Estudios » Crecimiento

Un Suave y Delicado Equilibrio

Todos ustedes ya saben que soy una persona mayor, que no soy un joven capaz de desafiar patologías con esa inmunidad prepotente que te dan los pocos años vividos. Me cuido y cuido a los que me rodean, de allí que decido ser obediente a las reglas y disposiciones que mis autoridades gubernamentales disponen para los habitantes de mi ciudad, de mi región y de mi país. No me agradaría en absoluto, y creo que a mi Dios tampoco, ser contagiado por no protegerme como se nos ha indicado. Tampoco quisiera ser un inconsciente o irresponsable que, a lomos de una supuesta fe transgresora, terminara contagiando a personas que amo y que no quiero que sufran. Así que, si todos estos cuidados incluyen aislarse y estar en mayor soledad, que así sea.

Y el aislamiento, sumado a la soledad en cuanto a amistades y otros creyentes, da paso a la reflexión. Y las reflexiones casi siempre dan paso al examen y, esencialmente, al auto examen. Y de ese pensar en sentido abarcativo, lo primero que descubres, es que el ser humano es sumamente frágil. Piensalo así: ¿Cómo es posible que un virus tan diminuto, tan microscópico, haya podido en tan poco tiempo contaminar a cientos de miles de personas en todo el mundo, llegando directamente a matarlas? Esto, indudablemente, muestra nuestra fragilidad como seres humanos.

Y, aunque parezca una rara paradoja, el virus no solamente ha demostrado que somos frágiles, sino que por contrapartida, también ha permitido ver que en un orden general, también podemos ser fuertes. Y digo esto porque las pandemias no son nada nuevo. Por milenios la humanidad ha soportado este ataque de virus. Sin embargo, podemos comprobar que, al final de todo, todos estos virus han terminado por hacernos más fuertes. Hemos desarrollado anticuerpos que nos ayudan a combatir los mismos u otros virus o bacterias, un amplio abanico de vacunas que de alguna manera ayudan a evitar más contagios que los previsibles.

Obviamente, que esta fortaleza que hemos desarrollado, no nos ha llegado gratis, de eso no tengo ninguna duda. Hemos pagado con creces esta fortaleza. Y cuando digo que hemos pagado con creces, me estoy refiriendo a los millones de personas que a través de los siglos han muerto víctimas de todos esos virus que a lo largo de los tiempos se han desatado en contra de la humanidad.

Ahora bien; lo maravilloso de esto, si es que lo quieres pensar de esta manera, es que hemos salido más fuertes después de estos ataques. Y si te pones a pensar un poco, te diré que así es la naturaleza humana. Pregúntale a una persona que haya pasado por un tiempo de enfermedad, de dolor o de dificultad en su vida y te dirá que eso siempre los hizo mucho más fuertes. Que el dolor por el dolor mismo, les dio una fortaleza que ni ellos mismos sabían que tenían.

Convengamos en que hay beneficios disfrazados de inconveniencias que ese virus nos está presentando en estos días. De ninguna manera es mi intención minimizar los efectos del Covid. Estoy más que consciente de las muertes, de los problemas económicos que se están creando y del temor y la incertidumbre que todo eso provoca. Sin embargo, casi por estilo de vida, voy a preferir enfocarme en esos beneficios disfrazados de inconveniencia. Y darle salida a las lecciones que indudablemente todo esto nos está enseñando.

El coronavirus, lo que ha logrado en un principio como hecho positivo, es recordarnos que todos los seres humanos que poblamos el mundo, somos una familia. Eso, a partir de darnos cuenta que el virus no discrimina. No hace acepción de personas y, si puede, ataca a todos por igual. No importa de donde seamos, donde vivamos, el idioma que hablamos o el color de nuestra piel. Nos ataca a todos por igual, sencillamente porque todos somos humanos.

Y cuando digo esto, que todos somos humanos, insisto en pensar que este virus nos enseña que, definitivamente, no existe aquello tan reiterado de “nosotros y ellos”, esa separación tan antojadiza que nosotros siempre estamos haciendo. El virus nos ha enseñado y nos sigue enseñando, que todos somos nosotros. Si tú prestas atención a las noticias, donde quiera que vivas, te habrás dado cuenta que nuestro mundo se está fragmentando cada día más.

Hay países que de principio optaron por el aislamiento, por la xenofobia. Porque además de todo esto, las noticias nos muestran con claridad que el racismo ha llegado a niveles que nosotros creíamos ya superados. En muchos lugares, y con la excusa de combatir mejor al virus, se está intentando un regresionismo peligroso, esto es, volver al pasado. Parecería ser que la historia no nos enseñó o no aprendimos que la xenofobia, el aislamiento, el racismo, fueron los elementos centrales que provocaron los genocidios del siglo pasado.

De hecho, cuando digo que todos somos una familia, no dejo de lado el punto de que somos una civilización donde en cada cultura, en cada país indudablemente hay cosas de las cuales el resto podemos sentirnos más que satisfechos. Y dije satisfechos, porque no me gusta utilizar el término orgullosos. Porque el orgullo que engendra nacionalismo y nos lleva a menospreciar a los demás, hace mucho daño.

Por eso es que yo creo, que lo que más nos ha enseñado este virus, es que como países debemos buscar la solidaridad con otros países, mucho más allá de como piensen, que ideología los gobierne o como sean sus ritos y costumbres. Dios no hace acepción de personas, nosotros tampoco. Esa sería la expresión justa de lo dicho en Su Palabra, pero…¿Está la iglesia como cuerpo actuando así o se ha vuelto discriminadora y ejecutora de supuestos pecadores modernos?

Y tenemos, definitivamente, que dejar de lado esa antigua actitud de nosotros primero, que es una actitud que sin ninguna duda prevalece notoriamente en el mundo en este momento y pensar, tal como te dije antes, que como humanos somos definitivamente una familia. Y que lo que sucede en un país, lejos de beneficiar a otros, terminará por afectarlos. Y me temo que así estará el mundo entero si es que no entiende ese concepto de familia y no se une para combatir esta plaga en forma de virus.

Ahora bien; yendo al nudo de todo esto, no podemos menos que recordar esa palabra que nos dice que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta, ¿Recuerdas? Lo primero que se te ocurre si a eso lo oyes desde un banco en un templo, es decir alegremente: ¡Amén! Alguien dijo que los cristianos somos gente rara con un amén incorporado como idioma único. Y digo esto, porque así como están los que dicen “amén”, también están los cristianos pensantes que se preguntan si esa voluntad de Dios, siempre es buena, agradable y perfecta para cada uno.

Y a propósito de esto, seguramente habrás escuchado en más de una ocasión en este tiempo decir a alguien con peso especifico que el coronavirus fue la voluntad de Dios para enseñarnos a ser menos materialistas, por ejemplo. Alguien, con bastante humor se preguntaba si a Dios no le hubiera sido más fácil y con menos costo para nosotros enseñarnos eso mismo pero con un video o un panfleto. Claro, esto te hace sonreir, pero…¿Qué me cuentas de tanta gente cristiana que tuvo pérdidas de familiares amados por causa de este virus, cuando escucha que un ministro suelta que Dios permitió esto para que aprendamos a estar más en familia?

Mira; me crié en un hogar no creyente, pero sí religioso, que creía con toda sinceridad en un Dios muy severo, casi al nivel de crueldad que no vacilaba en darte un garrotazo en la cabeza y aniquilarte si caías en algún pecado grave. Y por causa de ese tipo de formación o doctrina, luego tuve que escuchar en mi etapa de consejería en la iglesia, a gente que estaba realmente muy enojada con Dios y por ende no sólo no podía creer en Él, sino que mucho menos amarlo. ¿Cómo amar a un Dios que le sacó su mamá cuando tenía diez años por una pandemia y luego le dijo que eso era bueno para él?

Yo soy de los que cree que hay por lo menos cuatro maneras en las que Dios trabaja. 1) Hay cosas que Dios provoca. Hay cosas que Dios genera. hay cosas que Dios hace que sucedan. 2) Hay cosas que Dios previene. Estás a punto de vivir algo malo, estás a punto de tener un accidente y él te previene. ¿Cuántos de ustedes son conscientes que Dios a veces te previene de cosas que no tenías ni idea. 3) Hay cosas que Dios permite. Y no podemos confundir Dios provoca con Dios permite.

El problema justamente nos llega cuando estamos en este Dios permite, porque es allí cuando empezamos a preguntarnos y a preguntarle a Él, por qué permite lo que permite? Eso trae la tan repetida pregunta que millones de incrédulos le hacen a miles de creyentes: “Si es cierto que Dios existe, ¿Por qué permite que haya hambre en el mundo, que los niños pequeños mueran de hambre?”. No me digas que nunca te hicieron esa pregunta y por un instante te sentiste que no podías responderle algo que lo convenciera. Escuché a alguien dar una respuesta muy inteligente sobre esto. La tomé porque es útil.

Respóndele a quien te pregunte eso: “De verdad, lo que dices parece muy coherente, y de verdad puede hacer pensar a mucha gente que Dios no existe. Así que te propongo un ejercicio. Hagamos de cuenta que te doy la razón y que Dios no existe, que todo es una falsedad, un invento de la religión para someter a la gente. La pregunta que me queda, es: Aún no existiendo Dios, ¿Sigue habiendo hambre en el mundo? La respuesta es si, sigue habiendo hambre.

Y si partimos de la base que Dios no existe, ¿De quien es la culpa que haya hambre en el mundo? Del hombre. ¿Del hombre? ¡Claro, es verdad! Peo…partiendo de esa base, ¿Np será posible que Dios sí exista, pero que la culpa del hambre en el mundo sea del hombre y no de un Dios que jamás pasará por encima de la voluntad de un hombre que Él creo con una voluntad a la que siempre respetará hasta la última consecuencia? Piénsalo, esa muy buena esa respuesta.

En suma, ¿Sabes por qué Dios a veces permite ciertas cosas? Porque si no lo hiciera, Él estaría controlando absolutamente a todos y a cada uno de nosotros. Entonces todos seríamos una especie de robots autómatas y no tendríamos ese libre albedrío que Él nos ha brindado. ¿Para qué Dios habría de poner en el Edén un árbol al que luego le prohibió a Adán y a Eva que comieran? ¿No hubiera sido más práctico y más seguro que directamente no lo pusiera?

Entiende esto: Dios ES amor. No se nos dice que tiene amor o que siente amor, se nos dice que ES amor. Y el amor nunca es obligatorio para nada. Si tu amas, no puedes obligar al ser amado a hacer nada que no quiera hacer. Si lo haces, tendrás todos los derechos que se te ocurran, pero no amas. Eso no es amor. El amor siempre te deja la opción de quedarte o irte. Es decir que lo que te estoy queriendo enseñar, es que Dios ama, pero no controla. Cuando dicen que Dios está en control de todo, no se habla del hombre, se habla de la naturaleza.

Dios no controla, Dios ama. Por eso es que cuando hay personas que viven por fuera de la voluntad de Dios, inventan y hacen cosas que luego todo el resto del planeta le toca pagar como malas. Es indudable que el Covid es el resultado de una conducta por fuera de Dios que lo originó de un modo que todavía no se conoce. Algo tengo claro: si todo el planeta estuviera sometido a la voluntad de Dios voluntariamente, no por obligación, todo sería muy distinto, y el Covid jamás hubiera existido. Y la gente muerta por hambre, habiendo tanto alimento en el mundo, tampoco.

Pero, claro, tú escuchas todo esto y te suena a música conocida. Seguramente muchos hombres y mujeres han tomado micrófonos o cámaras de video y han compartido reflexiones y pensamientos muy en sintonía con esto que has escuchado. Sin embargo, este no es un espacio secular de información secular o de periodismo secular. Este es un espacio regido por las leyes divinas del Reino de Dios y su Justicia, así que deberemos cerrar este trabajo recalando en lo más preciado que tenemos todos aquellos hombres y mujeres que hemos decidido creer en Dios, en Jesucristo el Hijo y en el Espíritu Santo, y darte como broche de oro lo que la propia Palabra de Dios enseña al respecto, que después de todo, es mi trabajo central como ministro.

¿La pandemia es un juicio de Dios para con su iglesia, tal como dice la Palabra que empieza ese juicio? Dicho así, y teniendo en cuenta lo que todos hemos aprendido respecto a los juicios feroces de Dios, debería decirte que no. Pero si tomo a la palabra Juicio como lo que es, separación de lo verdadero de lo falso, entonces déjame decirte que sí, que en cierta manera y medida, esta pandemia y sus implicancias eclesiásticas, han posibilitado ese juicio divino. De hecho, en la mayoría de los sitios en los que te tengo contacto, los que son verdaderos siguen estando allí, firmes , inamovibles. Pero los falsos que estaban entre nosotros por otros intereses, se han empezado a retirar y a ir a buscar mejores horizontes. Lo verdadero de lo falso.

También nos entrega una enseñanza sobre lo que podrían ser los tiempos de la aparición del famoso y tan preanunciado anticristo. Sabemos que él, o ellos, porque Juan dice que pueden ser muchos anticristos, va o van a aparecer en medio de una crisis como esta, que es global y a nivel mundial. Y donde ante tanta incertidumbre y bastante temor, la gente puede estar deseosa de ver a un líder que salga de la nada y se haga cargo de todo y le solucione sus problemas actuales y futuros. El escenario es casi a la medida de ese personaje nefasto del que tanto se nos ha enseñado, bien y mal. Bien cuando nos hace conocerlo, mal cuando nos hace temerle. Alguien que venga y nos prometa…paz y seguridad, ¿Te suena conocido?

Con estas dos posturas y pensamientos en mente, deberíamos ahora tratar de ver cómo salimos de este embrollo desde lo que nos propone o directamente demanda la Palabra de Dios. Hay teorías y posiciones muy encontradas y hasta enfrentadas en esto, aunque en general esto se reduce a dos grupos de pensamiento. Primero, están aquellos que todavía siguen creyendo que todo esto del virus es una mentira, que todo es una sobre exageración de los medios de comunicación, unidos en un complot y, por el otro lado, están los que han entrado en un estado de pánico total y están viendo a esto como el fin del mundo cercano e inexorable.

Honestamente, yo creo que estas dos posturas se van a extremos peligrosos, y que siempre será muy atinado, inteligente y hasta prudente encontrar un balance ideal, algo que nos dé más luz y que nos traiga una certeza que es ingrediente básico de toda participación del Espíritu Santo. Hay una receta que mezcla a la sabiduría con la estrategia, pero las dos fundamentadas en una enorme confianza en ese Dios en el que un día decidimos creer, aceptar como Salvador de nuestras almas y que es Señor de nuestras vidas.

Todos sabemos, por experiencias personales o por haber sido testigos de las de otros creyentes, que Dios le dio al hombre una condición íntima y natural que hemos dado en llamar instinto de preservación. Y además de responsabilizarlo por su salud y su cuerpo, lo dotó de ciertas capacidades y conocimientos para poder hacerlo con menor riesgo. El hombre inteligente nunca arriesgará más allá de donde sabe que tiene sus límites naturales y normales.

Yo ya he dicho en algún momento que, actuar con arrogancia en esta pandemia y decir a voz en cuello que no nos cuidaremos porque Dios nos protegerá es una actitud imprudente, y además una omisión grave de que por algo Dios nos dio la sabiduría. Y es por eso que no podemos actuar ni con simpleza ni con ignorancia sobre este contexto, sino tomar más bien medidas importantes, tales como mantener una buena higiene corporal individual y con respecto a las distancias requeridas para el contacto con otras personas. Eso se llama Prudencia, y es un valor muy caro el hijo de Dios en la tierra.

(Proverbios 22: 3) = El avisado (En otras versiones dice el prudente) ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño. El estar avisados respecto al daño genuino que puede producir a un cuerpo humano contraer este virus, más allá de si fue creado en un laboratorio, apareció de la nada o lo sembraron, requiere de los hijos de Dios prudencia y esmero para proteger lo que es el templo del Espíritu Santo, nuestro cuerpo.

Hay otro pasaje que nos habla de lo mismo, pero aquí la versión que interpreta correctamente lo que Jesús dice, es la tradicional. Se trata de Mateo 10:16, donde leemos: He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Hay una versión muy respetada y de prestigio, que en lugar de prudentes dice astutos. a mi humilde entender, esto es un error, porque si analizas la palabra astucia, vas a ver que encaja perfectamente con el accionar satánico, pero jamás con el de los hijos del Dios Altísimo. Un error sencillo, simple y fácil de eludir, pero error al fin y grave para aquellos que no se deciden a escudriñar todas estas cosas a fondo.

Los que todavía crean que un creyente no debe tomar precauciones sino sencillamente confiar en Dios, tienen un texto que encontramos Levítico 14: 2-3 y que, si bien está relacionado con la lepra, encaja perfectamente con esto del virus y su mecánica de conducta. Dice: Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote, y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana la plaga de la lepra del leproso, Y luego continua con los pasos a seguir si el sacerdote comprueba su sanidad. Pero observa que hay una dedicación a una enfermedad de un modo controlado y racional. Hay algo que siempre debes tener muy en cuenta. Dios puede hacer milagros de sanidad cuando se le antoje. Lo que Dios no hace, es hacerlos cuando a ti se te ocurre. Dios sigue siendo Soberano. Dos cosas básicas: sabiduría y sentido común.

Hay muchos más ejemplos de prudencia y prevención. José, que cuando faltó el alimento él había guardado durante mucho tiempo sabiendo porque Dios e lo había advertido, que vendría hambre. Noé fue advertido por Dios que sobrevendría el diluvio. A mí me gusta mucho como a la gran mayoría la espontaneidad y no programar nada en la fe, pero eso no puede evitar que me de cuenta que el nuestro, es un Dios previsor y que no hace nada sin un preaviso adecuado a sus profetas. Y aquí la pregunta que me queda todavía sin respuesta, es: ¿Por qué Dios no nos avisó nada respecto al Covid? ¿O sí nos avisó y porque no era gente de prestigio o famosa jamás llegamos a enterarnos porque nadie se atrevió a darle crédito?

De todos modos, aquí debe estar el balance. De nada sirven todas las precauciones que tomemos, si Dios no está con nosotros. Eso es lo que leemos en el Salmo 127:1: Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Esto quiere decir que Dios nos manda a tomar precauciones, a obedecer a las autoridades y a tener sabiduría. Pero también nos muestra en su Palabra que Él nos cuidará y protegerá. Eso fue lo que sucedió en Egipto, cuando fueron enviadas las plagas. Dios protegió grandemente a su pueblo habitando allí. El hombre que cree, ama y confía en Dios es inmortal hasta el momento exacto en que Dios termine su propósito en su vida. Dios no sufre accidentes y nada lo sorprende. En el Salmo 91 hay promesas vigentes que dicen que No te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada.

Es notorio que las personas que no tienen a Dios en sus vidas andan asustadas, angustiadas y llenas de incertidumbre respecto a lo que pueda suceder. No tienen demasiadas esperanzas ni tampoco un rumbo claro. Pero nosotros no podemos caer en eso ni vivir en esa situación. Debemos guardar nuestras almas y proteger nuestras emociones. Recuerda que la fe viene por el oír, pero el oír viene por la Palabra, no por las noticias. Si saturas tus oídos con malas noticias y llenas tu mente de falsedades sin sustento, tu vida no tendrá ni el gozo ni la certeza que debe tener una vida en Cristo. Vale muy bien para cerrar esto lo que se lee en Isaías 26:3, que es toda una declaración de principios del creyente: Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

febrero 25, 2022 Néstor Martínez