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Reforma

Vamos a ver lo que sigue con una mentalidad de reforma. Y lo que vamos a ver son los principios de Babilonia que se han removido. No hay guerra contra Babilonia. Quiero que recuerdes que estoy hablando contigo y no de ninguna iglesia en especial o en particular. Tú eres iglesia y esta palabra es para la iglesia, para tu mentalidad, no es para el que justo hoy no está aquí. Estamos hablando de qué es lo que tienes que desear que Dios haga en tu vida si de verdad estás conectado con lo que Dios está haciendo. El mensaje se refiere a nosotros. Aunque ya hemos aceptado el cambio, todavía estamos cambiando. Así que no estamos hablando de una ciudad literal, sino que están escritas las cosas que Dios habla de Babilonia -dice la Palabra-, «para nuestro beneficio». Dice que las cosas que le acontecen a Israel están escritas para nuestro beneficio. Atención: no habla de «las cosas buenas que le suceden a Israel», habla, evidentemente, de todas las cosas que le ocurren.

Por un simple principio que luego encontraremos a lo largo de toda la Biblia: a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Cuando hablamos de Babilonia, seguramente a ti, enseguida, te vienen nombres de pastores, líderes o iglesias a la mente; o retratos de gente que conoces. Yo no quiero que pierdas tu tiempo en cosas naturales. Levanta tus ojos como las águilas, por encima de todo lo que ves aquí abajo y esto te será de bendición. De otro modo, sólo te fastidiará más. Te voy a enseñar cuál es el área de guerra, dónde es que estamos matando a Babilonia y en qué área la vamos a definir en cuanto a su ubicación. (2 Corintios 10: 3) = Porque, aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; (4) porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, (5) derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, (6) y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

Este es el ámbito de nuestra guerra espiritual. Estamos demoliendo argumentos y pensamientos que Babilonia ha edificado en nuestro concepto de Dios. Y la guerra, en la reforma, es remover a Babilonia de nuestros conceptos. Que eso pueda describir a alguien que conocemos, no es cuestión nuestra; sólo Dios lo sabe sin errores. Lamentablemente, Babilonia describe a mucha gente, empezando por nosotros. Entonces, vamos a trabajar con esto de una manera correcta para que no haya una guerra espiritual entre nosotros. Estamos en el ámbito de pensamientos, argumentos, filosofías y de entendimiento. Que una nueva iglesia emerja de la tierra, sólo se puede establecer como concepto, si Babilonia se está destruyendo. No podemos edificar una iglesia nueva sin destruir la vieja. El principio en Hebreos es bastante claro y específico: Hay que remover lo primero para establecer lo último.

También dice, en otro texto, que lo segundo no puede ser establecido sí lo primero no es removido. No podemos edificar una iglesia correcta sobre fundamentos falsos. Hay que demoler. ¿Recuerdas la imposibilidad de echar el vino nuevo en odres viejos? Es el mismo principio. El problema está en que la gente quiere lo nuevo, pero no quiere demoler a nadie. Porque la iglesia es gente, no mampostería. Y a nadie le gusta tomar una decisión que conlleve que alguien tenga que dejar una posición de importancia en la estructura, aunque sea para darle paso a lo que Dios ha decidido levantar. Si queremos ver una iglesia emergente, sana y victoriosa en el siglo veintiuno, entiende, vamos a ver a gente que tendrá que estar involucrada en el proceso de demolición. Aunque duela. Aunque de pronto te duela porque te obligue a demoler alguna estructura donde está parado alguno de tu familia. Este es un principio que no va a ser cambiado ni por ti ni por mí.

Siempre ha sido así, es así y seguirá siendo así. Cada vez que Dios empieza un mover, pone líderes nuevos; nunca transiciona con los viejos. No es cierto en la Biblia, ni será cierto hoy. Entonces tú preguntas: ¿Pero y la experiencia, hermano? No te sirve. Estamos transicionando, cruzando todos juntos el nuevo Jordán; nadie jamás pasó por este lugar en este momento. Nadie tiene experiencia. ¿Pero y lo que el líder viejo sabe, no sirve? No del todo, porque si verdaderamente sirviera a los planes de Dios, entonces no lo sacaría. Pero la cuestión es que los saca. Porque el líder viejo, aunque tenga bondad y la mejor de todas las voluntades, tiene experiencia en un mover que se produce de un modo que no es el que se verá hoy, así de simple. ¡Sal de Ur de los caldeos! ¡Sal de tu parentela! Eso significa que primero los entrena y luego los trae. Saca a Moisés de Egipto, lo entrena y luego lo manda a reformarlo.

Siempre lo saca antes y lo vuelve a meter. Saca a Juan el bautista, vuelve y lo mete. Saca a Cristo, vuelve y lo mete. Saca a Samuel, vuelve y lo mete. Saca a David, vuelve y lo mete. Muchos pretenden que los que desean reformar se entrenen dentro del sistema imperante, pero es sencillamente imposible. Y no porque a mí me parezca o se me ocurra, sino porque Dios ya lo vivió antes y lo solucionó del modo que conocemos. Dentro del sistema no puede ser entrenado porque es el sistema, precisamente, lo que vamos a reformar. Lo que ocurre, es que los que desean entrenar a los nuevos en el sistema anterior, en el fondo, lo que pretenden es ejercer un control de esa reforma; para que no los afecte. Si una reforma no afecta los intereses de nadie, no es reforma: es gatopardismo religioso. El gatopardismo, una terminología muy utilizada en la política, significa lisa y llanamente: “establecer un cambio espectacular de formas para que nada cambie en el fondo”.Hay una Sola Manera: CONMOVER Y REMOVER LO ANTIGUO

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abril 12, 2024 Néstor Martínez