¡Nosotros Somos Diferentes!
La historia que quiero contarte a partir de ahora, comienza necesariamente en el capítulo 17 del Libro de los Hechos, con una figura que, a mí, en lo personal, me impacta, me atrae como estricto cumplimiento de aquella palabra que nos preanunciaba que lo vil y lo necio levantaría este Dios nuestro para avergonzar a lo sabio. ¡Vaya si fue así con Saulo de Tarso, quien luego se convertiría en Pablo! ¡Vaya si fue así conmigo, también! ¡Vaya si no habrá sido así contigo, por qué no! Ese es el Dios que está en mi Biblia, el que no todos mencionan e invocan, el que verdaderamente es, aunque no se parezca al que muchas veces me mostraron.
Y esto que hoy me mueve otra vez a escribir, (Tú ya sabes que sólo lo hago cuando la llama del Espíritu Santo me lo demanda, no antes, ni después), comienza con este hombre llamado Pablo, en Atenas, precisamente en el Areópago, dirigiéndose a los atenienses, a quienes les dice que había observado que eran muy religiosos. Y después continúa diciéndoles, en el verso 23, Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: «Al dios no conocido«. Al que vosotros adoráis pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.
Pablo había visto los objetos variados que ellos adoraban. Se había fijado, con esa tremenda precisión visual que tenía, en sus altares, sus ídolos y sus templos. El hecho es que, ese hermoso templo que llamaban el Partenón, estaba dedicado a Atenea, la diosa virgen de los atenienses. Había allí ídolos por todas partes y Pablo había observado que, entre todos los ídolos, había un altar que tenía esta inscripción, «Al dios no conocido«. Ahora, de hecho, eso podía significar que los atenienses eran muy liberales y tolerantes, y que por esa razón no querían excluir a ninguno de los dioses.
De modo que cualquier extranjero podría venir a adorar en el altar al dios no conocido, creyendo que había sido construido para su dios. Por otra parte, esto podría significar que reconocían que había un dios a quién no conocían. Muchas personas no creyentes que conozco, me han reconocido que, detrás de su idolatría por un amplio abanico de cosas que tú yo sabemos que atraen y mucho, hay un Dios vivo y verdadero, de quien no saben nada y a quien no saben ni siquiera cómo aproximarse. Tienen tradiciones según las cuales, en algún pasado oscuro y remoto, sus antecesores de alguna manera u otra, adoraron a ese dios. Y este pudo haber sido el caso de los atenienses. Pero también de mis compatriotas argentinos. O de los tuyos, cualquiera sea tu país de origen o residencia.
Pablo, pues, utilizó la idea del Dios No Conocido, como un punto de partida para su mensaje. Humildemente, y respetando y salvando las obvias distancias, yo también quiero hacerlo en este trabajo. Él les dijo que quería hablarles de ese Dios a quien ellos no conocían. Ahora, quizá este enfoque no fue tan diplomático como la primera frase de su mensaje. Después de todo, los atenienses, como amantes de la filosofía que eran, creían que se lo sabían todo. No es muy distinto a todos esos intelectuales que te encuentras en las calles paso a paso, prestos a destruirte una por una tus convicciones, si se los permites, sencillamente para no reemplazarlas con nada. Esa multitud que se reunía en Atenas, en tanto, simplemente se ocupaba en hablar de todo lo que se podía hablar.
Ahora bien, ¿Quién era aquel Dios? Bueno, en primer lugar, según lo expuso Pablo, era el Dios de la creación. Y él lo dice con tanta simpleza que todos nosotros, al leerlo, lo interpretamos con esa misma simpleza, pero sin ser como Pablo. Es decir que repetimos textualmente lo que dice un enorme ungido, sin ser ni por asomo enormes ungidos. De esto, está repleta la iglesia. Leamos aquí el verso 24 de este capítulo 17 de los Hechos: El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas. Atención: todas las cosas que hay en este mundo, fueron hechas por Dios. ¿Entendiste bien? Todas. ¿Las artes? ¿La música? ¿La comida? ¿El sexo? Basta. Todas las cosas… ¿Eres ciego? Que Satanás, luego, haya pervertido algunas, es otra cosa. Pero quien las creó es Dios. Satanás no es capaz de crear ni su propia vida. Él también fue creado.
Dios había establecido con total claridad a través de todo el Antiguo Testamento -aun cuando les dio a los israelitas los modelos para el tabernáculo y para el templo- que Él no habitaría en un determinado lugar geográfico ni mucho menos de mampostería. Salomón reconoció esta verdad en su oración de dedicación del templo. En el primer libro de los Reyes, capítulo 8, verso 27, leemos lo siguiente: Pero ¿es verdad que Dios habitará sobre la tierra? Si los cielos, y los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? Ahora, aquellos hombres en el Antiguo Testamento se dieron cuenta de que Dios el Creador, el Dios vivo, no podía vivir en un edificio que había sido construido por hombres. Los hombres viven en un universo que Dios ha hecho. ¿Por qué entonces tuvieron la idea de que les era posible crear un edificio en el que Dios fuera a vivir? Parece incongruente tan sólo pensarlo, ¿Verdad? Entonces explícame el motivo, sino es de contenido espiritual, por el cual hoy muchos cristianos siguen pensando lo mismo.
Continuó Pablo hablando a los atenienses y les dijo aquí en el verso 25: ni es honrado por manos de hombres, como si necesitara de algo, pues él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas. El impacto que Pablo produce aquí, es sencillamente magistral. Porque no solo les dice que Dios era el Creador, sino que le añade que Él tampoco necesitaba nada de ellos. Y que aquí estaban ellos, que habían tratado de edificarle un templo. E incluso traían sus ofrendas para aplacar a este dios no conocido. Querían que este dios no conocido supiera que pensaban en Él.
Entonces Pablo les dijo que Dios no necesitaba nada de ellos. Que ese Dios, por el contrario, era el que daba en lugar de pedir. Que es un Dios que les proveía a todos; que incluso hoy mismo te da a ti todo lo que necesitas. Te da la vida, te da Su aliento. Te ha dado el sol, la luna, y las estrellas. Te ha provisto todas las cosas. Este es el Dios que ellos no conocían y Pablo les está presentando. Pregunto; con todo esto visto, oído y sabido: ¿Todavía vas a seguir diciendo que necesitas buscar más de Dios? ¿¿Más de Dios?? Escucha: además de todo lo mencionado; ¡¡Te dio su Hijo único!! ¿Qué más quieres que te dé?
Ocurre que estos atenienses adoraban el sol. Ellos decían que Apolo venía arrastrando su carro de dos ruedas a través del cielo, todos los días. De paso te digo que, si te tomas el trabajo de estudiar las razones por las cuales las culturas han estado adorando al sol y aún lo hacen hoy mismo, vas a encontrarte con novedades que ni te imaginas, pero esa será otra historia. De todos modos, Pablo, lejos de seguir esos consejos que les dan a los misioneros respecto a que deben respetar las culturas de los pueblos que se desean evangelizar, les dijo que eso no era verdad y que el sol era algo que Dios había creado como un don para los seres humanos.
El Creador es el Dios viviente y el dador de todas las cosas. Y que dicho sea de paso y a propósito de todo esto, también nos da la salvación. O sea: no solo nos proporciona las cosas físicas, sino que también nos da los dones espirituales. Y continuó Pablo hablando aquí en el verso 26 y dijo: De una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación. Yo creo que como en muchas otras extralimitaciones que llevaron a grandes errores, se le ha dado demasiada importancia a este asunto de «una sangre«.
Una traducción mejor sería la siguiente: A partir de un solo hombre hizo él todas las naciones. Dios ha creado una sola familia humana. Pero aquí no se habla de una hermandad universal. La única hermandad que la Escritura reconoce, es la hermandad de los que están unidos en Jesucristo. Lo que si reconocemos es una hermandad del pecado, en el sentido que todos somos pecadores. Todos somos de una sola familia. Todos fuimos creados por el mismo Creador. Todos somos pecadores. Ante la realidad del mal, todos somos iguales. Pero, a todas luces salta a la vista que luego, cuando se dan los pasos correctos que deben darse, las cosas cambian radicalmente. Y no sólo para nosotros, sino también para Dios.
Esta declaración que hizo Pablo fue significativa. Dijo que Dios había colocado a ciertas agrupaciones o razas humanas en ciertas localidades geográficas. Un Dios soberano, en su omnipotencia, ha ordenado la historia (Es decir, los tiempos) y determinado los límites (Los lugares exactos) para que las naciones los habiten. Después de todo, los orgullosos griegos tendrían que admitir que ellos no eran la única nación privilegiada de la tierra. Y cuando los seres humanos han intentado traspasar los límites fijados por el Creador, se han producido conflictos; tanto en la naturaleza como en las relaciones humanas. Lo estamos viendo de continuo, sobre todos en grandes naciones supuestamente superadas en cuanto a estas cosas y, lamentablemente, también en lo que se llama la iglesia de esas naciones. Todavía parecería ser que, en algunos sitios, la unción elige colores de piel para recalar. Continuó Pablo hablando y dijo en el verso 27 de este capítulo 17 de los Hechos: para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.
Esta frase: si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, proyecta la idea de buscar a ese Dios a tientas. Sin embargo, el ser humano no busca verdaderamente al Dios vivo y verdadero. Está buscando algún dios palpable, es decir, patente, evidente, y por eso está más dispuesto a hacerse un ídolo que pueda ver, que pueda tocar, para poder adorarlo y quedarse tranquilo porque lo pudo ver. Por esa misma razón, cuando lleva mucho tiempo adorando ídolos mudos que nada pueden decir ni hacer en su favor, elige reemplazarlos con ídolos humanos. Artistas, deportistas, políticos, líderes religiosos, todo sirve.
De todos modos, aunque todo esto que digo que suena fuerte y feo, habrá que decir que, aunque el hombre no esté en busca del Dios vivo y verdadero, sí está buscando algo trascendente, sobrenatural, algo que él sabe que existe, aunque no pueda verlo ni mucho menos probar que existe. Porque el propósito de Dios al revelarse en la creación y en la historia, fue que el ser humano lo buscase. Y el hombre sigue a muerte ese principio básico, aunque no sepa que era un principio divino. Continuó Pablo y dijo en el verso 28: porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.
Ahora, observemos que no los llamó hijos sino linaje, descendientes de Dios. Estaba refiriéndose a la creación y a la relación de las criaturas con Dios mediante su creación. A propósito, aquí no se está estableciendo el panteísmo, que es el sistema que cree que la totalidad del universo es el único Dios. Pablo no estaba diciendo que el todo era Dios. Dijo que en Dios vivimos, nos movemos, y existimos, pero que Dios se encuentra más allá del universo creado y es superior a él. A la gente del común, le cuesta horrores aceptar lo sobrenatural. Pero fíjate que no lo acepta por suponer que alguien intelectualmente sustentado, se desmerece aceptándolo.
Y no se da cuenta que esa, es una terrible contradicción. ¿Acepta el hombre que, si hay un Dios, ese Dios creó la naturaleza? Sí, lo acepta. Entonces, ¿Entiende que un Dios que creó la naturaleza, tiene que estar por sobre de esa naturaleza? Sí, lo entiende y lo acepta. ¿Y entonces por qué le cuesta tanto aceptar que como Dios es sobre-natural, cuando hace algo sobrenatural, simplemente hace algo obvio y normal para Él? Esto, mal que nos pese a todos los que alguna vez dejamos salir a jugar a la mente y nos enfrentamos con esas dudas filosóficas, es de contenido netamente espiritual. El hombre sin Dios siente y se conduce así, porque una legión de demonios le impide acercarse de verdad a LA VERDAD.
Pablo citó aquí a uno de sus propios poetas. Es decir, a uno de los poetas atenienses. Uno de los poetas citados fue Arato, quien vivió alrededor del año 270 A.C. Era estoico, de Cilicia. Comenzó un poema titulado “Fenómenos”, con una invocación a Zeus, dios del cielo que equivalía al romano Júpiter, en el cual dijo: Nosotros también somos linaje suyo. Cleanto fue otro poeta que vivió alrededor del año 300 A.C. El también escribió un himno a Zeus, y en él habló de que linaje suyo somos. Pablo, pues, se sirvió de la poesía que esa gente conocía, para mostrar que el hombre es linaje de Dios. Dios es Creador, y nosotros somos Su creación, Sus criaturas.
Continuó Pablo hablando, y dijo en el verso 29: Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. En otras palabras, les dijo que no debían ser idólatras. Se me ocurre que a esto habría que reiterarlo tantas veces como sea necesario para que mucha gente que hoy cree no serlo, entienda que las cosas son un poco distintas a como las están viendo. Pablo les presentó al Dios verdadero, al Creador. Y a continuación, lo presentó como el Redentor. Y dijo aquí en el verso 30: Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
Hubo un tiempo en el que Dios dejó que el paganismo siguiera su curso. Pero ahora la luz había venido al mundo. Ahora Dios les pide a los hombres en todas partes que acudan a Él. Es que la luz, crea responsabilidad. Ahora Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan. Pablo le había presentado ya a Dios como Creador en Su obra pasada. Ahora le presentaba a Dios como Redentor en Su obra presente. Pero Pablo no se detuvo allí, sino que continuó y presentó a Dios como Juez en Su obra futura. Notemos lo que dijo aquí en el verso 31: por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los muertos.
Hay algo que nos tiene que quedar más que claro: cuando Dios juzgue será un juicio justo. El juicio vendrá por medio de un Juez que tiene la señal de los clavos de la cruz en sus manos. Él es quien ha sido resucitado de los muertos. El apóstol Pablo siempre presentó la resurrección de Cristo. La resurrección de Jesucristo de los muertos fue una declaración hecha para todos los hombres. Es por esto que Dios aseguró a todo ser humano que habrá un juicio. Veamos ahora lo que ocurrió aquí en el verso 32: Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.
¿Sabes por qué se burlaban? Porque el platonismo negaba la resurrección de los muertos. Ésa era una de las marcas distintivas del platonismo. Negaba la posibilidad de una resurrección física. Cuando oigas hablar hoy a los miembros de ciertas sectas acerca de una resurrección espiritual, mientras niegan la resurrección física, entonces, estarás oyendo la filosofía platónica y no la enseñanza de las Escrituras. Pablo enseñó la resurrección de los muertos. Por lo tanto, cuando aquellos griegos oyeron acerca de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron. Y dice el verso 33: Entonces Pablo salió de en medio de ellos.
Algunos críticos, de esos que parecerían haber sido contratados por un moderno Sanedrín, han querido dar a entender que Pablo fracasó en Atenas. No sé qué puedas pensar tú, ni es mi intención establecer doctrina al respecto, pero con toda honestidad, viendo todos los hechos, yo no puedo creer ni pensar que haya fracasado. Siempre habrá quienes se burlen del evangelio. Pero, también habrá quienes crean. Son dos dimensiones, la luz y la tiniebla. Y todos sabemos que lo uno anula lo otro y lo otro trata de opacar o apagar lo uno. Observemos lo que dice este verso 34, el verso final de este capítulo 17 de los Hechos: Pero algunos de los que se le habían juntado, creyeron; entre ellos, Dionisio el areopagita y una mujer llamada Damaris, y otros con ellos.
Pablo vio a algunos que se convirtieron en la ciudad de Atenas después de su mensaje. Vio el mover del Espíritu Santo en ese lugar tan singular y donde tan ausente parecería estar. De hecho, la historia nos muestra que cuando Pablo iba a un lugar y predicaba el evangelio, siempre había quienes se convertían a Cristo. Por eso decimos que Pablo no fracasó, sino que, en lo esencial, en lo que realmente cuenta y vale, tuvo éxito. Y te diré algo más: en cualquier parte donde prediques la Palabra de Dios, habrá quienes te escuchen y te crean. Sólo un detalle: si en los cielos los ángeles están de fiesta por UN alma convertida, ni se te ocurra a ti, líder, hombre, mujer, despreciar un trabajo evangelístico porque se convirtieron nada más que ciento cincuenta, cuando tú necesitabas cuatrocientos para que te cerraran tus números, tus cuentas, tus deudas, de las cuales Dios mismo te dejó escrito no contraerlas… ¿Soy claro?
En el siguiente capítulo, todavía estamos en el segundo viaje de Pablo. Él estaba solo en Atenas, esperando la llegada de Timoteo y Silas, quienes le iban a traer informes de las iglesias en Berea y en Tesalónica. Después de pasar un tiempo en Atenas, Pablo prosiguió su viaje llegando hasta Corinto. A eso lo vemos en el primer verso, cuando dice: Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Hoy se puede viajar desde Atenas hasta Corinto en autobús. Pero aparentemente, Pablo tiene que haberlo hecho a pie.
Seguramente se demoró mucho tiempo para recorrer esa distancia, pero quizá el viaje no fue tan desagradable porque por lo menos, el paisaje era muy hermoso por allí. Por ese camino, se puede ver el sitio donde se libró la batalla de Salamina en el mar, cuando la armada persa fue destruida. Y pueden verse otros lugares históricos muy interesantes en el camino, antes de llegar a Corinto. La pregunta que nos hacemos, hoy, es: ¿Pablo disfrutaba de todo eso o era algo que lo tenía sin cuidado? La respuesta es de cada uno de ustedes. Yo podría dar una, pero sería la mía personal y yo aprendí que, en las cosas del Señor, nuestras opiniones personales, cuentan muy poco o nada.
Por ahora te diré que la ciudad de Corinto probablemente era la ciudad más perversa de aquel entonces. Era algo así como la Sodoma y la Gomorra del Imperio Romano. Era el lugar a donde alguien elegiría ir para divertirse, traspasando todos los límites morales. Allí se ofrecían todos los placeres sensuales. Hoy aún pueden verse allí las ruinas de un gran baño romano. En la distancia están las ruinas del templo que había sido dedicado a Afrodita (o Venus), con todo lo que eso implica. Había allí unas mil denominadas vírgenes vestales. Porque, en realidad, éstas no eran vírgenes sino prostitutas. El sexo, pues, era una parte esencial de la religión. Por eso el mal uso del sexo, ha sido y sigue siendo la mayor piedra de tropiezo que los diferentes ministerios tienen que sortear si es que no desean tropezar y caer por el camino. Y también había allí grandes teatros y otros centros de entretenimiento y la gente venía de todas partes del Imperio.
Pablo entró en Corinto y se cree que fue aquí donde tuvo uno de sus ministerios más efectivos. Diríamos que Pablo tuvo sus más grandes ministerios en Éfeso y en Corinto. Mientras que Éfeso era un centro de la religión; Corinto era un centro de pecado, de expresión de todas las pasiones humanas. Ambas ciudades eran grandes centros del comercio. Allí llegó Pablo procedente de Atenas. Fue entonces su primera visita a Corinto. Continuemos ahora leyendo el versículo 2 de este capítulo 18 de los Hechos: Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila, su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos salieran de Roma. Fue a ellos.
En la ciudad de Corinto Pablo conoció a esta pareja judía. Aquila y Priscila recién llegados de Roma, donde habían vivido anteriormente. Y el motivo por el cual habían salido de Roma fue la ola de antisemitismo que se había extendido sobre la tierra. Durante los días del Imperio Romano esto ocurrió varias veces. En ese tiempo, Claudio mandó a todos los judíos a salir de Roma. Entre los que salieron de la ciudad estaba esta pareja, formada por Aquila y Priscila. Sigamos adelante con el verso 3 de este capítulo 18 de los Hechos, junto con la última parte del versículo 2: Fue a ellos y, como era del mismo oficio, se quedó con ellos y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.
Pablo naturalmente fue a ellos, porque eran del mismo oficio que él. Ellos tenían un comercio allí y a este judío que había hecho el largo viaje desde Antioquia le invitaron a quedarse con ellos. No es difícil suponer de qué hablaron, porque Pablo los guío a conocer al Señor. Y en la sinagoga hubo otros que también se convirtieron a Cristo. Sin embargo, surgió entre los judíos una gran oposición contra Pablo. Ahora, los versos 4 y 5 dicen: Y discutía en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a judíos y a griegos. Cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.
Pablo había esperado en Atenas la llegada de Timoteo y Silas, pero, aparentemente no llegaron. Ahora, ellos vinieron a reunirse con él en Corinto, y le trajeron el informe de las Iglesias en Macedonia. Se entiende que Pablo escribió la primera carta a los Tesalonicenses durante este período, después de haber recibido el informe de Timoteo. Ahora, vemos que Pablo creyó que era necesario hablar con claridad. De modo que testificó que Jesús era el Cristo. Continuemos con el verso 6: Pero oponiéndose y blasfemando estos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza. Mi conciencia está limpia; desde ahora me iré a los que no son judíos.
Y parece que de aquí en adelante el ministerio de Pablo se dirigió mayormente a los no judíos. Encontramos que esto fue cierto en Éfeso, y creemos que menos evidente en Roma. Avancemos con los versículos 7 y 8: Salió de allí y se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga. Crispo, alto dignatario de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios al oír, creían y eran bautizados.
Pablo estuvo unos dieciocho meses en la ciudad de Corinto, y allí llevó a cabo un gran ministerio. Ya vimos que, al oponerse los judíos, se dirigió a los que no lo eran. Aquí encontramos que el Señor le habló a Pablo porque él estaba entrando en una nueva dimensión. Lo podemos ver a continuación en los versos 9 y 10: Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla y no calles, porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.
Corinto era el último lugar donde alguien esperaría que el Señor tuviera un pueblo numeroso, por todos los motivos que ya hemos expuesto, que no eran menores, precisamente. De allí que cuando se observan estas grandes ciudades de nuestros países, donde se puede apreciar todo tipo de corrupción y de pecado, es difícil imaginar que el Señor pueda tener un pueblo numeroso en esas ciudades. Para mí, la prueba más evidente la tengo con mi ciudad de residencia. ¡Pero Néstor, hay por lo menos cinco grandes iglesias repletas! Cierto, pero yo estaba hablando de pueblo, no de congregaciones.
Sin embargo, esto fue lo que ocurrió aquí en Corinto. Dijo el Señor: Tengo mucho pueblo en esta ciudad. Ahora, Pablo ya había estado en Corinto por mucho tiempo y estoy seguro que se sentía inquieto y estaría preguntándose si merecía la pena concentrarse en esta ciudad. Y creo que cuando él se enfrentó con esta oposición, habrá estado dispuesto a dirigirse a otra parte. Sin embargo, el Señor mismo intervino y retuvo a Pablo. Le dijo que quería que se quedase allí, porque muchos en esa ciudad pertenecerían a Su pueblo. Y fíjate lo que ocurrió en el versículo 11 de este capítulo 18 de los Hechos: Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.
O sea que Pablo se quedaría todavía dieciocho meses más en Corinto. Y veremos que el evangelio continuaría causando oposición. En este sentido, hoy vivimos en una época caracterizada por factores tan dispares como indiferencia, u oposición hacia el mensaje del Evangelio. Este mensaje de Pablo en Atenas, fue utilizado para decirles a los atenienses que Dios deseaba que los seres humanos lo buscasen y quizás, como a tientas, pudiesen encontrarle. Y en una época de tanto brillo científico e intelectual, nos imaginamos a las personas buscando a Dios a tientas, en medio de una densa oscuridad espiritual. Sin embargo, las antiguas palabras del Salmo 145:18 nos recuerdan que Dios está muy cerca de los que le invocan con sinceridad cuando dice: Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Y Pedro nos recordó en este mismo libro, en su primer discurso, que todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo.
Ahora, veamos: ¿De qué estaba hablando Pablo? Entre los múltiples santuarios idolátricos de Atenas, ya vimos que había un altar dedicado, no a uno de los dioses principales de Atenas como Zeus o Atenea, sino «al Dios no conocido«. La religión ateniense acogía la idea de que había otros dioses desconocidos para los griegos y se buscaba agradarlos y ganarse su favor. En el mundo antiguo se creía que había muchos dioses, los cuales regían diferentes partes de los cielos, como el Sol y la Luna. Unos pensaban que los dioses eran más locales, con poder solamente sobre determinado país.
Otros pensaban en «el Dios no conocido« como una representación de todos y cualquiera de los dioses desconocidos para el adorador. Otros lo identificaban con un ser específico pero inidentificable situado fuera del panteón griego. Es grande el contraste entre estas ideas y la versión bíblica, que proclama que el Dios de Israel es el único Dios y que es el Creador, el que gobierna sobre todo en la Tierra y arriba en los Cielos. Y ahí es donde me queda la pregunta: ¿Conoces tú a ese Dios No Conocido, a ese que Pablo proclamó en la colina de Marte? ¿Lo conoces?
Muchas religiones afirman que la Biblia es su guía. Sin embargo, presentan ideas que, con frecuencia, chocan entre sí y aun se contradicen. ¿Podemos, pues, confiar en la Biblia como fuente de toda la verdad? Considera un momento la alternativa científica. Buena parte de la ciencia moderna plantea un mundo sin Dios. El Universo es un lugar grande y complejo, pero se ha intentado explicarlo sin necesidad de un Creador. No obstante, la mayoría de los científicos piensan que la materia no ha sido eterna y que nuestro Universo se formó a raíz de una «gran explosión», hace aproximadamente catorce mil millones de años.
Se dice y se enseña que, según la teoría de la gran explosión, lo que llaman el “Big-Bang”, el Universo nació de un caldo de energía inimaginablemente caliente y con presiones tan altas que no podía existir nada que tuviese masa. Aun las partículas más pequeñas que se conocen, los quarks, se habrían aplastado y reducido a energía pura… En algún punto, la energía se convirtió en materia, es decir en quarks, protones, electrones, átomos, moléculas, partículas, planetas y finalmente seres humanos empeñados en comprender todo aquello. Si el Universo no hubiera producido estos pequeños nódulos tan interesantes, nosotros no estaríamos aquí. Esa es una explicación pretendidamente científica. Muy bien; cuenta con mi respeto, pero… ¿Bases? ¿Sostenimientos? Tú lo estás viendo, eres inteligente.
Según muchos científicos, la energía se convirtió en materia y la materia se convirtió en nosotros. Ahora bien, pregunta modelo tonta, si las hay: ¿De dónde vino aquella energía? ¿Qué origen tuvo? La ciencia no tiene explicación. Tampoco sabe cómo ni por qué la energía, que por lo visto existió siempre, llegó al punto en que produjo la gran explosión. Cuando observamos al ser humano, vemos maravillas de diseño. El organismo y la mente del hombre evidencian una planificación, un funcionamiento y una ingeniería inteligentes. Otro tanto puede decirse de cualquier ser viviente, sea ave, insecto, reptil, pez o mamífero.
En todos vemos una casi espectacular dosis de hermosura, un calificado y preciso diseño y un claro y singular propósito. También vemos en este planeta un ecosistema en el cual todas las partes funcionan en armonía para apoyar la existencia de todas las formas de vida. ¿Acaso es difícil ver la mano de la Inteligencia en todo esto? Pablo afirmó ante los atenienses que detrás de todo hay un Dios. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del Cielo y de la Tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
¿Te has preguntado alguna vez por qué los científicos no pueden duplicar siquiera las formas de vida más simples? Considera esto. Nos dicen que, de algún modo, por accidente, varias sustancias químicas sin vida se juntaron dentro de una especie de sopa inicial y empezaron a enlazarse de tal modo que se produjo vida. Pero, ¿Es así de simple? Supongamos que sí, pero, en ese caso, ¿Por qué no se ha podido duplicar el proceso, si las sustancias que componen la vida son conocidas? Imaginemos que se pudieran reunir todas las sustancias necesarias y conectarlas del modo preciso, más o menos como se arma un rompecabezas, un puzzle, complicado. Ahora, supongamos que se pudieran mantener juntas unos momentos. Para crear una célula viviente, sería preciso envolver este extraordinario rompecabezas en algún tipo de bolsa o membrana especializada para mantenerlo todo unido.
Algunos lo plantean como una burbuja, algo que veríamos en un charco de agua. Lo lamento, pero es hora de reventar la burbuja. La membrana que rodea una célula no tiene nada de sencillo, y la idea de que esto ocurriera al azar es un atentado, una verdadera ofensa contra nuestra inteligencia. Reflexiona. Para que esta célula sobreviviera, su ADN debía contener instrucciones detalladas sobre cómo formar la pared celular protectora que mencionamos. Entonces, ¿Quién vino primero? ¿La pared celular que mantiene unido el ADN y demás estructuras de la célula, o el ADN que provee las instrucciones sobre cómo construir la pared celular? Listo. Ya tienes tu respuesta. Y si no la tienes, me temo que estás en obcecado/a, o algo peor…
Porque, veamos, aun suponiendo que todo lo anterior ocurrió de esa manera, sin ningún control inteligente, ¿Habría vida? La respuesta es: No. Se pueden tener todas las piezas del organismo en la configuración precisa, pero no habrá vida mientras no haya algo que le imparta vida. Quienes escriben sobre ciencias suelen especular que una chispa, o quizás un relámpago, le da a nuestro rompecabezas la sacudida que da comienzo a la vida. Pero el hombre, con toda su inteligencia, jamás ha podido unir el rompecabezas desde cero y mucho menos darle una sacudida que lo avive. Bastante difícil es darle vida a un organismo completo que ya la tuvo.
À veces, cuando alguien deja de respirar, logramos traerlo de nuevo, pero si el corazón no empieza a latir y los pulmones a bombear rápidamente, habrá un deterioro rápido y se perderá toda esperanza de reestablecer la vida. Nadie discute el hecho de que existamos, sino la manera cómo llegamos a existir. Si la evolución no puede explicar la primera célula, ¡Y todos sabemos y saben que no puede! ¿Cómo podría explicar las demás maravillas de la vida? Pablo y la Biblia proponen otra explicación: Una Inteligencia que actúa, que creó el Universo y que da la vida. Este es el Dios que los atenienses desconocían. Además, esa Inteligencia tiene un plan para el hombre: Puesto que en Él vivimos, nos movemos y existimos. Como algunos de sus propios poetas griegos han dicho: De Él somos descendientes.
¿Descendientes? Detengámonos a pensar. ¿Para qué creó Dios al hombre a su imagen y semejanza? ¿Con qué objeto lo hizo? Un concepto puramente materialista, llamado también naturalismo, diría que hubo un momento en que solamente existía la energía. Ajá…Muy bien, pero… ¿De dónde vino?, nadie lo sabe, pero de algún modo, en el curso del tiempo según dicen, la energía se concentró a tal extremo en un punto, del que nadie sabe cómo ni por qué, rompió en una gran explosión pasando de algún modo de energía a materia. Esta materia anduvo por allí formando estrellas, planetas y toda una serie de astros y sistemas celestes. En uno de esos planetas, ciertas sustancias químicas sin vida se juntaron de alguna manera para formar un rompecabezas complejo. No había vida, pero antes que alcanzara a deteriorarse, recibió una sacudida de vida gracias a una chispa de naturaleza desconocida; una chispa diminuta porque nuestro futuro ser unicelular era diminuto.
Entonces, este organismo unicelular solitario supo, de algún modo, que necesitaba alimento y supo dónde conseguirlo a partir de materia no viviente. Supo cómo consumir alimento y sobrevivió lo bastante para reproducirse de algún modo. Si bien, cómo supo que debía hacerlo y cómo aprendió a hacerlo nadie sabe. Simplemente, así fue, porque al azar, cuando se juntaron las piezas del rompecabezas, ¡Tenía todos los códigos y estructuras del ADN necesarios! Y en el curso de millones de años llegó a producir todas las formas de vida que vemos hoy. De acuerdo, no soy un científico importante ni tampoco un profesional de todo esto, sólo soy un hombre común, de la calle, que, para completar su vulgaridad casi irrespetuosa, cree en Dios, pero si quieres que te diga mi verdad y lo que esto me parece, te lo diré ya mismo: ¡Ridículo! Mucho más ridículo que lo que ellos designan para los que como nosotros, creemos en un Dios invisible, sobrenatural y no pasible de comprobarse científicamente. ¿Y ellos tienen la osadía y la desfachatez de exigirnos eso a nosotros?
Ante este planteamiento de un ciego azar que conduce a semejante fin, la otra alternativa es el Supernaturalismo, es decir, Dios. El Dios que Pablo y la Biblia enseñan hizo al hombre a su imagen y semejanza. ¿Por qué? El rey David se hizo esta reflexión: Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la Luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies. Esto fue lo que Dios dispuso para el hombre desde el principio. ¿Con qué propósito decidió que el hombre gobernara? Pablo responde así a la pregunta de David: Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
En la actualidad vemos que gran parte del planeta Tierra está sujeto al hombre. Los seres humanos han domesticado animales silvestres para aprovecharlos como bestias de carga, como mascotas e incluso como alimento. Pero también es obvio que el dominio actual del hombre es muy limitado, pues no se extiende mucho más allá de ciertos aspectos sencillos de la vida física en nuestro propio planeta. Al final de cuentas, somos seres físicos destinados a morir. Entonces, ¿Por qué nos ha concedido Dios esta posición de dominio especial? La Biblia responde así. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados. Y también lo que leemos en 2 Corintios 6:18: Seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
Considera lo que acabas de leer: Que nosotros somos hijos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo; que somos hijos e hijas, y Dios es nuestro Padre. ¿Empezamos, pues, a vislumbrar por qué llevamos la imagen y semejanza de Él? La mayoría de las personas intentan rebajar a Dios para ponerlo a su imagen, conforme a lo que imagina su corazón, ¡Pero la realidad es que Él nos está haciendo a la imagen suya! Este proceso implica aprender los caminos de nuestro Padre y desarrollar su propio carácter para que podamos vivir en armonía con Él por toda la eternidad. À veces, este desarrollo de carácter implica dolor y sufrimiento. Lamentablemente, a veces es la única manera como un Dios de amor puede captar nuestra atención. Dice Pablo en Romanos 8:18: Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse
¿Cuál es esta gloria que será manifestada en nosotros? ¿Qué es aquello que nos inspira a conocer mejor y adorar al Creador? Es que miramos hacia un futuro en el cual estaremos dentro de una relación familiar armoniosa con Él. Sigue diciendo Pablo: Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora, y no solo ella, sino que también nosotros… gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Si nosotros fuéramos producto del azar, entonces quizá tendría sentido vivir para hoy sin pensar en el futuro. Pero si Dios es real, quizá debamos pensar en vivir con miras a un futuro dentro de la Familia de Dios. Los seres humanos no se crearon como simples animales para vivir y morir sin esperanzas. ¡Nosotros somos diferentes! La fe, la esperanza y la capacidad de planear conscientemente para el futuro son características que nos distinguen. Ahora, si puedes ejercitar tu imaginación, trata de hacerlo con el rostro de ese Dios que nos creó así, tal como somos, en el momento en que cualquiera de nosotros se emborracha, se droga o se lanza en una vida promiscua y sin sentido espiritual ni humano. ¿No tendría derecho ese Dios, si no fuera el Dios de amor que es, de pensar para qué se tomó todo ese trabajo de crearnos? ¿Puedes entender lo que él siente cuando tú haces eso de lo cual sientes vergüenza, pero no puedes cambiarlo?
Romanos 8 nos dice que Cristo fue solo el primero entre muchos hermanos: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos… El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? Este es el plan del Dios no conocido que Pablo proclamó a los filósofos de Atenas: El Dios que hoy sigue siendo desconocido para la mayor parte de la humanidad. ¿Te atreves a que intentemos encontrarlo?
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