, ya sabrían que Él tiene mucho interés en escucharnos a todos explicarle por qué creemos lo que creemos. Pero resulta ser que una enorme mayoría de nosotros cree, esto es indudable, pero no tiene ni la menor idea de por qué cree lo que cree.

Vamos a ver; pregunta existencial, si las hay: ¿De dónde supones o piensas que viene todo lo que crees? Haz memoria. Un día recibiste a Jesús. Y más tarde viste a tu pastor y dijiste: ¡Huau! ¡Cuánta biblia sabe este hombre! Y entonces seguiste al pie de la letra todo lo que te decía ese amado hijo de Dios. Y jamás te lo cuestionaste, o escudriñaste nada por ti mismo, para ver si estaba bien o estaba mal lo que te decía. ¿Por qué? Porque no tenías un parámetro cierto como para poderle decir a ese pastor que se estaba equivocando en algo. Entonces un buen día te toca a ti ser el ministro, y cuando las ovejitas se sientan a escucharte, sin dudarlo les vas a repetir exactamente lo que te dijo el otro. Y los que te oyen van y repiten lo que les dices tú y así sucesivamente por generaciones.

Y nadie presta demasiada atención a los detalles que esclarezcan de donde salió todo eso que hemos estado repitiendo por siglos, y que ha llevado a la iglesia a un estado de somnolencia y de muerte. Allí es, justamente, donde Dios te dice que tienes que hacer un alto y abandonar la antigua rutina eclesiástica de hacer, hacer y hacer. Lo que Dios te dice hoy es que te detengas, que hagas un alto y que te cuestiones todo lo que crees y por qué lo crees. Y que no sólo escudriñes la Escritura, tal como se te ha ordenado, sino que además te encuentres en la intimidad con Él. Y que dejes a Su Espíritu Santo enseñarte, porque Él, dice, edificará Su iglesia sobre la revelación. No sobre la teología. No sobre el número de una membresía. No por la calidad de un edificio o una obra social de ayuda para la gente. Revelación, dice. Y a muchos, créeme, esta palabra le sigue sonando a invento, a fantasía o algo parecido.

La revelación de Dios, cuando se la cree y se la espera, viene sobre el hombre y hace realidad aquella palabra que dice que sobre esa roca edificará su iglesia y que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y no tengo dudas, Dios quiere edificar su iglesia, pero ella está demasiado metida en la rueda de hacer, de buscar, de tener, de querer posesiones, riquezas, el éxito de este mundo, o incluso el poder político. No voy a cuestionar nada de esto, sólo voy a decir que el error es estar más enfocado en el hacer y el tener que en el ser. Y Dios está enfocado en el ser, no lo dudes, muy por encima del hacer. Lo importante es lo que somos, y en qué posición espiritual nos vamos colocando, y que nivel de vida y de luz es lo que mora en nosotros. Eso es lo que Dios mira, no cuánta gente hay en un templo o salón.

De hecho, Dios quiere ordenar muchas cosas, pero el problema va a ser la luz; o la carencia de esa Luz. La luz que confronta a Babilonia. Porque sí o sí, el pueblo está tan metido en Babilonia y ella es tan sutil y se disfraza tan bien de súper espiritualidad, que una gran mayoría ni siquiera se ha dado cuenta que está tragado dentro de ella. Consciente o inconscientemente está dentro de ella y, cuando alguien la confronta, sale a defenderla con uñas y dientes y hasta es capaz de pelearse duro para respaldarla. Cuando la luz del cielo comienza a brillar y te das cuenta de esto, es como que medio mundo se te desmorona. Allí te das cuenta que Babilonia se ha tragado la mayoría de las iglesias cristianas, a las que les ha influido su pensamiento, y su sistema.

Y tú sabes más que bien que no exagero nada si te digo que estoy convencido que todavía hoy, como iglesia global, estamos en la misma disyuntiva. Entonces, la gran pregunta de este tiempo, es: ¿Cómo se sale de allí? Creo que la respuesta es Jesús, su vida y su ministerio. Porque cuando se te dice que debes ser imitador o imitadora de Cristo, no se está hablando de un abstracto invisible, se está hablando de Jesús y de su concepto ministerial en su estadía terrenal. Eso es salirse de ese sistema babilónico. Con una salvedad: ten cuidado, porque no es fácil salirse de Babilonia. Que ahora vayas, saludes a tu ex pastor y le comuniques que te vas de la congregación, no significa que te salgas de Babilonia. Por ahora, lo único que has podido hacer es salir de un templo, de un grupo, o de una denominación.

Que, en algunos casos determinados, es un enorme paso, pero que en otros no significa nada. Porque salir verdaderamente de Babilonia requiere mucha confrontación. ¡Pero mucha! ¿Eh? Así es que, lo primero que debes entender, es que lo que nosotros conocemos como La Biblia, fuente de la Palabra escrita de Dios, fue acomodada en su estructura por unos exégetas que hicieron un trabajo al cual denominaron como el Canon de la Biblia. Esto sucedió en el siglo cuarto, y allí ellos fueron los que decidieron poner en nuestras Biblias estos libros que hoy puedes ver. Y le llamaron Canon, porque lo que hicieron fue canonizarla. Eran católicos. Hicieron con la Biblia lo mismo que ya habían hecho con algunos hombres y mujeres convirtiéndolos en santos de adoración.

Por eso ellos fueron quienes comenzaron a denominarla como Santa Biblia. Y le colocaron un sello, católico, que determina que nadie puede creer ni pensar más allá de esto que está allí, aprobado, canonizado y santo. Otra vez, pregunto: ¿Alguien sabe con certeza cuantos libros había, en realidad? Mira, yo no soy nadie en el concierto mundial cristiano y sin embargo, en unos pocos años he escrito ocho trabajos en formato libro. ¿Tú crees que alguien como Pedro, escribió nada más que esas dos cartitas que tenemos? ¿O que alguien de la envergadura espiritual de Juan, sólo escribió un evangelio, tres cartitas y el Apocalipsis? ¿Cuántas cosas se habrán quedado por allí perdidas en las catacumbas simplemente porque estos hombres decidieron ignorarlas? Hago una salvedad: esto no habilita de ninguna manera tomar cualquier escrito antiguo y darle nivel de ungido y santo. Es imperativo discernir, por favor.

Y como si todo esto que te comento fuera poco, antes del evangelio de Mateo, le añadieron esa página en blanco que sólo dice “El Nuevo Testamento. Y cualquiera de nosotros, cuando éramos recién llegados al evangelio, nos sujetamos a esa decisión tomada por personas que me atrevo a decir que muy probablemente ni siquiera tenían al Espíritu Santo morando en el suyo. Así que, linealmente, cuando alguien nuevo en este Camino toma una Biblia y ve esa separación, entiende que desde esa página hacia atrás es el Antiguo Testamento, y que, hacia el otro lado, como los judíos no creyeron en Jesús, Jesús es parte del Nuevo Testamento. No pienso crear ninguna doctrina nueva, pero no me puedes negar que, por años, tú y yo hemos estado más que convencidos de eso.

La realidad contundente nos muestra que el Nuevo Testamento, en realidad, comienza en el capítulo dos del libro de los Hechos. Y eso también te deja en claro que Jesucristo, el Mesías de Israel, fue enviado a los judíos. Jesús venía a cumplir todo lo que se había escrito en el Antiguo Testamento. Jesucristo, aunque se les revuelvan los intestinos a los fariseos, antiguos y modernos, es el Mesías de Israel, les guste o no les guste a los judíos, Jesucristo es el Mesías, y el Mesías venía a cumplir todo lo que había sido hablado acerca de Él. Él decía: Voy a hacer esto, para que se cumpla la Escritura. Dijo Tengo sed, para que se cumpliese la Escritura.

Pidió que le trajeran aquel pollino, para que se cumpliese la Escritura. Todo lo que Él hizo fue para que se cumpliese la Escritura, porque Jesús vino precisamente para eso, para que se cumpliese la Escritura. Porque Él venía a ser el Alfa y la Omega del pueblo de Israel. Jesús no fue enviado a los gentiles. Esta es otra historia que bien vale la pena contar en otro momento, pero distinta a la que nos han enseñado. Porque un día, Jesús derramó el Espíritu Santo y dijo: Yo me voy, pero vendré otra vez, me tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, ustedes también puedan estar. Así que no se pongan tristes ni se depriman, porque no los voy a dejar huérfanos. Voy a venir otra vez y mi Padre y yo haremos morada en cada uno de ustedes.

Esa, por fuera del idioma tradicional Reina Valera, es la promesa de Jesús en el Espíritu, viniendo al pueblo gentil. Está más que evidente que, cuando Jesús habló eso, Él no podía entrar en el corazón de los discípulos por una simple razón: Todavía estaba en la carne, Lo que yo tengo que entender, entonces, es que Jesucristo es el cumplimiento de la ley. Jesús vino a cumplir la Escritura. Cuando Jesús vino, no había Nuevo Testamento. Pero si haces memoria, recordarás que Él les dijo que escudriñaran las escrituras, porque ellas hablaban de Él. ¿A qué escrituras se refería? ¡Al Antiguo Testamento! De hecho, debemos tener en mente que Jesús vino a los judíos. Y que el Antiguo Testamento, aunque nadie recuerde enseñarlo, habla de Jesús, porque… ¡El mismo lo dijo!

Cuando vino aquella mujer samaritana Él le dijo que no podía liberarla, porque el límite de su ministerio era el del pueblo judío. Le aclaró que no podía hacer su obra entre los gentiles. Tenemos sí o sí que entender esto, para poder entender como consecuencia, todo lo que hizo Jesús y como se desarrollaron las cosas después. Tener más que presente lo que Él vino a cumplir y también cuál es el fundamento de la piedra angular que es Jesús. Porque, fíjate que, si paso la página hacia antes de Mateo, se me trastoca todo lo de la piedra angular. Porque pienso que Jesucristo, es neotestamentario. Y Jesucristo no es neotestamentario. Jesucristo es el cumplimiento de la justicia para Israel. El Nuevo Pacto comienza con Su sangre derramada en la cruz. Nadie puede predicar el evangelio del Reino si no lo pasa antes por la cruz.

Por eso Pedro dice que los profetas que profetizaron en su tiempo respecto a la gracia destinada a nosotros, averiguaron al máximo e investigaron, incluso, acerca de esta salvación. Y lo hicieron escudriñando, (Palabra y acción muy poco difundida y ejecutada dentro de la iglesia), que persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos. Eso me dice a mí y te dice a ti, que quien estaba en ellos cuando profetizaban, era el Espíritu de Cristo, nada menos. Y que ese Espíritu les anunciaba de antemano los sufrimientos de Él y las glorias que vendrían detrás de ellos. O sea que Pedro no te deja dudas: algo llamado Espíritu de Cristo estaba en cada uno de los profetas del Antiguo Testamento. Nosotros no hemos entendido esto. Y como con todo lo que no entendimos, hicimos lo de siempre: ignorarlo y pasar a otra página.

Y Pedro añade, luego, algo muy importante. Dice que a aquellos pioneros se les revelaron cosas que no eran exclusivamente para ellos, sino más bien para los que vendrían con el tiempo, esto es: nosotros. Y que eran capaces de administrar cosas que hoy siguen siendo anunciadas mediante la dirección del Espíritu Santo, y que tienen una calidad y una entidad tan enorme y multidimensional, que hasta los mismísimos ángeles estarían deseosos de verlas. Aquí encontramos algo que es básico: el evangelio de Jesucristo solamente se puede predicar a partir de lo que ordene el Espíritu Santo de Dios. Yo sé que hay infinidad de métodos en cada estructura cristiana. Programas, manuales, cursos y bases para debatir con los mormones, testigos de Jehová, musulmanes, budistas, etc. Todo muy bonito e inteligente, pero la Palabra nos dice que el Evangelio sólo se predica a partir de lo que dice el Espíritu Santo. Punto.

Imagínate a Cristo en la eternidad diciéndose a sí mismo que no hará nada sin comunicárselo antes a sus profetas. Y así comienza a profetizar sobre sí mismo. Entonces se le aparece y habla con Abel, después con Abraham, luego con Moisés. Y así va hablando a través de todos los profetas, anunciando ¿Qué cosa? ¡La venida del Mesías! La venida de un Reino que el pueblo de Israel tenía que esperar. Lo esperado, lo maravilloso, el niño que iba a nacer. Un niño nos es nacido, un hijo nos es dado. El principado sobre sus hombros, su Reino un Reino eterno. El pueblo de Israel esperaba un Mesías con un Reino. No esperaba un Mesías con un período de gracia que, quien sabe cuándo, en un futuro, iba a traer un Reino. No hay una sola escritura en el Antiguo Testamento en la que el Espíritu de Cristo hable de una venida dividida de Él mismo.

Jesús siempre les dijo a quienes lo escuchaban, que escudriñaran las escrituras, porque ellas hablaban de Él. ¿A qué escrituras se refería? ¡Al Antiguo Testamento! ¡A la Torá! Otra cosa no había. Entonces, tengo algo para decirte: ¡Es tu responsabilidad escudriñar las escrituras, no solamente la responsabilidad del pastor, ministro o predicador! Eso se necesita para conocer a Jesús y su obra terminada. Por eso dijo: Hecho está, soy el Alfa y la Omega. Consumado es. En toda la extensión del Antiguo Testamento no se ve una fragmentación de venidas del Mesías. El que va a venir, es como que triunfó un poquito, pero no mucho, porque después tiene que venir en una venida intermedia. Y que sí, y que no, y que vamos a ver, y que quien sabe, y que tal vez y que por ahí sí, ¡Ahora sí va a venir el Reino!

Humildemente, pregunto: ¿De dónde salió todo eso? Respuesta masiva: ¡Es que así me lo enseñaron! ¡Obvio! ¡A mí también me enseñaron eso! Y es una lástima que ya no está la persona que me lo enseñó a mí y por eso no le puedo preguntar de donde lo sacó. Esto me recuerda mucho a una anécdota llena de humor de mi Argentina. Una pareja de recién casados, de retorno de su luna de miel, decide cocinar una carne al horno en su monumental y moderna cocina. Al colocar el peceto (Así se le llama al corte de la nalga externa del vacuno) en la bandeja, la joven esposa le cortó los dos extremos. El marido, ansioso por participar, le preguntó por qué hacía eso y ella le respondió que era porque así se lo había enseñado su mamá.

Al día siguiente le preguntaron a la suegra por qué cortaba los extremos de la carne antes de meterla en el horno y respondió que era porque así se lo había enseñado SU mamá. La abuela todavía vivía y, cuando le hicieron la misma pregunta, respondió que su cocina era muy antigua, a leña y vieja y tenía un horno tan pequeño que el trozo completo de carne no entraba, así que se veía obligada a cortarle los extremos. (!!)  Tienes permiso para sonreírte, pero luego de hacerlo, por favor, piensa en cuantas de este estilo tenemos en nuestros ambientes. Dice la palabra que la luz vino, pero que ellos amaron más las tinieblas que la luz. ¿Por qué sucedió esto? Porque es más fácil amar lo que conocemos, aunque sea tiniebla, que atrevernos a enfrentarnos a cambios sustanciales, que nos van a sumergir en la gloria de Dios.

Si tú eres uno de los que todavía cree en un Jesús viniendo en un caballo blanco después de un rapto quien sabe cuándo y quien sabe cómo, entonces no le llames Rey de reyes y Señor de señores porque todavía no lo es. ¿Qué está diciendo este hombre? Este hombre está diciendo que escudriñes las escrituras. Este debe ser el mandamiento que más hemos desobedecido. Porque no es sugerencia divina; ¡Es mandamiento! Porque el Espíritu de Cristo se profetizó a sí mismo, y profetizó todo lo que iba a tener que hacer el Mesías. Entonces, cuando leemos sobre el Espíritu de Cristo a través de los profetas, puede verse un plan, en el cual Dios está preparando un pueblo, para que, a través de ese pueblo, nazca en carne el Hijo de Dios. Venga a la tierra quien va a ser conformado en el postrer Adán, para devolvernos a todo lo que era el Edén.

El Hijo de Dios se iba a sentar en la gloria en las alturas, iba a tomar el Reino, el señorío, la autoridad, y al sentarse Jesús en su trono, todo iba a cambiar en los cielos y en la tierra. Porque no es lo mismo un cielo sin el Mesías, que un cielo con el Mesías. No es lo mismo una tierra en tiniebla y oscuridad, que una tierra que tiene un Mesías entronizado en los cielos. Y cuando Jesús se sienta en el trono de la majestad en las alturas, cielo nuevo y tierra nueva comienzan en la humanidad. Por tanto, esperamos cielos nuevos y tierra nueva, donde more la justicia. ¿Quién es la justicia que tenía que ser manifestada? Jesucristo es la Justicia que tenía que ser manifestada. No tiene que venir cincuenta veces para hacerlo. De todo esto, solo pasan dos mil años.

Y en ese lapso, se pierde el Espíritu Santo y el pueblo de Dios se hizo un bollo doctrinal del cual ya no le resulta sencillo salir. El Espíritu de Dios te dice: que, si quieres Su luz y Su verdad, tienes que saber por qué crees lo que crees. Lo único que Dios va a respaldar, es lo que habló en su Palabra. Porque hoy tenemos una serie de cuentos que pretenden eludir o hacer a un lado a la Palabra. Están las palabras, están los versículos, pero la forma en que fueron puestos, le niega a Jesús su Reino. Y algo peor pasa todavía, y es que te vas a quedar sin poder. Entonces te dicen, que cuando Jesús venga en las nubes, en un caballo blanco, entonces sonarán las trompetas porque empezarán las bodas del Cordero. De hecho, pregunto, si estás esperando las bodas del Cordero, ¿Qué cosa eres ahora? ¡La novia amada!, he oído gritar a coro eso más de una vez.

¿Novia? Imagina la escena. El chico se enamora de la chica y un día le dice sin vueltas que quiere ser su esposo. Le ofrece una hermosa casa que va a comprar para que vivan allí, además de su protección y la promesa de ser el marido más precioso para ella. Y ahí entonces le pregunta si le gustaría a ella ser su esposa. Ella le dice que sí, de inmediato. Pero le pone una condición. Le dice que tiene un amante ahí afuera, porque ella tiene sus amigos y sus amigos todavía no están listos para caminar solos, así que ella le dice que no va a dejar ni a sus amigos ni a su amante por él. Le asegura que se casará con él, pero le aclara que ella tiene su propio tiempo. Que a él le va a dar nada más que un día a la semana, y que los seis días restantes, ella saldrá con sus amigos y su amante.

Respecto a la sujeción, ella le aclara que ni lo sueñe, que será únicamente ella la que dirá qué es y qué no es. Obviamente que hará uso de todas las riquezas del esposo, pero su aporte será solamente de un dólar cada semana. Le asegura que lo ama, pero nada más que para un dólar a la semana. Le dice una vez más que ella hará lo que mejor le parezca, aunque se compromete a cantarle más que hermoso una vez a la semana. Pero le aclara que nada que salga de su corazón, sino de ese manual de cantos que se consigue en ciertos lugares. A ver, pregunto: ¿Cuántos de ustedes, varones que me leen, se casarían con una mujer así? Ninguno, ¿Verdad? ¿Y por qué piensan que Jesucristo el Rey de reyes se casaría con alguien así?  Todavía hay muchos que necesitan entender que, el que se ha unido a Jesús, UN espíritu es con Él.

Y ese UN espíritu se da, en sublime matrimonio, en el que el Espíritu de Dios, se une al espíritu del hombre. Y para establecer una unidad con el espíritu del hombre, necesaria y obligatoriamente suceden las bodas del Cordero. En ese momento te es dado un nombre nuevo. Ya no eres quien quieras que seas, ahora eres la esposa de Jesús de Nazaret, el Rey de reyes y Señor de señores. Y cuando caminas por las calles llenas de narcotráfico, brujos y hechiceros, el que camina no eres tú, sino la esposa del Rey de reyes y Señor de señores. ¡Pero es tanto el machismo heredado de credos masculinos a ultranza, que llamarnos a nosotros mismos como novia o esposa, nos produce una mezcla de vergüenza, pudor y humillación! ¿Vergüenza de ser la novia o la esposa del Hijo de Dios? Más que machismo, estupidez, incredulidad y hasta ignorancia.

Cuando Jesús oró dijo que seamos uno con Él como el Padre y Él eran uno. Un solo espíritu en lo invisible, una sola carne en lo visible. Uno. Matrimonio. Esa es la esposa de Jesucristo. Con la frente bien alta y sin nada que se le pueda reprochar. Nada que ver con el paso provocativo, sensual y casi erótico, pero al mismo tiempo insípido de Babilonia, la ramera. Cuando pasa la esposa de Jesús de Nazaret, saludan militarmente los ángeles e inclinan sus rostros los demonios en señal de reconocimiento de autoridad. Cuando pasa Babilonia, sólo le rinden pleitesía sus amantes terrenales. En el cielo no hay registro de ella ni de los que conviven con ella. No olvides nunca que está escrito que Babilonia va a caer. Y cuando eso suceda, me temo que todos los que estén dentro, compartiendo con ella, caerán también, lo merezcan o no. Porque han cerrado sus oídos y no han aceptado salirse mientras están a tiempo. Pero no termina todo allí, hay mucho más si caminas hacia adelante.

Porque desde que leí que: preponderantemente los que son como niños entrarán en el Reino de los Cielos, me ha llamado mucho la atención algunos de sus comportamientos. Obviamente, he tenido hijos que fueron pequeños y ahora tengo nietos que me permiten seguir observándolos por fuera de lo que es el amor natural de padre o abuelo. Y uno de los factores que siempre despertaron mi curiosidad e interés, fue el que tiene que ver con los miedos infantiles. Es muy frecuente y nada novedoso que un niño pequeño evidencie sentir temor a algo. ¡Son transferencias maternas o paternas, dice la psicología! ¡Son demonios que los perturban!, me han dicho y enseñado algunos ministros. Y lo creo, pero también creo que no es tan sencillo y facilista como se lo presenta, sino que tiene ramificaciones más profundas e importantes.

Porque, sin ir demasiado lejos, uno de los temores infantiles más frecuentes, es el temor a la oscuridad. Si ya sabe expresarse, te dirá que le enciendas una luz porque tiene miedo a la oscuridad y punto. Lo que no siempre entendemos nosotros, los adultos, es que, para ellos, la oscuridad no es un algo difuso y sin forma, sino alguien. Dios es Luz, ¿Verdad? Lo es. ¿Y qué te crees que es Satanás, entonces? Dios es luz y ninguna tiniebla hay en él. ¿Y qué es Satanás? ¡Él es tinieblas! Ojo: no te estoy diciendo que tiene tinieblas o que vive en tinieblas, te estoy diciendo que ES tiniebla. Por eso todos los niños tienen temor a la oscuridad. Es normal. Si no lo tuvieran, sería porque están muy sanos de todo, o porque sus padres los acostumbraron a ver series o películas de terror.

No es casual, tampoco, que, para cualquier forma de pecado, quien va a cometerlo busque a la tiniebla como cómplice necesario. Por otra parte, el niño es un ser creado que, lo entendamos o no, ya tiene todo lo necesario para fluir en el espíritu. Por eso fue escrito que de la boca de los que maman, fue fundada la fortaleza. Eso me dice a mí y te dice a ti que, un ser que acaba de nacer, es mucho más efectivo en el espíritu que una persona de cuarenta o cincuenta años de edad con formación religiosa, cristiana, teológica o como la llames. ¿Motivo? Uno solo: el niño pequeño todavía es más espíritu que carne. Su ser espiritual está a flor de piel. Por eso es tan importante que la iglesia como cuerpo de Cristo, se haga cargo de la educación de sus niños. Y no me estoy refiriendo a darles Educación Cristiana. ¿Entiendes? ¡Por favor! ¡Ni se te ocurra darles educación cristiana!

Lo que tienes que darles, es un compendio de educación mezclada con valores. Y decir eso, es como decir que les demos educación con Reino. Porque la educación cristiana, tal como la conocemos, hace a la gente religiosa. Nunca te olvides que, al nombre de cristianismo, no fue Dios quien lo puso. Lo pusieron en Antioquía. Y como una especie de burla, no de respeto. Yo suelo utilizarlo por un principio de comunicación, llamado rápida comprensión de texto, pero no me gusta. Muy bien; a partir de eso, la gente empieza un proceso de reversión. Tú te conviertes, vienes a Cristo, naces de nuevo y tu alma que ha sido liberada de ese lazo, deja fluir el depósito que ha sido puesto en tu espíritu y hace que comience a pasar a tu alma. Eso me dice a mí y te dice a ti, que todo lo que Dios te haya querido dar, ya está en tu ser espiritual. Por eso es que me hace tan mal escuchar a cristianos pedirle a Dios “Dame más de ti”. ¿Más, todavía?

Y por eso, también, es que Pablo dice que no digamos quien subirá a lo alto, ni quien descenderá, porque cercana a tu corazón está la Palabra. ¿Recuerdas eso? ¿Y cómo lo entiendo? Tu espíritu. La imagen de Dios, nada menos, está puesta en ti. Y si ha sido quitado el lazo del alma, tu espíritu tiene toda la habilidad para transmitir toda esa gloria hacia tu alma y hacia ti mismo. Recuerda que se te dice que el que tiene la unción del santo no necesita que nadie le enseñe nada, sino que la unción misma le enseña todas las cosas. Mateo, en su evangelio, nos introduce al eje central del ministerio de Cristo, que como ya te habrás dado cuenta o discernido, no es la salvación. Obvio, cuando lees esto, se te cruzan los ojos y no puedes reprimir un ¿¿¿Qué??? ¿Cómo que no es la salvación? ¡A mí me enseñaron…! A mí y a muchos, también…

Cuidado, entiéndeme bien y recíbeme con el espíritu, para que no entres en confusión y polémica. No estoy diciendo que no sea importante o que no lo hagamos, te estoy mostrando que, si sumas y restas versículos, y principalmente si le sacas el legendario discurso evangélico tradicional, hay otros puntos que Jesús maneja por encima de la salvación. De hecho, la salvación nunca deberá ser el fin, sino el principio. No eres salvo POR, eres salvo PARA. ¿Nunca te preguntaste eso? ¿Por qué y para qué el Señor te trajo salvación? Por buenísimo y por merecedor, no fue, eso te lo aseguro. No se trata, como nos enseñaron durante tanto tiempo, de solamente ganar almas. Se trata de ganarlas, pero luego poder dirigirlas al trabajo o la misión central que cada una de esas almas tiene.

Porque si nuestras congregaciones tienen miles de personas, muy bien intencionadas y fieles, pero que no han entendido su verdadero propósito, que obviamente va mucho, pero muchísimo más allá que el de estar allí todos los fines de semana, solamente tendremos a miles de personas, pero desubicadas. Y toda persona que no tiene en claro para nada donde está espiritualmente plantado, pasa a ser uno más de los decidida y definitivamente inútiles para el Reino. Así de simple y así de contundente. Ofrezco humildemente mis disculpas humanas, (Espirituales no es necesario pedirlas), a quienes se hayan sentido afligidos por esto que digo, pero creo que me entenderán si les aseguro que no puedo callarlo.

Según lo relata Mateo, en un principio tenemos a Juan el Bautista diciendo algo que luego sería el primer mensaje de Jesús: El Reino de los Cielos se ha acercado. Así lo vemos en más de un lugar, como para dejar en evidencia que no ha sido una frase dicha al pasar, sino un eje fundamental de su misión en la tierra. Pero el texto que a mí siempre me llamó la atención, llegó a conmoverme y despertó mi interés ministerial, es el que me consigna que este evangelio, obviamente el del Reino, será predicado en todo el mundo como testimonio básico y central en todas las naciones. Y que una vez que todo eso haya sido cumplido, entonces empezaremos a hablar del fin.

¿Tú crees que eso, hoy, ya está cumplido? Es más: ¿Crees que falta poco tiempo para que se cumpla? Regístralo, toma nota, aprende y entiende. Dice que será predicado el evangelio del Reino, no el evangelio de Jesucristo. ¿Cómo es el asunto este, entonces? ¿Son dos evangelios? Sí. En el primer texto que leemos en el evangelio de Marcos, dice eso, que ese es el principio del evangelio de Jesucristo. No menciona al Reino, allí. Los dos están escritos y no hay contradicción. El evangelio de Jesucristo, uno. El evangelio del Reino, dos. Definición rápida de cada uno. Evangelio de Jesucristo. La cruz, la salvación. Creemos en el Señor Jesucristo y cada uno de nosotros y toda nuestra casa seremos salvos.

 Punto y aparte, terminó, Clase respecto al evangelio de Jesucristo, finalizada. Evangelio del Reino. Objetivo. El principal, Gobierno. Pero cuidado, nadie puede entrar en el evangelio del Reino, si no ha pasado antes por el evangelio de Jesucristo. Es como que tienes que pasar por la escuela primaria y secundaria, evangelio de Jesucristo, para luego sí poder tener acceso a la Universidad, evangelio del Reino. ¿Soy claro? ¿Y cuál sería esa universidad? La iglesia. Seguramente la mayoría de ustedes han conocido o conocen personas que han sido salvas sin llegar a la iglesia, ¿No es así? Yo soy el mejor ejemplo que conozco. Yo acepté a Jesucristo en una noche estrellada, solo y sin ninguna forma ni clase de ambientación cristiana. Él y yo. Punto.

Alguien me lo había presentado, pero el Espíritu Santo trabajó en mi espíritu y en mi alma y me doblegó así, a solas. Y eso, algo me demostró a mí en ese momento, y lo sigo teniendo muy en cuenta, todavía: no somos los cristianos los únicos que predicamos salvación, definitivamente. Ojo, a mí, después, cuando llegué a los templos, me enseñaron que Dios nos necesita para predicar el evangelio porque nadie más puede hacerlo. ¿Puedo darte una lectura al respecto? Apocalipsis 14. Porque resulta ser que no somos los únicos que podemos predicar el evangelio. ¿Lo leíste? Sí señor, te está diciendo que había ángeles que tenían el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra. Y no eran mensajeros humanos, porque dice que volaban…

Perdón, perdón, perdón… ¿Esto me está diciendo, entonces, que los ángeles también predican? ¡Claro! Eso es lo que se nos dice. ¿Tú te habías creído que se lo pasaban volando de un lado al otro o tirando flechitas para que ella se enamore de él o viceversa? ¿Por qué te crees que cuando llegan misioneros a lugares donde jamás había puesto sus pies, anteriormente, ningún cristiano, se han encontrado con personas que ya conocían a Jesús y creían en Él como Señor de sus vidas? Dios está avanzando con o pese a nosotros, eso es obvio. Son tiempos de cumplimiento y no se lo puede perder en protocolos inexistentes. Estos, son tiempos determinantes. Menos palabrerío y más vida.

Porque hasta aquí nosotros hemos estado abocados solamente a difundir, proclamar, predicar y enseñar el evangelio de Jesucristo. Creo que ya es tiempo de modificar esto. Comencemos a enseñarles a las personas a predicar el evangelio del Reino, a gobernar tal cual es el mandato, a ser fértiles en todo lo que hagan y a tomar de una vez por todas la conducción espiritual de la educación, mucho más allá de aquellos colegios cristianos que por décadas fueron, reconozcámoslo, verdaderas fábricas de ateos, escépticos o rebeldes al Dios de todo poder. Es tiempo de empezar a meternos en todas las áreas del país por igual, sin distinción de lo artístico, lo cultural, lo político o lo deportivo.

Y no estoy hablando de afiliarnos a los partidos políticos conocidos. Que haya muchos que lo hacen, es la mejor prueba que Dios no es tirano y que nos hizo con una voluntad que siempre va a respetar, pero que no significa que Él lo apruebe. Y ni siquiera a construir partidos políticos cristianos, porque no es por allí donde pasa la solución, también está probado y comprobado. La política es un sistema corrompido y para entrar en él debes entregar banderas y estandartes clave. Decir Reino y Gobierno, es hablar en otro idioma de otra dimensión. Y no hay riesgo de equivocarse o cometer errores graves, porque si somos fuertes en el ámbito de lo espiritual, indefectiblemente sabremos qué puertas deberemos cruzar y qué puertas no. Sólo un problema: hay una enorme cantidad de cristianos, (Y no sé si no es una gran mayoría) que definitivamente ignora lo que es el mundo espiritual.

Son personas que, en su gran mayoría, asisten a iglesias sólidas y bien estructuradas, pero que en sus vidas privadas se mueven con las mismas rutinas que el mundo secular simplemente porque no creen que exista otra manera. Y gente que se casa o se descasa porque todo lo hace a partir de sus impulsos almáticos, cuando no de los corporales u hormonales, y así se pierden en una nebulosa de problemas que, en primera medida, termina con cualquier misión ministerial que cada uno tuviera. Me gusta ayudar a cristianos con problemas, pero de ninguna manera acepto convertir este ministerio en un consultorio sentimental. Eso es de altísima mediocridad no exenta de manifiesta hipocresía. Y te puedo asegurar que, aun con el mejor de mis esfuerzos y enseñanzas, todos los días recibo correos de señoras o señores sentimentalmente en problemas. Ay…

Porque hay una verdad inclaudicable: si no sabes discernir sobre las cosas naturales, ¿Cómo se te ocurre que podrás hacerlo con las espirituales? Y si no disciernes lo que es de Dios o lo que es de Satanás, ¿Cómo piensas que puedes ser útil en esta guerra? Definitivamente, tenemos que cambiar nuestra manera de pensar. Las clases de estudio bíblico no salvan a la gente. Nos enseñan muchas cosas, estoy de acuerdo, yo las promuevo e incluso puedo dictarlas, pero eso apenas es el principio, de ninguna manera es la meta. Porque convengamos que, definitivamente, somos seres espirituales, y Pablo dice que, si tú alimentas lo natural, el fruto será natural y que, si alimentas lo espiritual, el fruto será espiritual.

No te olvides que el evangelio del Reino, tiene que ver con áreas de gobierno. Esto fue lo que perdió Adán cuando cayó. No la salvación, Dios se encargó de salvar a Adán. Lo que perdió fue el gobierno, la autoridad en esas áreas puntuales. En suma, sabemos que Adán se fue con el Señor, pero también sabemos que, con él, Dios jamás recuperó el gobierno de Su Reino. A eso recién lo recuperó con Cristo. ¿Y qué hizo? Se lo entregó a la iglesia. La gran pregunta que surge, entonces, es: ¿Por qué tanta gente se queda en esa primera esfera del evangelio de Jesucristo, si lo que Dios quiere es que vayamos más lejos? Mira; hasta el siglo doce, por lo que sabemos, todo de una u otra manera, giraba en torno de Dios.

La salud, la educación, las artes, la música, la ciencia, la política. Recuerda que siempre era la autoridad religiosa la que daba la autoridad política, porque decían que él tenía autoridad eterna y el otro, autoridad temporal, Lo recuerdas, ¿Verdad? Nadie dirá que era la maravilla manifestada, porque ya existía y mucho la corrupción.  Bueno, todos sabemos y observamos que, con el correr de los tiempos, todo eso fue cambiando y todo se fue modificando. A ver; ¿Dónde empezaron los mayores problemas? NI se te ocurra pensar que comenzaron en el ateísmo o fuera de la iglesia. Los más grandes detractores que la iglesia tuvo, nacieron adentro de la misma iglesia.

Fueron gente que creció al amparo de doctrinas obtusas, que no convencían a nadie. Pensadores como Voltaire, que simplemente fueron educados bajo una doctrina escolástica tan ridícula que da vergüenza ajena siquiera recordarla. ¿Cuántos ángeles danzando pueden caber en la cabeza de un alfiler? ¡Esas eran las grandes discusiones bizantinas! Las de los padres de la iglesia, allá por el siglo catorce. Y ahí fue donde mucha gente con alta capacidad intelectual y de búsqueda, decidió que ese tipo de cosas de ninguna manera podían provenir de un Dios como el que se les presentaba. El que me diga que hoy no están ocurriendo cosas muy parecidas con temas muy triviales, vive en otro planeta.

Y así fue que lentamente, pero con firmeza, fueron girando toda la visión que el mundo tenía en ese momento, desde una visión teocéntrica, hacia un humanismo sin la participación ni la presencia de ese Dios tan raro que facultaba discusiones tan estúpidas, llevadas a cabo por gente que también parecía estúpida. Anda dando vueltas por allí un cuadro, creo que de Leonardo Da Vinci, en el que se ve un círculo con un hombre en su interior. ¡Eso fue lo que se hizo! Se saco a Dios del centro de todas las cosas y en su lugar se puso al hombre, como centro de todo. Allí se sacó del trono de tu vida a Jesucristo y se hizo sentar a tu Yo. ¿Qué te parece? Ojo, yo creo fielmente que el hombre es el centro de la creación, de eso no tengo dudas. Porque somos nosotros los que regulamos todo. Pero jamás por fuera de Dios.

Así que después de lo que termino de decirte, ya sabes que el hombre es, parcialmente, la medida de todas las cosas. Es que somos realmente seres extraordinarios. Somos la creación más compleja y completa de Dios. Hasta el día de hoy, y te digo algo que parece una tontería, pero no lo es, la ciencia no sabe por qué nos crecen las uñas. No hace tanto tiempo que se pudo completar el genoma humano. Tú tienes 3.5 de sal en tu cuerpo, tal como tienen los mares. Y tienes un 73 por ciento de agua en tu cuerpo, que es la misma proporción que tiene el planeta entre agua y tierra. No tengo dudas, todavía el hombre sigue siendo el centro de la creación de Dios. Por eso tengo mis serias dudas respecto a la validez científica de la IA, o Inteligencia Artificial. Porque el hombre la pone en marcha, pero luego ella se las arregla sola. Y todo lo que desplaza al hombre como baluarte de la Creación, no es Dios.

Bueno, ese pensamiento que te mencionaba anteriormente, con el tiempo fue a caer en algo que se llamó teología natural. Es lo que podemos leer en la carta de Pablo a los Romanos. Lo que conocemos de Dios, lo conocemos por medio de las cosas creadas. Y fue en eso que se sobrecargó todo el énfasis. Entonces empezamos a decir y creer que podíamos ver la grandeza o la eternidad de Dios simplemente mirando los atardeceres, el vuelo de los pájaros y el sonido de sus trinos. Teología natural. Ese fue el eje a partir del cual los grandes pensadores de una época hablaran del naturalismo. ¿Y a qué quiero llegar con esto? A que entiendas que hemos perdido lenta, progresiva, pero sostenidamente, las áreas de influencia de Reino, porque nuestra teología no ha ido cambiando a la misma velocidad con la que cambió la ciencia.

Y fíjate que ese ha sido el gran problema, que nuestros genios nos obligaron a optar entre la teología o la ciencia. Pero si tú lees, la palabra CONOCIMIENTO, de donde se deriva CIENCIA, te vas a dar cuenta que todo forma parte del manojo de llaves que Dios nos ha entregado. Y te doy un ejemplo histórico y comprobable. Si te pones a estudiar a los tres más grandes físicos de la historia, vas a descubrir que los tres eran creyentes. Y los tres determinaron puntos científicos que les dejaron en evidencia que, lo que ellos habían descubierto, eran principios eternos de poder. O sea: principios divinos.

¿Entiendes lo que digo? Uno de esos era Newton, creo que te suena. Entonces, la teología natural del siglo 19 entra al siglo 20 y, literalmente, el naturalismo se convierte en humanismo y, al corto lapso, el humanismo se convierte en secularismo. Y aquí es donde estamos hoy. Es muy cierto que ya no tenemos esas grandes corrientes ateas que existían a principios del siglo 20, y se oponían ferozmente al evangelio, pero sí tenemos hoy una enorme indiferencia para con todo lo que es sagrado. Y eso, anímicamente te deprime, lo quieras o no. Puedes batallar contra una oposición feroz, pero no ante esa tibieza que te hace saber que les da lo mismo vivir que morirse tal como están.

Eso es lo que llamamos secularismo. Y que no comienza afuera en el mundo incrédulo, como muchos han creído y siguen enseñando, sino que empieza en la misma iglesia. ¿No dice Pablo que ya sea aquí o ya sea allá, todos trabajamos para el Señor? ¿Y entonces por qué dentro de nuestras congregaciones se sigue dividiendo a los que trabajan en la iglesia, para el Señor, con los que trabajan afuera para el mundo secular? ¿Qué quieren decir con secular? Que está afuera de la iglesia. Ah, ¿Y los que dicen que trabajan para la iglesia a medio tiempo? ¿El otro medio a quien se lo dedican? Todos esos pensamientos muestran tu teología. ¡El domingo es el día del Señor, hermanos! Ah, ¿Y los otros días de quien son?

Yo no sé cuántos de nosotros tiene alguna vaga idea respecto a lo que es la física cuántica. Es una ciencia que partiendo de la física tradicional ha avanzado a sitiales insospechados dentro de lo que es investigación profunda, ¿Y sabes qué? Gracias a esa física cuántica, hoy se ha podido demostrar científicamente la existencia real de un mundo espiritual hasta aquí sólo reservado, -decían- para las mentes fantasiosas o supersticiosas. La física cuántica ha descubierto que lo más pequeño del universo ya no es el átomo, como nos habían enseñado en el colegio, sino una pequeña partícula llamada Quart. Partículas que, en un momento dado y por alguna causa que se desconoce, pueden vibrar todas a un mismo tiempo y en un mismo sentido y tono. Los científicos han llegado a decir que es como que algo invisible las gobierna.

Otros, han asegurado entender que hay una personalidad detrás de esa energía. Ellos han determinado que los puntos básicos para lo creado son la luz, el sonido y la energía. ¡La ciencia dice eso! Dios es luz, Dios habla, Dios es Poder. ¿Se te ofrece algo más para creerlo? Cualquier similitud con un viejo libro llamado Génesis, supongo que debe ser pura coincidencia. Algunos científicos, hoy, cuando hablan, parecen teólogos. Porque lo que para ellos es una simple intuición científica, para nosotros es simplemente fe. Y los que más rédito sacan de todo esto, son los esotéricos disfrazados de religiosos, pero no la iglesia genuina. Y eso que a partir de las nuevas formas de diagnóstico que existen, la ciencia está diciendo abiertamente que se ha podido comprobar la existencia de un ámbito espiritual invisible. Ese ámbito en la que una gran parte de lo que se llama iglesia, todavía no termina de aceptar y creer.

¿Recuerdas lo que decía la física tradicional? Solo se puede investigar lo que se puede ver, oler y palpar. La física cuántica, mientras tanto, está diciendo que lo más importante es lo que no se puede ver, ni oler ni tocar. ¡Y es lo que está alrededor de nosotros! Algo nos conecta con todo. Lo único que está faltando es determinar su nombre. Tú y yo lo conocemos, pero todavía no es tiempo para la gran masa. Lo cierto es que el mundo espiritual está alrededor de nosotros, pero no lo percibimos. Alguien lo comparó con las hélices de los viejos aviones. Se pueden ver cuando están detenidas, pero ni bien se ponen en marcha y toman velocidad, todo se convierte en un círculo invisible. El mundo espiritual está alrededor nuestro, pero va a una velocidad en la que nuestros sentidos no pueden percibirlo. ¿Te sorprende o impacta verlo así? No te preocupes, somos dos; a mí me produjo exactamente eso cuando pude verlo.

¿Qué puede significar, entonces, que una persona entre en el espíritu? Que aprenda a meterse en la velocidad en la que el mundo espiritual funciona. Algunos le llaman: Alinearse. Es la única manera en que todo el mundo espiritual se te haga visible. Operando en la velocidad terrenal, es imposible. Por más inteligente, brillante, intelectual o master en teología que seas. Hay un patrón de Dios que es más que evidente. Por eso es que la ciencia sostiene y cree que hay cosas que no son de este ámbito terrenal y material, pero que es imposible verlas porque se mueven en una dimensión distinta. Y utilizan la palabra Dimensión, sencillamente porque la palabra Espiritual, como tal, todavía no se les ha revelado. Y a muchos cristianos, la palabra dimensión los molesta. Misericordia…

De todos modos, hace ya mucho tiempo que la tremenda ciencia que de alguna manera rige los destinos del planeta, se ha dado cuenta que las cosas más importantes que existen, no las pueden colocar en un tubo de ensayo. A muchos, eso les ha desmoronado un auto concepto que por poco estaba rozando el “diosismo”. Nos sucede a todos. Cuando alguien nos muestra, nos enseña o nos demuestra que hay algo que ignorábamos, o que lo sabíamos, pero mal o incompleto, podemos adoptar una de dos reacciones de las más clásicas: o lo negamos neciamente y nos refugiamos en nuestras viejas sabidurías, ahora dejadas en claro como inútiles, o nos preocupamos en conocer más, en investigar, en escudriñar y finalmente podemos avanzar a la misma velocidad que avanza el mundo espiritual que discurre a nuestro alrededor. Doy enormes gracias a Dios por poder hacer esto último, a pesar de estar en una edad donde una mayoría es más proclive a lo primero.

No lo vemos, es cierto, pero eso no es sinónimo de que no exista. Tampoco vemos las bacterias o los virus, pero si se te meten en el organismo, te enferman y hasta te matan. Esto te deja una conclusión tan simple que, de simple que es, parece casi hasta tonta. La incredulidad no es una consecuencia de tu formación, de tu educación o de los mandatos o enseñanzas que recibiste, como una gran parte del pueblo de Dios cree y enseña. La incredulidad es un espíritu maligno que proviene de las oficinas del infierno y que debe ser expulsado de nuestras mentes por el poder de la sangre de Jesús. Ese, apenas ese, será el primer paso que te permita andar y vivir en el espíritu y no en la carne, como hasta hace un momento. El momento en que la palabra de Dios escondida en esto que hoy he recibido, tocó tu espíritu y te hizo ver por un momento en donde estás y en dónde deberías estar si obedeces la voluntad de Dios.

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Aceites

En muchos textos de la Biblia se compara la unción del Espíritu Santo con el aceite. Comenzando por la factibilidad de que los dos pueden ser sentidos y experimentados. Ninguna de las dos son figuras abstractas producto de las mentes afiebradas de ciertos energúmenos fanáticos, sino una realidad palpable, gustable, audible, visible y aromática que sucede en la vida de los que creen en Cristo Jesús y su Evangelio victorioso. Pero algunas observaciones, que vamos a tener muy presentes porque contienen coherencia y sentido común, con respecto a las cualidades y características del aceite, nos pueden ayudar a comprender mejor el obrar del amado Espíritu. Punto primero: el aceite se evapora, y si no se lo reemplaza regularmente, finalmente desaparece. Eso puede comprobarse, lamentablemente, un día cualquiera en lo espiritual y también en lo material y literal. Echa un poco de aceite dentro de un recipiente, déjalo un tiempo prolongado sin utilizar y verás como, al cabo del tiempo se ha evaporado una porción.

Si pasas más tiempo aun, vas a poder comprobar que el recipiente está absolutamente vacío y que ni siquiera hay una evidencia de que en algún momento haya tenido aceite. Es como si jamás nunca hubiera sucedido nada, como si nunca hubiera existido algo importante allí. Es verdad, lo tengo que decir antes que alguien me escriba para gritarme ¡Hereje!: El Espíritu Santo no se evapora. Sin embargo, en un momento dado, puedes llegar a pensar que realmente ha sucedido eso. Debes, constantemente, permitir que el aceite fluya sobre ti, refrescando tu vida espiritual. Esto se hace por medio de la oración, una íntima comunión con Dios (hablo de comunión personal, no de ir a un templo una o dos veces por semana) y la lectura de la Palabra de Dios. Tú tienes que recordar que la unción va a permanecer en tu vida si tú continúas caminando y hablando CON el Señor, no siempre AL Señor. Cuando te pases largos ratos en su presencia, podrás comprobar que el rico aceite del Espíritu Santo correrá libremente por tu vida, refrescándolo y renovando tu propio espíritu.

Otra característica interesante acerca del aceite es que si en el recipiente en donde se lo coloca hay un pequeño orificio, por microscópico que sea, por ahí se escurre. El hueco puede ser -es cierto – muy pequeño, y si se quiere, hasta invisible a simple vista, pero si llega a existir una mancha o una impureza en la composición material de ese recipiente, el aceite a corto o mediano plazo va a encontrar la manera de salirse por ahí. (Efesios 4: 22-27) = En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis: no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. Este texto nos advierte de cualquier posible «hueco» en nuestro recipiente cuando nos dice que no demos lugar al diablo. La palabra LUGAR, aquí, deriva de una palabra griega utilizada para AVENIDA o ventana.

Es decir que lo que nos está diciendo, es que no debemos dejarle la ventana abierta al diablo. Es la vieja y conocida historia: Si dejas el portón de tu casa abierto y por allí se mete el perro de tu vecino y te muerde, ¿Quién tendrá la culpa? ¿El perro, tu vecino o tú por dejar el portón abierto?  Entonces, atención: no permitas que los huecos de la amargura, el resentimiento, la lástima propia (que es egolatría), y otras cosas semejantes se infiltren en tu vida. Porque es allí, entonces, donde el precioso aceite del Espíritu se saldrá y te sentirás vacío de adentro, que es el peor de los lugares para sentirse vacíos. Estos huecos que atacan tu recipiente del Espíritu son tan sutiles que al principio son difíciles de detectar. La amargura, por ejemplo, puede introducirse sin que casi nadie se dé cuenta. ¿Y cuántas veces te has encontrado con gente que está perdiendo abundantemente aceite por los huecos de la lástima propia?

Son reconocibles, no hacen más que decir: ¡Pobre de mí! ¿Por qué esto me pasa a mí? O la más pomposa: ¡Oh, yo no me merezco esto! Eso es cierto, no te mereces eso, pero vas a tener que reconocer que tampoco te mereces la salvación, los dones o los ministerios y Dios te los da por Gracia y Misericordia. Al buscar y andar en la unción, es imperativo que te cuides de esos huecos y te concentres en mantener tu aceite fresco. Y si estás pensando que a todo esto Dios lo hará en tu lugar, estás frito. Hay cosas que son responsabilidad de Dios y hay cosas que son tu y nuestras responsabilidades. Secreto Para Tener Aceite Fresco: CAMINAR EN RECTITUD

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Fraudes…

Creo que un fraude, una estafa o un engaño es algo letal para los sentimientos y las emociones de una persona. Pueden llegar a destruirla y reducirla a la más minúscula expresión. Ni quieras saber el daño que eso mismo puede producir cuando se produce en el marco de un grupo cristiano. Cuando yo estaba haciendo mi programa radial de los sábados por la mañana en una emisora cristiana de mi ciudad argentina de Rosario, hace muchos años, vino a verme en una ocasión un matrimonio de hermanos a los que yo no conocía, es decir: no eran de los que venían a menudo con una u otra excusa. Ellos se veían muy preocupados y casi hasta desesperados. En principio, creí que tenían algún problema de matrimonio, que, si soy honesto, eran la mayor parte de los problemas que debía considerar cuando venían de a dos, pero no; era otra cosa muy distinta.

Me contaron que se congregaban desde hacía mucho tiempo en una pequeña iglesia ubicada en una zona muy pobre de la ciudad y compuesta de gente con escasos recursos económicos. Cuatro meses atrás, el pastor dijo haber tenido una visión de Dios respecto a un templo nuevo. Así fue que encaró la compra de un salón bastante grande que se vendía en las inmediaciones y arregló de abonar su costo en cuotas bastante altas. Para concretar la operación, necesitaba de, por lo menos, un aval de alguien que fuera propietario de una vivienda que pudiera ponerla como prenda de la deuda. El pastor le aseguró a esta gente que Dios le había mostrado que ellos eran los “designados por el Señor” para ser garantes de la operación de compra del nuevo salón para el templo. Ellos no pudieron ver que esa “visión” pastoral era bastante llamativa, ya que ellos eran los únicos de la iglesia que tenían vivienda propia y el título de propiedad para servir como garantía.

De todos modos, la idea de haber sido elegidos por Dios para algo importante, más los reconocimientos y “homenajes” que el pastor se encargó de organizar dentro de la iglesia para con estos abnegados y fieles hermanos, terminó por convencerlos favorablemente y decidirlos a ser “obedientes al Señor” … y al pastor, claro… La cuestión era que, cuatro meses después de haberse efectuado la compra, el pastor no había abonado ninguna mensualidad y este matrimonio estaba ante la posibilidad de que le trabaran embargo a su vivienda y posteriormente se la subastaran para cobrarse la deuda, tal como manda la ley en mi país al respecto. ¡Y ellos venían a consultarme si no desagradaría al Señor que ellos hablaran con el pastor y le pidieran que por favor pagara esas cuotas para impedir que se quedaran en la calle! Les respondí que no sólo no le desagradaría, sino que estaría más que contento si ellos así lo hicieran.

A la semana siguiente, retornaron. Ahora se los veían más desesperados y también un poco entristecidos. Resultó ser que el pastor no sólo se había negado a pagar esas cuotas, asegurándoles que Dios no se lo permitía, sino que en la segunda ocasión de la semana que fueron a entrevistarlo, directamente no los recibió. Ellos no sabían que hacer. Me di cuenta que sentían un enorme terror de, siquiera, hacer este comentario. El principio evangélico de “no murmurar del siervo”, seguía dando buenos resultados y había logrado que esta gente llegara a pensar que Dios realmente les pedía que ellos afrontaran esa deuda. Esta vez fui mucho más claro y contundente. Les dije que oraran y pidieran al Señor sabiduría y claridad, pero cuando me preguntaron qué cosa haría yo si estuviera en lugar de ellos, directamente les dije que yo iría ese lunes a primera hora de la mañana a los Tribunales y denunciaría al pastor en un juzgado por estafa y defraudación.

Te confieso que cuando se fueron, me quedé dudando si se atreverían a hacer algo así, pero se ve que el terror de perder su casa los decidió. Formularon la denuncia y aparentemente, los documentos presentados obraron a su favor y el pastor fue detenido y procesado. Arregló las cosas y salió en libertad, pero desde el púlpito se encargó de predicar decenas de mensajes de dudoso contenido bíblico donde, utilizando versículos muy específicos fuera de contexto, le demostró a la congregación que los traidores, judas y fraudulentos eran los hermanos dueños de la casa que casi se subastó. La tercera y última vez que vinieron a verme, te puedo asegurar que llegué a ver en sus rostros una expresión muy parecida a: “esto nos sucede por hacerle caso a usted”. Sin embargo, la consulta en este caso, era si debían seguir congregándose allí.

De hecho, les dije que no, que debían salir más que urgente en búsqueda de otro sitio para congregarse, que era más que evidente que allí ya no serían vistos ni recibidos con simpatía, que el pastor había logrado convencer a los demás que los culpables eran ellos y que podían esperar alguna represalia de cualquiera de sus antiguos “hermanos” o del propio pseudo pastor. Nunca más regresaron. No sé qué fue de sus vidas ni tampoco las del pastor fraudulento que estuvo a punto de quedarse con un salón a costas de la casa de una de sus ovejas. ¿Sabes qué? Este es un caso, apenas uno. Puedo asegurarte que hay muchos más. Quizás tú mismo conozcas alguno. Pero no todas estas deshonestidades tienen como protagonistas a líderes. Hay miles de casos en los que distintos hermanos se han estafado entre sí de mil y una formas distintas. En todos los casos, han sido defraudaciones producto de la confianza ciega que unos les tenían a otros, en la suposición de estar tratando entre santos de un mismo pueblo divino.

Conocí a un hombre, empresario exitoso, que concurría al mismo templo que concurría yo en ese tiempo, sin otra finalidad que la de intentar hacer buenos negocios una vez finalizado el culto. Durante la reunión “volaba” como grácil avecilla y se veía a mil kilómetros que estaba en cualquier parte menos en la alabanza, la adoración o el mensaje. Estaba en su mundo comercial. En una oportunidad me citó a sus oficinas. No era yo en esa época una persona desconfiada y mucho menos de mis amados hermanos de la iglesia, así que fui. Me dio un discurso muy bien armado respecto a mi pobreza de imaginación si seguía pensando que Dios mismo respaldaría un futuro ministerio.  Para su entender de empresario de éxito, yo debía producir el dinero con el cual luego sustentaría mi ministerio. Y la forma de producir ese dinero, era formando parte de una red de ventas de la cual, obviamente, él era el jefe.

De más está decirte que no acepté. Pero no acepté porque no tenía ni paz ni dirección para hacerlo, no porque desconfiara. Sin embargo, algunos meses después, cuando este buen hermano desapareció de los templos, vine a enterarme de que todos los que había captado con su propuesta, habían perdido bastante dinero con ella. Lógicamente, el único que había obtenido ganancias, era él. Hermano, aprende: no es solamente el pastor el que se ubica en la puerta de salida del templo para estrechar la mano de los que han estado en el culto. También lo hacen algunos oportunistas que, en el nombre de un Señor en el que quien sabe si creen, se infiltran en las congregaciones sin otro objetivo que el de hacer buenos negocios donde, obviamente, los máximos o únicos beneficiados, serán ellos. ¿Obreros fraudulentos, les cabe? No. Fraudulentos, lo de obreros te lo quedo debiendo…¿Cómo Denominar a estos “Hermanos”? …SIMPLES DELINCUENTES…

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Identidad

Tengo una buena pregunta para formularte: ¿Tú sabes quién eres? ¿Entiendes o es muy complicada? – ¡Es muy fácil, hermano! – ¿Ah, ¿sí? ¡No me digas! Hagamos la prueba, entonces. Aunque yo desde mi ordenador, con mis ojos en el monitor y mis manos en el teclado no pueda oírte, tú respóndeme igualmente. Yo te voy a dar respuestas tipo, modelos. Ahí va la primera: ¿Quién es usted? – Yo soy Juan Pérez. – No, ese es su nombre. Yo le estoy preguntando quién es usted. – ¡Ah!, Está bien; soy un maestro de enseñanza bíblica… – Tampoco; eso es lo que usted hace, pero no quien es. ¡Ah! De acuerdo. Entonces yo soy un argentino más, un rosarino más. – No. Tampoco me sirve eso. Porque eso me indica adonde vive, pero no me dice quién es usted. – Ehhh…soy de las Asambleas de Dios… – Sigue equivocándose. En todo caso, esa es su preferencia denominacional.

Mira; no pierdas más el tiempo. No es tan simple como te parece. Incluso, a todo esto, me podrías agregar: cuanto mides, cuanto pesas y mil datos más y tampoco me dirían quién eres, apenas me estarías suministrando tus dimensiones físicas que, pese a ser importantes, no conforman tu verdadero yo. Míralo de este modo: si a ti te cortan tus brazos y tus piernas, ¿Dejas de ser tú? ¿No, ¿Verdad? Si te sometes a un trasplante de corazón, hígado o riñón, por tener un órgano ajeno, tú ¿Dejas de ser tú? Tampoco. Y así sucesivamente. Claro está: si continuáramos cortándote en pequeños trozos, en algún momento, encontraríamos al verdadero tú porque, allí dentro, en alguna parte, estás tú. Eso sí; Quien eres tú, es mucho, muchísimo más importante de lo que pueda verse en el exterior. Mira lo que dice Pablo:

(2 Corintios 5: 16) = De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aún si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. Fíjate que cosa curiosa, porque todos tenemos la tendencia a identificarnos con el resto de las personas por distintos y diversos motivos: desde lo físico (Altos, bajos, obesos, delgados), por la actividad que tenemos (Hay profesiones que hacen de sus reuniones verdaderas cofradías casi sectarias); en lo intelectual, (Hay sectores que se agrupan y comparten, incluso, cierto desprecio por los ignorantes y otros, que por el contrario, sienten un muy particular rechazo por todo aquel que evidencia algún tipo de conocimiento superior. Muy bien; los creyentes no somos la excepción. Nuestras identificaciones más cotidianas son, notoriamente, las que tienen que ver con posiciones doctrinales; es decir: denominacional. Nos guste regular o mucho la unidad en el Espíritu, creamos verdaderamente en ella y hasta la prediquemos, en lo íntimo, siempre tendremos algún pensamiento que divide a “nosotros de ellos”.

Otras de las identificaciones más visibles son las que tienen que ver con el tipo de actividad o cargo que ocupamos en la congregación. Ujieres con ujieres, diáconos con diáconos, ministros con ministros, el coro con el coro y los músicos con los músicos. Está bien, hay razones interesantes y lógicas para que así sea, pero a veces… Entonces, es aquí donde te pregunto lo que tiene que ver con la encuesta inicial: ¿Puedes determinar quién eres tú, entonces, por lo que haces? ¿O se determina lo que haces por ser quién eres? Fíjate que esa es una pregunta importante, especialmente con relación a la madurez cristiana. Yo, particularmente, creo que se determina lo que uno hace por quien es uno. Creo de todo corazón que la esperanza de crecimiento, significado y satisfacción como cristiano está basada en comprender quien es uno específicamente, la identidad de Cristo como hijo de Dios. El entendimiento de quién eres tú es el fundamento crítico para la estructura de tus creencias y los patrones de tu comportamiento como cristiano.

En suma: Voy a repetir la primera pregunta y la que debería ser mi respuesta correcta. ¿Sabes quién eres? Sí, soy un hijo de Dios por la fe en Jesucristo, parte de su cuerpo en la tierra y miembro del Reino de Dios por decisión. Cualquier otra cosa que veas en mí, no tiene valor porque es carne, alma, espíritu humano. Lo que me lleva a la victoria es esto, porque esto es Espíritu Santo en acción obrando en mí, único modo que conozco para llegar a toda Verdad. Cristo es la Verdad, por eso estoy en Su Camino, es el único para tener Vida y no una imitación terrenal barata, que es la que vive una mayoría de seres.

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Cuadernos Reales 3

 

Calidad y Cualidad de Nuestra Fe

 

¿Nunca te preguntaste quien fue realmente Abel? Tenemos libros e historias, una gran parte de ellas reales y fieles, pero no siempre el conocimiento concreto de lo que hizo o dejó de hacer. Abel permitió que, en la adoración de ese tiempo, el sacrificio y la grosura fueran consumidos en el altar del Señor. Eso significa que él esperó en la presencia de Dios hasta que su sacrificio subió al cielo. ¡Hay que tener suficiente fe para quedarse inmóvil esperando que a Dios se le ocurra presentarse! ¿Verdad? Por esta razón Abel aparece en la nómina de la sala principal del salón de la fe. Él es la tipología perfecta del hombre terrenal que estaba en comunión con su Señor, ofreciéndole a Él lo mejor que tenía. ¿Cuántas veces habré orado en mi vida? No lo sé, no las he contado, pero suponte que fueron diez mil. ¿Sabes qué? Como mucho, de esas diez mil, habré esperado en silencio la respuesta del Padre mucho menos de la mitad de las veces. Espíritu de ansiedad, le dicen…

El ejemplo del hijo de Adán vive hoy, todavía, a tantos siglos, como testimonio de una fe viviente y verdadera. Y es por esa razón que se dijo y se escribió que, estando muerto, todavía seguiría hablando. Por intermedio de otras bocas, de otros espíritus, pero sosteniendo el mismo pensamiento y pronunciando las mismas palabras poderosas. Eso es lo que vulgarmente se denomina como trascendencia. Tú dices algo de impacto y bendición hoy y sanas y liberas. Alguien te oye y, dentro de diez años recuerda tus palabras, las acepta, las cree y las repite y sigue sanando y liberando. Cuando hablamos de trascender, nos referimos a eso, no a disfrutar de un éxito de imagen mundana. Porque todos sabemos la duración que tiene esa clase de trascendencia…

Ahora bien; todo está muy bonito y hasta florido, pero… ¿Cómo obtuvo Abel esa calidad de fe?  Puedes hacer volar tu imaginación a la altura que se te ocurra, pero quiero confesarte que la realidad no está tan lejos. No hay demasiadas variantes para entenderlo. Piensa por un momento, en las asombrosas y hasta extrañas conversaciones que este joven tiene que haber escuchado entre sus padres, nada menos que Adán y Eva. La pareja obviamente hablaba de sus primeros días en el jardín con el Señor. Sin duda, ellos mencionaron sus tiempos de comunión maravillosa con Dios, caminando y hablando con él durante el atardecer. Imagínate lo que pasaría por la mente de Abel mientras él escuchaba estas historias. Probablemente, pensó, “Que maravilloso debió ser. Mi padre y mi madre tuvieron una relación viva con el Creador mismo.” 

Porque para ellos no era Dios, tampoco era todavía Jehová, ni siquiera Elohim, o ninguno de esos nombres que el hombre ha encontrado para etiquetar al que indudablemente sigue siendo el que ellos, aquellos primeros, conocían sencillamente como El Creador. Así es que, mientras Abel consideraba esto, quizás tomó una decisión en su corazón. Tal vez determino que no viviría de la historia de sus padres. De alguna manera estaba peleando contra su iniquidad generacional. Y que mucho menos se podía conformar con una mera tradición traspasada a él. Él entendió que necesitaba tener su propio toque del Creador, o sea de nuestro Dios. Gran decisión, si la tuvo. Digna de ser imitada por tiempos y tiempos. Hoy mismo, por muchos que dicen saberlo todo.

Podría ser, también, que Abel se haya dicho a sí mismo: No quiero escuchar más acerca de experiencias pasadas con el Señor. Quiero conocerlo ahora por mí mismo, hoy. Quiero una relación con él, tener compañerismo y comunión con él.” ¿Te parece que estoy inventando o teatralizando algo que no puedo saber cómo fue? Tal vez, pero dime que estoy fantaseando con algo que no pudo haber sido así. Si me lo dices, te colocas en mí misma situación: hablas de algo que tampoco tú conoces con precisión, pero que te parece que no fue así. En fin; imaginación por imaginación, mis sinceras disculpas, pero me quedo con la mía. Es más grata a mis oídos espirituales. Él le ofreció la grosura y sólo él sabrá por qué lo hizo. Esta es la misma clase de “grosura” que debemos ofrecerle a Dios hoy. ¿De qué estoy hablando?

Que, como Abel, debemos darle lo mejor de nuestro tiempo, en nuestra habitación secreta de oración, no el tiempo que nos sobra, cuando nos sobra. Y debemos pasar suficiente tiempo allí, en su presencia, permitiéndole que consuma nuestras ofrendas de adoración y compañerismo íntimo. Porque cuando digo compañerismo, es probable que estés cerca de la verdad. Pero cuando le añado ofrenda y adoración, la religión se ha encargado de mentalizarnos que eso se trata de dinero y música, ¿Verdad? Ahora, si quieres seguir indagando sobre las profundidades de esa fe que anhelas pero que no consigues, compara la ofrenda de Abel con la de su hermano, Caín. Caín le llevó fruta al Señor, una ofrenda que no requería un altar. No hubo grosura, ni aceite, nada para ser consumido.

Como resultado, no hubo aroma dulce que subiera al cielo. Alguien, con dudoso sentido del humor dijo que Caín optó por estar a la moda y ofrecer una ofrenda vegana. Y tanto como para inventarse como evangelista moderno, ahí nomás añadió que todos los cristianos deberíamos ser veganos, porque como alimentación, es mucho más sana. Un viejo ministro de una zona rural de mi país, un hombre muy criollo de la vieja usanza, amante de la carne asada nacional, dijo al respecto que en su región lo único vegano que conocía, eran las vacas, pero que como eran todas muy obesas finalmente terminaban en el matadero. Una pintoresca y hasta absurda manera de debatir discipulado. Si quieres, ríete, pero hemos debatido cuestiones mucho más ridículas que estas.

En otras palabras, entonces, al adoptar ese tipo de ofrenda, no hubo intimidad, ningún intercambio personal entre Caín y el Señor. Como puedes ver, Caín llevó un sacrificio que no requería que él se quedara en la presencia de Dios, buscando su compañerismo. Por esta razón es que se dijo y sabemos que la ofrenda de Abel fue, más excelente que la de Caín. De todos modos y en honor a la verdad de las cosas concretas, es necesario que no te equivoques: Dios, de todas maneras, honró el sacrificio que Caín le llevo. Pero, todos sabemos esto porque Él mismo nos lo ha dicho, el Señor mira el corazón, y por esa causa él sabía que Caín no añoraba estar en su presencia ni lo extrañaba como Abel. ¡Cuan distinto sería todo si cada uno de los que decimos ser hijos de Dios, entendiéramos que Él mira nuestro corazón y no nuestras manos.

Eso estaba claro por el sacrificio que Caín escogió para ofrecerle. En mi opinión, que será muy respetable, pero que no va más allá de ser el juicio de valor de un simple hombre, que, aunque bien intencionado, no pasa de ser eso, un hombre, Caín representa a muchos cristianos en la actualidad. Son esos creyentes que van a la iglesia cada semana, cuando se puede, cuando no se les presenta algo más entretenido para hacer; que adoran a Dios, o al menos creen hacerlo porque cantan fuerte y sin desafinar las alabanzas, batiendo palmas y hasta moviendo sus cuerpos, y que adoran con voz casi romántica levantando sus manos y cerrando sus ojos en un prolongado éxtasis que nadie sabe si realmente experimentan o no, y le piden a ese Dios que los bendiga y los prospere.

Pero la inocultable verdad, que Dios sabe desde el mismo momento en que llegaron al templo, es que ellos no tienen deseos de tener ninguna intimidad con Él. Porque todos sabemos que, para acceder a cualquier forma de intimidad, -lo voy a repetir hasta el cansancio porque es importante-, lo primero que se debe sentir es pasión. Y muchos de estos desapasionados, ni siquiera dejarían de hacer algo mundano que les gusta, para tener esa clase de intimidad. Ellos quieren que su Padre celestial les conteste sus oraciones, pero no desean una relación con él. Ellos no buscan su rostro, no ansían su cercanía, ni tampoco añoran su comunión. Ellos, en todo caso, se muestran muy participativos cuando piensan que verán el resultado de las manos del Señor. Esas manos que ellos creen que pueden llenarlos de todo lo material que les agradaría poseer. ¿Cómo llamarías a eso? Yo, religión hueca, vacía e hipócrita. Y que agradezcan que no soy de copiarme, porque si no te aseguro que les obsequiaría con otro ¡Generación de víboras!

Como el propio Caín, ellos simplemente no tienen deseos de quedarse en su presencia. Por contraste, el hombre íntimo y fiel busca el toque de Dios en su vida. Un ilustre caballero llamado Enoc, no sé si te suena, también disfrutó de un compañerismo cercano con el Señor. Y no solamente eso, su comunión con Dios fue tan intima, que el Señor lo trasladó a la gloria con Él mucho antes que su vida hubiera terminado en la tierra. ¿Sabes qué es lo más impactante? ¡No murió! No pasó por esa estación que todos sabemos nos espera en algún momento, pero a la que nadie tiene prisa por llegar. Impresionante. Si hay una historia de la cual todavía se habla, se enseña y se predica, pero que en honor a la verdad casi nadie puede entender del todo, esa es la historia de Enoc.

La gran pregunta de todas las preguntas, entonces, es: ¿Por qué el Señor escogió y decidió trasladar a Enoc? Si en su momento leíste la historia, ya lo sabes mucho antes que yo te lo diga, porque se nos dice que fue a causa de su fe. Y por si eso no pareciera suficiente como para conmover el cielo, también se nos dice que esa fe, agradó a Dios. Esto te está dejando en evidencia que no fue cualquier fe de escenario doméstico, Fue, sencillamente y nada menos: ¡Esa calidad de fe! Recuerdo que cuando estudié esto, encontré que la palabra de raíz griega que se traduce como agradar aquí significa plenamente unidos, completamente agradable, en unidad total. Esto, a mí me dice y me enseña, independientemente de cómo quieras interpretarlo, que hay una calidad de fe que no sólo agrada a Dios, sino que lo une a ti. ¿Qué te parece?

En resumen, Enoc tuvo la comunión más cercana posible con el Señor que cualquier ser humano pudo disfrutar. Sabemos que Enoc comenzó a caminar con el Señor después que engendro a su hijo, Matusalén. Tenía sesenta y cinco años en ese tiempo. Eso te dice que pasó los próximos trescientos años compartiendo con Dios íntimamente. No me preguntes como se contaban esos años. El caso es que el Señor le dijo a Enoc, en esencia, No puedo más alternar contigo de esta manera, así que para tener más y mejor intimidad, he resuelto traerte aquí, conmigo. Así que Dios se lo llevo volando a la gloria y punto. Mi pequeña gran duda del día, es: ¿Habrá sido el único? Y eso indefectiblemente me lleva a la otra que es mucho más inquietante: ¿Habrá sido el último? No lo sé, nadie lo sabe, pero…por las dudas…velad y estad firmes… ¿Quién te dice que…?

Porque, fíjate, hasta donde tenemos conocimiento, este hombre nunca obró un milagro, nunca desarrolló una teología profunda, y nunca hizo grandes obras dignas de ser mencionadas en las escrituras. En su lugar, leemos esta simple descripción de la vida de este fiel hombre: Enoc caminó con Dios. De aquí es que yo entiendo que Enoc tuvo una forma muy especial de comunión intima con el Padre, algo que no es ni sencillo, ni abundante. Y su vida es aún otro testimonio de lo que significa caminar verdaderamente en fe. Y aquí cabe la pregunta casi periodística: ¿Por qué Enoc tuvo menos prensa o promo que los otros? Pregúntale al Padre en tu intimidad, Él te lo dirá. Yo no tengo info ni data sobre eso. Todo dicho en idioma doméstico de escribas laicos.

Ese es el grave problema de los maestros bíblicos o ministros en general. Las personas que los consultan tienen de ellos tan alto concepto que, en algún momento, si ese ministro no está espiritualmente bien plantado sobre sus reales bases, siente que debe dar una respuesta a todo lo que se le consulte. ¿Y sabes qué? Yo no tengo respuesta para todo lo que se me consulta, ni creo que la tenga alguna vez. Porque de tener un solo hombre todas las respuestas, aquello de que el Espíritu Santo es quien nos guía a toda verdad, quedaría cancelado. Y no me parece que eso vaya a suceder. Creo que son más las veces que he respondido Eso no lo sé, que las que he dado alguna respuesta válida. No sé qué puedan haber pensado quienes me consultaron, pero responderles así, te aseguro que a mí no me quitó el sueño.

El próximo ejemplo que conozco respecto a un caminar de fe cercano con Dios es el de Noé. Se nos dice que este hombre fue advertido respecto a que ocurrirían algunas cosas tremendas que aún no se percibían. Sin dudar absolutamente nada, él comenzó a construir nada menos que un enorme barco en una zona donde nunca llovía más de tres gotas sueltas y ni en sueños se podía pensar en una inundación grande. Sin embargo, se nos enseña que, por causa de su fe ciega en esa advertencia divina, él condenó al mundo secular y se convirtió, por este acto, en heredero de una calidad de justicia que sólo es posible mediante la fe. Ese fue Noé. Cualquiera que lea la historia de este hombre, va a darse cuenta que encontró Gracia ante los ojos del Señor, lo cual no es un tema menor ni poca cosa, como podrás imaginarte.

Se dice, -al igual que Enoc-, que él andaba con Dios. Enoc caminaba, Noé andaba. Claramente, Noe conocía la voz de Dios. Cada vez que el Señor le hablaba, él obedecía. Una y otra vez Dios le dijo cosas y él obedeció de inmediato a cada una sin preguntar, replicar, ni cuestionar nada. Trata de imaginarte el tiempo que Noé habrá pasado a solas con Dios. Después de todo, él tenía que recibir instrucciones detalladas del Señor acerca de cómo construir el arca. Sin embargo, la intimidad de Noé con Dios fue más allá de la dirección que recibió. Se nos cuenta que el Señor compartió su corazón con Noé, mostrándole la maldad en los corazones humanos. Y él le reveló sus planes a Noé para el futuro de la humanidad. Imagínate que Dios vuelva a hacer algo así, hoy, contigo. ¡Tremendo! ¿Verdad? Ah, ¿Y qué crees que haría la iglesia tradicional respecto a ti, si así fuera?

Después tenemos el caso del increíble Abraham. Él también compartió un compañerismo íntimo con el Señor. Es muy notable la forma en que Dios mismo describió su relación con este hombre. De igual manera, en el Nuevo Testamento se confirma eso cuando se nos recuerda que Abraham le creyó todo a Dios, y que, por causa de esa fe ciega, fue llamado amigo de Dios. ¡Que increíble elogio, ser llamado el amigo de Dios! ¿No te parece? Son muchos los cristianos más adultos que, en algún culto o servicio, habrán cantado ese viejo himno tan conocido titulado Que amigo tengo en Jesús Lo de Abraham te confirma que eso no es simplemente una canción, sino una verdad en su esencia más sublime y excelente. Si el conocimiento de la Verdad te hace libre, es porque hay una íntima relación entre verdad y poder.

Porque ver y comprobar nada menos que al Creador del universo, llamar a un hombre común su amigo parece algo que va más allá de la comprensión humana. Sin embargo, esto sucedió con Abraham. Y fue toda una señal de la gran intimidad que este hombre tuvo con Dios. La palabra hebrea que Isaías usa para amigo aquí significa afecto y cercanía. Y en griego, las palabras de Santiago para amigo significan un asociado querido y cercano. Ambas dejan más que en evidencia la existencia de una intimidad profunda y compartida. Mientras más cerca estamos de Cristo, más grande nuestro deseo de vivir totalmente en su presencia. Además, comenzamos a ver más claramente que Jesús es nuestro único y verdadero fundamento.

Sabemos, asimismo, que Abraham decía estar esperando una ciudad que tenía cimientos, cuyo arquitecto y constructor era Dios. O sea que era una ciudad diseñada y construida por Dios mismo, sin participación alguna de intermediarios. Una ciudad espiritual. Y eso no debería llamarnos demasiado la atención para con la vida de Abraham, ya que para él nada en esta vida era permanente. No sólo eso, sino que el mundo material y físico en el cual habitaba, era un lugar extraño para él, porque no era un sitio adecuado donde poder echar raíces. Ahora bien; el que con todo esto, suponga que Abraham era un místico, se equivoca de medio a medio. Los racionalistas incrédulos seguimos siendo nosotros, de eso no tengas dudas.

Tampoco era un ascético con aires de santidad que vivía en una especie de neblina espiritual. En absoluto. Abraham era un hombre que vivía una vida sencilla y profundamente involucrada en los asuntos del mundo en el cual estaba. Después de todo, él era dueño de miles de cabezas de ganado. Y tenía suficientes sirvientes como para formar una pequeña milicia. Abraham tuvo que ser un hombre muy ocupado, dirigiendo a sus sirvientes y comprando y vendiendo ganado, ovejas y cabras. No era un vagabundo, ignorante que creía en estupideces con la esperanza de salir de pobre merced a ellas. No necesitaba eso, era rico. ¡Y pensar que todavía quedan muchos hombres ricos y poderosos que piensan y declaran que la fe en Dios es algo para gente pobre e ignorante!, desde ya les digo que no, que ni lo sueñen. Y si vamos a hablar de ignorancia…en fin… De pobres en espíritu, se está hablando. No de dinero o posesiones.

Todavía, de alguna manera, a pesar de sus muchos asuntos de negocios y responsabilidades, Abraham encontró tiempo para tener intimidad con el Señor. Y porque él andaba bien cerca con Dios, estaba cada vez más insatisfecho con este mundo. Abraham era rico, prospero, con suficientes cosas buenas para mantenerlo ocupado. Sin embargo, nada en esta vida podía distraerlo de anhelar por la ciudad celestial que estaba adelante. Cada día, él anhelaba más y más estar cerca de ese mejor lugar. Cuando decimos que, a esa clase de personas, hoy, les sigue ocurriendo lo mismo, nos miran como si estuviéramos rematadamente locos. Pero en algún lugar de tu Biblia, habrás leído que se habla de que el evangelio es locura para los que se pierden, ¿Verdad?

Además, los que creemos en el Dios que creemos, y sabemos algo de lo que es Su Reino, también sabemos perfectamente que es así. Que, al hombre sin Dios, NADA lo satisface, aunque en el concepto del mundo, lo tenga todo.  Y aquí es importante aclarar que esa ciudad celestial por la cual Abraham sentía anhelo, no era un lugar literal. Más bien, era estar en casa con el Padre. Te diré algo; la palabra hebrea que traduce esta frase como “ciudad celestial” es pater. Sale de la palabra raíz que significa Padre. Así que la ciudad celestial que Abraham buscaba era, literalmente, un lugar con el Padre. ¿Alguna vez lo habías visto desde este ángulo? ¿Sí? ¡Gloria a Dios! ¿No? Dale gracias, entonces, por permitir hoy que tus ojos espirituales se hayan abierto para que veas.

Ahora bien; ¿Que significa esto para nosotros hoy en día? Porque todas estas lecturas están muy bonitas, pero si no tienen un significado claro y concreto para nuestras vidas hoy y ahora, constituyen solamente un palabrerío sin sustento. Y hasta dónde yo sé, Dios jamás nos dejó un cúmulo de palabrería sin sustento. En todo caso, a eso lo tergiversó el hombre. Entonces ¿Qué significa esto? Significa que movernos hacia esa ciudad celestial no es tan solo el esfuerzo o el intento de lograr acceder al cielo algún día lejano por allá, en el futuro. Es acerca de anhelar experimentar diariamente la presencia del Padre ahora mismo. Si hemos leído nuestras biblias con detenimiento y cuidado, sabemos que los cuatro hombres que mencione – Abel, Enoc, Noé y Abraham – murieron en fe.

Cada hombre estaba separado del espíritu del tiempo en el que vivían. Y cada uno estaba buscando una ciudad diferente. El mundo simplemente no era su hogar. ¿De verdad ninguno de ustedes no ha sentido eso mismo, alguna vez? ¿A mí solo me pasó que de pronto sentí que, pese a todo lo físico que asumo y valoro, estaba de paso por este sistema terrenal? No ha sido ningún motivo de orgullo, eso, porque los que lo hemos experimentado, hemos sido duramente censurados por los que tienen raíces tan fuertes con esta tierra y sus sistemas que, cualquier cosa diferente que les presentes, despierta sus reacciones duras, tercas y hasta feroces. Pero, desde que un antiguo grupo religioso inventó supuestas ideologías con la finalidad de dividirnos para reinar, de allí en más, parecería ser que o es chicha o es limonada, otra cosa no sirve.

Sin embargo, esto no significaba que esos hombres estuvieran esperando llegar al cielo para disfrutar de cercanía con el Padre. Muy por el contrario, como peregrinos pasando por esta vida, ellos continuamente buscaban la presencia de Dios. Nada en este mundo podía detenerlos de seguir adelante, buscando un caminar más profundo y cercano con el Padre. Me pregunto si hay gente con esas características, hoy. Quiera Dios que sí, que las haya, aunque si las hubiera, pequeños no deben ser los ataques, burlas o escarnios que reciben. ¿Has oído decir que, para ser parte del Reino de Dios, hay que pagar un precio? La primera moneda que te cuesta, se llama reputación. Sé de lo que te estoy hablando. Como maestro de una escuela bíblica de una reconocida iglesia, yo era una persona. Como maestro de una página Web no denominacional, gratuita y abierta, soy otra persona. No sé, pero yo me siento el mismo de siempre.

Parece simple, aunque no lo sea, pero por fe, estos siervos obraron grandes milagros e hicieron muchas cosas asombrosas. Y mientras examinamos sus vidas, vemos que ellos también compartieron un denominador común: ellos abandonaron este mundo y sus placeres para caminar más cerca con Dios. Y hasta dónde yo sé, no se los ordenó ningún pontífice ni ninguna doctrina rígida, simplemente fue una decisión voluntaria con base en una entrega total a cambio de nada material ni físico, sólo agradar a Dios y hacer su voluntad. Los grandes cerebros de la sociedad secular todavía no entendieron que toda prohibición encierra infantilismo. Tú no necesitas que alguien te prohíba robar, fornicar, adulterar o matar. Tú, por simple convicción, decides no robar, no fornicar, no adulterar ni matar.

Este es un muy buen momento para preguntarte: ¿Puedo yo hacer esta misma declaración que todos estos hicieron? ¿Mi corazón, verdaderamente anhela un caminar más cercano con el Señor? ¿Existe una creciente insatisfacción genuina en mí para con las cosas de este mundo? O, ¿Esta mi corazón atado parcial o totalmente a las cosas temporales? Hay una conocida historia con Jesús y sus discípulos en un barco, sacudidos por una tormenta en el mar. Al entrar en la escena, Jesús ha calmado las olas con una sola orden. Ahora él se vuelve a sus discípulos, los mira y les pregunta: ¡Ey! ¡Muchachos! ¿Cómo no tienen fe? Claro, dicho así hasta parece divertido, ¿Verdad? Quizás pienses que, viniendo de Él, esto suena demasiado severo. ¡Pobres muchachos! Asustados como están, ¿Cómo se le ocurre hacerles esa pregunta?

Porque después de todo, convengamos en que era más que humano tener temor a una tormenta como esa. Pero, deberás entender que Jesús no los reprendía por esa razón. Mas bien, él les estaba diciendo, Escuchen, muchachos; después de todo este tiempo que llevan caminando conmigo, ¿Todavía no saben quién soy? ¿Cómo es posible que estén compartiendo todo esto conmigo por tanto tiempo, y todavía no me conozcan íntimamente? ¿Realmente no entienden o disciernen de lo que soy capaz con la ayuda de mi Padre? En realidad, los discípulos estaban pasmados por el extraordinario milagro que Jesús acababa de hacer, pero de lo único que sabemos es que estaban espantados y se preguntaban quién sería este hombre que hasta el viento y el mar le obedecían.

¿Puedes imaginártelo? Los mismos discípulos de Jesús, que lo habían visto hacer todo lo que hizo, aún no lo conocían. Él los había llamado personalmente y por su nombre a cada uno de estos hombres para que lo siguieran. Y ellos le habían obedecido de inmediato sin chistar y luego habían ministrado a su lado, a multitudes de personas de toda clase, género y condición. Ellos mismos habían hecho milagros de sanidad por sus propias manos, y habían alimentado una concentración grande de gente hambrienta. Pero, pese a todo eso, aun eran extraños acerca de quien realmente era su Maestro. Aunque los muertos resuciten…Incredulidad. Tremendo espíritu enemigo. Todavía queda mucha gente así del lado de adentro de la iglesia. Gente que ha compartido contigo todo lo que un grupo de personas hermanadas por un sentir y una fe pueden compartir, y sin embargo a la primera de cambio, son capaces de decirte hereje.

Trágicamente, lo mismo es cierto hoy. Multitudes de cristianos han viajado en el barco con Jesús, han ministrado a su lado, y han alcanzado multitudes en su nombre. Pero realmente no conocen a su Maestro. No han pasado un tiempo de intimidad con él. Nunca se han sentado calladamente en su presencia, abriendo su corazón a él, esperando y escuchando para comprender lo que él quiere decirles. Están a un paso de imitar a aquellos discípulos, yendo a Él a pedirle que les aumente su fe. Y eso, hablando de los genuinos, de los fieles y honestos que sólo declinan su actitud por dejarse llevar por la duda y el temor. Ni hablemos de los que no vacilan en usar el nombre de Jesús en su propio beneficio. Que, si bien son muchos menos que los que el mundo secular proclama y critica, son muchos más de los que el Padre quisiera que haya.

Muchos cristianos hacen y se hacen la misma pregunta en la actualidad: “¿Cómo puedo aumentar mi fe?” Pero no buscan al Señor por sí mismos para acceder a su respuesta. Al contrario, se apresuran a ir a seminarios que afirman enseñarles a los creyentes como aumentar su fe. O, compran un montón de libros que ofrecen diez pasos rápidos para aumentar la fe. O, viajan cientos de millas para escuchar conferencias acerca de la fe por evangelistas y maestros prominentes. Creo que es parte natural de una búsqueda espiritual y es altamente preferible a que no hagan nada. Pero te puedo decir sin lugar a dudas, que nunca aumentaras tu fe de esta manera. La fe es un don de Dios y, si no se la pides a Él, nadie más te la podrá dar. Sólo un problema: nadie sabe en qué envase enviará Dios la fe a tu vida.

Si quieres que tu fe aumente, tienes que hacer lo mismo que Jesús les dijo a sus discípulos cuando ellos le pidieron eso. Porque pese a ver lo que veían y saber lo que sabían, esos discípulos representaban al hombre carnal ciento por ciento. ¿Recuerdas cómo contestó él a su pedido por fe? Les dijo que se vistieran adecuadamente, no como luminarias, y que lo sirvieran hasta que Él hubiera comido y bebido, que es el equivalente a mostrarles que Él era el Rey y ellos sus súbditos cercanos. Jesús estaba diciéndoles, en esencia, Ponte tu vestidura de paciencia. Entonces ven a mi mesa y come conmigo. Quiero que me alimentes allí. Tú felizmente trabajas para mí todo el día. Ahora quiero que tengas comunión conmigo. Siéntate conmigo, abre tu corazón, y aprende de mí. Hay tantas cosas que deseo hablar a tu vida.

Tú me conoces y ya sabes muy bien que consejos no acostumbro a dar. A veces, si la situación lo amerita, puedo llegar a alguna forma de idea para algo, pero consejo no doy. Nadie tiene autoridad para decirle a otro lo que debe o no debe hacer con su vida. Pero déjame al menos darte una sugerencia espiritualmente práctica: No te conformes con más explicaciones teológicas de la fe. No busques más pasos para obtenerla. Vete a solas con Jesús, y permite que el comparta su corazón contigo. La fe verdadera nace en la habitación secreta de la oración intima. Así que, ve a Jesús y aprende de él. Sí pasas tiempo de calidad en su presencia, te aseguro que la fe vendrá. Él hará nacer la fe en tu espíritu y en tu alma como nunca la conociste. Créemelo, cuando escuches su voz suave, serena pero firme y llena de autoridad, la fe explotara dentro de ti.

Ese lugar, esa ciudad, está en Cristo por fe. El descanso que nuestros padres anhelaban se encuentra en ella y por consecuencia, en él. Hoy hemos recibido la promesa que ellos tan solo podían ver y abrazar desde lejos por fe.  Jesús les había dicho que su padre Abraham se había regocijado esperando ver el día de su aparición y que misteriosamente pudo verlo y se alegró. Abraham vio el día cuando Cristo vendría a la tierra y construiría el cimiento que él imaginó. Y el patriarca se regocijo al saber que un pueblo bendecido viviría en ese día. Él sabía que ellos disfrutarían acceso ininterrumpido a una conversación celestial y comunión con Dios. Coincidirás conmigo que de esto se habla poco y nada desde los púlpitos. ¿Sabes por qué? Porque todavía anda mucho predicador por allí que necesita hablar sólo de lo que puede controlar. Y créeme que las cosas de Dios, no se controlan, se viven.

Hoy, sin embargo, son muchos los cristianos que se están perdiendo esta promesa por completo. En su lugar, viven en un tumulto innecesario. Se apresuran de aquí para allá, tratando de trabajar una fe que, como le han asegurado una decena de iluminados espirituales, dé resultados.” Están constantemente atrapados en un correr de actividades, haciendo cosas para Dios que al final son simplemente gravosas o cargas. Ellos nunca están en descanso pleno en Cristo. ¿Por qué? Ellos simplemente no se encierran con el Señor, para pasar un tiempo callado a solas con él. Y si les preguntas la razón por la que no lo hacen, te sueltan un: ¡Es que no me dan los tiempos para eso!  Ah, ¿sí? ¿Y se puede saber en qué tremenda cosa inviertes tu tiempo, si no lo tienes para hacer lo que Dios desea que hagas?

Mira; si estas enamorado de alguien, quieres sí o sí estar en la presencia de esa persona todo el tiempo que te sea posible. Ambos quieren compartir de sí mismos con el otro, abriendo sus corazones y siendo íntimos. Lo mismo es cierto y real en nuestra relación con Jesús. Si lo amamos, debemos estar pensando constantemente, “Quiero estar contigo mi Señor. Quiero disfrutar su presencia. Así que me voy a acercar a él, y voy a esperar en su presencia hasta que sepa que él está satisfecho. Me quedare hasta que le escuche decir, Vete ahora, y regocíjate en mi amor. Si pudiéramos prestar la debida atención espiritual que esto amerita, podríamos oír la voz queda y quieta del Señor susurrar algo después de nuestros tiempos de oración con él. Él diría algo así como: Hijo, por favor no te vayas todavía. Quédate conmigo.

Son tan pocos los que tienen comunión conmigo, tan pocos los que me aman, tan pocos los que se quedan a escuchar mi corazón. Y yo tengo tanto que compartir. Sería casi un clamor, casi una súplica que escucharíamos en su voz. Entonces el Señor nos diría, Por favor, déjame mostrarte donde encuentro tu fe, Hijo. Es cuando vienes a mí. Es tu esperar por mí, ministrarme, hasta que escuchas y conoces mi corazón. Tu fe está en tu deseo creciente de venir a mi presencia. Es en tu expectativa a nuestro próximo tiempo junto. Es en ese sentido que has desarrollado, que estar a solas conmigo es el gozo de tu vida. Ya no es pesado para ti acercarte a mí, ya no es una labor difícil. Ahora ansias ese tiempo todo el día. Tú sabes que cuando tus labores han terminado, vas a venir a mí, para alimentarme y tener comunión conmigo.

Esto es fe verdadera. ¿Cómo lo sé? Porque me lo dijo. ¿Cuándo me lo dijo? En el tiempo en que yo pensaba, vivía y hacía lo que quizás tú todavía sigues haciendo hoy. Y no sólo que no invertía ni un mínimo tiempo en quedarme quieto a escucharlo a Él, sino que tampoco me agradaba hacerlo con todos los que, deseando ayudarme, me mostraban la validez y la riqueza que sería hacerlo. Estaba muuuy ocupado…Hoy dije que hemos sido y quizás todavía en parte somos un pueblo ignorante, y que eso según lo aprendido, nos lleva a perecer. Ahora déjame añadirle un calificativo más, que es mucho peor todavía, porque te deja sin argumentos defensivos: Necios. Y tú y yo sabemos más que bien que los necios no heredarán el Reino de los Cielos. Y no porque a un Dios malo se le antoje, sino porque a ellos no les interesa heredar algo en lo que no terminan de creer ni aceptan como buscar.

Hoy, a la distancia en el tiempo y en los hechos pasados, puedo entender que el Señor me ungió para enseñar, mucho tiempo antes que yo cayera en cuenta de ello. ¿Cuántos saben que una baja auto estima es un verdadero obstáculo a la hora de pretender representar al Reino de Dios en la tierra? Si los grupos de creyentes se afirmaran más en que todo lo pueden en Cristo que los fortalece, no habría tantos como hay de los que repiten a diario “no sé”, “no puedo”, “eso no es para mí”. Eso se llama falta de confianza.  Porque un día, al poco o al mucho tiempo de haber encontrado a Cristo, logras ver y entender que con tener fe no alcanza, que es un tremendo y excelente paso, pero que, si no te llega acompañado de confianza, con la fe en soledad vas a llegar muy cerca y te vas a quedar estancado como agua de charco.

Y que el día glorioso en que al fin decides confiar realmente en tu Señor y dejar de esforzarte por hacerlo tú con tus propias fuerzas y sabiduría humanas, ese día es exactamente el que comienza tu victoria. Recuerdo que tenía días de convertido y aterricé en una clase bíblica que el grupo de jóvenes que me había presentado a Jesucristo, llevaba a cabo una vez a la semana en una vivienda particular. Ellos estaban estudiando Lucas por esos días, y a mí me apasionó leerlo con el apoyo espiritual de gente que creía en lo mismo que yo había creído y deseaba ser apto para estar con Cristo sin sentir vergüenza alguna, como todavía me pasaba con el mundo exterior en el que residía laboralmente. Y con el apoyo de confiar en que cualquier duda que tuviera iba a tener una respuesta buena, me lancé a fondo y orando para entender.

Lo primero que captó mi atención, fue algo relacionado con el bautismo de Jesús. Captó mi interés y mi atención que la mayoría de los jóvenes con los que compartía la lectura, hacían hincapié en que Juan había percibido quien era Jesús y qué cosa venía a hacer a esta tierra. A ellos les emocionó y atrapó el momento en que Juan el Bautista le dice a quienes lo acompañaban que ahí estaba el Cordero de Dios que quitaba el pecado del mundo, que a él lo oyeran. Es obvio que la gente de ese tiempo y lugar no entendió lo que Juan les decía, ya que siguieron siendo discípulos suyos, cuando él mismo les dijo que debía menguar para que el que venía tras él creciera, y siguieron a Jesús recién cuando lo vieron hacer milagros. De paso me pregunto ahora qué haríamos nosotros ante una situación como esa. Tengo mis dudas.

De todos modos, a mí me gustó mucho escucharlos hablar de eso como si ellos estuvieran participando, era una manera de entender la fe en Dios, en Jesucristo y en el Espíritu Santo que yo hasta allí desconocía. Los sacerdotes católicos, en las pocas misas a las que había asistido, no hablaban así, ni tampoco demostraban ese entusiasmo que mis amigos y flamantes hermanos en la fe, evidenciaban. Pero lo que captó mi atención por encima de todo lo demás, fue saber que Jesús había salido de ese río Jordán, no sólo mojado por el bautismo, sino también lleno del Espíritu Santo. Entonces formulé mi primera consulta. Un tanto ingenua y muy primeriza, si quieres verla así. Pero también con una profundidad que quien me la respondió supo discernir en el aire.

Porque pregunté cómo se entendía, que, si Jesús había sido gestado por el Espíritu Santo y no por un hombre, hubiera debido esperar a ser bautizado para estar o sentirse lleno de ese mismo Espíritu. La respuesta fue la correcta, gracias a Dios. Jesús había sido gestado y sellado por el Espíritu Santo, pero recién fue bautizado en su fuego poderoso al pasar por la obediencia de ese bautismo para perdón de pecados que proponía Juan. Y que Jesús no necesitaba, porque no había pecado en Él, pero que por simple y humilde obediencia hizo sin que se le moviera un cabello de pudor. Sin embargo, si eso cautivó mi atención, mucho más lo hizo el saber que inmediatamente de ser bautizado por Juan, y hasta imaginándolo con toda su ropa mojada, todavía, Él fue llevado al desierto.

Durante mucho tiempo pensé lo más lógico, que había sido Satanás el que lo había llevado allí para torturarlo, pero leyendo con más atención, me llevé la sorpresa del año cuando supe que había sido ese mismo Espíritu que lo llenó y bautizó el que lo había llevado a aquel lugar árido, seco y similar a un horno por su alta temperatura. Con toda mi inocencia de novato, me pregunté mucho tiempo la razón, el por qué lo hacían pasar por todas esas barbaridades que estaba leyendo. ¿No era torturarlo eso? ¿Y nada menos que al hijo de Dios?

Muy cerca de eso, estaba mi respuesta. Cuando Jesús retornó de ese tórrido lugar, luego de haber sufrido las mil y unas de parte de Satanás, empezó a enseñarles a los que asumían escucharlo nada menos que en las mismísimas sinagogas. Y que, por esa razón, su fama empezó a extenderse por toda la región. El eslabón que me faltaba para entender esto con toda la amplitud que tiene, estaba en una palabra que yo había pasado por alto en la primera lectura. Porque dice que, del desierto, volvió en el poder del Espíritu, y allí se fue a Galilea donde de alguna manera empezó lo que luego me enseñarían que se llamaba El Ministerio Terrenal de Jesús. El mismo que duró tres años, exactamente hasta llegar a la cruz. Y allí mismo, con un muy reducido y singular auditorio, sin proponérmelo en absoluto, di mi primera clase.

Porque luego de pensar en todo lo que había leído, se me ocurrió decir lo que tenía en mente. Y sin pedirle permiso a nadie, simplemente dije: A mí, lo que me queda claro, es que recién cuando fue bautizado en agua y sólo por obediencia, porque Él no tenía pecado, Jesús fue lleno del Espíritu Santo. Y que solamente cuando fue lleno del Espíritu Santo, Dios permitió que Satanás lo llevara al desierto para probarlo. Y que solamente después que pasó la prueba, recibió el poder para hacer todo lo que hizo. O sea que, si yo soy lleno del Espíritu Santo sin ponerle obstáculos, y paso la prueba que se me permita pasar, sea cual fuere, sin ninguna duda, saldré de ella con una calidad de poder como para salir a la calle a hacer todos los milagros que Él hizo.

Te puedo asegurar que todavía resuena en mis oídos el silencio sepulcral que siguió a mis palabras. Con toda sinceridad, te digo yo no esperaba ni aplausos ni comentarios. Estaba absolutamente convencido de lo que decía y simplemente esperaba ver alguna sonrisa cómplice o algún gesto de asentimiento. Nada de eso sucedió entre el grupo de mis nuevos hermanos en la fe. Rostros pensativos, miradas mitad sorpresa y mitad descreimiento. Hasta que uno de los muchachos presentes, el más humilde y callado entre todos los que allí estábamos, se me acercó, me puso una mano sobre mi hombro y casi en un susurro me dijo: A eso no te lo reveló carne y sangre… Obviamente, Tuvo que pasar bastante tiempo para que yo supiera y entendiera lo que ese día él me quiso decir.

De ninguna manera llegué a tomar conciencia de haber recibido una revelación. Sin saber cómo se me había ocurrido decir eso y de donde lo había sacado, para mí era más que obvio decir en voz alta lo que como pensamiento estaba absolutamente fijado en mi mente. No te olvides que, por mi profesión, esa actitud, desde lo carnal, era absolutamente normal. Hoy mismo, ahora mismo, cuando leo lo que acabo de escribir, que es un texto fiel a lo que dije ese día, hace casi cincuenta años atrás, me conmueve y me emociona, porque era sencillamente imposible que alguien como yo era en ese momento, pudiera hilvanar algo así. Pienso en Pedro, que, con toda su tosquedad de pescador casi primitivo, fue capaz de predicar con el mismo nivel de dos intelectuales como Pablo o Lucas. El Espíritu Santo es real y está activo.

Tiempo después, y ya asistiendo a una congregación de las más conservadoras, fui a visitar a un matrimonio a un comercio que ellos tenían, con la finalidad de conocerlos mejor y tender las líneas para incorporarlos como amigos de mi familia. Dialogamos un rato y verdaderamente me sorprendía el nivel de conocimiento bíblico que evidenciaban los dos. Era suficiente con que yo dijera algo y ellos me respondían con la velocidad de un rayo con un versículo o capítulo afín con lo que yo había dicho. Para mí era toda una novedad, porque donde yo me había formado no dominaban las escrituras con esta rapidez y eficiencia. Sólo tuvimos una diferencia doctrinal. Yo había aprendido con aquel grupo de muchachos de mis comienzos que, así como era real la existencia de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, también lo era la de Satanás y sus demonios.

Ellos, formados en otra escuela, no descreían de la existencia de Satanás, “porque era bíblico”, pero sí estaban convencidos que en este tiempo ni él ni sus demonios podían hacer nada con los cristianos que iban a la iglesia. Que todos ellos le pertenecían a Dios y que Dios no iba a permitir que el diablo los tocara. Sí, eso también era bíblico, pero a mí no me terminaban de cerrar muchas actitudes que estaba empezando a ver dentro de la congregación por parte de gente que decía ser santa, pero que, en muchas de sus actividades comerciales o conductas humanas, dejaba en evidencia que no lo era tanto como decían. Era como aquel boxeador, al que, en su rincón, para alentarlo, le decían que iba bien, que estaba ganando. Entonces él, con el rostro tumefacto de tantos golpes, les respondió que le vigilaran al árbitro, porque a él alguien le estaba propinando una paliza…

Y entonces se me ocurrió, de improviso, nunca supe cómo ni por qué, pedirles una Biblia y buscar, con mi escaso dominio de la escritura, el pasaje de Génesis donde Dios maldice a la serpiente por haber empujado a la desobediencia y el pecado a Adán y Eva. Mientras leía eso, que no tenía ni la menor idea de por qué lo estaba leyendo, en mi interior sabía que les tenía que decir algo, pero no terminaba de darme cuenta qué cosa era la que iba a decirles. Recuerdo que les leí donde decía que ella sería maldita sobre todas las bestias, que sobre su pecho andaría y que polvo comería todos los días de su vida. No se sorprendieron ni se impactaron; conocían ese pasaje mucho mejor que yo y hasta habían hecho estudios al respecto. Pero no se esperaban lo que vino a continuación.

Porque sacando autoridad no sé de dónde, simplemente los miré y dije: La serpiente es un bicho maldito hoy, todavía, porque nadie lo ama y todo el mundo le tiene una mezcla de miedo y rechazo. Que se arrastra sobre su pecho no es ninguna novedad. Ni tiene patas para caminar ni alas para volar, así que…tal cual lo dicho, se arrastra. Pero… ¿Alguno de ustedes ha visto alguna vez a una serpiente comer tierra? No. Come insectos y pequeños animales, pero no tierra. ¿Y entonces? Entonces come carne humana. Está autorizada por Dios para hacerlo. Cuando el hombre, que es polvo de la tierra, elige andar en su carne en lugar de hacerlo en el Espíritu, ella tiene derecho legal para destruirlo y comérselo.  

Pude ver a mi nuevo amigo y hermano en Cristo aflojar su mandíbula en un gesto de perplejidad. En sus ojos yo pude ver que en ese momento pensaba que nunca lo había visto de ese modo. La esposa fue más sincera, aunque solamente me dijo… ¡Perfecto! Allí quedó todo. Nos hicimos amigos muy cercanos de familia y compartimos muchas tardes de conversación espiritual e intercambio de conocimiento. Cuando me nombraron como maestro de escuela dominical para matrimonios, ellos fueron mis primeros alumnos. Ya me consideraban maestro de la Palabra mucho antes que yo mismo lo pensara. Ser humilde no es tener baja auto estima. Ser humilde es saber que sabes muchísimo de lo que tienes que saber, pero que eso no te autoriza a menospreciar ni abusar de nadie.

Otra vez. Muy similar al episodio anterior, pero esta vez con lectura bíblica en mano. Yo ni siquiera daba el modelo evangélico tradicional de ese tiempo. Hombre vestido como para una boda con una biblia debajo de su brazo. Se la pedí a ellos. ¿Por qué hice eso? Porque recibí dirección divina para hacerlo, es la única explicación. Que no será muy lógica ni coherente a mis capacidades de entonces, pero que lo es mucho más que buscarle otra explicación más creíble. Hoy, a muchos años de distancia, sé que en ese momento yo era un instrumento muy dócil y maleable a la voluntad de Dios. Mucho más de lo que puedo serlo hoy, cuando corro el riesgo permanente de que mi carne me haga pensar que la sabiduría es mía y no suya, como en ese momento no tuve ningún problema en aceptar.

La otra anécdota singular la tuve mucho tiempo después, cuando por mi trabajo en radio empezaron a invitarme de algunas iglesias a predicar como invitado especial. Iba fundamentalmente porque me gustaba estar en contacto directo con la gente y ver sus rostros cuando les enseñaba algo que les sonaba como nuevo. Por esa misma razón en muchos lugares tuve debut y despedida en una misma jornada. Como me sucedió en una congregación muy rígida y legalista, que se preciaba de poseer un alto grado de santidad en su gente. Iba con un mensaje preparado con bosquejo, apuntes y todos los chiches y, sobre la marcha, cuando estaba empezando, “algo” o “alguien” me llevó a leer el pasaje de Gálatas que habla de las obras de la carne.

Cuando hice un llamado al frente a aquellos que entendieran que estaban pecando en algo y más de media congregación vino hacia mí, sentí en primer término que la mano del Señor estaba presente, pero también que nunca jamás me iban a volver a invitar a ese lugar. Tal cual, cuando me estaba retirando, sólo recibí el saludo de parte de alguna de la gente presente, pero de los pastores ni una golosina para el viaje de retorno. Santidad… Pero esta vez a la que hago alusión, había sido invitado a una pequeña congregación de no más de treinta personas. La mayoría de gente mayor y sólo tres o cuatro jóvenes de ambos sexos. Ninguna visita externa, toda gente miembro de la congregación, así que, como podrás imaginarte, cero evangelismo.

Di un mensaje de enseñanza respecto al cielo y al infierno, recuerdo. Nada fuera de lo común y, si bien los asistentes no se aburrían, tampoco se los veía demasiado entusiasmados. Hasta que en un momento dado y no sé por qué causa o motivo, les pedí que hicieran silencio y que cerraran sus ojos. Yo también lo hice y me quedé esperando sin saber qué era lo que esperaba. Habrás experimentado que, cuando cierras tus ojos, ves todo como de color negro, es una especie de telón. Ese día y en ese lugar, sobre ese telón negro que veía en mi mente, de pronto se me dibujó, en color dorado, una imagen que me resultaba muy familiar de mi época anterior. La imagen de una virgen figura central del catolicismo de mi país en ese tiempo, la llamada virgen de Luján.

No podía entender por qué estaba viendo eso. Yo no era ningún visionario ni profeta, así que lo que me estaba pasando era totalmente nuevo y desconocido. Entonces hice lo más correcto y mejor que podía hacer: le pregunté al Señor qué me quería decir con eso que veía. En mi mente se dibujó con nítida claridad una sola palabra. PACTO. Me llevó un mínimo tiempo darme cuenta que lo que Dios me estaba diciendo era que allí había alguien que tenía un pacto con esa virgen. ¿Te puedes imaginar cómo me sentí? Una iglesia tradicional, con treinta personas que eran las mismas que todos los domingos iban y se sentaban en los mismos lugares por años. Que se conocían todos entre ellos mejor que si fueran de la misma familia.

Que se consideraban todos, unos a los otros, como buenos cristianos, fieles y alejados totalmente de cualquier pecado o error, y a toda esa gente que me había invitado y recibido con tanta cordialidad, ¿Yo tenía que decirles que uno de ellos tenía un pacto con una virgen? Ponte en mi lugar. ¿Qué hubieras hecho? Supongo, si eres como tengo certeza que eres, lo mismo que yo hice. Abrí mis ojos, mire a todos los presentes, y simplemente dije: Perdón, hermanos, pero no puedo continuar hasta que no obedezca una orden de mi Señor. Él me muestra que aquí hay una persona que consciente o inconsciente, tiene en vigencia un pacto hecho con la virgen de Lujan. Si así fuera, le pido que se ponga de pie para orar por eso y cortarlo en el nombre de Jesús.

Y con una enorme duda, entremezclada con alto temor y no poca vergüenza de estar haciendo el ridículo, volví a cerrar mis ojos y me puse a orar en voz baja pidiendo al Señor que me cubriera, que me protegiera, que no permitiera que ningún demonio me produjera derrota. Cuando escuché un murmullo que se fue elevando hasta convertirse en alaridos de júbilo y aleluyas, abrí los ojos. Y cuando miré al público, la vi. Entre todas esas personas que estaban sentadas, una joven mujer, de no más de veinticinco años de edad, estaba de pie con el rostro bañado en lágrimas. No me salió nada para decirle, y ella tampoco me dejó espacio, porque sin que nadie le preguntara nada dijo bien fuerte para que todos la oyeran que a ese pacto se lo había obligado a hacer su abuela materna, una mujer ultra católica y “mariana” (Devota de la virgen María), como prueba de su amor hacia ella.

Pero que ella ahora ni creía ni pensaba en esa virgen, pero que cuando yo hablé, ella sintió que Dios le decía que quería liberarla de esa atadura. El resto te lo puedes imaginar. Oré lo mejor que pude, ordené a los demonios que estaban detrás de esa imagen que salieran de esa joven, rompí las actas y los decretos que ese pacto la habían ligado con las tinieblas y la declaré libre por la sangre de Jesús. La joven se fue al suelo sin que yo la tocara, ni la soplara, ni lo incentivara. Simplemente cayó al piso y, mientras algunas hermanas se acercaban a ayudarla, ella sólo lloraba mansamente y no dejaba de decir ¡Gracias Dios! ¡Gracias Dios! ¡Gracias Dios! Te puedo asegurar que, aunque nadie me adjudicó ningún mérito de nada y todo se lo cargaron en la cuenta al Señor, para mí fue uno de mis momentos más felices, porque sentí la presencia de la gloria de Dios en ese lugar.

He tenido algunas otras anécdotas similares a estas a lo largo de todos estos años, pero de ninguna manera podría auto promocionar nuestro ministerio como lo han hecho tantos otros, como “de señales y milagros”. Tengo conciencia que eso, preponderantemente, (Y estoy hablando por la verdad que conozco, muy por encima de cierto marketing evangélico que también conozco), se produce casi por esencia natural en quienes han sido bendecidos con la unción del evangelista. Que no necesariamente tiene que ver con gente que produce y ejecuta campañas evangelísticas que incluyen sanidades físicas y liberaciones que, en muchos casos, no han sido genuinas. Hablar de esto, me hace sentir mucho peor que hablar del pecado de ese mundo que no conoce al Señor.

Porque a ellos, los que se visten como cristianos pero en su corazón no hay amor a Dios y ni siquiera fe, sí se les podría decir Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen, mientras que, con estos otros, no se podría repetir esa fórmula porque SI saben lo que hacen. Pero resulta ser que, por distintas conveniencias personales o grupales, lo siguen haciendo igual a despecho de lo que el Señor pueda pensar de ellos. Dios se apiade de sus vidas, aunque muchos de ellos parezcan andar por esa vida esperando reconocimiento, aplauso y admiración de las personas, en lugar de misericordia de ese Dios en el que aseguran creer. A Jesús lo conozco, pero ustedes, ¿Quiénes son? Supongo que te suenan estas palabras, ¿Verdad?

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¿Sátiras?

Creo fielmente que la iglesia de este tiempo está en un indudable apuro. ¿Por qué razón? Porque está fragmentada. Cuidado, esta fragmentación también está en la sociedad secular, y quizás, aún en nuestros propios hogares. El problema proviene de los individuos cuyas vidas están fragmentadas. Son personas que quieren perseguir su propio interés personal y sus propias metas privadas, particulares y personales. De esto hay tanto que puedes verlo a la vuelta de tu propia casa. Profesan ser cristianos, pero en realidad son gente de doble ánimo, y si predican, (Porque Satanás, si puede, ataca directamente el púlpito, que es lo que le conviene), lo hacen con doble mensaje, porque tienen metas divorciadas de la meta de Dios y corazones deshonestos que han suprimido lo absoluto y están a la deriva en alta mar.

(Santiago 1: 8) = El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. Cabe aclarar para que se entienda bien, que un hombre de doble ánimo es una persona arrastrada en dos direcciones opuestas. Sus lealtades están divididas, y a causa de su falta de sinceridad, vacila entre la fe y la incredulidad, pensando algunas veces que Dios le ayudará y renunciando en otras ocasiones a toda esperanza. Esa persona, por consecuencia, es inconstante en todos sus caminos, no sólo en su vida de oración. La falta de consistencia en el ejercicio de su fe pone al descubierto la esencia de su manera de ser. Cristo es Rey. Donde hay un rey, hay un Reino. Donde hay un Reino hay una jurisdicción, un ámbito geográfico o espiritual en el que ese rey tiene autoridad, dominio y mando y donde sus súbditos, habrán de estar sujetos, gobernados y guiados por leyes, obviamente, que provienen del Reino.

Hay leyes espirituales de la gracia, hay nuevos mandamientos en Cristo Jesús, y han de ser obedecidos si nosotros hemos de ser usados y bendecidos por Dios. No tenemos que extralimitarnos porque, entonces sí, vamos a caer en el legalismo autoritario, sectario y ridículo que el mundo incrédulo no puede entender de modo alguno que venga del Dios de amor o del Cristo de la redención. No estamos bajo la ley de Moisés, sino bajo una ley divinamente dinámica que emana de la Gracia y el amor de Dios. (Juan 14: 15) = Si me amáis, guardad mis mandamientos. Ya te lo enseñé. Un mandamiento no es ni una sugerencia, ni un consejillo práctico, ni una opinión humana. Es una orden. Y en un ámbito bélico, (Somos soldados de un ejército, recuérdalo), una orden nos deja dos alternativas: se obedece y somos soldados útiles, o se desobedece y nos convertimos en desertores o lo peor: en traidores.

(Romanos 5: 5) = Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Dice que tener esperanza de ninguna manera puede ser motivo de vergüenza. ¿Nunca intentaron avergonzarte, tanto en privado como en público, por tener esperanza en Dios? En tu reacción ante esta agresión se verá, primero, tu estado de madurez, y segundo, tu grado de libertad en Cristo. Si dices para tus adentros: “¡No me entienden, mejor no digo más nada!” y te recluyes, te marginas en una burbuja de material plástico llamada “congregación local”, ni estás maduro, ni eres automáticamente libre en Cristo. Si perseveras contra viento y marea, la cosa es diferente. Quiero aclararte, asimismo, que la palabra AMOR, en este pasaje, es la palabra AGAPE, que es una de las cuatro que se utilizan en la Biblia y es la que define el amor de Dios.

Es una palabra a la cual el cristianismo le dio un nuevo significado, ya que muy raramente este término se utiliza en alguno de los manuscritos pertenecientes a esa época. AGAPE es un amor que se ofrece conscientemente, mientras que PHILOS, otra palabra que también significa AMOR, depende de las circunstancias involuntarias; tiene que ver con Voluntad más que con emoción. AGAPE describe el amor incondicional de Dios por el mundo. No es nuestra estirpe étnica o familiar la que nos hace aceptos a Dios, sino el honrarlo a través de la fe y el amor a Jesucristo. Conviene andar con pies de plomo, entonces, en estos días de doctrinas engañosas y destructores, no sea que nuestra libertad nos guíe a nosotros y a nuestros hijos a la esclavitud. Alguien me dijo alguna vez al pasar: “Mira, hermano… ¿Qué quieres que te diga? Yo no salí un glorioso día de la esclavitud del pecado, para caer en la esclavitud de una politiquería religiosa” … Perfecto.

 No todos encontraron a Cristo de grandes, Muchos son los que han experimentado la enorme bendición de haber nacido en un hogar cristiano y, por lo tanto, tienen el evangelio una visión muy distinta. Pero siempre los hijos habrán de tomar los modelos paternos. Una familia de fe, engendrará y dará a luz hijos que al menos sabrán que cosa es la fe. Pero una familia de “operadores políticos religiosos”, engendrará y dará a luz hijos que harán de la política eclesiástica interna una burda sátira del evangelio y de la libertad en Cristo prometida. Condiciones Requeridas: NUESTRA VOLUNTAD ILUSTRA EL EVANGELIO

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Doctrinas

Son muchos los cristianos fieles y sinceros, pero no muy demasiado informados, que están esperando que lleguen aquellas doctrinas de demonios de las cuales se habla en Timoteo para los últimos tiempos. Y creen, por dar un ejemplo y con llamativa ingenuidad, que un día va a ponerse a predicar un médico en lugar de su pastor y les va a asegurar que ya no hace falta orar por sanidad porque la medicina tiene todo bajo control. A los que esperan cosas así les tengo que decir, lamentablemente, que a la palabra SUTILEZA no la han visto ni discernido. Porque Ignorancia, recuerda, no es insulto, es descripción. Entiende esto, por favor: ¡Ya se están predicando doctrinas de demonios! El problema es que muchos ni siquiera se dieron cuenta. Y otros tantos, con la misma o mayor ignorancia, hasta ayudan a preparar esos mensajes.

Humanismo, filosofías orientales, cientifismo, psicología secular, intelectualidad prioritaria, soberbia y hasta algún avance del ocultismo bajo el barniz de cierta medicina mentirosa que difunden decenas de grupos esotéricos que gozan de buena prensa, ya están proliferando en forma alarmante en muchos púlpitos usando la ignorancia de pseudo predicadores que han hecho del materialismo, el individualismo y la teología de la prosperidad personal, una prioridad, tanto en sus vidas como en la de los seguidores (Y sostenedores) de sus “ministerios”. Cambios engañosos de doctrinas están añadiendo un énfasis erróneo que no es difícil percibir. Muchos llamados “maestros de la Biblia” han ignorado los absolutos de la Palabra de Dios para introducir a la sociedad en una era de supuesta liberación.

Donde quiera que se mire, aunque se mire con superficialidad, se grita, se clama y se aúlla por la libertad académica, por la libertad sexual (Hetero u homo, da lo mismo, según la conducta elegida), por el derecho sobre el cuerpo, emblema del aborto, y la libertad económica. Pero lo más curioso y alarmante es que este mismo grito se puede oír en la iglesia. Son muchos los que vociferan: “¡Yo no estoy bajo las restricciones de la ley! ¡Estoy bajo la bendición de la Gracia! Y como estamos, hermanos míos, en una era de la gracia, permítanme continuar con el pecado para que esa gracia sobreabunde…”, exclaman con una muy increíble, demencial o muy mal intencionada interpretación de Romanos 6:1. (Romanos 6: 1) = ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? (¿Cuántos saben que se deglutieron los signos de pregunta y que omitieron ex profeso las tres primeras palabras del versículo qué sigue?)En ninguna manera.

La posición que han tomado aquellos que reaccionan con vigor en contra de esa forma de legalismo que se las toma con el: “No te pintes, no te pongas esa ropa, no sonrías en el templo, no celebres, no hagas ruido, ponte la corbata, alarga tu falda, corta tu cabello” es muy pero muy diferente a la posición de los que han aceptado alegremente una doctrina inspirada por el diablo bajo el barniz de una libertad no en Cristo, sino aparte de Cristo. Una supuesta libertad que sutilmente ajusta y adapta las Escrituras para darle vía libre a sus deseos carnales: dinero, poder…y hasta sexo libre y promiscuo. ¿Quieres saber que respuestas han esgrimido algunos de los defensores de estas doctrinas? ¡Pero hermano! ¡Lo que hago con la carne no importa! ¡Lo que vale, es lo que hago con el espíritu! ¡Wow! Ceguera.

Aunque parezca ridículo y de hecho lo es, estos sectores siguen condenando ciertos pecados en el mundo incrédulo, mientras son mucho más tolerantes y permisivos para con los mismos pecados en los santos. Recuerdo un pasaje al respecto: (2 Pedro 3: 16) = Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que les ha sido dada, os ha escrito, (16) casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras escrituras, para su propia perdición.

A propósito de esto, el escritor de la carta a los Hebreos, nos dice que un apóstata no es uno que se ha apegado a una doctrina falsa, sino alguien que, ateniéndose a la doctrina recta, se niega a cumplirla en obediencia espiritual. Es donde también el calificativo de PREVARICADORES toma cuerpo y figura. Muchos son los que suelen ver al prevaricador como una suerte de sinónimo de pecador. Y no es que estén errados, pero lo correcto es que, prevaricar, es oír una verdad y creerla, pero decidir no obedecerla por la causa que sea. Yo me pregunto cuántos, hoy, de los que siguen pecando autoconvencidos que están bien, no saben íntimamente que no lo están. ¿Es que piensan engañar a Dios? Recuerda: el pecado si es confesado, obtiene perdón, pero la Prevaricación, no. Está escrito.

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Extremismos

Como se suele decir habitualmente, por amor a las almas, el sólo pensar en cómo están viviendo algunos que censuran el legalismo, no me puedo resistir a pensar que, en ciertos casos, ciertos tipos de ese legalismo no son tan negativos después de todo. Ayudan, quizás, a mantener una especie de sano equilibrio y juicio dentro del cuerpo de Cristo. Tal vez sea como el miedo. Porque el miedo es satánico y no tiene comunión con la fe y la confianza en Cristo, a eso lo sabemos. Pero, y a modo de ejemplo, el miedo del niño a la electricidad, – Quieras o no -, sirve mientras es pequeño para protegerlo de sus consecuencias. Alguien dijo que el principio de la dicha está justo en el mismo lugar que donde finaliza el miedo. Es lo mismo que hablar de la Luz y la Tiniebla. Superado uno, se alcanza lo otro.

Es que todavía no hemos podido dar por finalizado el show de contradicciones en los que se convirtió una gran parte de la iglesia por el simple hecho de leer la Biblia e interpretarla a su manera o, lo peor, a la manera de los cabezones que fundaron la denominación. Mira este pasaje: (1 Tesalonicenses 5: 22) = Absteneos de toda especie de mal. Si este versículo te suena como demasiado legalista, entonces tendrás que coincidir conmigo que Pablo, era legalista. No. No te confundas. Pablo lo dice con claridad y justicia: de TODA especie de mal. La diferencia comienza a surgir cuando nosotros, con dudosa sabiduría y con un incomprensible temor a que ciertas ovejas huyan despavoridas del redil, hemos decidido por allí en alguna reunión de buena voluntad, que “hay males mayores, importantes, y que hay males menores y permisibles”. Esa también es una mentira satánica.

El mal es el mal y en Dios no mora en el mal, por lo que muy difícil será aceptarlo EN CUALQUIERA de sus manifestaciones en los que andan por allí declarando ser sus hijos. ¡Claro que no te estoy hablando de homicidios, adulterios o fornicaciones! Eso es más que visible; hablo, en todo caso, de celos, envidias y fraudes, dentro del cuerpo, tales como pagar trabajos de relación de dependencia con “ofrendas de amor”, un muy “cristiano” eufemismo para disimular evasiones fiscales. Porque este engendro dialéctico de la muletilla religiosa, sólo será apenas un engaño sutil de mucho pueblo evangélico para pagar salarios en negro y así hacer exactamente lo que el propio Jesús mandó no hacer: evadir impuestos. No sé si este versículo te suena legalista, pero tengo que decirte delante del Señor que sigue siendo vigente.

Jesús pagó sus impuestos a un gobierno que era tan o más corrupto que cualquiera de los que nosotros, en cualquier país que vivamos, tenemos por corruptos. Y no fue algo casual o un divertimento usando pececitos, fue algo importante que deseaba fuera enseñado. Por algo lo dejó escrito. De otro modo, dime con total transparencia, ¿Qué razón hubiera justificado insertar en un libro como es la Biblia, un relato de un grupo de muchachos pagando impuestos con monedas sacadas de la panza de un pez? Si aquí no hay una enseñanza puntual sobre un suceso puntual, no sé de qué estamos hablando. (1 Juan 2: 15) = No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Sé perfectamente que este verso ha sido argumento para marginarse de la sociedad y crear una supuesta santidad de monasterios.

Eso, ya sabemos, no funcionó, sólo trajo alcoholismo, homosexualismo y hasta pedofilia. De todos modos, bajo esa interpretación tan santa o santurrona, sí parece que Juan era un legalista. Pero el espíritu del pasaje es muy diferente. La palabra MUNDO, en este texto, es la palabra KOSMON, y no te habla de gente, te habla de una especie de espacio o tiempo cósmico que se podría sintetizar, en una palabra: SISTEMA. De sistema mundano perverso, en este caso, aunque también hay otros, incluyendo al religioso. ¿Sabes cuantos creyentes fieles y sinceros, todavía, eligen vivir de acuerdo con el sistema del mundo, porque no terminan de confiar en el sistema de Dios? Lo que te está diciendo Juan es que no pongas tu sentido o sacrifiques tu vida por algo que: 1) Apela a los apetitos de la carne. 2) Fomenta la codicia o la ambición. 3) Suscita el orgullo o la arrogancia.

 A esto se refiere Pablo cuando dice en Romanos 12:2 que debemos renovar nuestro entendimiento porque esa es la única vía que nos permite conocer cuál es la voluntad de Dios agradable y perfecta para este tiempo. Ver un partido de fútbol o un programa frívolo en la televisión no es pecado, eso es más que obvio. Pero vivir las veinticuatro horas del día y la vida entera misma sin otro objetivo que el seguimiento de los colores de una camiseta deportiva o postergar cualquier cosa por un programa de televisión es una suerte de esclavitud permitida que te lleva a un grado de idolatría que, a su vez, te apartará del amor, el poder, la unción y la presencia de Dios. Sé de lo que te estoy hablando. Cualquier ministro argentino seguramente ha tenido que pelear fuerte contra la idolatría masculina a un club de fútbol o femenina a una telenovela importada.

Es el mismo concepto que desliza Jesús cuando habla, en Mateo 6:24, de la imposibilidad de amar o servir a dos señores: Dios y el dinero. Lo corrobora Santiago 4:4 cuando habla de lo pernicioso que resulta la amistad con el sistema. ¿O no hay congregaciones que han elegido, establecer arreglos y convenios con partidos políticos o gobiernos de turno? Pregunto: Si tú, creyente, quieres participar en la política de tu país y postularte como candidato a algo, ¿Lo harás con el sistema de Dios o con el sistema electoral del mundo secular? Selah. (Lucas 13: 3) = Os digo: antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Esto sí que suena demasiado legalista, ¿No? Bueno: primero tengo que decirte que no lo está diciendo Lucas, lo está diciendo el Señor. Entonces, ¿Jesús era legalista? De ninguna manera. Siempre hay un principio espiritual encerrado en un texto literal.

 De otro modo, la letra te mata. ¿Cuántos saben que la Palabra es vida? ¿Será esto una contradicción? La Biblia no se contradice. Cientos de científicos de alta sabiduría humana han dejado sus vidas tratando de demostrar lo contrario Los epitafios que se leen en sus sepulcros, lo atestiguan. Pese a la literalidad del texto, Jesús transfiere el significado de estos incidentes (En este caso se habían matado dieciocho trabajadores en un accidente), a la esfera espiritual. Él no hace teoría sobre la retribución, sino que habla de las exigencias urgentes del presente. Conclusión: si pongo en mi balanza del rechazo y la repugnancia, por un lado, al Legalismo y por el otro a la Permisividad, descubro que pesan lo mismo. Y como todo exceso o extremo es malo, puedes imaginarte lo que sucedería en un caso o el otro.

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Cuadernos Reales 2

 

Emblemas del Viento Libre

 

Podría haber titulado esto como eleudseróo pneúma, y seguramente alguna crem religiosa me hubiera felicitado por el alto nivel evidenciado. Seguramente hubieran dicho que eso, enorgullece a la iglesia y que blá blá, y blá, tres letras juntas a las que el pueblo evangélico tradicional es demasiado afecto. Pero creo que ya te habrás dado cuenta hace mucho tiempo que, si bien soy parte del pueblo santo, la realidad me muestra que soy mucho más pueblo que santo. Así que elegí mi amado idioma nacional, que, si bien técnicamente se denomina como español, todos aquí sabemos que en realidad debería llamarse simplemente argento. Porque una cosa es la pureza del idioma español con todos sus verbos y giros gramaticales y otra muy distinta esta mezcla rara como brotada después de una noche de juerga, que es ese cocoliche que hablamos por estas tierras y que nosotros seguimos llamando…castellano.

Entonces, te cuento que elegí este título porque surgió de un algo no previsto ni preparado. Soy un ministro del Señor con dirección para la enseñanza y, en cada uno de mis trabajos, procuré siempre aportar algo más, algo fresco o algo nuevo a partir de lo que el Espíritu Santo me mostrara. Pero, justo es reconocerlo, todavía muy influido por la cultura eclesiástica, en cada uno de esos casos procuré no irme por ninguna rama verbal y darle al texto bíblico literal el espacio adecuado para decir lo que debiera decir. Sólo cometí un error que hoy y ahora comenzaré a tratar de enmendar: empecé a hablar con la gente en idioma evangélico. O sea: se me pegó el idioma Reina Valera. Y eso, me guste o no, sigue siendo religión. Evangélica, pura, bien intencionada y ultra bíblica, sin ninguna duda, pero religión al fin.

Y esa duda me llevó a orar por algo puntual y específico: pedirle al Espíritu Santo que me mostrara si habría otro modo de trasladar esas enseñanzas semanales que hace tantos años estoy entregando, un léxico real que esté alejado de la típica y tradicional jerga interna que traigo por espacio de más de treinta años. No reniego de ella, porque me permitió comunicarme, hacerme entender y llevar al fin y al cabo a cada uno de los receptores el fundamento que debía llevarles. Pero; ¿Cuántos de ustedes saben, como yo, que el Espíritu Santo siempre tiene respuesta a preguntas realizadas con ánimo de servicio corporal? Me dijo que sí, que se podía hacer eso, pero que para que fuera posible, debía dejarlo fluir a Él y no estorbar yo con mis elucubraciones teológicas personales. Auch…

Obedecí. Y lo hice del modo más complicado que se nos puede presentar a los ministros: haciendo a un lado toda nuestra capacidad de organización y detalle y dejándolo fluir a Él como a Él le viniera en gana. No fue fácil para nada, te lo aseguro. Porque allí descubrí con cierta emoción que el peor enemigo que tiene Néstor como ministro del Señor, es un hombre de carne y hueso, con pasado periodístico y cierta minúscula formación cultural, llamado Néstor. O sea, yo mismo. No me extrañaría para nada que a muchos de ustedes que hoy me leen, les estuviera sucediendo algo parecido en el área que sea de sus vidas personales. Si mi mayor obstáculo es la carne, ese Néstor físico, natural y humano, no será justamente quien más colabore con el Néstor ministro del Señor.

Néstor, o como sea que mi Padre me llame en su ámbito celestial, donde todos tenemos y tendremos un nombre nuevo. Nuevo con relación al terrenal que figura en nuestros documentos, pero antiguo en lo espiritual, ya que data desde antes de la fundación del mundo. Lo has leído a eso, estoy seguro. Y allí fue donde no pude evitar rememorar la imagen de Juan en la desolación de Patmos. Fue una idea desconocida en mis ideas tradicionales, que me visitó en varias ocasiones. Escribe lo que veas sin cuidar las formas, era lo que me llegaba desde adentro. Claro…¡Facilísimo! Okey, Espíritu Santo, te he entendido perfectamente. Te oigo a ti y, tal como tú me lo dices, yo lo repito y listo. Facilísimo. Sólo una duda: ¿Cómo se hace eso? ¿Tengo que diagramar lo que debo decir y luego armarlo?

No. Esa fue la amorosa pero seca y firme respuesta. Esta vez no harás eso. Simplemente te sentarás en tu teclado, cada día, y escribirás lo que te dicte. Y no le pondrás títulos ni números. Tampoco repetirás, como papagayo amaestrado, capítulos y versículos que todo el mundo cristiano ya debería conocer de memoria. Sólo hablarás de lo que vives y sabes, pero tal como te brote y como sepas. Estoy seguro que Él vio mi mandíbula caída hacia abajo en señal de estupor o desorientación. Y como me tiene y nos tiene tanta misericordia y paciencia, puso su mano en mi hombro y dijo: simplemente escribe, yo haré el resto. ¿Alguna vez esa maravillosa voz que no sale de ninguna parte y brota de todas al mismo tiempo, te dijo algo así? A mí tampoco. Imagínate mi rostro…

Y puedes seguir imaginándote mi reacción inmediata. No suelo ser lento en estas cosas porque, de alguna manera, tengo cierto ejercicio profesional para el diálogo veloz, para el ida y vuelta coloquial y para preguntar con criterio. Pero me olvidé con quien estaba hablando. Algo sonó así: Y no me preguntes cómo lo haré, porque yo soy viento y nadie sabe de dónde vengo ni hacia dónde voy, así que simplemente acepta sorprenderte cada día con esto que, seguramente, desde tu “profesionalismo”, te sabrá a una mezcla informe sin orden ni esquema. Y si no me estorbas con tus iluminadísimas imaginaciones de escritor de panfletos, yo podré ser lo suficientemente libre para que lo que escribas pueda bendecir la vida de aquellos que lo necesitan. ¿No era esa tu oración ministerial preferida? Sí, Padre; sigue siéndola. Eso es un símbolo, un estandarte, un emblema en mi vida.

Emblemas del Viento Libre. Ese es el único título que le darás esto. ¿Capítulos o subtítulos nada, Señor? Capítulos y subtítulos, nada. Así escribe el mundo. Nosotros pensamos, decretamos, soltamos y escribimos textos uniformes y completos. No es nuestra responsabilidad que luego el hombre haya fabricado de ellos capítulos, versículos, títulos y subtítulos. Perdón, Señor, pero hoy la gente lee mucho menos que hace algunos años atrás, y si le damos una masa compacta, no creo que se sienta con mucho deseo de meterse en su lectura. ¿No puedo tal vez dividir esto por temas, tanto como para agilizar su lectura? No. No puedes. Los que necesitan leerlo, lo harán, no te preocupes. Yo los enviaré allí. Mi Espíritu suele ser muy convincente.

Listo, Padre. ¿Cuándo empezamos? Ya mismo. ¿Cómo que ya mismo? ¡No tengo ni la menor idea sobre qué escribir, ya mismo! Es que yo no te dije que escribas ya mismo, te dije que empezábamos. ¿Es que ya no sabes cómo se empieza algo en alineación conmigo? Ehhh… ¿Orando, Señor? Obvio, es la única vía de comunicación que tenemos. Tus computadoras, tus redes y tu teléfono te sirven para escribirte con otras personas, aunque no siempre para comunicarte, pero conmigo no te sirven de nada. Si no hablas en tu intimidad conmigo, jamás sabrás que quiero o qué NO quiero, ¿Entendido? Entendido. Ya mismo dejo todo como está y, antes de irme a dormir, oraré por esto. Lo que suceda mañana, ya no es mi asunto, creo fielmente que es el tuyo. ¿Amén? Amén.

El comentario, esta mañana, estaba escrito con respeto y comprensión, pero con un inocultable sello de fastidio y contrariedad. Lo firmaba simplemente José, probablemente un seudónimo, y decía textualmente: “Soy una persona mayor, con muchos años en la iglesia, y no puedo aceptar ni incorporar todo lo que ustedes, los jóvenes de hoy, pretenden añadirle al evangelio tradicional. Entiendo que la sangre nueva llegue con ínfulas de cambios y reformas, pero no es eso lo que nosotros los mayores necesitamos. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y no es aceptable que se lo presente como reformador de una iglesia de dos mil años. Lo insto a modificar sus enseñanzas.”

Lo cerraba con un Dios le bendiga y con aleluyas y glorias a Dios. Busqué la manera de responderle, pero no había forma. La dirección de correo que había dado era inexistente. Una verdadera pena. Suele suceder. De gente muy valiente y de alto coraje, está repleta la iglesia. Y digo que es una lástima, porque no me dio la oportunidad de comentarle que en los próximos días estoy por cumplir los ochenta. Si a eso, este “hombre mayor”, le llama “jóvenes de hoy”, entonces me temo que el que debe cambiar algunas cosas, es él. Es muy cierto que de salud estoy impecable y que mi espíritu sigue siendo enteramente joven, pero…ochenta años, son…ochenta años, ¿Les queda claro?

Entonces, ahí viene cuando tú, que tal vez consumes algunos de nuestros trabajos espirituales, te preguntas por qué este hombre, (O sea: yo), con esta edad, en lugar de estar jugando con sus nietos, viendo fútbol por la tele o sencillamente tomando algo fresco mientras disfruta de la naturaleza y de una vida que Dios mismo le está regalando, elige meterse en una guerra casi personal que todos los días es capaz de traerle un nuevo enemigo. O el mismo, pero agrediendo a través de distintos cuerpos. Gracias por tu empatía, pero yo me he preguntado lo mismo muchas veces y siempre encontré la misma respuesta: Porque es lo que mi Señor me envió a hacer. Y supongo que vas a entenderme y creerme si te digo que, contra eso, no tengo absolutamente más nada para decir o añadir.

De hecho, Él no me mandó a abrir iglesias, ni a ser pastor de ninguna, ni tampoco a hacer proselitismo evangelístico y, con el resultado obtenido, armar grupos de aprendizaje o de alguna cosa parecida que produzca algún interesante ingreso de prestigio y, por ende, también de un dinero extra que, en mi país, créeme que siempre es vital. Yo ya conté que mi Padre celestial me sacó de mi trabajo secular cinco años antes de la edad de retiro por jubilación. Y no lo hizo para que fuera a sentarme en un banco de una plaza a arreglar un mundo que no tiene arreglo, con otros señores jubilados. El me dio un diamante y me enseñó como usarlo para rasgar esas cantidades monstruosas de cajas de cristal llamadas babilonias religiosas, para rescatar de su interior a sus cautivos.

Con los primeros liberados les aseguro que me sentí acariciando estrellas y planetas con las manos. ¡Era tan sencillo sacarle los cautivos a la religión! ¿Cómo no se le ocurrió a nadie, antes? Mi ego se infló unos centímetros y por momentos me sentí hasta con posibilidades ciertas de ir a la casa de algún amigo a sanarle la suegra con fiebre. Pero luego lo pensé mejor. Estos tiempos son tan distintos a aquellos, que no hubiera sido raro que me quedara sin amigos por hacer cosas así. Decimos creer en Dios, confiar en Él y amarlo por sobre todo y todos, pero no siempre tenemos claro hacia dónde se dirige cuando se mueve, y ni hablar de alinearnos con Él en ese andar.

Porque, al poco tiempo de empezar a cumplir con mi sagrada misión, caí en la cuenta que me estaba dando de narices con dos enemigos básicos. Uno, el legendario, el líder del reino de las tinieblas y su bandada de demonios amaestrados, nada nuevo, era de esperarse. Pero el otro, ese sí que resultó una novedad incomprensible. Porque a poco de ir metiéndome más y más en Palabra fresca y revelada y dejando a un lado la hojarasca recibida por años, fui cayendo en la cuenta que había muchos, pero muchísimos cautivos, que, a la hora de tomar la gran decisión, no se atrevían, por hache o por be, y elegían quedarse como cautivos de lo conocido, en lugar de pasar a ser libres de lo desconocido.

Tontos, ignorantes, dos de los calificativos que se te ocurren en el primer momento, porque, piensas: ¿Cómo puede ser que alguien, habiéndose dado cuenta que está cautivo de una serie de rutinas, muletillas, fraseologías y rituales que no lo llevan a ninguna parte, en lugar de aceptar una libertad que le permitirá ser, entre otras cosas, más que vencedor, elige quedarse con eso vetusto que ya ha visto fracasar decenas de veces? De hecho; cuando se te pasa el primer impulso, que como buen argentino que uno es, es el de ir y gritarles cuatro cosas a esos religiosos voluntarios, comienzas a darte cuenta que la cosa pasa por otro costado que no es simplemente el de la tontera o la ignorancia.

El asunto, créeme, es bien espiritual. Porque el infierno tiene todo el caudal de fiesta y promiscuidad a su servicio para cautivar al mundo incrédulo y llevárselo al fuego eterno, pero también tiene un elemento básico y central para hacerlo con los que dicen ser cristianos: La Biblia. ¿La Biblia? ¿Cómo que la Biblia? ¡Si! ¿Nunca te dijeron que Satanás conoce mejor la Palabra que tú? ¿Lo creíste? De acuerdo, en parte es así, pero pongamos las cosas en su sitio. Satanás conoce la letra, el logos, mejor que cualquiera de nosotros, pero jamás podrá tocar la genuina Palabra de Dios, el rhema revelado. ¿Por qué? Porque no tiene al Espíritu Santo guiándolo. ¿Y entonces por qué a veces derrota a los cristianos? Simple: porque muchos de ellos tampoco lo tienen. O lo tienen, pero no le permiten guiarlos.

A mí me enseñaron, seguramente igual que a ti, que debía leer la Biblia, al menos un capítulo diario. De ese modo, me aseguraron, estaba cubierto por el poder de la Palabra y todo se me iba a hacer más sencillo. Lo hice. En primer término, sin poder resistir la más fácil de todas. Si tenía que leer un capítulo por día, ¿Qué mejor que leer los Proverbios, que justamente son treinta y uno, como esos meses que tienen esa cantidad de días? Me gustan los Proverbios porque es sabiduría pura, pero no me dio el pinet inicial de mis comienzos en el Camino para darme cuenta que mientras esos Proverbios son guía sabia para mi alma, lo que yo necesitaba desesperadamente para crecer en Cristo y no tanto en las historias del Antiguo Testamento, era alimento para mi espíritu.

Y a tu espíritu humano, amiga/amigo, lo único que lo puede alimentar es la Palabra de Dios revelada para hoy. Y a eso, mucho me temo que no lo vas a conseguir quemándote las cejas en un seminario. A eso solamente lo puedes acceder si el Espíritu Santo es una verdad en tu vida y se convierte en el único capaz de guiarte a toda esa verdad, que de paso te digo, es la única. Con eso en mente, un día te decides y empiezas a leer La Biblia. Y de inmediato, al segundo capítulo de Génesis, ya te sientes uno más de la cofradía santa. Si alguien no te ilumina, seguramente comienzas por ese libro, porque es el primero y todo libro que se lee se comienza por el principio. Es un error, pero a eso lo sabes mucho tiempo después. La Biblia se lee por dirección post oración, porque esa es la única manera válida y conocida para recibir revelación.

Tomas tu Biblia, tal vez por la mañana, mientras desayunas, y los primeros ocho o diez versos que lees, lo haces lentamente, asimilando y concentrándote en todo lo que dice. Al noveno o décimo, te traiciona la ansiedad natural y carnal y tomas velocidad. Quieres terminarlo para poder asumir que has leído lo que debías leer. Obviamente, a esa velocidad no entiendes nada, no registras nada y, al día siguiente, no recuerdas absolutamente nada de lo leído el día anterior. No obstante, eres perseverante y eso te hace tomar el hábito y, obviamente, recibir la bendición, que, aunque mínima o limitada, en comparación con la nada anterior, es enorme y te produce gozo.

Y si como sucede con una gran mayoría de creyentes nuevos, entremezclas tu lectura bíblica con la natural asistencia a la congregación a la que has empezado a concurrir, a los tres o cuatro meses, como máximo, y mitad por un algo natural y casi automático, y la otra mitad por copia, por imitación, ya que es lo que oyes mayoritariamente, empiezas a hablar en un nuevo idioma que te mencioné hace un instante. Que no es ni hebreo, ni griego ni arameo, sino el clásico y tradicional idioma evangélico: el Reina Valera. Y esto, que parece una nimiedad, es tan singular que merece un párrafo aparte.

¿Durante cuánto tiempo, -suponiendo que hayas cambiado-, pensaste que hablar la Palabra de Dios era repetir capítulos y versículos de modo textual, porque te enseñaron que eso era lo que bendecía y tenía poder divino? ¿Nadie entendió que hablar la Palabra de Dios, realmente era poderoso, pero no tenía nada que ver con repetir textualmente lo que la traducción más tradicional dice, y que decenas de distintas versiones también respetables, reproducen en muchos casos, de distinta manera? Evidentemente, no. Yo mismo me he sentido mal si proclamaba una Palabra de Dios sin recitarlo textualmente.

Y te aseguro que con esto no estoy avalando en absoluto las versiones denominadas de lenguaje popular o actual. No tengo nada contra ellas, pero en una gran proporción de casos, por no estar traducidas bajo unción divina, sino bajo conocimiento humano, llegan a desvirtuar el sentido de un texto al extremo de mostrarlo a veces de modo opuesto al que fue enviado por el Espíritu. Te lo paso en limpio: una cosa es hablar como habla la mayor parte de la gente, pero otra muy distinta es hacerlo como lo hace la gente maleducada o grosera. En mi país, hoy, está de uso utilizar lo que llaman “lenguaje inclusivo”. Es una larga y triste historia, esta, pero lo resumen usando el nosotros, nosotras y nosotres. Lo siento, Dios dijo Varón y Hembra. Punto. Y cuando escribo punto, no es por soberbia ni arrogancia, sino porque no tengo más nada para decir por una sencilla razón: Dios no dijo más nada al respecto.

De todos modos, el problema más grave que tiene el creyente genuino, es la inmensa cantidad de cristianos nominales con los que comparte. Porque muchos de ellos ostentan posiciones dentro de las organizaciones y, como tales, no es anormal que enseñen, prediquen y hasta interpreten a su modo ciertos pasajes inéditos. Así también fue en la antigüedad. Yo sé con total certeza que lo que está escrito en mi Biblia es la Palabra de Dios, pero es mi responsabilidad buscar la guía del Espíritu Santo para leerla, ya que no siempre lo traducido es fiel a lo dicho en los originales. Alguna vez aprendí y enseñé que en el primer versículo del Génesis no es lo mismo que diga En EL principio, cuando en los originales, en realidad, lo que dice es En UN principio. Y como este, hay muchos ejemplos más.

De todos modos, cuando comencé a dar mis primeros pasos ministeriales en la radio, ya traía los hábitos tradicionales de la enseñanza congregacional. Y para peor, del caso, de una bien conservadora. O sea: poca conversación y mucha Biblia. Ese era el estilo. Yo no encajaba del todo, pero estaba allí y respetaba las directivas pastorales. Lectura de un pasaje extenso, nada de versículos sueltos. Luego una introducción, tres puntos definidos y delineados y un cierre con contenido moral bien claro. Cualquier similitud con Homero NO ES coincidencia casual. Buenos mensajes, pero ciento por ciento intelectuales y decididamente almáticos. Te diré algo. De ciertos hombres que marcaron mi vida con sus enseñanzas, aún hoy a cuarenta años de distancia, recuerdo sus mensajes. De los que predicaban todos los domingos en la congregación, pese a haberlos escuchado por años, no me acuerdo de ninguno.

Los adversarios más progresistas, no eran demasiado distintos. Menos Biblia, pero más bullicio, mucha oración en lenguas y muchos mensajes y predicaciones mechadas con echadas fuera de demonios, pero la realidad, dejaría en claro que había un alto porcentaje emocional, muy por encima del espiritual. Las dos iglesias más grandes de mi ciudad, conjuntamente con la que en ese momento me albergaba, peleaban palmo a palmo por las almas y los convertidos en las campañas de don Carlos Anacondia, quizás el evangelista internacionalmente más conocido de mi país, y se los repartían en cada una conforme a sus predilecciones.

De todos modos, donde fuera que les tocara en suerte aterrizar, los sonidos más o menos serían parecidos. Con más o menos volumen, con más o menos fuerza, con más o menos bullicio, pero similares contenidos. Introducción, tres puntos, remate. De la predicación espontánea que podía durar veinte minutos o cinco horas con la que se manejaba la iglesia primitiva, nada que ver. Que a uno de nuestros predicadores se le quedara gente dormida en el templo, era factible, pero por aburrimiento, no por bloqueo espiritual. De todos modos, no se les caían al suelo, como le sucedió a Pablo. Y a mí, que todo eso también me aburría un poco y me cansaba otro poco, no se me podía ocurrir nada que cambiara algo. Seguramente el culpable pecador duro y porfiado, era yo. Ellos hacían lo correcto. Pensamiento masivo y no declarado por pudor.

Las cosas eran así y nada más. Porque así las había aprendido de gente que, a su vez, las había aprendido de otros anteriores, y como tal, nada iba a modificarse. Hablarle a alguien para que acepte a Cristo era sinónimo virtual de agarrarlo de las solapas y leerle a pura prepotencia versículos y más versículos, esperando que un milagro divino transformara todo eso en una conversión. A ver: ¿Dio buenos resultados, eso? No. Pero Néstor, ¡Se convirtió gente de ese modo! Es cierto, pero no te olvides que Dios es bueno, tiene misericordia y paciencia todo el tiempo, y además es Él quien añade a los que van a ser salvos, no el hombre. Si esto te suena a invento malintencionado mío, lo lamento; es bíblico absolutamente, búscalo.

El caso es que me he pasado cerca de cincuenta años de mi vida leyendo capítulos y versículos, extrayendo de ellos toda clase de enseñanzas, moralejas y de tanto en tanto alguna revelación que, al primero que impactó al borde de las lágrimas de gozo, fue a mí mismo. La pregunta, es: ¿Resultó? Si, para una franja no demasiado grande de gente que entendió lo mismo que yo había entendido, resultó. ¿Y los otros? Los otros se fueron en búsqueda de profetas que les profetizaran cosas buenas. Me fastidia y mucho la superficialidad, la tilinguería y el cholulismo del mundo secular, pero me fastidia mucho más la que tenemos dentro de nuestros ambientes. Tilinguería y cholulismo, te aclaro, son términos argentos, que se podrían traducir como de una excesiva frivolidad y desapego por las cosas serias.

Tilingos, aquí, son los que se ocupan y preocupan por las vidas de artistas o deportistas famosos, mientras casi a su lado, hay niños muriendo por desnutrición. Cholulos, son los que desatienden sus trabajos y familias para dedicar tiempo y esmero a personajes famosos que, obviamente, casi siempre los ignoran.  Cuando pasan los años, todo ministro que haya sido enviado a serlo, descubre que la verdad, base sustancial del evangelio de Jesucristo, que precisamente es La Verdad, independientemente de estar acompañada por el Camino y la Vida, no produce rédito. Algo así como “¡Miénteme, que me gusta mucho!”. Por eso hoy, cuando todo el andamiaje cercano preanuncia una apostasía cada vez más cercana y ciento por ciento bíblica para los últimos tiempos, siento pena por esos profetas que todavía andan por la vida anunciando avivamientos. Me cuesta decirlo, pero eso no evita que sea verdad: hoy por hoy, “la mentira piadosa”, (Término inventado por el catolicismo romano) paga mucho mejor que la verdad.

Aquí es cuando entiendes dos cosas: la primera de ellas, es por qué a la Babilonia espiritual, Dios mismo la llama “La gran ramera”. ¿Cómo subsiste una ramera? Vendiendo su cuerpo. ¡Su cuerpo!, ¿Lo estás viendo? ¿Y cuál es su estrategia favorita para poder engañar a quienes vienen a buscarla? La seducción y la simulación. La mentira con disfraz religioso, emocional, sentimental y corporal es la que no sólo le permite subsistir, sino que, en muchos casos, hasta le proporciona abundante riqueza material, alto respeto social y hasta grandes posibilidades de adquirir mayor poder. ¿Alguna relación con un tal Jesús? Sí, cada tanto dejan de hablar de las hazañas de ellas mismas y le dedican un par de palabras. Por eso es que la gran mayoría de sus miembros, no conocen a Jesucristo, sólo tienen alguna información acerca de Él.

La segunda, como no podría ser de otro modo, el por qué se ha dado en llamar Babilonia a la iglesia falsa, paralela, mentirosa y plagada de show, espectáculo, entretenimiento y palabrerío gelatinoso que capta, seduce, atrapa y, finalmente, cautiva y oprime. Lo peor del caso, es que todos somos testigos de mucha buena gente, creyentes sinceros y fieles, buenas personas y muy obedientes, que resuelven seguir esclavos de ese sistema porque les han metido en la mente el miedo a todo lo nuevo. De hecho, para muchos cristianos, lo nuevo es lo que en realidad es antiguo, lo que en algún tiempo se supo denominar como sana doctrina. El problema más grave radica en que la iglesia, como institución terrenal, parece siempre en oposición con todo avance.

Y eso, que en algunas cosas podría ser prudente, le juega en contra a la hora de recibir a los jóvenes. Ellos están más dispuestos a todo lo nuevo y lleno de interrogantes, que a lo antiguo que ya se conocen de memoria y no les dice nada, porque no han visto resultados convincentes. Y así va pasando la vida de aquellos que quieren crecer; enseñando, enseñando y enseñando. Algunos días, repitiendo revelaciones pasadas que no son pocos los que las olvidan. Otros días, ajustando aquí y allá nuestras conductas con la finalidad de seguir siendo vasos útiles. Y otros tantos días más, mostrando lo nuevo, lo que viene recién revelado para nuestro entendimiento y cambio, para aportar lo divino a una reforma terrenal que dice representarlo.

Siempre con un texto bíblico como respaldo, porque de otro modo, siempre va a aparecer el escriba moderno o el fariseo sin tiempo que te cuestionará, te tratará de hereje, blasfemo y te dejará a un paso de oír que echas fuera los demonios por Belcebú. La historia, incluida la de la iglesia, siempre gira en círculos, ¿Sabes por qué? Porque a la historia la escriben los hombres, y a la manera de aquel pueblo rebelde y desobediente, el hombre envanecido de sus conocimientos y virtudes, sigue dando vueltas en círculos sin llegar a ninguna parte. Aunque hace muchos años Dios mismo le haya mostrado una hoja de ruta que hace imposible que te equivoques. No es culpa de Dios si nosotros resolvemos viajar a tientas y a ciegas, en lugar de permitir que Su luz nos alumbre.

Al hombre natural, al que yo llamaría el Adán moderno, le encanta y le seduce la moda. Todo lo que está de moda, lo atrapa y lo domina. Sólo un problema: Dios no acepta estar de moda. No voy a engañarte ni a jugar al adulto superado y dinámico. A mí en lo personal me agrada y mucho tomar un texto y desmenuzarlo, desarmarlo y sacar y entresacar lo precioso hasta de lo vil. Podría decirte que es mi manera preferida. Pero yo no estoy aquí para hacer lo que me gusta a mí, sino lo que más convenga al Reino y sus intereses espirituales. Y si decido hacer eso, no me queda otra opción que obedecer lo que el Rey disponga. Eso y no otra cosa es ser guiado por el Espíritu Santo. Porque más allá de las teorías, ponencias, teologías y hasta credos que no se ponen de acuerdo si es uno en tres, tres en uno o uno por cada lado y sin mucho que ver con el otro, el Espíritu Santo ES Dios. También ES Cristo.

Y hay una realidad notoria y más que concreta: cuando Él habla, el hombre calla y obedece, o se cruza de acera y entra en rebelión. Esto, inevitablemente suele traer la consabida pregunta: ¿Entonces a usted Dios le habla, hermano? Sí, igual que como te habla a ti. No es responsabilidad de Dios ni mía, si por invertir tu tiempo en otras cosas, (Por allí hasta de las llamadas “santas”) no te haces un hueco para entrar en pausa y escucharlo. ¿Voz audible? ¿Visiones? ¿Sueños? ¿Pensamientos? ¿Palabras dichas por alguien? No lo sé; con cada uno de nosotros, Dios tiene un modo distinto. Y también un idioma distinto. Por una vez, al menos, entendamos que Dios es Dios, y no un hombre al que llamamos “dios” y que se mueve conforme a nuestras rutinas y costumbres.

Por ejemplo, su voz. Si yo escucho su voz, obviamente es en español. ¿Y si la escucha un creyente inglés, un alemán, un coreano o un hebreo? Será en el idioma de cada uno de ellos. ¿Y entonces? ¿Cuál es el idioma de Dios? El celestial, que es uno que ninguno de nosotros conoce, a menos que sea invitado por Él, como lo hizo con Enoc, Pablo y tantos más, a visitar su residencia. Dios no habla idioma terrenal porque es Espíritu celestial. Dios no tiene tiempos cronológicos porque vive en su tiempo Kairós. Los pintores que dibujan a un Dios anciano, de cabellos blancos, largos, jamás leyeron una Biblia. Y lo peor es que se lo hicieron creer a muchos que se supone que sí la leen.

O al menos declaran leerla. Dios no usa reloj, Dios no cumple años. Dios nunca fue, ni está siendo, ni será. Dios siempre ES. Por eso una de las mejores traducciones de sus nombres es Yo Soy. ¿Y qué me dice cuando me habla? Como generalmente lo hace cuando me invade el espíritu de desaliento, me dice lo que ya viene diciendo por siglos: Yo te pido que te esfuerces y seas valiente. Ok. Papá, trataré. No sé cómo me va a salir porque soy espiritualmente niño, pero trataré de hacerlo, lo mejor que pueda. Eso es ser ministro, no mostrarte como omnipotente. Eso es pretender ser un dios visible, y es mucho peor que no hablar de Él. Dios no es imagen y semejanza de hombre. El hombre es imagen y semejanza de Dios. No es lo mismo. Estudia. Aprende.

Entonces, un día me cansé de capítulos y versículos y pensé que me estaba volviendo incrédulo, o blasfemo, o rebelde. Clamé y pataleé como niño en pleno berrinche y Él simplemente me dijo: Yo jamás hablé en capítulos y versículos, tampoco. No te preocupes. Sólo diles lo que yo estoy diciendo, y estarás correcto. Por un momento me quedé con mi boca abierta y mi mandíbula caída. De verdad, Señor, ¿Tú me autorizas a enseñar o hablar de tus cosas sin mencionar capítulos y versículos? Una vez más, su respuesta fue para dejarme patitieso: No puedo autorizarte a algo que ya he ordenado. A los capítulos y versículos los inventaron los hombres.

 ¡Pero es que, si no leo capítulos y versículos, muchos me van a cuestionar duramente, porque están convencidos que hablar de ti es decir lo que dice la Biblia! Lo sé, pero fue la religión humana la que inventó eso para limitarme. No te apartes de lo que yo he dicho y no estarás pecando. Sólo un detalle: procura vivir lo que dices. Ahora sí puedo sentirme más liviano, porque liberado de esa caja de cristal escrito que siempre tuve como límite, puedo desplegar las alas a favor de ese viento fresco y libre que es la Palabra de Dios a lomos de las simbólicas plumas de esa también simbólica paloma llamada Espíritu Santo…

Lo tomas o lo dejas. Si el Espíritu Santo que guía mi vida ministerial, es el mismo Espíritu Santo que llena tu vida de fe, no tendrás ningún problema en acompañarme, porque el Espíritu es uno solo y no se contradice. Si uno de los dos no lo tiene claro, entonces en uno de los dos no gobierna el Espíritu de Dios. Pero como no puedo salir a la vida a mostrarme como un adalid de todas las verdades, es mi deber de hijo de hombre dejar constancia que, si el Espíritu Santo te dijera o te mostrara a ti que algo de lo que digo no es la verdad genuina, entonces, deberás entender que mi carne ha prevalecido en ese punto y lo mejor que podrás hacer es no aceptarlo y dejarlo a un lado. No entrar en debate, porque el evangelio jamás fue ni será debate de ideas, sino fe y confianza en el Dios de todo poder.

En estos casos, examinarlo todo y retener lo bueno, sigue siendo un excelente consejo por una sencilla razón: no hay hombre, fuera de Jesús, que se encuentre en un nivel de santidad y con sus ropas excelentísimamente blancas y puras, como para arrogarse tener todas las verdades y todas las respuestas a todas las preguntas. Somos cuerpo de Cristo en la tierra, es cierto, pero también somos nacidos de mujer, no del Espíritu. En eso, solamente en eso y es suficiente, Jesús es Jesús y cada uno de nosotros somos lo que somos. Imitadores fieles, en todo lo que se pueda. Reemplazantes, jamás.

Es notorio que, si deseas ser creyente, lo primero que debes tener, es fe. Primero, porque ya sabes que sin fe es imposible agradarle a ese Dios en el que vas a creer. Y segundo, porque sin tener ni una mínima noción de todo lo que espiritualmente se está moviendo en tu interior y a tu alrededor, ya sabes que la única manera de acceder a una eternidad sin desconsuelo, castigo o como más te guste denominar al infierno, es teniendo fe. El que es obediente, o justo, solamente teniendo fe vivirá eternamente. Entonces, si tienes la posibilidad de caer en una iglesia de las conservadoras, pronto te van a enseñar que la fe está muy buena, y que es importante que la tengas, pero que tienes la obligación de estar con tus pies sobre la tierra.

Así es que, -te dicen-, lo mejor será que moderes esa fe de un modo racional. Esto es: una fe que se pueda analizar, examinar, evaluar o definir. Fe en la vida, fe en el amor y fe en las buenas obras, de acuerdo. Pero fe en los milagros, la sanidad del cuerpo o la liberación de demonios, vamos a discutirlo, porque tampoco es cuestión de andar dando vergüenza por allí jugando al místico, fantasioso o supersticioso. Fe racional, eso se te pide. Genial. Tener certeza de lo que estás esperando y absoluta convicción de lo que no estás viendo, es decididamente racional, si, cualquiera puede analizarlo, si… ¡Ay! ¡Ignorancia! ¡Ay!

Y cuando digo ignorancia, es más que obvio que no estoy insultando a nadie. Me costó bastante, pero gracias a Dios, en algo pude derrotar a ese ego infame, que es el que te lleva a descalificar y hasta insultar a los que no piensan como tú. No es este el caso. Digo que son ignorantes, sencillamente porque ignoran, como durante mucho tiempo también yo ignoré, una serie de cosas que son de un modo casi opuesto al que nos habían enseñado. Ser ignorante, en suma, desde lo espiritual, es no tener conocimiento de la verdadera esencia de Dios, por causa de una enseñanza recibida, aceptada y creída, que nos vendió un Dios lejano, cruel, feroz y hasta injusto.

El mismo que tenían aquellos antiguos, y que llevó al profeta a decir que ese pueblo iba a perecer por falta de ese conocimiento. De hecho, ese pobre profeta antiguo no fue culpable que muchos fariseos modernos entendieran eso como falta de preparación intelectual. Y entonces a su luz y argumento, abrieron seminarios, institutos y hasta universidades teológicas, que de ninguna manera hubieran sido negativas, si al menos hubieran aceptado dejarse guiar por el Espíritu Santo, y no por sus conocimientos humanos. De allí que, cuando es el propio Jesús el que se pregunta si cuando venga encontrará fe en esta tierra, nos deja a una gran cantidad de creyentes con una mitad de asombro y la otra de preocupación.

Asombro porque su duda en forma de pregunta, es la misma que muchos hoy sentimos. Preocupación, porque por más que nos esforcemos y procuremos llevarle al mundo cristiano los recursos lícitos que el Padre y el Hijo nos han dejado mediante su Espíritu Santo, este mundo insiste con parecerse al otro, al secular, y elige jugar a las iglesias, entretenerse con congresos, clínicas y festivales, y no decidirse de una vez por todas a vivir por fe. Viven recitando de memoria a Habacuc, cuando una mayoría sólo ha leído de este libro lo que dice respecto a que el justo por su fe vivirá, pero no terminan de entender cómo acceder a ella y meterse de una vez por todas en la dimensión del Reino, que es en la única en donde esa fe te allanará todos los obstáculos.

No sabemos con certeza a qué se refería Jesús cuando dijo eso de no encontrar fe en la tierra, y tampoco nos ponemos de acuerdo, cabezones estudiosos como somos, sobre si eso era para la gente que encontró en su tiempo ministerial o en la que habrá de hallar en su segunda venida. Me inclino por la segunda opción, pero no dejo de asombrarme por el centralismo por la fe que esta generación actual parece ostentar. Coincido en que, si podemos evitar que el pueblo caiga en peligrosas confusiones, estamos haciendo lo correcto, pero suponer que todo es como pensamos y que siempre los equivocados son los otros, al menos, déjame decirte que tiene bastante de soberbia y presuntuosidad.

Hoy, todo el mundo cristiano y en todas las latitudes parece estar hablando de la fe. Antes y después de la pandemia de Covid19 que afectó todas las estructuras mundiales, incluida la iglesia como institución, proliferaron los sermones solemnes sobre el tema, pero también las predicaciones voluntaristas y gritonas. Se escribieron decenas de libros sobre el tema, y hoy todavía llenan los estantes de las librerías cristianas porque, como todo el planeta sabe, ya te lo dije antes, la gente lee cada vez menos. Y los libros son cada vez más costosos. Pero un libro cristiano tiene unción y bendice, o no la tiene y se queda en las mismas estanterías que los libros no cristianos. Multitudes de gentes en masa asistieron a reuniones para ser levantados y entusiasmados por un mensaje acerca de la fe.

Esto comenzó a suceder más o menos hace un año atrás o algo más. No parecería haberse modificado nada, así es que, una vez más, ganó la religión. En la actualidad, y más allá de los impedimentos estructurales que todavía quedan, existen predicadores de la fe, maestros de la fe, movimientos de la fe, y hasta iglesias de la fe, como si las otras no la tuvieran. Claramente, si existe un tipo de especialización de temas tomando lugar hoy en la iglesia, es sobre el asunto de la fe. No obstante, tristemente, lo que la mayoría de las personas consideran como fe en la actualidad no es fe en absoluto. Es apenas una pintura más de una creencia. Pero ya lo sabemos, tener creencia no es tener fe. Una creencia es algo que el hombre imagina y piensa de Dios. Fe, en cambio, es un don de Dios que lo muestra tal como es.

De todos modos, Dios rechazará mucho de lo que es llamado y practicado como fe. Simplemente no lo aceptara. ¿Por qué digo esto? Porque la que vemos, es una fe corrompida. Trataré de ser claro en esto para no confundirte ni incentivarte a dar pasos erróneos. En la actualidad, muchos predicadores humanizan con influencias hasta científicas el tópico de la fe. Ellos describen a la fe como si tan solo existiera para ganancia personal o para llenar necesidades propias. He escuchado a gente con cierto renombre y prestigio internacional, decir, “La fe no es acerca de pedirle a Dios lo que necesitas. Es acerca de pedirle lo que sueñas. Si lo puedes soñar, lo puedes tener.” La fe que estos hombres predican está atada a la tierra, arraigada en este mundo, materialista.

Animan a los creyentes a orar con ese clásico: Señor, bendíceme, prospérame, dame. No consideran las necesidades de un mundo perdido. Es más, podría asegurarte que les importa muy poco. ¿Sabes qué? ¡Ni siquiera entendieron a Jesús! Porque cuando Él instauró el más grande mandamiento, que era amar a Dios con toda nuestra fuerza, mente y etc., de inmediato deslizó su complemento ineludible: amaos los unos a los otros como yo los he amado. ¿Y qué entendiste? ¿Qué eso era andar por la vida saludando y abrazando a todas las personas? Lo incluye, tal vez, pero lo cierto es que se trata, justamente, de considerar las necesidades de los demás. ¿Tienes misericordia? ¿Tienes paciencia? ¿Tienes empatía con los que sufren? Eso era, en parte, la manifestación del amor de Jesús.

No puedo enfatizar esto lo suficiente, como me gustaría, para no correr el riesgo de caer en extremismos. Lo que sí puedo asegurarte es que, esta clase de fe, no es la que Dios está deseando de nosotros. No puedo ni a propósito hablar acerca de ganancia sin santidad. Me huele a pecado de una punta a la otra. Aunque lo hayamos visto periódicamente en nuestros ambientes. O, aunque todavía lo sigamos viendo. Porque hablar de la fe vende, atrapa, interesa. Y todavía hay gente que supone que puede adquirirla con algo material. Y así queda expuesta a esa corrupción que no sólo es política, social, económica, jurídica, artística o deportiva, sino que también es religiosa. Todos lo sabemos. Todos lo hemos callado para no arrojar agua en contra de lo que se supone son nuestros molinos.

¿Sabes las veces que me han dicho que no critique más a la iglesia, que es suficiente con lo que la critica el mundo? No entendieron que están defendiendo a Babilonia, no al Señor… Existe una doctrina de fe particularmente peligrosa que todavía está siendo defendida hoy en día. Esta doctrina afirma que los creyentes más santos son aquellos que han trabajado su fe” para obtener una vida cómoda para sí mismos. Según esta doctrina, las personas que debemos emular son aquellas que conducen los autos, o carros, más grandes y costosos, y que son los dueños de las casas o mansiones más grandes y lujosas. Según ellos, esto es trabajar nuestra fe. Esto es de una herejía absoluta. Porque si fuera así, entonces los creyentes más santos serían aquellos que en más ocasiones estafaron a los demás en sus finanzas.

Podemos equivocarnos en lo que sea porque humanos somos, pero confundir fe auténtica con creencia global, jamás. La promesa vigente y plena en justicia del Señor, es suplir nuestras necesidades. Y no somos nosotros los que pondremos las cifras de cuanto es o como cotizan esas “necesidades” nuestras. Es Dios quien lo hará. Él sabe dónde terminan nuestras necesidades y donde comienzan nuestros caprichos. Y si hay algo que el hombre genérico no ha perdido a lo largo de la historia, es convertirse de pronto en un ser tremendamente caprichoso. A la edad que sea y por la razón que sea. Y porque seguir esa tan particular doctrina, también significaría que nuestra concentración diaria estaría centrada en buscar cada oportunidad que se presente para obtener ganancia propia.

A ver; quiero que me entiendas bien y me interpretes como debes y no como “parecería que debes”. Nadie está diciendo con estúpida ingenuidad que alguien construya una empresa o arme un negocio para hacer beneficencia, no. No soy tan obtuso como para pensar o predicar eso. Cualquiera sabe que, sea en el marco social que sea, quien levanta un negocio o comercio, es con la finalidad de ganar dinero y vivir de eso con toda su familia. Lo que estoy queriendo dejar en evidencia, es que, hacer negocios, buenos negocios, incluso, es una cosa, mientras que predicar el evangelio del Reino, es otra muy distinta. Porque eso que ellos están haciendo, simplemente no es ni el evangelio de Jesucristo para salvación, ni mucho menos el del Reino para gobierno.

Una vez más me viene a la memoria y no es casual, aquel momento en que Jesús se auto formula y les formula a quienes lo oyen, esa pregunta tan singular: ¿Hallará fe en la tierra? Pequeña duda: ¿En la tierra por el suelo, por el planeta, o porque es símbolo de la carnalidad? No desestimes ninguna, esencialmente esta última. Pregunto: ¿La carne puede tener fe auténtica? No, la carne, que es el alma y la mente, apenas puede tener creencia, que es muy parecida, pero que no es lo mismo, ya te lo dije. Sin embargo, mi enfoque no se relaciona con los predicadores de la prosperidad ni de esas pintorescas doctrinas de ganancia personal. Mi enfoque es acerca de aquellos que verdaderamente aman a Jesús, y quieren vivir por fe en una forma que le agrada a él.

El mensaje a todos esos creyentes, es este: toda fe verdadera nace de la intimidad con Cristo. En efecto, si tu fe no sale de esa intimidad, no es fe a Su vista. Mientras leemos el legendario y clásico texto de Hebreos, encontramos un denominador común en las vidas de las personas mencionadas como verdaderos adalides de la fe. Cada uno tenía una característica particular que denota la clase de fe que Dios ama. ¿Cuál era este elemento? Su fe siempre había nacido de una intimidad profunda con el Señor. De hecho, eso es conocer al Señor. Que está muy lejos de lo que una gran mayoría religiosa todavía supone que es conocerlo, que es tener abundante información acerca de Él. Es valorable, eso, pero no vital. Y si piensas que estoy inventando eso de que conocimiento es intimidad, sólo lee nuevamente el Génesis.

Y, cuando encuentres el momento en que se relata la unión entre la primera pareja humana y divina, tomate un momento para reflexionar y entonces pregúntate por qué Dios le hizo decir a Moisés que conoció Adán a Eva y Eva concibió. Por ese motivo, debo reiterar una vez más que, el hecho es que es imposible tener una fe que agrade a Dios sin compartir intimidad con él. ¡Muy bien! ¡Excelente! Pero… ¿Que quiero decir con intimidad? Estoy hablando de una cercanía al Señor que sale de añorarlo, de extrañar su presencia, su voz, su compañía. Esta clase de intimidad no es ni formal ni mucho menos religiosa o ritual, es un vínculo personal, una verdadera comunión. Porque viene cuando deseamos al Señor más que a cualquier otra cosa en esta vida.

Miremos tan solo cuatro ejemplos de gente llena de fe que caminó, en su momento, muy cerca de Dios. Nuestro primer ejemplo es Abel. Las Escrituras declaran que fue por su fe que este hombre ofreció a Dios un mejor sacrificio u ofrenda que su hermano.  Y que por esa razón fue que pudo alcanzar un testimonio de que era un justo, que es como decir obediente, y que eso también determinó que Dios mismo testificara a su favor por sus ofrendas. Y por si esto no pareciera ser suficiente, la frutilla del postre: se nos declara que, estando muerto, todavía sigue hablando. ¿Cómo puede ser posible esto? Te doy un ejemplo. Hubo un enorme profeta del Señor que marcó mi vida a fuego. Él siempre solía decir que le estaba gritando fuerte y duro a la religión para apartarla, y que estaba bien seguro que, después de muerto, iba a seguir gritando.

De hecho, ese tremendo hombre de Dios murió bastante joven, hace ya varios años, pero ¿Sabes algo? Todavía sigue gritando. Por medio de mí y vaya uno a saber de cuantos voceros más. Fíjate: no era una bravata de púlpito, era una realidad de una dimensión que no conocemos. Abel tuvo que construir un altar al Señor, en el lugar donde hacia sus sacrificios. Y él no ofrecía tan solo corderos sin mancha para el sacrificio, sino que también le añadía la grosura de esos corderos. ¿Qué significa la grosura aquí? Dice que es una comida, una ofrenda presentada por fuego de grato aroma. O sea que, en otras palabras, la grosura es una comida para Dios. Porque dicen los que más conocen de todo esto, que era la parte del sacrificio que hacía ascender un aroma dulce. Sucede que esa parte del animal tomaba fuego incandescente de manera muy rápida y era consumido, trayendo un aroma dulce.

Esto último es lo que más se enfatiza. Dios dijo alguna vez que ese iba a ser un estatuto perpetuo, una especie de ley inamovible para su pueblo, donde quiera que su pueblo habitara. Y que iban a poder comerse lo que se les viniera en gana, pero que la grasa y la sangre deberían dejarlas intactas. La grosura era Suya y punto. Aquí la grosura es como un tipo de oración o comunión que es aceptable a Dios. Representa nuestro ministerio al Señor en la habitación secreta de oración. Y el Señor mismo dice que tal adoración íntima sube a él como un aroma de dulce sabor. No interesa el grado de sacrificio real que tú hagas en beneficio del Reino de los Cielos. Lo que sí interesa, es que, si le añades la grosura de pagar el precio por ello, ese aroma será agradable a la nariz divina.

Si sonó como mezcla de temas, gloria a Dios. Así comunica el Espíritu Santo. Él no anda en bosquejos, ni ensambles, ni órdenes exegéticos. Eso es hombre. Bien intencionado, quizás, al menos en muchos casos, pero hombre, mente, carne. Y lo que bendice es Espíritu, porque es lo único que llega a tu espíritu. Todo lo otro, entra en tu mente, te es útil para el día a día y concluye en la noche final. Esto que tengo mandato de darte mensualmente, aspira a mucho más que eso.

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Desparramos

(Juan 2: 13-17) = Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume. Este acontecimiento tuvo lugar en el sitio más sagrado de Israel y en el momento más solemne del año; cuando los peregrinos se agolpaban en Jerusalén para celebrar las fiestas. Estaba prefijado que conforme al grado de pecado que el que acudía al templo deseara expiar, era el tipo de animal que debía llevar para su sacrificio. Lo más leve correspondía a las palomas, lo de mayor intensidad a las ovejas y los más graves a los bueyes.

Claro está que esto tenía un aditamento singular y determinado. Cada uno debía llevar en sus manos o sobre sus hombros o de tiro a ese animal, para que el pueblo tomara conocimiento de la calidad de su pecado y, en esa humillación, se cumpliera parte de la expiación. El hecho de que los vendieran en el templo, evitaba ese último paso y desvirtuaba su esencia. Por eso Jesús arremetió contra ellos. Los cambistas, mientras tanto, eran personas que cambiaban el dinero de los que venían lejos de Jerusalén, para que pudieran pagar el impuesto del templo, medio siclo, a cambio de las monedas que trajeran (dracmas griegas, denarios romanos, etc.). Este último no parecía ser un servicio corrupto, todo lo contrario. Sin embargo, lo que les dijo el Señor al expulsarlos del templo da a entender que ellos se abusaban en los cambios, y redoblaban sus ganancias a costas de gente que no conocía los valores y confiaba ciegamente en ellos porque tenían permiso para hacer esa tarea nada menos que en el templo.

Claro está que este sí era un acto de corrupción visible de tal magnitud que resultaba intolerable que sucediera precisamente en ese sagrado lugar. Mi duda es: ¿Cuál sería el comportamiento del manso Jesús con relación a todo lo que podemos encontrar en los diferentes kioscos instalados en el hall de ingreso a una gran parte de nuestros mayores y mejores templos? De hecho, y como podrás suponer, no me estoy refiriendo ni a los que expenden golosinas (aunque luego el templo termine pareciéndose a una sala cinematográfica o un teatro de variedades), ni tampoco a los que venden audios o videos con música cristiana o predicaciones. Me refiero a los otros. Estos otros no están en todas las congregaciones, es cierto, pero sí en muchas de las más frecuentadas. Pequeñas botellitas con aceites de la unción, pequeños retazos de tela llamados “paños ungidos” por los cuales, supuestamente, ha orado previamente el pastor del lugar y mil productos más que podríamos incluir en una especie de mercadocracia cristiana.

Esto, resulta más que obvio, no tiene absolutamente nada que ver con el evangelio de Jesucristo. Aún con las mejores intenciones o la peor de las ignorancias, esto se debe inscribir dentro del rubro del ocultismo, ya que a todas luces es un servicio de idolatría de objetos contrapuesto a la propia Palabra de Dios. Muchos, entonces, se preguntan con total honestidad y sinceridad, como puede ser posible que hermanos fieles y honestos puedan caer en el grave y tremendo error de andar enfocando sus adoraciones y alabanzas a objetos supuestamente sagrados. Simple. Nadie les ha enseñado a escudriñar la Palabra. Al contrario, los han incentivado a despreocuparse de eso y dejar que sus líderes interpreten los textos y se los expliquen conforme a las doctrinas sanas y respectivas a la denominación que se trate.

Sin embargo, lo que queda visible en todos estos hechos concretos, es que la mansedumbre de Jesús no se debía a ninguna clase de debilidad de su parte, sino a todo lo contrario. Él podía ser manso porque tenía un poder y una fuerza que Él sabía perfectamente que era imbatible. ¿Sabes qué? Tú tienes esa misma fuerza y poder en tu vida. La mansedumbre o humildad, entonces, es esa cualidad virtuosa por la que tratamos a todos los hombres con cortesía perfecta, que podemos reprender sin rencor, que podemos discutir sin intolerancia, que podemos enfrentar la verdad sin resentimiento, que podemos estar enojados y sin pecar, que podemos ser gentiles y sin embargo no ser débiles. De nuevo, esta cualidad viene de tener una opinión humilde de uno mismo, junto con la fortaleza interior para controlar las emociones, la lengua y el comportamiento de uno. Está más que claro que sólo se puede ser manso cuando no se busca repercusión ni lucimiento personal.

¿Es abundante esto? Lo cierto es que, si vamos a servir en el Reino de Dios, esta condición curricular será indispensable. Porque deberemos ponerla en práctica activa en más de una ocasión, ya que representa el factor principal que nos identifica y nos hace distintos. De otro modo, apenas somos gente religiosa que va a un templo, pero que vive su vida de modo similar a quienes no lo hacen. Y aquí llegamos a la gran pregunta: ¿Es positiva la disciplina eclesiástica? No estoy en contra de la disciplina por dos motivos: 1) Porque es bíblica y si Dios la instauró nadie lo discute, es bueno; Dios jamás se equivoca. 2) Porque he visto muchos casos donde sirvió, restauró y catapultó espiritualmente a muchos disciplinados. Pero algo tengo claro y cierta Palabra me lo confirma: si un acto disciplinario no se realiza con capacidad espiritual y espíritu de mansedumbre, ese recurso bíblico se convierte, como muchos otros, en un garrote que destroza la cabeza de un creyente, en lugar de vendársela y sanársela. Lo que Jesús hizo con los cambistas y mercaderes del templo, fue disciplina.¿Quieres Formar Hombres de Bien? VALORES, PRINCIPIOS Y DISCIPLINA

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No Cualquiera es Rey

Todos los días me pregunto si no será posible que, de una vez por todas, como pueblo de Dios en la tierra, nos permitamos aceptar nuestra sobrenaturalidad y empezar a movernos en ese nivel y dimensión espiritual. Estoy hablando de salir del programa habitual de tres cultos por día, a tal hora y a tal hora, cinco en los fines de semana y un orden horario estricto para cada uno de ellos, y que a eso lo llamemos encuentro profético. ¿No será factible preparar un ámbito espiritual de tal modo que Dios pueda moverse libremente dentro de él y empezar a hacer cosas que nunca hizo y mostrarles a los hombres cosas que nunca vieron?

¿Cómo puedo entender que, si creemos en un Dios sobrenatural y también en la existencia de personas que han hecho cosas extraordinarias, nosotros nos conformemos con algo rutinario y que no se escape de ninguna manera de lo previsible y natural? Vivimos en un espacio terrenal tan notorio, que no nos permitimos darle a Dios ni un mínimo espacio para que un día nos sorprenda. Y no estoy hablando de sanidad, liberación u otra clase de milagros, cosas que no deberían sorprendernos si es que creemos que somos seres espirituales. Me estoy refiriendo a la libertad para que Dios nos revele cosas que aun están escondidas por falta de fe nuestra.

Quiero que entiendas bien donde voy. La palabra Discípulo, en el original, es la palabra matetes, que en su traducción más simple significa Aprendiz. El concepto de un Discípulo, entonces, es que él debe hacer todo lo que su maestro hace. Es la razón por la cual Pedro quiso caminar sobre las aguas, porque su maestro caminó sobre las aguas. La idea es que el aprendiz, siga a su maestro en todo. Jesús vivió tres años y medio con sus discípulos, y ellos hicieron todo. Lo que el discipulado provoca en nosotros, básicamente son tres cosas. N.º 1, Experiencia. Lo que hemos visto, les contamos. N.º 2, Conocimiento. Yo sé en quien he creído. N.º3, Carácter.

Estas tres cosas hacen de una persona un discípulo. Ahora bien: no es demasiado complicado armar talleres de crecimiento en cuanto al conocimiento y al carácter. H ay medios y formas para hacerlo y bien hecho. Pero ¿Cómo se supone que podríamos capacitar a alguien en experiencia? 1 Juan dice que lo que ellos vieron y palparon, eso les contaron. Los primeros maestros de ninguna manera intentaron hacer teología, ellos simplemente contaron lo que oyeron, vieron y vivieron. Y no les preocupó que no les creyeran o que no les entendieran. Pablo te habla de algunas cosas que tú no llegas a agarrarlas ni para el campeonato del mundo y lo hace como si fuera absolutamente algo normal.

Un discípulo, entonces, es alguien que tiene experiencia, conocimiento y carácter. Si tengo una maravillosa experiencia con Dios, pero no tengo carácter, voy a terminar metido en cualquier batifondo o atolladero. Si tengo conocimiento, pero no tengo experiencia, soy un teórico. Si soy, lo contrario, soy un empírico. Ese no es el balance que Dios quiere para mi. Él quiere que yo tenga experiencia, conocimiento y carácter. Lo cierto es que Dios quiere que aprendamos de muchas maneras. Por ejemplo, en este momento, tu espíritu está aprendiendo. Porque hay cosas que salen del Espíritu de Dios y pasan por nuestra mente, pero hay otras ocasiones donde lo que sale del cielo va directo de Espíritu a espíritu.

Fíjate que cuando una persona nos quiere hacer daño, nos dice algo bien fuerte. Quizás no llegue a tocarnos, pero nos golpe feo y nos duele. Los salmos dicen “me han echado iniquidad encima”. La iniquidad viene por las palabras, también. De todos modos, nuestro ser aprende de muchas maneras. Nuestra alma, que es donde está nuestro intelecto, aprende a través del conocimiento que viene por la palabra gnosis, que es conocimiento por estudio. Memoriza, repite, escribe, lee. O sea que entonces tu mente, aprende así. Ahora, ¿Tú espíritu puede aprender de esa manera, también? Sí, puede aprender, pero ese no es el mejor canal para que mi espíritu aprenda.

Porque, así como tu mente, en tu alma, tiene la capacidad de pensar, tu espíritu también tiene una mente. La palabra dice que nosotros tenemos la mente de Cristo. ¡Buenísimo! ¡Gloria a dios! Pero…si realmente tengo la mente de Cristo, ¿Por qué a veces estoy pensando en esas cosas tan feas? Eso es porque tu consciente, está en el área del alma, pero si tú aprendieras a ser consciente de tu espíritu, podrías tomar los conocimientos de tu mente espiritual. Porque dice la palabra que llegará un momento en que nadie le dirá a su hermano conoce al Señor, porque Él mismo escribirá sus palabras en el corazón. Y te lo voy a dar con textos bíblicos relativos al tema.

Te explico. Está lo que se llama el conocimiento escritural. Un ejemplo, los fariseos. Ellos tenían conocimiento escritural. Ellos dominaban la palabra desde muy pequeños, era algo metodológico. Fariseos y sacerdotes por igual dominaban mucho eso. Pero está también el conocimiento sobrenatural. Entonces cabe la pregunta: ¿Por qué Jesús es un caso único? Porque lo podemos ver, a sus doce años de edad, discutiendo con los sacerdotes del templo con conocimiento escritural, pero también sobrenatural. No había manera que en esa edad hubiera podido estudiar todo como para discutir con ellos de igual a igual. No hay demasiado registro sobre los temas de los cuales discutió con los maestros de la ley, pero lo que sí sabemos es que ellos se quedaron impactados con su conocimiento.

El tercer nivel de conocimiento es el del conocimiento del tiempo. Esto tenía que ver directamente con lo climático. Un día el Señor se enoja mal con los fariseos y les dice que ellos tenían la habilidad de predecir los tiempos y sus sazones (Va a llover, va a hacer frío, calor, etc.) pero que eran muy descuidados con las cosas espirituales. Eso les dijo porque ellos no podían darse cuenta lo que Él había venido a traer. Y por último, está el conocimiento propio. Sé quién soy, sé lo que tengo, sé lo que sé. La palabra ginosko, es la que se traduce como conocimiento. En nuestras Biblias hay muchos versículos que hablan de lo que es el conocimiento ginosko. Un solo ejemplo de cada uno, para que podamos tener una aproximación práctica de lo que estamos hablando.

Marcos 13: 28-29 = De la higuera aprended (Ginosko)  la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. Mira y luego piensa, ese es el conocimiento ginosko. Veamos, a eso lo tenemos todo de manera natural. Un niño tiene eso y de manera natural. Por eso es que, a medida que vamos envejeciendo, nos cuesta más aprender. ¿Por qué? Porque es un proceso fisio psicológico. Hay otro tipo de conocimiento que se llama conocimiento perfecto. Así como la palabra ginosko significa conocimiento, la palabra oida también significa conocimiento. Oida, concretamente, significa conocer perfectamente. Pero es un conocimiento que no viene por la experiencia, la repetición o la observación. Es un conocimiento que tiene esta característica, es un conocimiento instantáneo. Hace cinco segundos no lo sabía y ahora lo sé, aunque no puedo explicar cómo es que lo sé.

Esa facultad de aprender cosas instantáneamente, es una facultad de mi espíritu. ¿Hay comprobaciones en la palabra sobre esto? Los hay. Juan 8:55: Pero vosotros no le conocéis; más yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. Cuatro veces la palabra conozco y sus derivados. Parece todo lo mismo, pero no lo es. Mira lo que está diciendo Jesús. Vosotros no le conocéis. No le ginosko. A Dios, a su Padre. Más yo le conozco, oida. Ahí la palabra que Jesús utiliza, no es ginosko, es oida. Básicamente, lo que Él está diciendo es que lo conoce perfectamente. ¿Estás viendo la diferencia o solo te parece un juego de palabras? Hay más, mira Juan 13. A ver si este termina de convencerte.

Juan 13:7: Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; más lo entenderás después. Dice No lo comprendes ahora. Oida. O sea: no lo entiendes perfectamente. más lo entenderás (Ginosko) después. ¿Notas la diferencia? ¿Todavía no con claridad? Entonces, una más. Juan 14:7: Si me conocieseis, (Ginosko. He estado con ustedes tres años) también a mi Padre conoceríais; (Oida. Lo conocerías perfectamente y en un instante. Por eso es que le dice a Felipe: ¿Tanto tiempo contigo y todavía no me has visto?) y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Ginosko. Es decir que al conocerlo a él en el día a día, poco a poco van a ir conociendo a la perfección al Padre. ¿Recuerdas la pregunta que Jesús les hace a los discípulos? Les dice: ¿Quién dice la gente que soy yo? Silencio hospital. Nadie se mueva. ¡Pedro! ¿Como lo supo? ¡¡Oida!! Conocimiento perfecto e instantáneo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente.

Jesús le dijo a Pedro que era bienaventurado, porque a eso no se lo había revelado ni carne ni sangre, sino Su Padre que está en los cielos. Cuando tú accedes a la revelación instantánea, también descubres quien eres. Eso no pasó por la mente o por el intelecto de Pedro, eso pasó de Espíritu a espíritu. Porque estoy seguro que si alguien le hubiera preguntado a Pedro por qué dijo eso que dijo, hubiera respondido que no tenía ni la más pálida idea, que le había salido decir eso, nada más. Y no es casual que por envalentonarse y querer después pasarse de listo, le va mal la segunda vez. ¡Quítate de mí, Satanás! Le oye decir a Jesús mirándolo a él. Marcos 4:13, otro ejemplo. Y les dijo: ¿No sabéis (Oida) esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis (Ginosko) todas las parábolas? Jesús jugaba con las dos palabras, porque son dos tipos distintos de conocimiento.

Te doy una idea más. Oida, el conocimiento instantáneo, viene a nosotros cuando nosotros creamos el ambiente para eso. Hagan una prueba sencilla. Si en tu congre se usa poner en una pantalla la letra de la canción que se está cantando en la alabanza o la adoración, puedes hacerla. Está la letra allí, en la pantalla, y todos cantan, saltan, golpean sus manos y glorifican a Dios. Quítales la letra de esa pantalla y diles que canten. Te van a preguntar qué deben cantar. Diles que canten lo que haya en su espíritu. Tu espíritu está entrenado por Dios para cantar, pero tu espíritu y tu intelecto no se comunican. La ventaja de hablar en lenguas, por ejemplo, es que estoy diciendo lo que no entiendo. Y por eso es que eso me ayuda a crear una atmósfera, porque lo que digo no está pasando por mi mente. Porque créeme que aún cuando estemos orando con fervor y sinceridad, igualmente estaremos pensando en algo mientras lo hacemos.

Dios tiene conocimiento preparado para darnos. Ahí tienes ese tan famoso que dice que es lo que ojo nunca vio ni oído oyó. ¿Y como se recibe? Por oida, que es una manera por la cual tú recibes conocimiento sobrenatural de Dios. Que no tiene nada que ver con discernimiento, que es la palabra episgnoscos. Discernimiento es una combinación de conocimiento intelectual y habilidad espiritual. Cuando se juntan los dos, se llama discernimiento. Porque estas cosas han de discernirse espiritualmente, se nos dice. Oida no es discernimiento, es oida. Todos estos ejemplos con la palabra como fundamento, tienen una sola intención, que tú comiences a sentir algo dentro de ti que te diga que sí, que esto es realmente así y que hasta hoy simplemente te lo habían ocultado o no te lo habían enseñado por falta de conocimiento. Y para que te quede la certeza de que hay más allá adelante, hay más.

2 Corintios 12: 2 = Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Fíjate que él no trata de explicar lo que le pasó. No lo sabe, ¡Sólo sabe que le pasó! (3) Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), (4) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. Tremendo. Y presta atención que está hablando de dos lugares. Primero dice al tercer cielo, y luego dice al paraíso. La pregunta, es: ¿Dónde queda eso? ¿Dónde se supone que aprendió Pablo todo lo que él enseñó? Ya sabes que él no fue parte del grupo de discípulos. El apareció muchos años después que Jesús se había ido. Sin embargo, termina escribiendo catorce de las veintiséis cartas del Nuevo Testamento.

Y dice cosas que ni Pedro, que había caminado en la carne con el Señor, pudo entender. ¿No te imaginas por qué? ¡El estuvo allí! ¡El vio todo eso de lo cual nosotros hablamos sin haberlo visto! Pablo se movió en otro nivel. ¿En qué nivel? Mira Filipenses 4:12: Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. ¿Sabes qué es lo que dice aquí en el original? Sé vivir en pobreza y sé vivir en prosperidad. En todo y en todos he aprendido el secreto. ¿Qué secreto? El que le fue revelado cuando fue llevado a una dimensión espiritual desconocida para la mayoría de los cristianos. Y fue él quien escribió lo que nosotros llamamos Nuevo Testamento. Porque los cuatro evangelios, ya lo sabes, hasta el momento de la crucifixión pertenecen al Antiguo.

Hace muchos años que venimos hablando de reforma. Me he permitido hablar y escribir mucho material al respecto. Pese a ello, hay mucha gente que todavía me pregunta qué clase de reforma es la que proponemos para la iglesia de este tiempo. Siempre respondo lo mismo. No se trata de cambiar piano por teclado o predicar por medio de Inteligencia Artificial. La reforma que más necesitamos todos, es la que nos permita recuperar lo celestial que hemos perdido en manos de lo terrenal. La iglesia tiene nacimiento y vida celestial. No es culpa de Dios si la ha postergado. Dios quiere manifestarse, todavía, pero no encuentra la dimensión necesaria que lo habilite. Tenemos todo lo necesario para ser el vehículo que cambie la historia de este planeta. Pero si somos terrenales, no vamos a poder.

Somos gente que proviene de lo sobrenatural, pero no podemos manifestarlo porque tenemos temor que nos tomen por locos. Ese miedo al hombre es lo que ha frenado a la iglesia. Y temor a hombre es sinónimo de religiosidad. Sin querer, nos h emos convertido en prisioneros de nuestro propio conocimiento. En lo personal, y no soy el único, gracias a Dios, tengo dirección para decir lo que tengo que decir, lo que sé y tengo certeza. Si a algunos eso no les gusta y quieren otras cosas más tibias o alentadoras, que hagan lo que quieran. Que no me escuchen más y busquen a otro ministro con otra clase de mensaje. Pero lo que yo te puedo asegurar es que, a esta altura de mi vida, lo último que quiero hacer es salir a decir todo eso lindo, almibarado y fácil que la gente todavía quiere escuchar.

Me gustaría mucho que leyeras el capítulo 28 del libro de Ezequiel, completo, porque hay mucho por extraer y no poco por aprender de eso. Pero yo quiero compartirte algunas cosas que comienzan a vislumbrarse desde el primer verso. Dice Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: (2) Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: La mayoría de los estudiosos dicen que aquí se está hablando de un hombre. Coincido. Sin embargo, muchas profecías tienen, como en este caso, un doble cumplimiento: hablan de lo natural y hablan de lo espiritual. Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios;

Correcto. ¿Conoces gente así? Echa un vistazo a la historia y por allí no tan atrás en el tiempo, y vas a encontrarte con hombres enquistados en lugares de poder que pensaban más o menos así. (3) He aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto. Esto es un sarcasmo del profeta.  (4) Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. (5) Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón. (6) Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios,

A ver. Hasta este momento, Tú coincides conmigo que parecería estar hablando de un hombre, ¿Verdad? Absolutamente. Pero mira lo que dice más adelante, en el verso 12: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, ¡Un momento! Mira otra vez lo que leímos en el segundo verso. Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro. ¿En qué quedamos? ¿Rey o príncipe? Porque todos entendemos, aunque en nuestros países no existan monarquías, que un rey no es lo mismo que un príncipe, ¿No te parece? Ahora veamos si sigue hablando de un hombre, como habíamos supuesto. Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. (13) En Edén, en el huerto de Dios estuviste; Definitivamente, creo que aquí no está hablando de un hombre, ¿Verdad?

De hecho, está hablando de la entidad que está detrás del príncipe de Tiro. Él se llamaba el rey de Tiro. Hay una estructura espiritual siempre detrás de los grandes tiranos o dictadores de la historia. No voy a hacer nombres para no ofender a nadie que todavía no tenga acceso al mundo espiritual y pueda ver cosas que la mente terrenal jamás podrá ver, por inteligente o brillante intelectualmente que sea. Pero lo cierto es que hay una estructura espiritual detrás de todos los gobiernos de la tierra. De hecho, si los cristianos supieran reconocer esas estructuras espirituales, no serían tan engañados políticamente y aprenderían a votar de otro modo. Si es que encuentran a quien, obviamente. A veces no existen opciones.

Daniel 7:18 dice: Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre. Escúchame. ¡No está h ablando de salvación! Dice que los santos, o sea tú, yo, nosotros, recibiremos el Reino. Daniel está mirando hacia adelante. La cruz todavía él no la ha vivido experimentalmente. La vio, pero no la experimentó. Mira lo que dice Juan en Apocalipsis. Él sí ya experimentó la cruz. 1:6: y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. Literal, en hebreo, reino y sacerdocio. Daniel dice Los harás reyes. Juan dice Los hiciste reyes. La pregunta, es: ¿Cuándo fue eso? ¿Cuándo nos hizo reyes? Hechos 2. Recibimos el Reino.

¿Y entonces? ¿Por qué no gobernamos? ¿Lo estás viendo? No te estoy preguntando si lo has entendido, te estoy preguntando si lo has visto, desde adentro de tu ser. Algo inexplicable en tu ser interior te tiene que estar diciendo que sí, que es así. Aunque ni siquiera lo hayas entendido. Daniel vio, vio exactamente lo que venía. Un Reino, es lo único que puede desbaratar otro reino. No hay manera que se haga de otra forma. Lo reitero una vez más para que se te grabe: no es sinónimo iglesia de Reino de Dios. Voy a decirlo una vez más, aunque no agrade, para que nadie se confunda: no por estar en una buen a congregación estarás en el Reino de Dios. El Reino de Dios es la esfera en donde la voluntad del rey se cumple sin polémicas, sin debates y sin cuestionamientos. ES.

¿Cuáles son los principios de un Reino? ¿Recuerdas como terminaba hablando Ezequiel? Y los reyes te tendrán por ejemplo. Querubín, te tiré afuera y los reyes te verán. ¿Quiénes son los reyes? Nosotros. Porque somos nosotros los que vemos en él el ejemplo. No me va a decir que está h ablando de un rey que gobernó jurídicamente un país. Ellos no lo han visto, pero nosotros se supone que sí. Cuando hablamos del levantamiento de un rey, lo primero que tenemos que ver es su ADN. Uno no puede ser rey en inguna parte del mundo, si no cuenta con una herencia real. Abuelo rey, padre príncipe y luego rey, hijo príncipe y luego rey y así sucesivamente. Hay una familia real. Por eso te digo que lo primero que se necesita para ser rey, es tener ADN de rey.

Lo segundo, mentalidad. ¿Has visto alguna vez algún rey? Son distintos. Piensan diferente al resto de los mortales. Tiene una manera de ver las cosas distinta. Un rey nunca pregunta cuánto cuesta. ¡Y nos hizo reyes y sacerdotes! El Señor sacó a su pueblo de Egipto en cuestión de horas. Nueve meses después de haber salido de Egipto, ellos ya habían recibido hasta las tablas de la ley. Nueve meses, el tiempo humano de gestación y estaban listos para entrar a Canaán. Pero tardaron cuarenta años en sacar a Egipto de sus mentes. Y, de hecho, no pudieron, murieron todos en el desierto, a excepción de dos. ¡Ese es el problema! Tú te puedes salir del mundo con el corazón, pero tu mente se queda allí. Mente de esclavo.

Un rey es rey, entre otras cosas, porque tiene mente de rey. Son mentalidades diferentes. Nadie te está diciendo que despilfarres, pero lo que Dios te está dando hoy, es para que lo gastes, lo inviertas o lo ahorres a buen interés, pero no para que lo metas dentro de una lata de duraznos vacía por si lo necesitas de aquí a diez años. Si en Argentina hiciéramos eso, con la inflación histórica que tenemos, cuando vamos a buscar el ahorro, apenas nos alcanzaría para media docena de huevos. Ojo: una cosa es tener santo temor de Dios y otra el tener temor a que nos falte el dinero. Cuando vas a comprar algo pídele consejo y dirección al Espíritu Santo y seguramente comprarás lo mejor y justo lo que necesitabas. Eso siempre es mejor que andar pidiéndole permiso a Mamón para gastar un centavo.

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La Palabra no Confunde

En el primer trabajo sobre el capítulo 2 del libro de los Hechos, titulado “Iluminando el Don de Lenguas”, llegamos exactamente hasta el verso 4, que es el momento en que el Espíritu Santo desciende con un estruendo como de viento recio y, como si fueran lenguas de fuego, se instala sobre la cabeza de cada uno de los ciento veinte que se encontraban en ese aposento alto y la primaria reacción que les produce ese shock, es impacto, esa plenitud, esa llenura o ese bautismo, como mejor lo quieras llamar, es la de hacerles hablar en lenguas extrañas de un modo sobrenatural, sin preparación alguna previa. Lo que sigue hoy, es la prosecución de ese evento y sus consecuencias inmediatas, de donde seguramente podremos extraer perlas que el Espíritu quiera revelarnos para bendecirnos como pueblo santo.

(Hechos 2: 5) = Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

La multitud de muchas naciones se juntó en Jerusalén por la fiesta de Pentecostés. Quiero aclarar, por si alguien pretende volar más alto que lo que le permiten las alas que Dios le dio, que todas esas naciones estaban emparentadas de uno u otro modo con la nación judía. Ni Argentina, ni México, ni Chile, ni Venezuela estaban entre ellas, como alguna vez escuché enseñar y predicar. El intento incomprensible de sacar a Jesús de su etnia terrenal natural para llevarlo a una especie de “sin raza ni nacionalidad”, no es correcta. Israel era el pueblo elegido y Él nació allí como Hijo de Dios encarnado, para cumplir una misión. La rebelión de ese pueblo determinó que los gentiles (Esto es, todos nosotros), pudiéramos acceder a los beneficios y privilegios de ser parte de Su Reino. O sea que los que estaban allí eran personas que ya lo conocían y sabían más que bien lo que Él había hecho en su paso por este mundo.

Muchas de estas personas serían más tarde parte del sepelio de Esteban, en medio de gran lloro, e inclusive, eran las mismas que ya se habían juntado en Jerusalén para la última fiesta, la Pascua, cuando una multitud alborotada y enojada demandó la ejecución de Jesús. De hecho, nosotros al leer esto, reaccionamos como corresponde a nuestra condición y pensamos y decimos: ¿La misma gente a la cual Jesús vino a salvar, sanar y liberar, llegado el momento crítico votó para que lo crucificaran? Sí. La misma gente. Porque entre la opción de la religión ya conocida y con ritos tradicionales incorporados a sus costumbres y esto nuevo, desde adentro hacia afuera, que proponía Jesús predicando el evangelio del Reino, optaron por no salir de sus posiciones cómodas y eligieron salvar al delincuente Barrabás y mandar a Jesús a morir. Sólo te dejo una inquietud en forma de pregunta. No me respondas nada, sólo reflexiona y piensa: ¿Qué crees que hubiera sucedido hoy, con un moderno Jesús evangelizando distinto por fuera de las organizaciones religiosas conocidas?

(Verso 6) = Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Se formó rápidamente una multitud de personas, atraídas por este estruendo, que fue el sonido de un viento recio o el sonido de hablar en otras lenguas. Una vez más, lo que cualquier romántico podría interpretar como un toque del Espíritu en sus duros corazones incrédulos, en realidad no iba más allá de la simple curiosidad ante algo que les resultaba desconocido. Cuando esa multitud vino, escucharon a los cristianos hablando en sus propias lenguas extranjeras. Aparentemente, se entiende que se podía escuchar a esos hombres reunidos desde las ventanas del aposento alto, o tal vez hayan salido a algún tipo de balcón o hacía los patios del templo. Hay que consignar que no eran muchas las casas de aquel tiempo y lugar que podían contener o albergar la friolera de ciento veinte personas. Es mucho más probable que este aposento alto fuera parte de las cortes del templo, que era una estructura enorme, con porches y columnatas y cuartos. En ese caso, la multitud a la que aquí se alude, tiene que haber provenido de personas que estaban por las cortes del templo.

(Verso 7) = Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? (8) ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?

Esto que aquí se dice, es lo que la multitud escuchó a esos cristianos hablar. De este evento notable, estaban, se resalta que estaban todos atónitos y maravillados, pero mientras unos lo usaron para medio de investigación honesta y preguntaron: ¿Qué quiere decir esto? Otros eligieron u optaron por usarlo como una excusa para descartar la obra de Dios. ¿No son galileos todos estos que hablan? Aquí, para que se entienda bien y quienes oyen esto se sitúen correctamente, conviene aclarar que las personas de Galilea (los galileos) eran conocidas como personas vulgares y no muy buenos para hablar. Esto era aún más razón para que todos se impresionaran con su habilidad de hablar con elocuencia en otras lenguas. Los galileos, dicen los historiadores, tenían dificultades para pronunciar sonidos guturales y tenían la costumbre de comerse las sílabas al hablar; así que la gente de Jerusalén los menospreciaba como provinciales. Eran casi marginales. Además, todos hablaban en lenguas diferentes, aunque, sin embargo, había unidad entre los creyentes.

Desde los padres primitivos de la iglesia, los comentaristas han visto la bendición de Pentecostés como un cambio deliberado y dramático de la maldición de Babel. No sé si fue tan así, pero cada comentarista de prestigio, generalmente también responde a algunas de las doctrinas clásicas o tradicionales de las denominaciones más conocidas. No es mi caso. O, al menos, pretendo que no lo sea. Yo estoy muy lejos de cualquier forma de discriminación y, mucho menos, en lo que tiene que ver con la capacidad de expresión. Puedo darte una serie de argumentos que respaldan este sentir, pero me quedo con uno que de una u otra manera, marcó mi vida. El hombre de Dios que arrojó sobre mi espíritu humano las primeras andanadas de revelaciones emanadas del Espíritu Santo, era casi analfabeto. Sus allegados tenían que leerle la Biblia para que él pudiera aprender y, luego, ya con los textos memorizados, simplemente orar y recibir del cielo un nivel de Palabra que sacudía a los más intelectuales y finos corazones.

(Verso 9) = Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, (10) en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, (11)  cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

Los lugares que aquí son mencionados, y que sólo parecerían ser útiles para ayudar al aprendizaje de alumnos de los primeros años de teología, llevándolos a recurrir a mapas y rutas, sin embargo, tienen directa relación con muchos eventos y hombres ligados al evangelio del Reino. Pedro indudablemente es uno de ellos, y fíjate cómo encabeza su primera carta, en el capítulo 1 y verso 1 de ella: Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. En este mismo libro, pero más adelante, en el capítulo 6 y verso 9, en el marco de lo que fuera el arresto de Esteban, leemos: Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. En el capítulo 16 y verso 6, en medio del viaje de Pablo y Silas a regiones de Asia, nos encontramos con esto: Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;

(Verso 12) = Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? (13) Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Burlándose. ¿Entiendes ahora la razón por la cual reprender y echar fuera, en el nombre de Jesús, a todo demonio de burla, no es de ninguna manera algo fantasioso o híper místico? Es tan antiguo como la humanidad. Y el que más daño le produce a nuestra cultura de fe en lo invisible. Eso produjo en su tiempo y lo sigue sosteniendo en estos actuales, la duda o pregunta que siempre nos hemos hecho y que nos obliga a retornar sobre un tema que ya tocamos en el trabajo inicial sobre Hechos 2. ¿Qué debemos pensar del fenómeno de hablar en lenguas? Hablar en lenguas ha sido el enfoque de controversia significativa en la iglesia. Hay personas que todavía hacen la misma pregunta que hicieron estos espectadores el día de Pentecostés. No hay controversia de que Dios, por lo menos una vez, le dio a la iglesia el don de lenguas. Pero gran parte de la controversia se centra en la pregunta: ¿Cuál era, o es, el propósito de Dios para el don de lenguas?

Algunos piensan que el don de lenguas fue dado principalmente como una señal para los no creyentes y como una manera de comunicar milagrosamente el evangelio en diversos idiomas. Creen que ya no hay necesidad de esta señal, así que consideran las lenguas como un don que ya no está presente en la iglesia hoy. 1 Corintios 14:21-22 es el pasaje que de alguna manera de fundamento y argumento a este pensamiento: En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.

Sin embargo, hay otros que, si bien aceptan que este texto sea una conformación de que las lenguas son una señal para los incrédulos, ven como que principalmente, es un don de comunicación entre el creyente y Dios mismo. Se basan en lo que Pablo les dice a los Corintios en la misma Primera carta y en el mismo capítulo, pero en los versos 2: Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Y también del 13 al 15: Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Esta última postura es la que define que el de lenguas es un don que todavía Dios está otorgando en este tiempo.

De hecho, todavía son muchos los que interpretan erróneamente este incidente en Hechos 2, asumiendo o queriendo interpretar que los discípulos usaron esas lenguas para predicar a la multitud reunida. Sin embargo, y pese a lo difundida de esta teoría, sobre todo en áreas conservadoras de la iglesia,  una vista cuidadosa demuestra que esta idea está equivocada. Nota lo que las personas oyeron a los discípulos decir: hablar…las maravillas de Dios. Los discípulos declararon las alabanzas de Dios, agradeciéndole con todas sus fuerzas en lenguas desconocidas. La multitud simplemente escuchó lo que los discípulos declaraban exuberantemente a Dios. La idea de que estos discípulos se comunicaron a la multitud diversa en lenguas es claramente equivocada. La multitud tenía un idioma común. Que era el griego, y fue precisamente usándolo que más tarde Pedro les iba a predicar todo un tremendo sermón en ese idioma.

El don de lenguas indudablemente es un lenguaje personal de oración dado por Dios, por el cual el creyente se comunica con Él más allá de los límites del conocimiento y entendimiento. Tiene, y de esto no pueden existir dudas, un lugar importante en la vida devocional del creyente, pero un lugar pequeño en la vida corporal de la iglesia. Pablo así lo da a entender en 1 Corintios 14: 18-19, cuando escribe: Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida. Y que conste, asimismo, que hace muy especial hincapié en lo que tiene que ver con reuniones públicas. A esto lo añade en el verso 23: Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿No dirán que estáis locos? He estado presente en lugares donde esto sucede, y a mí mismo, creyente y ministro invitado, me han dado deseos de decir eso mismo.

He oído a ministros muy serios y espiritualmente bien plantados explicar con base bíblica correcta que el uso de las lenguas dentro de los templos tiene que ser medido y muy ajustado a lo escrito, a fines de no sobredimensionar el don y tampoco anularlo, que de alguna manera es lo que ciertos polos doctrinales opuestos han hecho. En la misma carta y capítulo que venimos dando a modo de ejemplo práctico, Pablo les recomienda a los creyentes de Corinto, (Versos 27 y 28) Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Me tomé el trabajo nada vertiginoso ni sencillo de repasar cada una de las versiones bíblicas más conocidas y confiables y, palabras más, palabras menos, todas coinciden en dos puntos. Si no hay quien tenga el don de interpretación de esas lenguas, lo adecuado es silenciarlas. Pero no anularlas, ya que tal como lo dije en mi anterior trabajo, este don es excelente para ser utilizado en privado por cada creyente que lo tenga.

Y si dije textualmente: por cada creyente que lo tenga, es porque tengo certeza que si bien es un don de Dios dado por gracia y sin mérito humano como para merecerlo, no es algo que lo posean todos. En el capítulo 12 de su Primera carta a los Corintios, Pablo viene hablándoles de los dones en general, y al llegar al verso 30, les dice: ¿Tienen todos dones de sanidad?, ¿hablan todos lenguas?, ¿interpretan todos? Resulta implícito, entonces, que no todos tenemos dones para sanar enfermos, hablar lenguas desconocidas o interpretarlas. Esto, que es la estricta verdad bíblica sin posibilidades coherentes de entenderla de manera torcida o diferente, rompe con algunas mitologías sectoriales muy conocidas, difundidas, proclamadas y hasta predicadas con valor de doctrina. El simple hecho de orar en una lengua desconocida no es la evidencia principal ni singular de ser llenado con el Espíritu Santo. Llevar adelante y enseñar este énfasis ha llevado a muchos a buscar ese don en particular al extremo de llegar a simularlo o fingirlo sólo con la intencionalidad de que se los considere como llenos del Espíritu Santo o bautizados en Él.

Más tarde hubo otra discusión respecto al mismo tema. Algunos comenzaron a preguntarse y preguntar si acaso el hablar en lenguas que registra Hechos 2 en los que estaban en el aposento alto por la festividad del Pentecostés, sería el mismo don que describe Pablo en 1 Corintios 12 y 14. Aquí hubo quienes entendieron que estaban tratando con dos diferentes dones. El argumento era que mientras el de 1 Corintios evidentemente debía ser regulado y hasta restringido, el de Hechos 2 podía utilizarse en cualquier momento, por cualquier persona y en cualquier lugar.  Aquellos que creen en esta teoría, hacen especial énfasis en que el hablar de Hechos 2 fue inmediatamente reconocido por los visitantes extranjeros a Jerusalén, mientras que el hablar de 1 Corintios no fue entendible para los presentes, excepto con un don de interpretación divinamente otorgado.

Sin embargo, para los que están con la otra postura, esto no toma en cuenta que las diferencias tienen más que ver con las circunstancias en las cuales fueron ejercitados los dones, que con los dones mismos. En Jerusalén, dicen ellos, el grupo al que se hablaba era singularmente multinacional y multilingüe; En tiempo de fiesta (Pentecostés), los judíos de la dispersión de todas partes estaban en la ciudad. Así que, la probabilidad de que los oídos extranjeros escucharan una lengua hablada en su idioma fue mucho mayor. Por otro lado, en Corinto (aunque una ciudad bastante cosmopolita), el don fue ejercitado en una iglesia local, con todos los miembros compartiendo un idioma común (El griego). Si uno tuviera la misma diversidad de extranjeros visitando la iglesia de Corinto cuando todos hablaban en lenguas, es probable que muchos oirían miembros de la iglesia de Corinto hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

Además, hay un punto que no siempre alcanzamos a divisar y detectar. Creo que no podemos aseverar con base sólida que cada persona entre las 120 que hablaron en lenguas el día de Pentecostés habló en un idioma inmediatamente inteligible para los oídos humanos presentes ese día. Y te digo el por qué aclaro esto y vas a ver que lógica terrenal tiene de sobra. Leemos que todos … comenzaron a hablar en otras lenguas. A partir de lo que conocemos por otras vías, aquí había por lo menos unos 120 individuos hablando en lenguas. Y fíjate que las naciones mencionadas en Hechos 2:9-11 son solo quince. Aceptemos que con toda la furia puedan existir otras diez que no fueron mencionadas. Aún así, sumándolas, no dan la cantidad de personas hablando. Por esa razón no es descabellado suponer y hasta pensar, que por lo menos algunos de los 120 presentes, alabaron a Dios en un idioma que no fue entendido por nadie que los estuviera oyendo. A eso lo que digo porque el texto simplemente no indica que alguien presente podía entender a cada persona hablando en lenguas.

Sin embargo, no debemos suponer que aquellos que no fueron inmediatamente entendidos por los oídos humanos hablaron “algarabía”, como a veces se le llama al don de lenguas con burla. Es posible que hayan alabado a Dios en un idioma completamente desconocido, pero completamente humano. O tal vez algunos pueden haber hablado en un lenguaje completamente único dado por Dios y entendido por Él y solamente Él. Después de todo, la comunicación con Dios, no con el hombre, según lo dice mi Biblia, y ya te lo leí, es el propósito del don de lenguas. La repetición de frases sencillas, no inteligibles y quizá sin sentido para los espectadores humanos, no significa que alguien está hablando algarabía. No te olvides que en muchos sitios tradicionales que no creían en la realidad de este don, cuando se referían a los que lo profesaban, en tono de burla los llamaban “los bara bara”, porque según dicen, era la palabra que más se escuchaba. ¿Ninguno se perdió un minuto en consultar y enterarse que, en griego, bara significa crear?

La alabanza a Dios puede ser sencilla y repetitiva, y parte de la dinámica de lenguas es que funciona sin el entendimiento del hablante siendo entendido por Dios y solo Dios. Y no es un invento mío, así lo dice Pablo en 1 Corintios 14:14.Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. En definitiva, debemos considerar el don de Hechos 2 y el don de lenguas en 1 Corintios como el mismo, simplemente porque el mismo término se usa para ambos en el idioma original heterais glossais. Además, el verbo traducido como les daba que hablasen en el mismo capítulo verso 4, se usa con frecuencia en la literatura griega en conexión con un discurso espiritualmente motivado (algo extático), no una mera traducción a otros idiomas.

Y punto. A menos que el Espíritu Santo decida descorrer el velo a algo imponente o fuera de todo entendimiento humano hasta hoy, respecto a este asunto, no hablaré más. Si los defensores de las doctrinas que proponen el uso de este don y de aquellas que lo niegan y hasta lo prohíben, quieren seguir debatiendo con lo uno y con lo otro, allá ellos. He sido muy claro a lo largo de mi trabajo ministerial. Y aunque suene demasiado contundente, autoritario o hasta soberbio, simplemente por autoridad emanada de unción, he dicho y sigo diciendo que en lo concerniente a la Palabra de Dios, no hay ni puede haber debate. Dios ya habló. El que lo entendió, gloria a Dios y a toda marcha con Él. El que no lo entendió, siempre tiene a Su Espíritu Santo para acudir en búsqueda de guía a toda verdad. Y el que decide no hacer ni lo uno ni lo otro, pues que le vaya bien, que tenga buen viaje y que tome nota el nombre de la estación donde llegará.

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Como Hierba Marchita

Normalmente, cuando eres creyente y oras, no sólo debes estar atento y pendiente de lo que quieres decirle y hasta pedirle al Señor, sino presto a escuchar, a oír lo que Él tenga para responderte, darte o simplemente revelarte. En nuestro caso personal, teniendo en cuenta la carga ministerial que él ha puesto en nuestras manos, es indispensable no personalizar las palabras y siempre pensar en función de pueblo, de grupo, de manada pequeña dispuesta a hacer su voluntad y cumplir Su propósito. Con eso en mente, te pones a orar y esperas que llegue la dirección, la visión o sencillamente La Palabra que te sirva de punto de partida para cosas mayores. Muy bien: la última palabra recibida en el marco de una oración cotidiana, fue Santiago.

Es un nombre que nosotros recogemos dentro de las riquezas de nuestro idioma español, porque el nombre Santiago es la derivación latina del nombre de origen hebreo Jacob. Procede de yeagob o jacobus, que significa “Dios recompensará” De allí sale la variante Jacobo, que es como se rotula esta carta en la Biblia Textual, que como todos ya saben, es una versión traducida directamente de los originales al español sin pasar por el inglés, cosa que si sucede con la versión tradicional Reina Valera 1960. Jacobo, cuya fonética correcta es iákobos significa “El que sustituye”. De ese nombre derivarán luego, los más conocidos dentro del ambiente español como Jacobo, Jacob, Lago, Llago, Yaho, Jaime, Santiago, Tiago y Diego. Todas variantes, reitero, del nombre propio que en hebreo es Ya’akov. Este fue el nombre del patriarca que luego se llamó Israel y dio origen a la nación que lleva su nombre. Jacobo fue el nombre de al menos dos de los apóstoles de Jesucristo, los que sin embargo llegaron a ser conocidos como Santiago el Menor y Santiago el Mayor.

La Biblia Textual divide esta carta de Jacobo, en una salutación inicial, refiriéndose a una clase de sabiduría singular que viene directamente de Dios, a las formas y maneras de soportar las pruebas de la vida, a la discriminación entre los oidores y los hacedores de la palabra, a una cierta amonestación para con alguna forma de parcialidad, el concepto puntual de la fe por fuera de las obras, a los problemas que nos trae nuestra lengua como hacedora de nuestra palabra, a la sabiduría superior a la que adherimos, a la amistad que tenemos o tenemos con el mundo secular, a los juicios contra otros hijos de Dios, a la auto glorificación por vanidad, a la opresión ocasionada por los poderosos y ricos en dinero y a la paciencia como base de nuestra cultura y la oración como epicentro de nuestra victoria. Esa es la síntesis de esta carta.

Una carta que, según algunos eruditos, fue escrita por este hombre, Jacobo, hermano de sangre de Jesús. Otros, también eruditos, difieren con esta teoría. Los que están por la afirmativa, esgrimen algunos textos como prueba. Uno de ellos, Mateo 13:55: ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Marcos 6:3: ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Y esto se completa con lo que Pablo les cuenta a los Gálatas en 1:19 de su carta: pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.

Algunos historiadores que no se discuten en cuanto a su rigidez histórica y lineal, sostienen que Jacobo no creía en la divinidad yacente en Jesús sino hasta mucho más adelante. Y esgrimen como prueba algo que Juan, hablando de Jesús, expresa en el capítulo 7 y verso 5 de su evangelio, cuando consigna: Porque ni aun sus hermanos creían en él. Los mismos historiadores que adhieren a esta tesis, consignan que Jacobo se convirtió recién después de ver a Jesús resucitado, lo cual prueban con el texto de Hechos 1:14 que expresa: Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Pablo estaría confirmando esto cuando escribe a los Corintios en su primera carta, capítulo 15 y verso 7: Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; Finalmente, fue estimado por muchos como uno de los líderes de la iglesia de Jerusalén, lo que es confirmado por dos textos. Hechos 15:13, cuando en medio de una reunión de líderes, cuenta: Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Y Hechos 21:18: Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; Cómo quiera que haya sido la historia genuina, Jacobo no era un cualquiera ni mucho menos un desconocido cuando escribe su carta, que comienza así según la versión Biblia Textual:

(Santiago 1: 1) = Jacobo, un siervo de Dios y del Señor Jesús el Mesías, a las doce tribus que están en la dispersión: ¡Salud!

Santiago (En realidad Jacobo), nunca se vanaglorió de su relación personal con Jesús, ni tampoco se definió a sí mismo como un importante líder religioso. Su mayor honor fue ser un siervo de Dios y así es como se rotula a sí mismo. Podemos discutir luego si a medida que avanzó su ministerio habrá ido entendiendo que con la categoría de siervo no le alcanzaría para cumplir con todo el rol preestablecido, ya que solamente los hijos de Dios son los que obtienen la victoria y reparten la herencia. Los siervos no heredan, sólo los hijos.

En cuanto a las doce tribus que están en la dispersión traduce el término griego diáspora, que alude a la situación de los judíos dispersos en tierra de gentiles. Así, esta carta está dirigida a judíos cristianos que vivían fuera de Palestina. En lo actual, esto tiene que ver con la gracia apostólica, que también se reparte en doce y también está dispersa por todo el planeta. Se hace efectiva en el mensaje que cada unción trae y bendice y madura al Cuerpo de Cristo en la tierra, que es la iglesia. ¡Pero son doce, y uno de los doce era Judas Iscariote, el traidor! Sigue siendo tipología revelada: una de las gracias, (Que son disposiciones) apostólicas vigentes, también está puesta para sembrar divisionismo, que en lo esencial, también es traición al diseño divino.

Y esto tiene correlato y comprobación en el sentido de que, para mejor comprensión de esta carta, es importante tener en cuenta sus destinatarios, ya que este encabezado hace referencia a la iglesia israelita del Nuevo Pacto, pues habiendo sido dirigida a las doce tribus en dispersión, evidentemente tenía que abarcar tanto a hermanos como a hombres vanos, a almas adúlteras, a jactanciosos y soberbios y a ricos opresores, que son citados en el contexto de este documento. La carta de Santiago o Jacobo, identifica y define claramente a sus destinatarios, y no hay motivos para confundirlos con los santos de la Iglesia de Cristo. Sólo así es posible entender plenamente que la expresión de si alguno entra en vuestra sinagoga, establece un vínculo inalienable con esto de: llame a los ancianos de la iglesia, que señala a la comunidad como ekklesia israelita. Por tanto, la tipología con los discípulos de Jesús, se ajusta notablemente a esta definición teológica aprobada.

(2) Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os veáis cercados de diversas pruebas, (3)  sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

(4) Y dejad que la paciencia tenga su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Vamos a ver; en contra de muchas enseñanzas y pseudo enseñanzas que alguna vez hemos encontrado en muchas de nuestras congregaciones, el convertirse en creyente no libera automáticamente a nadie de las dificultades. Cuando yo acepté a Cristo y me convertí, era protagonista culpable e inocente de decenas de problemas. Contrariamente a lo que me habían predicado, mis problemas no se terminaron al día siguiente de la noche de mi conversión. En realidad, en lo natural, te diría que todo loo contrario, casi como que aumentaron. Sin embargo, lo que sí se modificó y cambió en mí, fue mi actitud hacia esos problemas, cierta capacidad desconocida de serenidad y aptitud para resolverlos y la confianza plena en que en algún momento la paz retornaría a mi vida.

Lo genial de este pensamiento, fue que, en un lapso no demasiado extenso, se hizo realidad. Sólo que yo me di cuenta cuando ya lo estaba disfrutando. Recién allí pude dar gracias al Señor. Supongo que Él me tiene que haber comprendido. Grande es su misericordia. Antes y después. Antes, por pecador; después, por desagradecido. Pero si algo aprendí con todo lo que a mí me sucedió en mi propia vida, es que la actitud correcta para enfrentar la adversidad, es tener sumo gozo, lo cual de hecho no es una simple reacción emocional, más bien llamada alegría, sino una deliberada e inteligente evaluación de las circunstancias desde la perspectiva de Dios, al ver las pruebas como un medio para el crecimiento moral y espiritual. No nos gozamos de las pruebas en sí mismas, sino en sus posibles frutos.

Someter a prueba equivale a comprobar lo genuino de algo. Sirve como una disciplina para purgar a la fe de sus naturales o convencionales impurezas, extirpando lo que es falso. La paciencia no es de ninguna manera un gesto de resignación pasiva ante circunstancias adversas, sino firmeza y valor que nos ayudan a resistir con valentía. Las pruebas de la fe dan por fruto la paciencia, (Es decir, la capacidad para resistir), que es la marca distintiva del verdadero creyente. Sólo bajo la presión de las pruebas puede el creyente comprobar la verdadera profundidad de su fe en Dios. El corazón firme no vacilará, sino que se gozará en el conocimiento de la bondad de Dios. Por lo tanto, cuando tu fe sea sometida a prueba, en lugar de rezongar fastidiado o enojarte, ¡Regocíjate!

A esto, de alguna manera lo confirma lo que leemos en Hebreos 10:34, donde dice: Porque compartisteis los padecimientos de los presos y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros mismos una mejor y perdurable herencia. Y también con lo que Pablo les escribe a los Romanos, en el capítulo 5 y verso 3: Y no sólo eso, sino que hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia.

(5) Y si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídala al que da, a Dios, que da a todos generosamente y sin reproche, y le será dada.

(6) Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a una ola del mar, impelida y zarandeada por el viento.

(7) No piense pues tal hombre, que siendo varón de doble ánimo, inestable en todos sus caminos, (8) recibirá cosa alguna del Señor.

En el verso 5, cuando leemos que Dios les da sabiduría a todos los que la piden, sin reproche, literalmente en los originales lo que dice, es: no reprochando. Puede sonar muy similar, pero alguna diferencia tiene que existir para que se lo puntualice. De hecho, Salomón, el hijo de David que fue un rey tan famoso por su sabiduría justiciera, fue bendecido por Dios con ese don, aunque en su conducta había mucho más para reprochar que para aprobar. Dios ES amor, que es muy diferente a los hombres que pueden SENTIR amor. El amor de Dios lo aparta de toda venganza o resentimiento por nuestros errores, aunque nos deja muy en claro que no puede ser burlado ni engañado de ninguna manera. Puede bendecirnos con todo lo que le pidamos, pero eso no impedirá que, en el día postrero, su Justicia obre de acuerdo con lo que hayamos merecido o no.

De todos modos, me gustaría ver contigo el real significado de esta palabra reproche, ya que desde allí podremos entender un poco más la mente de nuestro Señor, cosa que nos es obligatoria si es que deseamos combatir para su mismo ejército. Reproche, en este verso, es la palabra oneidizo, y se trata originalmente de comportarse en una manera juvenil e inmadura. La palabra describe a los jovencitos que se hacen burla, se fastidian y se insultan entre ellos mismos. Después la palabra llegó a significar mofa, ridículo, regaño, ofensa y el uso enojoso y sarcástico de palabras. Santiago aquí nos asegura que Dios nos da lo que le pedimos sin hacernos recordar que no somos dignos, y mucho menos dándonos a entender que es un gesto de generosidad que no merecemos, cosa que si harían muchos de los hombres que he conocido y que dicen representarlo.

Y después nos recomienda que pidamos lo que pidamos, deberá ser con el ingrediente obligatorio de la fe, sin dudar en absoluto que Dios lo hará. Porque aclara que el que duda, es semejante a una ola del mar. ¿Has visto las olas en un mar embravecido por una tempestad? Esa es la fe puesta a prueba de alguien con claras debilidades y miedos, cosa llamativamente abundante dentro de los que llegan a sumarse al pueblo santo. De hecho, la sabiduría que puede recibirse pidiéndosela a Dios con fe, no es un mero conocimiento intelectual o alguna especulación filosófica, sino comprensión espiritual del propósito de las pruebas. Cuando Dios concede un don lo hace abundantemente y sin reproche, esto es, generosamente, no con disgusto, desgano o reservas. Muy interesante es en referencia a esto, leer lo que Jesús dice conforme a lo recogido por Marcos 11:23-24: De cierto os digo: Cualquiera que diga a este monte: Quítate de ahí y échate al mar, y no dude en su corazón, sino que crea que lo que habla sucede, lo obtendrá. Por esto os digo: Todo cuanto oráis y pedís, creed que lo recibisteis, y lo obtendréis. ¿Cuántos creyentes crees que hay que hagan esto exactamente como Él lo determina? Es más: ¿Qué piensas que sucedería si lo hicieras? Linda reflexión para cambiar de una vez por todas nuestra tibieza, ¿Verdad?

Finalmente, en este bloque nos encontramos con el famoso varón de doble ánimo. ¿Cuántas veces escuchaste hablar de esto? Lo que se lee literalmente en los originales, es varón de dos almas. Y se trata de una persona que está siendo arrastrada en dos direcciones opuestas. Sus lealtades están divididas y, a causa de su falta de sinceridad, vacila entre la fe y la incredulidad pensando algunas veces que Dios lo ayudará y renunciando en otras ocasiones a toda esperanza. Tal persona es inconstante en todos sus caminos, no sólo en su vida de oración. La falta de consistencia en el ejercicio de su fe pone al descubierto la esencia de su manera de ser. Y si estamos hablando de alma, estamos hablando de: mente, voluntad, emociones, sentimientos, entre otras cosas que habitan en el alma. Y estar en dos almas o doble ánimo, producirá un doble mensaje, un doble personaje y, en definitiva, una bipolaridad que a veces hasta suele ser tratada por las ciencias especializadas, cuando en realidad no es otra cosa que un asunto espiritual que se ignora.

(9) El hermano de humilde condición, gloríese en su exaltación, (10) pero el que es rico, en su humillación, pues pasará como la flor de la hierba.

(11) Porque el sol sale con calor abrasador y seca la hierba, su flor se cae, y la belleza de su apariencia perece. Así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

Todos los que hemos crecido en contacto con la naturaleza, donde quiera que ella se manifieste y como quiera que sea la región donde nos tocó nacer y residir, sabemos que, así como la hierba es permanente y en muchos casos hasta casi perenne, la flor que aloja la semilla de esa hierba es de paso fugaz, ya que es arrastrada por los vientos transportando esas semillas a otros sitios, ya que esa es su función principal conforme al diseño del cual forma parte. Por eso es la comparación. La riqueza terrenal es como esa flor. Mayoritariamente le llega al hombre de adulto y, en el mejor de los casos, lo acompaña hasta su muerte.

¿Cuántos años? ¿Treinta? ¿Cuarenta? ¿Cincuenta o algunos más? No interesa, en comparación con la eternidad a la que pertenece y a la que deberá volver, eso es un paso más que fugaz. ¡Y cuanta es la gente que no puede verlo y se pierde irremediablemente pensando que con sus riquezas podrán comprar lo que no tiene precio en moneda! A partir de esto, lo que leemos en el libro del profeta Isaías, en su capítulo 40 y los versos 6 y 7, son una muestra de todo lo hablado. Allí dice: Una voz dice: ¡Proclama! Otra responde: ¿Qué proclamaré? Que toda carne es como hierba, Y toda su gloria como flor campestre: Sécase la hierba, marchitase la flor, Cuando el aliento de YHVH sopla sobre ellos. ¡En verdad el pueblo es hierba!

Vamos a ver: tanto la pobreza como la prosperidad son ejemplos concretos de situaciones que ponen a prueba nuestra fe. Cualquiera de ellas, todos lo sabemos porque lo hemos visto a nuestro alrededor en muchas ocasiones o, incluso, en nuestras propias vidas en otros, puede terminar en desastre. El cristiano al que rotulan como materialmente pobre, puede regocijarse en su elevada posición espiritual como hijo de Dios, mientras que el que es rico puede regocijarse en nuevos valores, comprendiendo la naturaleza temporal de los bienes terrenales en oposición a eternos beneficios de las posesiones espirituales. Dice que el rico se marchitará: se refiere a la destrucción de aquellos que sólo son ricos en cosas perecederas. Un testimonio escritural consistente es que el dinero, aunque es necesario, puede ser altamente peligroso. ¡Las cosas que pensamos que poseemos, podría ser que nos estén poseyendo a nosotros!

Dios nos llama a poner los bienes materiales en una correcta perspectiva y usarlos sabiamente bajo su dirección. Creo que un resumen sintético contundente sobre todo este contexto lo muestra el Salmo 102, cuando en sus versos del 4 al 11, expresa: Mi corazón herido se agosta (Se marchita, se seca) como la hierba, Y aun de comer mi pan me olvido. Al son de mis gemidos La piel se me pega a los huesos. Soy semejante a la lechuza del desierto, He venido a ser como un búho de las soledades. Estoy desvelado, y me siento como pájaro sin pareja en el tejado. Mis enemigos me afrentan cada día, Mis escarnecedores me maldicen. He comido, pues, cenizas como pan, Y he mezclado con lágrimas mi bebida, A causa de tu indignación y de tu ira, Porque me alzaste en vilo y me arrojaste. Mis días son una sombra que se alarga, Y me voy secando como la hierba.

Estamos tan acostumbrados a los mensajes, predicaciones y sermones de aliento, positivos en todo lo que nos suceda o lo que nos esté por venir, que tengo la sensación que hemos perdido de vista ciertas realidades que de ninguna manera podemos soslayar. El hombre va a ser más que vencedor, en Cristo Jesús, no en sus propias fuerzas. El hombre creyente tiene, como única esperanza, habitar bajo el perdón primero, bajo la gracia después y bajo la misericordia, por último, del Dios en el que ha creído. Pero si en lugar de acudir y  recurrir a ese Dios, pretende hacerlo todo a su gusto y predilección, es muy probable que en su paso por esta tierra lo consiga, (De hecho, conocemos a mucha gente que aparentemente lo ha logrado) pero que en el concepto de eternidad, para Dios y su evaluación rebosante de Justicia Divina, no irá más allá, con todas sus posesiones, fortunas, títulos y honores, de ser como esta hierba marchita y seca que para lo único que sirve es justamente para lo que servirá, para arder por siempre. ¿Hace mucho tiempo que nadie te recordaba que el infierno existe y es una posibilidad tan cierta como la eternidad con Cristo? Hoy lo escuchaste, haz tu vida de modo que todo esto haya sido palabrerío suelto que no tiene nada que ver contigo.

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Babilonia: Ese Enemigo

Para explicar lo que es Babilonia, debería comenzar diciéndote que Babilonia es un sistema y que como tal trabaja sobre todo lo que tenga la imagen de Dios. Sabemos sobradamente que hay un alto nivel de ignorancia sobre el tema, por lo tanto, un bajo nivel de efectividad contra el mismo. Eso nos lleva a una conclusión inocultable en este tiempo: tenemos una profunda necesidad, como iglesia, de ser desarraigados de esa mentalidad destructiva. (Apocalipsis 17: 4-5) = Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Cuando las tinieblas se acercan al hombre, con el fin de obtener dominio sobre la tierra, estas se basan en un PRINCIPIO: Para gobernar sobre algo hay que gobernar sobre alguien, y para gobernar sobre alguien hay que tener su mente. Por eso, Satanás se acerca a Eva con la fuerza de la seducción de una idea.

Una idea es un concepto poderoso capaz de gobernar la mente humana. Todos nosotros vivimos bajo los conceptos de la idea de alguien. Las ideas sobrepasan a la muerte. Por esa razón es que resulta tan importante librar con inteligencia la batalla por excelencia sobre todas las batallas: la de la mente. Ser creyente no significa asistir regularmente a un templo o iglesia donde se habla de Jesús. Ser creyente significa tener la mente de Jesús. Por esa razón el hombre caído, es en principio un estado, pero posteriormente se convierte en una nueva raza: la raza de los hombres creados por Dios que no son dependientes de Dios. Tenemos que entender definitivamente que, la idea de Satanás no era simplemente la de comer una fruta y desafiar ciertas reglas, su idea involucra una puerta, la puerta de la desobediencia que lleva al terreno de la independencia. Recordemos que el hombre es expulsado del Edén, territorio donde Dios lo plantó. Esto es una demostración evidente de que el hecho de cambiar de idea, también nos cambia de territorio y que el territorio donde estamos depende de la idea que seguimos.

Esta nueva raza, con una mente con ideas mezcladas, desposeída y descubierta, comenzó a multiplicarse y desarrollarse sobre la faz de la tierra. De esta mentalidad comienzan a gestarse y manifestarse todo tipo de diseño humano e infernal basados en una mente y un corazón sin Dios; la envidia, la violencia, la maldad, la muerte… La tierra, que indudablemente es imagen del cielo, comienza a recibir la influencia del estado de la mente y el corazón humanos. Ya no está más bajo el gobierno de Dios a través del hombre, sino que ahora está sometida a Satanás, también a través del hombre. En Génesis Capítulo 10, la Biblia nos habla de Nimrod, quién fue un hombre prominente a causa de varias proezas. Entre las cosas que se dicen de él, dice que fue un vigoroso cazador “delante” de Jehová. Éste término “delante” en el original significa “enfrentando” “confrontando” “contra”. Sin duda, Nimrod fue un hombre que manifestó una mente directamente opuesta al Dios de los cielos.

De la mente de este hombre nacen muchas ideas, entre ellas, la idea de organizar a las personas en ciudades o “reinos” con el único fin de dominar sobre ellos y sacar el mayor provecho. Génesis 10:10; Nimrod levanta su reino, y se establecen muchos conceptos de gobierno “sin Dios”. Prestemos atención; El concepto de ciudad es un concepto celestial, el concepto de Reino también lo es, esos conceptos ciertamente estaban en la mente de Nimrod como ser humano, pero fueron adulterados por la mezcla del concepto de la independencia. Aquí es donde nace Babilonia, un reino basado en la mezcla de conceptos celestiales con el egoísmo de la independencia. Y recordemos que, aparte de ser un reino físico, legal y moralmente establecido, más que nada, es una IDEA. Este es el cimiento de Babilonia; conceptos y diseños celestiales bajo deseos terrenales. El nombre Nimrod, significa “Rebeldía” y Babilonia “confusión”. Este concepto, con el tiempo, iría progresando y multiplicándose en varias formas.

Cuando Nimrod muere, su esposa, la reina Semiramis fortalece un concepto que ya el mismo Nimrod había iniciado; lo nombran un dios, específicamente el dios “Sol”. La Babilónica historia nos cuenta que Semiramis es visitada en su habitación por un rayo de luz solar y a causa de ello queda encinta. El hijo que le nace a Semiramis es llamado Tamuz y proclamado “hijo de Dios”. Luego de esto el niño es muerto por un Jabalí y Semiramis lo vuelve a la vida con sus ruegos y oraciones al Dios Sol. De más está mencionar que ella es nombrada la “madre de dios” y ambos, madre e hijo, son adorados en la tierra. (Ezequiel 8: 14-15) = Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. Luego me dijo: ¿No ves hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Estos conceptos se vuelven profundamente arraigados y poderosos en la raza humana, a tal punto que prácticamente todas las manifestaciones religiosas posteriores contienen estos conceptos en sus ritos y/o creencias.

En Egipto aparecen “ISIS” y su hijo “OSIRIS”. En Asiria “ISHTAR” y su hijo “BACCUS”. En Asia “CIBELES” y su hijo “DEOIUS”. En Grecia “AFRODITA” y su hijo “EROS”. En Roma “VENUS” y su hijo “CUPIDO”. Es por todo esto que en Apocalipsis, este sistema es representado por una figura femenina, no por una masculina. Y esa figura es llamada: “La madre de todas las rameras…” – o sea, la madre de todos los sistemas religiosos. El historiador HERODOTO en su libro “Historia Universal” declara que: Babilonia fue sin duda el nido original del cual proviene todo sistema de idolatría. El escritor e historiador Bunsen asegura: …no caben dudas que el sistema religioso de Egipto fue derivado de Asia y del Imperio primitivo de Babel. En un trabajo sumamente conocido, titulado “Nínive y sus ruinas” el autor de apellido Layard declara: Tenemos el testimonio unido de la historia profana y sagrada, que la idolatría originó en el área de Babilonia el más antiguo de los sistemas religiosos

Lo curioso y llamativo, aunque muy lógico conforme a estas circunstancias, es que todavía implementamos muchos conceptos y prácticas derivadas del pensamiento o espíritu babilónico que, en una gran mayoría de casos, se nos vende con barniz supuestamente cristiano. Mezcla de diseño divino con egoísmo humano; Idolatría – (Romanos 1); Independencia de Dios; Sistema de gobierno jerárquico piramidal; El Rito por sobre el significado o el contenido; Sistema de construcción y organización de ciudades; y la Exacerbación del intelecto y capacidad humanas; Matemáticas, cálculo, ciencia y educación; todo sin Dios. La gran pregunta que nos hemos formulado muchas veces, es: Israel en Babilonia o Babilonia en Israel? En Edén comenzó el mover Jezabélico cuando Adán no tomó la autoridad sobre la tierra que se le entregó y sobre su mujer. Desde entonces se generó una estructura de peligro con respecto a la relación hombre – mujer en toda estructura de poder; matrimonio, liderazgo etc.

Sin embargo, quiero consignar algo muy importante que todos debemos tener muy en cuenta para no ser una vez más engañados. Babilonia solo pudo desarraigar a Israel de su tierra porque primero logró entrar en su corazón. ¿Y cómo fue que entró Babilonia en su corazón? Por medio de ideas. La raíz está en la fuerza de la atracción que el mundo tiene, y esta fuerza está en las ideas. Entonces, La meta de Babilonia es desarraigarte, mientras que su método, es seducirte con sus ideas. Aquí nos encontramos con un claro principio: Todo lo que no nace de Dios tiene como objetivo final desarraigarte de tu territorio. Pasos para el desarraigo: Seducción: La idea toca la Puerta de tu sistema. Mezcla: La idea, introducida, adultera el sistema, se mezcla, lo ensucia. Adoración profana: Toda idea de las tinieblas nos llevará a “adorar” algo.

Sequedad espiritual-ritualismo: El ritualismo se da cuando hay mezcla y no se deja lo profano. Tibieza. Pérdida completa de autoridad: Estoy, existo, pero no gobierno. División interna: El Corazón manifiesta 2 realidades, 2 Reinos – Norte y Sur. Conquista: El enemigo, organizado, lanza su ataque para subyugarme. El objetivo: EL TEMPLO. Desarraigo:Sin autoridad, sin templo, sin Dios, solo nos queda ser esclavos. Algunas señales del espíritu de Babilonia en la estructura Israelí. Los libros de los reyes tienen la palabra concreta. (1 Reyes 13: 1) = He aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová vino de Judá a Bet-el; y estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso, (2) aquel clamó contra el altar por palabra de Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: he aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres. (Josías profetizado. El papel de los profetas es vital contra Babilonia)

(2 Reyes 23: 4) = Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para Asera y para todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Bet-el. (Vasijas hechas para Baal, Asera y ejércitos del cielo) (5) Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos. (Reyes nombrando sacerdotes idólatras. Incienso a Baal, al Sol a la Luna y a las constelaciones) (6) Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, el valle del Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.(Asera estaba en la casa del Señor)

(7) Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en los cuales tejían las mujeres tiendas para Asera. (Casas de gente dedicada a la prostitución, dentro de la casa del Señor) (Verso 9) = Pero los sacerdotes de los lugares altos no subían al altar de Jehová en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura entre sus hermanos(Los sacerdotes no subían a la casa, comían afuera) (10) Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc(Había altares a Moloc) (11) Quitó también los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol a la entrada del templo de Jehová, junto a la cámara de Natán-melec eunuco, el cual tenía a su cargo los ejidos; y quemó al fuego los carros del sol.(Caballos dedicados al sol)

(Verso 13) = Asimismo profanó el rey los lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción, los cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón(Había lugares altos de adoración por doquier) (Verso 19) = Y todas las casas de los lugares altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel para provocar a ira, las quitó también Josías, e hizo de ellas como había hecho en Bet-el.(Casas construidas provocando a ira al Señor) (Verso 21) = Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: haced la pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto(No había más pascua y lo profano roba lo santo) (Verso 24) = Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová(Mediums y espiritistas)

Examinado todo esto nos podemos preguntar: ¿Cuáles son las señales claras de la presencia de Babilonia, hoy, en la iglesia, así como ayer estuvo en Israel? Son muchas, pero voy a citarte solamente ocho de las principales, para que comiences a examinar tus alrededores. Idolatría – Sensualidad y perversión – Sacrificio de Niños – Codicia – Confusión – Brujería y hechicería – adivinación – Ritualismo y un sistema de gobierno armado específicamente para alimentar y fortificar todos estos puntos. Claro está que a cada uno de estos ítems hay que llevarlos al tiempo actual, única forma de entender lo que sucede y aprestarse a confrontarlo y derrotarlo. ¿Cómo? Quizás haya más de una estrategia, pero yo quiero compartir contigo las que entiendo como básicas. Establecer una confrontación profética con la verdad. Romper la fuerza del orgullo enquistado en cada acto. Romper con la fuerza atractiva que el mundo secular e impío ejerce sobre nosotros y conectarnos con el cielo y, desde allí, con nuestra tierra. ¿Sabes qué? David es la llave.

(Amós 9: 11) = En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; (Hechos 15: 16) = Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar. Hay un detalle muy curioso y singular, al tiempo que resulta valioso e importante. El Rey Saúl perdió el arca… pero nunca intentó recuperarla. El Rey David, sin embargo, puso todos los recursos del Reino en recuperar el arca. ¿Estamos hablando de Presencia, se entiende? La característica que hizo a David un rey superior fue… la revelación. Su reino se caracterizó por las victorias. debido a la Revelación. Su reino se caracterizó también por ser el de la mayor cantidad de victorias, debido a la organización del mismo basado en diseños celestiales. Muchos estudiosos consideran a David no solo un buen Rey, sino también, una clara tipología del Mesías. Su labor principal como Rey fue la de “Legislar por medio de la organización y el orden Divinos”. Esto lo llevó a organizar todo un nuevo sistema de adoración completamente diferente al que se conocía y manejaba hasta ese momento en el reino.

¿Estaremos llegando, hoy, a ese mismo tiempo profético? ¿Qué fue lo que concreta y específicamente hizo David en su tiempo que podamos nosotros, hoy, imitar desde l conceptual y en sus principios, para conseguir el mismo resultado? Cambió el lugar – La trajo a Jerusalén, específicamente en el patio de su casa. Reorganizó el sacerdocio – Organizó grupos con turnos y añadió a los “videntes” o profetas. Redefinió el concepto de ofrenda – Sin quitar el sistema de diezmos y ofrendas, resaltó que lo válido era el corazón… (Salmo 51: 7) = Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Además, Quitó el VELO(Hebreos 13: 15) = Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. ¿Cómo creía o suponía Israel acercarse a Dios? Concreto: Israel se acercaba a Dios por medio de ritos. Y los ritos nunca son el fin, sino que son los “objetos” del “sujeto”… la “sombra” de la “sustancia”. O sea, siempre hay algo que el rito quiere decir, enseñar, representar, recordar, demostrar…y eso es lo importante.

David tuvo la capacidad como líder de llevar al pueblo al “contenido” por medio de la revelación… y de esa manera darle verdadero significado y propósito al pueblo. La revelación es la VERDAD acerca de algo o alguien. Por lo tanto, la revelación es Jesús. La revelación Divina proviene y manifiesta a Jesús. Babilonia se levanta como sistema con el fin de impedir al hombre de vivir bajo revelación (El Mesías) por medio de ideas contrarias a la verdad (falsos dioses – confusión). Se levanta como sistema que aborrece a Jesús y todo lo que provenga de Él. Por ejemplo, las fiestas judías fueron instituidas por Dios, lejos de solo ser una celebración ritualista, son representaciones del carácter y la obra del Mesías. Los momentos más importantes en la vida de Jesús fueron durante estas fiestas, como establecimiento y confirmación de esta verdad. Babilonia, entonces, ha inventado sus propias fiestas, celebraciones que son falsas por el hecho de carecer de Dios.

Por esto, en el Tabernáculo de David, el arca del pacto estaba expuesta… ¡Aún los gentiles podían verlo!¡¡Babilonia quiere esconder el arca!! ¡¡Quiere restringirte el acceso a ella!!El Tabernáculo de Moisés (el Arca escondida) era un diseño celestial que mostraba la condición del pueblo, no el deseo de Dios. Babilonia quiere que adoptes ese diseño como el deseo de Dios, pero no lo es. Si así fuera, Jesús no lo hubiese roto. ¡Esta es la llave de David! ¡¡La que Babilonia quiere!! y la que ¡¡¡Nunca tendrá!!! El libre acceso al Padre es el mecanismo que hace funcionar la llave. Porque esa simbólica puerta nos permite entrar a Su Corazón, a Su trono, a Su vida, a Su carácter… o sea… a ser como Él. Detrás de Babilonia está el mismo diablo tratando de detener que la iglesia sea Imagen y Semejanza de Su Dios. Y recuerda que diablo es todo espíritu sujeto a Satanás. Y recuerda que los espíritus moran en hombres y mujeres…que a veces van a una iglesia.

(Apocalipsis 3: 7) = Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, cierra y ninguno abre. Asimismo, hubo muchos reconocidos gobernantes de la historia, posteriores a David, que realmente se esforzaron por instituir este diseño. Ellos fueron: Salomón, Josafat, Joás, Ezequías, Josías, Esdras y Nehemías, por citar los más encumbrados. Hemos venido enseñando en todos nuestros trabajos que estamos inmerso y participando (Oro al Señor para que así sea en tu caso), de una notoria y notable reforma. Porque tenemos muy en claro que el máximo objetivo y blanco de la actualidad para Babilonia, es la iglesia. Y no esa mezcla pagana y esotérica que en muchos casos denominamos así, sino la genuina y verdadera. Si es que le dan lugar y puede, a ella también procurará confundir y esclavizar. El plan estructurado que ya está en marcha, es el de deshacer el diseño ministerial de edificación y reemplazarlo por otro de atención exclusiva para el alma humana.

La mejor prueba de lo que te digo la constituye la inmensa proliferación de apóstoles que en este tiempo andan por los caminos evangélicos llevando palabra profética o apostólica a las diferentes iglesias dispuestas a gratificarlos con jugosas ofrendas. ¿Apóstoles? Mira el detalle siguiente. Apóstoles: Pedro; crucificado cabeza abajo, Juan; puesto en aceite hirviendo, Santiago; decapitado, Andrés; crucificado, Bartolomé; despellejado, Felipe; también crucificado Tomás, lanceado y Pablo; decapitado por Nerón. ¿Estás seguro de querer ser llamado apóstol hoy? Primero, barrió con los apóstoles, quitó la autoridad territorial y los fundamentos. De esa manera los profetas quedaron expuestos y descubiertos… y en cuestión de tiempo fueron absorbidos. La institución del “cristianismo” como “religión oficial” del Imperio Romano, de la mano de Constantino, no fue una “conversión” … fue un plan Babilónico urdido y hecho posible solo por la ausencia de autoridad Apostólico-Profética.

Al ser instituido el supuesto cristianismo, la necesidad de evangelistas fue diezmada. De igual manera lopastoral y magisterial se diluyeron como oficios activos… volviéndose aparentemente innecesarios. De esa manera, el terreno estuvo listo para la proliferación de Babilonia como gobierno. ¡Pero Dios había dicho que restauraría el tabernáculo caído de David! ¿Y sabes qué? Yo todavía le sigo creyendo más a Dios lo que todavía no veo con mis ojos naturales, que a los hombres naturales que prometen cosas que no vienen de Dios. Lo reitero una vez más: este es un tiempo de reforma. ¿En qué lugar de la historia vas a quedar inscripto o inscripta? En el año 1415, Juan Hus fue a la hoguera. Y mientras el fuego ardía y comenzaba a quemarlo, soló esta palabra: “Están asando a un ganso, pero en cien años se encontrarán con un cisne a quien no podrán asar.

Una chispa profética que activó un reloj… Si aceptas tener en cuenta causalidades de apariencia de casualidades, exactamente ciento dos años después, Martín Lutero clavaba las 95 Tesis en Wittemberg. Que en el contexto general quizás no haya tenido mayor significación espiritual, pero que sirvió para salir de aquella esclavitud ritualista insana e hipócrita. Con el espíritu de un maestro que descifró los misterios de las revelaciones de la Palabra, Lutero se levantaba a restaurar el último de los oficios dormidos. Le siguió el oficio de pastor que se despertó al haber tanta gente que se acercó a esta verdad que necesitaba de ser pastoreada… Inmediatamente los evangelistas resurgieron y comenzaron los más grandes movimientos misioneros sobre la tierra. Y desde hace unos 100 años, los profetas y apóstoles están volviendo a la escena. ¡¡¡Déjenme proclamar!!! ¡¡Babilonia tiene sus días contados!! Trata de no derrumbarte con ella cuando llegue su hora de caer.

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