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La Palabra no Confunde

En el primer trabajo sobre el capítulo 2 del libro de los Hechos, titulado “Iluminando el Don de Lenguas”, llegamos exactamente hasta el verso 4, que es el momento en que el Espíritu Santo desciende con un estruendo como de viento recio y, como si fueran lenguas de fuego, se instala sobre la cabeza de cada uno de los ciento veinte que se encontraban en ese aposento alto y la primaria reacción que les produce ese shock, es impacto, esa plenitud, esa llenura o ese bautismo, como mejor lo quieras llamar, es la de hacerles hablar en lenguas extrañas de un modo sobrenatural, sin preparación alguna previa. Lo que sigue hoy, es la prosecución de ese evento y sus consecuencias inmediatas, de donde seguramente podremos extraer perlas que el Espíritu quiera revelarnos para bendecirnos como pueblo santo.

(Hechos 2: 5) = Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

La multitud de muchas naciones se juntó en Jerusalén por la fiesta de Pentecostés. Quiero aclarar, por si alguien pretende volar más alto que lo que le permiten las alas que Dios le dio, que todas esas naciones estaban emparentadas de uno u otro modo con la nación judía. Ni Argentina, ni México, ni Chile, ni Venezuela estaban entre ellas, como alguna vez escuché enseñar y predicar. El intento incomprensible de sacar a Jesús de su etnia terrenal natural para llevarlo a una especie de “sin raza ni nacionalidad”, no es correcta. Israel era el pueblo elegido y Él nació allí como Hijo de Dios encarnado, para cumplir una misión. La rebelión de ese pueblo determinó que los gentiles (Esto es, todos nosotros), pudiéramos acceder a los beneficios y privilegios de ser parte de Su Reino. O sea que los que estaban allí eran personas que ya lo conocían y sabían más que bien lo que Él había hecho en su paso por este mundo.

Muchas de estas personas serían más tarde parte del sepelio de Esteban, en medio de gran lloro, e inclusive, eran las mismas que ya se habían juntado en Jerusalén para la última fiesta, la Pascua, cuando una multitud alborotada y enojada demandó la ejecución de Jesús. De hecho, nosotros al leer esto, reaccionamos como corresponde a nuestra condición y pensamos y decimos: ¿La misma gente a la cual Jesús vino a salvar, sanar y liberar, llegado el momento crítico votó para que lo crucificaran? Sí. La misma gente. Porque entre la opción de la religión ya conocida y con ritos tradicionales incorporados a sus costumbres y esto nuevo, desde adentro hacia afuera, que proponía Jesús predicando el evangelio del Reino, optaron por no salir de sus posiciones cómodas y eligieron salvar al delincuente Barrabás y mandar a Jesús a morir. Sólo te dejo una inquietud en forma de pregunta. No me respondas nada, sólo reflexiona y piensa: ¿Qué crees que hubiera sucedido hoy, con un moderno Jesús evangelizando distinto por fuera de las organizaciones religiosas conocidas?

(Verso 6) = Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Se formó rápidamente una multitud de personas, atraídas por este estruendo, que fue el sonido de un viento recio o el sonido de hablar en otras lenguas. Una vez más, lo que cualquier romántico podría interpretar como un toque del Espíritu en sus duros corazones incrédulos, en realidad no iba más allá de la simple curiosidad ante algo que les resultaba desconocido. Cuando esa multitud vino, escucharon a los cristianos hablando en sus propias lenguas extranjeras. Aparentemente, se entiende que se podía escuchar a esos hombres reunidos desde las ventanas del aposento alto, o tal vez hayan salido a algún tipo de balcón o hacía los patios del templo. Hay que consignar que no eran muchas las casas de aquel tiempo y lugar que podían contener o albergar la friolera de ciento veinte personas. Es mucho más probable que este aposento alto fuera parte de las cortes del templo, que era una estructura enorme, con porches y columnatas y cuartos. En ese caso, la multitud a la que aquí se alude, tiene que haber provenido de personas que estaban por las cortes del templo.

(Verso 7) = Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? (8) ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?

Esto que aquí se dice, es lo que la multitud escuchó a esos cristianos hablar. De este evento notable, estaban, se resalta que estaban todos atónitos y maravillados, pero mientras unos lo usaron para medio de investigación honesta y preguntaron: ¿Qué quiere decir esto? Otros eligieron u optaron por usarlo como una excusa para descartar la obra de Dios. ¿No son galileos todos estos que hablan? Aquí, para que se entienda bien y quienes oyen esto se sitúen correctamente, conviene aclarar que las personas de Galilea (los galileos) eran conocidas como personas vulgares y no muy buenos para hablar. Esto era aún más razón para que todos se impresionaran con su habilidad de hablar con elocuencia en otras lenguas. Los galileos, dicen los historiadores, tenían dificultades para pronunciar sonidos guturales y tenían la costumbre de comerse las sílabas al hablar; así que la gente de Jerusalén los menospreciaba como provinciales. Eran casi marginales. Además, todos hablaban en lenguas diferentes, aunque, sin embargo, había unidad entre los creyentes.

Desde los padres primitivos de la iglesia, los comentaristas han visto la bendición de Pentecostés como un cambio deliberado y dramático de la maldición de Babel. No sé si fue tan así, pero cada comentarista de prestigio, generalmente también responde a algunas de las doctrinas clásicas o tradicionales de las denominaciones más conocidas. No es mi caso. O, al menos, pretendo que no lo sea. Yo estoy muy lejos de cualquier forma de discriminación y, mucho menos, en lo que tiene que ver con la capacidad de expresión. Puedo darte una serie de argumentos que respaldan este sentir, pero me quedo con uno que de una u otra manera, marcó mi vida. El hombre de Dios que arrojó sobre mi espíritu humano las primeras andanadas de revelaciones emanadas del Espíritu Santo, era casi analfabeto. Sus allegados tenían que leerle la Biblia para que él pudiera aprender y, luego, ya con los textos memorizados, simplemente orar y recibir del cielo un nivel de Palabra que sacudía a los más intelectuales y finos corazones.

(Verso 9) = Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, (10) en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, (11)  cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

Los lugares que aquí son mencionados, y que sólo parecerían ser útiles para ayudar al aprendizaje de alumnos de los primeros años de teología, llevándolos a recurrir a mapas y rutas, sin embargo, tienen directa relación con muchos eventos y hombres ligados al evangelio del Reino. Pedro indudablemente es uno de ellos, y fíjate cómo encabeza su primera carta, en el capítulo 1 y verso 1 de ella: Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. En este mismo libro, pero más adelante, en el capítulo 6 y verso 9, en el marco de lo que fuera el arresto de Esteban, leemos: Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. En el capítulo 16 y verso 6, en medio del viaje de Pablo y Silas a regiones de Asia, nos encontramos con esto: Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;

(Verso 12) = Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? (13) Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Burlándose. ¿Entiendes ahora la razón por la cual reprender y echar fuera, en el nombre de Jesús, a todo demonio de burla, no es de ninguna manera algo fantasioso o híper místico? Es tan antiguo como la humanidad. Y el que más daño le produce a nuestra cultura de fe en lo invisible. Eso produjo en su tiempo y lo sigue sosteniendo en estos actuales, la duda o pregunta que siempre nos hemos hecho y que nos obliga a retornar sobre un tema que ya tocamos en el trabajo inicial sobre Hechos 2. ¿Qué debemos pensar del fenómeno de hablar en lenguas? Hablar en lenguas ha sido el enfoque de controversia significativa en la iglesia. Hay personas que todavía hacen la misma pregunta que hicieron estos espectadores el día de Pentecostés. No hay controversia de que Dios, por lo menos una vez, le dio a la iglesia el don de lenguas. Pero gran parte de la controversia se centra en la pregunta: ¿Cuál era, o es, el propósito de Dios para el don de lenguas?

Algunos piensan que el don de lenguas fue dado principalmente como una señal para los no creyentes y como una manera de comunicar milagrosamente el evangelio en diversos idiomas. Creen que ya no hay necesidad de esta señal, así que consideran las lenguas como un don que ya no está presente en la iglesia hoy. 1 Corintios 14:21-22 es el pasaje que de alguna manera de fundamento y argumento a este pensamiento: En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.

Sin embargo, hay otros que, si bien aceptan que este texto sea una conformación de que las lenguas son una señal para los incrédulos, ven como que principalmente, es un don de comunicación entre el creyente y Dios mismo. Se basan en lo que Pablo les dice a los Corintios en la misma Primera carta y en el mismo capítulo, pero en los versos 2: Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Y también del 13 al 15: Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Esta última postura es la que define que el de lenguas es un don que todavía Dios está otorgando en este tiempo.

De hecho, todavía son muchos los que interpretan erróneamente este incidente en Hechos 2, asumiendo o queriendo interpretar que los discípulos usaron esas lenguas para predicar a la multitud reunida. Sin embargo, y pese a lo difundida de esta teoría, sobre todo en áreas conservadoras de la iglesia,  una vista cuidadosa demuestra que esta idea está equivocada. Nota lo que las personas oyeron a los discípulos decir: hablar…las maravillas de Dios. Los discípulos declararon las alabanzas de Dios, agradeciéndole con todas sus fuerzas en lenguas desconocidas. La multitud simplemente escuchó lo que los discípulos declaraban exuberantemente a Dios. La idea de que estos discípulos se comunicaron a la multitud diversa en lenguas es claramente equivocada. La multitud tenía un idioma común. Que era el griego, y fue precisamente usándolo que más tarde Pedro les iba a predicar todo un tremendo sermón en ese idioma.

El don de lenguas indudablemente es un lenguaje personal de oración dado por Dios, por el cual el creyente se comunica con Él más allá de los límites del conocimiento y entendimiento. Tiene, y de esto no pueden existir dudas, un lugar importante en la vida devocional del creyente, pero un lugar pequeño en la vida corporal de la iglesia. Pablo así lo da a entender en 1 Corintios 14: 18-19, cuando escribe: Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida. Y que conste, asimismo, que hace muy especial hincapié en lo que tiene que ver con reuniones públicas. A esto lo añade en el verso 23: Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿No dirán que estáis locos? He estado presente en lugares donde esto sucede, y a mí mismo, creyente y ministro invitado, me han dado deseos de decir eso mismo.

He oído a ministros muy serios y espiritualmente bien plantados explicar con base bíblica correcta que el uso de las lenguas dentro de los templos tiene que ser medido y muy ajustado a lo escrito, a fines de no sobredimensionar el don y tampoco anularlo, que de alguna manera es lo que ciertos polos doctrinales opuestos han hecho. En la misma carta y capítulo que venimos dando a modo de ejemplo práctico, Pablo les recomienda a los creyentes de Corinto, (Versos 27 y 28) Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Me tomé el trabajo nada vertiginoso ni sencillo de repasar cada una de las versiones bíblicas más conocidas y confiables y, palabras más, palabras menos, todas coinciden en dos puntos. Si no hay quien tenga el don de interpretación de esas lenguas, lo adecuado es silenciarlas. Pero no anularlas, ya que tal como lo dije en mi anterior trabajo, este don es excelente para ser utilizado en privado por cada creyente que lo tenga.

Y si dije textualmente: por cada creyente que lo tenga, es porque tengo certeza que si bien es un don de Dios dado por gracia y sin mérito humano como para merecerlo, no es algo que lo posean todos. En el capítulo 12 de su Primera carta a los Corintios, Pablo viene hablándoles de los dones en general, y al llegar al verso 30, les dice: ¿Tienen todos dones de sanidad?, ¿hablan todos lenguas?, ¿interpretan todos? Resulta implícito, entonces, que no todos tenemos dones para sanar enfermos, hablar lenguas desconocidas o interpretarlas. Esto, que es la estricta verdad bíblica sin posibilidades coherentes de entenderla de manera torcida o diferente, rompe con algunas mitologías sectoriales muy conocidas, difundidas, proclamadas y hasta predicadas con valor de doctrina. El simple hecho de orar en una lengua desconocida no es la evidencia principal ni singular de ser llenado con el Espíritu Santo. Llevar adelante y enseñar este énfasis ha llevado a muchos a buscar ese don en particular al extremo de llegar a simularlo o fingirlo sólo con la intencionalidad de que se los considere como llenos del Espíritu Santo o bautizados en Él.

Más tarde hubo otra discusión respecto al mismo tema. Algunos comenzaron a preguntarse y preguntar si acaso el hablar en lenguas que registra Hechos 2 en los que estaban en el aposento alto por la festividad del Pentecostés, sería el mismo don que describe Pablo en 1 Corintios 12 y 14. Aquí hubo quienes entendieron que estaban tratando con dos diferentes dones. El argumento era que mientras el de 1 Corintios evidentemente debía ser regulado y hasta restringido, el de Hechos 2 podía utilizarse en cualquier momento, por cualquier persona y en cualquier lugar.  Aquellos que creen en esta teoría, hacen especial énfasis en que el hablar de Hechos 2 fue inmediatamente reconocido por los visitantes extranjeros a Jerusalén, mientras que el hablar de 1 Corintios no fue entendible para los presentes, excepto con un don de interpretación divinamente otorgado.

Sin embargo, para los que están con la otra postura, esto no toma en cuenta que las diferencias tienen más que ver con las circunstancias en las cuales fueron ejercitados los dones, que con los dones mismos. En Jerusalén, dicen ellos, el grupo al que se hablaba era singularmente multinacional y multilingüe; En tiempo de fiesta (Pentecostés), los judíos de la dispersión de todas partes estaban en la ciudad. Así que, la probabilidad de que los oídos extranjeros escucharan una lengua hablada en su idioma fue mucho mayor. Por otro lado, en Corinto (aunque una ciudad bastante cosmopolita), el don fue ejercitado en una iglesia local, con todos los miembros compartiendo un idioma común (El griego). Si uno tuviera la misma diversidad de extranjeros visitando la iglesia de Corinto cuando todos hablaban en lenguas, es probable que muchos oirían miembros de la iglesia de Corinto hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

Además, hay un punto que no siempre alcanzamos a divisar y detectar. Creo que no podemos aseverar con base sólida que cada persona entre las 120 que hablaron en lenguas el día de Pentecostés habló en un idioma inmediatamente inteligible para los oídos humanos presentes ese día. Y te digo el por qué aclaro esto y vas a ver que lógica terrenal tiene de sobra. Leemos que todos … comenzaron a hablar en otras lenguas. A partir de lo que conocemos por otras vías, aquí había por lo menos unos 120 individuos hablando en lenguas. Y fíjate que las naciones mencionadas en Hechos 2:9-11 son solo quince. Aceptemos que con toda la furia puedan existir otras diez que no fueron mencionadas. Aún así, sumándolas, no dan la cantidad de personas hablando. Por esa razón no es descabellado suponer y hasta pensar, que por lo menos algunos de los 120 presentes, alabaron a Dios en un idioma que no fue entendido por nadie que los estuviera oyendo. A eso lo que digo porque el texto simplemente no indica que alguien presente podía entender a cada persona hablando en lenguas.

Sin embargo, no debemos suponer que aquellos que no fueron inmediatamente entendidos por los oídos humanos hablaron “algarabía”, como a veces se le llama al don de lenguas con burla. Es posible que hayan alabado a Dios en un idioma completamente desconocido, pero completamente humano. O tal vez algunos pueden haber hablado en un lenguaje completamente único dado por Dios y entendido por Él y solamente Él. Después de todo, la comunicación con Dios, no con el hombre, según lo dice mi Biblia, y ya te lo leí, es el propósito del don de lenguas. La repetición de frases sencillas, no inteligibles y quizá sin sentido para los espectadores humanos, no significa que alguien está hablando algarabía. No te olvides que en muchos sitios tradicionales que no creían en la realidad de este don, cuando se referían a los que lo profesaban, en tono de burla los llamaban “los bara bara”, porque según dicen, era la palabra que más se escuchaba. ¿Ninguno se perdió un minuto en consultar y enterarse que, en griego, bara significa crear?

La alabanza a Dios puede ser sencilla y repetitiva, y parte de la dinámica de lenguas es que funciona sin el entendimiento del hablante siendo entendido por Dios y solo Dios. Y no es un invento mío, así lo dice Pablo en 1 Corintios 14:14.Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. En definitiva, debemos considerar el don de Hechos 2 y el don de lenguas en 1 Corintios como el mismo, simplemente porque el mismo término se usa para ambos en el idioma original heterais glossais. Además, el verbo traducido como les daba que hablasen en el mismo capítulo verso 4, se usa con frecuencia en la literatura griega en conexión con un discurso espiritualmente motivado (algo extático), no una mera traducción a otros idiomas.

Y punto. A menos que el Espíritu Santo decida descorrer el velo a algo imponente o fuera de todo entendimiento humano hasta hoy, respecto a este asunto, no hablaré más. Si los defensores de las doctrinas que proponen el uso de este don y de aquellas que lo niegan y hasta lo prohíben, quieren seguir debatiendo con lo uno y con lo otro, allá ellos. He sido muy claro a lo largo de mi trabajo ministerial. Y aunque suene demasiado contundente, autoritario o hasta soberbio, simplemente por autoridad emanada de unción, he dicho y sigo diciendo que en lo concerniente a la Palabra de Dios, no hay ni puede haber debate. Dios ya habló. El que lo entendió, gloria a Dios y a toda marcha con Él. El que no lo entendió, siempre tiene a Su Espíritu Santo para acudir en búsqueda de guía a toda verdad. Y el que decide no hacer ni lo uno ni lo otro, pues que le vaya bien, que tenga buen viaje y que tome nota el nombre de la estación donde llegará.

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enero 3, 2024 Néstor Martínez