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¿Qué Estamos en Condiciones de Hacer?

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     Gracias a lo que hizo en la cruz, Jesucristo nos ha convertido en un reino de sacerdotes. Por gracia somos identificados con Dios mismo y estamos sentados con Cristo, compartiendo sobre todo su ministerio de intercesión. Porque te diré algo que tal vez sabías, pero que nunca estará de más recordar: la oración es la única actividad humana que mueve el cielo.

     Hay varios trabajos muy precisos y de excelencia, que nos muestran como nuestras plegarias entran en la eternidad y trabajan con Dios en la extensión de su Reino. No es una manera de obligar a Dios a hacer lo que no quiere o lo que a nosotros nos parece bien, ni tampoco es algo que le permite a Él manipularnos, sino que, esta unión perfecta y armoniosa entre la soberanía de Dios y la libertad humana constituye un misterio insondable, porque Dios trasciende todos los pensamientos. Gracias a la unión que tenemos con el Hijo, nuestras plegarias influencian hasta la vida íntima de la Trinidad. Por medio del Espíritu, Dios mete lo humano dentro de su vida divina de amor, dejándose la libertad de colocar cada oración en el sitio correcto dentro de su gobierno del mundo. Pero volvamos ahora a lo que el Señor les enseño a sus discípulos en Juan 14.

     (Juan 14: 12) =  De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. 

     (13) Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 

     (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. 

     Ahora, veamos: ¿Cuáles son esas obras mayores?. Algunos piensan en diversa calidad de milagros, o en echar fuera demonios o en ganar multitudes, pero resulta ser que a todo esto, Jesús lo hizo. Creo, más bien, que las obras mayores son intercesiones en el nombre reinante y exaltado de Jesús y que, por eso, inmediatamente después de reto, el Señor dio su tremenda promesa de hacer lo que pedimos en su nombre.

     El venció por medio de la cruz y nosotros, al aplicar esa victoria, venceremos también. Ojalá que pudiéramos regresar a la simple confianza de que, si pedimos, el Padre nos dará. Las caminatas de oración se enfatizan mucho ahora, pero hay que recordar que la mera presencia del intercesor no aumenta la eficacia de la oración, aunque el compañerismo en la actividad si puede ayudarnos. Nuestra eficacia en la intercesión no depende de técnicas, sino de nuestra relación con Dios. Lastimosamente no se enfatizan las bases de esta relación como antes. Mencionare uno de los fundamentos que, a mi juicio, es de mayor importancia:

     Saber nuestra posición en Cristo. ¡Cuán poco se predica ahora sobre la sangre preciosa de Cristo y lo que la carta a los Efesios dice acerca de nuestra posición en el! Nadie nos puede arrebatar de la mano del Padre o de Cristo, y mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo. Si acatamos la condición de permanecer en Cristo, el diablo no podrá tocarnos, aunque siempre nos puede lanzar sus sugerencias como dardos de fuego.

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marzo 27, 2019 Néstor Martínez