Estudios » Blog

Introduciéndonos al Reino

Jesús trae la imagen del hombre perfecto. Pero no la trae suelta. ¿Por qué? Porque en el sistema en el que Jesús aparece, y estoy hablando de la cultura, estoy hablando de ese momento, más o menos allá por el año cero, o en el año seis, o en el año tres, era un sistema corrupto, caído. Aún el sacerdocio de ese tiempo era corrupto. Jesús no tenía dónde poner un pie sin ensuciárselo.  Todo lo que estaba en ese momento era sucio, era corrupto. La palabra dice: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. ¿Recuerdas? Jesús es introducido en el mundo como si fuera dentro de una cápsula dentro del Reino. El Reino es lo que viene, es esa atmósfera impresionante que desciende del cielo, porque dice: el Reino de los cielos se ha acercado, y Jesús está en medio. Me pregunto, ya que estamos, cuánto habrá cambiado ese sistema en el día de hoy… ¿Qué crees?

Imagínate un círculo invisible, más o menos de dos metros, alrededor tuyo, y donde tú te mueves, ese círculo se mueve contigo. Ese es el Reino, entonces la gente te escucha, pero para que la gente pueda creer en ti, tiene que introducirse dentro de ese círculo, dentro de esa atmósfera. Alguien entra y entonces sus ojos se abren de la sorpresa y el asombro porque ve y cree inmediatamente. Y, por favor, no lo tomes como una licencia poética apropiada. ¡Yo lo viví y te aseguro que es así! Entonces luego sale de ese lugar y queda como medio atontado, anonadado, shockeado todavía por la experiencia, queda inmovilizado. Por esa razón fue que toda esa gente que fue sanada y liberada por Jesús, no apareció cuando a Él lo tomaron prisionero, e incluso cuando fue llevado a la cruz. ¿Dónde estaban? ¿Dónde está Jairo? ¿Dónde están Lázaro y sus hermanas? ¿Dónde está toda esa gente? ¿Los cinco mil que comieron los panes y los peces multiplicados?

Imagínate a eso hoy, un ministro que llegue y ore por tu hijo y le sane una tremenda enfermedad, ¿No estarías agradecido de por vida con él? ¿Dónde estaban todos? La atmósfera del Reino era lo que provocaba que la gente se sostenga. El círculo de Jesús no era de dos metros cuadrados, era una cosa inmensa. Esa gente no tuvo hambre, no tuvo sueño, se olvidó del trabajo, se olvidó de la familia, ¡No quería moverse! ¡Quería seguir ahí! ¿Y dónde estaban? Estaban en el Reino.  Jesús sólo operaba en el Reino, y el Reino podía ir a un lugar, siempre y cuando hubiera fe. En el caso de Samaria, dice que no pudo entrar porque la gente no tenía fe. Jesús no era alguien que pudiera hacer algo fuera de la atmósfera del Reino. Es necesario que entiendas bien esto. No era el Súperman que podía hacer lo que quería y se iba volando, no. ¿Sabes por qué? Cuidado porque a lo mejor te choca esto que digo: Pero Él estaba sujeto al Reino. ¿Entiendes ahora la distancia entre ese Reino y ese del que tantos hablan ligeramente, hoy?

Era el Reino el que determinaba dónde Él podía ir y dónde Él no podía ir. Había lugares donde Él no podía ir. Aunque era el Hijo. No podía. Era necesario que Él se mueva simplemente donde el Reino podía obrar. Cuando los discípulos son comisionados, como leemos en Mateo 10, “Vayan de dos en dos”, ¿Recuerdas? Ellos son parte de esa burbuja, de esa cosa invisible que es el Reino.  Entonces van y hacen, y aunque viajaron un par de días, eso se extendió. El Reino se extendió. ¿Y por qué se extendió? Porque la fe de ellos era lo que provocaba su permanencia dentro del Reino. Alguien dio un muy buen ejemplo que vale la pena compartir. Filmado en cámara lenta, alguien introduce su mano en una burbuja de jabón sin romperla. ¡Pero eso es imposible!  ¡Al menor contacto la burbuja estalla! Sí, salvo que te mojes la mano antes de introducirla. La mano mojada penetra la burbuja sin romperla.

Venimos de un ejemplo sobre el Reino con relación a una gran burbuja. La mano hidratada, en este caso, es la fe. Solamente puedes introducirte al Reino sin problemas, estando hidratado con la fe. Y con esa misma hidratación, puedes moverte dentro de esa burbuja con total libertad y éxito en todo lo que hagas. Si no tienes una mínima fe, ni lo intentes. Es decir que ellos, todos ellos los que además de Jesús pudieron hacer grandes milagros y los hicieron, fue mientras estuvieron funcionando y operando dentro del Reino, porque fuera del Reino no les funcionaba nada. ¡Señor, no pudimos sacar este demonio! ¡Hombres de poca fe! ¿Lo recuerdas, verdad?

Entonces, la habilidad de Jesús consistía en saber mantenerse dentro del Reino. ¿Y saben qué es lo que Él enseña todo el tiempo que está con sus discípulos? Les enseña a sus discípulos, cómo vivir en el Reino. ¡No les enseña ninguna doctrina, por buena que parezca! Ellos ya estaban repletos de doctrina. Miren ustedes a la samaritana. Toda su vida era un desastre y quiere saber dónde debe adorar. ¡Necesitaba ver a un psicólogo, primero! Bueno, eso es la doctrina. Tú ya lo sabes, pero es menester que alguien te lo repita una vez más: la doctrina, cuando no está acompañada de fe, no sirve para nada.

Por eso Jesús no les enseñó doctrina, les enseñó cómo moverse en la atmósfera del Reino. Cuáles eran las leyes del Reino: cuando Dios recibe una ofrenda, cuando recibe una oración, cuando no. Cómo debemos movernos como personas, unos con otros, con el mundo, con los de la casa de Dios. En pocas palabras, Él habló de las dinámicas que rigen la permanencia de un creyente en el Reino. En eso consiste toda su enseñanza. Él traía la imagen. Quien siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su ser. Y fíjate que la palabra imagen, en griego, aquí, no es icono, como podría suponerse, sino caracter.

Y caracter, así, sin acento en la segunda “a”, significa sello grabado, figura estampada, copia, representación exacta, imagen misma. ¡Jesús trajo eso! Era el caracter de Dios, Él trajo la imagen de Dios. Entonces, cuando nos encontramos con Felipe que le dice: muéstranos al Padre, la respuesta de Jesús es obvia: ¿Me viste a mí? ¡Ya viste al Padre! Claro que ellos estaban viendo a Jesús, pero Jesús les dice que es el Padre. Ellos se lo aceptaron porque Él se los decía, pero créeme que no quedaron muy convencidos. La gran pregunta a formularnos en estos tiempos tan complicados de transitar, es: ¿Nosotros hemos creído eso? ¿Alcanza nuestra fe para penetrar la burbuja del Reino?

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

junio 5, 2021 Néstor Martínez