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Lo Que Digas Con Tu Boca…

Cuando has sido periodista, te has quedado con algunas costumbres que te cuesta un poco disminuir o atenuar. Te miras todos los noticieros de la televisión y te lees todos los periódicos digitales del planeta, con la finalidad. –Supones-, de estar informado. Si a eso le añades, como cabecera de personalidad que eres creyente, entonces le sumarás a lo anterior audios y videos con palabras y mensajes de otros hombres y mujeres de Dios, procurando añadirle óptica espiritual a la información que ya poseías. ¿Conclusión? Certeza que al hombre natural, (Y algunos cristianos no son la excepción), de tanto en tanto, los traiciona una proverbial incontinencia verbal, que lo lleva, entre otras cosas, a expresar palabras que mucho mejor le hubiera sido callarlas.

Porque escucho y leo a hombres y mujeres, no creyentes y creyentes, hablar todo el día de la pandemia, del virus, de la posibilidad del contagio, de la cuarentena, de la angustia del encierro, del miedo, de…Y me acuerdo de algo que alguna vez escuché, que decía: “Le aseguré a mi pueblo que tendrán lo que digan, y ellos se pasan el día diciendo lo que tienen” Jesús dio a entender eso. ¿Y nosotros? En una gran mayoría, dejando de lado la Palabra de Dios y hablando palabra de Satanás. A eso es a lo que llamo incontinencia verbal. ¿Tiene solución? La tiene, no tengo dudas.

Tengo certeza que el cuerpo de Cristo tiene que empezar a vivir en la autoridad de la Palabra de Dios por un sencillo y especial motivo: la Palabra de Dios es poder creador. Las palabras habladas por tu boca, entrenan a tu espíritu para vencer o para ser vencidos. En la carta a los Romanos, en 10:17, Pablo dice: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Y esto es muy real, porque la Fe crece muy rápidamente cuando te oyes a ti mismo, diciendo y recitando lo que dijo Dios. Por eso, recibirás más rápidamente la palabra de Dios en tu espíritu cuando la digas hablada por ti mismo, que cuando la oigas hablada por otra persona.

Yo no sé si tú recuerdas, o crees, que el hombre es un ser espiritual capaz de operar en el mismo nivel de Fe en que opera Dios. Todos sabemos que si puedes creer, al que cree todo le es posible. En Mateo 17:20, leemos: Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Te adelanto que esta es una ley espiritual. Dios es un Dios de Fe, muestra su Fe por medio de la Palabra. Estas leyes de Fe obrarán para todos aquellos que la apliquen. ¿Y cómo hacerlo? Simple: las pones en acción por medio de las palabras de tu boca.

Los que nos nutrimos de la Escritura como alimento básico, sabemos que Su Palabra no perdió poder cuando fue dicha en el pasado. Para que sea efectiva, el hombre tiene que hablarla y entonces, ese poder creador hará lo que se dijo, por Fe. En la Creación, vemos a Dios diciendo en Génesis 1: Sea la luz, Haya expansión en medio de las aguas, Júntense las aguas que están debajo de los cielos, Produzca la tierra hierba verde y árbol que dé fruto, Haya lumbreras en la expansión de los cielos, Produzcan las aguas seres vivientes, Produzca la tierra seres vivientes y, finalmente, Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.

En Efesios 5:1, Pablo nos dice que seamos imitadores de Dios, como los hijos imitan a sus padres. De hecho, para imitar a Dios, deberemos pensar lo que Él piensa, hacer lo que Él hace y, esencialmente, hablar lo que Él habla. Cuando Él estaba aquí en la tierra, Él le habló a los vientos y al mar. Él habló a los demonios, Él le habló a la higuera, Él, -incluso- les habló a los muertos. El viento, el mar, el árbol, los demonios y aún los muertos, obedecieron lo que Él les dijo. Dios es un Dios de Fe. Dios muestra su Fe en palabras.

Jesús estaba imitando a su Padre, recibiendo los mismos resultados que recibió su Padre. En Juan 14:12, Jesús habló y dijo: De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y atención con esto: estas leyes de Fe se basan en leyes espirituales. Y lo más valioso e importante, es que estas leyes obrarán para todos aquellos que las apliquen. Entonces la pregunta, es: ¿Cómo lo hago? ¿Cómo lo logro?

Las pones en acción por medio de las palabras de tu boca. Muchos cristianos son derrotados durante sus vidas porque creen y confiesan erróneamente. Ellos han hablado las palabras del enemigo. Estas palabras, por lógica consecuencia, los tienen esclavizados. Proverbios 6:1-2, dice: Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, Si has empeñado tu palabra a un extraño, Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios.

Creo que esto es muy claro. Tanto que por menos instrucción que hayas recibido, a esto ya lo tenías que saber. Entonces debes preguntarte por qué razón es que tan a menudo caes en la tentación de no callar cuando es el tiempo de hacerlo y cuando quedarte en silencio, cuando era el momento de testificar Su nombre y Su presencia en tu vida. Esa es tu máxima tarea en esta tierra, muy por encima de cualquier actividad en la que creas estar sirviendo y bien. Tiempo de hablar, tiempo de callar.

Porque si no lo tienes en cuenta, olvidaras las palabras que el propio Jesús dijo y que Marcos 11:22-23 resume así: Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Atención con esto, es un principio que siempre funciona: dice que lo que diga, le será hecho. La gran pregunta que me falta, entonces, es: ¿Qué es lo que estás diciendo durante tu día? Porque exactamente eso que dices, sea lo que sea, te será hecho. Ahora lo sabes.  

 

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mayo 30, 2020 Néstor Martínez