Estudios » Blog

Los Fundamentos del Amor

En el anterior, estuvimos haciendo mención al ministerio pastoral, y creo necesario aclarar y poner blanco sobre negro algunas cosas para poder entender definitivamente de qué es que estamos hablando. La palabra pastor, viene de la palabra griega, en el Nuevo Testamento, que es poimen. ¿Qué significa? Uno que apacienta, que protege, que cuida, que atiende, que alimenta a un rebaño de ovejas. Un pastor es el que está al frente de un rebaño de ovejas, pero que las deja en libertad cuando retornan al redil. Te recuerdo: un rebaño es un grupo de ovejas en libertad de movimientos, buscando los mejores pastos. Un redil es un corral, una especie de prisión en donde la oveja está obligada y destinada a pasar la noche. El tema de mayor importancia para la iglesia, entonces, es conocer si la calificación de ovejas que se les otorga a los cristianos, tiene que ver con un rebaño más o menos libre, o con un redil acotado y estrecho.

Con relación al ministerio pastoral tal como lo conocemos, aunque difiera de su estructura inicial que se comparte en el pasaje de Efesios 4:11, su característica principal independientemente de la cualidad o calidad del hombre que lo ejerza, es su capacidad de renuncia. En una palabra: un pastor que desee cumplimentar su ministerio de la manera más aproximada a cómo fuera ideado y creado desde el cielo, deberá estar preparado para renunciar a casi todo. ¿Motivos? El amor a las ovejas. Dice la Biblia que el pastor da su vida por las ovejas. Y cuidado, no dice sus ovejas, dice Las ovejas, lo que significa que un pastor generalmente está apacentando ovejas de otra persona. Es más, como profesión literal, el pastor casi en su gran mayoría cuidaba ovejas que pertenecían a otra persona. El dueño de las ovejas las dejaba a su cargo, pero no eran suyas.

No es posible y no se puede aceptar, por ejemplo, a un pastor que no tenga espíritu de renuncia. No es parte del manto de la unción ministerial. La especialidad del ministerio pastoral, es el entendimiento del alma. Entiende profundamente el alma del hombre, o de la mujer, es indistinto. Porque también lo hace con los niños y los ancianos. ¿Por qué? Porque él tiene la capacidad de sanarlos, de aconsejarlos, de guiarlos, y no puedes hacer eso si no eres un graduado en el entendimiento del alma. De hecho, la gente llega a la iglesia como almas. No son seres espirituales funcionales, son almas. Sienten, pueden, no pueden, quieren, piensan, recuerdan, en suma: ¡Todo es alma! Cuando comparemos esto con el ministerio profético, van a comprobar por qué son dos idiomas completamente distintos. Porque el profeta no trabaja en el alma, sino en el plano del espíritu. Por eso es que nunca se entienden.

La especialidad que tiene este ministro, entonces, es el profundo conocimiento del alma humana. Eso le permite a él cocinar el alimento necesario para trabajar con el alma. Entonces, cuando escuchamos a un pastor predicar, pero a un pastor realmente levantado por el Señor para pastor, predicar, no podemos esperar grandes revelaciones en el espíritu, pero siempre la gente va a salir con su alma confortada, animados, desafiados, queriendo perdonar, queriendo resolver su vida, queriendo enfrentar su vida con nuevas fuerzas, porque es un mensaje que siempre va a ser un bálsamo, para que sus almas puedan ser usadas por Dios. Esa es la idea del ministerio pastoral. Y ese es el motivo mayor por el que, en estos tiempos, las iglesias en su inmensa mayoría, son ministradoras de almas, y de allí no pasan. ¿Y el espíritu? Bien, gracias; pero huérfano de sustento. ¿Motivos? El error por ignorancia o ambición humana: suponer que un ministerio puede ejercer autoridad sobre los cuatro restantes. Eso no es bíblico ni es correcto. Los resultados están a la vista. Y no son peores porque Dios es bueno.

Si hay un rasgo lineal que de alguna manera domina este ministerio, es el del espíritu de consejo. Por eso suena como algo absurdo que se reúnan pastores en un seminario sobre consejería. ¿Cómo enseñarán ciertos pastores a otros pastores algo que naturalmente ya tendría que estar en su genética ministerial? Hay muchos pastores que sostienen que si uno de ellos necesita asistir a un curso para saber cómo aconsejar, genéticamente, no es pastor. Porque dicen que es una acción del espíritu. Si ustedes leen en el libro de Isaías, cuando se habla de Jesús, dice espíritu de consejo. ¿Recuerdas respecto a los siete espíritus de Dios? El espíritu de consejo, es uno de los siete espíritus de Dios. Sin embargo, esto también debe ser tomado con sumo cuidado y hasta con delicadas pinzas, porque no vemos en todo el transcurso de los evangelios, a Jesús haciendo consejería. Siempre lo vemos dando palabra, pero no consejos personales.

Nadie, entonces, podría conseguir con un título lo que no le ha dado el Espíritu. Y a eso lo saben muy bien aquellos que, con sólo mirar a los ojos a alguien, tienen más que en claro lo que deben decirle, les agrade a ellos o no. Sabiendo, obviamente, que lo que se les está diciendo es la absoluta verdad y que, si realmente desean solucionar sus cosas, tendrán que obedecer. Porque lo que sale de esa boca no es una recomendación conforme a una sabiduría humana, sino un viento fresco de un espíritu de consejo. De todos modos, se ha sobre-enfatizado tanto esta característica, que se ha pasado de largo en cuanto a las permisividades. ¿Puede un pastor aconsejar respecto a una decisión personal o de familia de una persona? Si recibe palabra de Dios clara y contundente, sí que puede. ¿Debe un pastor recomendar a un joven o a una jovencita, con cuál de los hermanos o hermanas de la iglesia puede ponerse de novio? ¡Ni por asomo! Eso no es consejería, puede llegar a ser manipulación. Consciente o inconsciente, da lo mismo para el fondo del tema. Y lo más grave es que, técnicamente, se llama Hechicería.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

diciembre 25, 2021 Néstor Martínez