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El Momento de Elías

Que estos que estamos viviendo son tiempos muy singulares, únicos e intransferibles, es una verdad que ya nadie puede disimular ni ignorar. y que cada tiempo nos tiene que traer hechos o movimientos distintos, también es una realidad, si es que vamos a ser lo que estamos diciendo que somos: ciudadanos del Reino de Dios, ungidos del Altísimo para glorificar Su nombre. Y este tiempo nos trae, después de orar, después de clamar por claridad, después de rechazar toda confusión posible, una palabra de guía, de dirección y de examen: La palabra del día presente tiene un nombre: Elías.

Todos los que gustamos de leer nuestras Biblias sin la obligación de hacerlo en un templo por imposición del predicador de turno, sabemos que en la historia, Elías fue un profeta. Pero como también sabemos que la historia encerrada en los límites del Antiguo Pacto solamente es y fue sombra de lo que habría de venir, deberemos entender, entonces, que en la actualidad, Elías es y tiene que ser, necesariamente, una mentalidad profética. ¿Un hombre fuera de serie, tal vez? ¿Una estrella del evangelio que llega para lograr la restauración del Reino, quizás? Puede ser, pero seguramente no desde las marquesinas del estrellato cristiano, de eso puedes quedarte más que tranquilo. Cuando Dios habla, no piensa en marquesinas, piensa en bendición.

De todos modos, cuando empiezo a pensar en Elías y a plantearme como haré para hablar de él sin caerme en los vericuetos previsibles de la historia, entiendo que deberé en primer lugar, desmitificarlo. Convertirlo si puedo en un hombre normal, como tú varón, o como yo. O en un ser humano común y corriente, para que también pueda incluirte a ti, mujer. Dice Santiago 5:17 que aquel viejo Elías, era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, con lo que a mí me da la sensación que si hoy estuviera allí, a la vista de todos, es muy probable que no pudiéramos identificarlo. Porque nosotros me temo que estamos como el antiguo pueblo de Israel, esperando un Mesías. Y entonces resulta que vino el Hijo de Dios en persona y no lo reconocieron, porque esperaban esa caracterización de Hollywood que muchos cristianos todavía tienen de Jesús. Con los modernos Elías está sucediendo lo mismo. Y de su historia, podemos entresacar perlas para nuestro tiempo.

(1 Reyes 19: 1) = Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. (2) Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. 

Creo que no necesitas demasiadas presentaciones para saber de quien o quienes estamos hablando aquí. Jezabel, esposa del rey Acab, la bien llamada “Reina malvada”. Patrocinadora de la idolatría, vengativa al máximo, asesina despiadada, vivió incitando a su marido al mal, vanidosa y pagada de si misma. El reporte este llegó como un gran golpe a esta campeona de la adoración de Baal y Astarot en Israel. Ella, tenía en muy alta estima a estos sacerdotes, ya que los mantenía con fondos de la tesorería real y ahora habían muerto por la mano de Elías. Jezabel escuchó todo lo que Elías había hecho, abarcando la gran confrontación en el Monte Carmelo.

Pero fíjate que su respuesta no fue algo así como: “El silencio de Baal y el fuego de Jehová prueban que estoy equivocada y que Jehová es Dios”. En lugar de decir eso, ella respondió con la decisión de matar en el lapso de veinticuatro horas al hombre que expuso la mentira de la adoración de Baal y que pudo demostrar la gloria de Dios. O sea: a Elías. Él probablemente pensaba que el milagro en el Monte Carmelo hubiera sido el medio para hacer efectiva la conversión de toda la corte y del país, pero, al darse cuenta del error, se desalentó. Definitivamente y al día de hoy: Cada vez que vea la luz un Elías, casi al unísono aparecerá un espíritu de Jezabel listo para eliminarlo, aniquilarlo, o no permitirle ministrar. Jezabel también tiene mensajeros, que son los predicadores de la manipulación, de la seducción y la amenaza. Mira; no salió con su espada en mano llevándose por delante a todos. Fue cauto y buscó primeramente preservar su vida. Aceptó su desierto de prueba, pero eligió sentarse bajo el enebro, cuya raíz sirve para hacer carbón, y el carbón se usa para avivar y mantener el fuego. Como a muchos de nosotros le habrá sucedido, cuando estaba creyendo morir, fue cuando empezó a vivir.

(3) Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.

No podemos decir con absoluta seguridad si esto era Dios conduciéndolo o no. Está más que claro que Dios quería proteger a Elías, pero no podemos decir si Dios quería protegerlo allí en Jezreel, o si había decidido protegerlo sacándolo de Jezreel. Sin embargo, Elías fue como ochenta millas hacia al sur hacia Beerseba. Es muy probable que Elías haya estado en la mano de Jezabel. Es decir que, si ella realmente quería ver muerto a Elías, seguramente lo hubiera aprehendido sin advertencia y lo hubiera matado. Lo que a mí me parece es que ella deseaba que Elías y su Dios fueran desacreditados delante de los nuevos convertidos que habían ayudado a Elías al ejecutar a los profetas de Baal. Esa tengo certeza que era la intencionalidad y apuntando allí la llevó a cabo. Y fíjate que Elías fracasó en el mismo punto en el cual se sabía que él era más fuerte.

En la Escritura, hay sobrados casos que igualan esta falla de Elías. Está el caso del hombre más sabio que comprueba que es el más necio; y justamente como el hombre más manso, Moisés habló palabras apresuradas y amargas. Abraham, sin ir más lejos, falló en su fe, Job, aunque no lo creas, en su paciencia; y aquí, el que sin dudas era el más valiente de todos los hombres, huyó de una mujer enojada. ¿Sabes qué? No soy ningún Elías, pero en algún momento también elegí huir en lugar de confrontar. Cuando te atacan de verdad, la guerra deja de ser esa cosa romántica de la que todos quieren tomar parte. Recuerdo que en la que fuera la última congregación a la que asistí, se peleaban por formar parte del ministerio que incluía la atención de perturbados espirituales. Sin embargo, ese trabajo de romántico y placentero no tenía nada. Era a muerte. Y a veces, fui testigo, hasta de modo literal.

(4) Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

Más allá de irse a la distante ciudad de Beerseba, es innegable que Elías buscó aislarse a si mismo aún más de lo que ya estaba. Y dice que se sentó en ese lugar, deseando morirse. Este poderoso varón de oración – lo suficientemente poderoso para hacer que la lluvia y el rocío se detuvieran por tres años y medio, y después lo suficientemente poderoso para hacer que comenzara de nuevo con su oración – ahora estaba oramdo, dice aquí, deseando morirse. Afortunadamente para él y para la historia del evangelio, esta oración no fue contestada para Elías. De hecho, Elías fue uno de los muy pocos hombres en la Biblia que jamás murió. No hay registro bíblico alguno de tal cosa como la muerte de Elías. Podemos llegar a imaginarnos que él fue encontrado en el cielo, él sonrió y pensó en esta oración. El bendito NO que contestó su oración. esto nos enseña que a veces, conforme a como sean las circunstancias y los planes de Dios, el recibir un NO como respuesta por parte de Dios, puede ser mejor que recibir un SI.

Y después se encara con Dios mismo y pronuncia ese “basta ya” que resuena como golpe fuerte en la quietud. Sentimos que Elías quiso decir, “Ya no puedo hacer esto más Señor.” El trabajo era estresante, agotador, y parecía que no lograba nada. La gran obra en el Monte Carmelo no resultó en un avivamiento nacional duradero o el volverse hacia Jehová. Quizás Elías había especialmente esperado que los eventos en el Monte Carmelo harían que Acab y Jezabel volvieran y el liderazgo de Israel en general. Si fuera así, es notorio que Elías olvidó que el pueblo rechazó a Dios a pesar de la evidencia, no por causa de la evidencia.

Elías dijo, ‘Basta ya,’ pero aún no era suficiente aún para su propio deleite, pues el Señor tenía más bendiciones en el almacén para él… Fue así con Elías, pues él estaba a punto de tener esa maravillosa revelación de Dios en el Monte Horeb. Él tenía más por disfrutar, y la vida posterior de Elías parece ser la de uno de una apacible comunión con su Dios; al parecer él jamás vuelve a tener un desvanecimiento, pero al final su sol brilló brillantemente sin ninguna nube. Así que no era suficiente; ¿Cómo pudo saber él que eso era? Solamente Dios es quien sabe cuándo hemos hecho demasiado, y disfrutado demasiado; pero nosotros no lo sabemos.”

¿Y como concluye este verso? Con el profeta casi clamando en una declaración que lo pinta de cuerpo entero. El levanta sus ojos al cielo y dice: Oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Esto quiere decir que cuando Elías examina el aparente fracaso de su obra, él, de manera instintiva, pone la culpa en su propia indignidad. Era porque él era un pecador, así como el resto de sus antepasados, que la obra pareció fracasar. ¿Queda en claro que Elías se deprime y por eso dice lo que dice y reacciona como reacciona? Queda claro. Tan claro como la propia y misma depresión que es la que suele embargar a tantos y tantos buenos hombres de Dios, cuando ven que su obra se obstaculiza o directamente se frustra.

 (5) Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.  (6) Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. (7) Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. (8) Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. 

Aquí tienes una muestra clara de la misericordia de Dios extendiéndose hacia Elías. Físicamente hablando, es evidente que él necesitaba descanso y refrigerio. Dios le dio ese descanso. Se lo dio debajo del enebro y lo proveyó de manera milagrosa de alimentos para el refrigerio. Fíjate que Dios en primer término ministró las necesidades físicas de Elías. Esto no sucede siempre, no vayas a pensarlo así. Su orden es lo que a veces se altera. De todos modos, las necesidades físicas de los hombres de Dios, son definitivamente importantes. En algunas ocasiones, lo más espiritual que puede hacer una persona para lograr buenos objetivos, es tomarse un descanso reparador y un soberbio refrigerio que lo conecte con la actividad de la mejor manera.

Yo me pregunto cuántos de nosotros necesitaríamos de ese descanso reparador para volver con nuevas energía recargadas a hacer un trabajo de excelencia y no como se pueda, que es lo que generalmente hacemos cuando las fuerzas ya no nos responden. Y a cuantos les habrá venido de perlas esta pandemia, obligándolos a quedarse en sus casas en lugar de andar por las calles pretendiendo servir al Señor, cuando en realidad sólo estaban inmersos en activismo eclesiástico. ¿Verdad que duele y fastidia darse cuenta? A mí me pasó primero, por eso te lo puedo contar.

Después dice que comió, bebió y volvió a dormirse. Elías recibió este descanso y refrigerio en repetidas ocasiones de parte de Jehová. Una rápida siesta y una comida rápida no eran suficientes. ¿De donde recibe esa vida? Del alimento sobrenatural que llegó del cielo, no de las tortas sin sabor fabricadas en la tierra. Cuarenta días, los mismos que necesitó Jesús para superar su prueba personal y acceder al tremendo poder de Dios. Pero para llegar allí, deberás subir al monte de Dios. Aquí en el llano, eso está distorsionado por la manipulación de Jezabel. Y presta atención que antes de entrar en comunión con él, la cual era por la corrección de su falsa actitud de temor, Él le ordenó que comiera, ministrando así a su debilidad física.

El espíritu necesita ser alimentado, y el cuerpo también necesita alimento. No se olviden de esto; porque pareciera, para algunas personas, que no deberíamos perder nuestro tiempo ocupándonos de estas cosas pequeñas como la comida y el descanso, pero a mí no me caben dudas que estos hechos muy bien pudieron ser los primeros elementos que realmente ayudaron a un pobre siervo de Dios deprimido. Elías en este caso puntual. Tú o cualquier otro creyente, en cualquier momento y por la razón que sea. Fue muy cortés de parte de Dios el tratar esto con su siervo. Podríamos haber esperado una reprensión o protesta, rencilla o castigo; pero a duras penas hubiéramos esperado un trato tan amoroso y gentil como éste.

Acto seguido le dice que se levante y coma, porque el camino que le resta es largo. Convengamos esto: Dios envió a Elías a realizar un viaje de doscientas millas. Para los que no estamos familiarizados con estas medidas, aclaro que estamos hablando de más de trescientos kilómetros. Cuarenta días, hacia el Monte Horeb también conocido como Monte Sinaí. Esto muestra claramente que Dios no demandó de ninguna manera una recuperación inmediata de Elías. Él permitió que el profeta tuviera un tiempo para recuperarse de su depresión espiritual. No le reprendió demonios de depresión ni le mandó a nadie para que le pusiera sus manos en la cabeza, simplemente lo esperó. Y esto se complementa con la certeza de que ese viaje de cuarenta días que hace Elías, no está sin significado. Porque un viaje directo desde Beerseba hubiera requerido un poco más de un cuarto de ese tiempo. Por lo tanto, el período es de propósito simbólico. Como los hijos de Israel tuvieron un notable fracaso espiritual, y tuvieron que vagar cuarenta años en el desierto, así un Elías derrotado debía pasar la misma cantidad de días en el mismo lugar.

(9) Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? (10) El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. 

Yo creo fielmente que meterse en una cueva significó para Elías, algo similar a aquella hendidura de la peña en donde Dios se le apareció a Moisés, ¿Recuerdas? Y cuando Dios le pregunta a Elías qué hace allí, ¿Tú crees que Dios no lo sabía? Sin embargo se lo pregunta para darle lugar a Elías a hablar libremente con él y de ese modo desahogar su corazón. Tenemos que entender de una vez y para siempre, que Dios tiene maneras de enseñarnos a todos nosotros en nuestros huesos y en nuestra carne, pero él especialmente sabe como hacer esto con aquellos de los cuales él pone cualquier honor en su servicio. No tienes que maravillarte por eso. Si Dios debiera de agradarse en bendecirte con la conversión de tu alma, que él también te haga inteligente en las ocasiones que lo necesites.

Y luego el profeta dice que ha sentido un vivo celo por su Dios. Esa es una protesta de Elías en toda la regla. Es como decirle: “Mira, Señor, te he servido fielmente y ahora mira el peligro en el cual estoy. Para Elías, y muchos siervos de Dios desde entonces, parecía injusto que un fiel servidor de Dios debiera ser hecho para sufrir. Porque luego le añade que sólo él ha quedado, lo cual no era del todo cierto, pero sí era como Elías se sentía. Fíjate que más atrás, en la confrontación aquella de Monte Carmelo, Elías dijo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová. Esto, para mí como para tantos y tantos más, no es ninguna novedad. Quizás tampoco la sea para ti.     

En tiempos desalentadores como son estos, por ejemplo, es casi habitual que siervos de Dios se sientan más aislados y solos de lo que realmente están. Por eso cuando él dice que ha quedado solamente él y encima lo están buscando para matarlo, demuestra una cierta incredulidad. Él no tuvo en cuenta que si realmente él era el siervo que creía ser, que lo era, Dios mismos e iba a encargar de cubrirlo contra todo lo que se le viniera en su contra. Pero Elías dudó…Ahora piensa un momento: mirando lo que queda a la vista de lo que fueran nuestras orgullosas iglesias, ¿No te has sentido así en estos días? ¿Y qué has hecho? Lo mismo que Elías y en su momento David: meterte en una cueva, la cueva de los anónimos, los que no son nadie, pero que para el Reino, son los enviados.

 (11) El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. (12) Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. 

Le dice que salga y se ponga en el monte, delante de Dios. Él sabia lo que el deprimido y desalentado Elías necesitaba. Necesitaba nada más que un encuentro personal con Él. No había nada fundamentalmente mal con la teología de Elías, pero en ese momento había algo que le estaba faltando a su experiencia. Yo me pregunto cuantos de nosotros, hoy, estudiamos lindo, aprendemos lindo, hablamos lindo y hasta enseñamos lindo, pero todavía no buscamos ese encuentro personal con el Padre que nos haga, definitivamente, vivir lindo, que es lo más importante. Y Dios le respondió a Elías viniendo con Su Presencia. Primero le mostró en todos los lugares en los que Él no estaba. Con eso le dejó más que en claro algo que todavía son muchos los que no entienden: que Dios no está solamente en las manifestaciones dramáticas. Dios algunas veces aparece en esas maneras, pero muy a menudo, mucho más a menudo, te diría, aparece en tu vida en situaciones y ambientes mucho menos dramáticos. Simplemente está ahí y te cubre.

Esta es una lección que nosotros deberíamos aprender muy bien y no olvidarla nunca más. No es por espada ni por ejército, es por Su Espíritu o no es nada. Eso dice Él, eso creo yo. ¿Tú? Lamentablemente, (Y gracias a Dios la pandemia lo ha frenado bastante); por ahí todavía andan muchos tratando de buscar demostraciones de poder de Dios de cualquier forma y a cualquier costo. No funcionan los grupos de creyentes que andan buscando a hombres inteligentes para que los lideren. Dios no está en el viento. Las jactancias de la sabiduría humana son las que suenen como viento que aúlla o como trueno que retumba. Pero que conste, nada de esto está acompañado de lluvia. Y si no hay lluvia, no hay bendición. Luego habla de un silbo apacible y delicado. Esto es el Espíritu Santo. De ninguna manera voces imperativas o demandantes que te obligan a dar pasos que no pensabas dar. Esos son espíritus también, pero de santos no tienen nada. Una voz apacible, serena, tranquila, que te deja espacio para pensar, meditar, decidir y ejecutar ampliamente, sin prisa.

Entonces ahora vemos que los truenos cesaron y los relámpagos se fueron; la tierra estaba quieta y el viento se había callado. Había una calma como de muerte y en medio de ese aire calmado, vino esa voz queda a la que la Bilbia llama Silbo Apacible. En hebreo dice Silencio Apacible, como si el silencio se hubiera hecho audible. No hay nada más terrible que una horrible quietud después de un terrible estruendo. Yo creo que Elías pensó que esa demostración casi dramática de poder en el Monte Carmelo haría que la nación entera diera un giro. O tal vez creyó que la demostración radical del juicio de Dios contra los sacerdotes de Baal, seguida por la vindicación en el Monte Carmelo, cambiaría los corazones de la nación. Nada de esto funcionó. Este ejemplo es importante para los ministros cristianos, especialmente para los predicadores.

Porque muestra que demostraciones de poder y el predicar la ira de Dios no necesariamente cambian los corazones. O sea que, el silbo apacible de Dios hablando al corazón humano es en realidad más poderoso que las demostraciones de poder o demostraciones del juicio de Dios. Debido a que ese éxito en el Carmelo se derritió como hielo en el desierto, él pensó que su carrera había sido un fracaso y que en realidad no había traído a nadie a los pies del Señor. Yo creo que Elís estaba viendo esto como hoy mismo seguramente muchos de nosotros podríamos estar viendo nuestras propias vidas, con ojos de incredulidad. Elías bendijo a mucha gente por ser quien era y como era, mucho más que por las manifestaciones de poder como las que impresionaron a esos siete mil. No me digas que no esta sucediendo lo mismo en este tiempo. En suma, esta es la enseñanza clave para los miles de Elías en operaciones: jamás obedezcas voces imperativas y amenazantes. Tu Dios, que es el mío, te va a hablar por su Espíritu con voz apacible, como si fuera un delicado silbo.

(13) Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?(14) El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. (15) Y le dijo Jehová: Vé, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.

Cubrió su rostro con su mando, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Cubrir el rostro es símbolo claro de humillarse, porque se estima por propia sensibilidad que no se es digno ni capaz de soportar la vista de Dios con el rostro descubierto. Todo eso ante lo que Elías tenia certeza era la presencia viva de Dios en su vida. Es decir que él, en primer lugar, cubrió su rostro con su manto, dominado e impactado con admiración y lleno de reverencia. No es poca cosa cuando un pecador decide cubrir su rostro y decir: ¡No puedo defenderme, soy culpable! Entonces será castigado, naturalmente, pero resulta ser que en el propiciatorio del Evangelio, cualquiera que se declara culpable, es perdonado. ¡Eh, tú! ¡A ti te digo! No mires para otro lado como si no me escucharas. ¡Es para ti! Cubre tu rostro…

¿Qué haces aquí, Elías? La misma pregunta que antes. La misma respuesta. Sin embargo, había algo útil para Elías en esta pregunta y en el proceso de la respuesta. Dios le dio a Elías algo para hacer. Él necesitaba una tarea en la cual enfocarse, para que evitara una excesiva introspección, que es la observación interna de nuestros pensamientos, sentimientos o actos. Él necesitaba parar de verse a sí mismo y a sus propias circunstancias, que dicho sea de paso eran difíciles. Él necesitaba seguir con lo que Dios quería que él hiciera. ¿Y tú? ¿Qué hay de tu tiempo? ¿No estás haciendo lo mismo que Elías, es decir, mirándote demasiado por dentro a ti mismo, y eso te está frenando o impidiendo hacer lo que Dios quiere que hagas? ¿Qué crees que hizo Dios? Le dio algo de trabajo para que Elías hiciera. Cuando Elías partió a ejecutarlo, iba todavía deprimido, preocupado y angustiado. Cuando regresó, estaba ciento por ciento en majestad de más que vencedor. Ya no sentía el menor temor por lo que pudiera hacer o no hacer Jezabel.  

(16) A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. (Ese es el trabajo primario y básico de todos los Elías de este tiempo: ungir gobernantes, que no significa hacer dudosas campañas políticas a su favor, sino munirlos con la gracia y el poder divino para que gobiernen con equidad y justicia, y no con ambiciones personales y corrupción: Y para dejar un legado que tomaran los Eliseos, que ya se están levantando)

(17) Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. (18) Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.

Es indudable que Dios tenía más trabajo que Elías debía hacer. El también demostraría la elección de Dios sobre Jehú para ser el rey que suceda al corrupto Acab y a su mujer Jezabel. Es decir que además de trabajo, Dios le trajo a Elías un amigo y un sucesor. Elías necesitaba ese amigo. El gran núcleo de su queja delante de Dios, era con relación a que estaba solo. Dios le hizo saber que había un hombre listo para aprender del gran profeta, y ser su discípulo y compañero. También necesitaba esperanza, Elías, ya que Eliseo podía ser levantado como un sucesor del cargo profético de Elías. De este modo, ahora él sabía que toda su obra iba a continuar aún después de su muerte. Y luego dice que el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, lo matará Eliseo. Esta era otra fuente de aliento para Elías. Con esta `promesa, que al final la justicia sería hecha, y Dios no permitiría la persecución institucionalizada de la idolatría se fuera sin castigo. Y el aliento final es que Dios dice que hará que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal. Él en repetidas ocasiones se lamentó que estaba solo entre los verdaderos seguidores de Dios. Esto le aseguró a Elías que él no estaba solo, y que su obra como profeta en sí había sido fructífera. Esto le mostró a Elías que su ministerio silencioso a través de los años, en realidad llevó más fruto que el ministerio Espectacular en el Monte Carmelo. De todos modos, aquellos siete mil no habían sido ganados por lo espectacular, sino por lo divino.

(19) Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. (20) Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Vé, vuelve; ¿qué te he hecho yo? (21) Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.

Elías hizo lo que el Silbo Apacible de Dios le había dicho que hiciera. Sucedió que lo hizo al revés de lo que Dios le describió que hiciera en el pasaje anterior. Quizas Elías creía que él primero necesitaba a un amigo y aprendiz. Entonces fue cuando Elías encontró a Eliseo trabajando, y lo comisionó que ministrara. Ahí fue donde echó sobre él su manto, que era un símbolo dramático que decía que lo estaba llamando para que se uniera a él en su trabajo como profeta. Ese manto, o Palio, era la prenda particular del profeta, como se puede saber conforme a lo que dice en el libro de Zacarías, y estaba hecha de piel seguramente con el pelo todavía encima. Cuando pregunta ¿Qué te he hecho yo?, esto podría significar algo así como “Vuélvete, pero recuerda lo que he hecho por ti”. Podría incluso ser una forma de reprensión ante cualquier retardo al seguir.

La respuesta de Elías indica que él mismo siguiera ese llamado era su propia decisión. Cuando toma un par de bueyes, los mata, y con el arado coce la carne y se la da al pueblo, demuestra el entero compromiso por parte de Eliseo para seguir a Elías. Él destruyó las herramientas de su oficio en una fiesta de despedida para su familia y amigos. Eliseo debió tener un terreno considerable, de momento que tenía doce yuntas de bueyes para arar ese suelo. Si, por lo tanto, él obedecía el llamado profético, él lo hizo a cuestas de una considerable pérdida secular. Así mostró voluntad y alegría con la que dejó a sus amigos, para que pudiera servir a Dios en ese empleo sublime y honorable.

¡Esta es la hora de la espada! Una espada que jamás ha perdido su filo. Una espada que siempre estuvo presta a ser usada para lo que fue enviada: para destruir a los baales, que son los falsos dioses creados por la sociedad pretendiendo suplantar al genuino, al Dios de todo poder, al único Rey del universo. Un Rey que está empezando a poblar su jurisdicción divina, su Reino, con hombres y mujeres muy parecidos a los harapientos soldados de David en Adulam. Porque lo único que puede derrumbar esos dioses que hoy vemos como atractivos y casi obligados a acudir, como son el dinero, el poder, la fama, los éxitos y los grandes negocios sucios, es el poder que emana de la Palabra de Dios, una espada infalible, vigente y eterna. De ella surgirán esos siete mil, mil por cada día utilizado para la creación, un número completo, divino, que constituirán ese remanente santo, ese ejército de tantos y tantos Elías que, destrozando tronos de manipulación, corrupción y engaño, producto de mentes influenciadas por tantos y tantas Jezabeles, definitivamente mostrarán a quien quiera verlo, un Reino basado en una calidad de Amor que trae consigo gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, y que como dice la Palabra, contra tales cosas no hay ley.

¡Ánimo! ¡Esfuérzate y sé valiente! La hora está llegando. Es tu tiempo de Elías, vívelo con todo tu ser. Para esto has sido enviada o enviado a este mundo, en este tiempo y en este lugar.

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enero 24, 2021 Néstor Martínez