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La Estatura de Un Nombre

Creo fielmente que, a partir de todas las cosas que hemos compartido y estamos compartiendo en este tiempo, vas a descubrir que como iglesia, nosotros tenemos un solo mensaje. Entonces tú me dices: ¡Claro, hermano! ¡El mensaje del evangelio! ¿Sabes qué no? ¿Qué? ¿Cómo dice? Que no, que el centro del mensaje de la iglesia, es dar a conocer el nombre del Señor. Eso es lo que siempre estuvo y está escrito. Esa es la razón de nuestra existencia, podría añadirte. ¿Y por qué me atrevo a decir que eso no es el evangelio? Porque en estos tiempos tan especiales que vivimos, todavía se predica un evangelio donde no se presenta el nombre. Para evitar ofensas, argumentan. Claro, y entonces la gente de pronto se convierte, y sabe muy bien que se ha convertido en algo, o a algo, pero pasará mucho tiempo antes que sepa en qué o a qué, se convirtió. Dice Pablo que él es escogido para llevar Su nombre en presencia de los gentiles. ¿Dónde dice va a llevar su nombre? A los gentiles. ¿Sabía Pablo lo que tenía que hacer? Sí, a eso se lo van a repetir. Esta instrucción Dios se la está dando a Ananías, cuando es usado en Damasco, no se la está diciendo a Saulo.

¿Entonces se podría decir que Pablo allí recibe una hoja con instrucciones? Sí. ¿Y él sabe lo que tiene que hacer más adelante? Sí. ¿Y él sabe dónde, en qué lugar geográfico? Sí. ¿Y él cumple y hace eso? Sí. A todos estos, a los que Dios llamó, de los cuales yo he estado mencionando nada más que algunos, con decirte que se me quedó afuera nada menos que Jeremías, que también recibe un tremendo llamado, y a los que habría que sumar a Jonás, a Daniel, o José. O piensa en Bernabé, o en Esteban; Bien; todas estas personas, sin excepción, tenían un kerusso (¿Recuerdas que se traduce como Mensaje?) y tenían un apostello. (Son Enviados) Nadie puede cumplir con la voluntad de Dios, si no tiene estas dos cosas.  Entonces, obviamente, la pregunta que surge, es: ¿Cómo puede llamarme Dios a un ministerio, en este tiempo? No lo sé, Dios es Soberano, pero te aviso que Él sigue llamando a la gente como la llamaba antes. Tal vez no utilice zarzas ardientes, pero Él te hace conocer su voluntad de una manera que no te tienen que quedar dudas.

¿Y entonces? ¿Cuál es el error más frecuente? Que ciertos líderes o directamente ministros, quizás por hacer más suave el evangelio o motivar e incentivar a las personas para que acepten a Jesucristo y se incorporen a la iglesia, terminan diciéndoles a esa gente cosas que no son verdaderas. Y esto nos muestra un principio determinante: en el fondo, el evangelismo que funciona, es el evangelismo uno a uno, el persona a persona, el directo e individual. Porque es a través de ese proceso que una persona puede recibir una dirección más precisa respecto a saber para qué Dios lo necesita. Sin embargo, la predicación masiva tiene un ejemplo en Pedro, la Biblia lo relata. ¿Hizo algo mal? No, él tenía que abrir la puerta, porque él tenía la llave. ¿Entonces, Pedro tenía la llave? Sí, la tenía. Es que nosotros pensábamos que esa llave era un invento de… ¡No! ¡Él la tenía! Pero no se quedó con ella y mucho menos se la entregó al Vaticano. Era la llave para la primera predicación. Él usó esa llave para abrir el evangelio a los gentiles. Pedro. Y a los judíos.

Pero, aún en esa prédica de Pedro, podemos notar que hay propósito y dirección. La gente que conoció a Jesús en esa prédica, sabía quién era Jesús, después de escuchar la prédica. Porque la respuesta inmediata de ellos, fue: ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo arreglamos esto? Realmente, ellos recibieron claridad en el mensaje. Y esto, convengamos, no es lo que usualmente estamos viendo en nuestros ambientes. Dejemos de lado esta época de pandemia porque hoy nada es normal, todo está modificado y cambiado, pero lo cierto es que como quiera que sean las cosas, la predicación del evangelio del Reino, es un modelo a seguir que nadie puede alterar ni suplantar por otro. Es decir que, conforme a todo lo que hemos venido compartiendo, el primer principio visible, es el que muchos han dado en llamar: Principio de La Comisión. Pero podemos ir más lejos, todavía; ¿Podemos hablar de la Gran Comisión? ¡Claro que sí! ¿Y tiene estos mismos perfiles? Sí, tiene los mismos perfiles.

Hemos empezado todo este análisis que venimos realizando con miras a encarar un nuevo sistema en el cual podamos ser esa sal y esa luz del mundo que se nos ha demandado como premisa básica. Un sistema que emana del Reino de Dios y no una mezcla rara y bastarda que debe adaptarse a un sistema mundano con rudimentos inalterables propios que terminan por destruir lo edificado. Y lo hemos comenzado a todo esto con una palabra específica, que es la declaración de Pablo, en Romanos 10:15, que dice: ¿Cómo predicarán, si no fueren enviados? Y hemos explicado que aquí hay dos elementos determinantes. Es lo que se va a decir, el predicar, el kerusso, y el concepto de ser enviados para cumplir una tarea; ambas son necesarias.

Anteriormente pudimos explicar lo que era el predicar y lo que era el ser enviado. Y fíjate que aparece por primera vez en este tipo de estudios, una definición muy singular de apóstol: enviado lejos. Pero no sólo es enviado lejos en distancia geográfica, sino que también tiene que ver con posicionado, con apartado y con firmemente establecido. También hemos mostrado ejemplos: Moisés, David, Jacob, Mateo y Pablo, para mostrar un simple principio: Dios siempre trabaja de esta manera: llama a la gente, es Él el que busca a las personas, y no las personas las que lo buscan a Él.  Y en segundo lugar las empodera, por usar un término que no me gusta mucho, pero que está tan actual que todos entienden. Les otorga poderes, les da dirección, les muestra dónde las necesita y hacia dónde deben ir. Y entonces recién allí las envía. Hoy es un tiempo donde Dios estará comenzando a hacer eso. La gran pregunta final, es: ¿Estarás tú preparado o preparada, para que ni bien oigas la voz del Espíritu Santo, dejes todo lo innecesario y salgas a cumplir con tu destino? Piénsalo, pero recuerda que no tendrás toda la vida para decidirlo. Esto, tal como están las cosas, me temo que será ya y ahora. Y nos tiene que encontrar preparados y dispuestos.

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marzo 20, 2021 Néstor Martínez