Estudios » Blog

Ministrando Para Provecho Mutuo

 

 (1 Pedro 4: 10) = Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 

Aquí queda implícito un punto neurálgico que no siempre ha sido visto con claridad. Si se nos dice que debemos ministrar a los demás el don que hemos recibido, conforme a la multiforme gracia de Dios, eso significa que debemos proceder a dar de gracia lo que de gracia hemos recibido. ¡Pero, hermano! ¿Y de qué voy a vivir mientras hago eso? ¿Cómo voy a sostener a mi familia? Con lo que el Señor te reconozca al cubrir tus necesidades por la simple razón de que tú estás obedeciendo un mandato suyo. ¿Puedes creer eso? ¿Puedes confiar en fe que así será?  Mira; en el puedo o no puedo qué pasó por tu cabeza en este instante, está tu respuesta. Y en la respuesta que tú ya conoces, está tu futuro ministerial o no ministerial. El mejor ejemplo que tengo a mano, es el mío. Jamás pedí un centavo a nadie por mi trabajo ministerial. Jamás publiqué números de cuenta bancaria ni formas de enviar donaciones en mi Web. Y no soy un millonario  excéntrico haciendo beneficencia, soy un jubilado que debe comer todos los días y además sostener una vivienda y su familia. En dieciocho años de ministerio ejecutivo, jamás debí poner un centavo propio para sostener todo esto. Esa es mi única garantía de haber sido: 1) Llamado 2) Enviado 3) Respaldado.

(1 Corintios 12: 7) = Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 

Alguien que escuché alguna vez predicar sobre este texto dijo, como al pasar, que en los originales no dice simplemente para provecho, sino que en verdad lo que se lee allí es: para provecho mutuo. Y si bien esto no cambia el eje central de la cuestión, creo que sí le otorga una mirada diferente a todo el andamiaje ministerial. Porque si yo recibo una manifestación del Espíritu, cierto es que en primera medida será para provecho de ustedes, los que de uno u otro modo se benefician, se alimentan o maduran a partir de nuestros trabajos. Pero aquí nos encontramos con que también eso, me habrá de beneficiar a mí mismo, aunque no necesariamente en lo que la mayor parte de los ministros ha supuesto: su provecho material y económico. Es probable que algo de esto esté incluido, ya que el obrero siempre seguirá siendo digno de su salario, pero el provecho del cual habla el Señor, es obvio que está bastante por encima de un billete más o un billete menos.

(Verso 11) = Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

Las últimas tres palabras deberán quedar repicando como si fueran campanas de alerta para todos nosotros: cómo Él quiere. A esta altura nosotros sabemos que no podemos gobernar sobre los dones. Los dones van a venir de parte de Dios. Y aquí hay un pequeño secreto. Si hemos sido claros, ustedes ya entendieron que un don viene porque Dios necesita que tú hagas algo, para lo cual de forma natural no tienes capacidad.  Ahora, dice que el Espíritu da como quiere, ¿Verdad? Y eso es correcto. Pero, ¿Qué pasa si tú, en tu corazón, te propones hacer algo para lo cual no estás capacitado? Yo creo que Dios va a aceptar esa acción, si es que ve en tu corazón que responde a una intención sana y no a una conveniencia personal. Y entonces va a darte un don que no tenía reservado para darte, pero que ahora lo hace como consecuencia de tu firme decisión de hacerlo. Alguna vez flui como profeta, otras como pastor, otras como evangelista y en algunas hasta como apóstol. Pero fue sólo fluir por un tiempo breve y nada más. ¡Gloria al Señor por su misericordia!

O sea: aunque el trabajo del Espíritu Santo sigue siendo administrar los dones conforme a su multiforme sabiduría, si tú encaras un proyecto que está conforme al propósito y la voluntad de Dios, y lo haces buscando su glorificación y no la tuya, Dios te va a dar un don que te sea de utilidad para llevar adelante ese proyecto. Con eso te quiero decir que, la única persona que no debe tener dones, es la que ha decidido no hacer nada. ¿Y por qué motivo lo haría? Por la probabilidad del mal uso de esos dones. ¿Es que una persona puede, entonces, llegar a abusar de los dones? ¡Por supuesto que sí! ¿Sabes cuál es el mayor abuso? No usarlos. Por eso Pablo dice:

(1 Timoteo 4: 14) = No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 

(2 Timoteo 1: 6) = Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 

Pablo está diciendo algo importante, le está pidiendo que cuide lo que Dios le ha dado, que lo siga usando. Menciona algo que no siempre se enseña con claridad y que por esa razón ha llevado a muchos a la confusión y, lo peor, al engaño: Tú puedes recibir un don de Dios mediante la imposición de manos de alguien enviado por Dios para hacerlo. Pero, mucho cuidado, porque si no pesas los espíritus, también te pueden transferir demonios por la misma vía, si los hombres en cuestión no vienen de parte de Dios. Y lo segundo que hace notar, es que si debemos avivar un fuego, es porque el fuego en cuestión puede extinguirse y el don quedar neutralizado. En la Primera carta a los Corintios, en el capítulo 13, Pablo da la pista para utilizar correctamente los dones. El introdujo el tema en el capítulo 12 y verso 31. Pablo hace una larga lista de esos dones, y luego se expresa en el verso siguiente:

(1 Corintios 12: 31) = Procurad, pues, los dones mejores. Más yo os muestro un camino aún más excelente.

Y allí empieza el relato del capítulo 13. ¿Y cuál es el camino más excelente del que habla antes? El del amor. Sin embargo, la meta final de todos los dones, es que nos van a ayudar a desarrollar el carácter, ¿Recuerdas? Ten presente que estamos hablando de la imagen. Y que el Espíritu Santo viene a capacitarnos para hacer con excelencia algo que, de otro modo, haríamos defectuosamente. Esta tarea del Espíritu Santo, me va a llevar, no sé por qué caminos, no sé por qué rutas, a desarrollar el amor en mi vida. Vamos a vivir en algún momento la realidad de Corintios 13 si somos sensibles al Espíritu Santo. Y no porque lo busquemos, sino que es el derrotero, es el canal, es el camino. Porque no hay forma en que tú puedas experimentar los dones y el ministerio del Señor, sin que termines amando más.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

agosto 21, 2021 Néstor Martínez