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La Unipersonalidad no es Buena

Tal como lo dice el título de hoy, la unipersonalidad no es buena y, además, tiene directa coincidencia y relación, este recurso recurrente, con el don principal. Porque si mi don es el de la reconciliación, para que haya reconciliación, constantemente estoy sanando de algo, a alguien o a algo.  Ahora, claro; cuando se empieza a entender esto, es cuando nos empezamos a preguntar cómo es que se puede aceptar un ministerio pastoral sin sanidad. Entonces tú vas a ver una congregación, y vas a ver ovejas todas heridas, sin capacidad para sanarse a sí mismas, y que tampoco tienen la capacidad de sanar a otros.

 ¿Esa podría ser una iglesia pastoral? Ni por asomo. Y eso te lleva a otra conclusión no menos triste: la gran mayoría no son ni siquiera iglesias pastorales. Ni siquiera llegaron a ser pastorales en todo el sentido de la palabra. Y en muchos casos, (Y esto es más triste, todavía), la causa radica en que los pastores de esas congregaciones, ni siquiera son pastores levantados por el Señor como tales. En el mejor de los casos, buenos hombres o mujeres con buenas intenciones. No le hace, no alcanza con eso. Aunque la junta de las juntas reunidas de viejos cabezones de la denominación, jure y perjure que sí.

Hay en algunos lugares, pequeños modelos de iglesias pastorales. En grandes naciones, por ejemplo. Y si nos apartamos de las motivaciones centrales de sus formas de trabajo, podemos extraer algo que resulte positivo. Entra una persona destruida a esa clase de congregaciones, y le realizan un trabajo tan personalizado y un seguimiento tan estricto, que al tiempo sale de allí un evangelista con todas las de la ley. Claro está que no van mucho más allá de convertir en un ser destruido en un evangelista, porque financieramente eso es lo que les interesa.

Entonces es aquí donde podemos disimular esto para rescatar lo anterior: ¡Salvaron a una persona de autodestruirse! ¿Será poca cosa, eso? No, no lo es. Sin embargo, yo he aprendido en esto a tener muy en cuenta la motivación o las motivaciones que impulsan las acciones. Porque eso es lo que Dios observa con mayor atención, no el supuesto «éxito” social o religioso del intento. ¡Excelente lo que haces! Y ahí sale Dios y te dice: “Para mí está muy lejos de ser excelente, porque él lo hace por conveniencias propias y no por amor”. Listo. Se acabó la discusión. Como siempre, Dios tiene razón.

¿Qué significa esto? Que si una iglesia está bajo la autoridad de un ministro pastor, pleno, genuino, esa iglesia de por sí ya logró su techo y es tremendamente efectiva. De hecho, no es eso lo que en mayoría se observa. Muy por el contrario, la mayor parte de las iglesias funcionan con ministros que también muestran poseer sus propios intereses personales, pero procuran llevarlos adelante sin perder su tiempo en cuidar o proteger de verdad a alguien.

 ¡Es muy pobre, eso! Lo que quiero significar con esto es que ni yo ni nadie que ame al evangelio, puede estar en desacuerdo con una congregación liderada por un pastor que solamente funciona con recursos e influencias pastorales. De acuerdo, no conocen nada más, ni pueden llegar mucho más lejos, pero en ese único ministerio que profesan, funcionan de manera excelente. Y eso, créeme, en este tiempo, ya es algo para celebrar.

Ahora bien; ¿Cuál es la carga que tiene por la iglesia el ministerio pastoral? La restauración. Esta, en grandes rasgos, es lo que podríamos denominar, imitando rotulaciones de otra gente, como la ficha técnica del ministerio pastoral. Claro está que se llega a la elaboración de esta ficha, después de un extenso análisis.  Comencemos por el principio más elemental de todos los que conocemos. ¿Qué es un pastor, realmente? Un pastor es alguien que cuida un rebaño. La palabra griega para pastor, ya lo dije antes, es poimen, cuya definición es pastor, alguien que cuida de los rebaños o de las manadas.

Pero, y mucho cuidado con esto, no me estoy refiriendo simplemente a alguien que les da de comer, sino que es alguien que las cuida, les saca los parásitos, las lleva a buenos pastos, les corta la lana, las atiende cuando se accidentan, las busca cuando se pierden, las ayuda a tener sus crías, las defiende de los depredadores. ¿Hace falta más? Todo eso está encerrado en la palabra pastor. Poimen. Que representa una función, jamás un título ni una jerarquía. No existe ese invento tan humano de auto-titularse como pastor y no contar con un rebaño para cuidar. Y cuidar, como dice aquí, es proteger.

 Pero proteger de verdad, no limitarse a decir: ¡Que Dios te acompañe, hermano! Y estos cuidados, que nosotros vemos tan naturales en el pastor, era más o menos lo que hacían los ancianos. Lo vemos así en el Libro de los Hechos, en la iglesia del Nuevo Testamento. Son algunos, no son todos, obviamente. ¿Entonces podemos decir que los ancianos cuidan y pastorean a las ovejas? Sí, claro que sí, es correcto. Dice en el Libro de los Hechos, capítulo 20. Pablo está hablando:

(Hechos 20: 28) = Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, (Hay una versión que aquí, dice pastores, en lugar de obispos. Confieso: no he visto yo a esa versión, se la he escuchado mencionar a otro ministro. Y no tengo por qué dudarlo. Si no fuera así o hubiera algún error, consciente o inconsciente, es asunto de ese ministro, no mío.) para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. 

(29) Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. 

(30) Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. 

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enero 8, 2022 Néstor Martínez