Estudios » Blog

Predicándome a mí Mismo

(Romanos 3: 8) =  ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirma que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?

El solo escuchar lo que cada uno quiere oir, se ha convertido en nuestros días en algo común y corriente. El diseminado sustantivo sensacionalismo (tendencia de los medios de comunicación a producir  sensación o emoción en el ánimo de las noticias, sucesos etc.) produce en el asiduo lector o televidente, un someter la voluntad despertando hábitos y costumbres fuera del renglón de la equidad sostenible por conductas sobrias y equilibradas. Televisión, videos en la pantalla chica, juegos electrónicos, Internet y sus diversas aplicaciones, el periodismo escrito en los matutinos como a su vez películas y literaturas de orden efectista, por lo general, predomina como centro de entretenimiento e información. El propósito principal que llevan los patrocinadores de estos medios de comunicación, es cambiar la manera de pensar de las personas para un fín determinado. Si yo me aboco diariamente a oír palabras contrarias a las buenas costumbres y estilos de vida, es indudable que se originan en mí distintos métodos de ver las cosas. La 1mera carta a los Corintios 15:33 respalda esta acotación expresando, «No erren; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres». El anunciar las buenas noticias de la palabra de Dios, contradice a una sociedad que discrimina la fehaciente realidad de un Dios creador y sustentador de la vida misma. Tiempo de apostasía en este tiempo del fín, donde se proclama a Cristo en gran parte del cristianismo como una simple figura de adorno, negando el verdadero sentido y propósito de la instauración del reino de Dios en la tierra. Las registradas profecías de Jesús y sus apóstoles como las de los profetas antiguos, tienen cumplimiento irrefutable en nuestros días. Las incrementadas inclemencias en la naturaleza, los conflictos bélicos de gran envergadura, las sediciones y alborotos, inmoralidad en gran escala y violencias de todo tipo, afligen cada vez más a la humanidad. No obstante, entre todas esas manifestaciones, una de las que más preocupa como señal en el mundo cristiano es el rechazo a la sana doctrina del Señor y el abandono de la genuina fe. Pablo Apóstol y profeta, en la 2da carta a Timoteo 4:3-4 dice lo siguiente: «Porque vendrá tiempo (y ahora es) cuando no soportarán la sana enseñanza, sino que teniendo comezón de oir, se reunirán con maestros que les prediquen lo que quieren oír, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas, (alegorías, rumores, leyendas, ficción, etc). Una de las razones de rechazar las Sagradas Escrituras, bien vale la redundancia, se debe a la verdad que ella encierra. La palabra pecado, que de forma  reiterada se menciona como transgresión, perdió su identidad en la mayoría de las Iglesias que se dicen cristianas, por encontrarla ofensiva e hiriente. Un gran siervo del Señor en una de sus predicas expresó «No suavises el evangelio, si la verdad ofende entonces deja que ofenda, la gente ha estado ofendiendo toda su vida a Dios». ¿Qué está produciendo este rechazar y el taparse los oídos para no escuchar las verdades anunciadas contra el mal? Un sumergirse en aguas profundas de la mentira, buscando las famosas perlas de los placeres y el dinero, a costa de lo que sea y como sea. Diversas finalidades en escala ascendente someten la existencia de la humanidad a una carnalidad sin precedentes, no obstante dejando atrás el pluralismo nos abocaremos a descubrir a través de la luz de la palabra del Señor, una en particular que ha originado en todos los tiempos, serios y graves problemas en el circundante globo terráqueo: LA CALUMNIA. ¿Sabía ud que la calumnia que se levanta contra el prójimo, es uno de los crímenes más graves que existen ante los ojos de Dios? Según la definición léxica de la Real Academia Española, la calumnia significa «Acusación o imputación falsa, hecha maliciosamente para causar daño y perjuicios a un tercero».
Este sentimiento lleva preferencia dentro de las maquinaciones de Satanás, porque a través del mismo, distorsiona y cambia situaciones mintiendo con alevosía, especialmente contra el pueblo del Señor.Tenga su Biblia en mano porque a través de una progresión de testimonios, comprobaremos lo grave de este calamitoso símbolo de la maldad.
Comenzamos con la 2da epístola a Timoteo cap. 3:3, que profetiza sobre el carácter desplegado en la humanidad en los postreros días. El amor fraternal entraría en una face aséptica, ocupando su espacio personas e instituciones ególatras, que son aquellos que se veneran exageradamente a si mismos, llevando un sombrío y solo propósito: «Corromper y utilizar las personas en beneficio propio». El afecto natural, que es el amor hacia la familia y la sociedad, perdería su valor dando lugar a pasiones implacables, intemperantes, crueles, llenas de avaricia y soberbias, blasfemando contra todo lo que se levanta en el nombre de Dios y contra Dios y en medio de ese dislocado accionar, el despliegue de bochornosas injurias y calumnias. A través de la Biblia, el Señor enfatiza y advierte de cuidarse de caer en las garras de ese espíritu inmundo de las acusaciones falsas. Dios es amor y sus propósitos son divinos y eternos para con su pueblo, más su justicia, que también lleva el sello de su amor, es irrevocable.
En el Salmo 101:5, la balanza de la equidad, reprueba de manera tajante, al que deshonra a su prójimo «Al que solapadamente infama (calumnia) a su prójimo, yo lo destruiré; No soportaré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso» y en el libro de Levítico cap. 6:2-4, El Señor imparte mandamiento a Moisés, sentenciando la mentira; «Habló Jehová a Moisés, diciendo: Cuando una persona calumniare a su prójimo restituirá (indemnizará) el daño de la calumnia». En el salmo 15:1-3, David siervo del Dios Altísimo, declara: «Jehová, ¿Quién habitara en tu tabernaculo? ¿Quién morará en tu santo monte? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón, Y EL QUE NO CALUMNIA CON SU LENGUA, ni hace mal a su prójimo», y continuando leemos en el salmo 109 vers. 29a, el cual testifica que la calumnia es considerada anatema (maldita), «Sean vestidos de deshonor y descrédito, los que me calumnian y sean cubiertos de confusión». Si existe un siervo del Señor en el antiguo tiempo del pueblo israelita que fue calumniado y perseguido, es el Rey David. En el salmo 31:13, se corrobora el pesar que produce el ser perseguido por causa de las difamaciones, «Porque oigo la calumnia de muchos; El miedo me asalta por todos partes, Mientras consultan contra mí e idean quitarme la vida, Más yo en ti confío, oh Jehová» (este versículo escrito por David lleva en sí un anuncio dual que se refiere a su situación que estaba viviendo como a su vez profetiza sobre la situación del Señor Jesús, antes de ser crusificado)». En los Proverbios de Salomón en el cap.10:18, hace referencia sobre la propagación de la calumnia «El que encubre (simula) el odio, es de labios mentirosos; Y el que esparse calumnia es necio», (ignorante, imprudente, obstinado y poco inteligente). En Lucas cap. 3:14, Juan el Bautista enfrenta a los militares que se acercaban para ser bautizados exhortándolos «A NO CALUMNIAR NI EXTORSIONAR A NADIE». La epístola a los Romanos en el cap. 3 vers. 8, puntualiza a aquellos que inventan mentiras contra los siervos del Señor, donde se les acusan de predicar y enseñar «hagamos males para que vengan bienes», motivo suficiente para despertar la ira de Dios contra los propagadores de semejante engaño. Concluyendo la trayectoria de estos breves pero concisos versículos contra la impiedad de los falsos testimonios, leemos en la 1mera epístola del Apóstol Pedro cap. 3:16, donde, semejante al versículo anterior, este Apóstol del Señor Jesús, condena la acción difamatoria contra los fieles hijos de Dios; «Teniendo buena conciencia, para los que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados (humillados) los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo».
Sí, no faltan ni faltaron falsas acusaciones a través de la historia contra el pueblo de Dios. Nunca Satanás abandonó el intento de maltratar a la Iglesia de Cristo a través de personas influyentes en gobiernos idólatras y ateos. Nerón, por ejemplo, emperador romano en el año 64 de la era gregoriana, envió incendiar parte de Roma con nefandos propósitos. Fue un gran incendio que sirvió en este monarca de mente diabólica, para acusar con ignominiosa calumnia, a los cristianos como ejecutores del incendio. Una vez más los mercaderes de la mentira se sirvieron de palabras infructuosas de las tinieblas, para perseguir y asesinar. Miles de cristianos tuvieron que sufrir muertes violentas en el circo romano y bajo indecibles torturas, la crucifixión.
Esta raíz de amargura no solo es reprobada y condenada por Dios, sino también por las leyes humanas, considerándose agravio hacia la persona, bajo juicio de acción penal. Es semejante a herir o suicidar a un semejante, depende del grado que conlleva el oprobio proferido.
El desparramar engaños acusando a alguien, es un fuego extraño que ofende a Dios y devasta la existencia del prójimo. Cuando se levanta una mentira se crea un ambiente creíble y de sospecha difícil de erradicar, por más que la persona afectada niegue semejante deshonra. Aquél que en algún momento de su vida ha defraudado a su prójimo con palabras inciertas dañando su reputación, debe dar un paso adelante con espíritu de arrepentimiento y restituir la credibilidad del injuriado pidiendo perdón personal y público, e indenizarlo por el daño causado. El perjudicado, por otro lado, no se vista de venganza sino actúe como Jesús actuó, perdonando las injurias por más graves que hayan sido, y deje que la justicia del Señor, obre justo juicio. Hemos llegado al fín de este comentario. Dediquemos de nuestro tiempo para reflexionar y pedir al Señor que ese espíritu no se enseñoree de nuestro ánimo y voluntad. Roguemos con corazón contricto y humillado que el Señor nos de su fortaleza para no difamar a nuestro prójimo. Oremos: «Señor, Nuestro Dios y Padre, ante todo te damos gracias por todo lo que tu haces por nosotros suplicando que perdones nuestras faltas que te hayamos cometido. Extiende, oh Señor, tu poderosa mano a nuestro favor, frenando nuestra lengua para no caer en la tentación de proferir palabras, que levanten calumnias y falsos testimonios contra nuestro prójimo. Oramos con toda súplica y reverencia en el santo y precioso nombre de tu amado Hijo Cristo Jesús. Amén.

Dios bendiga su palabra.

        Texto para tener presente
«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» Filipenses 4:8.

Nota: Esta acotación ha sido escrita con un solo propósito; descubrir el pecado de acusaciones espurias, esperando que su contenido guíe con sabiduría, a toda hija/o de Dios.

Vaya a la Biblia, una fuente de esperanza en Jesús.

Pedro José Amoroso

pamoruso704@hotmail.com

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

agosto 14, 2019 Néstor Martínez