Estudios » Blog

Pasos Para la Iniciación

Existe una duda que no siempre se ha develado: ¿Satanás puede falsificar los dones? Sí, Satanás puede y de hecho lo hace, falsificar los dones. ¡Satanás es hábil! Que ya esté vencido no significa que haya que subestimarlo. Tú vas a ver a mucha gente que utiliza dones, pero que no manifiesta amor en su vida. ¡Esa es una falsificación!  Mientras más desarrollado tenga una persona el ministerio, más desarrollado el amor en su vida podremos ver. Es parte de un solo paquete. Ahora bien; dentro de los dones, tenemos los dones del habla, los dones de servicio, los dones de señales y los dones de oficio. Claro que esta clasificación va a variar de acuerdo con el libro que tú leas.

Convengamos que esta misma clasificación que quizás ayuda a especificar, pero al mismo tiempo creo que restringe, no es del todo apropiada. ¿Por qué? Por varias razones. Una de ellas, por ejemplo, es que dice que hay dones del habla. Supongo que estamos hablando de la palabra de ciencia, pero por lo menos resulta mezquino su análisis. Porque el don es muy cierto que se manifiesta hablando, pero todos sabemos que la persona que tiene el don, percibe el don de diferentes maneras. Es tu espíritu entero el que percibe lo que está dentro de una persona. ¡No es sólo el hablar! Si yo tengo una palabra de conocimiento es porque el Señor me ha mostrado que entre quienes me escuchan hay una persona que esta viviendo un problema grave. Y cuando yo lo diga, será un don del hablar, pero lo que sentí previamente, integra en mayor volumen lo que generalmente denominamos como palabra de conocimiento.

No es tan así. Mira por ejemplo las señales, (Ahí entran los milagros). Cuando tú oras, declaras, decretas o reprendes y alguien es liberado o sanado, ¿Acaso no hablas? Esto significa que ese don que está dentro del rubro de dones de señales, si se quiere también podría ser incorporado al don de hablar. Porque no veo a nadie expresando sanidad sin declararlo en voz alta. O sea que esta clasificación que te mencioné tiene un alto grado de teología sistemática, que tal vez no sea algo malo en sí mismo, pero que sí comienza a serlo cuando entra en reemplazo de la guía del Espíritu Santo. Y ese es un error por engaño en el que ha caído un altísimo porcentaje de la iglesia. Lo podemos utilizar de manera didáctica a la hora de enseñar y será positivo, pero yo preferiría quedarme con aspectos más concretos. Por ejemplo, hay dones que vienen del Padre, hay dones que vienen del Hijo y hay dones que vienen del Espíritu Santo. Nosotros, hoy, aquí, estamos hablando de los dones que vienen del Hijo, no de los del Padre ni de los del Espíritu.

Cuando hablamos de los dones de oficio, estamos hablando de dones que entran como posiciones de oficio en la iglesia. Esto es: Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros. Entre estos cinco ministerios habrán de distribuirse esos dones que mencionamos con las características específicas. Este es el detalle: Dones de Habla: Profecía, enseñanza, exhortación, palabra de conocimiento, palabra de sabiduría. Dones de Servicio: Discernimiento de espíritus, liderazgo, administración, fe, contribución, ayuda, servicio, misericordia, hospitalidad. Dones de Señales: Milagros, sanidad, lenguas, interpretación de lenguas. Dones de Oficio: lo dicho: Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.

Sin embargo, yo creo, (Y no soy el único, te lo aseguro), que lo más importante alrededor de los dones, es conocer sus motivos de existencia. Esto es: cuál es la razón de los dones. ¿Te digo la más importante para mí y para muchos otros que he escuchado hablar de esto? Recuperar la imagen del Hijo. ¿Te digo más? Si tú recibes un don, lo ejerces con todo éxito, pero eso no aporta nada para recuperar la imagen del Hijo, ese don está en tierra inútil, no tiene caso su existencia. Si en el grupo donde te congregas o te reúnes a dialogar de estas cosas, hay gente que tiene buenos dones pero que eso no les ha modificado su carácter, entonces tengo la sensación que algo no está como Dios había dispuesto que esté. Si un don sólo va a servir para que un montón de gente se entretenga y la pase bonito, me temo que alguien está burlándose de quien es herejía burlarse.

Seré honesto cómo te mereces. Si algo aborrece Dios es todo ese almidonado de apariencia conque durante años y años se ha rodeado la iglesia en casi todas sus estructuras. Los temblequeos de personas nunca salvaron a nadie, pero el carácter de una persona recta y que sabe enfrentar su vida con fuerza y valentía, eso sí que impacta en la gente incrédula. Sin embargo, y utilizando un idioma que me es familiar, he observado que el temblequeo tiene más prensa que la rectitud. Oye: no estoy hablando de simulación, ¿Está claro? Conocí gente que cuando le orabas, le venía ese temblequeo y era buena gente, sentían de verdad eso y no lo frenaban ni disimulaban y estaba todo bien; esto es, nada en contra de ellos, absolutamente. Lo que sí sostengo, (Y ha sido comprobado), que esa experiencia no modificaba en nada a esa persona que, en la próxima reunión, venía exactamente igual a la anterior, vivía otra vez lo mismo, se iba y así de manera permanente.

Todas las personas que se han convertido por causa de mi participación en una u otra escala, llegaron a los pies de Cristo por impacto de algo testimonial que vieron en mi vida. Nunca nadie llegó a convertirse al Señor, (Al menos desde mi protagonismo), mediante recursos de teología. Se ha escrito un libro por allí que ha tenido bastante éxito en cuanto a su lectura, y que constituye casi una sátira de las formas en que la iglesia predica el evangelio en este tiempo. “Igle-Burger” creo que se titula, o algo parecido y hace especial énfasis en una iglesia casi a pedido del miembro asistente. No es mi intención sumarme a esa sátira crítica, pero sí recalar hondo y profundo en nuestros antiguos y tradicionales errores, con la finalidad de devolverle a la iglesia post pandemia, (Si eso sucede) el rol precioso que debía tener y perdió hace un tiempo: extender el Reino. El Reino. ¿Quién tiene en cuenta al Reino? Porque eso fue lo que predicó Jesús. Y sólo el Reino y su justicia pueden mover al sistema.

Porque mientras una gran parte de lo que llamamos la iglesia anda buscando a ver cómo puede hacer para ganar almas, cosa que de ninguna manera está mal, ni mucho menos, otra parte que tal vez sea un tanto menor, anda buscando ver cómo hace para recuperar la imagen perdida. Eso, automáticamente hace mutar a una iglesia evangelística en una iglesia transformadora. Pero, cuidado con esto: sigue haciendo evangelismo y lo sigue haciendo con el mismo énfasis, pero lo que va a cambiar será la visión global. Que en algún momento cierto liderazgo deje de prestar máxima atención al número de personas convertidas o al número creciente o decreciente de una congregación, y que se vuelque a examinar el número de gente transformada.

Es obvio que, a medida que cualquiera de nosotros, los que de una u otra manera andamos mezclados y al mismo tiempo unidos en este objetivo, hablamos, hay mucha gente que va modificando su cultura. La mentalidad evangelística que hoy por hoy es la que prevalece en la mayoría abrumadora de las iglesias cristianas, y que es buena en su esencia, sin embargo no va a cumplir con el propósito de Dios. Yo creo que ninguna nación va a ser transformada, tal como lo profetizan las escrituras más antiguas, si no es a través de vidas transformadas. Si en mi ciudad de un millón y medio de habitantes, hay doscientos mil cristianos evangélicos distribuidos en las iglesias locales, es evidente que ellos no han alcanzado, al menos hasta este preciso momento, para transformar mi ciudad para Cristo. Me atrevería a decir que los que sí lo están intentando, son los que aun siendo muchos menos en número, por el momento no están en iglesia convencional alguna. Es decir: no tienen un templo al que asistir, pero tienen un objetivo claro para cumplir.

Porque si en lugar de esos doscientos mil, yo tuviera diez mil, pero con vidas totalmente transformadas y sirviendo de ejemplo y modelo de vida santa, recta, honesta y transparente, entonces tengo la certeza que mi ciudad sería impactada y transformada en muy poco tiempo. ¿Por qué pasaría eso? Porque cada hombre o mujer sólo puede dar de lo que tiene. Y sólo si tiene una vida transformada ese creyente podrá llevar a otros a la transformación. Lo digo ahora de una forma global y, si quieres, hasta informativa. La cultura del evangelismo de nuestras iglesias, ha llenado a nuestros templos de personas, pero no ha transformado a ninguna ciudad que sirva de plataforma, ejemplo o patrón a seguir. Y eso nos lleva a seguir siendo una mayoría en población, pero una minoría en influencia. Algo está mal, es evidente. ¿Qué es? Sin dudas: El énfasis.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

agosto 28, 2021 Néstor Martínez