Pablo un día está hablando, y está diciendo que se tenga un cuidado especial sobre todo el rebaño. Él dice que el Espíritu Santo los ha puesto como obispos. Y fíjate que esa recomendación gira en torno a la ficha técnica, en el cuidado. Pablo sabía que cuando él ya no esté presente, iban a aparecer otras personas que iban a querer destruir la iglesia. Es impresionante cómo una persona, puede constituirse en un guardián del proceso de Dios. Lo que quiero mostrarte es que nadie pudo tocar la iglesia mientras tanto Pablo estuvo de pie. ¿Sabes cuándo comienzan los problemas plenos y graves en la iglesia? Cuando el último apóstol, Juan, muere. Cuando Juan muere, se levantan muchas cosas.
Ahí es donde te das cuenta de la cualidad y la calidad de ese manto que tenía Pablo. ¡Era tremendo! Para muchos, y me incluyo, Pablo fue el David del Nuevo Testamento. Es el que más lejos llega. Tú ya sabes que bajo el gobierno de David, es donde Israel logra su mayor extensión territorial, le pone límites a todos los enemigos, levanta un templo para el Señor, organiza toda la liturgia, organiza todo lo que eran las celebraciones, él hace que la gente venga a celebrar a Jerusalén tres veces al año. Tú no sé si sabes que en aquellos tiempos, ya había delincuencia notable. Y era mucha la gente que deseando venir a celebrar a Jerusalén, no podía hacerlo porque vivía retirado y hacer el viaje redundaba muchas veces en que algunos de los muchos ladrones que esperaban en los caminos les robaran todo. David creó un sistema de lo que hoy se llamaría seguridad ciudadana, y eso hizo que no sólo esa gente pudiera venir sin problemas, sino que incluso luego se permitiera el lujo de salir a pasear a cualquier hora y por cualquier lugar.
Por eso digo que Pablo es como un David del Nuevo Testamento. Edifica el templo, tenía un diseño muy claro del templo de Dios, y él era eso. De hecho, resulta muy poco posible referirse a un solo ministerio sin mencionar a otros. Sobre todo cuando aquel del que estamos hablando, bíblicamente no tiene demasiada base. Y sobre todo cuando ese ministerio que no tiene suficiente base bíblica, hoy es el que domina la iglesia. Las razones de esto, en realidad, no existen. Es como si en una puja de poderes, los pastores hubieran hecho más fuerza y mejor. No le hace, esto tiene que ver con el ámbito espiritual, no con el sistema eclesiástico o religioso. En estos últimos, el pastor tiene incidencia y trascendencia. En el otro, en el espiritual, sólo si ha sido llamado para ello, de otro modo, no existe. De hecho, ha llegado el tiempo donde los que son genuinos, deberán dar el paso que los falsos aún no han dado.
Por eso te cuento que, una de las características de los ministerios apostólicos, de los que son apóstoles, es que son ellos los que sostienen la seguridad de una región. O sea: el diablo no puede tomar control de esa región en tanto esa persona esté allí. ¿De dónde sacamos eso? De que los apóstoles, en esencia, son territoriales. ¿Y si se diera el caso en que el diablo sí tome control de una región? Hay que re-evaluar ese apóstol, su presencia no tiene la autoridad correcta. ¿Recuerdan uno de los títulos que sus guardias le otorgan a David? Le dicen: Rey, tú eres la lámpara de Dios. Eso le dijeron sus generales cuando casi lo matan en una guerra. Le pidieron que no fuera más a combatir, le dijeron que a él no le podía pasar nada porque…era la lámpara de Dios. ¡Qué tremendo! ¡Qué tremendo sería hoy, que la presencia de sólo un hombre, impidiera la labor satánica en una región!
Esa es la mayor autoridad apostólica. Nada que ver con tener mil iglesias bajo tu cobertura. La mayor autoridad es que el diablo no pueda tocar tu ciudad ni la región a la que has sido enviado. Enviado, apostellos. No es enviado a dónde le parezca mejor, es enviado donde Dios decide. ¡Así es como sí funciona! Estoy de acuerdo en que en estos tiempos, y por imposición de intereses personales y sectoriales, cualquier líder de cierto predicamento ha sido erigido como apóstol, pero no menos cierto es que algunas denominaciones siguen enseñando que los apóstoles ya dejaron de ser y que hoy no tienen razón de existir. Allí es donde Satanás se ha levantado tranquilo y sin impedimentos para destruir todo lo que tenga color y olor a Dios. ¿Será que no es eso lo que ven tus ojos, habites donde habites en este tiempo? Ahora, antes de seguir con esto, reflexiona un momento y ponte en oración por tu país, sea cual fuere. ¿Lo has podido ver? ¿Sí? ¡Muy bien! ¡Ahora ya sabes cuántos apóstoles hay en tu patria! O no hay, depende…
Aquí está hablando Pablo, y noten sus palabras. Dice: Sé que cuando me vaya, vendrán otros. Ahora; ¿A quiénes les pide que cuiden el rebaño? A los obispos, no a los apóstoles. Y no digo pastores como he oído enseñar, porque la mayor parte de las versiones confiables de la Biblia dicen “obispos”, mientras que “pastores” sólo una versión de la que alguien se tomó para defender ese ministerio conforme a como hoy se lleva adelante. Lo lamento, sigue siendo indefendible. Lo cierto es que los apóstoles cuidan territorios, no rebaños. Y los obispos, ancianos o pastores, si tú quieres, cuidan rebaños, no territorios. ¿No es lo mismo? Aparentemente, no, aunque en el final los resultados de esa división de responsabilidades coincidan en una: porque quien cuida un territorio, finalmente está cuidando también un rebaño que habita ese territorio. A la inversa no es así, porque quien está cuidando un rebaño, de ninguna manera tendrá ni tiempo ni perspectiva para cuidar un territorio.
Dios les bendiga, mis amados.
Cuando leí está reflexión. Le pedí al Padre que pusiera una palabra, para introducir este comentario. Y me sorprendió cuando Él Padre puso en mi Espíritu esto.
«Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?» Apocalipsis 13:1-4
Y me dije: ¡WoW!, Padre que palabra más dura.
Esto claro está, en base a lo que Él me ha mostrado, conforme a la misma que difiere mucho de la enseñanza clásica. Recuerdo que cuando fui a la que fue mi primera experiencia dentro de una congregación. Él Padre me dijo: «hijo, no quiero que te unas a ningún ministerio.» Lo cual me pareció extraño, pero después me di cuenta en base a lo que allí se ministraba, que el pertenecer a uno ofrecía cierto prestigio dentro de la misma. Y que si por alguna razón salías de dicha institución, eras baneado del ministerio y no podía ejercer su actividad en otro lugar.
Digo esto por la razón de que últimamente, he visto el enorme énfasis que se ha puesto en los ministerios, sus funciones, y alcances. Incluso he escuchado formas de activar los dones que están «asociados» a estos. Y cuando veo esto. Y miro en las esferas espirituales, que se han de manifestar en estos tiempos. Veo un estancamiento, porque todo el ámbito ha cambiado en cuanto a la manifestación del Espíritu Santo. Pues El Espíritu Santo quiere unirlos todos, para formar las bases del Diseño original. Que es la plenitud de Cristo, la manifestación de los hijos de Dios. Y entiendo que la Palabra enseña, que con el simple hecho de confesar el nombre del Señor, y hacerlo nuestro redentor. Ya somos hijos de Dios. Pero entonces cuando miro a mi alrededor. Veo tanta división, tantas «visiones» distintas de un mismo tema. Y que todo mundo tiene una idea distinta de como es Dios, o como debería de manejarse Dios. Tantas voces gritando al unísono; «¡MIREN, AQUÍ ESTÁ DIOS. ELLOS ESTÁN EQUIVOCADOS. YO TENGO LA VERSIÓN REAL!».
«Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.» Apocalipsis 17:3-5
En verdad, yo le doy un aplauso a Babilonia por el excelente trabajo que a hecho. Y no quiero que piensen, que yo estoy en contra de los ministerios. Ni que despreció sus enseñanzas, sino que se han enfocado solamente en tratar de ayudar al ser humano, y no de perfeccionarlo para El Ministerio. Ese Ministerio que representa, el pináculo de la obra del Padre en la tierra. Mientras que esa misma tierra se encuentra sumergida en un absoluto caos. El sistema climático está desestabilizado. Las enfermedades destruyen pueblos enteros. El pecado día a día, mata a miles de personas. El hambre y la guerra, hacen que las personas abandonen su tierra. Y entonces me pregunto.
¿Dónde está ese Ministerio que hará cosas mayores?
¿Dónde está ese Ministerio que traerá a las naciones soluciones, y no disensiones?
¿Dónde está ese Ministerio que levantara al caído, pero que también lo restaura?
¿Dónde está ese Ministerio, ante el cual las tinieblas temblarán?
Yo ese Ministerio sólo lo veo hoy en la Palabra, pero se que un día también lo veré en los hombres. Y anhelo con todo mi ser, Espíritu, Alma, y Cuerpo. Ser partícipe de El.
Dios les bendiga, desde RD pa’l mundo.