El Centro del Creyente

El Señor ha venido enseñando que el libro del Apocalipsis es un desdoble de eventos en algún orden cronológico. Estos eventos han tomado lugar y están destinados a tomar lugar en el mundo, la Iglesia mundana y en la verdadera Iglesia, La Novia de Cristo, desde que el libro fue escrito al final del primer siglo.

Las primeras líneas dicen, “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a Sus siervos– las cosas que conviene que sean hechas presto; y envió, y las indicó por señales por su ángel a Juan su siervo.” Lo dice así en Apocalipsis 1:1,

Apocalipsis es un libro lleno de símbolos que fue escrito a nosotros quienes seguiremos al Cordero donde quiera que Él vaya. Está lleno de advertencias y ejemplos para aquellos que serán Sus ovejas para que podamos vencer, pero su mensaje debe ser espiritualmente discernido.

Antes que vayamos más lejos con esta discusión debemos responder las preguntas que una gran mayoría se hace y nos hace., ¿Cuándo son los “últimos días?” y “¿Cuándo comienzan estos últimos días?”. Muchos maestros quieren creer que todo está en el futuro o que ha sucedido ya en el pasado, pero nunca en el presente.

El Libro de Hebreos dice, “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a  los padres por los profetas, en estos postreros tiempos nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó por heredero de todo, por el cual así mismo hizo los siglos.” (Hebreos 1:1-2,)

Los hombres religiosos esperan que un templo sea construido en Jerusalén para que así el anticristo pueda ser entronado allí como una señal de los últimos tiempos. Pero Juan dijo que el anticristo estaba ya vivo en su tiempo casi 2000 años atrás. Y dijo algo más que no siempre se tiene en cuenta: que hay muchos anticristos.

¿Es tan complicado abandonar enseñanzas perimidas por frescas revelaciones y aceptar que anticristo es simplemente toda mentalidad que se opone a Cristo) ¿y es tan aventurado, malintencionado o resentido suponer que algunas de esas mentalidades pueden estar hoy ocupando púlpitos?

 “Hijitos, ya es la postrera hora; y como vosotros habéis oído que el   anticristo ha de venir, así también al presente han comenzado a ser muchos anticristos; por lo cual sabemos que es el último tiempo.” (1Juan 2:18)

La triste noticia es que el anticristo esta ya entronizado en los corazones de los hombres, creado para ser el verdadero templo de Dios, y en el corazón de muchos que se consideran a sí mismos cristianos en esta hora presente.

Así que, con estos versículos en mente, vemos que estamos en el “último día” o “la ultima hora” y las “cosas que deben pronto pasar” están ya bien encaminadas. Mientras damos un vistazo a las siete iglesias en los capítulos dos y tres del Apocalipsis, vemos una continua digresión y deterioro  de lo que estaba establecido en el comienzo del primer siglo, fundado en el movimiento del Espíritu Santo entre la iglesia infante.

Para el tiempo en que el Apocalipsis fue escrito, Jesús es visto caminando entre los siete candeleros (en griego la palabra utilizada aquí es  luchnia) y advirtiendo a las siete iglesias que a menos que ellos se arrepientan y vuelvan a la gloria que una vez tuvieron cuando ellos hicieron su morada en El, sus candeleros, el espíritu de la iglesia, sería quitado.

Finalmente la séptima Iglesia es  descrita como teniendo su puerta cerrada contra el Señor y Jesús diciendo, He aquí, que yo estoy parado a la puerta y llamo; si alguno oyere mi voz, y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20). 

Este no es solo un versículo para ser citado fuera de contexto con el propósito de un llamado. Está aplicado a estos Laodiceanos, la iglesia tibia que vemos hoy. Y cuál es la actitud de aquellos que están a gusto seguros detrás de esa puerta cerrada y cómo responden ellos a Aquel que llama? Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa. Jesús tiene otra evaluación del estado de esta iglesia.

¿Cómo responde Jesús a esta ceguera espiritual dentro de la fortaleza de seguridad y riqueza hecha por el hombre? Al que venciere yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido y me he sentado con Mi Padre en Su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.  

¿Que venza qué cosa? Que venza su propia justicia complaciente y su actitud autosuficiente que lo excluye a Él. ¿Cómo?  Estimándose a sí mismos ante El cómo en bancarrota absoluta y vacíos de Su Verdad en sus vidas, dispuestos a dejar que Él les muestre que son verdaderos desventurados, miserables, pobres, ciegos, y desnudos detrás de esa puerta cerrada.

Si nos ponemos ante El “desnudos” como Isaías se vio a Si mismo delante del trono de Dios, así y solo así seremos capaces de comprar de Él oro refinado en fuego, para que seamos ricos; y prendas blancas, para que seamos vestidos, para que la vergüenza de nuestra desnudes no sea revelada; y unja nuestros ojos con colirio, para que veamos. Recuerda, Jesús advirtió que aquellos que se creen completos, no tienen necesidad de médico.

Fue a Juan, Isaías y a otros hombres de fe quienes se mantuvieron a sí mismos humillados delante de Él, los que tuvieron ojos para ver y oídos para oír que la invitación era dada, Algo así como ven conmigo, sube hasta aquí. Ellos vivieron pruebas que nosotros, también, podemos sobrellevar si dejáramos el esquema de este mundo atrás. Fue Después de estas cosas, que Juan miró, y he aquí una puerta abierta en el cielo.

La invitación es a salir fuera en este tiempo como lo fue para Juan en los últimos días. Hay una vía que guía a la ciudad de Nuestro Dios, abierta a aquellos que compran de Él y se despojan a sí mismos de todo lo contaminado por este mundo. Estos son aquellos que encuentran una puerta abierta en las moradas celestiales pues están deseando pagar el precio.

Hoy en día aquello que retiene tantas vidas de encontrar aquella puerta es una afinidad en dirección al dios mamón. Sí, es un dios demoníaco. Mamón era el nombre de un dios de prosperidad adorado y a quien se le ofrecían sacrificios en la Babilonia antigua. Aquellos que adoraban ante sus pies buscaban adquirir riqueza y éxito de sus manos. Fue de este dios que Jesús dijo era la antítesis de servir a Su Padre.

Jesús se encontró con un joven gobernante rico en Israel que vino a él muy satisfecho con su habilidad de ser recto en guardar la ley… Él le preguntó a Jesús que debía hacer para ser perfecto. Jesús le dijo que vendiera todo lo que tenía  y lo diera a los pobres, DESPUES le siguiera a Él. A esto la búsqueda del joven hombre por perfección se esfumó como burbuja.

El precio era demasiado alto y él se fue triste. Fue después de esta escena que Jesús alertó a sus discípulos, Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará  al otro, o se allegará al uno y  menospreciará al otro; no podéis servir a Dios y a las riquezas (al dios mamón.

Así que querido santo, ¿Dónde está tu corazón? ¿Buscarías tú primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y dejarías que estas otras cosas sean añadidas a ti mientras El ve tu necesidad? ¿O preferirías, como muchos cristianos en sus culturas occidentales, servir al dios mamón?

Tantos son engañados y se preguntan por qué no pueden encontrar esa puerta abierta a los cielos que Juan encontró. Peor aún, hay muchos que están muy a gusto detrás de sus propias puertas de la iglesia, no conociendo siquiera la diferencia. Estos son aquellos de los que Pablo dijo que Teniendo apariencia de piedad, han negado (rechazado) la eficacia de ella.

La hora es tarde. La elección está frente a nosotros. ¿Compraremos de Él vestiduras blancas que cubran nuestra desnudez espiritual? ¿Admitiremos delante de Él que somos verdaderamente ciegos para que podamos ver? ¿Compraremos de Él el único oro que nos puede hacer ricos y abandonaremos el oro que nos mantiene espiritualmente pobres?

¿O seremos como las siete mujeres (Que en realidad son siete iglesias) quienes toman todo de Él y dicen, “Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; Solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, Quita nuestro oprobio.” (Isaías 4:1)?

Cerca del final del libro de Juan él describe una mujer de Babilonia que fue rica más que cualquier sueño del hombre en sentido mundano, pero a un terrible costo. Ella se ha convertido en ramera y madre de rameras y su candelero ha sido removido. ¿Nos hallaremos allí después de que sea demasiado tarde? A ella Jesús dijo,

Y luz de lámpara (griego lúchnos) no alumbrará; y voz de esposo y de esposa no será más oída en ti; cuyos mercaderes eran príncipes de la tierra: en cuyas hechicerías todos los gentiles han errado. (Apocalipsis 18:23).

Si, en donde no hay candelero, no hay Espíritu. Donde no hay Espíritu, no hay Novio ni Novia, pero hay abundancia de mercaderes y muchos poderosos están ahí.

(1 Corintios 1: 26) = Porque mirad, hermanos, vuestra vocación: que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; (27) antes lo que es la locura del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo que es la flaqueza del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte;              

Recuerda que este es un asunto del corazón. Nuestro corazón mora donde está nuestro tesoro. No podemos servir a ambos, a Jesús y a mamón. No dejes que el precio de este mundo te engañe. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!

¿Y qué cosa es la que el Espíritu dice a las iglesias? Muchas, tal vez; pero una en excelencia y prioridad: Jesucristo. Sí, ya lo sé, te lo han dicho centenares de veces. Te lo han enseñado, predicado y proclamado muchas veces, pero la pregunta, es: ¿Lo conoces?

¿Sabes, por ejemplo, que en Cristo tú eres alguien muy especial, ya que Él te ha aceptado, te ha brindado seguridad y te considera alguien muy importante? Quizás también esto te hayan dicho. Lo que no sé si han hecho alguna vez, es demostrártelo con la Palabra.

¿Quieres acompañarme a conocerte a ti mismo/a y saber quién eres, verdaderamente, en Cristo? Las siguientes treinta y tres sentencias bíblicas serán nuestros testigos y tu garantía. Única garantía. Como si pudieras necesitar de otra…

REPITE EN VOZ ALTA PARA TI MISMO: SOY ACEPTADO EN CRISTO.

(Juan 1: 12) = Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

¿Qué es lo que verdaderamente estamos leyendo aquí? Que el tan proclamado, difundido y hasta promocionado como nueva doctrina del nuevo nacimiento, no ocurre por descendencia física, por alguna calidad o clase de esfuerzo o voluntad humanos, sino pura, única y exclusivamente por el poder de Dios.

Cuando tú conoces esto, (Y por eso Dios se lo hizo escribir allí a Juan) es cuando tú tomas conciencia que eres aceptado en Cristo, entre otras razones, por la simple causa de que en este simple y sencillo acto, eres considerado como: (1) Soy hijo de Dios.

(Juan 15: 13) = Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

(14) Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

(15) Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer.

La terminología del siervo-maestro y del hijo-padre describe de una forma vívida la relación íntima que debe existir entre los creyentes, Cristo y el Padre. Pero ninguna tiene un sentido tan profundo como la que utilizó Jesús al llamar a sus discípulos amigos, porque ella encierra identificación y amor.

Es el paso intermedio entre los tres que constituyen el camino del evangelio. Nacemos a la fe siendo siervos. Sólo obedecemos a nuestro Señor conociendo lo justo y necesario sobre su vida. Pasamos a ser amigos, donde conocemos gran parte de nuestro Señor pero no todo. Y concluimos siendo hijos, donde no sólo lo conocemos todo, sino que además heredamos. (2) Soy amigo de Cristo.

(Romanos 5: 1) = Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; (2) por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Toda la vida cristiana es el fruto de la gracia de Dios, en la cual estamos firmes: su favor y provisión en Cristo que no merecemos. La gloria de Dios es una manifestación externa de su esencia interior. Al regreso del Señor se revelará esa gloria en toda su plenitud, y los creyentes se regocijan por la perspectiva de contemplarlo tal cual es y compartir su gloria.

Es más que evidente que no tenemos ni una mínima idea de lo que significa la gloria de Dios y las causas por las cuales nosotros, simples hombres imperfectos y muy falibles, podemos acceder a compartirla. La razón también viene de la aceptación de Cristo por nosotros, (3) Hemos sido justificados en Cristo.

(1 Corintios 6: 15) = ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.

(16) ¿O no sabéis que el que se une con una ramera es un cuerpo con ella? Porque dice: los dos serán una sola carne.

(17) Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.

Aquí queda más que claro que la relación sexual, (Pues de esto es de lo que se está hablando en concreto y literal), es algo más que una simple experiencia biológica o destinada al mero placer físico. La relación sexual, tal como fue diseñada por Dios, envuelve una comunión vital.

¿Y qué cosa es una comunión vital? Pues eso: una común – unión – vital. Así como Cristo está unido al creyente por la comunión del espíritu, es inconcebible involucrarlo en algo de carácter inmoral. Y no estoy diciendo que la relación sexual en sí misma sea inmoral. Lo que estoy diciendo es que lo es en tanto y en cuanto no se produzca teniendo en cuenta lo que Dios dispuso al respecto.

De todos modos, en esta enseñanza focalizada hacia uno de los factores más proclives a la tentación y al pecado, se desliza una sentencia final que nos lleva a decir con cierta tranquilidad y no poca felicidad que (4) Estamos unidos con el Señor y somos uno con Él en el espíritu.

(1 Corintios 6: 18) = Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca.

(19) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

(20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Una vez más, en la prosecución de este texto, el tema es la sexualidad. Y se deja en evidencia por parte de Pablo que es un aspecto único y profundo de la personalidad que abarca a todo ser humano. La inmoralidad sexual tiene efectos de largo alcance, gran significación espiritual y complicadas repercusiones sociales.

Tal inmoralidad no es un pecado contra el cuerpo, sino contra el Espíritu Santo que mora en el cuerpo. Como los creyentes hemos sido comprados por la sangre de Cristo, deben honrar debidamente a quien pertenecen. Puedes decir con tranquilidad, entonces, que eres aceptado por Cristo porque (5) Fuiste comprado por precio, perteneces a Dios.

(1 Corintios 12: 27) = Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.

Las lecciones sobre el cuerpo humano son ahora aplicadas en la práctica a los individuos. Ninguno posee todos los dones. Todo intento de establecer un orden de precedencia o jerarquía entre ellos atenta contra la realidad de la diversidad de dones, ministerios y operaciones de la Trinidad, que ilustra cómo opera la variedad y la diversidad en distintos contextos.

Cuando más adelante habla de los que ayudan, se refiere a las formas de servicio y apoyo, una manifestación del Espíritu a veces pasada por alto. Los que administran, por su parte, es otro de los ministerios que menos distinciones y reconocimientos recibe, mientras ofrece calladamente orientaciones y asistencia. De todos modos, sonríe: (6) Eres miembro del cuerpo de Cristo.

(Efesios 1: 1) = Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso; (2) gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Cuando Pablo llama santos a los cristianos de Éfeso, a los que les está escribiendo esta carta, está describiendo un estado del ser humano, y nunca un simple título religioso en la Biblia. Son llamados así desde siempre, aquellos que han sido hechos santos mediante la salvación.

Según la revelación bíblica, la santidad es: (a) Una cualidad fundamental de Dios y de Su Espíritu; (b) una virtud indispensable de todo verdadero creyente; y (c) un atributo de ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc.

El término hebreo para santo, es kadosh, y significa puro, física, ritual y, especialmente, moral y espiritualmente. En ocasiones se debe traducir “separado”, puesto aparte, consagrado. Ciertos autores presentan con demasiada exclusividad el concepto de separación, pero sí es cierto que la pureza consiste en estar separado de toda contaminación de todo pecado.

Cuando Isaías oyó a los serafines proclamar: ¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos!, Isaías clamó: ¡Ay de mí!, que soy muerto, porque siendo hombre de labios inmundos, han visto mis ojos al Rey… Entonces fue su iniquidad quitada y expiado su pecado. Aquí tenemos expresada la purificación para ser santo.

El Nuevo Testamento emplea el término hagios que también en ocasiones significa separado, consagrado, puesto aparte, pero con mayor frecuencia “puro”. Ser santo es ser sin “mancha, ni arruga ni cosa semejante”. Y en 2 Corintios 7:1 se lee: Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

Si en ocasiones se trata, en el Antiguo Testamento, de cuestiones de santidad esencialmente ritual, tenemos en ello sombras que se desarrollan en enseñanzas de unos principios de santidad profundamente espiritual y moral.

En la santidad ritual del Antiguo Testamento se hallan objetos santos: lugares, moradas, ciudades, vestiduras, pero, de una manera muy especial, el Tabernáculo y el Templo con todo lo que servía para el culto. Había además santas convocaciones, una nación y pueblo santos, etc.

Nuestra santidad está estrechamente relacionada con la de Dios. Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos (Levíticos 20:26). Si este pasaje menciona la separación, también todo el capítulo habla de pureza de conducta.

Acerca de la santidad de Dios, la Biblia declara lo siguiente: La santidad de Dios es Su cualidad absoluta y fundamental. Su pureza absoluta, inmaculada, manifiesta Su gloria deslumbrante y eterna. Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria (Isaías 6:3; 57:15).

Esta santidad nos impulsa a la adoración: ¡Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus pies; él es santo! (Salmos 99:5; 103:1). Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad (Salmos 97:1.

 La santidad de Dios se manifiesta a la vez en Su justicia y en Su amor. Su justicia lo obliga a castigar al pecador; pero es inseparable de Su amor, que desea salvarlo. Una justicia sin amor no sería santa; no lo es la justicia implacable de un tribunal. Pero un amor sin justicia tampoco es santo; no lo es el amor sin severidad de una madre débil.

El arca del pacto ilustra muy bien esto: el propiciatorio, la cubierta de oro en la que se hacía la aspersión de sangre expiatoria, simboliza la gracia y amor de Dios; pero debajo de este propiciatorio se conservaba el rollo de la Ley, que representaba la justicia del Dios que perdona. Porque el objetivo de Dios al perdonar es el restablecimiento del orden moral.

Ésta es la esencia de la santidad, sobre la que velaban simbólicamente los dos querubines de oro. Son numerosos los pasajes bíblicos que asocian estrechamente la justicia y el amor de Dios, estando siempre sobreentendida la noción de la santidad, al menos en el contexto. Los términos utilizados son, en ocasiones, “fidelidad y bondad”, “ira y misericordia”, “castigo y gracia”.

El Decálogo afirma que Dios castiga la iniquidad, pero también que muestra misericordia. El Señor reprocha a los fariseos que descuiden la justicia y el amor de Dios. Pablo afirma que la gracia reina por la justicia, y que El cumplimiento de la ley es el amor.

La santidad de Dios, de la que depende la nuestra, es así en realidad una combinación de una justicia o pureza absoluta con un infinito amor. Ello nos lleva a constatar que la suprema manifestación de la santidad de Dios viene a ser la muerte expiatoria de Su Hijo.

La cruz del Calvario es la sublime expresión de la unidad manifestada entre Su severa justicia y Su amor redentor. En cuanto a la importancia de la santidad del creyente, es menester recordar que Cristo volverá para ser glorificado en sus santos. Por todo esto es que decimos: (7) Eres un santo.

(Efesios 1: 3) = Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, (4) según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, (5) en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.

Cuando habla de bendición espiritual se refiere a los privilegios divinos concedidos al creyente, esto es, al haber sido escogido, adoptado y perdonado por Dios. En 1 Corintios 12:1 se utiliza la misma palabra griega para “espiritual” al referirse a los dones del Espíritu Santo, lo cual evidencia que estos están incluidos entre las bendiciones.

Cuando habla de ser predestinados, afirma la existencia de un plan y un propósito divinos garantizados para todos los redimidos, no sugiere ningún fatalismo que incluya a unos mientras excluye a otros. No olvides que la predestinación es para la iglesia conjunta. Lo que está por verse es si tú vas a formar parte de esa iglesia predestinada, o no. Mientras tanto, (8) Has sido adoptado como hijo de Dios.

(Efesios 2: 17) = Y vino y anunció buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; (18) porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.

Aquí, evidentemente, los que estaban lejos eran los gentiles, mientras que los que estaban cerca eran los judíos. Y dice que no solamente predicó para los dos por igual, sino que incluso la entrada al trono de la gracia es exactamente similar para los unos y los otros. Eso destruye ciertas doctrinas nacionalistas que nada tienen que ver con un Dios que no hace acepción de personas. (9) Tienes acceso directo a Dios por medio del Espíritu Santo.

(Colosenses 1: 9) = Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, (10) para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; (11) fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; (12) con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, (14) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Dice: “Que seáis llenos del conocimiento”. Los herejes prometían a sus seguidores un nuevo conocimiento. (La palabra griega era gnosis), que se bastaba a sí mismo. Pablo, entonces, ora para que los colosenses reciban la plenitud y se mantengan bajo la potestad del más completo y claro conocimiento, (Aquí la palabra es epignosis), de la voluntad de Dios.

Más adelante les dice que deben andar como es digno del Señor. Aquí Pablo se refiere a un compromiso de corte radical respecto a la voluntad, el sentimiento y la disposición de agradar a Cristo. Esa forma de andar se caracteriza por la plenitud de frutos, crecimiento en el conocimiento divino, poder de lo alto y gratitud.

Y luego añade que deben andar de ese modo, fortalecidos con todo poder. Esa palabra que se utiliza allí como fortalecidos, es la palabra dunamoo, y tiene que ver con hacer fuerte, confirmar, capacitar. Existe toda una familia de palabras duna-poder: dunamai, que es poder hacer; dunamis, que usualmente se refiere al poder sobrenatural; dunamoo, que es fortalecer; dunastes, que significa soberano o que gobierna,; dunateo, que es ser poderoso y dunatos, que es simplemente poderoso. Puedes comparar esta palabra con las nuestras más conocidas de dinastía, dinámico y dinamita, todas símbolo de poder.

Y en el 13 nos recuerda que Dios Padre nos ha librado de la potestad de las tinieblas y, -enfatiza- nos ha trasladado, (Así, en tiempo pasado, ya ocurrió en el ámbito espiritual) al reino de su amado Hijo. Y a esto hay que explicarlo convenientemente para evitar lo que hasta hoy ha venido sucediendo mayoritariamente: confundir reino con salvación o imaginarlo sólo para la hora de nuestra muerte física.

La “transferencia” del creyente de subordinado a la autoridad de Satanás a subordinado a la autoridad de Cristo, se la describe como el paso hacia otro Reino. Los versículos subsiguientes describen la redención de Cristo como trayéndonos a un lugar donde reina la perfección, la totalidad; es decir, a la suficiencia, autoridad o habilidad espiritual de vivir victoriosamente por encima y a pesar de los poderes invisibles de las tinieblas.

Esto se hace realidad en oposición a lo meramente teórico, cuando vivimos y amamos como ciudadanos del Reino celestial; usamos la divisa del Reino, la cual es de irresistible valor; operamos como embajadores autorizados para ofrecer la paz y la reconciliación del Reino a todos aquellos que todavía no son criaturas nuevas en Cristo, y servimos como la milicia del reino, ceñidos con las armas de la oración, para librar la batalla contra las potencias de las tinieblas, que tanta influencia tienen en este mundo.

Y, finalmente, en el último verso, está la expresión que nos lleva al punto siguiente de la aceptación en Cristo que gozamos y disfrutamos como nuestra sin interferencias. Dice que tenemos redención por su sangre, lo que nos lleva a asegurar que, (10) Hemos sido redimidos y perdonados de todos nuestros pecados.

(Colosenses 2: 8) = Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.

(9) Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad, (10) y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

Siempre, indefectiblemente siempre que leo el verso 8 de esta carta, no puedo evitar situarme espiritualmente en cualquier lugar del planeta, en cualquier ciudad, en cualquier barrio en que haya un templo cristiano y en cualquiera de sus púlpitos de domingo.

Porque creo que seríamos más que ignorantes e inocentes al extremo si imagináramos un escenario espiritual donde personas que no conocemos, a las que jamás oímos hablar, vengan un día y nos quieran enseñar filosofías o huecas sutilizas y, lo más inconcebible, ¡Qué nosotros las creamos! Decididamente hermana, hermano, si pudiéramos ser engañados por esas filosofías o sutilezas, eso va a venir de un púlpito nuestro y de parte de alguien a quien hasta allí considerábamos como nuestro.

Es allí donde deberemos refugiarnos espiritualmente en lo que se expresa en los versos 9 y 10. Confiando en que Cristo habita corporalmente en Deidad y, especialmente, que todos nosotros los que en Él creemos, (11) Estamos completos en Cristo.

Once puntos que tienen que ver con nuestra aceptación en Cristo Jesús. Puedes decir y creer: Soy hijo de Dios, soy amigo de Cristo, he sido justificado, estoy unido con el Señor y soy uno con él en el espíritu, fui comprado por precio; pertenezco a Dios, soy miembro del cuerpo de Cristo, soy un santo, he sido adoptado como hijo de Dios, tengo acceso directo a Dios por medio del Espíritu Santo, he sido redimido y perdonado de todos mis pecados y, esencialmente, soy completo en Cristo, no necesito en lo espiritual absolutamente nada más y a nadie más.

AHORA REPITE EN VOZ ALTA PARA TI MISMO: ESTOY SEGURO EN CRISTO.

Es más que claro y evidente que, mientras resulta sumamente valioso e importante que seas aceptado en Cristo, porque eso te garantiza muchas bendiciones, no menos imperativo es que te sientas seguro en Él, que no es lo mismo ni por asomo que te sientas seguro en ti mismo. De allí que vamos a recorrer ahora escritura que te habla específicamente de eso en distintas facetas.

(Romanos 8: 1) = Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

(2) Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Lo primero que quiero consignar es que aquí se lo nomina a nuestro conocido y amado Espíritu Santo, con uno de sus tantos adjetivos utilizados en la Biblia para reconocerlo: Espíritu de vida. Y esto tiene que ver con los distintos símbolos con que se lo presenta en la Palabra.

En este capítulo, independientemente de lo que estamos viendo y estudiando, se hace referencia a Él como Espíritu de vida, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y el espíritu de adopción. Tiene que ver con dones y ministerios y podemos, en otro momento, indagar más sobre esto en forma específica.

Pero nos dice que ese Espíritu de vida nos ha librado de la ley del pecado. Y este término aquí traducido como “librado”, es la palabra griega eleutheroo, que tiene que ver con libertar, remitir, dejar en libertad. En el Nuevo Testamento la palabra se usa exclusivamente para referirse a la obra de Cristo de liberar a los creyentes del pecado. Es decir que: (12) Estamos libres de condenación por siempre.

(Romanos 8: 28) = Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Aun en las dificultades y el sufrimiento, aun en la más amarga desilusión, aun cuando maltratados, los cristianos deben saber que Dios obra en medio de esas situaciones para que se cumplan sus buenos propósitos en sus hijos.

Puede que Dios cambie o no la situación directamente, pero aún si se mantiene difícil, Dios garantiza buenos resultados al final, inclusive una mayor madurez a quienes conforme a su propósito son llamados. Las certezas que nos comunica este texto deben entenderse a la luz de la unión responsable con el Espíritu Santo. Porque, -te recuerdo- toda esta promesa activa tiene validez sólo para los que aman a Dios, no a todos los llamados y auto llamados cristianos.

Y cuando dice que todo es conforme a su propósito, esta última palabra en el original es el vocablo griego prothesis. Viene de pro, que quiere decir “antes” y thesis, que nos habla de “un lugar”. Y de ahí, “llevar adelante”.

La palabra sugiere un plan deliberado, una proposición, un plan anticipado, una intención, un designio. De las doce veces que aparece en el Nuevo Testamento, prothesis se usa cuatro veces para referirse al pan levítico de la proposición, (Literalmente, “el pan de colocar delante”).

La mayoría de los otros usos señalan los propósitos eternos de Dios en relación con la salvación. Nuestra salvación personal no solamente fue bien planeada, sino que pone de manifiesto la invariable fidelidad del Dios que espera la consumación de su gran plan para la iglesia. Bajo todas estas condiciones descriptas, (13) Estás seguro que todas las cosas obran para bien.

(Romanos 8: 33) = ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

(34) ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

Está más que claro el principio evidenciado básico en ambos versículos, que dicho sea de paso no son una expresión aislada sino parte esencial de un contexto global apuntado al mismo tema. Nadie puede acusar a un escogido de Dios. Sólo dios se puede arrogar ese derecho por propia autoridad.

Nadie tampoco puede condenarte, (Hablo en términos espirituales, obviamente). Cristo murió por ti y, llegado el momento, también intercederá a tu favor. Eso, siempre y cuando tú pertenezcas a su círculo íntimo, esto es: lo ames y le obedezcas sin cuestionar nada. (14) Estás libre de toda acusación condenatoria.

(Romanos 8: 35) = ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Para cualquier cristiano desalentado, este pasaje poderoso ofrece hoy las infinitas seguridades del amor de Cristo, presente en cada momento de la vida del creyente. ¿Existen motivos de descontento mayores que los mencionados por Pablo, aquí? Si no, entonces nunca nos separaremos del amor de Cristo en esta vida. Aún en medio de las dificultades seremos más que vencedores.

Y eso no va a favor, precisamente, de esa especie de mandato pseudo religioso bajo el cual se cobijan falsas doctrinas que imperativamente reclaman que paremos de sufrir, cuando nuestro Señor nos anticipó con validez profética que necesariamente íbamos a vivirlo como parte de nuestra maduración y crecimiento. Por eso es que puedes pensar con seguridad que: (15) No puedes ser separado del amor de Dios.

(2 Corintios 1: 19) = Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido SI y NO; más ha sido SI en él; (20) porque todas las promesas de Dios son en él SI y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

(21) Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, (22) el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.

Cristo es la positiva y totalmente consistente Palabra viva que procede de Dios; de igual manera, el ministerio de Pablo, como hoy debería ser el tuyo, ha sido consistente. Sus planes de viaje deben cambiar, pero ello se ha debido a su dedicación constante al invariable evangelio de Cristo, quien es que cumple y a la vez la consumación de todas las promesas de Dios, porque Él es la suma y sustancia de ellas. Por medio de Jesús, los creyentes dicen Amén (Sí, así sea), en respuesta a Dios.

Y dice que hemos sido sellados y que se nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones. ¿Y qué cosa son las arras? La palabra griega que aquí se traduce como arras, es la palabra arrabon. Es un término comercial que habla de entregar dinero en garantía, una parte del precio de compra pagado por adelantado como pago inicial.

Arrabón constituye el primer adelanto, que garantiza la plena posesión cuando la cantidad total se paga algún tiempo después. Algunas veces a esta transacción se la llamaba “dinero de cautela”, “una promesa”, “un depósito” o “una garantía”.

Arrabon describe al Espíritu Santo como la promesa de nuestro gozo y de nuestra bendición futura en el cielo. El Espíritu Santo nos da una prueba anticipada o garantía de las cosas que vendrán después. Todo eso, dice, porque hemos sido sellados.

Eso significa que Dios nos ha marcado como pertenecientes a Él. El Espíritu Santo mismo sirve de garantía de ese compromiso divino de completar su obra en nosotros, completando el “sí” que representa a Jesús. Por eso es que en la seguridad en Cristo podemos decir que: (16) Hemos sido establecidos, ungidos y sellados por Dios.

(Colosenses 3: 1) = Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

(2) Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

(3) Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Para Pablo, demostrar el poder transformador del evangelio sobre las vidas de la gente era tan importante como defenderlo del error. Los colosenses pueden cumplir diariamente el mandato de centrar su atención y afecto en las cosas espirituales gracias a su identificación con Cristo, el morir al pasado y al poder que en el presente reciben a causa de la resurrección de Jesús.

Por eso se les dice a ellos y a nosotros, que busquemos las cosas de arriba, no las de la tierra materialista, humanista y religiosa. Y el motivo para hacer eso es porque sabemos que estamos muertos en Cristo. La pregunta que hay que hacer, es: ¿Lo estamos? Si realmente creemos que lo estamos, entonces podemos decir como otro punto relacionado con nuestra seguridad en Cristo, (17) Que estamos escondidos con Cristo en Dios. 

(Filipenses 1: 3) = Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, (4) siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, (5) por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; (6) estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo, (7) como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.

Dice que Dios comenzó en nosotros la buena obra. ¿De qué está hablando Pablo aquí? La palabra que se traduce como “buena”, aquí, es la palabra agathos, y tiene una implicancia de buena en un sentido físico y moral, y que produce beneficios. Se usa con relación a personas, cosas, actos, condiciones y así sucesivamente.

Es un sinónimo de agathos, el término kalos, que tiene que ver con algo bueno en el sentido estético, que sugiere atractivo y excelencia. Por todo ello es que tienes total derecho en la seguridad que te da Cristo, a decir que (18) Confías en que será perfeccionada la buena obra que Dios empezó en ti.

(Filipenses 3: 20) = Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; (21) el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

No me avergüenza decirlo, al contrario; durante muchos años de creyente pude entender la realidad concreta de este texto y otros similares a éste. Imbuido como estaba en la obra humana que la iglesia en general desarrolla, eso de nuestra ciudadanía celestial me sonaba muy lindo como un giro poético para púlpito romántico, pero no la entendía como verdad plena.

Hoy no puedo decir que lo he comprendido todo porque también mentiría por exageración. Pero al menos he podido ver con meridiana claridad que, aquello de ser embajadores de una nación viviendo en otra, no es un cuento cristiano, es una realidad. Puedes decir con total confianza y seguridad en Cristo que (19) Eres un ciudadano del cielo.

(2 Timoteo 1: 7) = Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y de dominio propio.

Es probable, en lo que tiene que ver con este relato en su faz literal, que por causa de su juventud o un modo natural de ser, Timoteo fuera algo tímido, algo que muy bien podría considerarse como una faceta de cobardía.

Y puede también que haya rehusado en su momento a aceptar grandes responsabilidades. En estos versículos Pablo le recuerda que la plenitud del Espíritu Santo y los dones que éste provee dan suficiente poder para ejercer el ministerio sin temor alguno.

A eso, hay que sumarle el dominio propio. Esta expresión, en los originales, se resume con la palabra griega sophronismos, que es una combinación de sos, que significa “seguro” y phren, que quiere decir “la mente”, lo que nos concluye como un pensar seguro.

La palabra indica buen juicio, modelos de pensamiento disciplinado, y la habilidad de entender y hacer decisiones correctas. Incluye las cualidades de autocontrol y autodisciplina. Con todo ello y la seguridad en Cristo, puedes estar seguro (20) No te ha sido dado espíritu de temor sino de poder, amor y salud mental.

(Hebreos 4: 16) = Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Sí, acerquémonos sin ninguna reserva, con la máxima transparencia y franqueza, confiadamente y sin recelos. Recuerda que nos estamos presentando delante del trono de la gracia, no del castigo. Y que lo hacemos para obtener misericordia por lo pasado y gracia por el presente y por lo que viene.

Esto significa que puedes acercarte sin ninguna clase de temores ante Dios en tiempos de tu necesidad y creer que Él va a comprender y subsanar con tu ayuda tus padecimientos. Entonces podrás asegurar que (21) Puedes alcanzar gracia y misericordia en tiempo de necesidad.

(1 Juan 5: 18) = Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.

Juan dice en algunos sectores de sus distintas cartas, que aquel que no rechaza el pecado no pertenece a la familia de Dios. Y es curioso que Juan lo diga así, porque la iglesia actual que conocemos, no siempre lo hace. Parecería ser que le resulta más importante que tú no te ofendas y e quedes a que verdaderamente cambies tu vida.

La razón de que un cristiano no persista en el pecado es que haya nacido de Dios en forma genuina. Porque allí será donde Dios mismo habrá de guardarlo. Y solamente allí se hará verdad aquello de que “al que está en Cristo, el maligno no le toca”.

Y es bueno reiterarlo una vez más y explicarlo una vez más y todas las que sean necesarias. Es sólo para el que está EN Cristo. Ni se te ocurra suponer que por ir a un templo una vez a la semana, nada más, podrás reclamar que el maligno no te toque. Si verdaderamente estás EN Cristo, sí puedes tener la certeza de que (22) Eres nacido de Dios y lo malo no puede tocarte.

Otros once puntos, pero que en este caso tienen que ver con estar y sentirse seguros en Cristo, que no es poca cosa, créeme: Estoy libre de condenación por siempre; estoy seguro de que todas las cosas obran para bien; estoy libre de toda acusación condenatoria; no puedo ser separado del amor de Dios; he sido establecido, ungido y sellado por Dios; estoy escondido con Cristo en Dios; confío en que será perfeccionada la buena obra que Dios empezó en mí; soy un ciudadano del cielo; no me ha sido dado espíritu de temor sino de poder, amor y salud mental; puedo alcanzar gracia y misericordia en tiempo de necesidad y soy nacido de Dios y lo malo no puede tocarme.

UNA VEZ MÁS, REPITE AHORA EN VOZ ALTA PARA TI MISMO: SOY IMPORTANTE EN CRISTO.

(Mateo 5: 13) = Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿Con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

(14) Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

Las bienaventuranzas, si tú las has leído, habrás visto que describen el carácter esencial de los ciudadanos del Reino, y las metáforas de sal y luz indican su saludable influencia sobre la sociedad secular a medida que se ponen en contacto con ella.

Ahora bien; pregunto: ¿Hay que verlas solamente como ingeniosas metáforas? Yo creo que no, que hay que seguir estudiándolas profundamente porque, sin exagerar nada, puedo asegurarte que cada día esas metáforas nos dicen algo más. Como por ejemplo esto: que puedo tener certeza de ser importante para Cristo porque, nada menos, (23) Eres la sal y la luz de la tierra.

(Juan 15: 1) = Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

(2) Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará: y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.

(3) Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

(4) Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

(5) Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separado de mí nada podéis hacer.

El fruto que el labrador celestial desea para su pueblo, es la semejanza con Cristo. Para que una rama sea productiva, tiene que ser podada; es decir, sometida a la beneficiosa disciplina del Padre, y debe mantenerse estrechamente unida a la vida. Curiosamente, en la mayor parte de las iglesias, se pretende hacer una obra de excelencia omitiendo tener en cuenta que la cabeza principal es Cristo y no un hombre.

Este Yo Soy que Jesús reitera en este pasaje, constituye la última auto designación de Jesús en este Evangelio. Se repite en el verso 5 y describe la relación entre Jesús y sus discípulos. Su trasfondo es Isaías 5:1-7, donde se compara a Israel con un viñedo amorosamente cuidado por Dios.

De allí que se especifique debidamente que el pámpano que no lleva fruto es destruido. La referencia inmediata era probablemente a Judas, pero la idea se aplica a todos los pseudo creyentes. De todos modos, (24) Eres un pámpano de la verdadera vid, un canal de su vida.

(Juan 15: 16) = No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

¡Pobres de esos tantos hombres presuntuosos y vanidosos que suponen estar haciéndole un favor a Dios cuando le sirven de alguna manera, ya sea con activismos religiosos o ritualismos tradicionales! ¿Nadie les explicó que no son ellos los que eligieron a Dios, sino que será Él quien los elija o no a ellos?

Evidentemente que no, que nadie se los ha explicado. Porque si alguien lo hubiera hecho, habrían entendido que todavía Dios no los ha elegido a ellos para que sean sus ministros. Porque Dios no viene a levantar a los que se capacitan, sino que Él mismo capacita a los que va a levantar. Y cuando lo hace es que puedes decir que (25) Has sido elegido y puesto para llevar fruto.

(Hechos 1: 7) = Y les dijo: no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el padre puso en su sola potestad, (8) pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

En su respuesta, Jesús corrige la falsa concepción de los discípulos y ajusta su perspectiva sobre el Reino de Dios. Les dice que el Reino es espiritual en su carácter, internacional en su membresía y gradual en su expansión.

Cuando les dice que vendrá sobre vosotros el Espíritu Santo, da un concepto muy importante en Lucas y los Hechos; y Jesús es el primer ejemplo de la obra del Espíritu Santo en y sobre nosotros. Su vida fue concebida por el Espíritu, y el Espíritu actuando en Él produjo los frutos de buena reputación.

Cuando en el verso 7 les señala que no les toca a ellos saber los tiempos lo sazones, esa palabra “tiempo” es traducida aquí de la original chronos. Esto nos lleva a compararla con “cronología”, “crónico”, “crónicas” y otras por el estilo.

Implica una duración de tiempo, la cual podría ser un punto, un lapso, un espacio, un período, un trecho, una cantidad, una medida, una duración o una longitud. Kairos, mientras tanto, que es “sazones”, sugiere clase de tiempo. Chronos dice qué día es, mientras que Kairos da a conocer los acontecimientos especiales que ocurren en el marco de tiempo de chronos.

Cuando Jesús presentó su enseñanza de post-resurrección, concerniente al Reino de Dios, sus discípulos le preguntaron si vendría ahora, ya siendo la cruz cosa del pasado, el final Reino mesiánico. Jesús les respondió que no les tocaba a ellos saber los tiempos o las sazones que el Padre había puesto en su sola voluntad.

Pero eso no quedó allí en una simple reconvención, sino que le sumó una esperanza concreta y específica, les dijo que recibían mayor poder cuando viniera sobre ellos el Espíritu Santo. Con estas palabras, Jesús destacó tres puntos de suma importancia.

El primero de ellos que el Espíritu Santo es la persona y el poder a través de quien se recibe ayuda y habilidad para compartir la vida y el poder del Reino de Dios con otros.

En segundo lugar, el poder del Espíritu Santo hay que recibirlo, no se trata aquí de una experiencia automática, De la misma manera que el Espíritu Santo mora interiormente en cada creyente, llenará y sobreabundará en todos los que lo reciben con fe inocente.

Y en tercer término, uno sabe cuándo el Espíritu Santo lo llena. Así lo dijo Jesús, y los discípulos lograron descubrir que así era. Entonces la pregunta lógica y no supeditada a doctrinas denominacionales, tiene que ser y es: ¿Has recibido el Espíritu Santo?

Es menester que sepas que eso es total y absolutamente posible, por cuanto la promesa te pertenece tan plenamente ahora como en cualquier tiempo pasado. Todo eso te va a llevar a la más importante de todas las conclusiones: (26) Eres testigo personal de Cristo.

(1 Corintios 3: 16) = ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Esto, que es estrictamente cierto, ha sido enseñado y predicado muchas veces con la finalidad de hacer pensar a esos hermanos débiles que, cuando se meten en lugares no santos y hacen cosas decididamente anti-santas, hay un Espíritu Santo en su ser interior que se avergüenza, se encoge y contrista.

Por eso es que, si bien por un lado nos llena de gozo saberlo, por otro lado es una enorme responsabilidad que suceda esto. Debemos andar cada día por las calles de nuestros lugares de residencia, con la dignidad y el celo de quien es portador de un tesoro: (27) Ser templo de Dios.

(2 Corintios 5: 17) = De modo que si alguna está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

(18) Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; (19) que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

(20) así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios.

En el principio nos dice que somos nuevas criaturas en Cristo. Y esa palabra utilizada allí que se traduce como “nuevas”, es la palabra griega kainos. Su significado literal es: nuevo, no usado, fresco o novedoso.

La palabra designa lo nuevo en cuanto a la forma o calidad, más bien qué nuevo en relación con el tiempo, un concepto que implica neos. Por ese motivo cobra valor el ministerio que luego, en Cristo, nos será entregado para que lo administremos correctamente: (28) Ser ministros de reconciliación.

(2 Corintios 6: 1) = Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.

Cuando tú lees que no debes recibir en vano la gracia o favor de Dios, y que por esa razón debes ajustarte a tu rol de colaborador suyo, tú te lo crees, es cierto, pero no puedes evitar una sonrisa un tanto curiosa, porque mezcla un algo de in credulidad y otro algo de auto subestimación.

Es que piensas por un momento: ¿Yo voy a ser colaborador nada menos que de Dios? ¿Yo, poco más que in minúsculo insecto a su lado? Déjame decirte que esto es un exceso de modestia, lo que cae en el rótulo de falsa modestia.

Porque Dios, -no sé si alguien te lo ha enseñado-, es Espíritu. Y hasta donde yo sé, todo espíritu necesita un cuerpo para manifestarse. Dios también. Y entonces espera que tú le permitas usar el tuyo para manifestar su poder, su gloria y su magnificencia. ¿Lo harás? Si lo haces, puedes llamarte a ti mismo como lo que eres: (29) Colaborador de Dios.

(Efesios 2: 4) = Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, (5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), (6) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, (7) para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

En los versos 5 y 6 nos encontramos con tres “nos” que señalan acertadamente nuestra unión con Cristo: en su resurrección, en su ascensión y en su papel actual a la diestra de Dios. Desde este lugar casi de compañerismo, Él nos concede que participemos en las obras del poder de su Reino.

No importa la gloria que podamos experimentar y gozar en el tiempo presente por el poder y la autoridad del Reino de Cristo, es claro que aún hay mucho que no se ha realizado, lo que se hará efectivo en la consumación  de esta era y con la inauguración del inimaginable futuro que Dios tiene reservado para los suyos. De allí que puedas asegurarle a todo el planeta que (30) Estás sentado con Cristo en lugares celestiales.

(Efesios 2: 10) = Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Dice que somos hechura suya. Hechura se traduce de una palabra griega que se pronuncia poiema. Viene del verbo poieo, que es “hacer”. De allí derivarán luego los nuestros poema o poesía. La palabra designa un producto manufacturado, un diseño producido por un artesano.

Poiema hace énfasis en Dios como Diseñador Maestro, en el universo como su creación, y en el creyente redimido, como su nueva creación. Antes de nuestra conversión, nuestras vidas no tenían ni rima ni razón. La conversión nos trajo equilibrio, simetría y orden. Nosotros somos el poema de Dios, su obra de arte. Por eso puedes decir con gozo que (31) Eres hechura de Dios.

(Efesios 3: 8) = A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, (9) y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en dios, que creó todas las cosas; (10) para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, (11) conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, (12) en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él; (13) por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria.

Pablo describe aquí su ardiente deseo de ayudar a todo creyente a descubrir su papel en dispensar, (Que es propagar, distribuir, administrar) la gran verdad del propósito de Dios en la iglesia. Allí dirá, luego, que espera les sea dada una parte de la multiforme sabiduría de Dios.

Esta palabra así traducida como multiforme, es la palabra polupoikilos, que viene de polus, que es “mucho” y poikilos, que es “variado” o “de muchos colores”. La palabra pinta la sabiduría de Dios como muy variada, con muchos aspectos, matices, tintes y expresiones coloridas.

Como un Dios multifacético, interviene todavía en la arena humana, desplegando en su pueblo, y a través de su pueblo, una rica sabiduría multicolor y plena de matices. El propósito eterno del cual se habla, mientras tanto, es el mismo aquí que en el primer capítulo de esta misma carta.

El texto se remonta a los lugares celestiales cuando Pablo cita la intención de Dios de enfrentar a la iglesia a todos los poderes del mal, como su instrumento para dispensar a través de toda la tierra, lo que dios ya ha realizado en Cristo por medio de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Eso determina que tú como hijo adoptivo de Dios, (32) Puedes acercarte a Él con libertad y firmeza.

Hasta aquí tengo diez principios, diez declaraciones que determinan que sí soy importante en Cristo y para Cristo. Y no incluyo la última en esta instancia porque, estimo, tiene una tremenda validez en sí misma y de alguna manera define una síntesis de todo este trabajo.

A lo que aquí has visto, que somos importantes para Cristo porque somos la sal y la luz de la tierra, porque somos pámpanos de la verdadera vid, que es un canal de su vida, que hemos sido elegidos y puestos para llevar fruto, que somos testigos personales de Cristo, templos de Dios, ministros de reconciliación, colaboradores de Dios, que estamos sentados con Cristo en lugares celestiales, que somos hechura de Dios y que podemos acercarnos a Dios con libertad y confianza.

Si a todo eso le añadimos el último texto al cual voy a remitirte, creo que ya no habrá demasiado que agregar a este asunto. Que por poco o por mucho, habrás quedado con la convicción real de lo que Pablo le escribe a los Filipenses en el capítulo 4 y verso 13: (33) Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¿Amén? Amén.

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enero 1, 2015 Néstor Martínez