Dos Principios de Conducta

Ahora bien: conforme a lo que has venido leyendo hasta aquí, ¿Sigues pensando que con tener fe alcanza y es más que suficiente para tener una vida de victoria? Espero que hayas pensando negativamente. Porque con la fe alcanza y sobra para ponerte en marcha, pero para llegar a destino, (O a la meta conforme a la visión deportiva de Pablo), debes contar con algo más: principios de conducta, por ejemplo.

¿Y a eso como se lo entiende? Quizás existan muchas formas de entenderlo, pero yo prefiero encarar las que más conozco, las que de alguna manera puedo haber vivido. No te olvides ni me olvido que no hay ningún hombre que tenga un buen mensaje, sólo hay hombres-mensaje. Si lo vives, lo predicas. Si no lo vives, cállate.

Dios creó al hombre, y Aquel que creó al hombre hizo provisión para el sostenimiento del hombre que había creado.  El hombre derivaba su existencia de Dios, y era la intención de Dios que el hombre fuese dependiente de El para su vida a lo largo de su curso entero. 

O sea que, la vida que Él le había dado, debía ser nutrida por medio de alimento apropiado que El mismo proveía. Con esto ya tenemos un claro principio de conducta a seguir: no alimentarte de lo que no proviene de Dios. Simple. ¿Estás seguro que hoy esto es simple?

(Génesis 2: 8) = Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. 

(9) Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol deliciosa a la vista, y bueno para comer; también el árbol  de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Muy bien; a través de estos dos árboles, Dios nos ha mostrado en una figura simbólica pero también literal, las dos formas diferentes en las cuales las personas pueden pasar sus días en la tierra; ¿Qué quiero decir con esto? Que el principio que gobierna la conducta de algunos es el conocimiento del bien y del mal, mientras que otros son gobernados por el principio de la vida. 

Tomemos un poco de tiempo para considerar estos dos principios diferentes, cómo afectan las vidas de los hijos de Dios; y notemos al comienzo que, si bien los cristianos pueden ser gobernados principalmente por un principio o el otro, no todas las acciones del mismo cristiano son invariablemente reguladas por el mismo principio. ¿Parece complejo, no es cierto? Sin embargo, no lo es tanto como lo parece.

Porque aquí nos estamos enfrentando, y podría decirte que también de alguna manera confrontando, con una duda en forma de pregunta que no pocos cristianos se formulan día a día y en casi todas las latitudes del planeta donde el Dios de todo poder rige y es creído y adorado: ¿Cuál es el Principio del Bien y del Mal?

Vamos a ver: si nuestra conducta es controlada por el principio del bien y del mal, entonces toda vez que tenemos que tomar una decisión primero preguntamos: ¿Está  bien esto, o está mal?  ¿Sería bueno hacer esto, o estaría mal? 

La realidad te dice y me dice que muchos cristianos dudan antes de hacer cualquier cosa, y revuelven estas preguntas una y otra vez en sus mentes.  Están inclinados  a hacer lo correcto: Es decir, ellos desean evitar todo mal; quieren vivir una vida que esté en línea con lo que ellos consideran ser el cristianismo. 

Así que, entonces, ellos escrupulosamente pesan todas sus acciones.  Cuidadosamente examinan cada situación que enfrentan, y no es sino hasta que están persuadidos de que un cierto curso de acción es bueno, que seguirán adelante. 

Lo que te estoy diciendo es que sin duda alguna busca de actuar en una forma que es propia de un cristiano, así que siempre están alertas para seleccionar lo recto de lo incorrecto, y de hacer solamente lo que ellos consideran ser bueno. Pero resulta ser que la Palabra de Dios dice:

(Génesis 2: 17) = Mas del árbol del de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. 

¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo tengo que interpretarlo? Como el Espíritu Santo desea hoy que lo hagas, sin recurrir al dios de los ladrones, Hermes, devenido en líder de la interpretación bíblica cristiana bajo el muy “científico” y “técnico” título de hermenéutica.

Esto significa que actuar de acuerdo con la aparentemente muy elevada condición intelectual de rechazar todo lo que es malo y escoger solamente lo bueno no es cristianismo. ¿Cómo que eso no es cristianismo si es lo que se ha estado enseñando, y aún quizás se enseña, en el ochenta por ciento de sus iglesias?

Puede ser que así sea, pero te aseguro que actuar así, es vivir bajo la ley; es actuar de acuerdo con el Antiguo Pacto, no con el Nuevo Pacto.  Actuar de esta manera es conformarse con las tradiciones y costumbres religiosas o éticas; pero en modo alguno no llega al estándar cristiano.

¡Claro! Yo digo esto y entonces surge la pregunta lógica en estas circunstancias. Una pregunta que hoy una gran mayoría de los que encuentras en los templos no formula por simple vergüenza, porque se supone que tiene que conocer la respuesta y por una decena de prejuicios más. No le hace: de todos modos, está ignorando la respuesta, esa es la verdad. Y la pregunta, es:

¿Qué es el cristianismo?  ¡Hermano! Basta. No quiero compartir nada con hipocresías religiosas. Si tú nunca te has hecho esa pregunta o nunca has necesitado hacérsela a alguien, te felicito, doy gloria a Dios por tu vida y te pido que te coloques aquí, cerca de mí, y me ayudes a enseñar lo que necesito enseñar.

El cristianismo es una cuestión de vida.  Si tú eres un cristiano, entonces posees una nueva vida; y cuando tienes que decidir sobre un curso de acción, no preguntas: ¿Estará bien hacer esto?  Tú preguntas: si hago esto, ¿Cómo afectará esto mi vida interna?  ¿Cómo reaccionará esa nueva vida dentro de mí? 

Es algo de lo más sorprendente que el objetivo de tantos cristianos sea solamente el conformarse a una imagen externa, aun sabiendo perfectamente que lo que Dios nos ha dado por el nuevo nacimiento no es un conjunto de nuevas reglas y regulaciones a las cuales se nos demanda conformarnos.

 

Él no nos ha traído a un nuevo Sinaí para darnos un nuevo juego de mandamientos con sus “Harás” y “No harás”.  El Cristianismo no demanda que investiguemos los bienes y los males de los cursos de acción alternativos, sino que probemos la reacción de la vida divina ante cualquier curso de acción propuesto. 

Como cristiano ahora tú posees la vida de Cristo, y son las reacciones de Su vida lo que tienes que considerar.  Si, cuando contemplas cualquier mover, hay un levantarse de  vida dentro de ti para hacer ese movimiento; si hay una respuesta positiva de la vida interior; si está “la unción” de adentro; entonces puedes confiadamente proseguir el curso propuesto. 

La vida de adentro ha indicado eso.  Pero si, cuando contemplas un cierto mover, la vida interior comienza a languidecer, entonces puedes saber que el mover que contemplaste debiera ser evitado, no importa cuán encomiable pueda parecer. Entre tú y yo: ¿No te ha estado pasando esto, últimamente? Déjame preguntarte algo más: ¿Recuerdas dónde? 

¿Te das cuenta que la conducta de muchos no-cristianos está gobernada por el principio de lo bueno y lo malo?  ¿En qué difiere el cristiano del no-cristiano si el mismo principio los gobierna a ambos?  La Palabra de Dios nos muestra claramente que el cristiano está controlado por la vida de Cristo, no por ningún código externo de ética. 

Hay algo vital dentro del cristiano que responde a lo que es de Dios, y reacciona contra lo que no es de Él; así que debemos prestar atención a nuestras reacciones internas.  Cuando la fuente viva dentro de nosotros brota en respuesta a cualquier sugerencia, debemos seguir eso; Pero cuando declina, debemos repudiar la idea. 

No nos atrevemos a ser gobernados por externalidades, ni por razonamientos, sean los propios o de otras personas.  Otros pueden aprobar cierta cosa, y cuando nosotros pesamos los pros y los contras, también podemos pensar que es correcto, pero ¿qué está diciendo la vida de adentro al respecto?

Una vez que te das cuenta de que el factor determinante en toda conducta cristiana es la vida, entonces sabes que no sólo debes evitar todo lo que es malo, sino también todo lo que simplemente es bueno externamente.  Solamente lo que fluye de la vida cristiana es conducta cristiana; por lo tanto, no podemos consentir a ninguna acción que no provenga de la vida. 

Recordemos la Palabra de Dios: “Del árbol de conocimiento del bien y del mal, no comerás, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”  Nota que “el bien y el mal” están puestos juntos aquí, y contra “el bien y el mal”, está puesta “la vida”.  El modelo-patrón de la vida, es un modelo trascendental.

Es matemático; con precisión matemática. Cada vez que enseño que Dios aborrece todas las obras de la carne, no sólo las malas, siento sobre mí miradas con cierto grado de ferocidad. No se entiende, no se quiere entender. Pero eso es, exactamente, lo que Dios mismo dice en Su Palabra.

En nuestros primeros días cristianos, seguramente, buscábamos diligentemente evitar todo lo que era malo, y deliberadamente nos encaminábamos a hacer lo que era bueno.  Y parecía que estábamos haciendo un progreso espléndido. 

El modelo cristiano no solamente pasa su veredicto sobre lo que no es bueno, sino también sobre aquello que es mera bondad externa.  Muchas cosas son correctas de acuerdo con los parámetros humanos, pero el modelo divino los declara equivocados debido a que carecen de la vida divina. 

En el día en que verdaderamente nacemos de nuevo,  vemos por primera vez que si vamos a vivir en la presencia de Dios, entonces toda nuestra conducta debe ser gobernada por el principio de la vida, no por el principio de lo bueno o lo malo. 

Desde ese día comenzaremos a ver más y más claramente que con relación a cualquier curso de acción, aún si otros lo declaran bueno, y cada aspecto del caso indica que está bien, aún nosotros debemos ser muy sensibles a las reacciones de la vida de Cristo dentro de nosotros.

A medida que avanzamos en el curso aprobado, la vida interior ¿Se hace más fuerte o más débil?   La “unción” interior  ¿Confirma lo recto del curso?, ¿O una ausencia de la unción indica que la aprobación divina está retenida?  El camino de Dios para nosotros no se conoce por indicaciones externas sino por registros internos.  Son la paz y el gozo en el Espíritu los que indican el sendero cristiano.

Uno de los conceptos errados más serios entre los hijos de Dios es que las acciones son determinadas por lo correcto y lo incorrecto.  Ellos hacen lo que sus ojos les dicen que está bien: hacen lo que su trasfondo les dice que está bien; hacen lo que sus años de experiencia les dicen que está bien. 

Para un cristiano, cada decisión debiera estar basada en la vida interior, y eso es algo totalmente diferente de cualquier otra cosa.  Anhelo que llegues a ver que un cristiano debe llegar a una decisión que no esté dictada por ninguna otra cosa que la vida. Si la vida  dentro de ti se levanta para hacer una cosa, entonces está bien que la hagas; si la vida de adentro se retrae cuando avanzas, entonces debieras inmediatamente llamarte a hacer un alto.

Bajo tales circunstancias, si conocemos a Dios, solamente podemos hacernos a un lado en silencio, porque nuestro sendero está gobernado solamente por Su Vida, no por lo bueno o lo malo.  Hermanos y hermanas, el contraste entre estos dos principios de vida es inmenso. 

Mucha gente todavía está preguntando: “¿Está bien que yo haga esto? ¿Estaría mal que haga aquello?”  La única pregunta que el cristiano debe hacer es: “La vida divina dentro de mí, ¿se levanta o cae cuando considero esta cosa?  La reacción de la vida divina dentro de mí debe determinar el curso que sigo en cada punto.  Esto es una cuestión de corazón.

En el Monte de la transfiguración estaba presente Moisés, representando la ley; y Elías estaba presente, representando a los profetas.  El modelo legal estaba allí; y el modelo profético estaba allí, también; pero los dos que estuvieron calificados para hablar a través del Antiguo Testamento, fueron silenciados por Dios -“Este es mi Hijo amado,” dijo, “a El oíd.” 

Hoy el modelo para el cristiano no es ni la ley ni los profetas; es Cristo, el Cristo que habita dentro de nosotros.  Por lo tanto, la pregunta no es: “¿Estoy en lo correcto, o estoy equivocado?”, sino “¿la vida divina en mí asiente a esto?”  A menudo encontraremos que lo que nosotros mismos aprobamos, la vida de adentro lo desaprueba.  Cuando eso es así, no podemos hacer lo que pensábamos que era correcto.

Cuéntase la historia de dos hermanos que tenían sembrados de arroz.  Dice que sus campos estaban a mitad de camino montaña arriba.  Otros estaban más abajo.  En el gran calor ellos extraían agua de día, e iban a dormir por la noche. 

Una noche, mientras dormían, los campesinos montaña abajo, cavaron un pozo en el canal de irrigación que rodeaba los campos de los hermanos, e hicieron que toda el agua fluyera hacia abajo a sus propios campos. 

A la mañana siguiente los hermanos vieron lo que había sucedido, pero no dijeron nada.  Otra vez llenaron los conductos con agua, y otra vez toda el agua fue extraída a la noche siguiente.  Aun así, ninguna palabra de protesta fue dicha cuando amaneció al día siguiente, y descubrieron la vil trampa que los campesinos les habían hecho. 

¿No eran ellos cristianos?  ¿No debían los cristianos ser pacientes?  Este juego se repitió durante siete noches sucesivas, y por siete noches seguidas estos dos hermanos sufrieron silenciosamente el mal.  Uno podría haber pensado que los cristianos que podían permitirse ser tratados de esa manera día tras día, y nunca emitir una palabra de reproche, ciertamente estarían rebosando de gozo. 

Extraño decir, no estaban felices para nada, y su infelicidad los afligió a tal grado que trajeron la cuestión a un hermano que estaba en el servicio del Señor.  Habiendo declarado su caso, le preguntaron: “¿Cómo es que, habiendo sufrido todo este mal durante una semana completa, todavía nos sentimos infelices?” 

Este hermano tenía algo de experiencia, y replicó: “Uds. no se sienten felices porque no han ido hasta el final del camino.  Primero debieran regar los campos de esos campesinos, y después regar el de Uds.  Vuelvan y pruébenlo, y vean si sus corazones hallan reposo, o no. 

Acordaron en tratar de hacerlo, y se fueron.  A la mañana siguiente estaban en pie más temprano que nunca, y su primer asunto fue regar los campos de aquellos campesinos que habían robado tan persistentemente el agua de sus campos. 

Y esto sorprendente fue lo que sucedió -cuanto más ellos trabajaban en las tierras de sus perseguidores, tanto más felices estaban.  Para cuando terminaron de regar su propia tierra, sus corazones estaban en perfecto descanso.  Cuando los hermanos hubieron repetido esto por dos o tres días, los campesinos los llamaron para disculparse, y añadieron: “Si esto es el cristianismo, entonces queremos oír más al respecto.” 

Aquí vemos la diferencia  entre el principio del bien y del mal, y el principio de la vida.  Aquellos dos hermanos habían sido de lo más pacientes, “¿No estaba bien eso?  Ellos habían trabajado en el intenso calor para regar sus arrozales, y sin una palabra de queja habían sufrido que otros les robaran su agua: ¿No era eso muy bueno?  

Entonces, ¿Qué faltaba puesto que no tenían paz de corazón?  Ellos habían hecho lo que estaba bien: Habían hecho todo lo que el hombre podía requerir de ellos.  Pero Dios no estaba satisfecho.  No tenían paz de corazón porque ellos no habían cubierto las demandas de Su vida. 

Cuando ellos se conformaron a Su modelo, el modelo divino, el gozo y la paz brotaron en sus corazones.  Las demandas de la vida divina deben ser cubiertas, así que no nos detengamos quedando faltos de la satisfacción de Dios.

Te hago una simple pregunta y olvida lo que te enseñaron en el Seminario si es que te tocó pasar por alguno: ¿Qué es el Sermón del Monte?  ¿Qué se nos enseña en Mateo capítulos 5-7?  ¿No es esto: Que no nos atrevamos a quedar satisfechos con nada menos que aquello que cubre las demandas de la vida que Dios ha puesto dentro de nosotros? 

El Sermón del Monte no enseña que si hacemos lo que es recto, entonces todo está bien.  El hombre diría: Si alguien te golpea en una mejilla, ¿Por qué presentar la otra?  Ciertamente has alcanzado el grado más alto de paciencia si tomas una ofensa así sin responder. 

Pero hete aquí, resulta ser que Dios dice otra cosa.  Sí, porque si cuando te golpean en una mejilla, tú no haces más que inclinar tu cabeza e irte, hallarás que la vida interior no quedará satisfecha.  No habrá satisfacción interna hasta que vuelvas la otra mejilla al que te hirió para recibir el mismo trato. 

Hacer esto demostrará que no hay resentimiento adentro.  Ese es el camino de la vida. Si solamente hubieras hecho lo anterior, todo hubiese quedado dentro de lo que podríamos denominar como registros de estoicismo o alta paciencia. Pero es necesario añadir también amor.

Mucha gente dice que Mateo 5-7 es demasiado difícil; está más allá de nosotros.  Lo admito.  Es pura imposibilidad.  Pero, aquí está el punto: tú tienes una vida interior, y esa vida te dice que a menos que hagas como el Sermón del Monte demanda, no hallarás reposo. 

Toda la cuestión está en esto: ¿Estás andando en el camino de la vida, o en el camino del bien y el mal?  A veces un hermano actúa muy insensatamente.  Sientes que sus acciones demandan una fuerte exhortación, o aún una seria reprobación, así que un día te encaminas hacia su casa. 

Sí, debes darle una buena reprensión; eso está solamente bien; él ha estado muy equivocado.  Llegas a la puerta; alzas tu mano hasta el timbre; justo cuando estás por tocar el timbre, tu mano cae floja al costado.  Pero, preguntas, ¿No está bien hablarle? 

La cuestión no es si está bien hablarle, sino si la vida divina dentro de ti te permite hacerlo.  Puedes exhortar a ese hermano, y él puede recibir tu exhortación con cortesía, y prometer hacer lo que Dios dice, pero cuanto más le predicas, tanto más la vida dentro de ti languidece.  Cuando vuelves a casa tendrás que admitirlo: Me he equivocado.

Un día toca a tu puerta un hermano necesitado. Es  extremadamente pobre, y no hay perspectiva de que le venga ayuda de ninguna dirección, ni oficial gubernamental ni eclesiástica, así que piensas que ciertamente tú debes hacer algo  por él. 

Justo en ese momento tú mismo no tienes superabundancia, por eso es que con gran sacrificio vienes en su ayuda.  Deberías haber estado lleno de gozo cuando te separaste de tu muy necesario dinero, pero el reverso adentro te dijo: 

No estabas actuando en vida; simplemente estabas actuando sobre la base de la benignidad natural, y respondiendo a la necesidad humana.  Dios no pidió eso de ti.  Entonces, no te quedará otra que, cuando llegues a tu casa, tendrás que confesar tu pecado y pedir Su perdón.

Déjame repetir algo que considero valioso e importante: que toda nuestra conducta debe ser determinada, no por el bien y el mal, sino por la vida de adentro.  Si actúas fuera de la demanda de esa vida, aún si lo que haces es bueno, te encontrarás con la reprobación divina. 

Necesitamos discernir entre la vida y la muerte.  Si lo que he hecho ha debilitado mi vida interior, no importa cuán bueno pueda ser el acto, tendré que reconocer mi pecado ante Dios y buscar Su perdón.  En 1 Corintios 4:4 Pablo dijo: No sé nada por mí mismo; sin embargo, no por eso estoy justificado; pero el que me juzga es el Señor. 

Es fácil distinguir entre el bien y el mal, pero Pablo no estaba gobernado por el bien y el mal.  Aun cuando él no era consciente de haber hecho nada mal, aún no se atrevía a afirmar que todo estaba bien con él; reconocía que el Señor era su juez. 

En el tribunal es el Señor quien nos juzgará, pero Su vida está en nosotros ahora, y está dirigiendo nuestro camino.  Por esa razón Pablo dijo en 2 Corintios 5:7: Por fe andamos, no por vista.  Nosotros no llegamos a las decisiones sobre la base de una norma externa, legal, sino sobre la base de una vida interior.

  Es un hecho que el Señor Jesucristo habita dentro del creyente, y Él está constantemente expresándose en nosotros, por lo que debemos llegar a ser sensibles a Su vida, y aprender a discernir lo que esa vida está diciendo.  Un gran cambio tomará lugar en nosotros cuando la conducta no sea más gobernada por el principio del bien y el mal, sino solamente por el principio de la vida.

Ahora bien; no vemos que todas estas cosas estén ocurriendo dentro de lo que por norma son nuestras congregaciones cristianas. ¿Será que somos muy malos? ¿O desobedientes? ¿O será que hemos sido infiltrados o influenciados por espíritus malignos, tal el caso del que han dado en llamar como Espíritu de Caín? Es uno de los enromes enemigos de tu fe.

Voy a presentártelo, porque es la única forma en que, conociéndolo, batallando duro contra él y derrotándolo en el poder y la sangre de Jesucristo, puedas gozar de una libertad suficiente como para poner en vigencia y actividad claramente tus conductas íntimas. Esta es la historia.

(Génesis 4: 1) = conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: por voluntad de Jehová he adquirido varón.

(2) Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.

(3) Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.

(4) Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda, (5) pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.

(6) Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?

(7) Si bien hicieres, ¿No serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

(8) Y dijo Caín a su hermano Abel: salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.

(9) Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: no sé, ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

(10) Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

(11) Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.

(12) Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.

(13) Y dijo Caín a Jehová: grande es mi castigo para ser soportado.

(14) He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.

(15) Y le respondió Jehová: ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara.

Caín y Abel representan a dos generaciones espiritualmente muy diferentes: Diferentes en cuanto corazón fraternal, diferentes en cuanto visión, diferentes en su actitud, diferentes en su nivel de sacerdocio para con Dios, diferentes en cuanto a modelos de liderazgo y… ¡absolutamente diferentes en sus destinos finales por causas de sus conductas!

Habiendo transcurrido ya varios miles de años desde aquel “primer asesinato” registrado por la Biblia, debemos ser conscientes de que ese tipo de espíritu que llegó a controlar la conducta de Caín, sigue operando actualmente, logrando muchas veces con bastante éxito causar un gran dolor tanto a las familias “de sangre”, a las congregaciones y aún a todo el Cuerpo de Cristo, en general.

 

Es importante comprender que, así como ocurrió con Caín, este espíritu no llega a controlar a una persona de un día para el otro, ni logra sus objetivos destructivos repentinamente. De ahí la importancia de que como embajadores de la iglesia del Señor, (Y No estoy hablando de cargos o posiciones, sino de estados internos de vida), sepamos hoy discernir e identificar esta artimaña del diablo para no dejarle avanzar más.

 

Veamos con cuidado: ¿Qué características identifican a este espíritu? En primer lugar, produce una profunda envidia, celos destructivos, ambición y codicia por lo que tienen otros. Este tipo de envidia desemboca en muerte, resentimiento, odio, contiendas, pleitos, violencia y destrucción.

 

Posteriormente a todo esto, lleva a reaccionar con total indiferencia, una pérdida de sensibilidad ante el dolor del otro y una falta de conciencia de la responsabilidad personal frente a la desgracia de su propia víctima. Además, este espíritu opera con un objetivo principal: destruir las relaciones fraternales entre hermanos. Y no sólo en la fe, sino también entre hermanos de sangre.

 

 El “espíritu de Caín”, entonces, sabe que, si logra su cometido, generará un profundo dolor en familia, tanto natural como espiritual, y desatará maldiciones sobre el lugar donde actuó, afectando negativamente el entorno, y también sobre la vida de la persona que utilizó como herramienta destructora.

 

Hay algo que ya hemos enseñado en más de una ocasión, pero que viene bien volverlo a reiterar en este momento. Dios es Espíritu, por lo tanto necesita un cuerpo natural para manifestarse en el ámbito natural. Satanás y sus demonios, también.

Observa con atención que, si bien Caín fue el hijo primogénito de Adán y Eva, todo parece indicar que, a medida que crecía su hermano Abel, no se sentía satisfecho con haber sido el primero: ahora quería ser el único.

 

De ese modo, -suponía él- se evitaría las comparaciones y hasta quizás ciertas preferencias de sus padres, lo que generalmente termina provocando competencia entre hermanos… Caín no supo compartir su lugar con su hermano, lo quiso todo solo para él.

Buen momento para recordarte que debes tener mucho cuidado.Tú eres único en cuanto a identidad personal se refiere, pero jamás te creas único en cuanto superior, o inigualable en logros; mucho menos te sientas el único poseedor de la revelación absoluta, o el único que permanece fiel a Dios en toda la tierra. ¿Te acuerdas de Elías…? (“…Señor, yo sólo he quedado…”) Deja de practicar la falsa humildad que solo te llevará a la depresión y el fracaso.

 

Había notorias diferencias entre aquellos hermanos, como hoy también las hay entre otros hermanos. Caín trabajaba con la tierra, material inanimado, mientras que Abel trabajaba con animales, seres vivos. Es decir que, de alguna manera, Caín era un labrador y Abel era un pastor.

 

Caín estaba acostumbrado a que sus manos tocaran un elemento material, inerte, sin sentimientos, impulsos, ni reacciones. Abel, por su parte, estaba familiarizado a tratar con ovejas, cortar su lana, palpar su carne y su sangre, percibir su olor, y hasta renegar con sus instintos y conductas.

 

Estas características, fíjate las comparaciones, en alguna medida marcaron también sus respectivos niveles de sensibilidad espiritual, llevándoles a ejercer un sacerdocio y una adoración muy diferentes. O sea que, cada uno, de alguna manera era un producto de lo que hacía. O –si lo prefieres- a la inversa.

 

(Génesis 4:3-5) = Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. 4Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda, 5pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya…

 

Si bien no tenemos una razón o respuesta categórica y explicita que nos diga con certeza por qué Dios actuó como actuó, sí hay algunos elementos que nos conducen a esta conclusión: a) Mientras Abel seleccionó de entre sus animales a los primogénitos, que eran las primicias, varios, que significa pluralidad, cantidad generosa y a los más gordos, que tiene que ver con abundancia, calidad, leemos que Caín “…trajo del fruto de la tierra una ofrenda…” sin ningún detalle sobre su calidad, ni cantidad.

 

b) Es evidente, entonces, que existían corazones y motivaciones bien diferentes en ambos, al observar lo que cada uno eligió y se propuso entregarle a Dios, como señal de gratitud, reconocimiento y adoración.

 

c) El corazón de Caín fue conformista, estrecho, mezquino; en tanto que el de Abel fue de excelencia, abundancia y generosidad.

 

d) Caín trajo sobre el altar “un fruto más” (una papa, un tomate o tal vez una zanahoria), que para conseguirlo él no había tenido mayor participación; Abel se presentó con lo mejor de sus bienes, resultado del esforzado cuidado de su rebaño.

 

e) Pero hay un principio fundamental a tener en cuenta aquí: “…el Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón.”(1º Samuel 16:7) Dios miró a cada dador antes de mirar sus ofrendas. Tengo una buena (¿O quizás no?) noticia para ti: Hoy, Dios sigue mirando nuestras ofrendas exactamente con los mismos ojos que entonces.

 

OBSERVACIÓN: ¿No les resulta “curioso”, “llamativo”, que el primer asesinato (o conflicto violento) estuvo directamente relacionado con un aspecto de la adoración, y más específicamente con la ofrenda…? ¿No les llama la atención…? …Hasta hoy suceden conflictos violentos y problemas parecidos por causa de los mismos temas. ¡Satanás sabe que estos son temas importantes!

 

(Génesis 4: 6) = Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?

 

Fíjate que Caín estaba “ensañado” y “decaído” a la vez. Vale decir: enfurecido y débil a la vez, enojado y desanimado al mismo tiempo. Es que la envidia, básicamente es un pecado de sentimientos destructivos que provocan cierto descontrol en las emociones, los criterios para evaluar, las palabras, actitudes y conductas.

 

La envidia, básicamente responde a las siguientes causas: 1) Una baja estima o valoración de quien soy, qué hago, cuáles han sido mis logros y aún sobre los bienes que poseo. 2) Una continua comparación o competencia con los demás, que sin duda son diferentes a mí, pero no mejores ni peores, tienen más o menos, lograron tales o cuales cosas, etc.  

 

La envidia trae sobre sus espaldas a un desagradecido (por no saber valorar lo que es y tiene) y a un ambicioso (insaciable competidor por superar los “triunfos ajenos”). Además, este espíritu envidioso debilita nuestra capacidad de sujetar al pecado que está a la puerta de nuestras vidas.

 

Es decir, según Dios mismo le explico a Caín, él podía enseñorearse y controlar esos sentimientos y deseos pecaminosos que estaban acechando su vida e impedir que lo controlaran… ¡Pero Caín no quiso! Quizás las “defensas” espirituales de Caín ya estaban muy debilitadas; y es que, como alguien dijo con humor alguna vez, doña Envidia camina muy de la mano con doña Amargura, y sus efectos van calando muy hondo, debilitando nuestro potencial para caminar en santidad y victoria.

 

(Proverbios 18: 19) = El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.

 

Aunque ni siquiera haya razones aparentemente “justificadas” para que la persona este ofendida. Caín invitó a su hermano a un “picnic”, un “día de campo”, a un tiempo de camaradería, de disfrutar una confraternidad, sin embargo la traición ya estaba en su mente; solo esperaba el momento oportuno…

 

Así opera este espíritu: bajo una conducta amable y un trato aparentemente bien intencionado, entreteje pensamientos de traición hacia su propio hermano. ¿Te suena familiar esta historia…? ¿Conoces ejemplos sobre el tema…? ¿Es que acaso esto te toca en carne en propia, mi querido hermano…?

 

El espíritu de Caín provoca mentira e indiferencia. Y todo esto, aun siendo la persona confrontada con un testigo infalible y con pruebas irrefutables. Dios mismo se presentó como testigo en contra de Caín.

 

(Génesis 4: 9-10) = Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? 10Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

 

Esa misma pregunta, el Padre nos la hace hoy a cada uno de nosotros: ¿Dónde está tu hermano…? Olvida por un momento templos, congregaciones, denominaciones y credos. Céntrate en lo que Dios dijo en Su Palabra. Ahora, nuevamente te pregunto: ¿Sabes tú dónde está tu hermano? ¿Y qué de las maldiciones?

 

a) Improductividad en el trabajo (ministerio): vs.12 = Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza… (No tendrás frutos).

 

 b) Vida sin rumbo ni estabilidad: vs. 12 =…errante y extranjero serás en la tierra (Falta de propósito y dirección)

 

c) Relación con Dios caracterizada por miedo y culpabilidad: vs. 14 =…de tu presencia me esconderé… (Conciencia legalista y autocondenatoria)

 

Pero, ¿Acaso es posible ser cristianos y caminar bajo maldiciones como éstas…? ¿Ministerios bajo maldición…? ¿Iglesias atadas por una maldición…? ¿Denominaciones enteras influenciadas por un “espíritu de envidia”…? Lamentablemente sí. Pero la buena noticia de Dios para nosotros hoy es que…

 

La misericordia de Dios sobrepasa todo poder espiritual destructor. Si bien Caín tuvo que acarrear con las consecuencias de su maldad, con todo Dios le proveyó de una “Señal de protección”… No tenemos seguridad de qué era exactamente, ni cómo funcionaba, pero lo que sí es evidente es que a pesar de todo, Dios no abandonó a Caín.

 

En suma y concluyendo: Cristo nos ofrece hoy su libertad de todo espíritu opresor y redención de toda maldición que ha estado afectando nuestras vidas, ministerios y el avance del reino de Dios en las naciones. Ministros del Señor: La iglesia viene sufriendo por varias generaciones la obra destructiva de este “espíritu de envidia, celos, resentimiento, destrucción, mentira e indiferencia entre hermanos”, pero hoy Dios nos confronta con la oportunidad de cortar sus yugos de nuestras vidas y aún libertar a otros.

 

Debemos confiar más en la capacidad de Dios para bendecirnos, que en la astucia del diablo para engañarnos; pues Dios nos ama tal cual somos, pero nos ama demasiado, como para dejarte tal cual hoy estamos. Tu fe tiene arreglo, pero tu conducta ya no. Lo primero viene de Dios, lo segundo es tu responsabilidad.

 

El espíritu de Caín con todas sus actitudes y perversas obras debe ser hoy desarraigado del Cuerpo de Cristo por el arrepentimiento, la confesión, la renuncia y el perdón desatado por la oración de guerra. Si no tomamos una firme y valiente decisión sobre este “principado”, será prácticamente imposible ver a la iglesia marchando en unidad y en la gloriosa unción que el Señor está reservando, como el más excelente vino, para el tiempo final de la historia.

 

Nosotros tenemos la oportunidad por delante: Si no lo hacemos nosotros… ¿Quién se supone que lo hará? Si no lo hacemos ahora… ¿Cuándo se supone que se hará? Hay un viejo refrán que es válido para esto: “Si quieres ver lo que nunca has visto, atrévete a hacer lo que nunca has hecho…”

 

Ministros, gente con unción suficiente como para ser referentes para otros, el Padre Celestial nos está preguntando hoy: ¿Dónde está tu hermano…? ¿Qué hiciste con él…? ¡Cuántas veces hemos preferido ganar una discusión teológica de doctrinas y liturgias “secundarias” antes de preservar la comunión y la unidad fundamental!

 

Si alguna vez has caído en las trampas del “espíritu de Caín”, hoy puedes ser libre, si lo quieres, si así lo decides… ¡Hoy es tiempo de arrepentimiento! ¡Corre a la presencia de Dios y arrepiéntete ya mismo! Si hay relaciones que has destruido con envidia, mentiras, violencia o aún con una profunda indiferencia, ¡Hoy es el tiempo de perdón y restauración!

 

Si hasta aquí te has visto a ti mismo como un “sacerdote mediocre”, un ministerio “pobre, pequeño y desapercibido”, si hasta hoy te has quedado corto con tu nivel de adoración, has sido mezquino con tus ofrendas, has estado comparándote con otros sacerdotes y envidiando su comunión… ¡Hoy es tiempo de cambios sobrenaturales!

 

Si por el contrario, no has vivido las cosas anteriores pero sí has estado acumulando rencor, amargura, odio y aún hasta ciertas enfermedades, a causa de no perdonar a otros, ni perdonarte a ti mismo… ¡Hoy es tiempo de reconciliación!

 

Jesucristo nos confronta una vez más y nos dice: ¿Dónde está tu hermano…? ¿Qué hiciste con él…? No pongas excusas, porque de nada sirve. No intentes justificarte, porque Él lo sabe todo. No digas: “Yo no soy responsable por él”, porque sí lo eres… No digas: “Yo no soy su guarda, ni su cuidador, ni su consejero…”, porque sabes bien que Él nos llamó a sobrellevar las cargas los unos de los otros y a guardar la unidad en el vínculo de la paz… ¡Hoy es tiempo de restitución!

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

enero 1, 2015 Néstor Martínez