Lo tomamos como elementos separados. Nunca nos esforzamos por escudriñarlo más. De haberlo hecho, hubiéramos encontrado que se trataban de elementos que, en el final, constituían una sola pieza.
Autor: Néstor Martínez
Pruebas…
(Santiago 1: 12-15) = Bienaventurado el varón que soporta la prueba, porque cuando salga aprobado, recibirá la corona de la vida, que prometió a los que lo aman. Nadie que es tentado, diga: Soy tentado por Dios. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando es atraído por la propia concupiscencia, y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, engendra el pecado, y el pecado, ya desarrollado, da a luz la muerte. A diferencia del castellano, la palabra griega traducida como Prueba, significa, el propósito de fortalecer la virtud, como se puede leer en Génesis 22:1 cuando dice: Aconteció después de estas cosas que Elohim probó a Abraham, y le dijo: ¡Abraham! Él respondió: Heme aquí.
Pero la misma palabra también significa tentar, que es algo así como sugerir que se practique el mal, y que es como la encontramos en Lucas 4:13 cuando señala: Y habiendo acabado toda tentación, el diablo se apartó de Él hasta un tiempo oportuno. La traducción que se lee como No nos metas en tentación, que figura en Mateo 6:13, cuando expresa: Y no nos metas en prueba, más líbranos del mal, no está en conformidad con el contexto teológico ni con la analogía espiritual del Nuevo Pacto. El verso 13 es el que define como son las cosas y que es lo correcto. Además, omite la figura del dialogismo, que consiste en expresar en forma de diálogo las ideas o los sentimientos de los personajes de una obra. Es más que claro que aquellos que permanecen firmes en las pruebas recibirán la corona de vida. Y esta expresión no se refiere únicamente a la vida eterna, sino a la vida aquí y ahora, disfrutada más abundante y plenamente.
Y, de hecho, habiéndose referido a la tentación que viene de una prueba que llega desde afuera, Santiago aquí habla ahora de la tentación como una incitación al mal que viene de adentro. Según muchos textos de la Escritura, Dios nos somete a veces a prueba, pero Santiago enfáticamente declara que la perfecta santidad de Dios lo pone más allá de la tentación y que el Señor no insta ni va a instar jamás a nadie a pecar. Creo que no es necesario que te diga que adhiero total y definitivamente a lo que dice Santiago, porque un Dios como el nuestro, que aborrece el pecado y que es el dueño del poder total del universo, no va a declinar su santidad enviando a pecar a alguien para ver cómo reacciona. ¡Si Él nos conoce mejor que nosotros mismos! En fin…Supongo que esto desarmará algunas excusas, pero ahí estamos…
En ese sentido, la concupiscencia responde a una tentación que viene de afuera, mientras que el pecado es algo engendrado. Fíjate que Santiago, muy curiosamente, no menciona para nada el rol de Satanás en el marco de esa tentación. Y no lo hace, porque su propósito no es discutir el origen del pecado, sino explicar que la incitación al mal no viene de Dios. Al subrayar la naturaleza interna de la tentación, Santiago no les deja excusa alguna a los pecadores. Satanás es de hecho la fuente externa de la tentación, pero nadie lo puede culpar de ser el responsable de los actos pecaminosos cuyas raíces están dentro de cada individuo. No es por nada que David, en el Salmo 7 y verso 14 escribe: He aquí el inicuo se preñó de iniquidad, Concibió perversidad y dio a luz la falsedad. Lo único que me queda por aclarar es que la iniquidad, que es el pecado antiguo, heredado por generaciones de nuestros antepasados, en realidad es un gen que preña, que embaraza, y que cuando llega el tiempo de parir, da a luz, en muchas ocasiones, pecados más horrendos que aquellos antiguos que nos oprimieron y acompañaron a la tentación.
(16-18) No os engañéis, amados hermanos míos. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay cambio ni sombra de variación. Él, porque quiso, nos engendró con la palabra de la verdad para que seamos primicias de sus criaturas. Observa un detalle que no es menor. En el verso 16 no dice que nos cuidemos de no ser engañados. Tampoco que no dejemos que el diablo nos engañe. Dice que no nos engañemos a nosotros mismos. ¿Sabes qué? Esto es el ápice de la sabiduría. Si hay un engaño que surte efecto en cada uno de nosotros al punto de llevarnos a lo peor de lo peor sin que podamos defendernos, ese es el auto engaño. ¿Sabes por qué? Porque lo pensamos, lo aceptamos y lo incorporamos como la mayor de las verdades, siendo que sólo es una excusa que estimamos como buena y eficiente para acompañarnos a pecar sin culpa. Eso es engañarse a sí mismo. De eso se nos previene aquí. Recuerda que Dios no solamente no es responsable del pecado humano, sino que es la fuente de todo bien. En contraste con el continuo movimiento de los cuerpos celestes que Él creó, es inmutable. Siempre cumple sus promesas. La Razón de la Prueba: ¿QUIERES VENCER? ¡ENTRENA DURO!
Favoritismo es Pecado (Audio)
Han existido, en el transcurso de los tiempos, dos corrientes extremas dentro del cristianismo, que lo han deteriorado y quitado credibilidad: las Teologías de la Pobreza, primero, y la de la Prosperidad después. Ambas, perniciosas.
Desconocido
Dicen las estadísticas, (Y yo en algunas cosas, creo en el valor de las estadísticas), que después de más o menos cinco años de ser cristianos, una gran mayoría deja de tener amigos no cristianos. Porque nos enseñan que no debemos juntarnos con los mundanos, que no pueden tener comunión la luz con la tiniebla, lo cual es verdad y no deja de ser bueno cuando estás creciendo, pero en algún momento deberás acercarte a esa gente, porque es esa gente la que necesita a Jesús, y de otro modo estaríamos perdiendo la misión que tenemos mientras dure nuestro paso por esta tierra. Ocurre que, si juntas los granos de sal en los saleros, que es como decir en los templos, todo el resto de la comida lo sufre. Jesús nunca dijo que seríamos la mayoría en la tierra; dijo que seríamos la sal de la tierra. Jesús nunca dijo que la guerra la perdería el ejército con menos soldados; dijo que se perdería si esos soldados pierden el sentido de su misión.
El punto, aquí, es que hay mucha gente que no conoce a ese Jesús. ¿Es que hay dos? No, hay uno solo, pero sin querer, cuando lo sagrado se nos empieza a volver común, nos vamos olvidando la misión de ese Dios. Pero, el objetivo siempre es y será que ellos se conviertan a lo que tú eres, y no que tú lo hagas en lo que ellos son, sólo para que no te marginen. Eso no funciona, y además no agrada a Dios, te lo aseguro. Fíjate que Pablo les dice a los griegos que ellos adoran a un dios que todavía no conocen. Y creo con total sinceridad, que hoy mismo hay mucha gente, muchos de ustedes, quizás, que están adorando a un Dios al que todavía no conocen. O, mejor dicho, adoran a un Dios que es el genuino, mientras al que conocen es un Dios que la religión fue construyendo para cumplimentar con sus intereses. ¿Qué es ser espiritual? Para una gran mayoría, la espiritualidad suena como algo de otro mundo.
Para muchos cristianos, es sinónimo de leer mucho la Biblia, ir a la iglesia a todos los cultos sin faltar a ninguno, orar a cada momento y por cualquier cosa, hablar con un idioma Reina Valera, decir aleluya y gloria a Dios cada tres palabras, orar en lenguas, no enojarse nunca, estar permanentemente con una sonrisa que muestra dos hileras de dientes blancos e inmaculados, o si no a esos que buscando ser santos se recluyeron en monasterios en las montañas, y que solo consiguieron acceder al alcoholismo, a la homosexualidad y ahora en estos últimos tiempos, descubrimos que también a la pedofilia. ¿Eso es ser espiritual? ¿No se nos enredó algo en el camino? ¿Qué clase de espiritualidad busca Jesús en nosotros, hoy? Esa es la pregunta. Eso es lo que te estaría presentando y mostrando a un Dios que todavía no conoces. Y si no lo has conocido, si no has tenido intimidad con Él, muy difícilmente lo estarás adorando, y mucho menos en espíritu y en verdad, como Él nos demanda hacer.
Lo que hizo que Jesús terminara en la cruz, fue la idea disparatada de que la gente común, que la gente quebrada y arruinada, pudiera acceder a la santidad y ser santa. ¡Eso fue lo que enloqueció a sus enemigos! Eso fue lo que desató las más ácidas críticas en su contra. Lo criticaban porque veían que Él hacía que la gente religiosa, la gente perfecta se sintiera expuesta por toda esa gente real, genuina y verdadera que lo seguía y se nutría de su alimento. Y ellos lo criticaban porque pensaban que era imposible que si era quien decía ser, estuviera con toda esa gente considerada imperfecta, impura. La implicación chocante del ministerio de Jesús, era que cualquiera podía ser espiritual. Y su mayor problema era que si tenía que sanar a alguien, lo haría, aunque fuera en sábado y se echara encima a todo el imperio fariseo. Ellos pensaban que no importaba si un ciego veía, si lo habían sanado en sábado, era escandaloso y merecía ser juzgado con todo el rigor.
De hecho, siempre resulta escandaloso a quien Dios decide usar, porque siempre pensamos que hay mejores que esa persona. De hecho, es lo que durante mucho tiempo yo sentí conmigo mismo. O, mejor dicho, -ahora me doy cuenta- me lo hicieron pensar. La persona que, desde un púlpito, en los años noventa, desarrolló un ministerio profético que marcó y cambió mi vida, no era muy querido por el liderazgo de mi ciudad porque era moreno, de piel negra, había sido drogadicto y además, estaba casado con una mujer divorciada. Un escándalo de persona. ¿Cómo podría Dios usar a alguien así? ¿Cómo iba a levantar para un ministerio de tamaño impacto a alguien que no era blanco? Bueno; creo que el texto que nos dice que Lo vil y lo necio levanta Dios para avergonzar a lo sabio, debe haber estado borrado en las Biblias de esos muchachos…No se preocupen; además de verlo en aquel moreno, después lo pude ver en mí mismo. Y no me avergüenzo, doy gloria a Dios por eso. Por sobre todas las cosas, por no verme en la obligación de ser hipócrita, o de simular ser lo que no soy. Reglas Claras: CONOCIMIENTO ES INTIMIDAD
¿Cuál es Tu Herencia?
Tenemos una herencia indefectible e inamovible. Lo único que se nos pide es aceptar, creer, confiar y ejecutar los diseños del Reino en la tierra. Si obedecemos eso, nada más que eso, será un paso enorme en dirección a la victoria.
Cuadernos Reales 10
Si lo Pides con Fe, Te Llega
En el capítulo 10 de Levítico, cuando Moisés se enoja con Eleazar e Itamar por causa de no haber comido de la expiación, se dice que eso llevó a iniquidad a la congregación. Las aflicciones deberían más bien acelerarnos a nuestro deber, que sacarnos de él. Pero nuestra incapacidad para esa responsabilidad, cuando es natural y no pecaminosa, tendrá grandes concesiones para ello; Dios tendrá misericordia y no sacrificio. La solemne advertencia que transmite esta historia nos muestra que, cuando los adoradores profesantes vienen con celo sin conocimiento, afectos carnales, pensamientos terrenales, ligeros, vanos, insignificantes, los dispositivos de la adoración de la voluntad, en lugar de la ofrenda del alma y el espíritu; entonces el incienso es encendido por una llama que nunca bajó del cielo, que el Espíritu de un Dios Santo nunca envió dentro de sus corazones. En este pasaje, podemos ver a la Iniquidad en su faceta masiva, no individual, y conforme a lo que los originales (avón) muestran, en este caso estaría relacionada con la Culpa.
Hay otro pasaje, el que encontramos en Levítico 17, versos 12 al 16. Otra vez, en este texto, el significado de Iniquidad es Culpa. Es la segunda en este mismo libro, y no creo equivocarme si entiendo que no será la última ni las únicas. ¿A ti te enseñaron, como a mí, que en guerra espiritual la Culpa es un espíritu maligno (Léase demonio) al cual debemos echar fuera en el nombre de Jesús si mora en alguien que ministramos, o rechazarlo y cortarle su derecho a invadirnos, si está en nosotros? Creo que esto no invalida esa enseñanza, sino que la reafirma y confirma con respecto a la procedencia satánica ciento por ciento de la llamada Iniquidad. No es un espíritu a reprender, es una condición a eliminar y a desactivar. ¿En el nombre de Jesús? Obvio, no hay otro nombre que esté por sobre este nombre. El texto del capítulo 20 del mismo libro, alude a una iniquidad que se contrae por observación de la desnudez de parientes femeninas cercanas.
Aquí la palabra usada para Iniquidad, sigue siendo avón, pero en lugar de culpa como en los anteriores, aquí se la traduce como Perversidad, como una Mala Moral. Todo esto, cierto es, formaba parte de la antigua Ley de Dios, pero no vemos en ningún lugar del Nuevo Testamento, y mucho menos a Jesús, descalificando todo esto y considerándolo no pecaminoso para este tiempo. Por lo tanto, nos agrade o no, nos parezca anticuado o fuera de tiempo, esto sigue vigente. Dios no está en contra de ningún principio igualitario, ya que Él mismo declara que no hace acepción de persona, lo cual deja en evidencia que hombre o mujer, ante Dios tienen los mismos derechos y obligaciones. La tergiversación satánica, obviamente, es entender por igualitario a lo pecaminoso. Pero ese no es Dios, esos son los hombres. Alguien se sienta delante de su televisor a ver una película que no es ni pornográfica ni indecente, pero que muestra desnudos. ¿Qué crees que está viviendo? ¿Te suena exagerado o muy religioso esto que digo? Háblalo con el Espíritu Santo, yo no puedo modificar lo que Él ha establecido.
En el capítulo 24 de Levítico, Dios habla con Moisés y le ordena que saque a un blasfemo que allí había, fuera del campamento. Pero no se queda allí. Le ordena también a toda la congregación que lo oyó blasfemar, poner sus manos sobre la cabeza del blasfemo y apedrearlo. ¿Motivo? Que cualquiera que maldiga a su Dios, llevará su iniquidad. En el original, en lugar de la palabra Iniquidad, está la palabra Pecado, pero el término griego del cual fue traducido, es kjet, que tiene que ver con Crímen, con su pena o su castigo y con Culpa. De hecho, es lo que se consideraba en ese tiempo (Y hoy podría decirse con propiedad que no es nada menor), que quien maldijere a Dios, (¿Nunca has escuchado a personas que cuando algo les sale mal, insultan a Dios?) quedaría condenado automáticamente a llevar sobre si la pena o el castigo inherente a un crimen. Interesante, ¿Verdad? No menos que lo que se lee en el 26, donde hay algunos detalles que valen la pena examinar más de cerca.
Este pasaje tiene, como te dije, algunas perlas muy interesantes. En primer término, donde leemos por su iniquidad y por la iniquidad de sus padres, la palabra original sigue siendo avón, pero la interlineal la traduce como pecado. En el verso siguiente, donde dice que confesarán su iniquidad y la de sus padres, en el original es la misma palabra, pero la versión traduce a ambas como iniquidad. Y, finalmente, en el verso 41, donde leemos que reconocerán su pecado, esta palabra también es avón. Llama la atención que las cinco veces que avón está presente como texto original, su traducción tenga dos significados diferentes. La confesión reconociendo haber prevaricado, da la idea de que, en este texto, iniquidad es la decisión de no respetar la ley de Dios. Aclaro por si alguien lo ignora o lo olvidó, que prevaricar es cometer algo que es pecado sabiendo que lo es, pero decidir seguir haciéndolo por conveniencia u otros intereses personales. Queda un solo detalle para que entiendas todo: lee el texto en tu Biblia. No juegues a la antigua comodidad de pretender que yo te lo lea.
En el libro de Números, en cambio, la cosa viene por el lado del adulterio, de la infidelidad. Y dice que, si una mujer fuese infiel y por eso el esposo sintiera celos, eso le hará contraer iniquidad. Pero que será libre de ella si el sacerdote así lo ejecuta. Esta ley de la que se habla aquí, deja en evidencia que a Dios no le agradan en absoluto los celos, que, dicho sea de paso, todos somos testigos que en algunos casos han sido factor de finales muy trágicos. En esto se inspiró el legendario autor de “Otelo”. Entonces, lo que aquí se deja de manifiesto es que, cuando una mujer engañe a su esposo con otro hombre, si el esposo siente celos, tenga o no tenga razón de sentirlos, la ley decía que igualmente debía llevarla ante Dios, y que si se descubría que ella hizo algo malo, el hombre no sería castigado por sus celos, pero ella sí por causa de lo que aquí se denomina como Iniquidad, que es como decir Infidelidad y confirmar una vez más, la carencia o ausencia de respeto por una ley de Dios, la Fidelidad. Sería absolutamente injusto de mi parte no aclarar que, al igual de los mandatos de sujeción y amar, esto no es solamente para uno, sino para los dos componentes de la pareja matrimonial. El relato es con dirección masculina, pero la inversa debería ser exactamente igual. A las traducciones siempre las efectuaron hombres.
Algo nos queda claro en toda la escritura: la Iniquidad confesada, tiene perdón. Dios es tardo para la ira y además misericordioso. Hay un caso muy puntual donde queda en evidencia que la iniquidad puede ser de origen personal e individual, pero también global, masivo. En este caso lo que se perdona es la Iniquidad de todo un pueblo, lo que una vez más nos habla de Perversidad, Maldad y carencia de respeto por la Ley de Dios, lo cual equivale a rebelión. Por eso es que en Números 15 se hace especial hincapié en la soberbia ultrajante a Dios como factor de iniquidad. Iniquidad, aquí, es una vez más avón, pero en este caso se traduce una vez más como Culpa. Y es importante observar que todo eso es producto de la actitud con que se realiza algo. Mucha atención con esto: no dice que una persona es cortada del pueblo porque hizo algo malo con soberbia, dice simplemente que hizo algo con soberbia, lo que deja el interrogante abierto respecto a que, cuando hacemos algo con soberbia, a Dios no le interesa demasiado si lo que hacemos es bueno o malo, esa es otra historia y otro juicio. A Él le desagrada la soberbia y eso nada más ya nos lleva a ser tenidos en juicio. Sin embargo, en este texto la segunda parte aclara lo anterior. Dice que esa persona, (Y no hace distinción entre judíos o gentiles), actuó con soberbia y que menospreció un mandamiento de Dios y que eso determina que se llene de iniquidad. Culpa, pero también desprecio y rechazo por un mandamiento, por una ley de Dios. Rebeldía.
Los levitas ejercían el sacerdocio de la nación, y como tales, eran los intercesores que se colocaban en la brecha entre el pecado de la gente y el juicio de Dios. Era caso por caso y pecado por pecado que ejecutaban la expiación, siendo el conjunto de ellos lo que aquí denomina como Iniquidad. Un conjunto que incluye maldad, culpa, rebeldía, celos y una gama de puntos más que la hacen delicada, peligrosa y responsable de muchas caídas graves. Lo más grave, indudablemente, la transmisión generacional, ya que hace pagar a inocentes por pecadores. Eso solamente se soluciona velando y conociendo sus pormenores. Ejemplo: Dios se fijó en Jacob con mucha atención. Jacob fue luego Israel. Lo que se nos está diciendo, es que Dios no ha notado Iniquidad en Jacob, lo que nos muestra que podemos proceder con toda la astucia que la misma Iniquidad nos proporcione, pero a Dios jamás lo vamos a engañar. Si hay ese flagelo en nosotros, Dios lo va a notar. Y aquí le añade que tampoco ha visto Perversidad en Israel.
A primera lectura somera parecería ser que habla de un hombre y de su nación, pero no debemos olvidar que Jacob ES Israel, por lo que queda más que en evidencia que Iniquidad y Perversidad van de la mano, se complementan o, como es mi pensamiento, son la misma cosa. Cabe añadir aquí y ahora, que los que padecen Iniquidad no saben lo que les está pasando. Y lo que les está pasando, es que mientras más buscan la gloria de Dios, peor la están pasando. Sucede que la gloria y la justicia de Dios van de la mano. A la gloria no podemos acercarnos sin pasar por la justicia. Dice el salmo 97 que los cielos anunciaron su justicia y toda la tierra vio su gloria. La justicia y la gloria de Dios, van de la mano. El problema es que hay palabras que las hemos hecho tan comunes, que terminan perdiendo el sentido de lo que son. Y una de estas palabras, es la palabra gloria.
Decimos muchas veces que cuan glorioso estuvo un culto o una reunión simplemente porque los que los dirigían, se pasaron todo el tiempo diciendo y asegurando que la gloria de Dios estaba descendiendo sobre ese lugar. A alguien que estaba allí, Dios le dijo que no podía hacer descender su gloria porque conjuntamente con ella descendería su justicia, y entonces más del setenta por ciento de los que estaban reunidos allí, hubieran caído muertos. Y no porque estuvieran en pecado, sino por causa de su iniquidad. Iniquidad no es necesariamente un pecado terrible. Iniquidad es simplemente estar desalineado de Dios. Hay gente que está por allí predicando en contra de las maldiciones, y en cada ocasión las rompen, las cancelan, las echan fuera de las vidas. Pero resulta ser que, con el tiempo, en la mayoría de los casos, esas maldiciones regresan. ¿Por qué? Dice la Palabra que ninguna maldición vendrá sin causa.
La maldición es una fuerza espiritual que está buscando donde adherirse, y cuando lo encuentra, se adhiere y eso donde la maldición se adhiere, se llama Iniquidad. Quiero que sepas que hay un enorme porcentaje de cristianos sufriendo por causa de la iniquidad que ni siquiera han escuchado o aprendido alguna vez qué significa la iniquidad. Es menester que sepas que hasta que no saques por completo de tu vida todo vestigio de iniquidad, esas maldiciones podrán seguir afectándote. Porque hay principios espirituales que te dicen que te dicen que justicia e iniquidad, se oponen entre sí. La justicia tiene un poder de atracción tremendo. Dice la palabra que busquemos primeramente el Reino de Dios y su justicia, y que cuando lo hagamos, todas las cosas nos serán añadidas.: Esto significa que la justicia tiene un poder de atraer hacia una persona, todas las cosas que pertenecen al Reino de Dios. Todas las cosas que le pertenecen, su Gracia, su Poder, su Misericordia, su Favor, su Prosperidad, su Salud, todo lo que pertenece al Reino de Dios es, necesariamente, atraído por la justicia.
Sin irnos demasiado lejos, tenemos un pasaje que está en el capítulo 32 del libro de Deuteronomio. Es sumamente poético el léxico que leemos en este texto. Sin embargo, encierra un grado de exhortación que, de predicarse hoy en cualquier iglesia supongo que lograría que lo miren más que torcido, con esos ojos torvos que tanto hemos visto en gente muy religiosa. Lo primero que se puede decodificar, a modo de perla anexa, es la diferencia que existe entre las cosas que se brindan. Dice que la enseñanza gotea como la lluvia, es decir que no es intensa, pero tampoco tiene pausas. Permanece, persevera y bendice, porque lluvia y bendición, en la Biblia, son la misma cosa. Destilará como el rocío el razonamiento. ¿Cómo destila el rocío? Lento, casi invisible al ojo humano, imperceptible, pero presente de manera visible cuando vemos una tierra húmeda, por la mañana, sin que en la noche haya llovido. Y para que no queden dudas de esta lentitud de siembra, dice que será como llovizna sobre la grama. La llovizna, lo sabemos, es una lluvia muy tenue pero persistente. Y concluye diciendo es como gotas sobre la hierba. El original dice aguacero, y esto habla de lluvia fuerte y sostenida.
Luego dice que Dios mismo dice que Él es la Roca. Sobre ESTA roca se edifica la iglesia, ¿Recuerdas? ¡No es sobre un hombre, por valioso e importante que haya sido su tarea! Si la iglesia no está fundamentada en la Roca, es Babilonia. Porque fíjate que el hombre es carne y la carne es polvo de la tierra, o tierra. Y cuando dice que una casa fundada en la arena se cae al menor movimiento está hablando de eso. La arena, como todos sabemos, es una mezcla de pequeñas partículas de roca con polvo de la tierra, por eso es que sola, no tiene consistencia. Es como ser un creyente que se apoya mitad en Cristo, la Roca, y mitad en su propia sabiduría humana y carnal, la Tierra. Es un cristiano-arena. No resistirá ni vientos ni tempestades. Y comienza a detallar cómo son los caminos de Dios. Es rectitud pura y Justicia plena. Añade, por si fuera necesario, que en Él no hay corrupción (Que es putrefacción, podredumbre de algo o alguien), alguna, que en todo caso eso sí existe en algunos de sus hijos. Y concluye con algo que es manifiesto: en Dios no hay iniquidad. Que es como decir que no mora en Él nada opuesto a rectitud o justicia, y mucho menos corrupción. Todo esto es Iniquidad. Y si quieres, añádele lo que les dice al final: gente torcida, perversa, loca e ignorante. Eso, eso también constituye Iniquidad.
Casi que, desde mi conversión en adelante, siento un profundo respeto por la palabra Prevaricación. Sé que no son pocos los cristianos que la han leído en sus Biblias y lo siguen haciendo, pensando y creyendo que es simplemente una forma más de pecado, pero no, no lo es de ninguna manera. Porque el pecado, dice en toda la Biblia que, por causa de la infinita misericordia de Dios, es perdonado previo arrepentimiento, pero de la Prevaricación no dice nada similar y, si escudriñas con cuidado, podrás ver que lo que dice es exactamente inverso y hasta sumamente duro e inflexible. El diccionario de español dice que Prevaricar es delinquir un funcionario público por faltar a sabiendas o por ignorancia inexcusable a las obligaciones y deberes de su cargo. Visto así, parecería ser algo de menor cuantía que lo que es, porque llevado al terreno espiritual, la actitud crece y se sobredimensiona.
Verás: pecado es aquello que puede cometerse por ignorancia, (Esta es la razón por la que más de media humanidad peca, porque ignora la existencia de un Dios que lo sabe y lo condena), por incredulidad (Le han dicho que hay un Dios, parece estar de acuerdo, pero no cree que se ocupe de él y de sus errores) o por debilidad (Conoce a Dios, quiere serle fiel, pero su carne y su alma le juegan malas pasadas y no puede evitar, aunque lo desee, caer en un mismo pecado una y otra vez. Todos sabemos que cuando existe un arrepentimiento sincero y genuino en cada una de estas alternativas, y ese arrepentimiento lleva al hombre a caer de rodillas ante su Dios y pedirle que lo perdone. el amor y la misericordia de Dios activará de inmediato ese perdón y todos esos pecados cometidos por estas u otras causas similares, le serán perdonados. Pero no se dice en ningún lugar que con la Prevaricación suceda lo mismo.
Porque el acto de Prevaricar, tal como de modo muy elegante lo dice el diccionario, es la actitud que toma alguien que sabe lo que está haciendo, dónde lo está haciendo y cómo lo está haciendo, pero que por razones que tienen que ver con sus intereses, sus ideales o simplemente su sentido innato de desobediencia, decide hacerlo de otro modo o no hacerlo. Concretamente, un cristiano promedio sabe qué es el pecado, cómo ejerce tentación y en qué es más vulnerable, pero a pesar de saber todo eso, porque le conviene, le reditúa ganancia o simplemente satisface placeres de su cuerpo, decide pecar de igual manera. Allí no existe ni ignorancia, ni incredulidad ni debilidad, existe Desobediencia, que es uno de los ingredientes, (Sino el básico) de lo que estamos estudiando cómo Iniquidad.
Desde atrás hacia adelante, vemos que en aquellos tiempos y bajo aquellos principios, la Iniquidad era algo que podía tener expiación, ya fuere por medio de los sacrificios tradicionales de la época o por alguna ofrenda que justificara esa decisión. Sin embargo, también vemos y avanzando hacia el principio que se percibe en los distintos textos, que Dios estaba perfectamente informado de todo eso, y que cuando por ejemplo le dice a Elí que lo juzgará por todo lo que él sabe, no exagera nada. Elí era consciente de toda la herejía y crueldad que estaban cometiendo sus hijos, pero en ningún momento hizo nada para detenerlos. Este es el momento en que le llega el juicio inexorable y, como siempre han sido, son y serán los juicios de Dios, muy difícilmente el hombre pueda echar mano a alguna clase de argumento que justifique su Iniquidad, que en ese caso específico es sinónimo de Desobediencia. y Traición, nada menos.
Hay un relato que hace Samuel en el capítulo 19 de su Segundo libro, que habla de un hombre llamado Simei, hijo de Gera. Cuando este hombre cruza el Jordán, se postra delante del rey y le pide que no lo culpe de iniquidad. Todo respecto a su pasado. En esta historia, donde la iniquidad es traducida en los originales como Culpa, se produce una muy visible separación entre nuestra palabra y pecado. Noten que Simei le pide al rey que no lo culpe de su iniquidad, lo cual lo tiene muy preocupado por el calibre de lo que sería esa acusación. Pero luego dice haber reconocido su pecado, lo que indudablemente él tiene certeza lo ha llevado al perdón. Lo procura enmendar siendo el primero de toda la casa de José en descender a recibir al rey. El pecado con arrepentimiento, tiene perdón. Es notorio que la Iniquidad tiene otro protocolo que en otros textos se aclaran debidamente.
En el 17 del Primer libro de los Reyes, se cuenta de un hijo de un ama de la casa que se enferma de gravedad, tanto que dice que se quedó sin aliento. Y que esa mujer, la madre, le dijo a nuestro conocido Elías, que qué era lo que tenía ella con él. Ella interpretaba que Elías había venido allí para traerle a su memoria su iniquidad y, de paso, para llevar a la muerte a su hijo. Debemos tener en cuenta que la mujer de este relato había hecho mucho por Elías, prácticamente lo había dado todo sin pedirle nada. Y ahora sufría el tremendo shock de ver morir a su hijo. Y digo “morir” porque leo que la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. Si una persona se queda sin aliento es porque no respira, y si alguien no respira, es porque ha muerto, así de simple. Y ella lo que hace es suponer que en eso hay un juicio de Dios por intermedio de Elías, por causa de lo que ella llama sus iniquidades, que muy probablemente las habrá tenido en forma de diversos pecados.
Pero también es evidente que toda iniquidad que se reconoce y se convierte en fe y confianza hacia Dios, es iniquidad que puede ser cortada y restaurada. Recuerda que el único pecado que no tiene perdón, según la Palabra, es el de la blasfemia al Espíritu Santo. No fue este el caso, seguramente, ya que Elías usó el tremendo poder que Dios había depositado en él y resucitó al muchacho acostándose tres veces sobre él mientras estaba muerto. Una primicia de lo que luego Jesús haría durante su ministerio. Hay algo que aparece en el primer libro de las Crónicas que también podemos tener en cuenta. Cuando dice que el Espíritu vino sobre Amasai, literalmente lo que significa es que el Espíritu se apoderó de él. Los profetas comprendieron que la fuente de su inspiración era el Espíritu de Dios. Lo muy llamativo de este texto, es la expresión de David, cuando dice que no hay iniquidad en sus manos.
Esto obliga a un profundo estudio, porque todos sabemos los hechos que protagonizó David y la importancia que nosotros le damos. ¿Dios le habrá dado la misma que nosotros? Si así fuera, es de suponer que David ni siquiera hubiera llegado a reinar, y tampoco que el propio Dios jamás hubiera dicho que tenía un corazón conforme al suyo. ¿Algo no entendimos bien o nuestra religiosidad supera a nuestro entendimiento? Mi única duda es por qué razón David habla de iniquidad en sus manos…Cuando alguien te aconseja prepararte y capacitarte en teología y otros puntos que tienen que ver con la llamada eclesiología, argumentando que si Dios decide usarte encontrará en ti a alguien capaz y eficiente, recuerda esto que lees al principio de este texto. Yo te tomé del redil para que fueses príncipe, le dice Dios a David. Él lo eligió, Él lo levantó para todo lo que iba a ser en tiempos en donde David no podía ni sabía ver nada más que lo que le mostraban las ovejas que pastoreaba.
Una vez más, entonces, debemos plantearnos una enorme verdad que, influenciados por la cultura popular que el mundo secular nos impone, a diferencia de ellos, Dios no viene a buscar y levantar a los capacitados, Dios capacita a los que ya decidió levantar desde mucho tiempo antes que estuvieran en los vientres de sus madres. Eso es Reino. Lo otro es Religión, tú eliges. Cuando se refiere a hijos de iniquidad, no necesariamente habla de herencias de sangre o familia, sino de resultados, de engendros espirituales que no necesariamente son hijos naturales.
Finalmente, hay un relato que tiene que ver con un episodio circunstancial, pero que a la vista de Dios no lo es. Es el resultado clásico de cuando el hombre hace su propia voluntad conforme a su sabiduría humana y, una vez más, influenciado por los rudimentos del mundo secular en el que vive, y no conforme a la voluntad de Dios y su dirección. Dios jamás le pidió a David que hiciera un censo. Dios no necesitaba un censo, pero David pensaba que él como rey sí lo necesitaba. Y sin más trámites lo ordenó ejecutar. La consecuencia, aquí la explica: desagradó a Dios, que no es poca cosa, y además hirió a Israel como nación, que tampoco lo era. David lo reconoció y por eso hizo un pedido a Dios que nos deja una evidencia: la iniquidad, que aquí ostensiblemente es Ignorancia y Desobediencia a las leyes divinas, puede ser quitada por Dios si Él así lo estima o considera justo. La iniquidad es una propiedad exclusiva del hombre a la que accede por decisión de su voluntad, pero si hubiera registro de influencia o debilidad, puede pedir a Dios lo que David le pide. En este caso, Dios accede y termina considerando a David poseedor de un corazón conforme al suyo.
En suma: si bien no somos enteramente responsables de adquirir nuestras iniquidades, sí lo somos en cuanto a de qué manera lo vamos a enmendar o solucionar. Nunca sabremos qué grado de violencia es capaz de articular alguien, hasta que no pase por algún suceso que lo lleve a una instancia crítica. Si hay kjamas en la vida de alguien, bastará un mínimo detonante para que toda esa violencia escondida, en muchos casos, en personalidades sumamente bondadosas, salga a la luz y produzca consecuencias que nadie puede prever. No eres tú el responsable que haya iniquidad en tu vida, pero sí lo eres de no hacer ningún esfuerzo para desterrarla de ti. Lo primero, es heredad. Lo segundo, comodidad o, mucho peor, indiferencia. Y nadie que pueda decirse seguidor de Jesucristo de Nazaret, se puede permitir ser indiferente ante nada ni nadie por una simple razón: Jesús no lo fue. Y jamás tuvo en mente, en lo humano, si eso lo llevaría a triunfar o a morir.
Muy bien; luego de esto, llega el momento de ponernos bien serios y cuidarnos al máximo de no cometer errores que lleven a confusión. Vamos a hablar del Reino. Y cuando se habla del Reino de Dios, nadie puede hacerlo de manera académica, técnica, científica, impersonal o teológica, sino que lo hará de modo espiritual, que es indefectiblemente una mezcla de todas esas cosas y ninguna como eje central. Hay una realidad inexorable que nos muestra que cada día que transcurre, el Reino de los Cielos avanza en medio de la multitud de conflictos que se le cruzan. Independientemente de lo que cada hombre o mujer creyente haya decidido creer o dejar de creer, lo cierto y evidente es que el Reino de Dios sigue su avance aún en contra de la manifiesta oposición de las fuerzas satánicas para resistirlo, deteriorarlo y, de serle posible, doblegarlo. No podemos ignorar este hecho, digamos lo que digamos y prediquemos lo que prediquemos.
Es muy bonito y produce mucha enjundia y emoción plantarse en un púlpito, o frente a un micrófono y vociferar victorias que todavía estamos muy lejos de obtener y concretar. Sabemos, tanto por experiencia personal como corporal, que no hay avance sin oposición y resistencia. Que, si no la hubiera, habría que desconfiar muy seriamente respecto al sendero por donde estamos avanzando. El Reino es una fuerza conquistadora que de ninguna manera puede tener convivencia o coexistir con cualquier cosa que no tenga su misma naturaleza. Y mucho menos de manera pacífica. Durante toda una vida, cuando un ejército se enfrentó a otro, aunque ambos estuvieran conformados por padres de familia, hijos, hermanos, etc., jamás confraternizaron entre sí. Si es tu enemigo, debes vencerlo, no amigarte con él. El que para nosotros es cotidianamente nuestro amado Dios, en la Biblia sigue siendo Jehová de los Ejércitos.
Por otra parte, todos ya sabemos muy bien que esa oposición es dura, cruel, despiadada y jamás se retracta de nada de lo que salga de sus bocas o de las de sus comunicadores. A una gran mayoría de creyentes siempre nos llamó poderosamente la atención que nuestra Biblia dijera que al Reino se lo arrebata con violencia y que de ninguna manera es para gente cobarde. Estuvimos demasiado acostumbrados por la religión a presentarnos como hombrecillos de tanta suavidad, que en muchas ocasiones se nos tuvo que observar con mucha atención para comprobar que efectivamente lo fuéramos. He convivido con miles de cristianos de distintas congregaciones, y los varones auténticamente masculinos en sus conductas, siguen siendo la minoría. No hablo de rusticidad y mucho menos de torpeza o grosería, hablo de masculinidad, que nada tiene que ver con el egocentrismo del machista.
La imagen que dibujó el catolicismo romano de ese Jesús con rostro lánguido y sufrido, y sus manos juntas como en un pedido de disculpas permanente, no encajó nunca con ese arrebatamiento con violencia que se nos propone. Siempre hicieron hincapié en el muchacho que se comportaba con suavidad con las mujeres de su tiempo y que jugaba con los niños como uno más de ellos. Muy pocos son los que te predican recordándote que Jesús fue tentado en todo lo que puede ser tentado un muchacho de treinta años, y que cuando se enojó por celo de su fe, agarró a patadas las mesas de los cambistas y otros corruptos del templo. De todos modos, cuando tenemos alguna forma de duda respecto a esto, conviene acudir a las fuentes. Una de esas fuentes más que confiable, es Daniel. Él fue quien dijo que Dios iba a levantar un Reino que no sería jamás destruido, ni dejado a otro pueblo. Que sería un Reino que iba a desmenuzar y consumir a todos los otros reinos, mientras Él permanecería para siempre.
Fíjate en algo esencial. El avance del Reino tiene mucho que ver con la actividad del hombre en la tierra. Es indudable que lo que llamamos “gente de Reino”, es aquella que tiene una mentalidad que, por otra parte, ya está escrita en nuestras Biblias. Allí se los describe como hombres vigorosos. Y no es mera formalidad o un adjetivo arrojado al azar. Porque este término, vigoroso, en griego, tiene derivaciones que significan “agitar violentamente”. Y esto tiene que ver directamente con la calidad de la oración que esta gente posee y que, en el momento de echarla a rodar, agita violentamente el reino espiritual enemigo y ayuda a establecer el nuestro. En la historia bíblica literal, el hombre es un guerrero. Quiero entender que, por causa de su misma estructura física y cultural, el diseño divino lo instala allí. En este tiempo que vivimos, no es ninguna novedad para nadie que, si se habla de guerreros de oración y combate contra demonios, las mujeres le llevan ventaja a los hombres en casi todos los grupos. Algo ha sucedido.
En el libro de los Hechos hay un episodio en el cual vemos a los saduceos apresando a Pedro y Juan simplemente por haberse permitido sanar a un hombre en aquella legendaria puerta llamada La Hermosa. No conformes con eso, además de amenazarlos fuerte y duro, le ordenaron a Jesús que dejara de predicar, caso contrario serían fuertemente castigados. De hecho, estos eran tiempos en los que las bravatas gratuitas no tenían lugar. Si alguien con algo de poder te decía que te cortaría el cuello, lo mejor que podrías hacer era colocarte un collar de acero. Nadie tomaba a una amenaza como una “estrategia psicológica” para ablandar resistencias, La tomaba como era: un preanuncio de algo peor. Más que amenazas para amedrentar, lo que se usaba en esos tiempos era un aviso con antelación de algo que luego iba a suceder inexorablemente. Algo así como decidí matarte, así que mi deber es avisarte para que lo sepas y puedas defenderte. Pero no dudes que ni bien se presente la menor oportunidad, te mataré. Así de simple.
De allí que los discípulos de Jesús decidieron reunirse para confrontar la satánica amenaza recibida. Como toda respuesta bélica, ellos tenían la potestad para invocar al Espíritu Santo y pedirle que viniera en su ayuda. Todos sabemos que les funcionó, y no por milagro aislado. Toda oración de guerra agita el reino espiritual hasta los cimientos, a tal grado que incluso pudieron llegar a sentirlo hasta físicamente en Jerusalén. Esta, en cualquier tiempo y lugar, es la oración de Reino que avanza. Me encantaron sus palabras finales, cuando le piden al Señor que mire esas amenazas y conceda a sus siervos todo el denuedo posible para hablar su Palabra. Denuedo, te recuerdo, además de fuerza e ímpetu, es ausencia de contaminación. Creo firmemente que, uno de los huecos por los cuales el infierno se infiltró en la iglesia, es la carencia de pureza en lo que se enseña y se predica. ¿En cuantos lugares cristianos que conozcas se predica el evangelio del Reino de los Cielos? De hecho, una enorme mayoría aún no sabe ni siquiera de qué se trata eso.
En suma, entonces, si quieres tomar esto como una punta de lanza de una enseñanza o aporte válido y práctico, tendrás que entender que, cuando se nos dice que al Reino se lo arrebata con violencia y que sólo los violentos lo hacen, estamos hablando de ese hombre genérico vigoroso, que arrebata por fuerza, saquea o presiona hacia dentro. Para ser así de fuerte en la oración, el hombre debe desear el Reino de Dios con todo su corazón, para ver la gloria de Dios manifestada en la tierra y para ver a Jesús absolutamente exaltado. Ellos son poseídos de energía, de celo y que, en vez de dar paso a la oposición de enemigos religiosos, fuerzan su entrada al Reino para poseerlo ellos mismos. Los que encaran todo con exceso de cuidado, suavidad y mesura, están muy buenos para con su propia gente, pero no para darse de cara con los peores demonios que nos envíen a frenarnos.
Lo cierto es que estos eventos relatados, ocurrieron al principio de la historia de la iglesia, en un tiempo en el que grandes avances gubernamentales habían sido logrados por ellos como cuerpo. De hecho, Jesús mismo había estado trabajando a través de ellos con señales y milagros, algo que siempre se dice y que muy poco se muestra. El cojo sanado de manera maravillosa y nada menos que en la mismísima puerta La Hermosa, un lugar en el que cuando sucedía algo se enteraba de inmediato toda la ciudad, es un ejemplo de ello. Eso, obviamente, y como podrás imaginártelo, había amenazado y muy seriamente nada menos que el poder estructural del mundo religioso, por lo que el enemigo los utilizó como respuesta y todos fueron arrestados. Estaban empezando a pagar un precio por algo que tiene que ser moneda corriente en el Reino, aunque suele brillar por su ausencia en la iglesia: la audacia.
¿Razones por las que digo esto? Varias, pero la principal es que, a partir de experiencias propias y ajenas, sabemos que la audacia es una actitud que aterra al enemigo. Literalmente, así como te lo digo: lo aterra. Por eso es que él procura, por todos los medios a su alcance, que nunca son pocos, tratar de extinguirla de la iglesia. Con toda honestidad te lo pregunto, donde quiera que te congregues o asistas a una iglesia cristiana, ¿Has visto audacia real en ella? Yo no. Muy, por el contrario, lo que más me tocó observar donde estuve, fue a personas dubitativas, medrosas, temerosas de todo y, en casos puntuales no menores, hasta con algún grado de cobardía. ¿No leyeron sus Biblias? ¿Ignoran que el Reino de Dios no es para los cobardes? Un ejemplo clásico es la política interna en las congregaciones. Pregunto. Una gran proporción de los hombres que la ejercen y la ejecutan, ¿Van de frente o siempre es mediante calumnias, injurias y murmuraciones a espaldas de cada individuo? Si eso no es cobardía…
Te ilustro en algo. La palabra audacia, es la traducción del vocablo parrhesia. Y significa “declaraciones sin reserva, con franqueza, candor y coraje animoso”. Denota una habilitación a gente ordinaria exhibiendo autoridad y poder espiritual. Siempre te dije que no me gusta ni un poco que me traten de gran siervo de Dios o de altísimo ministro del Señor. Hay audacia en mi vida, eso es verdad, pero tiene que ver de pleno con casi todo lo que dice aquí como significado del término griego que la traduce. Declarar cosas sin reservas, con total y absoluta franqueza, le guste a quien le guste, con un candor que en más de una ocasión me ha traído problemas, y con coraje. Y que habla de autoridad de gente ordinaria, no especial, ni lo dudes. Soy el mejor ejemplo de eso. Sé que a mucha gente le encanta imaginarse que su líder, ministro o pastor son seres inmaculados, fuera de serie, imbatibles y casi omnipotentes. Necesitan pensar eso para sentirse protegidos bajo su…cobertura. ¿Sabes qué? Eso es falso de toda falsedad. No existe un hombre ni una mujer así. Todos los que administramos ministerios, peleamos nuestra buena batalla exactamente igual que cada uno de aquellos a los que nos toca ministrar. Ordinarios, con audacia y autoridad, aunque enviados, nada más.
El caso es que está absolutamente comprobado que Satanás le teme a eso. Porque la audacia, no es algo que se te ocurre de un momento a otro y porque sí. La audacia es una impartición espiritual que te da autoridad en todo lo que digas o hagas. Es una especie de determinación de usar una de las grandes técnicas que ponen de manifiesto todos los bomberos del mundo, apagar un fuego con más fuego. Y ni hablar de retroceder o retractarse por la intimidación o directamente amenaza de todos los principados y potestades que se te ocurran, infiltrados o metidos dentro de personas con influencia o poder terrenal. Esos muchachos sabían que eso era más que importante si querían dar su testimonio y sobrevivir para contarlo. De hecho, sabían que estaban en un conflicto bélico gubernamental que se peleaba en oración. Yo descubrí algo: si vas de frente con toda la verdad genuina, sin miedos ni falsos respetos, nadie va a tocarte un pelo porque el Señor peleará esa guerra a tu lado. Ahora, si con eso mismo quieres lucirte y jugar a la estrellita…en fin…ya sabes.
Alguna vez leí que se reunieron los reyes de la tierra, y que los príncipes de juntaron en uno contra el Señor y contra su Cristo. ¿Recuerdas de donde viene esto? ¡Exacto! Del Salmo 2, un salmo de dominio y gobierno del Reino de Dios en la tierra. El tema de ese salmo es, justamente, la validación del gobierno de Dios en la tierra. De la alianza diabólica entre reyes y príncipes que intentan romper de esa tierra toda las ataduras y cuerdas que Dios había puesto. Los sistemas espirituales de restricción, las leyes de Dios no habladas en la tierra, son las que aún detienen al enemigo de su maldad descontrolada y de la lascivia espiritual que se desprende de sus actos, usando almas y cuerpos disponibles por pecado. Hay algo que, si no logras entenderlo, jamás tocarás ni las cercanías del Reino, y es que allí, en ese ámbito, en esa dimensión, en ese nivel, se vive con auténtica libertad, no bajo duras restricciones. Esa es la diferencia más visible entre Reino y religión.
Dios solamente espera tu declaración en la tierra para Él hacerla efectiva desde los cielos. Cuando su gente comienza a declarar decretos poderosos que demandan a las naciones inclinarse ante el poder de Su Majestad, Dios responde conforme a lo que se lee en el Salmo 2. Pídeme, y te daré las naciones por herencia y los límites de la tierra por posesión. No es poca cosa ni algo incierto. Es algo más que real, efectivo y firme. Un decreto ha sido dado aquí, y en respuesta pedimos por las naciones en el poder de un espíritu audaz. Estas eran las oraciones de aquellos primeros apóstoles, que invocaron, cuando reclamaron el salmo en su oración de rompimiento en la ciudad de Jerusalén. Luego, Dios les iba a responder con un verdadero terremoto espiritual. Y todo, a partir de la audacia de pedir lo que tenían que pedir. ¿Te parece estructuralmente lógico pedir que la gente genuina se salga de los templos y comience a adorar a Dios en espíritu y en verdad a solas y en intimidad total con Él?
El hermoso relato existente en el libro de los Números, da cuenta que al final de un larguísimo viaje a través de ese árido desierto, el pueblo de Israel ha llegado al término de lo que sería la primera fase de su viaje: la entrada a la tierra de Canaán. De hecho, todo lo que ocurrió antes carecería de sentido si Israel no tuviera éxito en su proceso. Ningún esfuerzo lindante con el sacrificio es válido si no se ve coronado por el éxito al final del recorrido, es casi un principio humano de vida. Dios mismo reconoce esto, que es un tremendo y encomiable esfuerzo humano, quizás digno de admiración, pero alejado de su concepto básico. Se pregunta a sí mismo, y sin respuesta, por cuanto tiempo seguirán ellos sin creerle, a pesar de todas las señales que les ha brindado. Me lo sigo preguntando yo mismo, hoy, al ver muchas de las cosas que mi Padre me ha permitido ver en este tiempo. Y es muy probable que también las estés viendo tú, aunque todavía no te atrevas a blanquearlas.
Todas esas señales, indudablemente, habían sido otorgadas, supuestamente, para fortalecer la fe de esa gente, para que pudieran conquistar en el momento de la verdad, en la entrada misma. O sea que la situación era ver si esa gente tenía o no la habilidad, justo en este punto del viaje, para entrar. No te olvides que fue Dios el que le ordenó a Moisés que enviara espías. Eso significa que esta decisión fue lisa y llanamente un mandato divino, y no una buena idea administrativa del líder Moisés. Que quede claro. ¿Por qué? Porque Dios quería un “reporte del corazón” de la gente. Él quería una expresión de su capacidad interna hecha por sus labios abiertamente delante de Él. Quería ver con sus propios ojos la maravilla que era el hombre, exponente máximo de Su Creación, a la hora de requerirse sus habilidades. No se podía quedar, de ninguna manera, y como todavía se hace hoy, con el informe académico y casi técnico de alguna junta de notables.
Todo eso tendría un impacto en su poder de poseer, en el futuro estado de la vida corporal de la gente, sobre el tiempo de Dios para el cumplimiento de los propósitos de Él en medio de ellos. Y juicio o bendición continuarían fluyendo dentro del campamento de Israel. Su propia palabra y actitud sería el factor determinante de todo esto. Era muy cierto que la tarea no iba a ser ni fácil ni sencilla, porque la gente que vivía en esa tierra era fuerte, sus ciudades sumamente grandes y fortificadas. Demonios gigantescos trataron de obstaculizar el camino, pero Caleb dijo casi como orden, sin renunciamientos, que debían subir simplemente porque eran capaces de hacerlo, y porque tenían el poder y la capacidad suficiente y requerida para tener éxito y victoria. ¿Te imaginas si hoy, un simple hombrecito ordinario y sin ninguna “chapa” oficial evangélica te dice que hay que ir al mundo musulmán a presentar a Jesucristo Porque Dios así se lo ha mostrado?
Esto que te estoy relatando a modo de repaso histórico muy somero, puede dar un vuelco sensacional en tu interior más profundo y convertirse en un símbolo de tu hoy. Porque esto es parte de una tecnología del viaje emprendido. Porque, aunque hayamos prevalecido, y de un modo más que excelente en el desierto, y que además hayamos peleado la buena batalla para garantizar nuestro avance, hay algunos elementos básicos y centrales a tener en cuenta en todo esto. A través de los centenares de obstáculos y diversas artimañas del enemigo, ya sean internas o externas, la forma de nuestra entrada al objetivo deseado que es nada menos que el prefijado, determinará la calidad de toda la victoria. No se trata solamente de vencer, sino de hacerlo sin cuestionamientos ni dudas. Los hijos de Dios anhelamos ser más que vencedores, pero eso tendrá que ser EN Cristo Jesús o no será válido. Porque si es EN Cristo, es para honra de Dios Padre, pero si es de otro modo, es para vanagloria humana.
Convengamos en que la historia de la iglesia en la tierra, ha estado cubierta y potenciada por una enorme milicia prevaleciente contra las huestes satánicas. Asimismo, también han sido muchas las artimañas de destrucción, pero gracias a Dios también se ha prevalecido en este punto. De hecho, han existido y todavía existen, grandes hombres y mujeres portadores de esa tremenda unción que, si bien ha sido derramada sobre toda la iglesia como fuerza, claridad y sabiduría, no siempre ha sido ejecutada por la totalidad, sino por aquellos que dejaron sus temores y dudas y se arrojaron al vacío de la fe para lograr la victoria profetizada por siglos. De todos modos, que nadie se duerma en esos laureles obtenidos; lo que queda, será aún más duro y complicado, pero también al final habrá victoria. A mí consigue avergonzarme el ver a ciertos ministros “especialistas” en liberación, hacer ostentación de ese ministerio como si los demonios salieran y huyeran por causa de sus famas y prestigios humanos. Eso se llama Mediocridad. Y me quedé con un calificativo elegante para no ofender tu pudor…
Habría que decir, porque no podemos omitirlo, que este tiempo en la historia de la iglesia, es el tiempo en que comenzamos a entrar en los objetivos finales del Espíritu Santo, trabajando en y a través de nosotros. El fin de todas las cosas está al alcance de la mano y la gran batalla final por la posesión de todas las posiciones en el Espíritu nos llama. Creo que ahora, más que nunca, Dios está llamando a nuevos espías para ser enviados y poder Él oír de sus labios, decretos poderosos de nivel apostólico, en conjunto con declaraciones proféticas. Todo en función y razón de hacer saber que somos capaces de poseer lo que Él nos prometió. Tiene que ser vocal y fuerte, declarándolo con claridad a las huestes corporales de la iglesia. Esta habilidad fue hallada en el espíritu diferente que había tanto en Caleb como en Josué. La iglesia contemporánea también lo tiene, de eso no tengas dudas, porque Él lo dijo y así fue escrito. Que no haya audacia para manifestarla es otra cosa, y no precisamente responsabilidad de Dios.
Aquí hay que consignar que, más que cualquier otra cosa, tenemos una oración gubernamental, que es nuestra arma nuclear de destrucción demoníaca. Eso tiene que producir en nosotros, todos, este poder y esta habilidad otorgada desde lo divino. Lo que quiero decir es que tenemos definitivamente la absoluta capacidad para pelear y prevalecer. También disponemos de esa misma capacidad para creerle a Dios, que es muy diferente a creer en Dios, que es lo que llega a hacer la mayoría, y en función de eso poder ver moverse Su mano por nosotros. Todo esto se complementa con la factibilidad de poseer la capacidad profética de realizar poderosísimas proclamaciones de una victoria asegurada y que esto pueda verse en todo lugar. Y todo eso es y será siempre posible porque tenemos un espíritu diferente, que no es de este mundo ni de esta dimensión terrenal que conocemos.
Pablo, con su tan particular estilo, les recuerda a los efesios que deben tomar lo que él denomina como el yelmo de la salvación, que no sería otra cosa que una protección especial para que la mente no sea víctima del enemigo, y después orar, orar -dice- en todo tiempo, suplicando y velando. La súplica es la oración clásica sacerdotal, mientras que el decreto y la declaración, es la oración real y gubernamental. Reyes y sacerdotes. A los colosenses, mientras tanto, y casi hablando del mismo tema, les añade una cualidad que sí o sí deben mantener, cueste lo que cueste, y es la perseverancia. No interesa lo que venga y como venga, lo que veamos o experimentemos, se sigue adelante y dando gracias en todo y por todo. Nunca te olvides que al fin de lo que sea, no lo determinas tú, ni tu pastor, ni tu iglesia, sólo lo determina tu Dios. Y tampoco dejes de recordar que será hasta que llegue ese fin que deberás perseverar.
La iglesia de Éfeso era una iglesia que había nacido de los fuegos de la milicia espiritual. Desde el principio estuvo entretejida en controversia y conflicto. Hubo una especie de asalto de enseñanza de los espíritus religiosos lanzados en la escuela de Tirano. Hubo milagros inusuales liberados por Dios para abrir el territorio y la quema de libros de maldad a un valor de cincuenta mil piezas de plata. También hubo un motín dirigido por Demetrio el platero, para proteger justamente el trono de Diana y todo lo que eso trajo, como una serie de amenazas físicas a Pablo y a todos sus acompañantes. Todos sabemos que ese es el primer movimiento del enemigo cuando usa a la religión estructural. Amenazas. Fuertes, pero sólo amenazas. Si no dan resultado, indefectiblemente pasará a la acción directa. Es un manual permanente. Si eres un hijo de Dios que no se limita a sentarse en una banca a cantar cuatro canciones, oír un sermón y saludar al pastor en la salida, lo sabes como yo. Si estás en la pelea y nadie te amenaza, fíjate en qué terreno estás combatiendo.
Y justamente es a esta iglesia a la que Pablo le escribe su más detallado manual compuesto por tremendas instrucciones para lo que él llama como milicia de oración. Les hace saber que, aunque nos cueste creerlo, porque la carnalidad no es un discurso sino un hecho real, no peleamos en contra de lo visible, o sea, enemigos de carne y hueso, sino contra lo invisible, que nos muestra a diversos rangos de demonios. De allí que incluye en esta carta su novedoso sistema de defensa basada estructuralmente en tomar de modo espiritual lo que, en términos materiales, es la estructura de la vieja armadura del soldado romano. Todos sus componentes son importantes, por eso no se puede permitir fallas en la coraza, el calzado de la paz, el escudo de la fe, el casco de la salvación y, fundamentalmente, la espada del espíritu, que es la Palabra de Dios revelada. Tengo la obligación de repetirlo, porque hay demasiada ignorancia sobre esto: La Palabra de Dios es la que revela el Espíritu Santo. Todo lo demás, es logos. Interesante y necesario, pero no vital. Lo vital es el rhema.
La batalla es conducida preponderantemente en el ámbito de oración. Ocurre que es en oración donde entramos en lucha directa con el enemigo, Pablo también identifica el área de nuestra actividad que puede proveer lugar para lo que podría ser el más peligroso contraataque de los enemigos espirituales – falta de vigilancia. Y este no es un dato menor, porque la mayoría de los problemas más graves que se han vivido en grandes grupos, ha sido justamente por exceso de confianza y, obviamente, falta de vigilancia. Cuando quisieron darse cuenta, ya tenían demonios hasta en el plato de sopa. Otra versión bíblica dice que debemos estar con la mente alerta, siempre en oración… ¿Qué debemos mantener en mente? Debemos mantener en mente que, para permanecer, pelear y ganar, necesitamos orar “todo tipo de oración”, indicando que debemos ser flexibles, ajustables y variados en nuestras respuestas de oración a las tácticas del enemigo. Nuestra respuesta debe ser cuidadosa y profética. No podremos contestar a apropiadamente, al menos que estemos alertas y vigilantes en la pelea.
Esta flexibilidad profética era una de las cualidades del rey David. Después que Él somete la fortaleza de Zion y establece la base de su gobierno allí, se encara con el ejército filisteo que lo busca para destruir el avance de su reino. David tiene un profundo entendimiento de la tecnología de la milicia espiritual, él nunca asume que una estrategia exitosa en una batalla proveerá el mismo éxito en otro encuentro. El constantemente va al Señor por una estrategia fresca, siendo Él increíblemente flexible en sus respuestas y actividad. El espíritu profético en la milicia de oración gubernamental nos provee con una característica espiritual valiosa, que es la habilidad de ser movido por la palabra del Señor hacia unas estrategias variadas y diversas para la destrucción de enemigos espirituales y conseguir una victoria perdurable. Personalmente creo fielmente en esto, y desestimo lo que por enorme mayoría se ha venido realizando en el ambiente cristiano, que es implementar metodologías estáticas para vencer en una guerra dinámica, una barbaridad.
Pablo en Colosenses nos dice que continuemos en oración. La palabra esta significa ser fuerte hacía, o perseverar, o continuar diligentemente en. Él apóstol nos exhorta a ser vigilantes en nuestro continuar. Ese es el nivel de alerta: mantener vigilancia, frescura, flexibilidad, habilidad de responder instantáneamente al enemigo. He tenido batallas de todas las dimensiones en todos estos años de ministerio. Doy gracias a Dios por su cuidado y por su inmensa paciencia y protección. Porque de no haber sido por eso, seguramente habría caído y no en una, sino en más de una ocasión, sencillamente por no haber estado vigilante y, especialmente, por haber confiado en mi propia sabiduría y fortaleza. ¿Sabes qué? Eso no existe; es en Cristo o no es, así de simple. Entusiasmo y perseverancia en la batalla de oración es de máxima importancia para el éxito final. Y no pensar que eres tú el que tiene la fuerza y el poder para vencer. Siempre es el Señor, sólo que podrá fluir si nosotros no lo estorbamos.
Dios nos dice, y no una, sino varias veces, que debemos ir a Él en todo tiempo. Pero nos aclara que no debemos hacerlo con un espíritu encogido o incierto, sino con plena audacia y valentía, dos condiciones que solamente son posibles si tenemos certeza de lo que esperamos y convicción de lo que no vemos. Este es un gran secreto para prevalecer con Dios. Es muy importante que observemos y respetemos un protocolo correcto, como es el indicado por Dios en su Palabra. Tenemos representación en el cielo al más alto nivel. Tenemos al Sumo Sacerdote que está sobre la casa de Dios. No EN la casa de Dios, nada más, SOBRE ella, que no es lo mismo. No estamos sin cobertura, como se empeñan en cuestionarnos los que viven dentro de los templos. Sí que la tenemos simplemente porque Él está sentado a la mano derecha de Dios. Un hombre jamás será cobertura de otro hombre por una simple razón: no influye en los ámbitos espirituales más allá de donde Dios se lo permite. Igual que quien recibe esa supuesta cobertura.
Él, en ese relato, tiene una expectativa: que sus enemigos van a ser demolidos y exterminados, y está en la presencia de Dios por nosotros. Con todo esto en su lugar, Dios está preparado para recibirnos, así como somos llenos del conocimiento de estas gloriosas verdades, llevándonos en nuestro comportamiento espiritual, a la revelación de nuestro status en el ámbito espiritual, cuando nos presentamos y expresamos nuestras peticiones delante de Él. La clave a una poderosa presentación es la fe, nuestra fe basada en la revelación del conocimiento de las realidades espirituales. Nuestra fe ha venido, no la fabricamos, nos ha venido. Somos requeridos a acercarnos en completa seguridad de fe. Nunca olvides que nadie fabrica fe a partir de estudios, jerarquías o posiciones estructurales. La fe es don de Dios y siempre será Él quien te la brinde o no, y en la medida que Él decida hacerlo. El envase en el cual te llegará ese don, es otro asunto que merece contarse como otra historia. Pero que si la pides te llega, te aseguro que te llega.
Cuando habla de acercarse, te aclaro, se refiere a la presentación operacional de nosotros mismos delante de Dios en oración prevaleciente, es decir que debemos venir con la fe que ha sido provocada a llenura, con una expectativa que, de hecho, podemos movilizar recursos espirituales. Nuestra Fe debe ser LLENA, rebosante, gozosa, confiada. En otras palabras, debemos entrar al lugar Santísimo, no pararnos fuera y mirar adentro en adoración esperando tener acceso en el futuro. Ese es el protocolo correcto y demanda que entremos con una acción de confianza, con una seguridad de revelación y conocimiento que es nuestro derecho de estar ahí y que pertenecemos allí. Es Dios el que nos requiere y demanda que entremos en Su Palabra. Satanás ataca esto en la iglesia, porque una iglesia llena de fe expectante y una confianza que ha sido liberada de la incertidumbre y la baja auto estima es una iglesia peligrosa.
Él tratará de distorsionar nuestra posesión de confianza para interactuar con Dios, golpeándonos en nuestras mentalidades con pensamientos respecto a que somos arrogantes, orgullosos cuando ejercitamos nuestro derecho, deseado y dado por Dios para ser hijos confiados en Su Presencia. Esta distorsión necesita ser destruida con una propia aplicación de la Palabra viva. Hay un protocolo celestial que nos da la libertad y el poder de expresar nuestro gozo, nuestra energía en el espíritu y nuestra confiada expectación de cascadas de respuestas llegando libremente de los almacenes celestiales: Eso se llama ¡ORACIÓN GUBERNAMENTAL! He hablado en varias ocasiones de esto, pero nunca he tenido respuestas en una cantidad que me dejen en evidencia que el pueblo lo ha entendido y lo ha puesto por obra. De todos modos, no queda otra opción que entrenarla, ejercitarla y ejecutarla, si es que deseamos ser ese justo por el cual toda una nación es perdonada.
Porque, veamos: la Palabra de Dios enseña muy claramente que la oración poderosa de los santos tiene un impacto de bienestar sobre la nación en la que residen. El Proverbio le añade que la rectitud exalta a la nación, en tanto que el pecado es reproche para cualquier gente. Dios no está hablando aquí de una iglesia pasiva que existe callada e ignorantemente dentro de cualquiera sea la situación que viva su nación, sino de una iglesia vibrante, que esté ajustando activamente las mentalidades de la gente, para que ore en voz alta y fuerte. Ya fue dicho que por la bendición de los rectos tu ciudad será engrandecida, aunque por la boca de los impíos también puede ser trastornada. De hecho, el factor más importante aquí es que la expresión vocal, ya sea por los impíos o los rectos, tiene un impacto. O sea: lo que digas con tu boca, y mucho más si lo crees, te será hecho. Bueno o malo, es un principio inalterable.
Mira esto: después que Salomón construye el templo y se lo dedica, el Señor se le aparece en la noche por segunda vez. En esta ocasión, Dios le habla muy claramente respecto a la condición de la nación, así como de las tan particulares circunstancias, en un momento en que literalmente hay una casa de Dios activa y en operación en medio de la nación. De esto se pueden rescatar y examinar algunas cosas. En primer lugar, Dios mismo está hablando y expresando su mente, su propósito y actitud. La relación entre la casa de Dios y la tierra o nación, son leyes inquebrantables de la boca de Dios mismo, y operan muy independientemente de la opinión y la aprobación humanas. Una cosa, siempre, es lo que Dios dice sobre algo, y otra muy diferente, en una gran mayoría de ocasiones, lo que el hombre piensa o cree que Dios dice. Si yo te digo que como quiera que esté operando, la iglesia hoy, donde quiera que tú residas, es baluarte para tu nación, tal vez te resulte increíble. Pero Dios lo dijo, yo lo creo y así es como funciona.
En otro orden, Dios está hablando en el contexto de la contemplación de Salomón de la finalización del templo y de su oración de dedicación, estableciendo al templo como el lugar en el cual la oración será respondida poderosamente. El templo, de hecho, es operacional, o sea que no es una casa espiritualmente muerta. El dinamismo o la activación de las leyes de relación entre la casa de Dios y la tierra, dependen de si de verdad esa casa divina está fluyendo y estableciendo una vida espiritual precisa. La calidad del liderazgo espiritual tiene un impacto directo, no solo en la continuidad de la vitalidad espiritual en el templo, sino además sobre la condición de la nación misma. Salomón debe caminar como su padre David caminó, asegurando una línea de gobierno espiritual inquebrantable en Israel. Si él es contaminado con invasiones demoniacas, el caos vendrá sobre la casa y la nación. Hoy, hablar en este sentido, es sencillamente imposible. La Biblia y su sentencia respecto a templos hechos por mano de hombre, es demasiado clara.
Fuera de este bien ordenado sistema operacional de la casa de Dios, con un liderazgo espiritual preciso operando en una situación de posesión de pacto, es que avanzará el poder de la oración gubernamental. En palabras bien conocidas, Dios les da una promesa definitiva del poder de la oración que afectará la tierra y la nación. Si la gente que está bien identificada con Dios se vuelve a Él en la casa de oración correctamente y con un deseo personal por Él, en fuerte oración gubernamental Él les promete que los oirá desde el cielo y como consecuencia, efecto y resultado, sanará la tierra. Esta es una promesa definitiva. Pablo, en su momento, ordena que se haga oración por los “reyes” (Que vendrían a ser algo así como líderes seculares) y otros en lugares de autoridad nacional. El resultado de esa forma de oración, será la pacificación de las fuerzas de maldad en la nación y el logro de vida pacífica para la iglesia. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, sostiene en el final de su demanda. Mi pregunta, es: ¿Es esto posible ideológica o políticamente, hoy?
La Palabra de Dios dice que hay muchas cosas sobre las naciones que están naciendo ahora dentro de los corazones de los creyentes y haciéndose realidad en ellos. El segundo salmo nos indica que un decreto divino ha sido hecho y activado en lo concerniente a las estructuras gubernamentales y políticas de la tierra. De hecho, las naciones son la herencia del Señor y toda la tierra es su posesión. El decreto ha sido activado por un catalizador interno que se sintetiza en una sola palabra divina: pídeme. En Juan 17 Jesús hace exactamente eso, cumpliendo la escritura, al decretar una gran oración por toda la tierra y prometiéndonos a nosotros, sus fieles creyentes, la certeza que hemos recibido sus palabras dadas a Él por el Padre, como un mandato de ir al mundo, así como él fue enviado al mundo. Él ora hacia el futuro de la tierra estableciendo fundamentos espirituales que existen hoy en la generación en que vivimos, en este pleno siglo 21. La intención es que el mundo crea y que el mundo sepa. Y si nos queda un margen de dudas, que el mundo vea.
Todos Iguales… ¿Es Verdad?
Hay algunos textos que te dicen que Dios no hace acepción de personas, lo cual nos pondría a todos en un mismo nivel para con Él. En algunos países se dice que todos somos iguales ante la ley. Mi pregunta del día, es: ¿Lo somos?
¡Muévete!
Recuerdo a Pablo, y no me refiero al apóstol, sino a un joven que marcó con algunas enseñanzas mis primeros años de creyente. Era un buen chico y tenía participación por lo menos en la mitad de las comisiones de trabajo que había en la iglesia a la que en ese tiempo asistíamos. Él tenía un lema casi inconmovible. Viniera quien viniera a consultarlo por un problema particular, su solución siempre era la misma: “¡Ponte a trabajar para el Señor, hermano!”, le decía. Pablo estaba convencido que, persona que tenía muchas actividades en la iglesia, persona que no tenía tiempo en pensar tonterías. Entre ellas, sus propios y a veces terribles problemas. No era el único que pensaba así. Es más: él no era producto de una inventiva personal, él sólo repetía lo que había aprendido de sus mayores. En esa congregación el sinónimo de buen cristiano y miembro considerado, estaba marcado por su actividad.
Entonces, en función y razón de ello, se inventaron en las iglesias coincidentes con estas tesis, la más diversas y amplias gamas de ministerios. A todo lo nuevo que se incorporaba como actividad para la iglesia, se le denominaba ministerio. Luego, esto iba a popularizarse mucho más. Así nacieron los ministerios del teatro, de la danza, del compañerismo cristiano, de la acción social, de las comunicaciones externas y, grado sumo: el ministerio del deporte, que en Argentina no podía ser otra cosa que fútbol. Entonces la iglesia conformó su propio equipo de fútbol. Once muchachos jóvenes que oficiaban de jugadores titulares y otros tantos más, menos agraciados por los talentos físicos, que hacían las veces de suplentes.
Cuando se presentó este curioso ministerio, el pastor se gastó casi una hora tratando de explicar que la iglesia lo apoyaba porque consideraba que era una excelente forma de predicarles el evangelio a jugadores rivales que luego, veríamos llegar y sumarse a la congregación. Te confieso que jamás vi siquiera uno que llegara, aunque más no sea por curiosidad. Es más: lo que sí pude ver en alguna ocasión fue a los hermanitos que, mientras corrían detrás de la pelota en un juego por campeonato, se insultaban y se salivaban con los rivales tal como lo hacen muchos de nuestros idolatrados profesionales. Tú ya lo sabes, y si no lo sabes, ahora te lo cuento: en Argentina la prioridad no es desear jugar al fútbol. En Argentina la absoluta prioridad es desear ganarles a todos los demás jugando al fútbol. Entonces, cuando se gana, es una celebración mayúscula donde interviene hasta el gobierno nacional, mientras que cuando se pierde, todo se convierte en un drama que, generalmente concluye con la expulsión del director técnico o entrenador del equipo, de algunos jugadores considerados muy “livianos” y hasta del propio presidente del club. Quien piense que hay complejos no resueltos, no está tan despistado en sus conclusiones…
En ese marco, que la iglesia tuviera su propio equipo de fútbol y que él formara parte del ministerio del deporte, era visto por muchos como un adelanto del progreso y la civilización entrando en las arcaicas estructuras eclesiásticas. Recuerdo que muchos domingos por la mañana (Nunca se atrevieron a hacerlo en el culto de la noche, que contaba con mayor presencia de gente), el plantel futbolístico del Club Atlético Iglesia Tal y Cual subía a la plataforma a mostrar el trofeo ganado en algunos de los torneos donde habían participado. Subían todos, titulares y suplentes, con el ministro de deportes portando el trofeo; se colocaban en media luna, la mitad de cada lado del púlpito y, allí, el pastor los felicitaba, pedía un fuerte aplauso a la concurrencia y luego les echaba una oración dando gracias a Dios por el campeonato ganado. Una pinturita preciosa. Y a esto le llamaban…servicio al Señor…
Mira; no te estoy contando todo esto porque sea un anciano agrio, gruñón, malhumorado y resentido al que no le gusta nada que signifique mover los huesos, al contrario. No sólo me gusta el deporte en todas sus expresiones, sino que el fútbol fue una de mis pasiones de juventud. Lo jugué (De modo mediocre, claro), y luego también lo comenté para radios, periódicos y canales de televisión en mi profesión de periodista. Y no me desagrada ni su forma, ni su fiesta ni su pasión. Creo, incluso, que, llegado el momento de los análisis, el juego de fútbol es uno de los distintivos más concretos y definidos de la idiosincrasia de mi pueblo. Para bien y para mal, ya te lo dije, pero distintivo. Pero llevar eso a la iglesia del Señor y más con el rótulo de “ministerio”, créeme que no puedo entenderlo por más apertura mental que ejercite. El servicio en sí mismo, suele demandar demasiado a quienes lo ejercitan.
Es más: he oído predicaciones muy bien armadas y consolidadas con ciertos y determinados versículos bíblicos, donde se le decía a la gente que lo primero era la iglesia, sus necesidades y sus demandas. Y luego recién venía la familia. Y que la familia debía entender y compartir esto. Es una tremenda deformación y, lo peor del caso, hecha a sabiendas. Porque cualquiera que alguna vez haya leído la Biblia, aunque más no sea de paso, ya sabe que lo primero es el Señor (No la actividad congregacional) y que luego viene la familia y recién después la iglesia como estructura. Son muchas las cosas que están envueltas en esto, pero los objetivos que se tienen, las probables metas y todo el conglomerado que te rodea, es el fundamento básico para detectar si lo que uno está haciendo es realmente un servicio al Señor o no. Por ejemplo, hay muchos padres y madres entre nosotros. Parte, en realidad una gran parte, de su servicio al Señor tiene que ver con sus hijos. Baste para ello leer que en el Salmo 27 se nos dice que son una herencia de parte de Dios. Bueno sería preguntarte: ¿Estás cuidando esa herencia? Onda Perogrullo: ACTIVISMO NO ES FE, ES ACTIVISMO.
Aunque Todos te Abandonen
¿Cuántos de ustedes se sienten, en este día, como si un verdadero ejército maligno los estuviera asediando, presionando, perturbando y acechando? El Evangelio no es magia, pero sí poder de Dios. Tal vez hoy encuentres una salida.
Sentencias
Dios es Amor. Nadie ignora esto, pero al pensar en el significado del verbo Amar, es inevitable recordar la alegría que nos causa el bienestar de los seres a quienes amamos. Sentimos a sus alegrías como si fueran nuestras, a sus desafíos como si fueran nuestros, a sus problemas como conflictos propios y a sus tristezas que nos duelen y nos acongojan como si fueran nuestras. Pero resulta ser que en algún momento llegamos a descubrir que esas personas a las que amamos son decididamente muy pocas. Incluso, nos demoramos bastante en contar cuantas son. No las encontramos con rapidez. Porque amar nos compromete, nos involucra, nos obliga a entregar, a dar sin restricciones, a servir, a dedicar tiempo, esfuerzo, vida, entregarnos y darnos. Así como la dicha comienza donde termina el miedo, así el amar empieza donde termina la indiferencia.
Esto, sin ninguna duda, no es para nada fácil, pues implica renuncia, despojo, sacrificio. Ahora el otro es más importante que yo, sus necesidades son más importantes que las mías, y su bienestar, a partir de este momento, es mucho más importante que mi propio bienestar. Quizás sea un costo demasiado elevado, es cierto. Quizás hasta resulte también demasiado caro para algunos, y hasta con exigencias que pueden considerarse como desmedidas. Y no faltará quien diga que esto es algo que solamente es apto para locos. Tal vez pueda ser así para ciertos y determinados locos que quieran arriesgarse, que se atrevan a aventurarse en esta tarea de amar. Locos que estén dispuestos a encontrarse con sorpresas, a disfrutar de un vivir centrado en el otro y no en uno mismo.
Centrados en otros locos como nosotros, quizás, dispuestos a descubrir lo más hermoso de la vida, personas locas, comunes y corrientes que se aprestan para amar sin condicionamientos, personas semejantes a ellos, locos que ni siquiera alcanzan a dimensionar lo enriquecedor que resulta amar. ¿Por qué digo todo esto? Porque pese a que quizás no lo encuentres escrito en ningún manual de comportamiento cristiano, ni tampoco forme parte de los lineamientos del currículum requerido para servir en el Reino de Dios, la verdad es que quien es incapaz de amar como hemos descripto, indefectiblemente también será incapaz de servir. Eso, sencillamente porque todo el proceder de nuestra vida de amor real, genuino y no fingido, es un servicio sagrado que se desarrolla día y noche. De allí que esa clase de servicio no solamente ocupa una parte de nuestras vidas, sino el todo.
Porque no estará limitado a una sola actividad específica, ni tampoco a cierto número de actividades determinadas, sino que deberá abarcar todos los aspectos de nuestro diario vivir. Se podría resumir diciendo: debemos seguir haciendo todo como para el Señor, sea quien sea el destinatario real. De allí que Pablo les haya escrito a los creyentes de Roma lo que leemos en el verso 1 del capítulo 12 de su carta: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Así es que, a la luz del gran plan de salvación bosquejado en otras áreas de la Biblia, y particularmente de todas las misericordias, o beneficios, que éste trae a los cristianos, respondamos como corresponde.
Dice que será en sacrificio vivo. Obviamente, no hablamos de flagelaciones ni esfuerzos sobrehumanos para conmover a Dios. Como los cristianos, tanto judíos como gentiles, son el nuevo pueblo de Dios, el nuevo Israel, ¿No deberemos ofrecer sacrificios a Dios como lo hacían los judíos del Antiguo Testamento? Sí, claro que debemos, pero no meros sacrificios de animales en el templo de Jerusalén, tal como ellos acostumbraban, sino que debemos ofrecer nuestros cuerpos, esto es: todo lo que somos, como sacrificio vivo cada día a Dios. Aquí es donde incluimos al servicio. La palabra griega que se traduce como culto, aquí, se usa para referirse a las ceremonias del templo judío, mientras que la palabra racional, puede significar “perteneciente a la razón”. Como tal sugiere que una respuesta racional a las misericordias de Dios sería entregarnos también en un acto de adoración.
La palabra también puede ser entendida como “espiritual”. De esa manera, nuestro acto de consagración constituye una forma suprema de servicio, si quieres denominarlo de una manera conocida y popular, religioso: física, porque nuestros cuerpos están presentes en el acto de adoración, racional, en la medida que nuestra mente es receptiva a su verdad; emocional, cuando sus misericordias son percibidas y despiertan nuestra sensibilidad a la amabilidad de su amor; y espiritual, al ser todo esto el fruto de su Espíritu, que nos revive y renueva. De todos modos, no interesa tanto lo que se vea que haces o expresas, sino lo que Dios mismo está viendo en tu corazón en el momento de adorar o servir. Allí está la clave. Si el Rey dice que está bien, está bien. Pero si el Rey no lo aprueba…Inapelable Sentencia: SIN AMOR NO HAY SERVICIO
Deja que tu Biblia Hable…
Te lo vengo diciendo hace bastante: espiritualmente, este es un tiempo distinto al anterior a la pandemia. Ya no llegan las predicaciones donde les contábamos con humor a nuestros sacrificados oyentes mil y una anécdotas personales. Este es tiempo de ejecución y, en la difusión de la Palabra de Dios es obligación ser concreto, sobrio, puntual y preciso. Y esencialmente, no salirnos de lo que nuestra Biblia dice para inventar formas de expresión más modernas y aptas para la moda. ¿Quieres hoy recibir palabra de dirección, bendición y dirección? Toma tu Biblia y sígueme. Aprenderás algo nuevo, reforzarás lo que ya sabías, tendrás que modificar alguna enseñanza antigua o, lo más complicado, tendrás que cambiarla por lo opuesto. Carta de Pablo a los cristianos de Roma, capítulo 8, completa.
(Romanos 8: 1) = Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Para poder entender esto que Pablo dice aquí, hay que saber que en el final del capítulo 7, él dice ni él mismo con su mente sirve a la ley de Dios, sino que sirve con su carne a la ley del pecado. Pablo. Lo que les está asegurando es que, los que viven UNIDOS a Jesucristo, no serán castigados. No dice a los que creen, hablan, predican, sirven o hacen culto de adoración, dice a los que están UNIDOS a Él. ¿Y cómo se hace para estar UNIDO a Cristo? (2) Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Hay una ley del Espíritu que nos libra de la ley del pecado. La pregunta práctica, hoy, es: ¿Es posible eso? Sí, pero piénsalo así: tú, joven, cuando estás en la iglesia orando, cantando o adorando, Cristo está unido a ti y eso es fantástico. Pero cuando te vas con tus amigos no creyentes y lo sigues en algunas de sus “cosas”, Cristo sigue allí, unido a ti. Si no sientes vergüenza por eso, ¡Gloria a Dios! Si sientes vergüenza, entonces cambia ya, ahora mismo.
(3-4) Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Ficción para explicar esto: Alguien inventó unos bichitos y los llamó hormigas. Ellas empezaron a vivir y el creador se gozaba mirándolas. Un día, vio que todas iban en fila y caían a un pozo con fuego donde se quemaban. Puso su mano para pararlas, pero ellas se la rodeaban y seguían. Les hablaba, pero ellas no escuchaban. No las podía agarrar con sus enormes dedos porque las mataba. Entonces tuvo una idea: se convirtió en una hormiga como ellas y se paró frente al pozo y les dijo: ¡Vuelvan! ¡Si siguen por esta senda es camino de muerte!
(5) Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Esto es dos más dos, examínate ahora mismo. ¿Qué es lo que ocupa tu pensamiento la mayor parte del tiempo? Ya tienes tu respuesta. Ahora entiende lo que te espera: (6) Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Clarísimo. Si te ocupas y preocupas mayoritariamente en las cosas de la carne, espiritualmente vas a ir muriéndote de a poco. Y quedarás demasiado vulnerable. Si te ocupas de las cosas del Señor por encima de las de la carne, tendrás Vida Abundante y Eterna, y esencialmente Paz. ¿Será este un legalismo de Dios? No, te lo explica: (7-8) Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Tú puedes militar en la mejor ONG de ayuda a los pobres, pero si no estás en Cristo, todo lo que digas y hagas con eso, aunque a todo el planeta le parezca excelente, Dios te lo aborrecerá. Así está escrito. Él aborrece, siente rechazo, aversión, por las obras de la carne. TODAS. ¿Y qué de nosotros los que pensamos ser creyentes genuinos? (9) Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Detalle especial: tú puedes vivir según el Espíritu Santo y no tu carne, si es que ese Espíritu está morando en ti. Si crees en Dios y en Jesucristo, pero no terminas de aceptar al Espíritu Santo como guía a toda verdad, encajas en lo último que leemos: si alguno no tiene al Espíritu Santo morando en su interior, no es de Jesucristo, aunque se lo pase todo el día hablando de Él, contando sus maravillas y proclamándolo. El justo vive por su fe, no por sus palabras.
(10) Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Esto ha sido y sigue siendo lo más complejo de entender para el creyente promedio. Si Cristo vive en mí, mi cuerpo está muerto. ¿Sigo bebiendo alcohol? ¿Consumo alguna clase de droga? ¿El sexo es un permanente tormento para mi vida? Me temo que, si me sucede algo de esto, mi cuerpo no está muerto y, por consecuencia, el Espíritu no puede reinar en mi vida. Si una copa, una hierba o un cuerpo de mujer me impide ser puro, tendré que pelear la buena batalla para vencer todo eso y, entonces sí, proclamarme más que vencedor en Cristo Jesús. De otro modo, sólo será un alarde de palabra.
(11) Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. ¿Quién levantó a Jesús de entre los muertos? El Espíritu Santo de Dios, ¿Verdad? El mismo Espíritu que hoy debería estar morando en ti y en mí. ¿Por qué no vivificaría nuestros cuerpos mortales como lo hizo con el de Él? (12) Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; (13) porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Eso nos quiere decir, entre otras cosas, que si bien debemos honrar a nuestros padres carnales, no somos deudores de ellos por nuestras vidas, sino del Dios que sopló en nuestra nariz aliento de vida cuando todavía ni siquiera éramos un minúsculo feto. Esto te deja en evidencia que, andar en el Espíritu, es mucho más coherente y lógico que andar en la carne.
(14) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Cuidado con esto, deberás leerlo con cuidado y entendiendo. No te está diciendo que todos los seres humanos que habitan el planeta son hijos de Dios. Tampoco que todos los que digan o aseguren haber recibido la llenura o bautismo del Espíritu Santo. Los primeros son creación de Dios, pero no muy distinta a la creación del reino animal. Sin Dios, el hombre es un ser humano. Con Dios es un hijo de Dios, pero sólo puede acceder a tamaño honor y calidad, si se deja guiar por su Espíritu Santo, y no por los deseos de su carne o la voluntad de su mente. (15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! No fuimos gestados por el Espíritu Santo, por eso debemos recibir Su Espíritu y convertirnos en sus hijos por adopción. Eso va a eliminar en nosotros, entre otras cosas, al peligroso espíritu de miedo como producto de sabernos pecadores perdidos.
(16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Entiende; el Espíritu Santo de Dios, cuando mora en ti con tu aprobación, da testimonio a todos los demonios que tú eres un hijo de Dios y, por lo tanto, intocable para todos ellos. Al mismo tiempo, le hace saber a tu espíritu humano, que eres lo que eres, un hijo de Dios y que no puedes hacer ningún negocio por menos que eso. (17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Dime con toda sinceridad, ¿Te consideras hijo de Dios? ¿Sí? ¡Aleluya! ¿Y heredero de todo lo que es patrimonio de Dios Padre? No me digas nada, sabes que también, pero es un poco más complicado imaginarlo, ¿Verdad? Y ni hablar si pensamos que somos coherederos con Cristo, que es como decir en nivel similar al de Él, sólo rebajado por su calidad de primogénito. Como seré de religioso todavía, que cuando oigo o leo a alguien que habla de Cristo como “nuestro hermano” mayor, me choca. ¿Y sabes qué? ¡Es verdad!
(18) Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Aquellos que se creyeron esa promoción barata e irresponsable que muchos evangelistas han desparramado en sus campañas, y que decía que los cristianos no tenían por qué sufrir porque ya Cristo había sufrido por todos, deberían leer esto con todo cuidado. Dice que “las aflicciones del tiempo presente” no son comparables con la gloria futura. Todo verdad, pero con la salvedad no menor que no es ni descabellado, ni producto de pecado, ni castigo de Dios que en este tiempo los creyentes estén pasando por alguna clase de aflicción. No somos del mundo, pero vivimos en él. (19) Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Atención con esto; no te dice que a la creación en su conjunto “le agradaría”, o “vería con interés”, o “ se sentiría feliz” de poder ver con sus propios ojos la manifestación a full de los llamados hijos de Dios. Dice que es un Anhelo ardiente.
Un anhelo es un deseo ferviente de conseguir alguna cosa, algo que por su potencia mental, te quita el sueño y no te deja concentrar ni razonar. Si a eso le añadimos que el deseo es ardiente, entonces vemos que el fervor da paso consigo a la vehemencia y la pasión. Eso, así como lo lees, es lo que el mundo secular, incrédulo, impío y pecador, espera de todos nosotros. Nada menos. ¿Motivos? (20) Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; (21) porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. ¿Por quien o quienes piensas que la creación h a sido sujetada a vanidad? En gran parte, por su propia carnalidad. Desde la ciencia misma, dueña de enorme respeto social, con sus implementaciones psicológicas para fortalecimiento del Yo y en contra de la baja autoestima, han contribuido bastante para ello.
Pero obviamente que no es eso solamente. La vanidad también tiene un alto contenido de libreto satánico. Y aquí es donde coincide con esa expresión que dice: no por su propia voluntad. Veamos: ¿Quién o qué puede adueñarse de la voluntad del prójimo? La hechicería. Desde el ocultismo, con sus prácticas añejas de brujos y curanderos, y desde la ciencia de la oratoria, con la manipulación emocional de masas, algo que nos guste o no, también hizo pie y con fuerza dentro de la iglesia. Todo esto por causa de pertenecer a Cristo, pero con la esperanza fiel y fundamentada de que en algún momento toda forma de esclavitud a cualquier forma de corrupción, no sólo será descubierta, sino además batallada, vencida y convertida en libertad gloriosa para todos los hijos de Dios, porque con ellos se está hablando aquí. Con los hijos del Rey, no con gente religiosa que ni siquiera lo conoce de verdad a ese Rey.
(22-23) Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Que la creación gime, no es novedad, lo vemos a diario donde quiera que sea nuestra residencia y cualquiera sean las causas. Ahora bien; cuando dice que esa creación está con dolores de parto, eso significa que son dolores que no puede evitar, pero que preanuncian algo bueno, como es el nacimiento de un ser. Cuando añade que nosotros mismos, los hijos de Dios, también sufrimos esos dolores, entonces estamos siendo testigos del inminente nacimiento de algo que hasta aquí no estaba con nosotros. Primero fue Moisés, luego fue David, más tarde Jesús y finalmente todos nosotros, Su Cuerpo. ¿Y ahora? ¿Qué es lo que está naciendo? Tengo una sola certeza: una iglesia genuina y ni parecida a la que conocemos.
(24) Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿A qué esperarlo? Si estás enfermo y tienes esperanza que el médico te sane, dale el nombre que quieras a ese sentimiento, pero no Esperanza. Porque la esperanza es una reiteración de Hebreos 11:1, certeza de lo que esperamos, convicción de lo que no vemos. Porque ya fue escrito que no andamos por vista, sino por fe. A lo que aquí y ahora estamos añadiendo que tampoco andamos en la carne, la mente o la voluntad, sino en espíritu y Verdad. (25) Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Me pregunto cuántos de nosotros hemos demostrado contar con la paciencia necesaria e indicada para aguardar algo que necesitamos pero que todavía no vemos materializarse. Los que creen no estar a la altura, les recuerdo que la paciencia es un fruto del Espíritu Santo que se nos entrega como resultado de nuestro amor al Padre, al Hijo y al Espíritu. El verso siguiente lo confirma.
(26) Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Una pregunta impostergable porque según lo que te hayan enseñado, será tu respuesta. ¿Qué entiendes por interceder con gemidos indecibles por parte del Espíritu Santo para con nosotros? Tengo una respuesta, el mismo Espíritu te dirá si es o no correcta. ¿Tienes don de lenguas? ¿Sabes para usarlo en qué y cuándo? Cuando no sabes qué pedir que se alinee con la voluntad de Dios. Suelta tus lenguas y el Espíritu dirá lo que deba decir y no lo que tu carnalidad suponga que debe decir. (27) Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. ¿Quién es el que escudriña los corazones? Dios. Por lo tanto, Él sabe perfectamente lo que necesitas, que seguramente coincidirá con lo que el Espíritu dice a través de tus lenguas.
(28) Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. ¿Puedo confesarte algo? Este versículo y su deficiente utilización fue el detonante que me llevó a examinar este capítulo de Romanos. Porque, veamos: ¿Cuántas veces escuchaste a distintos cristianos que vivían alguna crisis negativa, decir que no interesa, total a nosotros todas las cosas nos ayudan a bien? ¿Acaso eso es falso? No, no es falso, pero como otras cosas que vienen de Dios, tiene condiciones. Ya lo vinimos desarrollando, eso se llama Contexto. Primero: dice que eso sucede con los que aman a Dios, no con todos los que van a un templo. Quedó claro también que es para los que al menos pelean la buena batalla para andar en el espíritu y no en la carne. Y en tercer término, también es para los que llegado el momento y la necesidad, apelan al Espíritu Santo como genuino guía a toda verdad, ya sea por revelación, por poder sobrenatural o por utilización del don de lenguas. Para esta clase de creyentes es válido eso de que todas las cosas que les suceden, les ayudan a bien, sea lo que sea. Y ahora súmale todo lo que sigue.
(29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. (30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Me crees si te digo que estos dos versículos, interpretados de un modo muy particular, dieron origen a una doctrina muy difundida y hasta puntuales denominaciones evangélicas? Simple. La Biblia no fue escrita ni para el mundo incrédulo ni para un hombre o una mujer, fue escrita para la iglesia genuina de Cristo en la tierra. Por lo tanto, la que está predestinada es la iglesia, no el hombre. El hombre, en todo caso, podrá recibir todos estos privilegios, beneficios y bendiciones que aquí se detallan, si forma parte de esa iglesia. Que como podrás suponer, no es cualquiera que dice serlo, sino la única que Dios conoce, respalda, bendice, fructifica y multiplica. Aquí es donde entra en movimiento el versículo siguiente que también es todo un clásico, pero también en muchos casos interpretado livianamente.
(31) ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? A ver; asistimos a una iglesia cristiana hace veinte años y a este versículo lo hemos oído predicar, lo hemos leído nosotros y hemos recibido enseñanza al respecto, no menos de diez veces, por ser escaso. La pregunta, conforme al contexto que venimos viendo, es: ¿Puede cualquier persona que se reúne en esa iglesia, como quiera que sea su vida espiritual, decir esto que leímos y esperar que se cumpla? Es muy cierto que por fe todo es posible, pero sería muy importante que a eso le agreguemos: amor a Dios, no andar en la carne y confiar en la guía del Espíritu Santo. Así siempre va a ser mucho más probable que esto se cumpla. Porque a partir de aquí, fíjate, y a los que conforman ese grupo que venimos viendo como apto, se le escribe todo lo que resta:
(32-35) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Está claro: Si te conduces como venimos explicando, con total y absoluta tranquilidad y seguridad puedes decir todo esto que leemos aquí. Si por el contrario, sólo eres un cristiano nominal, de los comúnmente denominados “domingueros”, sin el menor compromiso ni apego a las cosas genuinas de Dios, entonces podrás repetir esto como un papa gayo, pero en tu, vida será muy complicado que se haga realidad.
(36-37) Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. ¿Cómo entiendo esto? Dice que por causa de Cristo somos muertos todo el tiempo, pero resulta ser que todavía muchos están lo suficientemente vivos como para que todo lo que sigue no pueda producirse. Esto de alguna manera es una reafirmación a aquella palabra que nos asegura que Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, la cual repetimos día y noche y nos imaginamos que por alguna magia especial de pronto se nos hará real. De hecho, ni se nos cruza por la cabeza que la clave de esta última expresión está en esas pequeñas dos letras que siguen a la palabra “puedo”, y es EN. No habla de creer en Cristo, ni hablar de Cristo, ni pensar en Cristo ni siquiera predicar o enseñar respecto a Cristo, nos dice que debemos estar EN Cristo para que podamos hacer todo lo que se nos ocurra con victoria, y así ser más que vencedores. Definitivamente, este capítulo de Romanos es para confirmar de una vez y para siempre que no existe un evangelio mágico, aunque todavía sea eso lo que se esté predicando en tantos púlpitos.
(38-39) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Aprendí algo clave en todos estos años de lectura bíblica: cuando alguien como Pablo dice Estoy seguro, es porque indefectiblemente, está seguro de lo que va a decir, sea como sea lo que diga y tenga la reacción que tenga por parte de la clase religiosa. Y esa seguridad radica en que nada ni nadie podrá separarlo del amor de Dios que es en Cristo Jesús. Pero, resulta ser que a todos nosotros Dios también nos ama a través de la sangre de su Hijo inmolado por nosotros, así que lo que Pablo dice, lo podemos hacer nuestro sin dudarlo. Aprende algo importante: todo lo que estás viendo a tu alrededor, incluido tú mismo, es creación de Dios. Por lo tanto, la promesa básica es que ninguna cosa creada nos podrá separar de Su Amor. Y créeme que no es poca cosa.
Ahora ya lo sabes. Puedes decir con soltura que para tu vida todas las cosas te ayudan a bien, pero eso es posible porque amas a Dios y sigues su diseño. Y también puedes asegurar que, si Dios está contigo, nadie podrá estar en tu contra. Imbatible e Inmune, pero en Cristo, no en tu carne ni en tu sabiduría. Pablo lo dijo y lo declaró por fe, ahora es tu tiempo y tu momento. Hazlo y, entonces sí, serás parte inamovible e indestructible del Reino de los Cielos.
Dios es Así de Bueno
Oseas. Oseas era un profeta. Tú ya sabes que profeta, entre otras traducciones, significa Vocero, alguien que habla y dice cosas que un superior le ordena decir. Un profeta, entonces, es un Vocero de Dios, pero sólo para decir lo que Dios le ordena que diga, no lo que a él le parece bueno. Y fíjate que su nombre, Oseas, significa Salvación. Porque proviene de la misma raíz hebrea (hoshea) que el nombre de Jesús y Josué. Su libro, globalmente, muestra que la salvación se halla en volver a Dios y en apartarnos del pecado. Sabemos que su padre fue Beeri y su mujer Gomer, y que fue padre de dos hijos varones y una mujer. Curiosamente, en ninguna otra parte de la Biblia es mencionado su nombre. Su ministerio abarcó entre los años 760 a 720 antes de Cristo, durante los días de la monarquía dividida.
Esto fue después de los días de David y Salomón, cuando el pueblo de Dios estaba dividido en una guerra civil, creando dos naciones: en el norte, Israel, en el sur, Judá. Esto fue cerca de 250 años después del tiempo de David y aproximadamente 650 años después que Israel llegó a la Tierra Prometida. En el capítulo de su libro, que es el que el Espíritu Santo me ordenó examinar y compartir con ustedes, él lanza un llamado al rebelde pueblo de Israel, lo que sería de alguna manera la iglesia de su tiempo. Como el evangelio en su Antiguo Pacto no es historia, sino una sombra de lo que habría de venir, tomaremos a ese texto como tipología actual, como si un Oseas contemporáneo le estuviera hablando a la iglesia global que conocemos.
Oseas 2: 1 = Decid a vuestros hermanos: Ammi; y a vuestras hermanas: Ruhama. ¿Cuántos de ustedes se detuvieron un instante en averiguar qué cosa eran Ammi y Ruhama? Porque parecen nombres de personas, pero quizás… Lo cierto es que Ammí, significa mi pueblo o mi gente. Era un nombre simbólico dado a Israel, una predicción de la reconciliación de Dios con ellos, en contraste con el Israel ya conocido. Ruhama, mientras tanto, proviene del verbo rajam, que significa ser compasivo, ella ha recibido compasión o compadecida. Es un nombre o una expresión críptica, enigmática u oscura, difícil de entender. Es un juego de palabras con el nombre Lo-ruhama. Este término refleja la compasión de Oseas por su casa, ya que ese era el nombre de su propia hija fruto de su relación con una mujer que le fue infiel. Pero él la amplia a esta compasión a su pueblo Israel y yo, hoy, otro simple hombre de Dios sin ninguna credencial especial, igual que Oseas, siente por su iglesia terrenal. ¿Y qué es lo que Dios le dice a Oseas que diga a ese pueblo, entonces, y a esta iglesia, hoy?
(2) Contended con vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte, pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos; (3) no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed.
Les dice que discutan o peleen, (En el original dice reñid), con la que denomina como su madre, que en este caso es la iglesia. Mujer, en la Biblia, siempre es iglesia, sea madre o no. Pero eso no es todo, porque luego les añade que ella no es su mujer ni él su marido. Escúchame: ¡Es Dios el que está hablando! Para Israel, si. Para nosotros, hoy, es Cristo, el Hijo, Dios mismo, pero no judío. ¿Quién se supone que es la esposa de Cristo? ¡La iglesia! Pero Él, aquí, nos está diciendo que la confrontemos porque ya no lo es. ¿Cómo que ya no lo es? ¡A mí me enseñaron que sí lo es! Vamos a ver las causas que nos da para esa expresión tan fuerte. En principio, le está pidiendo que aparte, que abandone, que deje, que no le pase por su propio rostro sus fornicaciones. Nada que ver con lo sexual, aunque en algún área de este pecado lo incluya. En el original, menciona una palabra que en la traducción no está: infidelidad.
Lo que Cristo le está diciendo a su pueblo, hoy, es que confronte y se enfrente a su iglesia porque ella está manteniendo alguna forma de relación por fuera de su matrimonio espiritual con ella. Y que lejos de ocultarse o mantener pudor, no tiene ningún problema en cometer ese pecado delante de sus santos ojos. Porque luego le habla de sus adulterios de entre sus pechos. Es indudable que cuando se habla de pechos de mujer, nuestra cultura occidental indefectiblemente lo traslada a lo erótico y, por consecuencia casi natural, a lo sexual. Sin embargo, aquí dice que los adulterios de la iglesia están entre sus pechos. El pecho femenino es fuente de alimentación para los hijos, lo cual nos está diciendo que esos adulterios tienen que ver con la falsificación de la palabra genuina y convertirla en doctrinas sectoriales, particulares o privadas. La propia palabra de Dios juzga y sentencia eso.
Y luego dice algo que, si lo reflexionas un momento, entenderás que muchas de las cosas que hacemos casi con vanidad, son hojarasca. Dice que, si Él quiere y lo decide, despojará a esa iglesia de todo lo que supone tener, que la dejará desnuda, que significa algo así como que la rodeará de vergüenza pública quitándole todo ropaje exterior que era esencialmente lo que todavía le daba algo de vida social y religiosa. Que la va a llevar al tiempo en que nació, es decir, a la ignorancia total y a la sed y hambre de lo verdadero, que la convertirá en un árido desierto de pruebas y tribulaciones, como tierra seca, que se traduce como carnalidad sin vida divina y como consecuencia de ello, muriendo de sed de esa agua de vida. (4) Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Piensa. ¿Puede haber en un ejido social del mundo un niño o joven más pasible para el Bullying (Burla o desprecio) que el hijo de una reconocida prostituta?
(5) Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida. ¿Te lo paso en limpio? La iglesia que se prostituye es la que se va detrás de sus amantes más conocidos: humanismo, cientifismo, religión ritualista, misticismo, esoterismo y hasta ocultismo, a través de la hechicería probada de manipular voluntades. Porque en todos esos amantes con los cuales está traicionando a su esposo que es Cristo, encuentra supuesto alimento que en lugar de nutrir, envenena, un agua que en lugar de dar vida, sólo sirve para reiterar las antiguas abluciones religiosas y huecas, lana y lino, son las vestiduras que la hacen ver, desde afuera, como elegante, sobria y efectiva sin serlo. El aceite es una falsa unción y el vino una falsa revelación, casi siempre producto de voceros llamados profetas que dicen lo que conviene al sector y no al reino. ¿Y qué dice Dios que hará con todo esto? Lo mismo que le dijo a Oseas, entonces.
(6) Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Ahora ya lo sabes. Si de pronto, un día, descubres que tu camino en lugar de tener un colchón de pétalos de rosa por donde puedas caminar con aroma dulce, tiene espinos que rasguñan y lastiman tu piel, no le eches la culpa al diablo. En todo caso, él los habrá colocado allí, pero porque Dios le ha permitido hacerlo como respuesta a tus imbecilidades incrédulas. El seto, del que se habla aquí, es un cerco que, si bien se construía mayormente con palos o maderas, en este caso Él lo armará con espinos. Todo esto, indudablemente, tiene la razón casi obvia de servir para que ninguno de nosotros nos salgamos del camino bendito. Si cuando somos débiles o inconscientes y lo hacemos, el ardor de los pinchazos nos hará reaccionar y volver a la senda antigua, en la que no hay error ni maldición. Si somos tercos e insistimos en seguir por donde no debemos, jamás encontraremos el camino a la paz, a la victoria y a la salvación. Lo que sigue, ya es lo suficientemente fuerte como para que un hombre simple, mortal e imperfecto pueda añadirle algo:
(7) Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. Seguirá a sus amantes. ¿Cuáles podrían ser los amantes circunstanciales pero contaminantes de una ramera como esta? Humanismo, de donde se ha construido un evangelio plagado de leyes, obras, trabajos, armados, estrategias teológicas y otras contaminaciones extraídas de los exitosos conglomerados humanos del mundo secular. El ritualismo, con sus sacrificios corporales, llenos de pactos, promesas, compromisos y hasta auto flagelaciones físicas, emocionales y sentimentales. La hechicería, que es el ejercicio donde se procura imponer la voluntad de un hombre por sobre la de otro u otros. Puede hacerse por medio del ocultismo, mediante brujería, magia negra o curanderismo, pero también desde lo humano, usando la manipulación de los sentimientos ajenos, ya sea por seducción o intimidación. Esos son algunos, no todos, los amantes más frecuentes de esta prostituta llamada Babilonia. ¿Cuál fue su peor pecado, además de todo lo descripto?
(8) Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal. Lo que Dios está diciendo aquí, es que la iglesia falsa, paralela e imitadora de la genuina sin serlo, no reconoce que el alimento proviene de Él, y no de sus seminarios, institutos, universidades o simposios de teología. Mucho, muchísimo menos esa iglesia cree o busca la revelación del Espíritu Santo, única manera de entender y acceder al poder que la palabra de Dios otorga. A eso lo disfraza con cargos, posiciones o politiquería religiosa, de la que tanto hemos visto todos dentro de los templos, cualquiera sea su denominación o credo. Por ese mismo motivo, sus líderes han efectuado distintos cursos donde se los prepara estética y actoralmente para resultar simpáticos y aptos para ser bien recibidos por el público. Todo esto reemplaza ese aceite que ellos han rechazado y que es nada menos que la unción, único contenido que hace que un hombre sea digno de ser escuchado y reconocido. De hecho, al final les aclara que todo lo que ese mundo les entregue, Él podrá multiplicarlo sin el menor esfuerzo, con la única condición de que se lo sirva fiel y honestamente. Y luego dice lo que hará con ella y con ellos.
Y respecto a ofrecer sacrificios a Baal, que es en este caso todo un símbolo, alguien dijo algo con muchísimo criterio y razonamiento sensato. Dios le da al hombre los árboles del bosque y el fierro del suelo. Él le da al hombre la capacidad para hacer un hacha y los clavos de ese hierro, y la energía para cortar un árbol, la habilidad para dar forma a la madera en vigas. Dios le da al hombre la inteligencia para hacer un mango de esa madera, y una cabeza del hierro, y combinarlos para que sea un martillo efectivo. Luego el hombre toma las vigas, los clavos, y el martillo y clava a Dios en la cruz – donde Dios voluntariamente extendió Sus brazos, muriendo en esa cruz para tomar la culpa y la pena que merecía el pecado del hombre – y para hacer una nueva relación restaurada, entre Dios y el hombre. ¿Quieres algo más injusto, tú que vives pidiendo a Dios justicia para tus cosas?
(9) Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez. Trigo, vino y aceite. En el símbolo bíblico de las tipologías, estos tres elementos conforman el epicentro sustancial del evangelio genuino. Si faltara alguno de ellos, el andamiaje de fe estaría desequilibrado y descompensado. El trigo es el alimento genuino, la palabra ungida. Su contrapartida es la cizaña, que es una semilla de similares características, pero con propiedades opuestas. El vino es la revelación del Espíritu Santo, esa que jamás podríamos introducir en los viejos odres de las religiones estructuradas porque su potencial los destrozaría y el vino finalmente se derramaría sin aprovechamiento. Y el aceite es la unción, un elemento que solamente Dios puede otorgar, y que de ninguna manera lo hará conforme a las credenciales o importancias jerárquicas que los hombres esgriman. Dios va a ungir al que le obedece y le es fiel. Si es un líder, bienvenido sea, pero si es un anónimo hermano sin cargos eclesiásticos, también será bienvenido. ¿Qué hay en tu lugar de reunión? ¿Abundan el trigo, el vino y el aceite o sólo se ve cizaña, agua sucia con alcohol pobre y ungüentos similares al aceite?
(10) Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano. ¿Nunca has sido testigo dolorido por la vergüenza que alguna congregación o incluso denominación vive ante algunos estamentos del mundo secular por causa de errores groseros? Yo sí. Me produjo lo que solemos denominar como “vergüenza ajena”, que es un sentimiento que se experimenta cuando comete un fiero error algo que no nos involucra, pero que forma parte global de aquello que es nuestra pertenencia. Eso dice Dios que hará. Y de hecho, lo ha hecho, lo hace y lo seguirá haciendo. (11) Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades. Cortarle a una iglesia evangélica, por Babilonia que sea, la posibilidad de llevar adelante esa mezcla de culto genuino y show al que está acostumbrada, equivale a cercenarle la posibilidad de mantener a sus fieles y sustentar a sus líderes. Es lo peor que puede ocurrirles. Creo que por eso el golpe vendrá allí.
(12) Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo. No sé qué hayas entendido hasta hoy de esto, pero por si fuera necesario, te lo paso en limpio, inserto en siglo veintiuno. Dios, a las babilonias, les hará quitarle ramas a sus falsas unciones y a sus alimentos. Dice que sus ganancias o salarios, vienen de las cuentas de sus amantes, no del cielo. Y que las reducirá a un matorral de confusión. Y que, por ese motivo, serán devoradas por los depredadores seculares. (13) Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová. Iglesia falsa, adoradora de ídolos. Y no estoy hablando ni de imágenes ni de estatuas. Hablo de hombres, mujeres, ministerios, organizaciones, estructuras, etc. Ese es el bendito “sistema” que va a caer en el último tiempo. Ese es el fin del mundo, kosmon, sistema.
(14) Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Este que se muestra aquíes un tipo de poder singular: Porque dice “Yo la atraeré”;’ no dice, por ejemplo, “Voy a llevarla” ni tampoco, “Yo la acercaré,” o, “Yo la arrastraré;” o “Yo la forzaré.” No, dice claramente ‘Yo la atraeré.’ Es una palabra notable, que nos enseña que la atracción de amor sobrepasa en poder todas las demás fuerzas. Esa es la forma en la que el diablo nos arruina; él nos tienta con palabras dulces, expresiones dulces, con carnadas de placer y cosas parecidas; y el Señor, en misericordia, determina que, en toda verdad, él hará una mejor oferta que el diablo, y él nos ganará para si mismo por fascinaciones, seducciones, y atracciones, las cuales serán más fuertes que cualquier fuerza de resistencia que podamos ofrecer. Esta es una palabra maravillosamente preciosa: ‘Yo la atraeré.” (15) Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto. Acor significa Problema. El valle del problema será la puerta de la esperanza.
(16) En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali. Con gran anticipación, Dios espera con ansia el día cuando la relación sea genuinamente restaurada con Su pueblo. Él quiere una relación íntima de amor con él, y anhela el día cuando ese pueblo tendrá un amor y compromiso como de matrimonio hacia su Dios. De hecho, a Él no le agradaba para nada tener una relación con su pueblo basada en el temor. No quería en absoluto que ellos lo vieran como un amo. Eso es lo que significa Baali: amo. Prefería notoriamente un grado de relación llena de amor e intimidad. La misma que tiene una esposa con su esposo. Eso es lo que significa Ishi: esposo. (17) Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres. Baales son ídolos, dioses falsos. Tiene que ver con santos e imágenes, sin duda, pero también con hombres que gustan desplegar sus egocentrismos facultando todo para ser adorados como dioses, siendo sencillamente humanos. Sus nombres no serán mencionados en los lugares sagrados y de honra.
(18) En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura. Muchos han creído ver, en esta última sentencia, una declaración profética de paz para el mundo y seguridad desde el plano ecológico. La mención de las serpientes no es casual ni gratuita, habla de sometimiento por parte de las fuerzas de las tinieblas a un poder al que no pueden evadir ni combatir. (19) Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Este es el matrimonio estelar que la iglesia aguarda con ansiedad. Desposada con Cristo para siempre. Eso nos habla de un futuro de eternidad con Él. Pero sólo será factible y posible en justicia, que es integridad y transparencia. En juicio, que es separando lo verdadero de lo falso. En benignidad, que es bondad con equidad y misericordia, que es aceptación del otro tal como es, para glorificar a Dios en su cambio.
(20) Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. No es casual que Dios mismo, mediante Jesucristo, ponga en relieve el fundamento básico de un matrimonio de excelencia: la fidelidad mutua. Cualquier forma de adulterio es considerado por Dios como alta traición. A la confianza, a la fe, a todos los valores que desde su inicio nos marca la Palabra hablada desde siempre. Defectos, errores, son imponderables que Dios siempre comprenderá: pero infidelidad no, porque no es ni casual ni circunstancial, es pensada, armada y ejecutada. (21) En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra. Esta es una gran bendición de una relación real, vibrante, con Dios. Nuestros corazones latiendo al ritmo del Suyo, y queriendo siempre exactamente lo que Él quiere. Cuando le pedimos eso, estamos pidiendo lo que Él espera que pidamos. Y responderá. Siempre. Es el mismo principio de Juan 15:7, donde se nos dice que, si permanecemos en Él, podremos pedir lo que necesitemos y Él nos lo dará.
(22) Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel. Cuando la relación esté donde se supone que debe estar, Dios proveerá abundantemente. Este es el mismo principio que Jesús enseñó en Mateo 6, donde les dice que busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y que como consecuencia de eso, todas las demás cosas les y nos serán añadidas. El nombre Jezreel que se lee después, significa Dispersos, y puede ser utilizado en un sentido negativo. Sin embargo, también era la palabra utilizada para describir el buen esparcimiento de la semilla. Sembrar. Aquí el Señor promete una gloriosa redención del nombre Jezreel el cual fue dado primeramente como un sobrio recordatorio de dispersión en juicio. Ahora, vemos que se se convierte en una profecía de la promesa.
(23) Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío. Dios va a restaurar a Su pueblo, que somos nosotros, hacia la abundancia. Eso no significa necesariamente riquezas, poder político ni fortunas dudosamente habidas. Eso significa misericordia. La dispersión será transformada en siembra. El segundo hijo de Oseas, una niña, reitero, fue llamada Lo-ruhama, que significa “indigna de compasión”. Este nombre, originalmente dado como un marcador de juicio, ahora está siendo transformado en una señal de restauración. El tercer hijo de Oseas, que era un varón, fue llamado Lo-ammi, que significa “No mi pueblo”. Ese nombre, originalmente dado como una señal de juicio, ahora es transformado también en una señal de restauración. Dice que nosotros somos el pueblo que dirá Dios mío.
Con esto, la restauración será completa. El Señor se relaciona con su pueblo como su Dios, y su pueblo se relaciona con Él como su pueblo. Esta es una relación llena de calor y de amor, y lo que Dios anhela. Piénsalo así: ¿Cuál de los dioses paganos diseminados por las naciones, alguna vez quisieron el amor de sus seguidores: ¿Cuál de ellos preguntó alguna vez si lo amaban? Los dioses falsos no quieren nuestro amor; ellos quieren nuestro temor, nuestra obediencia, nuestro sacrificio y nuestra devoción como esclavo. Pero el verdadero Dios, el Dios vivo, no está satisfecho en absoluto con solamente nuestro temor, nuestra obediencia, o nuestra devoción y sacrificio como de esclavo. Él quiere nuestro amor, dado gratuitamente, y disfrutado en una relación con Él. Si nosotros perdemos de vista esto, perdemos de vista el corazón de la obra de Dios en nosotros y por nosotros. Vemos una restauración completa. Los tres hijos de Oseas, nombrados con marcas de juicio, ahora tienen sus nombres restaurados y hechos en señales de misericordia, de gracia, y de restauración. ¡Dios es así de bueno! Y no sólo con Oseas, que es simplemente una tipología y sombra de lo que iba a venir. Eso está sucediendo hoy, el destinatario eres tú. ¿Amén?
Tiempo de Quitar tu Monte
Soy el resultado y producto de una generación nacida en una época donde cada niño tenía tres expresiones de autoridad a la que no podía ni desobedecer ni fallarle: el padre, la maestra y el cura o sacerdote católico. Si dentro de todas las represiones y auto represiones asumidas debo reconocer algo positivo, es que de una u otra manera, Dios terminó saliéndose con la suya al llevarnos a cumplir con una parte importante de su diseño: obediencia a nuestros padres y a toda autoridad constituida. De todo lo otro no voy a hablar, porque me quiero detener aquí. De muy pequeño me enseñaron la base familiar de honrar a mis padres, y lo cumplí a rajatabla. Creo que se olvidaron de la otra, que era la de por parte de los padres respetar a los hijos, pero esa también es otra historia. Así que cuando llegué a la edad adulta y supe un poco más de ese Dios al que quería creerle y amarlo, entendí dos cosas: Que Él era el Padre celestial de mi vida a quien debía obedecer sin cuestionarle nada, y que, llegado el momento, Él iba a respetarme, porque así estaba escrito. Eso si yo decidía, como lo hice, convertirme en uno de sus hijos en la tierra.
La vida transcurrió y con todos los claros y oscuros de cualquier vida terrenal; y llegué yo mismo a ser padre. Y así como más que imponer, incentivé a la obediencia a mis hijos, así también me esmeré en respetarlos en todo aquello que mereciera respeto. Jamás obligué a ninguno de ellos a estudiar o dedicarse a algo que no les agradara simplemente porque me agradaba a mí, porque gracias a Dios pude entender que cada uno de ellos, como seres humanos que son, más allá de ser mis hijos, eran personas distintas que merecían vivir sus vidas conforme a sus talentos, deseos y aspiraciones. De hecho, ninguno de ellos fue periodista, y casi que hoy también le doy gracias a Dios por ello, ya que mi antigua profesión no sólo está devaluada en casi todo el mundo, sino también sujeta a sospechas, suspicacias y críticas. creo que más que merecidas en una enorme cantidad de casos.
Pero el punto central de todo esto, se produjo con el comiendo de este siglo veintiuno. Porque hasta allí, yo había asumido este ministerio de enseñanza desde las vertientes que conocía sobradamente: la gráfica, la radio y algo muy poco y pequeño de televisión. En eso, me desenvolví con soltura y tranquilidad porque era terreno conocido, pero lo que no pude prever, era que la tecnología realmente se movía hacia delante de un modo vertiginoso e inédito para mi generación. Estoy hablando de la aparición de Internet y luego de lo que todavía hoy llamamos Redes Sociales. Y de todo eso, yo no puedo decir que conocía poco. Debo ser sincero y reconocer que no sabía absolutamente nada. Y mucho menos de lo eminentemente técnico al respecto. Así es que debí acudir al que más sabía de todo esto, que era nada menos que uno de mis hijos. De inmediato y sin cuestionar nada ni presumir de nada, me sometí a su autoridad de especialista en ese terreno y le obedecí en todos y cada uno de sus mandatos. Eso me posibilitó abrir una Web de enorme llegada, posteriormente el ingreso a YouTube, “X”, (Ex Twitter) y Spotify. La victoria del Señor a través de un padre obedeciendo a un hijo. ¿Extraño? No te creas, mira lo que sigue.
Yo aprendí, y creo que bien, que la base del evangelio para cada hijo de Dios, es la oración. Y gracias a Dios no me quedé solamente con eso, porque si así hubiera sido, jamás habría salido del clásico “Señor bendíceme a mí, a mi familia, a mi perro y mi gato”, que es -si sabemos entender el humor-, lo más oído para todo ministro en la gente que lo consulta. Siempre supe que la oración era otra cosa muy distinta que la de andar a los gritos diciendo siempre las mismas palabras o llorisquear como perrito apaleado ante el menor contratiempo. En la Biblia pude hallar cierta clase de oración que es la más elevada y la más espiritual. Sin embargo, son pocas las personas que la advierten o hacen este tipo de oración. Es lo que ya no pocos han llamado y llaman como la oración de autoridad. Conocemos la oración de alabanza, la de acción de gracias, la de petición y la de intercesión, pero es poco lo que sabemos de la oración de autoridad. Y eso que ocupa un lugar muy significativo en la Palabra de Dios. ¿Qué significa autoridad? Más; ¿Qué significa un mandamiento de autoridad? Si deseamos ser hombres y mujeres de oración, tendremos que aprender esta clase autoritaria de oración. Es a la que el Señor se refiere en Mateo 18:18. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Atar y desatar, no es algo menor. Las palabras atan. A esto ya lo hemos enseñado.
El movimiento del cielo sigue al movimiento de la tierra. O sea que el cielo oye las palabras de la tierra y actúa por su mandamiento. Todo lo que está atado en la tierra, será atado en el cielo y todo lo que es desatado en la tierra, será desatado en el cielo. No es una petición, es una atadura o una desatadura lo que se hace en la tierra. Y es, no tengas dudas, una oración de autoridad. Esa expresión se encuentra en Isaías 45:11: Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos. Mandadme, dice. ¿Cómo nos podemos atrever a mandar a Dios? ¿No es esto demasiado disparatado o presuntuoso? Sin embargo, esto es lo que el mismo Dios dice. Indudablemente, no debemos permitir que la carne entre aquí en lo más mínimo. Sin embargo, aquí se nos muestra que hay una clase de oración que manda. Y quiero añadirte que esa palabra, mandadme, es la palabra savá en hebreo, que significa en realidad ordenar, constituir. ¿Puedes imaginarte el rostro de un religioso si le quieres enseñar que tú puedes, llegado el caso, mandar u ordenar al Padre que haga algo a favor de Su Reino? Yo sí, es el mismo que debo haber puesto yo cuando oí por primera vez en mi vida esa forma y clase de oración de autoridad. No puedo evitar sentir vergüenza, pero era mi etapa religiosa todavía…
Lo cierto es que, según el punto de vista de Dios, nosotros podemos mandarlo a Él. Todos los que estudian la oración necesitan aprender específicamente esta declaración. Echemos un vistazo a la historia de Éxodo 14. ¿La recuerdas? Cuando Moisés sacó a los hijos de Israel de Egipto, llegó a las costas del Mar Rojo. Y allí se le armó entonces un serio problema. Porque delante de ellos estaba el Mar Rojo y detrás los venían persiguiendo los egipcios. En ese momento, los israelitas se encontraron verdaderamente en un dilema. Veían a los egipcios que los perseguían y se sentían completamente aterrados. Clamaron al Señor, por una parte, pero murmuraron contra Moisés por la otra. ¿Te descubro algo al recordar esto? ¿Cómo reaccionó Moisés? Sabemos, por la Palabra de Dios, que Moisés clamó al Señor. Pero entonces Dios le dijo: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que clamen, pero tú alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar y divídelo y que entren los hijos de Israel por el medio del mar, en seco. Eso dicen los versos 15 y 16:
Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. A ver: la vara que Dios le dio a Moisés, representaba autoridad. Así que, lo que Dios quiso decir con estas palabras, fue lo siguiente; “Tú no necesitas clamar a mí, puedes usar la oración de autoridad. Haz la oración que manda, que ordena, y yo haré el resto. Así es que, lo que Moisés aprendió aquí fue a orar con autoridad, es decir, la oración que manda, que declara, que decreta, muy por encima de la que suplica, ruega o clama. Oración del rey. En nuestro tiempo, ¿Dónde tendría su origen la oración de mandato para los cristianos? Lo tiene, aunque te cueste entenderlo, en la ascensión del Señor. La ascensión de Cristo está muy relacionada con la vida cristiana. ¿Cuál es la relación? Que la ascensión nos da la victoria. Así como la muerte de Cristo resuelve los dilemas de nuestra antigua creación en Adán, y la resurrección nos introduce en la nueva creación, así la ascensión nos da una nueva posición ante Satanás. Elemental. Básico. Tremendo e impactante a la hora de ponerlo por obra. Porque funciona.
Esta no es una nueva posición delante de Dios, sólo es la que se obtiene mediante la resurrección del Señor. Sin embargo, nuestra nueva posición ante Satanás, está asegurada por medio de la ascensión de Cristo. De allí emana el poder. Está escrito desde siempre y nunca nos lo enseñaron. Déjame pensar cualquier cosa para no caer en la idea de que lo hicieron para que dependiéramos de ellos y no de nosotros mismos en relación directa y personal con Cristo. Veamos las siguientes palabras de Efesios 1:20-22: La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Cuando Cristo ascendió al cielo, abrió un nuevo camino hacia allí. Para que, de allí en adelante, la iglesia pudiera también subir de la tierra al cielo. Sabemos que nuestro enemigo espiritual mora en el aire, pero Cristo, hoy, ya está ascendido en el cielo. Antes, este camino estaba bloqueado por Satanás, pero ahora Cristo lo ha abierto.
Lo cierto y aprendido es que Cristo está ahora por encima de todo principado, potestad, poder y señorío, y por encima de todo nombre que se nombra, no sólo en este mundo, sino también en el venidero. Esta es la actual posición de Cristo. En otras palabras, Dios ha hecho que Satanás y todos sus subordinados estén sujetos a Cristo. Él ha puesto a todas las cosas debajo de sus pies. El significado de la ascensión es muy diferente al de la muerte y la resurrección. Mientras esto último es para bien de la redención, lo primero, es decir, la ascensión del Señor, es una señal de guerra, esto es: para ejecutar lo que han logrado su muerte y su resurrección. La ascensión manifiesta una nueva posición. Gracias a Dios, porque se nos dice que Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, como dice Efesios 2:6. ¿Comprendemos ahora lo que Dios ha hecho a favor de nosotros? En el primer capítulo de Efesios, se nos dice que Cristo ascendió al cielo, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero.
En el segundo capítulo se nos continúa diciendo que estamos sentados en los lugares celestiales con Él. Esto es lo mismo que decirnos que la iglesia también está por sobre todo principado, autoridad, poder y señorío y por encima de todo nombre que se nombra, no sólo en este mundo, sino también en el venidero. Gracias a Dios, esto es un hecho, como Cristo ahora está en el cielo por encima de todo, así también la iglesia está hoy por encima de todo. Como el Señor está por encima de sus enemigos espirituales, la iglesia también está por encima de sus enemigos espirituales. Así como todos los enemigos espirituales fueron superados por el Señor en su ascensión, asimismo estos enemigos son superados por la iglesia, que ascendió con el Señor. Según esto, todos los enemigos espirituales están sometidos bajo los pies de la iglesia. Hay una notoria relación entre los dos primeros capítulos de Efesios y el capítulo seis de la misma carta. El capítulo uno nos presenta nuestra posición en Cristo. El dos, la posición de la iglesia en Cristo. Y el seis, lo que la iglesia debe hacer ahora que ha entrado en esa posición en Cristo. ¡Ya nos enseñaron todo! No es culpa del Maestro si nosotros, sus alumnos, no estamos haciendo la tarea.
Entonces, el capítulo uno, habla de Cristo que está en el cielo. El dos, de la iglesia sentada con Cristo en los lugares celestiales. Y el seis, de la guerra espiritual. Dios ha hecho que la iglesia se siente con Cristo en los lugares celestiales, y no para que sólo se siente allí, sino para que también permanezca firme. Así que, cuando en el capítulo dos se menciona el verbo sentar, el seis habla de estar firmes, lo cual significa permanecer en la posición celestial, contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Puesto que nuestra lucha es contra huestes espirituales de maldad, esta es una guerra espiritual, orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el espíritu y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos y por mí, dice Pablo en Efesios. Esta es la oración de la guerra espiritual. Esta clase de oración es diferente de la oración común. La oración común se dirige de la tierra al cielo, pero esta oración se hace en posición firme en los lugares celestiales y es una oración que desciende del cielo a la tierra.
En pocas palabras, la oración de autoridad va del cielo hasta la tierra. Todos los que saben orar, saben lo que significa orar hacia arriba y lo que significa orar hacia abajo. No soy el primero que lo menciona y seguramente no seré el último. Si una persona nunca ha aprendido a orar hacia abajo, todavía tiene que descubrir la oración de autoridad. En la guerra espiritual, esta clase de oración hacia abajo es sumamente importante. ¿En qué consiste la oración hacia abajo? Consiste en estar firmes en la posición celestial que Cristo nos ha dado y utilizar la autoridad para resistir todas las obras de Satanás, ordenando que se cumpla lo que Dios ha ordenado. Supongamos, por ejemplo, que estamos orando por algún asunto en particular. Después de saber cuál es la voluntad de Dios y estar realmente seguros de lo que Dios ha mandado, no debemos orar pidiéndole a Dios que haga eso, sino orar diciéndole que tiene que hacer eso, y hacerlo de tal o cual manera, como encaje con el diseño de Dios. Es como decir: “Dios, esto tiene que realizarse así”. Esta es la oración que manda, la oración de autoridad.
Y un detalle que no es menor, aunque en primera visión lo parezca. El significado genuino de la palabra “Amén”, no es ese “así sea” que inventaron aquellos monjes traductores. El significado real de “Amén”, es Así será. O sea que cuando yo te digo amén a tu oración, estoy declarando y decretando en fe que así será el asunto por el cual has orado. Y te digo algo más: la palabra Amén, que figura en los evangelios y también en las cartas de Pablo, en los originales, sólo está en estas últimas. En los evangelios está ausente, fue puesta por los hombres. Y Pablo era la excelencia que era, pero era un hombre y con mucha religión aprendida. Repito: Fuimos llevados a esta posición celestial, cuando Cristo ascendió al cielo. Y como Cristo hoy está en el cielo, nosotros también estamos allí. De la misma manera que, cuando Cristo murió y resucitó, nosotros también morimos y resucitamos con él. Debemos comprender esta posición celestial de la iglesia si es que deseamos hacerle daño al infierno. Satanás comienza su obra haciéndonos perder, si puede, nuestra posición celestial. Porque esta es una posición de victoria. Por eso, si somos arrastrados debajo de esta posición por Satanás, somos derrotados.
Es decir que todas las victorias se ganan permaneciendo firmes en esa posición celestial. Satanás siempre te va a tentar tratando de hacerte pensar que estás en la tierra. Si te lo crees y lo declaras, estás derrotado. Jamás tendrías victoria estando sólo en la tierra. Y él utilizaría esa derrota tuya para afligirte, haciendo que tú consideres que verdaderamente estás en la tierra. Pero si permaneces firme y respondes: “Así como Cristo está en el cielo, yo también estoy en el cielo”, te estarás aferrando a tu posición celestial y saldrás triunfante. Por tanto, estar firmes es una posición de gran importancia. La oración de autoridad se basa en esta posición celestial. Como la iglesia está con Cristo en los lugares celestiales, puede hacer esta oración de autoridad. ¿Cuál es la oración de autoridad? Simplemente explicada, es el tipo de oración que se menciona en Marcos 11. Para ver la verdad claramente, lee conmigo los versos 23 y 24. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Fíjate que el verso 24 comienza con la expresión, Por tanto, que es un término de conexión. Eso significa que las palabras del verso 24, están unidas con las del verso 23. Puesto que el verso 24 habla acerca de la oración, el 23 tiene que referirse también a la oración. Y lo que suena extraño, aquí, es que la expresión del verso 23 no parece ser parte de una oración común. No se le está pidiendo a Dios: “¡Oh Dios! Quita este monte y échalo en el mar”. Muy por el contrario, te dice que cualquiera que dijere a este monte quítate y échate en el mar y no dudare en su corazón, lo que diga será hecho. Tenemos arraigado el pensamiento que toda oración a Dios siempre tiene que ser con pedido, ruego, lamento. Si lees bien, ya te habrás dado cuenta que Dios aquí está hablando de algo bien diferente. No nos demanda hablarle a Dios, sino a hablarle directamente al monte. La oración entonces no es una conversación con Dios, sino un mandato directo a la montaña. Y si al momento de hacerlo tuvieras dudas, el verso 24 te las aclara absolutamente.
¿Cuál es el significado de un monte? El monte es una dificultad que se nos presenta en el camino. Es todo aquello que bloquea nuestro sendero. Pedirle a Dios que quite el monte, es una cosa, pero ordenarle al monte que se quite en el nombre del Señor, es otra cosa. El infierno nos pone todas las trabas mentales posibles para que le ordenemos directamente a las cosas malas, en el nombre del Señor Jesucristo, que nos dejen. La oración de autoridad consiste en que tú le hables directamente a la dificultad y le ordenes que se vaya, en lugar de pedirle a Dios que lo haga y sentarte a esperarlo. Aquí no se le habla a Dios, sino a la montaña que estorba. ¿Cuál es esa montaña en tu vida? ¿Tus finanzas? ¿Tus sentimientos? ¿Alguna enfermedad? Pruébalo. Ordénale que se quite como al monte, y si no lo dudas, se quitará. Lo que te capacita para lograr victoria en esto, es que tengas total certeza que lo que haces y dices, está en perfecta armonía con la voluntad de Dios. Y toma nota: si lo que vas a ordenar no está conforme a la voluntad de Dios, es casi seguro que no podrás tener fe para decretarlo.
Cada uno de nosotros tiene su propio monte. Tal vez no sean del mismo tamaño e importancia, pero los tenemos. Cualquier cosa que te frene o te estorbe para tu desarrollo espiritual, es algo a lo que tú puedes ordenarle que se aparte de ti. Tenemos que comprender que Cristo ya ascendió al cielo. Si así no fuera no tendríamos poder. Pero lo tenemos, porque fuimos ascendidos conjuntamente con Él. Tú, aunque no puedas entenderlo, eres una persona celestial. Por tanto, tienes autoridad celestial. Ya lo sé, cuesta muchísimo aceptar eso. Hemos pasado tanto tiempo creyendo en un Dios lejano, diciendo que es eterno, pero pintándolo de cabellos y barba blanca, anciano, listo para castigarte con un látigo de siete puntas cuando cometes un mínimo error, que de pronto salga un fulano sin demasiada chapa evangélica a decirte que no, te lo quieres comer al honro. Porque te dice que ese Dios es un Padre amoroso que, entre otras muestras de amor y misericordia está presto a obedecerte sin pudores, tal como en algún momento yo mismo obedecí a algunos de mis hijos y a ti te agarran fieros deseos de tratar a ese fulano de blasfemo y seguir encendiendo velas, cantando coritos, repitiendo oraciones hechas que es lo que aprendiste y diste por sentado que era la verdad absoluta y sin modificaciones.
Hazlo. A mí no me ofende ni me molesta, ya. A esta altura de mi vida, tanto la terrenal como la ministerial, cualquier cosa que oiga de mí, tanto sea buenísima como horrible, ya no me mueve un solo cabello. Y no es porque haya crucificado totalmente mi carne, obviamente, sino porque si hay algo que tengo más que en claro en mi vida, con base en el pasado, plataforma en el presente y eternidad en el futuro, es que, a la hora de hablar, todos somos excelentes. El problema, en todo caso, tanto el nuestro con Dios, como el de Dios mismo con cada uno de nosotros, llega a la hora de movernos. Y mi único reaseguro espiritual y garantía de enseñanza genuina, es que sólo me atrevo a enseñar lo que yo mismo pongo por obra. Beber jarabe de pico, que es como aquí le llamamos al hablar por el gusto de hablar o para lucirnos, ya lo hice sobradamente en mi etapa de periodista. Pero resulta ser que mi Padre no levantó como maestro a un periodista, sino que apenas le brindó la oportunidad por pura misericordia, a un hombre con muchísimos errores, pero con una mínima virtud: ser quien es y a la vista de todo el mundo.
Y que esto último no te suene a auto promoción vanidosa. Es el único modo que se me ocurre para que entiendas que, si conmigo ha funcionado esa oración de autoridad siendo como era y de a ratos como soy, no veo el motivo por el que no funcionaría contigo, hayas sido como hayas sido y de a ratos seas como se te salta ser. El Padre conoce nuestros corazones y allí es donde mira y se mira a sí mismo, no a nuestras obras y mucho menos a lo que nos esforzamos por mostrar. Hoy mi hijo me sigue dando órdenes y directivas respecto a lo tecnológico del ministerio. Y yo le obedezco sin dudarlo por varios motivos, pero uno en especial: es mi hijo, confío en él, sé que me ama y que jamás me daría una directiva buscando un beneficio propio, sino el del conjunto del ministerio. Por ese simple motivo me he atrevido a orar con autoridad y mandar a mi Padre celestial a hacer algo. Porque ese algo no es en mi beneficio personal, sino en el del conjunto, que es como decir el del Reino de los Cielos. Ese mismo que su hijo unigénito vino a la tierra a anunciar y traer. Tu tiempo de sacerdote de ruego, súplica y clamor ha pasado. Ahora toca el turno al de rey. Así que declara, decreta y ordena. Porque nos ha sido dicho que somos reyes y sacerdotes, las dos cosas. Y yo me lo he creído y puesto por obra. ¿Y tú?
Entre Tanto que Vengo
Una de las cosas que durante años hemos visto en la iglesia, es que mucha fue la gente que ha sido entrenada con la expectativa de irse. Con una mentalidad escapista. Todavía no es poca la gente que alberga en su mente la idea de que en cualquier momento todos podemos desaparecer. Hay textos que nos hablan de un peregrinaje en esta tierra. Es como que nos dicen que somos gente que sólo estamos pasando por aquí. Y como solamente estamos pasando por aquí, tendemos a comportarnos como cuando en una autopista pasamos cerca de un pueblo. Nada, pasamos y listo, a otra cosa. No nos afectó en nada pasar cerca de ese lugar. Obviamente, es una mentalidad que está afectando nuestra efectividad en la tierra.
Porque sólo estamos pasando. Si tú solamente estás pasando por un lugar, no te ocupas de nada. Estás simplemente de paso por allí. Pero resulta ser que, pasando, pasando, se crían los hijos. Pasando, pasando, se viven las vidas. Y pasando, llegamos a tener los niveles sociales que tenemos. Pero todo lo hacemos con una mentalidad de que sólo estamos…pasando. Alguna vez me he puesto a pensar respecto a qué hubiera pasado con nuestro status o logros personales, si en lugar de pensar que sólo estábamos pasando, hubiésemos pensado que veníamos a quedarnos. No lo sé, pero creo que nuestras vidas hubieran sido un tanto diferentes. Por eso es que, quiero ir a la Palabra, para que nosotros, aunque sea tarde, para algunos de nosotros, los mayores, podamos edificar algo que dure más que nosotros.
Ninguna generación que crea tener la última palabra, verá la venida del Señor. La vida se vive en santidad, aunque a esta palabra, santidad, hay que redefinirla. Durante mucho tiempo ha sido sinónimo de una forma de vestimenta externa que nada tiene que ver con una posición interna. Porque esto último es lo que significa santidad, una posición interna de estar separado para cumplir con la voluntad de Dios en la tierra en la que estamos. Es decir que, debes vivir una vida tan santa como si fueras a ser evaluado hoy mismo, no en un mañana todavía aparentemente lejano. Pero, al mismo tiempo, se construye con el entendimiento que Dios quiere o está buscando en una morada permanente. Muchos sueñan con una visitación de Dios y no es malo que lo hagan, pero mejor sería que procuren hacer las cosas de modo tal que Dios venga y se quede.
Eso es como casarse y luego tener que despedirte de tu cónyuge todas las noches. Si no tienes intimidad con Dios no tienes participación activa con Él. Sabemos que Él es omnipresente y siempre está con nosotros, pero a lo que me refiero concretamente es a una presencia tangible, algo que se siente y no se puede explicar y que nos suele hacer decir que se siente la gloria de Dios en nuestro ser. Pregunto: ¿Por qué no tener y sentir eso mismo las veinticuatro horas del día? Por eso es que quiero comenzar nuestro trabajo de hoy, en Lucas 19, que es como trataré de compartirte el cómo edificar una vida o un ministerio en una condición de continuidad. Yo quiero saber como pensaba Cristo, porque según Él lo pensaba, así tienen que ser todavía hoy las cosas. Cristo es el patrón, el croquis, el modelo, el principio básico. Por eso quiero ver cómo está escrito en la Palabra.
La parábola de las diez minas. Lucas 19, verso 12: Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Date cuenta, claramente, que sea cuando vino o cuando se fue, pero todo es dentro de su primer advenimiento. Sea cuando vino, en su nacimiento, o al irse, en su ascensión. Sea como sea, el Reino ya comenzó. Fíjate; eso solo, ya destruye la tesis del dispensacionalismo, que te dice que el Reino se recibe en el milenio. Vino, para recibir un reino y volver. O sea: el vino era para acá o el vino era para allá, pero ya lo recibió. Son versículos como estos los que siempre me hicieron pensar que en muchas cosas es como que tenemos que volver a empezar. Vino para recibir un reino y volver. ¿Lo habrá recibido? Me imagino que Cristo no va a venir a buscar algo y no lo reciba. Sería ridículo pensar que vino a hacer algo y no pudo. Y que por eso prometió volver otra vez.
No. Porque si vino a buscar algo y no pudo, ¿Qué te hace pensar que va a poder cuando venga de nuevo? ¿Cuántos creen que sí pudo? Ahí lo dice claramente: un hombre noble se fue a un país lejano. A un país lejano, la tierra, o el lugar llamado cielo, para recibir un reino y volver. Verso 13: Y llamando a diez siervos suyos, (Diez es un concepto, significa plenitud. Tiene que ver con completamiento, con crisis. Diez es un número que habla de completamiento. Diez días, es la prueba total), les dio diez minas, (Minas era una especie de trueque monetario. Y para no hablar de dinero, podemos decir que mina era un recurso. O sea: le dio diez recursos, que es como decir, los recursos necesarios. y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Subraya esa palabra, negociad.
(14) Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros. (15) Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vuelve a subrayar allí, por favor; negociado. (16) Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. (O sea: tu recurso de ha multiplicado por diez) (17) Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.(18) Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. (Tu recurso se ha multiplicado cinco veces) (19) Y también a este dijo: Tú también sé (Toma autoridad, gobierna, conduce) sobre cinco ciudades. (20) Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; (Se guardó el recurso en un pañuelito. ¡Bien conservador el muchacho!)
(21) porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. (22) Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; (23) ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? (Presta atención la reacción ante la respuesta que éste da. Y como Cristo anda evaluando lo que hacemos con sus recursos. De hecho, estas parábolas, años atrás, no tenían el mismo sentido que tienen ahora. Porque antes mirábamos a los bancos como cosas del mundo. Claro que el problema es que en este libro que estoy leyendo, no hay una sola palabra para el mundo incrédulo. Y dice: por qué no lo guardaste para que yo lo hubiera recibido con intereses. Subraya allí.
(24) Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. (25) Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. (¡Señor! ¡Pero este tiene más recursos! ¡Seguro que hay que dárselos a él? (26) Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; más al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. (¿A quien es el que se le da más? ¡Al que tiene! ¿Dónde siembras tú? ¿Estás entendiendo? Esto te ayuda a quebrar viejas mentalidades de pobreza. ¡Estamos hartos de ser cristianos pobres! ¿Sabes por qué? Porque sembrábamos por lástima. Porque si le sembramos al que no tiene, no nos damos cuenta que no tiene porque no sabe administrar lo poco que tiene. Míralo de nuevo: ¿Dónde se siembra? ¡Donde hay mucho! Y tú lo sabes mejor que yo, no estoy hablando de dinero. Esto es Biblia. Si tú prefieres seguir siendo pobre, pasa esta página por alto y lee otra cosa. Lo que muchos llaman ofrenda, a mí me gusta llamarlo inversión. Más recursos. ¿Recursos de dónde? Del Reino.
(27) Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí. ¿Mis enemigos, dice? ¿Y quienes son sus enemigos? Está escrito: aquellos que, aunque digan ser cristianos y asistan a poderosas iglesias cristianas, en su fuero íntimo no quieren que Dios reine sobre sus vidas. Quieren manejarlas ellos como se les ocurra. Y hablan de libertad, pero no entienden que la libertad del creyente es por dependencia a Cristo. Mis enemigos con mis conciudadanos, nada que ver con el mundo. Dice que no querían que Él reinase sobre ellos. Mira, Néstor, predícame de cualquier cosa, pero de gobierno de Dios sobre mi vida, no digas nada, si quieres que te volvamos a invitar. Ok. Hace años que no me invitan de ninguna iglesia cristiana, ¿Crees que sea porque me negué a no hablar del gobierno de Dios? Y dice que los decapiten. ¡Pero eso es cortarles la cabeza! ¿Dios está proponiendo algo así? Sí, pero en sentido espiritual, obviamente. Y la espada de doble filo que usa, ya sabes cual es.
Escucha: en esta parábola ya no vamos a ver al dinero como dinero, sino como recurso. Como recurso divino. Lo primero que yo veo en esta parábola es que, los recursos de Dios, no son para admiración, sino para transacción. Los recursos de Dios, sean dones, sean habilidades, sea inteligencia, sea afluencia, conexiones divinas, reitero, no son para producir admiración, sino para llevar a cabo transacciones. Por eso quiero ver algunas palabras y sus reales significados, para que de ese modo se pueda abrir el abanico de la continuidad y puedas entenderlo como se debe, sin confusiones. En el verso 13, la palabra clave es negociad. Y no está del todo bien traducida en la versión tradicional Reina Valera, porque la traducción precisa del griego original es ocupaos. Ocupaos mientras regreso. Negociad mientras regreso. Ocupaos es un término militar. La palabra negociad es la palabra pragmateomai. Y significa estar involucrado en inversiones o transacciones de inversión, o llevar a cabo negocios como banquero o como uno que hace trueque.
O sea: estar involucrados en negocios que producen más valor, que son productivos. La otra palabra clave que está dentro de esa palabra, es la palabra pragma, que significa transacción comercial. Por eso el Señor dice: negociad en lo que vengo. Y esto es importante, porque es lo que deberíamos estar haciendo como iglesia, como ministerio. No nos dijo que hiciéramos tres o cuatro cosas, nos dijo negociad. Es decir que, si fuéramos a parafrasear este verso, diría: ocupa tu tiempo en actividades productivas, (Con relación arecursos, porque lo que estamos negociando son los recursos), y esto hazlo habitual y repetidamente. O sea: que tu estilo de vida sea el estar involucrado en aumentar los valores que Dios te ha dado. O sea que, crecimiento no es opción. Recuerda lo que le pasó al que guardó la mina en el pañuelito.
En el verso 15, diapragmateomai, sólo tienes que agregarle el prefijo dia. Y habla de lo que habían negociado. Del aumento, de lo que te ganaste, de la ganancia. Diapragmateomai es el resultado de una labor diligente y ferviente a través de un ciclo para producirlo. Dime cuanto te ganaste, la utilidad. Muy bien; aquí hay dos principios. Número uno: existe la habilidad de producir más con el recurso obtenido. Y estos recursos son para llevar transacciones para el rey. Son dos principios que deben estar ocurriendo durante la ausencia del Señor. Número uno, debemos estar conduciendo transacciones comerciales para el rey. Quiero que entiendas con claridad que nuestra ocupación es estar produciendo transacción para el Reino, no para nosotros. Número dos: que por todos los dones y habilidades entregados, hay evaluaciones constantes. Son dos principios muy importantes.
Durante la ausencia de Dios, número uno, tenemos que aumentar lo recibido, para el rey. Y número dos, constantemente estamos siendo evaluados por el rey. Bien podría resumir ese principio diciendo: el Padre nunca espera que nosotros le reintegremos a él el mismo valor de lo que nos entregó. Y se pone bien bravo si se lo haces. Si tengo que hacer una pregunta en este momento, es: ¿Estás negociando? Esto parecería cambiarle un poco la imagen que nosotros tenemos de Dios, ¿Verdad? No importa. La otra pregunta que viene ahora, sería: ¿Cuántos siguen amando a Dios de igual manera pese a lo escuchado? Negociad mientras regreso. Fíjate; a veces tenemos temor de nuestro jefe cuando nos deja solos en una tienda y esperamos que se venda algo. Daríamos cualquier cosa por tener una buena venta para mostrarle, ¿No crees? Imagina a Dios en ese sitio y tú en el del vendedor.
¿Sabes qué pasa? Que el creyente no siempre cree en lo que le predican. No tiene muy en cuenta que habrá un día de evaluación. Está con vencido que es un peregrino que está de paso por aquí y se va derechito al cielo para reinar. No sabe sobre qué, quien o quienes, pero está convencido que va a reinar. Y no sólo sobre la ciudad donde vive. ¡El país! ¡El universo! Ahí va a reinar. No puede gobernar su casa, pero cree que va a reinar sobre todas las galaxias. Lo que pasa es que es mucho más fácil creer en algo que es imposible imaginarse en la tierra. Porque suena a inalcanzable. El tema es que lo que sí es alcanzable, vas a tener que hacerlo, no te queda otra. Lo que no puedas, ya sabes que lo hará Dios. Pero solamente lo que tú no puedas. Para eso me temo que deberás intentarlo, sino jamás sabrás si puedes o no. Y Dios tampoco. De todos modos, Él no está obligado a cumplir con la misión tuya que tú no puedas, no sepas o no quieras hacer.
Claro, cuando lo rebajamos en su nivel y lo podemos hacer solos con nuestras manos, ya no es Dios, porque esto significa que ya tú lo podías hacer. ¡Y Dios me libre que yo pueda hacer algo! Porque fíjate que ya nací de nuevo. Jesús condena al que le regresa la mina según se la dio. ¡Haz algo! ¡No me devuelvas lo mismo! ¡No te lo di para que lo atesores, sino para que lo produzcas y reproduzcas! ¡Y si no lo haces tú, se lo daré a tu vecino, pero que alguien lo haga producir! Reino. Eso es Reino. Escucha: no te lo dio a ti porque eras el más bonito o cantabas lindo en la plataforma. Te lo dio a ti como se los da a todos los que se acercan y es para que con ello produzcan, no para que se luzcan, se envanezcan y se pavoneen. Y no te asombres si por ahí se lo da a una institución secular. No te espantes. Lo que ocurre es que nosotros somos demasiado religiosos y nos ponemos tercos en dividirlo todo entre mundo e iglesia.
¿Qué es una canción ungida? ¿Una canción escrita por un autor cristiano y cantada por un inconverso, o una escrita por un inconverso y cantada por la estrella de la canción cristiana? ¿Qué es un negocio cristiano? ¿Uno que vende biblias y lápices que dicen “yo amo a Jesús”, o una casa de comida que vende vino y lo que sea, pero que todo el dinero se lo da a Dios? ¡Bien religiosos, somos! Nos vemos como ciudadanos de primera clase, cerquita de Dios, mientras que ellos están lejos y son de segunda. ¡Claro! ¡Por eso nos aman tanto en la tierra! Son capaces de escribir un folleto de contra evangelización que diga algo así como: “¿No está usted cansado que la iglesia lo mantenga lejos de Dios?” Te garantizo que a más de un religioso lo va a hacer pensar un rato largo.
Dice que lo que le dio se lo reintegre con intereses. La palabra intereses es tokos, que significa renacimiento de algo nuevo. Porque el interés es producir algo que no estaba allí cuando pusiste tu dinero. Es algo que nace más allá de lo que tú invertiste. Es el nacimiento de algo nuevo. El tercer principio es que, desde la partida hasta su regreso, tiene que existir productividad. Cuando los recursos espirituales se utilizan fielmente, poseen el potencial de dar nacimiento a cosas nuevas. Nota que cuando el recurso se utiliza fielmente y no de manera hipócrita, seguramente dará origen a algo nuevo. No una actividad religiosa más. Cuando el recurso de Dios se utiliza correctamente, produce tokos. Intereses. No produce más de lo mismo. Y esto es importante, porque lo último que quiere la gente es que se produzcan tokos. Porque nosotros queremos la sana doctrina y todos los tokos son del diablo.
Ningún interés, te devuelvo el mismo valor. Nada de intereses, eso es satánico. Ah, claro, satánico. ¿Y con este texto que hago? ¿Se lo llevo a los musulmanes o a los mormones? Tokos es algo nuevo. Así es que, el gatillo de la productividad, es la fidelidad. Si trabajas con los recursos fielmente, eres bienaventurado. Porque ser fiel es estar persuadido de hacer lo correcto. Es una obediencia o un hecho que está basado en una creencia. Una acción reflectiva causada por una convicción interna. El original de fiel es uno que responde reflexivamente por una convicción interna y de construcción mental. Eso es ser fiel. La fidelidad tiene que ser relativa a una convicción interna no a un mandato. Porque cuando tú obedeces fielmente a un mandato, pero no tienes la convicción de que ese mandato es Dios, ya no es fidelidad. El que lo hace fielmente, produce. El que lo hace igual pero no fielmente, no produce.
Podrá producir una actividad más, pero no produce tokos. No estamos buscando una revelación profunda, estamos buscando negociar mientras él regresa. Principio número cuatro, muy importante. Toda actividad fiel, será recompensada. Claro, fíjate que eso va en contra de lo que nos han enseñado. Que no se debe hacer nada esperando recompensa. Sin embargo, Cristo dijo que por el gozo que había delante de la cruz, Él iba a ir a la cruz. O sea que, si no había un gozo delante de la cruz, Cristo no iba a la cruz. Te digo más: aún con el gozo, por poco no fue. Pidió permiso para evadirla. ¿Sí o no? Él le dijo al Padre en argentino básico: Oye papá, si hay una forma de sacarme de esta, sácame por favor. Pero por el gozo que había allá adelante, fue. ¿Qué fue lo que vio? Tal vez a ti, escuchándome ahora u viviendo una vida de fe. Eso se ganó en la cruz. ¡Nosotros no podemos hacer nada esperando recompensa! ¡Somos cristianos! Ah, ¿Y Cristo que era?
No hay nada de malo en hacer las cosas motivados por recompensa, pero eso no significa que pretendamos vivir de eso o no dar una mano si no hay nada a cambio. Dios conoce tu corazón, relájate. Pero es importan te que sepas que la fidelidad sí es recompensada. No tiene nada de malo en dar o invertir en el Reino para que Dios te bendiga. Este te puede parecer uno de esos mensajes que dan antes de levantar la ofrenda, pero no le hace, es así. Y te lo digo yo que no tengo nada en juego, ni me interesa si luego lo haces o no. Yo no vivo del ministerio, es el ministerio el que vive de mi. Yo vivo de la gracia, misericordia y bendición de Dios. Allí cierra todo como debe cerrar. Hay gente que da su diezmo y espera ser bendecido por eso. Error. El diezmo es de Dios y Él no tiene ninguna obligación de bendecirte por darle lo que le pertenece. La ofrenda trae bendición, pero no el diezmo. Es tu deuda con Él, la pagas o no. Nadie te va a ejecutar al amanecer porque no lo hagas, pero tampoco vas a recibir demasiado si no te mantienes fiel.
Algo muy importante: todas estas transacciones siempre se llevan a cabo donde hay hombres rechazando y hasta desconociendo el poder y el gobierno de Dios. Dentro de todo el mensaje de producir para Dios, hay ciudadanos que no quieren que nadie venga a darles órdenes de producir para Dios. Es gente que no quiere que el Reino reine sobre nosotros. Fundamentalmente, suele ser gente que quiere tener mando y no acepta que Dios delegue su autoridad en hombres o mujeres que socialmente no tienen demasiado relieve. Se olvidan que lo vil y lo necio usa Dios para avergonzar a lo sabio, ¿Recuerdas? Y de allí nos surge la pregunta. Sabiendo de antemano que Cristo vivió todo su ministerio enseñando mediante parábolas, ¿Nunca te preguntaste por qué utiliza esta, puntualmente? Yo, particularmente, creo que la razón por la cual Él decide dar esta parábola, está justamente en el verso anterior al comienzo de la parábola, el verso 11.
Lucas 19:11 = Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Ellos, como puedes ver, tenían lo que podríamos definir como una mentalidad escapista. ¡Cristo viene ya! ¡La manifestación del Reino viene ya! Porque para ellos, la manifestación del Reino, era que el linaje de David se manifestara en Jerusalén, se llevara toda una revuelta en la ciudad y se destronara a los romanos, para los cuales ellos trabajaban. ¡Claro! No habiendo romanos en pie, ellos no tendrían que trabajar más. Porque se suponía que, de allí en más, todos reinarían en el Reino del Señor. Fíjate, es lo mismo que hoy quiere la iglesia. No queremos hacernos responsables del caos que hay en la tierra y entonces esperamos que un día cercano Él venga y se haga cargo de solucionar todos los desmadres que nosotros como humanos hemos cometido. Bueno; por esa razón Él tuvo que dar esa parábola, para que la gente con esa mentalidad, pudiera cambiar.
Mira de nuevo el pasaje: Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Ocurre que para ellos, Reino significaba dominio sin oposición. Y total autoridad sobre sus líderes contemporáneos. Parea la iglesia significa lo mismo. Si ya no tuviéramos que lidiar con el mundo, entonces tendríamos toda la autoridad sobre nuestros líderes contemporáneos. O sea que ellos estaban buscando una vida sin responsabilidades. Porque en sus mentes, y en las de muchos cristianos hoy día también, reinar significa solamente dar órdenes que nadie se atreva a cuestionar. ¡Lo mismo que mucha iglesia quiere, hoy! Reinar no es dominar sin confrontación. Reinar es ejercer una clase y un nivel de autoridad que nadie que verdaderamente sea creyente osaría cuestionar. Sujetarse a autoridad humana sujeta a autoridad divina, es un privilegio. Sujetarse a autoridad humana no sujeta a autoridad divina, es un calvario opresivo y carcelario.
O sea que Jesús entrega esta parábola para quebrar el comportamiento irresponsable que habían sobrellevado sus discípulos. Todo creado por el falso entendimiento de que el Reino sería algo inmediato. Hoy la iglesia anda en lo mismo, no sólo confundida, sino directamente mareada entre tanta doctrina surgida de las redes y pseudo ministerios promocionados como estrellas que entran en el cerebro de los cristianos desprevenidos y holgazanes que no supieran o no quisieron entender que discernimiento no es una opción, sino una obligación con nivel de mandamiento. Cuando Oseas dice que el pueblo perece por falta de conocimiento, no está hablando de seminarios, institutos o universidades teológicas, está hablando de intimidad. Y eso, solamente eso, sería suficiente para detectar cualquier engaño monumental. Y quiero entender que todavía, en no poca magnitud, seguimos bastante equivocados como iglesia con relación al motivo por el cual estamos en la tierra.
¡Somos la sal de la tierra! La sal preserva todo lo que toca. Le cambia el sabor. Tenemos valor redentivo en la propia naturaleza de existencia. Si no existiera caos, no haría falta redención. De hecho, eso tampoco me dirá a mí que el caos puede ser una excusa para irnos. Se puede poner muy pesado y dificilísimo, pero Isaías dice que mientras tinieblas haya en la tierra, en nosotros tiene que haber luz. Cuando grandes tinieblas haya sobre la tierra, habrá gente que al mismo tiempo subirá al monte de Sion. O sea: lo que te estoy queriendo decir es que, para que la luz funcione, tiene que haber tinieblas. ¿Quién va a encender una luz cuando en la habitación resplandece y brilla el sol? Es decir que, el medio ambiente propicio para que la luz alumbre, es la oscuridad. ¿Cómo se nos ocurre, entonces, que la oscuridad podría ser una excusa para irnos? La simple lógica destruye esa doctrina mental tan antigua como el mal. Porque el problema no es que sea una doctrina eclesiástica.
El problema es que crea una mentalidad que todo lo aborta. No hay que terminar nada porque total somos peregrinos. Si algo me causa problemas, lo aborto y se acabó. Durante muchísimo tiempo el cristiano no hizo nada pensando en futuro, ni siquiera en bien de su propia familia, porque total Cristo venía ya y todos se iban en el rapto monumental. Y aunque te cueste creerlo, todas estas cosas que solamente se enseñaron en la iglesia, todavía hoy el mundo las repite y las tiene como metodología negativa. ¿Por qué crees que las ciudades cada vez son más sucias y más abandonadas? ¡Cristo viene ya! Ellos, incrédulos y todo, se pusieron a pensar y se dijeron: ¿Y si verdad que ese Cristo viene ya? ¿Para que me voy a hacer problemas? Cuando digo que los ataques satánicos ultra sutiles han hecho y siguen haciendo estragos en la iglesia, muchos me han mirado torcido, pero no le hace; es verdad. Tú mismo lo puedes comprobar, donde quiera que vivas.
Hay algo que debemos tener muy en cuenta. Toda sociedad está basada en una creencia religiosa. En cual sea esa creencia y como se mecanice, es el futuro de ese lugar. El ateísmo como tal, no existe. Desde el mismo momento en que alguien te dice que no cree en el Dios que tú crees, es porque está inconscientemente reconociendo que ese Dios está, aunque él se empecine en no verlo. Es -reitero- una mentalidad escapista. La misma que tenía aquel que recibió la mina y la guardó intacta para devolverla tal cual la había recibido, sin negociar con ella en beneficio de ese rey. ¡Fuera de aquí, siervo malo! Hacedor de iniquidad, dice la otra parábola. Fuerte las palabras para una persona que durante toda su vida ha estado en un monasterio hablando de Dios. El problema es que aquí no se trata de monasterio, sino de negociar. Ya lo vieron de esa forma. Vamos a verlo ahora desde otra ventana, vamos a irnos a Mateo 25.
Mateo 25: 1 = Entonces el reino de los cielos (Fíjate que dice el Reino DE los cielos y no el Reino EN los cielos. Es posición espiritual, no ubicación geográfica.) será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. (2) Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. (Como decimos en Argentina, tontas, bobas, o algo más fuerte e irreproducible) (3) Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; (4) mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. (5) Y tardándose el esposo, tardándose el esposo, tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. (6) Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! (7) Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.
(8) Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. (Esto es: ¡Paguen el precio para tener más aceite!) (9) Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. (10) Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! (11) Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. (¿Pero como se te ocurre? ¡Llevo cincuenta años en la iglesia y ahora me dices que no me conoces? He sido diácono, ayudante del pastor en todo, levanté la ofrenda, compré esos terrenos, alquilé otro salón…No te conozco.) (12) Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Fíjate que estas parábolas, no hace tanto tiempo atrás, ni nos molestaban. Porque al cabo, cuando habla de las vírgenes insensatas está hablando del mundo. Aprende algo. Cada vez que la Biblia habla de mujer o de mujeres, habla de la iglesia, no de tu esposa nie tu vecina. Esto es igual a la mujer de Proverbios 31. La iglesia. Aquí está hablando de las insensatas y las prudentes, son dos tipos de iglesia. Ambas estaban involucradas en cierta actividad. Tenían cultos de alabanza, cultos de oración, cultos de crecimiento, cultos de y cultos de. ¡Eran creyentes! Dice que las diez eran vírgenes. La palabra nos dice que las vírgenes de Sion son la iglesia. Las diez tenían lámparas. Tu palabra es lámpara a mis pies. O sea que las diez tenían palabra. No solamente cinco, las diez. Y las diez tenían aceite, tipología del Espíritu. Sólo que algunas habían pagado el precio para tener más, con la intención que les durara para aguardar al Señor más tiempo que las otras.
O sea: unas estaban preparadas para vivir más tiempo en la tierra que las otras. Lo más importante en esta parábola es que Dios llama insensata a gente no preparada para perdurar en este siglo veintiuno. De hecho, en el propio relato, vemos que las insensatas declaran y confiesan no estar preparadas para vivir tiempos de caos en la tierra. Porque todo el tiempo andaban listas para irse y no preparadas para permanecer. O sea que lo que te identifica como insensato, es no estar preparado para vivir largo tiempo, en tanto el esposo tarda en regresar. Claro, mientras todavía en muchos lugares sólo se enseña en como prepararte para irte, hay otra gente, a la cual pertenezco, que ha elegido ver como ser práctico para pelear y vencer en el siglo veintiuno. De hecho, si Cristo viene, me voy igual. Pero si eso no sucede, prevalezco mientras dure todo ese tiempo. El que no está preparado, se le acaba el aceite. Y no tendrán luz en medio de ese ambiente.
Porque nunca se nos enseñó en como vivir en estos tiempos. Porque nunca se pensó en que íbamos a estar vivos en la tierra en este tiempo. Y estos tiempos, aunque no se ven tan feísimos todavía, van camino a su autodestrucción y siguen empeorando. Porque los reinos del mundo, van a caer. Si nosotros no avanzamos y determinamos el fin, porque al fin lo determina la iglesia, a nuestros hijos o nietos, los que hoy tienen cinco o seis años, veinte años después, tendrían que vivir ¿Dónde? El mensaje que prepara a la gente adecuadamente para vivir en este tiempo, aquí se le llama prudencia. Y al mensaje que no prepara a la gente para vivir en este tiempo, le llaman insensato. O sea que vamos a ver una separación en las distintas iglesias. Algunas iglesias, consideradas insensatas por causa de la mentalidad que tienen, y otras consideradas prudentes. Nuestro trabajo es negociar.
Todas tenían lámparas, todas estaban esperando al novio. ¡Todas se durmieron! Tardaba tanto el novio, que se durmieron. Pero sólo una cosa dividía a estas dos iglesias: unas reconocieron su venida, y fue expuesto como sabiduría, mientras que las otras no terminaron de creerlo y asumirlo y fueron desechadas por insensatas. La sabiduría, en la Biblia, es categorizada por medio de la habilidad de vivir en el espíritu de continuidad. ¿Estás preparándote para estar aquí dentro de veinte años? ¿O estás dejando que la casa se te caiga encima? ¿Qué tal planes autosuficientes para prepararnos para el éxodo de Egipto? Egipto, hoy, representa al mundo. Y hubo un tiempo en donde la iglesia tuvo que salir de Egipto. ¿Qué te hace pensar que en la tierra de Egipto no nos van a dar trabajo? Aprende: mientras la iglesia más se parezca a Dios, menos empleo va a conseguir en el mundo. ¿Qué estamos haciendo en este tiempo para sobrevivir? ¿Creando negocios cristianos, para vender biblias? ¿O instrumentos comerciales de calidad que le produzcan dinero al Señor? Minas. Prudencia.
Dice que llegó un gobierno que no reconocía la mano de José. Ya hay un gobierno en la tierra que no reconoce la mano de la iglesia. La gente se pone contenta porque de pronto tiene alguna clase de acercamiento con Fulano o con Mengano. ¡Eso no tiene nada que ver! Porque los reinos de este mundo se van a caer. Y los que estén asociados, adheridos o sojuzgados por ellos, se van a caer conjuntamente con ellos. Y nadie les va a preguntar si eran creyentes o incrédulos. Irán todos al mismo pozo. Si tienes unción, empiezas a preocupar grandemente a brujos y hechiceros, pero también a otros supuestos cristianos que no la tienen. Mientras somos pocos y religiosos, nadie nos va a molestar. Pero cuando somos muchos y con poder divino manifestado, entonces las cosas se empiezan a poner bien pesadas. Faraón lo pudo ver con sus propios ojos. Creo que si no hubiera sido quien era, se hubiera sumado a los egipcios que eligieron irse con Israel.
Porque dice que salieron una multitud mixta. No vamos a traer a Dios lo que no es de Dios. Tenemos que sacar lo bueno y traerlo adentro y a lo malo sacarlo para afuera. Pero fíjate que es tan grande e ingenuo el amor que nos enseñaron a tener, que nadie está haciendo eso. Nos enseñaron una clase de amor que no es propicio para hacer lo que Dios está haciendo en este tiempo. Llegamos a amar hasta los demonios infiltrados. El amor que nosotros hemos sido enseñados a sentir, es un amor creado por una doctrina que no permite que el verdadero amor de Dios se manifieste. El amor de Dios, lo que quiere es entresacar gente, para que todos tengan lo que Dios quiere que tengan sin estorbos de maldad. Pero en nuestra mente, que está programada eclesiásticamente, no puede visualizar un Dios así. Sin embargo, cuando Cristo vino empezó a sacar a patadas a religiosos y confrontarlos con palabras que los rotulaba como generación de víboras.
Jesús fue amable con el mundo incrédulo, que es precisamente con el que la iglesia no lo es. Pero a los líderes les dijo de todo. Piedras de tropiezo, serpientes. Y sus verdaderos discípulos hicieron lo mismo. ¿Será que los que nos enseñaron otras cosas no lo eran? ¡La iglesia siempre fue el problema! ¡El mundo no! ¿Tanto amó Dios al…? O sea: Dios te salvó a ti para usarte, para ganar al mundo, no para que te encierres un día a la semana a coincidir con otros iguales que somos los mejores y no debemos contaminarnos ni siquiera hablando con mundanos. ¿Ah, sí, eh? ¿Y a quien le vas a predicar el evangelio hasta el último confín de la tierra? No te engañes. El engaño más grande es creer que Dios te llamó porque te necesita. Dios te llamó y, si puede y se lo permites, te está usando y te usará para ganar al mundo. Dios no me llamó a mí para bendecir. Me dio un talento y un día vendrá a ver cuánto negocié y reproduje de ese talento recibido sin merecimiento alguno.
No nos gusta demasiado hablar de esto, ¿Verdad? No es mi culpa, ¡Ustedes lo leyeron igual que yo en la Biblia! Ya lo sé, por allí recibes un salario para hacer otra cosa que no tiene nada que ver, pero igualmente lo que te digo es más que válido: fuiste salvo o salva para alcanzar al mundo con Su palabra brotada de tu boca. De tal manera amó Dios al mundo. ¡Al mundo, no a la iglesia! Por eso dio su hijo, para salvar al mundo, no a la iglesia. La iglesia, en todo caso, es la cámara de representantes que obra lo que Él quiere en la tierra. Y funciona si está haciendo eso, de otro modo es piedra de tropiezo. En el momento en que no lo estás haciendo, ya eres estorbo. Por ahí es mejor ser mundano que estar en la iglesia no haciendo lo que Dios quiere que hagas. Es elemental. Yo prefiero no tenerte en mi equipo ministerial, que tenerte haciendo las cosas al revés. ¿No se hace eso en las empresas? ¿O te piensas que Dios es bobo?
Hay iglesias que están metidas en actividades cristianas que podrían separarse entre las que son prudentes e insensatas. El único factor que determina la separación, es estar preparado para una vida de continuidad. Tenemos que vivir más allá de la mentalidad irresponsable de una doctrina dispensacionalista. Es la que cree que estamos exentos de responsabilidad terrenal y de vivir una vida con rompimiento en la tierra. Y estar aumentando todo el tiempo. Nuestras estacas, nuestras tiendas. Una mentalidad de posesión. El dispensacionalista se sienta en la iglesia esperando que Dios rompa todo lo que es el arreglo universal, para que ellos puedan, entonces, por fin reinar en lo que ellos llaman el cielo. Tenemos que ser responsables. ¿No se dieron cuenta que dice: buen siervo, fuiste fiel sobre diez ciudades, entonces, cuando el Reino se manifieste, ¿tú vas a tener autoridad sobre diez ciudades? Ojo: pueden ser ciudades, pueden ser naciones, pueden ser planetas o universos o perímetros de alcance de influencia.
Pero si todavía no sabes ni puedes reinar en tun casa, no esperes ni siquiera reinar en el barrio. O sea que lo que determina tu posición allá, es tu negocio aquí. ¿Qué te hace pensar que una persona que gobierna mil iglesias alrededor del mundo, va a tener la misma posición que tú, que como mucho, llegas tarde al culto todos los domingos? Dios tiene un Reino, lleno de rangos y definiciones. No son posiciones como las que se conocen en la tierra, donde una posición es el resultado de una inercia en tu vida. ¡Mi Reino no es así! Te dice. ¡Aquí el más grande es el que sirve! O sea que en el Reino, ser primero ya no es motivación. Posición es motivación. En el reino, lo único que te motiva es hacer la parte que a ti te corresponde. Sea diferente o igual a la del vecino. La única carrera que me sirve para comparar, es la mía. En dónde estoy yo en la agenda de Dios. Cada uno tiene una carrera distinta. Por eso no es válida ninguna competencia en el Reino de Dios. Tener una posición tampoco es válido en el Reino.
Los títulos y credenciales tampoco son válidos. Lo único válido es negociar con lo que Dios te ha dado a ti. Si cada semana, cuando te encuentras con los mismos de la semana anterior, no hay algo nuevo para contar o compartir, no has crecido ni avanzado. Y en el Reino, quien no avanza, no llega. Y si no llega no hay reinado. Cuando en el marco del evangelio quieres mostrar algo que has hecho, asegúrate que sea algo que producirá aumentos de los recursos recibidos para engrandecer el Reino. Cualquier otra cosa que muestres, sólo estarás, una vez más, jugando a la iglesia. Negociad en tanto que vengo. Quiero ahora verlo desde los ojos proféticos. Vamos a ver cómo lo ve Dios a través de los grandes profetas. Jeremías. Negociar no es salvar almas. Todos queremos ser evangelistas, porque salvar almas está afirmado en nuestro corazón. Porque cada vez que vemos a alguien que no conoce al Señor, queremos alanzarlo. Pero ese no es un ministerio, ese es un deber. Si un producto funciona para mí, yo se lo quiero recomendar a todos. Pero si no funciona para mí, entonces si lo promociono, estoy haciendo proselitismo. Y eso no es Dios. En Jeremías 28, hay algo que muy bien podríamos llamar el síndrome de Hananías.
Este es un profeta joven que se atrevió a profetizarle a uno más veterano que él, Jeremías. Ambos están cautivos en la época del cautiverio de Babilonia. Setenta años estuvo Israel cautivo en Babilonia. Eso había sido profetizado muchos años atrás y todo el mundo lo entendía. Pero, de repente, Hananías recibe una palabra del Señor. Aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, en el año cuarto, en el quinto mes, que Hananías hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la casa de Jehová delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo: (2) Así habló Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Quebranté el yugo del rey de Babilonia. (Escucha. Están los dos prisioneros de ese rey) (3) Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de este lugar para llevarlos a Babilonia, (4) y yo haré volver a este lugar a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los transportados de Judá que entraron en Babilonia, dice Jehová; porque yo quebrantaré el yugo del rey de Babilonia. 1.05 Esa es la profecía. Recuerda que él le está hablando a Jeremías, un profeta ya formado.
(5) Entonces respondió el profeta Jeremías al profeta Hananías, delante de los sacerdotes y delante de todo el pueblo que estaba en la casa de Jehová. (6) Y dijo el profeta Jeremías: Amén, así lo haga Jehová. Confirme Jehová tus palabras, con las cuales profetizaste que los utensilios de la casa de Jehová, y todos los transportados, han de ser devueltos de Babilonia a este lugar. Todos los profetas vivieron setenta años. Jeremías está allí, parado delante de él. (7) Con todo eso, oye ahora esta palabra que yo hablo en tus oídos y en los oídos de todo el pueblo: A ver, profeta, escucha: si tu palabra va a ser cierta, que la confirme Dios. Porque el ministerio profético tiene ciertas dinámicas que deberían ser conocidas por todo el pueblo. Por eso él, en el verso 7, dice Yo hablo. Eso significa que es como decir: Dios me ha hablado. Jeremías va a hablar. (8) Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti en tiempos pasados, profetizaron guerra, aflicción y pestilencia contra muchas tierras y contra grandes reinos. Hoy podríamos decir lo mismo. Todos los profetas que extraen terminologías del Antiguo Testamento, declaran tiempos malos. Entonces, el que predica paz, es un mentiroso. Aunque Dios se lo haya dicho.
Pero es la palabra de Dios contra dos o tres estirados, no le hace. Porque es la palabra de ellos, pero no es lo que la Biblia dice. Pero, claro está que, si tú no tienes discernimiento para cuando lees la Biblia entender lo que dice, entonces para ti esa profecía va a estar rebuena. A esto quiero que lo entiendas más que bien, por esto es el horror que en muchos sitios estamos viviendo hoy. Y recuerda muy bien que yo jamás predico historia, esto es vida actual, hoy, aquí y ahora. Mira lo que dice: (9) El profeta que profetiza de paz, (En medio de todo lo contrario de todo lo que andan diciendo los otros. Por ejemplo, la Biblia nos muestra como la iglesia tiene que diseñar el fin. El que predica todavía que nos vienen a rescatar en una gran fuga en época de crisis, va a tener que cumplirse la palabra para que se pueda comprobar que eso era cierto. Porque están enseñando en contra de lo que está claramente entendido. Ni siquiera tienen revelación, predican un mensaje contradictorio. Porque hablan de restauración, pero a ratito dice que muy pronto se van. Si te vas a ir esta noche, ¿Para que querrías restaurar algo? Si restauro algo es para gozarme. ¿Para qué restauraría algo para irme?
Algo así como que voy a militar en guerra espiritual, pero luego le voy a regalar la tierra al anticristo. Si yo echo fuera todos los demonios que me fastidian la vida en mi ciudad de Rosario, ¿Para qué después me voy a ir? No tiene sentido. La palabra dice que la gente de doble ánimo no recibe nada) cuando se cumpla la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió. O sea que, si se cumple, está bien. (10) Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías, y lo quebró. Ahora se puso medio payaso el tema. Pero es contemporáneo. En una ocasión, un predicador se encontró con un viejo amigo de la juventud y, luego de los saludos, le preguntó que estaba haciendo. El amigo le respondió que tocaba un instrumento a viento y que hacía de solista en algunos shows. Entonces el `predicador le preguntó: ¿Y cual es tu mensaje? Al otro se le cayeron las mandíbulas. ¿Mensaje? ¡Jamás se le hubiera ocurrido! A muchos predicadores que andan por ahí repitiendo como loros capítulos, versículos y comentarios bíblicos, les hubiera sucedido lo mismo. Mucha música e instrumento, pero cero mensajes.
(11) Y habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así ha dicho Jehová: De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor rey de Babilonia, del cuello de todas las naciones, dentro de dos años. Y siguió Jeremías su camino. Y listo. Punto. ¿Te crees que Jeremías le palmeó el hombro, le dijo Dios te bendiga mucho, gloria a Dios por tu vida y se despidió? ¡Ni lo sueñes! Bye bye. En argentino básico… Chau… (12) Y después que el profeta Hananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: (13) Ve y habla a Hananías, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yugos de madera quebraste, más en vez de ellos harás yugos de hierro. Fíjate en este detalle. Cuando el mensaje que nos llega en el día presente nos aliviana de nuestras responsabilidades, aparente quitarnos un yugo de madera. Y la iglesia está más contenta y lo celebra. Pero, en verdad, lo que realmente sucede, es que nos ponen un yugo de hierro. Andábamos con ese pequeño yuguito de madera, pero trabajando, haciendo cosas, estudiando. ¿Y cual es la conclusión? Que, si va a ser yugo, es mejor que sea de madera.
(14) Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yugo de hierro puse sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia, y han de servirle; y aun también le he dado las bestias del campo. (15) Entonces dijo el profeta Jeremías al profeta Hananías: Ahora oye, Hananías: Jehová no te envió, y tú has hecho confiar en mentira a este pueblo. Eso es cuando el mensaje produce una mentalidad inadecuada y el pueblo decide confiar en alguien que no es confiable ni trae palabra del cielo. (16) Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo te quito de sobre la faz de la tierra; morirás en este año, porque hablaste rebelión contra Jehová. ¿Qué te parece? ¿Qué dijo Hananías? Dios me envió a decir esto. ¿Qué le respondió Jeremías? Dios no te envió. Y por mentir te vas a morir. Así dice Jehová, muérete. No es ningun juego. Tú puedes hablar lo que tú quieras sin consultar nada, pero de momento en que dices que Dios te dijo algo que no te dijo, tú te mueres en el espíritu. (17) Y en el mismo año murió Hananías, en el mes séptimo.
Date cuenta, entonces, que aquí hay algo muy importante. El predicar que te produce descanso hoy al costo de mañana, es intercambiar yugos de madera por yugos de hierro.
La Moral ¿Es una Utopía Antigua?
La obscenidad es lo que está relacionado con una palabra, acción o cosa que es contraria al pudor y, por lo tanto, es considerada indecente. En nuestro siglo materialista, no sólo abunda, sino que parece ir desarrollándose cada vez más. El creyente encuentra en la obscenidad uno de los peores enemigos de su vida cristiana. Es un enemigo que está en la calle, en los enormes cartelones de publicidad, o en las modas que nos muestran las redes o la televisión. Un enemigo que está en tu lugar de trabajo o de estudio, agazapado tras la conversación de tus amigos, las bromas de tus compañeros y hasta en los mensajes de WS que te envían. Un enemigo que está en tu hogar, filtrándose por todas las vertientes posibles y metiéndose sin permiso en tu casa. Obsceno es algo que ofende al pudor. Lo llamamos espíritu de Inmundicia.
La obscenidad en todas sus facetas, que son centenares que se inventan a diario, es una infección que penetra todas las esferas de la acción humana para pervertir, extraviar, excitar y perturbar la vida del hombre. Por lo general, la obscenidad tiene que ver con una distorsión enfermiza de algo que Dios ha creado como bueno, y que es santo, en la medida en que responda al propósito original de Dios: la sexualidad. Porque, -debo recordarte- la sexualidad jamás será algo sucio como han pretendido mostrarla, por una sencilla y simple razón: fue creada por Dios. Claro que, con motivos muy importantes, la posibilidad de procreación de la especie, pero también como forma de deleite íntimo de la pareja humana.
En la alienada sociedad moderna se ha tomado a la sexualidad, elemento fundamental de la personalidad humana, como pivote para la explotación comercial del hombre. Alguien observó con agudeza que: …hay personas que quieren conservar nuestro instinto sexual inflamado a fin de sacarnos dinero. Porque evidentemente un hombre con una obsesión es un hombre que tiene poca resistencia a la compra. No obstante, la obscenidad no es meramente un producto de una sociedad materialista y secular, sino que es el resultado de un resquebrajamiento de los más elementales lineamientos morales de la vida individual.
La Biblia declara que el hombre es pecador, es un ser en rebeldía en contra de su Creador, distanciado de Él desde las raíces mismas de su ser, a causa de su incredulidad. Está de espaldas a Dios, que es luz, y piensa en su extravío, que, sumergido en su propia sombra, puede hablar y actuar como le venga en ganas, pues Dios no lo ve. En su locura, se comporta como los niños que creen que, tapándose con una manta, sus actos incorrectos no serán vistos y sus palabras indebidas no serán oídas. Juan en su evangelio lo expresa así: (Juan 3:19-20) Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no tiene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
De modo que la obscenidad es un pecado personal y social, y es en estas dos esferas donde puede expresarse de tres maneras diferentes: palabras obscenas, acciones obscenas y cosas obscenas. Veamos cada uno de estos aspectos. El Lenguaje. Es posible que ésta sea la forma más vulgar y popular de la obscenidad. Las palabras “sucias”, los chistes subidos de tono, los relatos o cuentos picantes, son parte del repertorio de ese lenguaje tan frecuente de nuestros días. Casi es imposible presenciar una serie de televisión, una película o una obra de teatro sin que los actores utilicen un repertorio increíble de obscenidades en sus parlamentos. Los programas televisivos, que se supone están destinados a la familia, explotan el doble sentido y el humor de tono subido para provocar con ello la risa y el aplauso del público.
Los niños vuelven del colegio con muchos o pocos conocimientos del idioma español, pero con un glosario bien aprendido de los neologismos recientemente enseñados en la escuela de la obscenidad. Pero éste no debe ser el diagnóstico del lenguaje de un cristiano. En Efesios 5:4 Pablo dice que en el creyente no debe haber ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. En Colosenses 3:8, dice: Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. Los creyentes a quienes Pablo escribe vivían en un mundo plagado de inmoralidad. El apóstol no les pide que renuncien a un sano sentido del humor, ni al ingenio, ni a la alegría. El reproche de Pablo se dirige contra la frivolidad, la liviandad que no toma en serio al pecado, la grosería que deshonra el lenguaje humano y que es inadmisible entre los creyentes genuinos. El lenguaje es sagrado. Es el instrumento que Dios nos ha dado para transmitir ideas, sentimientos, anhelos y esperanzas. Por eso, la palabra expresa lo que está dentro del hombre y, al hacerlo, ofrece un cuadro claro y preciso de su carácter.
Jesús fue certero cuando dijo: De la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. (Mateo 12: 34-37) Y esto es así, porque las palabras proceden del corazón del hombre, de la verdad que hay o no en su interior: Porque lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. (Mateo 15:18) El lenguaje refleja lo que es el hombre. Un vocabulario obsceno señala a un individuo obsceno.
El lenguaje sucio debe ser erradicado ya que refleja una corrupción del pensamiento. Si la mente se goza en la inmundicia, la lengua lo revelará. Si bien para muchos lo normal es hablar en forma obscena y conversar siempre con un doble sentido, el creyente debe hacer un concienzudo esfuerzo para mantener la pureza de su lenguaje. Una actitud coherente y persistente de rechazo de toda expresión vulgar, unida a la resistencia en participar de toda conversación rara, fortalecerá el testimonio del creyente y será bendecida por Dios. El creyente debe responder en obediencia y humildad a la clara amonestación bíblica: Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. (Efesios 4:29)
Ahora bien: ¿cómo puede vencerse este hábito que es evidencia de una falta de mejor vocabulario, de una carencia de respeto a los demás y de desdén para con Dios? ¿Qué podemos hacer frente a este problema como individuos y qué podemos hacer para ayudar a otros? El lenguaje obsceno no puede cortarse como se corta el paso del agua cerrando la llave o el grifo. Para combatir con éxito este pecado personal y social, es necesario ir a la fuente del mismo. Jesús señaló esa fuente: Lo que sale de la boca, del corazón sale. Si el corazón es malo, las palabras serán malas. Si el corazón es puro, las palabras serán puras. Por eso, nuestra primera actitud debe ser acercarnos a Dios para pedirle: Examíname oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. (Salmo 139:23-24)
Entonces sí podremos también decir: Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío. (Salmo 19:14) La segunda forma de obscenidad se refiere a las actitudes y a las acciones de los individuos, que son opuestas a lo que es decente y decoroso, aunque estas palabras suenen a Edad Media. Fundamentalmente, este tipo de indecencia está asociado con la moda en el vestir y las costumbres en el actuar. El foco sobre el que se polariza este pecado es el cuerpo, su expresión es la desnudez, su motivación es el sexo y su mecanismo es el sentido estético. Detrás de los que se pasean desnudos por las calles en señal de protesta, de los espectáculos de strip-tease y de la moda verdad, se oculta una enfermiza distorsión de la sexualidad, del sentido estético y del valor del cuerpo humano.
La vergüenza se ha perdido, el pudor no se conoce, y la desnudez se ha puesto de moda, de manera que la ropa está de más. Esto es uno de los signos de nuestro tiempo muy maduro, mentalizado y evolucionado, pero sumido en un bajo nivel moral. A partir de Freud, el autoanálisis ha sido una práctica corriente en nuestra cultura. Esta pasión por el descubrimiento personal ha pasado por dos fases: la primera, descortezar la mente; la segunda, desnudar el cuerpo. El primer método fue algo así como quitarle las capas a una cebolla. No obstante, no se encontró al verdadero yo en el fondo, y todavía hay millones que siguen luchando para descubrir su propia identidad. La desnudez del alma no ha cambiado los problemas humanos ni mitigado sus necesidades fundamentales. Pero las cosas no han resultado mejor con la desnudez del cuerpo. Lo que se supone que el descortezado de las capas de la experiencia hace con la mente, se espera que el despojo de las ropas haga con el cuerpo.
Así, se arguye que, para ser auténtico y uno mismo, hay que eliminar todas las represiones y tabúes: primero las morales y luego las que tienen que ver con el vestido. Esta, se dice, es la única manera de romper por completo con todas las inhibiciones. Desde otro punto de vista, también se ha sostenido que esta moda del desnudo no es más que la búsqueda por descubrir la pureza original del hombre que vivió desnudo y sin avergonzarse en el Jardín del Edén. Es cierto que el hombre estaba desnudo y que, en esa condición, salió de las manos del Creador. Pero ese mismo hombre pecó, se rebeló contra Dios y no aceptó su amor. La “imagen y semejanza” con que fue creado se resquebrajó y distorsionó. De este modo, el hombre perdió su inocencia y fue arrojado del Edén.
La puerta del mismo quedó vedada por un ángel con una espada encendida, y el único camino que puede llevar al hombre pecador a recuperar su inocencia frustrada y su Paraíso perdido es Cristo y lo que Él hizo en la cruz. El nudismo de hoy no es más que un esfuerzo humano por reconquistar el Jardín del Edén sin pasar por el Calvario. Es el deseo egoísta e inútil de obtener el Paraíso sin sufrir la cruz; es el cambio de la desnudez por la sangre redentora. Pero, así como el auto conocimiento no es suficiente para dar significado y propósito a la vida, de igual modo esa fiebre por la exhibición corporal característica de nuestra cultura es insuficiente para liberar verdaderamente al hombre.
Esto nos lleva a preguntarnos por lo que está detrás de esta tendencia. Con frecuencia sucede que uno quiere lograr algo bueno con métodos malos. El hijo pródigo no cometió ningún pecado en tener hambre, pero sí en desear la basura que comían los cerdos. Así, también cabe preguntar: ¿Qué hay detrás del afán de desnudez? Para responder a esta pregunta es necesario formular otras dos: la primera, ¿Qué es la desnudez?; y la segunda, ¿Por qué el desnudo se ha apoderado del cine, la televisión, internet, el teatro, la moda y las costumbres? Respondemos a la primera pregunta diciendo que la desnudez es la profanación del misterio que debe proteger la santidad de la sexualidad. La sexualidad misma es un misterio que debe ser respetado, y lo es porque en ella se encierran dos elementos básicos: uno físico o biológico, y el otro espiritual y personal.
El más importante es el segundo, y lo llamamos Amor. El primer elemento es general, el segundo es personal. Las relaciones sexuales son reemplazables y pueden ser indiscriminadas, pero el amor es único y demanda participación mutua, diálogo. Lo físico y biológico es fácil de explicar, representar o ilustrar, pero ¿Cómo describir o develar el misterio del amor? Cuando lo físico se separa de lo espiritual, y lo biológico y funcional se impone sobre el amor y lo trascendental, entonces se profana el misterio de la sexualidad. Esto se expresa por la desnudez, que nos preguntamos si no será la exposición morbosa del animal que hay en el hombre, excluyendo todo lo que es de valor en su sexualidad. Al desaparecer el amor, lo sexual deja de ser algo privado, personal e íntimo para transformarse en espectáculo obsceno y degradante. Una cosa es la alabanza maravillosa que el Cantar de los Cantares hace del cuerpo de su amada, y otra muy distinta son los pensamientos del que está sentado en la primera fila viendo desnudarse a una o a un stripper.
Una cosa es desnudarse delante del cónyuge a quien se ama, y otra es pasearse por la vía pública cubriendo el torso sólo con una blusa transparente. Lo primero es sano, limpio y santo; lo segundo es enfermizo. Esto que acabamos de expresar, responde a la segunda pregunta. El auge de la desnudez en todas las formas de espectáculos públicos, en los medios masivos de comunicación y en la moda, es el resultado del disloque moral que vivimos. El hombre quiere liberarse y para hacerlo no encuentra nada más acertado que seguir colocándose grillos en las muñecas y los tobillos, y continuar rodeando su cuerpo de pesadas cadenas. Jesús no dijo que la moda verdad nos haría libres, sino que “la verdad os hará libres”. Entonces vale preguntarse: ¿Qué verdad? ¿La verdad de nuestro cuerpo desnudo? No. La verdad del corazón de Dios desnudado en la historia para nuestra salvación en Cristo Jesús. La verdad de su propósito eterno para nuestra vida aquí y en la eternidad. La verdad acerca de nosotros mismos como criaturas suyas. Esta es la verdad desnuda que debemos conocer.
Por otro lado, el exhibicionismo de hoy es el resultado del desplazamiento de Dios de la escena humana y la entronización del sexo como medida de todas las cosas. Un teólogo de nuestros días, ha señalado recientemente que “hace falta una protesta no precisamente en contra de la sexualidad, sino contra el culto de la sexualidad”. La escala de valores se ha movido y Dios ha perdido el primer lugar que le corresponde. Cuando “se va Dios, vienen diocesillos”, como Dostoiewsky le hace decir a uno de sus personajes. Entonces se deifican las cosas, los aspectos parciales del mundo, y el hombre se somete a los objetos, diciendo: “Tú eres mi Dios”. En este siglo, el sexo encabeza la lista de preferencias de los idólatras que han despojado al Dios verdadero de su trono en el corazón humano. El culto al sexo cuenta con millones de adeptos que adoran en todos los shows; que alimentan su pasión religiosa con la literatura obscena, las publicaciones pornográficas, los programas de televisión afines; y que practican sus convicciones con cuanto mecanismo haya para rebajar lo que Dios creó como “bueno en gran manera”.
A menudo se ha argüido, para justificar la desnudez, que todo lo que se cubre o encubre es vergonzoso, resulta más tentador, y es hipócrita. Pero, ¿No lo es más para la mente que para ningún otro aspecto de nuestro ser? ¿No son más bien nuestras motivaciones las que están enfermas? El problema no está en el cuerpo, sino en la mente. Pablo es sincero en confesar su confusión como consecuencia del pecado: (Romanos 7:18-19) El querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Esta confusión enfermiza encuentra su origen en el Edén, donde en forma irracional el hombre se sintió avergonzado delante de Dios porque estaba desnudo. La mente del hombre está pervertida por el pecado y necesita ser regenerada. Pero el camino de este cambio mental no es la actitud simplista de tirar todas las normas y principios morales por la borda.
La Biblia muestra otro camino: (Romanos 12: 2) No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. El creyente tiene, como dice 1 Corintios 2:16, la mente de Cristo, y no necesita exhibirse desnudo para sentirse liberado, realizado y autoidentificado. El cristiano fiel es alguien que ha respondido afirmativamente al desafío divino manifestado en Efesios 4:22-24. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Si alguna desnudez nos va a ayudar para encontrarnos en nuestro yo auténtico, no será precisamente la desnudez obscena que tanto se publicita hoy. Por el contrario, es otro tipo de desnudez la que nos hace falta: la desnudez de nuestra alma delante de Dios. Sólo los hombres y las mujeres que se desnudan delante de Dios alcanzan la cumbre de la victoria personal. David tuvo que ser despojado de la ilusión de que estaba interesado en la justicia social, cuando en realidad lo que lo conturbaba era que se había apoderado de la mujer de su prójimo con maldad. Los que tomaron las piedras para arrojarlas a la mujer adúltera en presencia de Jesús, fueron desnudados de su falsa virtud cuando el Señor comenzó a escribir en la arena los pecados de cada uno de ellos, incluido el adulterio.
El hijo pródigo quedó tan desnudo en su miseria, que el padre tuvo que vestirlo nuevamente cuando regresó al hogar. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios. (Joel 2: 13) Media hora de desnudez del alma ferviente en oración al Señor hacen más por la paz del espíritu que todas las películas, espectáculos y obras teatrales que explotan la desnudez en forma obscena. Todo aquel que cae de rodillas para examinar su conciencia está preservando un misterio. Sabe que su conciencia y sus pecados no deben ser revelados a nadie más que a Dios. Y cuando así lo hace, tiene la certeza de que esa desnudez de su alma pronto será vestida con el manto del amor maravilloso de su Señor. David desnudó su alma cuando Natán le dijo la verdad acerca de su pecado con Betsabé y su crimen contra Uria. Pero así encontró perdón y paz. El pródigo se desnudó de su orgullo y egoísmo para recibir “el mejor vestido” de manos de su padre. ¿Qué tipo de desnudez prefieres? ¿La obscena o la santa, la del cuerpo o la del alma?
Hablemos ahora de pornografía: La pornografía en este tiempo, incluye todos los medios posibles y disponibles y penetra en los hogares por todos los canales aptos, y siempre con la posibilidad de mantenerse en secreto. Si esto no es ni malo ni pecaminoso, me pregunto el porqué de ese secreto. La variedad y cantidad de material pornográfico es astronómica y casi imposible de inventariar. ¿Por qué esta inundación de inmundicia obscena? Simplemente, porque en el mundo hay tres tipos de personas bien características: las que están dispuestas a producir y distribuir la inmundicia, las que están dispuestas a comprarlas y las que están dispuestas a tolerar tanto lo uno como lo otro o, al menos, se mantienen al margen. Los primeros están motivados por un gran incentivo: el lucro. La pornografía es un buen negocio de nuestro siglo. En los Estados Unidos, el gobierno estima que el negocio de la pornografía deja de ganancia entre seiscientos y ochocientos millones de dólares por año, pero es posible que el lucro sea mucho mayor.
Los segundos están estimulados por la curiosidad y el deseo de recibir una información que les es negada en el hogar. Este sería el caso de los adolescentes y jóvenes. Pero muchos adultos frustrados sexualmente se alimentan de pornografía para estimularse eróticamente y experimentar placer sexual. Los terceros son tan responsables como los otros dos grupos, pues por su indiferencia permiten que esta avalancha continúe. Si se hiciera una encuesta, el noventa y cinco por ciento de las personas se opondría a la producción de material pornográfico, pero si este material se produce, el noventa y cinco por ciento de las personas se detendría a mirarlos. De modo que la pornografía no existiría si la gente no la produjera, no la comprara y no la tolerara. Es posible que todo esto no ocurriera si se tomara plena conciencia del peligro que la pornografía encierra. La idea básica que está detrás de materiales pornográficos es que el sexo es algo barato, biológico y funcional y que las personas no son de más valor que los animales.
Además, la pornografía implica una degradación del ser humano como persona, pues supone el uso de un semejante para un fin egoísta de placer, rebajándolo al nivel de un objeto. Este es hoy el concepto de muchos que consideran a la mujer como una “muñequita” al servicio sexual del hombre. Tal es la filosofía de todas las publicaciones de ese rubro. En base a este concepto, la relación sexual es sólo contacto sexual y no relación humana. Los cuerpos participan del acto en forma mecánica, pero las personalidades y los corazones están al margen de la experiencia. Hace ya bastante tiempo que la esclavitud, como el uso egoísta de otra persona para obtener trabajo barato, fue abolida como acto inmoral. ¿Por qué no condenar de igual modo la pornografía, que lleva a la prostitución, que es una forma de explotación tanto o más vergonzosa que la esclavitud?
En tercer lugar, la pornografía inculca en sus víctimas un concepto pobre y mezquino de la vida en general. No es extraño que el adicto a este tipo de materiales llegue a la violencia, el delito o el crimen, cegado por el barro en que se ha metido. Poco a poco, la obscenidad va contribuyendo al cultivo de una personalidad enfermiza, que estimula la violencia y la perversión sexual. Mantiene la mente ocupada con malos pensamientos restando efectividad al estudio, el trabajo y la vida como un todo. Crea fantasías de carácter neurótico alentando expectativas de grandes satisfacciones sexuales, que están lejos de la realidad, y que llevan al desengaño, la frustración y la inadaptación matrimonial. Por otro lado, los materiales obscenos son un vicio.
El individuo que frecuenta este tipo de obscenidades, pronto llega a sentir un deseo por ellas que se parece en mucho al deseo que tiene el alcohólico por el licor, el fumador por el tabaco y el drogadicto por el narcótico. La víctima de la pornografía siempre está buscando materiales que lo estimulen. Los conocedores de este problema advierten que muchos viven encandilados por lo pornográfico y que, poco a poco van progresando hasta las formas más viles. En muchos casos, los jóvenes llegan a convertirse en pervertidos sexuales al vender y distribuir estos materiales o al servir como modelos para fotografías obscenas. Por supuesto, todo lo dicho es suficiente para comprender la absoluta oposición que existe entre la pornografía y la vida cristiana victoriosa. La plenitud espiritual no puede darse jamás en la vida de alguien que en lugar de alimentarse de la dulzura de la Palabra de Dios, bebe el agua estancada y fétida de la pornografía.
Un hombre o una mujer que tiene su mente ocupada por lo licencioso, nunca puede tener la “mente de Cristo”. Un corazón excitado por la pasión enfermiza de lo erótico, jamás puede acoger al Salvador. Un cuerpo estropeado por la promiscuidad y las pasiones desordenadas, no puede ser “templo del Espíritu Santo”. Así pues, la pornografía está reñida, desde todo punto de vista, con el estilo de vida que Cristo desea que vivamos. Ahora bien, ¿Qué podemos hacer, como cristianos, para detener esta inundación de inmundicia? Primero, tener una opinión y una posición bien definida en cuanto a la pornografía. Debemos ser conscientes de sus peligros y amenaza.
No seamos cómplices del delito moral que pretendemos condenar. Los padres deben tener cuidado con lo que entra en el hogar. Pero más importante todavía, es educar sexualmente a sus hijos en una forma sana de modo que no se sientan impulsados a buscar la información que desean en fuentes pervertidas e inmorales. Tercero, una forma positiva de combatir la pornografía es consumir material de edificación. No hablo de libros religiosos, hablo de material con bases morales acordes al diseño divino. Esto ayudará a un mejor desarrollo intelectual y espiritual, y promoverá la integración de una personalidad sana y feliz.
Realidad del Tiempo Divino (Audio)
Hasta que no incorporemos como cierta la idea de vivir en dos ámbitos de forma paralela, no podremos cumplir nuestro destino. Una realidad con la que luchamos, la terrenal. Y otra con la que vencemos, la divina.
¿Preparados?
El Espíritu Santo me mostró hoy, la parábola de las diez vírgenes. ¿Cuánto hace que no la lees? Está en el evangelio de Mateo capítulo 25, versos 1 al 3. Yo no la voy a reproducir porque no es necesario, la mayoría de ustedes la conoce, pero sí voy a utilizarla como referencia y como punto de partida. En esa parábola, dice que las diez eran vírgenes. La palabra nos muestra que las vírgenes de Sion es una tipología de la iglesia. Las diez tenían lámpara. Dice un texto que La palabra de Dios es lámpara a mis pies, o sea que las diez tenían la Palabra. Y las diez, también, tenían aceite, que es la tipología de la unción, del Espíritu. Sólo que algunas habían pagado el precio para tener más aceite, con la intención de que le durara más tiempo. Es decir: unas estaban preparadas para vivir más tiempo en la tierra que las otras. La parábola nos muestra que Dios llama insensata a la gente no preparada para perdurar en el siglo veintiuno. Gente que no se preparó para épocas de caos y crisis. Gente que vivió preparándose para celebrar y estar de fiesta o para irse en un gigantesco rapto, pero no para permanecer y pelear la buena batalla.
Lo que te califica como insensato, entonces, es no estar preparado para vivir por largo tiempo. Es experimentar ese sentimiento como de estar de paso. Porque una cosa es enseñar a prepararse para irse en las nubes y otra ser práctico y eficiente en este siglo veintiuno. Porque nunca se nos enseñó cómo vivir en estos tiempos. Porque nunca se pensó en estar vivos y en la tierra en estos tiempos. Y estos tiempos, aunque por aquí se los ve muy difíciles, siguen empeorando. Y lo seguirán más todavía, porque los reinos del mundo, finalmente van a caerse; todos. Es decir que, si nosotros no avanzamos y determinamos el fin, porque el fin lo determina la iglesia, a nuestros hijos, los que hoy tienen cuatro o cinco años de edad, dentro de veinte años, ¿Adónde tendrán que vivir? ¿En una gran capital porque de otro modo no tendrán perspectivas? ¿Y la obra del evangelio en el resto de sus países, sean cuales fueren estos?
¿Y Dios qué dice? Al mensaje que prepara a la gente para vivir adecuadamente en este tiempo le
llama PRUDENTE y el mensaje que no prepara a la gente para vivir adecuadamente en este tiempo, le
llama INSENSATO. Es decir que vamos a ver una separación en las distintas iglesias. Algunas iglesias
consideradas insensatas por la mentalidad que tienen y otras consideradas prudentes. O supo negociar
o no supo negociar. Todas tenían lámpara. Todas estaban esperando al novio. Todas durmieron. Tardó tanto el novio, que se durmieron. Pero sólo una cosa dividía a estas iglesias. Unas reconocieron su venida y fue considerado como sabiduría, mientras que las insensatas fueron descriptas como aquellas que no pudieron aguardar el tiempo completo. Ya hay un gobierno, en la tierra, que no reconoce la mano de la iglesia; ésta se pone contenta porque tiene un poco de asociación con algunos y un poco de consideraciones con otros, pero no tiene nada que ver. Cuando los reinos de este mundo caigan, y la iglesia esté poderosa, esos reinos van a arrastrar a todo lo que haya hecho pacto con ellos. Hablo de Babilonia, no sé si te queda claro.
Tú no puedes tener un avivamiento en la iglesia que arrastre gente y no asuste al mundo, al gobierno. Porque para ellos, muchedumbre es poder, entonces se verá. Por ahora somos menos, pero el día que seamos más… Hasta la gente de Egipto se vino con Israel. Dice que salió una multitud mixta. No vamos a traer a Dios lo que no es de Dios. Por eso hay que sentarse a leer un texto y extraer lo bueno para adentro y sacar lo malo para afuera. No estamos preparados para eso. A nosotros nos inculcaron un tipo de amor, en la iglesia, que no es propicio para hacer lo que Dios está por hacer. El amor que nosotros tenemos, es un amor creado por una doctrina que no permite que al amor de Dios se manifieste. El amor de Dios, lo que quiere, es entresacar gente, sacar lo que no sirve para que se tenga el derecho de seguir así. Pero nuestra mente, que está programada por la doctrina eclesiástica, no puede entender ni ver a un Dios así. Sin embargo, cuando Cristo vino, empezó a tirar mesas patas para arriba. No nos confundamos. Él era amable con el mundo, precisamente con quien la iglesia no lo es. Pero con todos los de la que en su tiempo era SU iglesia: víboras, serpientes, piedras de tropiezo, tercos. La iglesia siempre fue el problema, el mundo no. ¿De tal manera amó Dios al…? Esto es: Dios te salvó a ti para usarte, para ganar al mundo, no por ti. Y Entonces Definimos Que… AMOR ES CUIDADO, NO PERMISIVIDAD
¡No Somos Ciudadanos de Segunda!
Durante años la iglesia en su conjunto ha procurado adaptarse a las rutinas y rudimentos del mundo secular sin conseguirlo. Ese fue un fiero error que le costó mucho a muchos. Entre otras cosas, ser considerados ciudadanos de segunda clase…
Cuadernos Reales 9
Historias de Iniquidades Antiguas
Levantarse, orar, entregar el día, familia, ministerio, todo. Desayunar y brevemente, con la velocidad sistemática que se adquiere tras años de profesión, acceder a las noticias. Saber en qué anda el mundo, más que necesario, es conveniente, porque de alguna manera, eso significa saber en qué anda el reino de las tinieblas. Y en el momento de recibir la dirección esperada para encarar lo que el Espíritu Santo disponga, la noticia me muestra un enorme terremoto. En este caso puntual, es en Marruecos, pero la sensación va mucho más allá del lugar y las condiciones de ese lugar. Que no es un sitio opulento ni lleno de gente con altos recursos, que técnicamente no estaba determinada como zona sísmica, con sensaciones que siempre me han producido lo mismo: una enorme desconfianza al hombre y su capacidad de traer el mal.
Entonces es cuando, -al margen de las dudas silenciosas de mucha gente-, buscamos en la naturaleza las respuestas que en otras áreas nos parecería no tener. ¿Verdaderamente, como alguna vez se ha dado a entender, algunas de las llamadas potencias mundiales están en condiciones de producir técnicamente grandes sismos en los lugares que se les ocurra? No lo sé, pero me queda para el análisis inicial, lo mínimo, que es lo físico, literal, natural. Cuando la naturaleza o el clima nos asestan un golpe fuerte, es como si fuéramos sacudidos por una mano gigantesca y no podemos evitar relacionarla con Dios mismo. No es nuestra culpa haber sido educados teológicamente por una iglesia oficial que se regodeaba presentando a un Dios castigador.
Después, cuando comenzamos a desandar nuestro derrotero de cristianos, aparecieron las modificaciones que nos llevaron a interesarnos seriamente en un asunto que hasta allí sólo parecía apto para viejas y niños. Entonces, un día alguien nos presentó al Dios de amor, al Dios de justicia, a ese Dios que siempre estuvo inscripto en una Biblia que solamente después de la epopeya de Martín Lutero pudimos leer con nuestro propio raciocinio y nuestra propia guía espiritual interna. A partir de allí, fue tanta nuestra molestia por toda aquella enseñanza torcida y mal interpretada, que decidimos creerle a esta nueva absolutamente todo. Y también nos equivocamos, porque, así como Dios nos dio a cada uno de nosotros libre albedrío para decidir, también nos dio una mente plena en sagacidades capaces de descubrir recovecos que a otros les podría resultar inescrutables.
Y si bien nos fuimos para el otro lado y empezamos a fabricar un Dios permisivo, cada tanto esa mano gigantesca nos lleva a reflexionar seriamente en lo que leemos y entender que, si bien no somos hijos de aquel viejo malhumorado de la pintura del Dios castigador, el sentido de justicia de nuestro Dios, lo lleva a tener mano fuerte en algunas ocasiones. El tremendo terremoto que asoló a nuestra hermana nación de Chile hace muchos años, impulsó a muchos cristianos a buscar un por qué, una razón, una justificación casi legalista que tal vez no le sirviera para nada a los sufridos perjudicados por la hecatombe terrenal, pero que parecía ser la garantía de seguridad que otros necesitaban en distinto sitio para poder dormir tranquilos sin estresarse por tierra que se mueve debajo de sus pies. Y ni hablar de lo que casi periódicamente debe vivir Japón.
Algunos eligieron el juicio, al que los hombres pareceríamos ser tan adeptos en tanto y en cuanto no sea contra nosotros mismos, y añadieron a ese pensamiento algo muy específico: el juicio era sobre un lugar puntual, por supuestos pecados cometidos en ese lugar puntual. A ese pensamiento se le sumaron una serie de profetas, cuyos videos aparecieron rápidamente, premonizando esas hecatombes con fechas muy anteriores a la del suceso. Yo no me atreví ni siquiera a pensarlo así. Tengo temor santo de mi Señor y muy claro en mi conciencia que no he venido a este mundo como juez, sino como maestro de mi Padre celestial. Así que busqué en mi Biblia y con la guía del Espíritu y sin demasiado esfuerzo, llegué a Mateo 24.
La mirada que en principio estamos obligados a dar, es mayoritariamente literal. Tú ya sabes que no soy afecto a tomar así a la Escritura, pero mucho me temo que tampoco puedo irme por las ramas excesivamente místicas en un asunto que cuesta vidas, desastres y pérdidas. La Biblia contiene mucha tipología simbólica, pero tengo claro que no es toda simbólica. Es para leerla con auxilio del Espíritu Santo o correr el riesgo de convertirla en lo que tu alma quiere convertirla. Las peores sectas satánicas que engañan, seducen y llevan al fuego a tanta gente, tienen como base de sustento para sus discursos, a la misma Biblia que tú y yo conocemos. ¿Cómo puede ser?
Sin la guía del Espíritu Santo, a cualquier texto le puedes hacer decir lo que te conviene. Y si quien te oye es cómodo y no escudriña, cae en el mismo pozo que te caes tú. Es así que, mientras trabajo buscando contenido, significado y revelación para con una palabra concreta que el Señor ha dado, voy a compartir contigo, procurando encontrar puntos de contacto que nos permitan entender algo más respecto a los tiempos que estamos viviendo. Los cincuenta y un versículos que se insertan en este capítulo clásico y casi tradicional del evangelio de Mateo, contienen elementos muy claros que pueden ser definidos cronológicamente como respuesta a las muchas preguntas que los discípulos le formulaban a Jesús.
En primer lugar, se habla de la destrucción del templo. ¿Un templo simbólico? Quizás, pero también uno literal que, aparentemente, caería como producto de algo muy fuerte que lo derribará. Luego hace alusión a Su Segunda Venida y, finalmente, al fin del mundo o sistema que conocemos. Y cuando hablo de sistema, puedes considerarlo como secular, social, político y contemporáneo o religioso. En el final, son la misma cosa. Como estos tópicos participantes están tan interrelacionados, hay momentos del capítulo en donde cuesta bastante determinar de qué acontecimiento concreto se está hablando. Esta dificultad podría resolverse si recordamos que la mayor parte de las profecías pueden cumplirse en un plazo breve y a la vez remoto. Nuestro reloj Cronos, no tiene sintonía con el Kairós que usa Dios.
Es necesario que durante toda la lectura de este capítulo tengamos muy presente que Jesús evocaba los trágicos acontecimientos que rodearían la destrucción de Jerusalén, para describir las condiciones que precederían su propio regreso. Y se nos deja la posibilidad de tomar a la Jerusalén real, simétrica y geográfica, o la celestial, que es la iglesia misma. ¿Es que alguien podría entender que en los últimos tiempos la iglesia será destruida? No, dicho así quizás no. Pero si prestamos atención a esa expresión vertida respecto a que la conquista final será lograda “por los que hayan quedado”, la versión pasaría a enrolarse dentro de los posibles.
En principio, déjame que te diga que, cuando Jesús iba al templo, no lo hacía para participar de su ceremonia; iba a enseñarles a quienes quisieran oírlo las nuevas verdades que habían llegado. La única vez que se registra que participó de un servicio, fue en aquel donde justamente fue llamado a leer el rollo. Muchos piensan que le permitieron eso porque sabían todo lo que Él estaba haciendo o manifestando, pero no es así. La sinagoga se manejaba por reglas muy claras y puntuales. Sólo estaban habilitados para participar activamente de una ceremonia, aquellos que cumplían con todas las reglas y estatutos internos. El diezmo y la ofrenda eran básicos y esenciales. José, el padre terrenal de Jesús, era parte del núcleo de los poderosos de la sinagoga, está escrito así. Por lo tanto, un hijo suyo podía ser distinguido con ese privilegio. Por eso fue invitado a leer. ¿Me parece a mí o suena muy similar a…?
Y en función de lo que va a relatar después, hay algo que está más que claro: los discípulos no entraban con Él al templo. ¿Motivos? Podrá decirse o argumentarse que se trataba de respeto por su sabiduría o calidad de líder, pero lo más probable si tenemos en cuenta lo dicho anteriormente y las posteriores reacciones de cada uno, es que fuera simplemente por miedo o porque no estaban habilitados oficialmente como miembros del lugar. Lo cierto es que en este día que Mateo relata, cuando Jesús sale del templo, sus discípulos desean mostrarle las construcciones más importantes o valiosas del lugar. No fue una invitación con motivaciones turísticas o arquitectónicas, desde luego, sino que tenía otras connotaciones.
Así que respondió afirmativamente a la invitación, pero no tardó ni quince minutos en decirles algo que los dejó pensando a todos. Les dijo que todo eso que estaban mirando y admirando, iba a ser derribado y no iba a quedar piedra sobre piedra. Claro, eso es lo que parece decirles, si lo tomamos literalmente, como si fuera una novela, pero en realidad, pregunto: ¿De qué está hablando Jesús en su respuesta? Literalmente, (Y dadas las condiciones climáticas y naturales actuales que demandaron este trabajo nos sirve), de una gran conmoción sísmica que derribaría todos esos edificios. Pero también habla de la impiedad religiosa, de la caída de grandes estructuras creadas para servir mejor a Dios que terminaron casi por reemplazarlo. ¿Y si ambas cosas significaran lo mismo?
Obviamente, ellos no entendieron ni pío, así que ni bien lo vieron solo, sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron y la preguntaron cuando serían esas cosas y qué señal habría de su venida y del fin del siglo. Lo primero que vemos con claridad es que a Jesús no se le acercaba, así como así toda la gente que quería verlo, tocarlo y conseguir un milagro. En este caso, ellos lo hicieron porque indudablemente constituían el círculo más cercano e íntimo de Él. Lo primero que Él les dijo, fue que tuvieran mucho cuidado con el engaño. Cuídense, que nadie los engañe. Vigilen, estén atentos y en guardia, van a intentar engañarlos. Todo eso encierra esa frase tan breve como contundente.
Esto es importante. ¿A quién se refiere Jesús cuando habla del engaño? ¿A Satanás, que es el gran engañador? Sí, pero mucho más a quienes sean usados por él, ya sea dentro o fuera de la iglesia. ¿Adentro? Sí, porque Jeremías, hablando de esto, dice que tengan cuidado que no los engañen los profetas que están entre ellos. ¿Te quedó claro? Y de paso les añade a los adivinos y a los sueños o visiones que ellos mismos podrían tener. ¿Sabías que ese es uno de los factores de mayor consulta pastoral? Los sueños. Si los ministros obedecieran ciegamente los sueños de muchos de los miembros de su iglesia, todos nos iríamos a parar a cualquier parte.
Respecto a la Segunda Venida, Pablo es mucho más concreto y claro, cuando dice que tengamos cuidado y que nadie nos engañe. Porque Jesús no vendrá sin que antes venga la apostasía. ¿Sabes qué? Según lo veo, esa apostasía está comenzando a vislumbrarse ahora, pero la mayor parte de la iglesia todavía anda profetizando avivamientos y retorno de Jesús. ¿No leyeron la Biblia? ¿En qué doctrina creyeron? ¿Te das cuenta por qué Pablo nos advertía de no dejarnos engañar? Hay que decirlo: es mucha la gente que se auto denomina como cristiana, pero no cree en la deidad de Cristo. Y otra que está tranquila porque piensa que nadie que le diga yo soy Cristo la va a engañar. Cuidado. ¿Nadie pensó que decir Cristo es decir ungido, y es a eso lo que se refiere Pablo? ¿Cuántos ungidos que no lo eran llevas conocidos?
Yo, personal y particularmente, aún no he escuchado a nadie decir eso, pero lo que sí he visto es a demasiados mostrándose desde las plataformas como súper poderosos con diez escalones por encima de cualquiera de nosotros. Mi duda siempre fue: ¿Por qué armar plataformas cada vez más elevadas? Me dicen que es para que todos puedan ver al predicador. Ah, claro, ¿Y nadie recuerda que Jesús, no sólo que no se subía a ninguna roca alta para que lo vieran, sino que se sentaba en una y desde allí hablaba? A Él no le interesaba que lo vieran, le interesaba que lo oyeran. ¿Sabes qué? Somos muchos los que hemos hecho de eso nuestro modo diario de ministrar.
Después habla de las guerras y sus rumores. A las guerras las hubo, hoy mismo las hay y supongo que a partir de la codicia y la locura humana, las seguirá habiendo. ¿Nadie levanta su voz y se hace oír diciendo simplemente que una guerra es diagramada por personajes opulentos que invierten algo de su tiempo ocioso en decretarlas, pero que los que las combaten, pelean y mueren son gente que jamás recibirá nada por vivirlo? No es ningún slogan ideológico decir que a las guerras las planifican los ricos para que mueran los pobres. Hoy ya no están los míticos reyes al frente con su espada desenvainada guiando a su ejército. Los estrategas de hoy ni siquiera escuchan el ruido de las explosiones de los misiles en sus oficinas con aire acondicionado. ¿A eso alguien puede llamarlo Justicia?
Bueno, déjame decirte que Dios sabía y sabe perfectamente todo eso. Y en muchos casos, cuando la nación no vive conforme a su diseño, se ve inhibido de ayudar y tiene que permitir que haya sufrimiento, miseria y muerte inocente. No hemos leído con atención y entendimiento esto último. Hemos hecho hasta cadenas de oración pidiendo a Dios por determinados sucesos sin entender que, tal como lo hemos leído, es necesario que esas cosas ocurran. ¿Alguien puede entender al Dios de la mente eterna con una mente finita? Dice que se levantará nación contra nación, es que como decir culturas contra otras culturas. ¿Ejemplo? Occidente vs. Oriente. ¿Estás entendiendo de lo que hablo?
No termina allí esto, porque se añade que también se levantará reino contra reino, y aquí las cosas ya pasan directamente a lo espiritual, porque ya no hay monarquías bélicas en el mundo, al menos en los lugares de alto impacto. Decir Reino contra reino, es hablar de algo que tú y yo ya sabemos de qué se trata. Y a eso no hay modo de solucionarlo con negociaciones internacionales. Tiene otra esencia, otro origen y se pelea en otra dimensión. Pestes y hambre. ¿Es algo nuevo o insólito en el mundo? Pestes, las que se te ocurran. Con algunas de alcance mundial, como fue la del COVID. Hambre, en lugares donde por estructura geográfica, debería haber alimentos para todos. Pero no lo hay. Las razones, mejor no mencionarlas, se corre el riesgo de malas interpretaciones y estigmatismos innecesarios.
Y allí es donde retorna lo que decíamos hace un momento. Terremotos en diferentes lugares. Está escrito. Mateo lo dice. En diferentes lugares. A ver, ¿Lugares declarados como sísmicos? Sí, pero no le hace. Porque evidentemente, y sea por la razón que sea, circunstancial o no, la tierra no está firme en ninguna parte del planeta. Todo esto que nos adelanta, dice, será principio de dolores. Si tomamos a esta palabra principio como inicio, lo que te está diciendo que todo lo que hemos vivido en estos últimos días no es un corolario final a algo tremendo, sino apenas el principio, el inicio. Ahora; si la tomamos como patrón, modelo o base de algo superior, entonces el principio establecido es que nadie, pero absolutamente nadie puede sentirse seguro fuera de la cobertura divina del Señor mismo, no de organizaciones religiosas que proclaman otorgarla.
Lo que viene luego tiene un tinte dramático y muy fuerte, desde lo literal. Porque dice que, en esos tiempos, los creyentes serán entregados a tribulación, o los matarán, o serán aborrecidos por causa de Su nombre. Esto siempre se enseñó como que los gobernantes se ensañarían contra los cristianos, como ocurrió en la época de los circos romanos. Y ese pensamiento nos llevó a suponer que, para que sucediera eso, en plena era de libertad de cultos, todavía faltaba mucho. Nos equivocamos. Y muy feo. Porque donde se entregarán a tribulación a los cristianos, hoy, es dentro de sus propias iglesias si no comparten ideales o visiones del liderazgo.
¿Te parece qué lo que digo no tiene sustento y parece traído de los cabellos? No lo creas. Mateo repite algo dicho por Jesús respecto a guardarse de los hombres porque ellos los entregarían en los concilios. Así es como lo dice. Pregunto: ¿Hay concilios en algún otro lugar que no sea en la iglesia? Y si esto no fuera suficiente, añade que, en las sinagogas de ellos, serían azotados. Perdón; ¿Dónde dice que serán azotados los cristianos? En sus sinagogas, que es como decir, hoy, en sus propias congregaciones. Por favor, entonces no me digas que estoy exagerando, que soy malintencionado o que digo cosas por resentimiento. ¿Entiendes que sólo estoy leyendo mi Biblia?
Finalmente, dice que seremos aborrecidos por causa de Su nombre. Oye: al mundo le puedes decir el nombre Jesús, Jesús mil veces y es como si oyera llover. ¿Entonces? Entonces, una vez más, donde seremos aborrecidos por causa del nombre de Jesucristo, será en el lugar en el que supuestamente se lo honra, adora y obedece, en el momento en que tú confrontes sus corruptelas y negociados. Porque todo eso es, indudablemente, algo que ocurre a partir de personas que tienen sus puertas espirituales abiertas por alguna forma de desobediencia o pecado. Y por allí es donde se llenan de demonios que los impulsan a corromperse más y más. Si a esa gente le mencionas el nombre de Jesús, créeme que no te va a aplaudir.
Y nos advierte que habrá muchos que tropezarán. Yo, para ser sincero, creo que ya están tropezando con toda clase de obstáculos: politiquería religiosa, infiltración orientalista, ciencia mal entendida, humanismo, etc. Y por causa de todo esto, habrán de entregarse los unos a los otros y habrá más aborrecimiento dentro que afuera. Pregunta en cualquier congregación y te lo dirán: hermanos denunciando a otros hermanos ante sus pastores y, por consecuencia, odiándose casi a muerte entre ellos. Cristianos con diversas redes sociales destinadas y dedicadas a denunciar a otros cristianos. ¿Yo? No; yo no denuncio carne y sangre, yo denuncio principados y potestades. Sistemas.
Y es en esa instancia donde se profetiza que se levantarán falsos profetas o voceros, y que con sus mentiras engañarán a muchos. Y por causa de estas expresiones de maldad incipiente, se perderá la comprensión y la misericordia, y como resultado el amor de muchos se enfriará. Ahora te pregunto: ¿De verdad tú crees que todo lo que dice ser profeta y anda por los púlpitos profetizando avivamientos en épocas de apostasía, es enviado por Dios a hacer eso? ¿De verdad lo has creído? Mucho me temo que has sido uno de esos muchos engañados. Es el error de creer que todo lo que se mueve y respira adentro de un templo, es santo. Y créeme, de todos los engaños posibles, este todavía es de los más leves.
Ya lo hemos explicado en estudios sobre Génesis, cuando Dios habla de multiplicar los dolores de parto a la mujer. Nunca podríamos multiplicar algo no creado, no aparecido, no inventado. Por lo tanto, lo que aquí se le dice a la iglesia, (La Biblia no es para el mundo) es que, si bien ya existía bastante maldad dentro de ella, ahora en estos tiempos finales, esa maldad se multiplicará. Claro que nadie sabe por qué suma, cifra o cantidad será esa multiplicación. Y si alguien tiene dudas que esta palabra es dada a la iglesia, al llamado pueblo de Dios y no al mundo secular e incrédulo, lo que sigue te la despejará. Porque jamás podría enfriarse un amor no experimentado. Y el amor del cual se habla es del amor de Dios, y ese solamente se cultiva entre creyentes.
Y luego la formidable sentencia clave, que nos reasegura que los que perseveren hasta el fin, serán salvos. Esto, reitero, es más que clave. Porque habla de la salvación, que es de lo más caro en la consideración de los cristianos. Y dice que la logrará o accederá a ella, entre otras expresiones de otros textos, aquellos que perseveren. ¿Qué perseveren en qué cosa? ¿Qué es perseverar? La palabra griega usada en los originales, aquí, es la palabra hupomeno, y significa mantenerse uno en pie en el conflicto, sobreponerse a la adversidad, no desplomarse bajo la tensión, estar uno firme, perseverar bajo presión, esperar calmada y valientemente.
Atención con esto, que no estamos hablando de una pasiva resignación a la suerte, ni mera paciencia, sino la resistencia activa y enérgica a la derrota, lo que permite una calmada y paciente perseverancia. Apto para la guerra espiritual y también para la que libramos contra las Babilonias falsas. De allí que cuando se nos dice que será predicado este evangelio del Reino, no se está refiriendo a todas esas imitaciones tal vez bien intencionadas, pero definitivamente religiosas, sino al ÚNICO evangelio posible, el del Reino. Que es el que llegará, según leemos, a todo el mundo, que es como hablar de todos los sistemas. El económico, el político, el religioso. Y dice que cuando todo esto suceda, entonces recién allí vendrá el fin. Genial. El fin. Pero… ¿Qué clase de fin? Ahora va a detallarlo.
Mientras tanto, y para que te quede más que claro, te recuerdo una vez más que, pre-dicar, es anunciar por anticipado la derrota de los ángeles caídos. Así que, si anuncias un evangelio carente de guerra espiritual, no estás predicando, sólo estás haciendo discurso religioso. Y te dice que cuando veas la abominación desoladora, los que estén en Judea que huyan a los montes. El nombre Judea derivaba del griego ioudaia y del hebreo yhudah y era un término geográfico que en la Biblia sólo aparece en el Nuevo Testamento. Se cree que esta región comprende al antiguo reino de Judá. Y Judá es tipología del pueblo de Dios. Entonces, ¿Quién deberá huir a los montes ante estas emergencias? ¿El mundo o la iglesia? No lo sé, pero la Biblia no fue dejada al mundo.
Dada su geografía natural y literal, Judea estaba situada a orillas del mar y tenía, a sus espaldas, colinas de altura mediana, que son los montes aquí mencionados. ¿Y bajo que causa o peligro la gente debería huir a refugiarse en ellos? Ya lo has visto: por lo que hoy llamamos tsunamis. Maremotos. Por eso dice que los que estén en lugares altos no deben descender a tomar algo de sus casas. Eso, desde lo literal, nos habla de gran inundación, pero en lo espiritual, también puede ser que quienes tengan alto conocimiento no desciendan en ellos para sentirse en igualdad con los que lo ignoran todo. Que los que estén en el campo, que es el mundo, no vuelvan atrás a tomar su capa, un asunto que simboliza el status.
Seguidamente se refiere al riesgo mayor en algo así, que serían las mujeres embarazadas o que estén criando hijos muy pequeños. Eso llevaría a clamar para que la huida no sea en invierno ni en día de reposo. ¿Te cabe alguna duda que la sugerencia divina es Huir, y no hacerle frente o soportar lo que venga? No te va a funcionar eso de que “Dios me cuida y no me pasa nada”. Dios te está diciendo que huyas, sé obediente y no intentes ser más valiente que los ángeles. Hay algo llamado estrategia. Forma parte vital de un combate y es sí o sí el elemento necesario para ganar una guerra. Y eso se traduce como avanzar o retroceder, según lo que convenga al ejército en combate. Lo que dice luego respecto a la calidad de esos tiempos y días, cabe dentro de un solo calificativo: inimaginable.
Y más adelante te pega como puñetazo en el ojo cuando te dice que si esos días no fueran acortados, nadie sería salvo. Yo, te confieso que me quedé tieso y tildado cuando leí esto por primera vez. Con mi natural curiosidad humana, me pregunté cómo se supondría que podrían ser acortados esos días. No hay una respuesta, obviamente. Dios es capaz de eso y de mucho más. El cómo lo hará es asunto de Él. Lo que a nosotros debe interesarnos es que aquí dice que lo hará y eso me dice a mí que indudablemente lo hará. Pero, por las dudas, te recuerdo esto: ¿Has leído que algunos de los terremotos recientes han movido el eje de la Tierra y acortado el día en milésimas de segundos? Si en cada uno de los terremotos sucede eso, ¿Qué ocurriría dentro de cierto tiempo? Los días serían acortados. Tú cree lo que quieras, mi deber es informarte.
Y, una vez más, Jesús anticipa que en esos tiempos habrá gente que dirá que el Cristo está allá o aquí, pero que no deberemos creerle. Me pregunto seriamente si hemos tomado concreta nota de esta recomendación. ¿No está sucediendo algo parecido, ya, en este tiempo, con hombres que se “venden” a sus oyentes como émulos casi directos de Cristo por su calidad de grandes ungidos? Atención con esto: dice que harán grandes señales y prodigios, pero que son falsos. La pregunta, es: ¿Puede un falso vocero hacer señales y prodigios? Sí, puede. Los magos de Faraón también convertían varas en serpientes, ¿Recuerdas? El error más legendario de la iglesia, ha sido suponer que todo lo que sea sobrenatural, tiene origen en Dios. Satanás y sus demonios también son espíritus y sobrenaturales. Y si bien en un grado muy inferior, también tienen poder. Un poder que, para el hombre natural, suena a inmenso.
Porque dice que todos estos falsos van a engañar a mucha gente, e incluso hasta los escogidos. Eso es muy grave, pero nadie puede negar que hoy en día es un hecho visible. Máxime cuando muchos de esos engaños provienen de los mismos púlpitos de donde no hace tanto tiempo recibiste ayuda, enseñanza, salvación y palabra. Ya sabemos muy bien, incluso hasta científicamente, que la carne se degrada, se corrompe, se pudre y se diluye. Ahora es tiempo de entender que, todo lo que opera y funciona en la carne, así parezca maravilloso, tiene el mismo proceso y el mismo futuro. Lo viene diciendo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo a través de todos los tiempos y de toda la Escritura.
Y luego viene el gran espectáculo que ha dado origen a tantas elucubraciones, tanto de las coherentes como de las otras. Porque dice que cuando Jesús retorne, lo hará como un relámpago. Eso me dice a mí que, entre otras cosas, cuando Él venga, nadie, pero absolutamente nadie podrá decir que no lo vio o no supo nada de eso. Y que donde esté el cuerpo crucificado, allí nos juntaremos nosotros, que en este caso seríamos esas águilas mencionadas. Y el sensacionalismo a toda prueba. El sol oscureciéndose y la luna no dando más su resplandor. Tú entiende y cree lo que quieras, yo me quedo con que no habrá palabra genuina en los sitios donde debería haberla, así como todas esas modernas estrellas del evangelio, se caerán estrepitosamente de sus cielos de cartón pintado.
Sólo nos queda orar para tener revelación respecto a cuál será esa señal del Hijo del Hombre en el cielo. ¿Nunca te has preguntado como sabrás que el gran día ha llegado, si no tienes ni la menor idea de cual será esa señal? Nosotros leemos este texto y lo cerramos con varios “Gloria a Dios” y muchos “Aleluya”, pero la realidad concreta nos dice que no hemos podido ponernos de acuerdo respecto a cómo o cual será esa señal. Que tendrá carácter sobrenatural, no hay dudas, pero que cosa se verá o se oirá, no he leído ni oído a nadie que lo diga. Obviamente, yo tampoco. ¿Y qué tal si empezamos hoy mismo a pedirle al Señor, en oración, que nos dé luz al respecto?
Porque se hablan de nubes “raras” o nubosidades singulares. Pero eso no hace más que causar cierta confusión y no poco temor durante los días de tormenta. Si hubieran aprendido y enseñado que la palabra que aquí se traduce como Nube es nipash, habrían entendido que el significado no es el de cúmulus nimbus, sino Nubes de testigos. ¡Huau! Porque luego dice que enviará sus ángeles, que de ninguna manera son los mismos de Dios, aquellos serafines o querubines del Antiguo Testamento. Los ángeles de Jesús, son Mensajeros, que es justamente la traducción del vocablo griego utilizado, y que muy bien podrían ser humanos. Habla de las voces de las trompetas, que en la Biblia siempre son sinónimo de profetas. Y reunidos juntarán a los escogidos a los cuatro vientos. Absolutamente coherente. No a todos, a los escogidos.
De hecho, cuando se nos advierte de todas estas cosas, se nos aclara que cuando comencemos a verlas, podremos entender que el gran día está cada vez más cercano. ¿Verdad que no exageramos nada si decimos que esto indefectiblemente es así y que Su Segunda Venida está cerca, a las puertas? Y cuidado, porque no soy ni nunca fui de los que se pasan la vida entera diciendo “¡Cristo viene pronto!”. Pero las señales son las señales, y es posible que Cristo venga pronto. Sólo un pequeño detalle que no es menor. Cuando digo que viene pronto, me estoy refiriendo a un pronto llevado a la dimensión de eternidad, no a nuestra vida terrenal y humana. Podría ser mañana mismo, no lo sé, pero también dentro de cien años. Dios no vive en nuestro tiempo Cronos.
Y luego te lanza esa sentencia monumental a la cual, todavía, miles y miles de cristianos en todo el planeta, no han entendido. Y es cuando dice que el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán. Ten cuidado; porque las que no pasarán jamás, son las palabras que Él pronunció, no las que a nosotros se nos ocurra decir por diferentes motivos personales nuestros, y que adornamos religiosamente con el pomposo rótulo de que es “palabra del Señor”. Si todo esto último hubiera sido verdadero, ni te imaginas la cantidad de sobresaltos que hubiéramos pasado. Con grupos que se iban a las montañas vestidos de blanco a esperar al Jesús que ya estaba volviendo, con otros que dejaban de comer, trabajar y dormir, porque era eso lo que se les ordenaba. Pregunto: ¿Has visto algún cambio en algo a partir de esas teologías? ¿No? Entonces olvídalo, eran invento de hombre disfrazado de Biblia.
Y algo que cuando lo escuché por primera vez, (Después recién lo leí), me impactó. Que al día y la hora del retorno del Señor nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de los cielos, sino sólo Dios Padre. Ese mismo día, se me ocurrió algo que después debo haber repetido varias veces. Atención con esto, difundidores de hecatombes que andáis por el mundo en el supuesto nombre de Dios, anunciando finales para fechas determinadas. O a los otros que invitan a vestirse con blancas túnicas e ir a esperar al Señor a una montaña en un día y hora prefijada. Nadie lo sabe.
“Es que estamos en los últimos tiempos, Cristo viene ya”, dicen. La pregunta que cabe hacerles, es: ¿Los últimos tiempos de que o de quién? Porque si fueran los últimos tiempos de tu vida, con una expectativa final de 80 o 90 años, habría que hablar de cinco o seis años de espera, o veinte a lo sumo. Pero Dios no está hablando de ti, está hablando de la iglesia. Y utilizando los mismos porcentajes, si la iglesia lleva más de dos mil años (Que es de Jesucristo hacia aquí), esos últimos tiempos estarían oscilando en los ochenta o cien años. ¡Pero entonces falta muchísimo! No lo sabemos, porque tampoco sabemos cuándo empezó a moverse el espíritu del último tiempo. Nadie lo sabe. NI los ángeles más cercanos al Padre. Sólo el Padre. ¿Intentarás hacerme creer que te lo ha dicho, cuando se pasa toda la Biblia diciendo que no nos es dado conocerlo? Sólo pistas.
Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Esta es una pista. Una señora pista. Tengo un estudio en mi Web, tanto en audio como escrito, que se titula así: “Como en los días de Noé”. Allí encontrarás todo esto bien delineado. Aquí sólo puedo decirte algo. Dice que la venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé, así que lo único que debes preguntarte, es como eran los días de Noé. En ese tiempo comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento. ¿Los justos o los impíos? Los impíos, los justos construían el arca. Y cuando Noé entró en el arca, no entendieron. ¿Quiénes? Los impíos. Los justos entraron con Noé. Y vino el diluvio y se los llevó a todos. A los impíos, los justos estaban a salvo en el arca. Y remata diciendo que así será también la venida del Hijo del Hombre.
¡Púm! ¡Al diablo con tu teología y con la enseñanza que recibiste en más de la mitad de tu vida de cristiano! ¿No era que el arrebatamiento era para la iglesia y los que se quedaban eran los malos? Aquí se nos dice que será al revés, que los que serán arrancados serán los malos y los que quedarán a salvo, en el arca, serán los buenos. ¿Cómo es esta historia? Esta historia es muy sencilla: antes del arrebatamiento de la iglesia, que es real y verdadero, no lo dudes, y es del cual se habla en Tesalonicenses, vendrá otro evento no menos impactante e importante: el segado de la cizaña. Y eso es de lo que se habla aquí, no del arrebatamiento. Eso ocurrirá con los que hayan quedado, ¿Recuerdas? Siempre me preguntaba quiénes eran esos que habían quedado. Listo. Acá está, los que no fueron borrados por impíos.
Y lo mismo es en lo concerniente a aquellos famosos versículos que nos hablaban de esos dos que estaban en un campo, y que uno sería tomado y el otro sería dejado. Siempre nos enseñaron que el que era tomado era el bueno, nosotros, la iglesia. Si habláramos del arrebatamiento sí, así sería. Pero ya has visto que estamos hablando de otro suceso. ¿Entonces? Es al revés. El que es tomado es el impío, y el que es dejado es el justo. Es lo mismo con el verso siguiente, con aquellas dos mujeres en el molino. El mandato aquí es velar, porque no sabemos a qué hora vendrá el Señor. Esto, entre otras cosas, también incluye a que Dios no se mueve conforme a nuestra cronológica manera de medir el tiempo. Por esa razón, Él puede instaurar tranquilamente una hora 25 o 26 para retornar. No tiene por qué ser dentro de segundos, minutos, horas, días, meses o años terrestres y humanos extractados, para colmo de males, de un calendario elaborado por un Papa romano llamado Gregorio.
¡Tenemos tanta religión que, en casos, eso no nos permite conocer la Verdad! Al padre de cada casa, como autoridad máxima conferida por diseño, se le demanda no permitir que le minen su casa. El tema es saber qué significa minar una casa. Consumir, destruir poco a poco. Ese es el significado literal de la palabra Minar, usada aquí para ejemplificar la tarea que los ladrones hacen en las casas cuando quedan a su disposición. Y es bastante curiosa esta comparación con un ladrón, que en la carta de Pablo a los Tesalonicenses se reitera añadiendo que será su venida como la de un ladrón en la noche.
Y digo que es curiosa porque un ladrón, según cualquier buen diccionario, es uno que hurta o que roba. Entonces pregunto y pregúntate: uno que roba y por eso es llamado Ladrón, ¿Se lleva algo propio o algo ajeno? Algo ajeno. Ahí tienes tu teología tradicional. El Señor vendrá, en principio, para llevarse lo que no le pertenece. ¿Es coherente con lo de los días de Noé o no? Igualmente, no entres en confusión por algo en definitiva secundario. Tesalonicenses, por Pablo, dice que habrá un arrebatamiento de justos que serán recibidos por el Señor en las nubes. Punto, así será. Esto, deberás incluirlo en el marco de un evento anterior y no formando parte del mismo como se enseña en todos los seminarios, institutos y universidades teológicas del planeta.
Y luego repite que vendrá a la hora que ninguno de nosotros estará pensando. Y esto refuerza mi “descabellada” teoría de una hora no ortodoxa. Porque para que sea verdad que Él venga a una hora que yo no he pensado, es notorio que esa hora no está encuadrada dentro de las veinticuatro conocidas que yo puedo pensar, con sus minutos y segundos incluidos. Y enseguida se pregunta quién puede ser ese siervo fiel y prudente que Él mismo ha colocado sobre su casa para que nos dé el alimento a su tiempo. Aquí comienza, a mi entender y saber mediante luz interior del Espíritu Santo, a vislumbrarse la clave para estos tiempos. Porque si yo soy uno de esos siervos fieles y prudentes, estoy por sobre la casa del Señor, pero desde el ángulo y la óptica espiritual, no humana.
Por lo tanto, yo no puedo decidir en nombre de ese mandato, o comenzar a servirme de los miembros de esa casa por sobre la cual estoy, sino que debo plantearme de una vez por todas, servirlos yo a ellos. Y para hacerlo, tengo el mandato modelo y patrón: darles el alimento a tiempo. ¿Y qué significa darles el alimento a tiempo? Simple: darles una clase de alimento espiritual que es patrimonio de este tiempo, y no de algunos anteriores o recientemente pasados. En suma: cambiar el mensaje; cambiar la predicación; tomar la palabra rhema y dejar de lado las rutinas evangélicas tradicionales, costumbristas y de mero entretenimiento religioso.
Esto no significa que debamos tomarnos a golpes de puño o puntapiés con aquellos que no están dándole a las ovejas este alimento, sino algo similar, paralelo, imitador, pero falso. Allá ellos delante del Señor con sus responsabilidades. Lo que debemos hacer nosotros, contra viento y marea, es lo que no están haciendo otros supuestos y pretendidos siervos “importantes”. ¿Por qué debemos hacerlo? Simple, porque se nos dice que serán bienaventurados los siervos que, cuando el Señor venga, los encuentre haciendo así. ¿Necesitas algo más? Yo tengo que hacer lo que se me ha ordenado sin ponerme a estudiar ni reflexionar si falta mucho, más o menos o poco para que mi Señor retorne. Ese no es mi problema. Aquí queda claro que mi mayor problema sería que, cuando Él venga, no me encuentre haciendo así.
Porque, como en todo lo demás, aunque a muchos les fastidie o no les agrade hablar de ello, también para esto hay una recompensa establecida a la que podemos acceder sólo obedeciendo. Dice que quien obedezca, sobre todos sus bienes lo pondrá. ¿Puedes tomar dimensión de lo que significa esto? Es lo que leeremos luego, aquel tan famoso y legendario de bien buen siervo y fiel, que en lo poco ha sido fiel y sobre lo mucho lo pondrá. Entiende. ¡Dios no habla por hablar! Los hombres hacemos eso, pero no Él. Cuando Dios dice algo, eso es exactamente lo que hará. De acuerdo, lo entendemos, pero no lo podemos siquiera imaginar. ¿Alguien tiene alguna idea cercana a lo que significa estar sobre todos los bienes del Reino de los Cielos? No, no hay mente humana que pueda imaginarlo. Como tampoco lo que le suceda al que decida no obedecer. Porque luego advierte que quien no lo haga, sea por la razón que sea, será puesto en partes iguales con los hipócritas y desde lejos se oirá el lloro y crujir de dientes. ¡Tremendo!
Ya está. Esta es la palabra del tiempo presente. Este es el mensaje nuevo, (O al menos el principio de él) que los ministros que tenemos voces escuchadas debemos darle al pueblo. Basta de criticar a pastores, iglesias, organizaciones o ministerios con sus responsables con nombres y apellidos. A Dios puede placerle restaurarlos y entonces deberemos pasarnos la vida pidiéndoles perdón. Basta de hablar de todo lo que se está haciendo mal porque no es eso lo que a Dios más le interesa o le preocupa. Él tiene especial debilidad por lo que sea o no nuestra obediencia, ya que a partir de ella será o no será que nuestro futuro de eternidad sea en Su compañía. Líderes: basta de golpear a sus liderados y abusarse de ellos de todas las maneras posibles y factibles. Basta, los que son y se sienten más grandes, de hacerse servir por los más pequeños, porque ya fue escrito que los que verdaderamente son más grandes, prefieren servir a ser servidos.
Basta de inventar teologías y ponerlas en supuestas Biblias y como palabra de alguna clase desconocida de dioses, con la finalidad de favorecer posiciones personales y conveniencias ministeriales y económicas. Dios tiene una sola palabra, una sola doctrina y una sola enseñanza. Ya la escribió en la Biblia, esa misma Biblia que todos tenemos, algunos menos leemos, otros muchos menos profundizamos y, los menos de los menos se atreven a vivirla. El nuestro, ya lo hemos dicho en muchas ocasiones, no es el Dios castigador que inventó e implantó el catolicismo romano. Pero eso no quiere decir que nuestro Dios sea un ser débil e incapaz de hacer justicia con todas las letras. Dios es justo y es fuego consumidor. Por lo tanto, si ese fuego necesita llegar con alguna clase de disciplina, ni lo dudes que esa disciplina llegará, tal como lo terminas de oír y leer.
Hace muchos años, cuando tomé la decisión de seguir a Jesucristo y ser un creyente genuino y fiel, aquellos jóvenes mentores que me acompañaron en la mejor decisión que hice en mi vida, me hicieron conocer la única palabra considerada como enemiga número uno de los cristianos: Pecado. Con ella me enemisté y empecé a combatirla para erradicarla completamente de mi vida. Una batalla dura y prolongada, pero factible de victoria si se encara con humildad, responsabilidad y fe. No diré que la derroté por completo, porque todos saben que estaría exagerando o directamente mintiendo, pero sí puedo decir que la erradiqué de mi vida en un alto porcentaje, que seguramente debe ser muy parecido al de la mayoría de ustedes, los que escuchan o leen estas cosas en esta Web.
Sin embargo, (Y de esto no hace tanto tiempo) un día me enteré que había otra palabra enemiga que anteriormente no me había sido presentada, mucho más feroz y peligrosa, y que también debía combatirla si no quería que la primera se hiciera presente una y otra vez. Esta última palabra, que el Espíritu me ha ordenado enseñarte hoy, es Iniquidad. Confieso que, hasta allí, a ese término lo había leído todas las veces que seguramente también lo habrán leído muchos de ustedes, pero no me había hecho ruido alguno en mi entendimiento sencillamente por una razón: no sabía el significado de esa palabra, iniquidad. Y como normalmente hemos hecho muchos cristianos a lo largo de nuestra vida de fe, hice lo que una mayoría todavía sigue haciendo: cuando no entiende algo de lo que dice su Biblia, pasa al versículo siguiente y se acabó el problema. Algún día vendrá alguien y me explicará lo que ahora ignoro.
Y apareció ese alguien. Más de uno, tal vez, no lo recuerdo, pero aparecieron con estudios sustentados en capítulos y versículos que, con mucha precisión, me informaron que la tan famosa Iniquidad, era la suma de todos los pecados de mis ancestros que, si no procedía a cubrirme con la sangre de Jesús y cortar en su nombre con toda ligadura con la herencia, podía perjudicarme al grado tal de caer en la primera enemiga: Pecado. Ese día me enteré de quién y qué era la Iniquidad y decidí, al igual que la primera palabra peligrosa, enfrentarla y combatirla. No sólo para mi propio bienestar, sino para el de toda mi familia. Porque si es como me enseñaron un mal hereditario, esa Iniquidad que yo había heredado, de no ser sacada de mi vida, iba a traspasarse a mis hijos, nietos y biznietos. Hasta la cuarta generación.
Y tranquilamente a esto podría cerrarlo aquí, como si lo relatado fuera todo, ya que no hay demasiado para añadirle. Y eso hubiera sido lo que iba a suceder, si no fuera que, al Espíritu Santo, reitero, le agradó poner en mi espíritu una carga que debería llevarme unos pasos más allá de esa simpleza casi infantil que me decía que Iniquidad es el pecado de bisabuelos, abuelos y padres que, si no me defiendo con la sangre derramada en la cruz, se alojará en mí y me llevará a la ruina espiritual, almática y corporal. No se trataría de descalificar esta última enseñanza recibida, sino muy por el contrario, salir a partir de ella a procurar completarla, profundizarla y ponerla blanco sobre negro lo mejor que se pueda, para que todo el que me escucha o me lee pueda combatirla mejor y con mayores chances de victoria.
Lo primero que hice, como buen principiante, fue buscar el significado de Iniquidad en el diccionario. Me dio una sola definición: Maldad, injusticia grande. ¿Eso se podría heredar? Quizás, pero yo buscaba Iniquidad. ¡Qué saben estos incrédulos intelectuales! Vamos a ver en un buen diccionario bíblico: El sencillo dice: Significa, literalmente, injusticia, la condición de no ser recto, ya sea en relación con Dios, en base a su norma inamovible de justicia y santidad, o en relación con los hombres, en base a lo que el hombre sabe que es justo por su propia conciencia. Alfonso Lockward lo define así: En el AT se traduce así el término hebreo awon, que señala al pecado con énfasis en su depravación y perversión. También desde el punto de vista de su carácter de injusticia grande, causa de especial culpabilidad frente a Dios. El Diccionario Bíblico Perspicacia es más escueto: Cualidad de aquello que no se amolda a la norma de excelencia moral de Dios y por ello es malo, perverso o inservible.
De acuerdo, enterado, pero ¿Cómo llego yo a saber bajo qué rudimentos o fundamentos todo esto puede ser traspasado hereditariamente a toda una descendencia? El texto que podríamos considerar como base para esta enseñanza, está en el libro del Éxodo capítulo 34. Allí relata el momento en que Dios le ordena a Moisés preparar dos piedras lisas donde su dedo posteriormente escribirá los legendarios Diez Mandamientos. Y en el marco de ese episodio. Dios desciende de una nube y relata lo que nos interesa. Esencialmente, menciona que ese Jehová fuerte y que guarda misericordia a millares, visita la iniquidad. Correcto, ninguna duda te queda leyéndolo tal como está escrito en nuestra versión tradicional Reina Valera. No me gusta meterme en confusión ni trasladarla a quienes reciben todo esto dando participación a otras versiones de la Biblia, pero sí creo más que necesario recurrir a una interlineal que me permita dilucidar la frase que más me sobresale: visita la iniquidad. ¿Cómo que la visita? ¿Está clara para ustedes esta expresión? Si lo está, les pido disculpas, pero yo no terminé de entenderla. Así que recurrí a la interlineal para ver el original hebreo. No está la palabra Iniquidad como tal, está el vocablo avón o awon, pero se lo traduce como perversidad (Algo torcido) o mal moral, que también puede definirse en Maldad.
En cuanto a visitar, la palabra original es pacad y se la traduce como visitar, con intención amistosa u hostil, y por analogía supervisar, reunir, acusar, cuidar de, extrañar, depositar. Ahora sí me queda claro: Dios supervisa, vigila o cuida que no exista esa perversidad y esa maldad moral en los padres, hijos, etc. Lo hace hoy conmigo, lo está haciendo ahora también contigo. Entonces allí fue donde acudí a los albores del uso de esta palabra. En el libro de Ezequiel, en su capítulo 28, se hace una descripción de ese hermoso arcángel llamado Luzbel, más vulgarmente conocido luego como Lucifer y batallando a full contra el hombre como su más fiero Adversario, que es justamente el significado de la palabra Satanás. Y allí me encuentro con una descripción muy completa de este personaje. Y se hace especial énfasis en que se halló en él maldad y que, por causa de la multitud de sus contrataciones, fue lleno de iniquidad y pecado.
Debo reconocer que cuando leí este pasaje, se me cruzaron los ojos. Algo de lo que yo sabía, o suponía que sabía, sentí la sensación de que no era tal como yo suponía que era. O que me había quedado con una interpretación demasiado liviana. Porque aquí están hablando de Luzbel, que es como decir que están describiendo la historia de Satanás, un hermoso arcángel creado por Dios para brillar, no para traer oscuridad. Y hay tres palabras que se encadenan y dejan un interrogante que procuraremos develar. Dice que todo iba de maravillas con este querubín protector, hasta que se halló en él maldad. Pregunto: ¿De dónde salió esa maldad? ¿Como se adueñó de él? Creo que este. todavía sigue siendo uno de los grandes misterios quizás reservados para ser revelados en el día final. Pero el caso es que de pronto, en este hermoso Luzbel, había maldad. Y que a partir de allí comenzó alguna especie de negociados, que, por resultarles positivos, lo llenaron de Iniquidad. Y que, como consecuencia de la suma de ambas cosas, Maldad y luego Iniquidad, él pecó. Mi pregunta cuando terminé de leer esto, fue: si la iniquidad es el pecado heredado de nuestros antepasados, ¿De dónde y de quién lo heredó Luzbel?
Repasemos la interlineal en el mismo texto de Ezequiel 28. En el verso 13, se confirma que Luzbel fue un ser creado. La palabra usada es bara, que se traduce justamente como crear. En el verso siguiente, el 14, donde dice que era un querubín, (Que es una palabra incierta, sin significado terrenal visible) grande, esta última palabra es la palabra mimshákj, que si bien esta versión traduce como Ungido, en la explicación más amplia se lo da como esparcido, como si estuviera con sus alas extendidas. En el 15, dice que era perfecto, y esa palabra es tamín, que se traduce como íntegro o sin defecto. Y que eso fue hasta que se halló en él maldad. La palabra aquí es ével y nos habla de un mal moral, y con mayor amplitud, de alguien que de pronto es moralmente distorsionado.
Y así llegamos al verso 16, donde se nos habla de la multitud de las contrataciones de Luzbel. No sé tú, pero yo he oído decenas de interpretaciones distintas respecto a eso. La palabra que vemos es comercio, y en el original es reculá, que se traduce exactamente así, comercio. El gran tema es que el texto tradicional dice que, por andar en estas cosas, él se llenó de iniquidad, pero la palabra que leemos en esta versión es Violencia. En el original hebreo, la palabra es kjamás, y su traducción implica eso: violencia, mal, daño por, (Atención con esto) ganancia injusta. Está claro: cualquier negociado que estuviera haciendo Luzbel, no era ni del agrado de Dios ni formaba parte de Su propósito ni Su voluntad. Kjamas. ¿Te resulta familiar el término? Sí, de allí sacó su nombre ese grupo terrorista que tan de actualidad estuvo hace unos meses.
Ahora bien, sin menosprecio a la enseñanza que recibí y en la cual confío y creo, porque me ha sido efectiva, entiendo que, a la hora de ser muy puntuales y específicos, que es como se debe librar una batalla espiritual, creo que con cortar con toda iniquidad con relación a los pecados cometidos por nuestros ancestros, quizás no sea suficiente para cerrar definitivamente este proceso, si es que se conoce algo más y se puede aprovechar lo que el Espíritu Santo nos muestra para ser más efectivos. ¿Qué es concretamente lo que heredamos de nuestros bisabuelos, abuelos y padres, y que al mismo tiempo corremos el enorme riesgo de transferir a nuestros hijos? Iniquidad, ese es el nombre global y de guerra, pero específicamente, ¿De qué estamos hablando? Hasta aquí, por lo poco que hemos examinado, lo que se transfiere generacionalmente, es Maldad y Violencia. Ni se me ocurre dudarlo. He visto demasiados hijos proceder con la misma maldad de sus padres y también ser golpeadores de sus mujeres cuando su padre lo era de su propia madre. Pero… ¿Es todo?
Cualquier mediana concordancia te mostrará que la palabra Iniquidad está alrededor de doscientas veces en la Biblia, (Las distintas concordancias no coinciden y contarlas una por una en nuestras Biblias tampoco nos asegura nada, porque hay demasiadas imperfecciones en la traducción), y que, en su enorme mayoría, es en el Antiguo Testamento. Lo que sí se puede observar, es que no en todos los casos significa lo mismo. Quiero examinar todos esos textos y ver lo que globalmente, nos están mostrando. Pero quiero hacerlo partiendo de una base que me da como maldad y violencia las palabras más utilizadas para representar a la Iniquidad, pero añadiéndole algo más con lo que me encontré investigando el tema. En algún texto bíblico, la palabra Iniquidad está traducida del vocablo griego antiguo ανομία, cuya traducción correcta es la palabra anomía. ¿Y qué significa anomía? Ausencia de normas o convenciones en una sociedad o persona, o su irrespeto o degradación. Pasándolo en limpio: Decisión personal de no respetar leyes ni conceptos de nadie. Una equivalencia a la rebeldía o rebelión. Arrancando desde esta base, creo que nos resultará más sencillo, ya que lo que muestra Luzbel en su caída, justamente fue eso: rebelión, rechazar la autoridad y las leyes de Dios, y operar para que su flamante creación, el hombre, caiga en lo mismo. Iniquidad.
En el texto de Génesis 49:16, donde leemos Iniquidad, aquí, la palabra usada es una vez más, kjamás, cuya traducción correcta, reitero, es Violencia, que es como aparece en la versión interlineal. Y eso es coherente con uno de los versos siguientes, donde Jacob declara que no seguirá la rutina de Simeón y Leví, porque en su furor mataron hombres. Iniquidad. Violencia. Kjamas. Furor, homicidios, violencia. ¿Es necesario continuar? Quiero que entiendas que Dios hace una clara diferencia en el momento en que se está manifestando, entre iniquidad, rebelión y pecado. Las tres cosas son diferentes y tienen que ser tratadas, también de manera diferente. En la gran mayoría de púlpitos o plataformas cristianas, se predica en contra del pecado, se predica que hay que arrepentirse de los pecados. Pero en muy pocos lugares se trata con la raíz del pecado. La raíz de todo el mal. La raíz que introduce el pensamiento pecaminoso, que introduce esta forma de pecado, es la iniquidad. Si yo pienso en el pecado, el pecado es sólo el fruto de la carne. Me pregunto cuántos saben que los frutos no son ni el tronco, ni las raíces.
Manifiestas son las obras de la carne, dice la Palabra con absoluta claridad en otro lugar. Son los frutos de la carne. Cuando tratamos con el pecado, estamos tratando simplemente con la parte externa. Pero la interna, la que viene de las raíces de ese árbol, la iniquidad, no ha sido ni enseñada ni tratada de la misma manera. Y ese ha sido, creo no equivocarme, el mayor drama de la iglesia, tanto en el pasado siglo veinte, como en este siglo veintiuno que estamos transitando. Cabe aclarar que Iniquidad y pecado, son dos cosas diferentes. Si a la iniquidad la dejamos de lado, vamos a estar en un problema constante, porque la justicia de Dios, así como el amor de Dios nunca puede dejar de ser, Su Justicia nunca puede dejar de juzgar. Y cuando digo juzgar, estoy queriendo decir: alinear. Cuando Dios juzga, Dios viene a alinear lo que está torcido. En este texto, conforme a lo que vemos en el verso 9, Iniquidad es el equivalente a Terquedad, Ceguera Espiritual.
El juicio de Dios que vemos manifestado aquí, no es un golpe destructivo, sino una estrategia para enderezar el camino de alguien. Entonces la justicia necesariamente juzga. ¿Y qué es lo que juzga la justicia? Necesariamente e irremediablemente, la justicia va a juzgar la iniquidad. Donde quiera que se encuentre la iniquidad, la Justicia de Dios va a estar tratando de enderezar. El problema es que, si no tratamos con la iniquidad, vamos a estar en un conflicto continuo entre ella y la justicia. Por eso vemos en tantas partes de la tierra a personas que aseguran que no están caminando en pecado, que llevan una vida santa de la mejor manera que pueden y que no se explican cómo las ataca el diablo, financieramente están en bancarrota, llenos de enfermedades, les pasa de todo y no lo pueden explicar. Otro significado de Iniquidad, entonces, es Injusticia
Nunca Pierdas Protección (Audio)
Cuando tú eres un ignorante que te desvías y quedas librado a tu suerte, sin protección del cielo, o te echas a perder por envidia de la prosperidad de los necios, olvidas habitar en Dios confiadamente, con lo que ganarías una vida tranquila y sin temores.