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Aquellos Que Huelen a Ovejas

Es tiempo de comenzar a examinar las bases sustanciales de los cinco ministerios más conocidos y difundidos, partiendo de los que se mencionan en Efesios 4. Son los que dan origen al llamado Ministerio Quíntuple y se supone o se entiende que conforman el andamiaje sobre el cual la iglesia en su conjunto debería transitar de manera fluida y sin contratiempos. No veo, en principio, ningún error por parte de Dios al crearlos, aunque sí pueden verse luego, diferentes matices plagados de errores por parte de los hombres que supuestamente hayan sido llamados y levantados para cumplimentarlos.

Por eso es que quiero ahora, cuando de alguna manera en muchos lugares se goza de cierta tranquilidad en cuanto al Covid, referirme  al más conocido de todos los ministerios que vemos en la Biblia y, en este caso, reproducidos en lo que conocemos como iglesia: el Ministerio Pastoral. Y como es un ministerio del cual casi todos nos sentimos demasiado cerca, creo que no les resultará difícil a ninguno de ustedes, antes que hablemos nada, anotar en un papel cinco características que más recuerdan o tienen presente sobre el Ministerio Pastoral. 

Y voy a decirles algo que les va a sonar irónico, pero aspiro a que no será lo único. El Ministerio Pastoral, es el ministerio del cual hay menor cantidad de información. Y eso, a pesar que es al mismo tiempo, el ministerio con el cual estamos más familiarizados. ¿Cómo hago para entender ese contrasentido? Es el ministerio del que menos encontramos en la palabra y el que más conocido nos resulta. ¿Qué pasó? Sin extenderme mucho más allá en esto, confieso que creo fielmente que lo que pasó tiene que ver estrictamente con los intereses y el egocentrismo humano.

Pasó, en principio, que no solamente en esto, sino en muchísimas cosas más, la iglesia parecería en ocasiones estar directamente en contramano con lo que Dios piensa. Porque en casos, en la iglesia se le otorga alta importancia a cosas que Dios prácticamente ignora y, por el contrario, cosas que para Dios son tremendas y vitales, en la iglesia ni siquiera parecen registrarlas. A mí, personalmente, me da la sensación clara que en alguna parte de toda esta historia, es como que nos perdimos.

Y elijo decir nos perdimos porque insisto en hablar en forma corporal. Pero sé que debería haber dicho: se perdieron. Y no sé con certeza quiénes fueron los que se perdieron y cuáles fueron las causas o los motivos que determinaron que eso les ocurriera. Pero, lo cierto es que seríamos más que hipócritas si cerráramos nuestros ojos a esa realidad y prefiriéramos no hablar del tema. Cuando una planta tiene espinas, lo mejor es tomar el tallo, aún a riesgo de lastimarse.

Quiero decir algo que quizás luego, y por imperio de las tradiciones y las costumbres, puede quedar en el olvido, pero que no por ello deja de ser cierto: todos los ministerios son importantes. Todos. Por esa causa estoy convencido que en Dios, es imposible salir a decir que un ministerio es más importante que otro. No acepto eso. No me importa lo que se use, la costumbre ni la tradición, no lo acepto.

Obviamente que, por no aceptarlo es que estoy aquí entregándote esto, y no acompañando al pastor a tomar el té con la hermana que cumple noventa años. Porque, de hecho, decir que un ministerio es superior a otro, al margen de no decir lo mismo que Dios ha dicho, nos empieza a armar una especie de categorización en la cabeza. Y lo peor es que eso no se va a quedar ahí, sino que a partir de esa categorización, por lógica consecuencia, dentro de la iglesia, se le va a dar mayor importancia a unas personas que a otras. Y allí exactamente es en donde entramos en directa colisión con el pensamiento de Dios.

Por consiguiente, me pregunto qué hacemos con tanta gente que cuando llega un apóstol, por ejemplo, tira su casa por la ventana para atenderlo a cuerpo de rey, mientras que si el que llega es un evangelista o un maestro, la atención y la dedicación indefectiblemente no será la misma. ¿Podemos juzgar o evaluar a alguien conforme al ministerio que ejerce? Para mi gusto, no; no podemos. Lo que no significa que no se esté haciendo y en gran cantidad.

Claro está que, por todo lo aprendido y del modo en que lo hemos aprendido, es muy probable que a lo largo de una enseñanza extensa, yo mismo y sin proponérmelo, desde luego, transmita esa idea de que un ministerio es más importante que otro. No me lo creas si así te llega, simplemente porque no es así. ¿Y sabes por qué no es así? Respuesta simple: Porque Dios mismo dijo que no era así. Y no hay nadie por encima de Dios para decir otra cosa y que esa otra cosa sea válida.

Hay una sola excepción y la muestra Pablo, cuando en un determinado pasaje , él de alguna manera cita algunos ministerios, colocándolos en un orden que podría presumirse como de categorización. Cuidado; no está explicitado que así sea, dije que podría presumirse, nada más. De todos modos, vamos a ser buenos con nosotros mismos y vamos a suponer que fue así. Esa fue la única. Después no hay otra cosa en la Biblia que nos permita pensar en categorías o jerarquías. Estos cinco ministerios, los que llamamos ministerios del Hijo, están en muchos lugares, pero decimos que son del Hijo por un pasaje que está en la carta a los Efesios.

(Efesios 4: 7) = Pero a cada uno (Repítelo conmigo: a cada uno. Y eso te incluye también a ti, ¿Amén? A cada uno) de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 

Esto es muy profundo. Deberíamos leer varias versiones para ajustarnos. Está hablando de la gracia y aquí hay toda una dinámica girando para que algunos teólogos digan que aquí se está hablando de las gracias, que son los ministerios, mientras que otros dicen que no, que está hablando de la gracia de la salvación. Otros se inclinan a que es una acción de Dios, que es dador, en fin; es mucho más profundo esto que lo que se ve entre líneas,

Y fíjate que aparece dos veces la palabra Gracia, porque primero dice que a cada uno de nosotros se nos dio la gracia, y luego habla del don de Cristo, que también es gracia. Porque don es regalo. Y presta atención porque un solo versículo ya nos obliga a sumergirnos más profundo, aunque todavía queden unos cuantos que se resisten a creer que el evangelio es más profundo que lo elemental que conocen. Esto, apenas una síntesis. Es mucho más extenso, más profundo y más complicado si es que deseamos desterrar el error para siempre y encaminarnos ministerialmente como Dios dijo, y no como a nosotros se nos ocurre que es mejor. 

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noviembre 20, 2021 Néstor Martínez