Quiero hablar hoy de un principio necesario para edificar una casa celestial que no tenga adherencia alguna con los sistemas que la religión ha implementado como obligatorios: el Principio de la Excelencia. Partamos de una base concreta: nadie puede ser excelente en algo a lo cual no está plenamente dedicado, ¿No crees? ¿Y qué significa esto? Significa que, si vas a liderar un ministerio, tendrás que dedicarte a tiempo completo a él, más allá de si es rentado o no. Ya estudiarás de qué manera ejercerlo con mayor eficiencia, y qué lugar ocuparán tus tareas seculares si las tienes. ¡Bueno, hermano! ¡Pero si las condiciones no dan para ser sostenido por salario, la gente tendrá que aceptar que divida mi tiempo entre el ministerio y mis obligaciones particulares! Sí, la gente lo va a aceptar, tal como lo ha hecho siempre. El problema es que el que me parece que no lo va a aceptar, es el Señor.
Hay toda una teología que en este tiempo está siendo armada, para probar que Pablo se auto-sustentaba. Entonces imaginamos a Pablo vendiendo sus tiendas y todo eso que sabía fabricar, en base a una referencia que él hace. Qué, curiosamente, está relacionada con un tema de Jerusalén y no de realidades cotidianas. Lo que se dice un “fuera de contexto”, clásico y habitual en estos tiempos de trampas comunicacionales a raudales. Vale aclarar que, cada vez que aparecía Jerusalén en escena, Pablo se ponía muy nervioso. Sus buenas razones tendría.
Entonces, resulta que yo tengo una empresa, pero al mismo tiempo, por ejemplo, también soy un ministro del Señor. El punto, aquí, es excelencia ministerial a partir de la plena dedicación. Lo que te estoy diciendo, es que nadie va a poder ser excelente si no tiene dedicación. De hecho que si es necesario, pueden llevarse ambas cosas, ¡Claro que se puede! Y que alguien no quiera ser un peso extra, y muy pesado, para su congregación, también es respetable, pero te olvidas de algo: no es una congregación la que sustenta a un ministro; ¡Es el Señor! O, de otro modo, te lo aseguro y hasta te lo firmo: no tiene sustento alguno.
Fíjate que este ministerio, aun siendo apenas de nivel medio en su importancia, cuenta con mi dedicación total. Fui tocado por la mano del Señor, en su momento, y tal como lo relato en mi primer libro, retirándome de mi trabajo secular por una ley que salió, se aplicó conmigo y luego desapareció, que determinaba a los empleados de ese nivel retirarse cinco años antes de su edad jubilatoria, percibiendo ambos salarios ( ! ) Impensable. El Señor lo hizo y ayudó a mi dedicación plena. Y no creo estar descubriendo nada nuevo. Es exactamente lo que en el plano secular se vive en torno a las disciplinas deportivas o artísticas denominadas como profesionales. Un músico famoso no tiene menos de siete u ocho horas diarias de ensayo, todos los días. Lo mismo un deportista de alta competencia, un mínimo de cuatro horas de entrenamiento diario. Si no, no juega. Profesionales. Pero, atención con esto: profesionales a la hora de la disciplina, pero no en cuanto a la ética y la responsabilidad. Allí es amateur porque es puro corazón, alma y, naturalmente, espíritu.
Y en lo nuestro, el problema radica en que, mientras no le demos total excelencia a lo que hacemos, muy difícilmente Dios nos pueda hacer llegar toda la profundidad que tienen todas sus cosas. Para el modelo de iglesia que hoy día vemos, no hay demasiada dedicación. Tampoco se requiere mucho esfuerzo. ¿Cuántas horas a la semana se enseña? Quizás muchas, pero nunca equiparadas a una jornada laboral de cualquier clase de empleo. ¿Cuarenta horas semanales? No hay ministro que las complete. Podrá ir de aquí para allá y a lo mejor invertir ese tiempo, pero no en dedicación plena a lo que realmente sea su ministerio. En mi caso personal, estudiar para aprender y aprender para enseñar. Orar para recibir y recibir para compartir. Trato que sea con la máxima excelencia, pero no creo llegar a las cuarenta horas semanales.
Fíjate el modelo Jesús. Él salió a buscar discípulos que estaban haciendo ¿Qué cosa? Trabajando, la mayoría de ellos. ¡Todos trabajaban! ¿Por qué crees que Jesús no los invitó a una reunión por la noche, después de sus jornadas laborales? ¡Vengan cuando tengan tiempo, muchachos! No hizo eso, ya lo sabes. Pregunto: ¿Podrían los discípulos haber seguido a Jesús sin dedicación completa? No, ¿Verdad? ¿Y entonces por qué todavía hay gente que cree que podemos hacerlo nosotros? Dedicación exclusiva. ¡Deja todas esas redes y esos peces y ven y sígueme, Simón! ¿Quieres ser un miembro del Reino, excelente? Deja todo y sígueme… (Y aquí pondríamos tu nombre y apellido). Después, claro está, sólo faltaría que tú lo aceptes. ¿Lo aceptarías?
Hay gente muy capaz, que ama al Señor, y realmente trabajan durísimo. Y aun con su tiempo dividido, han hecho muchas cosas para el Señor, de eso no tengo dudas. Pero no puedo imaginarme lo que llegarían a hacer si dispusieran de tiempo exclusivo para las cosas de Dios. El ministerio, para poder marcar a una generación, para poder encontrar las inconmensurables riquezas de Cristo, no va a hacer la iglesia como la hemos visto hasta estos días, ¿Sabes? Creo que casi no hay mucho que hacer para eso. Es casi intuición. Pero si quisiéramos volver al diseño, se van a consumir nuestras neuronas.
Nadie podrá ser excelente si no tiene dedicación plena. Cualquiera que desee profundizar en las verdades de Jesucristo, tarde o temprano deberá abandonar sus otras tareas, es inevitable. A lo mejor no es lo que más agrada, pero es así, no tengan dudas. Por eso, yo como muchos otros hombres y mujeres de Dios, estoy en certeza de asegurarte que el ministerio no es para todos, sólo para los llamados. Motivo simple: los llamados ya traen ese querer y hacer que sólo el Espíritu Santo produce. Los demás, es a puro esfuerzo humano. No existe tal cosa como ser responsable de un tremendo ministerio y andar por la vida quejándote del esfuerzo, del trabajo, de la mala calidad de la gente o de las carencias materiales. El ministro de orden divina, jamás se queja. Sólo mira al invisible y avanza.
Dios les bendiga, mis amados.
Disculpen que estaba un poco retirado por cuestiones tontas, pero ya estoy aquí nuevamente.
Excelente reflexión como siempre. Doy gracias al Padre por este ministerio que ha sido de gran bendición en nuestras vidas.
Recuerdo que el año pasado, me encontraba laborando en una empresas de panificación. Si soy panadero. Y estaba agobiado por el horario que se incrementó por causa de la pandemia. Ya que había recibido el mandato de dedicarme al proyecto llamado «Cimientos», no contaba con el suficiente tiempo para desarrollar dicho proyecto.
Razón por la cual Papá me dijo que me iba mover de ese lugar a partir de Enero del presente año. Pero como siempre, Él Padre hace como quiere, se presentó una situación y salí de dicho lugar en Diciembre. Y durante 6 meses pude dedicarme completamente a «Cimientos». Ahora en el lugar que Él Padre me ha permitido laboral, trabajo menos tiempo y gano mucho mas. Y puedo dedicarme a desarrollar «Cimientos» para la gloria de nuestro Padre.
Ahora quiero hacer la siguiente aclaración y espero no ofender a nadie. Pero si de algo he podido darme cuenta al desarrollar este proyecto, es de la capacidad que como ser humano tengo delante del Padre. La cual está muy por debajo de la estatura de este proyecto. Porque digo esto. Por el simple hecho de que cada día tuve que luchar contra el «espíritu humano» que mora en mi. Que es la representación del Yo (EGO), que nace por consecuencia del pecado en nuestra vida. Esto por un lado, por otro lado. El príncipe de la potestad del aire, que es el sistema del mundo. Ejerciendo opresión mental desde las potestades superiores. Lo cual produjo un nivel letal de guerra espiritual, al punto que tenía que esperar el mandato del Espíritu Santo para desarrollarse el proyecto, y detenerme cuando El Espíritu lo dispusiera.
Hoy en día me pongo a observar el comportamiento de muchos ministros, que alegan que ellos se quemaron las pestañas estudiando. Razón por la cual hoy cobran por impartir algún seminario. En el mejor de los casos, en el peor. Dicen, haber hecho cosas para Dios, que luego se convierten en méritos personales. Y si de algo he podido darme cuenta es que el conocimiento, que poseo ha sido por parte del Espíritu Santo. Y que este conocimiento me ha sido otorgado no por mi esfuerzo, sino para bendición de los demás.
Ayer un compañero de trabajo me dijo que él se había equivocado, pues al verme me había prejuzgado como una persona tonta. Y que al desarrollar temas de la vida diaria, se había dado cuenta de la sabiduría que fluía. Razón por la cual se disculpaba.
Entonces le dije: «el hombre no se define porque tenga un miembro viril, sino porque posea la capacidad de inspirar a los demás y dar sabiduría. Y que eso sólo lo da El Padre.»
Dios les bendiga, desde RD pa’l mundo.