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Las Bases del Conocimiento

Creo que a esta altura ya te diste cuenta que un ministerio, no es algo que tú te pones o te sacas conforme al momento. El ministerio es algo que te acompaña siempre, desde que saliste del vientre de tu mamá hasta que saludas y te metes en un ataúd. Y durante todo el día, estés donde estés y hagas lo que hagas. Es tan inseparable como la piel. Incluso en lo secular el maestro actúa como maestro, si es que alguien no parece entender algo que él ya sabe. Y, generalmente no sólo se preocupa por saber lo respectivo a su trabajo específico, sino que se toma el tiempo para conocer el de sus compañeros, también. Y no tiene nada que ver ni con Dios ni con la Biblia, sino conque su amor por eso lo lleva a desear que toda la gente haga lo que tiene que hacer, correctamente.

Además, el maestro es una persona que enseña permanentemente y sobre todo lo que conoce más que los demás. No necesita ni pizarra ni bolígrafo ni celular ni computadora, enseñar es su vida. Y si te pasa una receta de cocina y tú te pones a copiarla, te va a corregir hasta la ortografía de la receta. Puede llegar a resultar un tanto pesado para la gente común, ¿Para la gente normal? Pasemos a lo que es su don más importante, aunque todos lo sean por igual. En este caso es el fundamental que adorna y respalda su ministerio: la palabra de conocimiento. Es el don que más usa. Y créeme que es un recurso extraordinario. Este don pertenece a la famosa y conocida lista del Espíritu Santo, ¿Recuerdas? Es también ubicado o agrupado como don de habla.

En cuanto lo que más recurre durante su tarea, es a la precisión. La diferencia está en que, mientras el don viene del Espíritu, el recurso es una disciplina. Prueba a tu gente con un trabajo de investigación sobre lo que sea, y luego diles que te hagan un informe. Los informes más detallados, puntillosos, meticulosos y al milímetro en detalles, pertenecerán a los que tienen el don de maestros. Por eso, estoy convencido que es uno de los ministerios más fáciles de reconocer en la gente. Y aunque parezca increíble, no es tan fácil encontrar maestros de oficio, de ministerio, dentro de las congregaciones. La mayor parte del liderazgo establecido y tradicional, no sabe encontrar ni valorar a estas personas. Referente a la carga por la iglesia que tiene el maestro, esta tiene que ver ineludiblemente con el crecimiento. Obviamente que no me refiero al crecimiento numérico ni financiero. Hablo de crecimiento en conocimiento. Su versículo favorito, es el pueblo perece por falta de conocimiento, aunque luego va a explicarte que no se trata de teología, sino de intimidad. Lo sé porque lo repito dos o tres veces cada día. Con diferentes personas, claro…

Al igual que con el ministerio del pastor, no tenemos ningún ejemplo en el Nuevo Testamento de alguien que fuera solamente maestro. De allí que, al igual que el pastor, maestro es siempre una función, jamás un título. Fíjate que cuando le dijeron “maestro bueno”, a Jesús no le gustó. Lo que sucede, es que se toma al Libro de los Hechos como base sustancial ministerial, pero resulta ser que cuando Lucas escribe ese libro, no pretende de ninguna manera contar toda la historia de la iglesia. Él sigue un hilo muy delgado, que abarca la vida de Pedro, un poco, y la vida de Pablo, otro tanto. No pretende en modo alguno hacer una enciclopedia de la historia de la iglesia. Nunca lo quiso hacer y no hay esa intención en la Biblia. Y cuando no existen referencias, muchos se preguntan el por qué. Pasa que en ese tiempo esa iglesia no escribía sus historias porque ellos estaban convencidos que Jesús iba a retornar muy pronto, casi ya mismo, y por lo tanto no valía la pena, -según ese pensamiento- registrar historia alguna. ¿Quién la iba a leer?

Y ahí está la diferencia entre 1 Tesalonicenses y 2 Tesalonicenses. Cuando Pablo mismo, en 1 Tesalonicenses, parecería estar diciendo: “¡Ya nos vamos! ¡Ya nos vamos!”, mientras que en la segunda carta al mismo destinatario, cambia totalmente su postura y aconseja no dejar de hacer todas las cosas que se deben hacer para subsistir, porque nadie sabe ni el día ni la hora de ese retorno. De hecho, ellos no sabían qué cosa significaba ese Vengo en breve de Jesús. Por ese motivo, no había ninguna razón para escribir un libro de historia. Me pregunto si en este tiempo alguien podrá definir qué significa esa expresión de Jesús y a cuándo se refiere. De allí que lo que digo, que no hay nadie a quien se le llame maestro luego de Hechos 2, es muy cierto, pero tan cierto como que evidentemente hubieron muchos. En el Libro de los Hechos, capítulo 13 y verso 1, hay un texto bien bonito e ilustrativo.

 (Hechos 13: 1) = Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Níger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 

No sabemos si aquí se nos está diciendo que estas personas, eran profetas y maestros, todo junto en uno solo, los dos ministerios en uno, o bien está diciendo que algunos eran profetas y otros eran maestros, con ministerios separados. Fíjate que nos deja la misma duda que nos deja Efesios 4:11, cuando habla de pastores y maestros. No sabemos, en ninguno de los dos casos, si es alguien que tiene las dos cosas, o son dos personas distintas. La palabra “Y”, en griego es kai, y no nos ayuda mucho porque involucra las dos cosas. Con, esto y esto, adición. Pluralidad, singularidad. ¿Entonces, en qué me ayuda el verso? En que es evidente que se reconocía el oficio magisterial. De allí que coincidimos en que este ministerio, es un ministerio de equipamiento y capacitación.

¿Y qué cosa significaría eso? Que dentro de la cantidad de ministerios que podemos tener, están los ministerios de alcance, por ejemplo, el ministerio evangelístico, que es el brazo largo y de alcance. El ministerio apostólico también es un ministerio de alcance, territorial en este caso. El evangelístico, en cambio, va por personas, mientras que el apostólico va por regiones. El ministerio del maestro, en cambio, no es un ministerio de alcance. Cuidado, esto no quiere decir que un maestro no pueda evangelizar. Puede hacerlo, pero va a ser largo. Pero está bien, porque eso nos permite entender cuando ellos hacen énfasis en el equipamiento. Está dirigido hacia adentro de la iglesia. Cuando yo dudaba de mí ministerio oré, y el Señor me llevó al Salmo 22:22: Anunciaré tu nombre a mis hermanos; En medio de la congregación te alabaré. A mis hermanos, no a los mundanos. Listo.

¿Listo? No, listo nada; tuve dudas, entonces puse un innecesario vellón y volví a orar esperando palabra. El Señor, con justicia, debería haberse quedado en silencio, pero: ¿Cuántos saben que nuestro Dios es infinitamente misericordioso y tiene tremenda paciencia hasta con los incrédulos como fui yo? Él simplemente me mandó a Hebreos capítulo 2, sin especificar nada más. ¿Un capítulo completo? En realidad, no; porque el corazón me dio un brinco cuando llegué al verso 11 y 12: Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré. ¡Ahora sí, incrédulo! ¿Necesitas algo más para salir a enseñar a tus hermanos? Punto.

Porque por lógica simple, no tiene demasiado caso ponerte a equipar a los que están fuera de la iglesia. No tiene sentido. Obviamente que el equipamiento es dentro de la iglesia. Es la acción más usada en el ministerio de Jesús. Se lo llama Raboni, Rabí, más veces que con otro título. Los maestros tienden a ser muy prácticos. Es lógico. Por lo tanto, si en algo son breves, es cuando dan consejos. Yo me niego a dar consejos, apenas algunas sugerencias como para que la persona que me consulta, luego, decida por sí mismo lo que hará o no hará con mis sugerencias. Nadie, -a mi juicio-, está ni autorizado ni capacitado para decirle a otro con valor de orden a cumplir, como debe o no debe vivir aspectos de su vida personal. Aquello de que en la multitud de consejos está la sabiduría, tiene que ver más con el consejo de planos espirituales que con los asuntos del alma humana.

A veces me han escrito un correo contándome que cuando en su iglesia se ponen a saltar y a danzar, a él o a ella, eso, la ponen muy mal. ¿Sabes qué he respondido? De acuerdo, entonces no lo hagas. Déjalos danzar todo lo que se les dé la gana, pero tú quédate a un costado o sencillamente vete fuera del templo. Nadie podrá obligarte a hacer lo que no quieres hacer. Nadie puede manipular tu vida. Mientras tanto, ponte a orar y pídele al Espíritu Santo que te muestre la guía a toda verdad respecto a ese asunto. Allí tendrás la respuesta de si el equivocado eres tú o los otros. Punto. Porque nadie ha dicho que quien va a una iglesia deba ir con los zapatos bien preparados porque danzar será su trabajo principal. Pero tampoco nadie ha dicho que quien va a una iglesia y ve danzar a los demás, deba salir a reprender demonios bailarines, como alguna vez le oí a alguien…

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febrero 12, 2022 Néstor Martínez