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Un Ejército con Objetivos Claros

Una de las palabras que para una gran cantidad de creyentes todavía permanece en cierta tiniebla de ignorancia, es la palabra Iniquidad. Está escrita muchas veces en nuestras biblias y se nos muestra claramente que incide y mucho en nuestro andar por esta vida representando al Reino de Dios. Sin embargo, creo que se hace necesario, como lo ha creído también mucha de la gente que hoy transita este sendero enseñando y ayudando a madurar a los hombres y mujeres que conforman el pueblo de Dios, dar un punto más, un aditamento más de donde tomarnos para afrontar lo que venga con fortaleza y autoridad vencedora.

(Génesis 2: 7) =  Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. (8) Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.

(Génesis 1: 28) =  Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

El alma de Adán fue creada para habitar en Dios, en una morada celestial, en un jardín llamado Edén, revestido de la luz de Cristo. Todo el conocimiento, la sabiduría, la inteligencia, el consejo, el poder y el temor de Dios constituían esta vivienda espiritual. A través de ella, él podía gobernar la tierra con el pensamiento y la mente de su Creador. Esta morada era una fortaleza inexpugnable, esto significa que no podía ser penetrada por ningún mal. Era el aposento mismo de Dios en el hombre. Nuestro Creador le dio además una herramienta para reinar, que dejó en su total posesión: El Libre Albedrío, o lo que conocemos como La Voluntad. Esta nadie la podría tocar, ni aún Dios ni mucho menos el diablo.

Satanás entonces sedujo la mente de la mujer, quien usó su voluntad para entrar en el terreno propuesto por el diablo. Esto tuvo como consecuencia que el hombre, que dicho sea de paso estaba abriendo olímpicamente la boca sin prevención alguna, perdiera su habitación, su estatura espiritual: El Edén. Como consecuencia, su alma quedó separada de Dios y el hombre perdió su vida eterna, y su mente se redujo al dos por ciento de su capacidad y en el mejor de los casos, considerado aquí y ahora como una mente brillante, en tan solo un diez por ciento. El alma del hombre y sus pensamientos quedaron sumergidos en oscuridad y confusión, siendo la voz del diablo, la única que los alimentaría. De ahí en adelante el enemigo sería el proveedor de todo tipo de pensamientos inferiores, carnales, soberbios, pecaminosos, limitados y temerosos que son el material con la que el alma caída edifica su hábitat espiritual. Esto es lo que la Biblia llama Moradas de Maldad o Moradas de Iniquidad.

(Salmo 84: 10) =  Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad. La tierra está llena de gente que vive literalmente en una morada espiritual y almática totalmente opuesta al Edén. Estas estructuras de iniquidad controlan, dominan, afectan y llenan de males a las sociedades en las que el hombre caído vive.

(Salmo 74: 20) = Mira al pacto, Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. Después de la caída, Dios dejó de señorear la tierra a través de sus hijos y ahora gobierna la muerte y el diablo por medio de la iniquidad. El reflejo del Seol se hace visible edificando en los hombres todo tipo de pensamientos de muerte, y de miedo, que no los dejan avanzar. Si te parece exagerado esto que digo, mira a tu alrededor, donde quiera que vivas tu geográficamente y verás que no estoy exagerando demasiado, apenas advirtiendo porque es evidente que las fuerzas del reino de tinieblas, van por más.

(Salmo 49: 14) =  Como a rebaños que son conducidos al Seol, La muerte los pastoreará, Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada. La iniquidad moldea la mente del hombre, creando fortalezas que literalmente dictaminan nuestro comportamiento, Vemos en el caso del rey Nabucodonosor como Dios juzgó su orgullo y su iniquidad y éste adoptó una mentalidad de animal en la cual quedó cautivo. El comportamiento del hombre se conforma a su morada.

(Daniel 4: 25) =  Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. Nota en estos pasajes cómo el mundo espiritual de tinieblas y de muerte, moldea las circunstancias del hombre en el mundo natural. Estas moradas son estructuras espirituales, mentales o emocionales desde las cuales funcionamos y desde donde tomamos toda decisión que no proviene de Dios. Todo lo que no está edificado en Dios, está edificado con iniquidad, que es el material que proviene de las tinieblas. Todos hemos construido este tipo de moradas alrededor de nuestra alma. Una morada es por así decirlo un molde invisible que rodea nuestra alma, que le da forma, personalidad e identidad. Estas estructuras están hechas por un conjunto de pensamientos que rigen todo lo que somos y determinan el fruto que producimos.

(Proverbios 23: 7) =  Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo. El hombre es el reflejo de lo que mora en su alma. Un alma edificada por Dios, pensará, actuará y producirá fruto conforme a Dios. El hombre natural o cristiano nominal, sólo ser humano religioso que no ha sido edificado espiritualmente, pensará, actuará y producirá los frutos de una mente limitada y estructurada por la cultura y las circunstancias. A mí me gustaría que antes de mirar a tu alrededor para ver cuantos así están cerca de tu vida, te mires a ti mismo, a ti misma. Y no te sorprendas, tampoco te decepciones ni te deprimas, sólo cambia. Pero cambia ya, ahora.

Esta estructura o morada del alma, para este hombre imaginario, es el lugar de su seguridad o su inseguridad en el que él mismo se ha colocado. Esta es una mentira edificada en su interior que le dicta lo que tiene que ser. Es el lugar donde están construidas todas sus limitaciones. Es lo que hace que una persona piense de una manera o de otra. Estas estructuras de pensamiento y emociones han sido edificadas en su mente y en su corazón desde pequeño, son el producto de la iniquidad y no se deshacen con la frase: “Señor, Señor, ven a vivir en mi corazón”. Estas moradas deben ser deshechas por el poder de Dios, por nuestra determinación para derribarlas y por fe, cambiando la mentira por la verdad ilimitada de Dios. No se trata de repetir versículos, sino de empezar a creer en forma diferente con respecto a nosotros mismos. Vernos en toda la grandeza y poder con las que Dios nos ve, y actuar de esta manera no dando lugar a ninguna duda.

Podría pasarme un día entero mencionándote estructuras, moradas, habitaciones en el espíritu que una gran parte de la población muestra y evidencia. Pero sólo mencionaré algunas: Estas estructuras son, por lo general: Moradas de Temor – de Aflicción – de Enfermedad – de Escasez y Pobreza – Religiosas y Babilónicas –  Culturales – de Stress – de Incredulidad – de Orgullo y Egocentrismo – de Negligencia – de Adicción – de Rechazo – de Hábitos Destructivos – de Lujuria y de Complacencia. Cada uno de los pecados en los que hemos perseverado edificará una morada. Para derribarlas, primero tenemos que saber que existen y que están controlando nuestras vidas y no sólo las rigen sino que atraen hacia sí mismas aquello que proyectan.

Por ejemplo: una persona puede ir a la iglesia toda la vida y vivir en pobreza, temor, enfermedad, miedo al rechazo, etc. Estas cosas ejercen un poder que atrae pobreza, enfermedad y rechazo, porque el alma está establecida y fundamentada en lugares de tinieblas donde reinan la pobreza, la enfermedad y el rechazo. No importa que tanto esa persona proclame con la boca una verdad bíblica, mientras su alma siga establecida en esas estructuras de pensamiento, está anulando el poder de Dios en su vida y nunca saldrá adelante en esa área de su existencia. Sus fortalezas internas se vuelven una tradición, una forma de vida, una prisión que no le permite visualizarse en forma diferente. Esta persona ha aceptado una mentira y vivirá así hasta que decida destruirla por completo. La iniquidad formó esa fortaleza que necesita ser derribada.

(Marcos 7: 13) =  invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas. (14) Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: (15) Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.

Lo que hemos edificado desde nuestra niñez, nuestra forma limitada y tradicional de ver y entender el mundo es lo que nos contamina. Por lo tanto, esto es lo que proyectamos, hablamos y vivimos constantemente. Por eso es que hoy por hoy tenemos tantos cristianos enfermos, pobres, oprimidos, sin poder, con profundos problemas de carácter y pecado. Ellos nunca han destruido las moradas de iniquidad en las que fue formada su alma. Además, no se han establecido en moradas celestiales. Muchas personas recaen en sus pecados, porque por un lado quieren dejar esa forma de vida, y se alejan por un tiempo, pero nunca desarraigaron la iniquidad ni destruyeron la morada que edificó ese pecado en su alma.

Tenemos, como ejemplo, el caso de un alcohólico que cayó en esta esclavitud, por abusos que sufrió en su pasado. Su alma se edificó en una estructura de evasión y escapismo, usando el alcohol como salida. Luego, este hombre se vuelve al Señor, y entrega su alcoholismo a manos de Dios: fue liberado de espíritus de alcoholismo, pero nunca deshizo la estructura de escapismo. Tarde o temprano el diablo usará esa edificación para conducirlo a nuevas formas de evasión a través de otro pecado, como pornografía, violencia verbal o lo que sea.

Lo mismo sucede con la pobreza y la escasez. Por generaciones las personas vienen edificando dentro de ellas pensamientos de pobreza, de incapacidad y de limitaciones sin fin. Luego vienen al Señor, se llenan la cabeza de Biblia, inclusive hasta se vuelven distinguidos siervos  de Dios, pero nunca destruyen esas moradas. Esas son moradas de maldad, Dios no las edificó, por lo que causan que estos siervos vivan limitados continuamente en sus finanzas. Por más que siembren y siembren en el Reino de Dios, no prosperarán jamás en la medida que Dios preparó para ellos, porque sus almas están rodeadas de estructuras que atraen pobreza alrededor de ellos.

Con la boca confiesan a Dios, pero con sus pensamientos toman decisiones conforme a sus limitaciones financieras. Si van a edificar una iglesia, se la imaginan hecha de palos o en un taller mecánico. Dios no piensa así. Todo lo que Dios piensa y proyecta para nosotros, es grandioso. De hecho que no piensa en templos, pero si los imaginara, no serían mediocres, de eso no tengas dudas. Sólo llegaré a ser aquello que sea la esencia de mi morada espiritual; ya sean moradas de Dios o las moradas de iniquidad. La labor principal de la iglesia es edificar la morada de Dios en cada creyente, no llenarnos de biblia y de fórmulas humanas que niegan la eficacia del poder de Dios.

(Efesios 2: 20) =  edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, (21) en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; (22) en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

Jesús vino a restaurar lo que se había perdido y una de estas cosas es precisamente la morada de Dios en el alma y en el espíritu del hombre. El rey David penetró la belleza y el poder de esas moradas pero no podía establecerlas en su interior, esto solo fue posible después que vino el Espíritu Santo en el Pentecostés. Sin embargo, el Padre le permitió entrar en ellas, disfrutarlas temporalmente y ver su magnificencia; la herencia de Jesús para nosotros.

(Salmo 91: 1) =  El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. (Parece algo incomparable vivir a la sombra, esto es: al cuidado y a la protección de Dios, ¿Verdad? Pero lee con atención: dice que eso es posible si primero habitas a su abrigo, lo que equivale a decir que lo amas, le crees, le obedeces y le eres fiel. Es condicional esto) (2) Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. (3) Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora. (Escucha; buena época esta para leer todos los días esta promesa. Si vives todo lo anterior tal cual fue dicho, Él te librará de la peste destructora. ¿Esto incluirá al Covid19?) (4) Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. (5) No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, (Esto tiene que ver directamente con perturbaciones demoníacas. Demonios que producen terror por las noches sin causa aparente alguna y ni vale la pena aclarar lo que significan las saetas que tratan de herirnos durante el día) (6) Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. (Las mortandades a las cuales están pasibles las naciones, no deberían tocar a hijos de Dios morando al abrigo del Altísimo)

(7) Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará. (Esto es promesa. ¿Puedes creerla?) (8) Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos. (Esto no siempre parecería ser así, ¿Verdad? Hay impíos probos que llegan al final de sus días con una alta suma de años y en una situación económica muy ventajosa. Sin embargo, esto no nos habla del aquí y el ahora, sino en lo que veremos allá y en el día postrero. Habrá Justicia)  (9) Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, (10) No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. (De esta promesa se ha aferrado mucha gente en este tiempo. Pero sólo les ha funcionado a aquellos que, verdaderamente, han puesto a Dios como única esperanza y como abrigo de sus vidas.) (11) Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. (12) En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. Hay una realidad que es genuina, la creas o no, la aceptes o no, la quieras vivir o no: tienes ángeles de Dios protegiendo tu día a día y también ángeles caídos intentando arruinarlo. A quien le crea tu mente, es quien tendrá dominio sobre ti.

(13) Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón. (Esto es un símbolo claro de guerra espiritual. Cachorro de león es un demonio incipiente, mientras que dragón es el estado final de Satanás y el cenit de su poderío.)(14) Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. (15) Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. (16) Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación. Esta es una hermosa promesa vigente y activa. Sólo necesita para activarse que tu conozcas Su Nombre. Y no estoy hablando de que tengas información sobre eso, estoy hablando que tengas intimidad con Él.

¡Qué maravillosas son las moradas de Dios! Estas son opuestas a las moradas del diablo en las que la gente vive llena de inseguridad, temor, carencia, enfermedad y asaltados por el terror del impredecible futuro y de su humana fragilidad. Las moradas de Dios son verdaderamente seguras, inexpugnables, llenas de salud, de abundancia y de la tranquilidad de un futuro diseñado y protegido por Dios. Sin embargo, esto tampoco se edifica en un segundo simplemente porque repetimos la oración del pecador. Tenemos que edificar con material del cielo, con oro, con plata y piedras preciosas provenientes del Espíritu Santo de Dios. El que ha edificado su morada espiritual en Dios vivirá en paz, en seguridad, en salud, en la tranquilidad de que ninguna tragedia repentina vendrá sobre él. Quien edifica en Dios será próspero todos los días de su vida, porque su alma prosperó de lo terrenal a lo celestial.

Derribar las moradas de maldad depende primeramente de someter nuestra voluntad a Dios, para empezar a cambiar eficazmente la mentira por la verdad de Él. Tengo que saber, no tan solo creer, que nadie puede poseer mi voluntad, y que esta es mi herramienta más poderosa para entrar en el Reino de Dios y a su herencia. La mentira más grande que el diablo le ha hecho creer a los hijos de Dios, es que él puede poseer la voluntad del hombre. Dios le dio al hombre LIBRE ALBEDRÍO y nadie, ni Dios ni el diablo pueden tocar nuestra voluntad. Dios la selló para que fuera nuestra, porque por ella seremos juzgados.

El que entienda esto, podrá ser plenamente libre y podrá arrebatar todas las riquezas que Cristo compró por precio de sangre para él. En Cristo Jesús soy y tengo, lo que me atrevo a ser y a poseer de Su reino. Él ya nos dio todas las cosas pertenecientes a la vida y al mundo del espíritu. Él ya nos dio el Reino, esto significa que el Reino es Aquí y Ahora, pero sólo los violentos lo arrebatan. Mi voluntad unida al poder de Dios es el instrumento para derribar las moradas de maldad que por años me han gobernado. Por mi voluntad decido dedicar tiempo y amor para edificar mi ser interior y encontrarme con Jesús a cara descubierta hasta que lo logre.

(Lucas 11: 9) =  Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

Frases tales como: “El diablo no me deja orar” o “No puedo hacer la voluntad de Dios porque el diablo no me deja”, son una absoluta mentira. Tú eres dueño de tu voluntad y ni Dios ni el diablo te pueden forzar a nada. Tú tienes en tu voluntad el poder para tomar decisiones radicales de cambio. Algunas requerirán pelear, pero tú y sólo tú, decides si peleas con Dios para ganar o te rindes al diablo para perder. ¡LA DECISION ES TUYA!

Cuando Adán dejó la morada de Dios, se encontró desnudo y su morada alternativa fue esconderse y cubrirse con hojas de parra. Dios le preguntó entonces, ¿Dónde estás? Hoy, Dios te hace esta misma pregunta. ¿Dónde estás? ¿Desde que morada estás operando? ¿Cuál es tu condición de vida? ¿Qué estás produciendo en cada aspecto de ella? ¿Qué pasa en tus relaciones con otros? ¿En tu salud? ¿En tus finanzas? ¿En tu misión celestial? Cuando el mundo te observa, ¿Qué ve? ¿La realidad de las verdades celestiales están manifestadas en tu vida? O ¿vives una supuesta devoción a Dios, pero tu realidad está llena de limitaciones y de moradas establecidas en el derrotado territorio del diablo?

Dios nos está llamando a todos a buscar la verdadera realidad de las moradas donde operamos. Nos está llamando a ser agresivos contra todo lo que nos está impidiendo entrar en las maravillosas dimensiones de sus moradas. Nos está llamando a dejar la pasividad y el conformismo de una iglesia que se mueve en la mediocridad y que no está avergonzando a la sabiduría de este mundo. Sólo nos será posible dejar atónitos y humillados a los poderosos y sabios de este mundo, cuando la enfermedad no nos toque, cuando no tengamos que pedir prestado sino que seamos los mayores dadores del mundo. Pero esto sólo pasará cuando seamos el ejemplo encarnado del amor de Dios en la tierra, cuando el mundo perdido pueda ver la morada de Dios manifestándose en cada uno de nosotros. Si esto te parece una utopía, un delirio místico mío, o una fantasía digna de una escuelita dominical para niños, lo siento mucho, pero no perteneces a mi ejército.

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febrero 25, 2022 Néstor Martínez