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Hora de Sanar Tu Tierra

El tiempo sigue transcurriendo, y las afiebradas dinámicas de los primeros días de alguna clase de cuarentena que, de acuerdo con las directivas de los diferentes gobiernos terrenales, cada país asume y practica, va dejando paso a una cierta quietud que se muestra como si todos estuviéramos esperando que sucedan cosas más importantes o impactantes. Por eso creo que es mi deber, como ministro del Señor en lo netamente espiritual, pero también como hombre con experiencia en medios de comunicación y moveres humanos interesados en obtener beneficios de distinta índole, procurar llevar un punto de reflexión e inflexión que te permita a ti, que has estado demasiado ocupado en trabajar y sobrevivir como para dedicarte a estudiar asuntos que, sin embargo, podrían ahora mismo estar conmoviendo lo que hasta hace nada, era tu tranquilidad plena, hacer una evaluación y tomar decisiones de fondo, tanto para tu vida como para la de los que amas.

En primer lugar, convengamos en que los seres humanos hemos visto, en estos últimos días, que diversos hechos de los cuales se nos informa o desinforma mediante la prensa nacional e internacional de cada país, nos ha hecho salir casi abruptamente de lo que hasta hace muy pocas horas, era nuestra cotidiana zona de confort. De pronto es como si todo esto nos hubiera movido las ramas y nuestro cómodo y tranquilo nido, cálido y seguro, hubiera empezado a bambolearse amenazando con desplomarse al suelo. Y en el suelo, ya lo sabemos porque información científica o pseudo científica nos sobreabunda, es donde habitan estos virus que hoy por hoy amenazan con llevarse puesto todo lo que vive y respira en el planeta, si es que no toma sus recaudos.

Tengo dos lecturas para compartirte, porque encaro este trabajo desde mis dos costados visibles: una lectura espiritual, neta, concreta, que es la que en suma será la legítima y verdadera, y luego una visión humana, terrenal y práctica, que sin soslayar la anterior, ni mucho menos, la consolidará como cierta, a partir de hechos que son lo suficientemente visibles como para ponerlos en duda. Y como deseo darle a esto la entidad que estoy convencido tiene, en el orden que corresponde, es que comenzarè con lo terrenal, con lo que vemos, con lo que percibimos desde nuestras voluntades acostumbradas a las manipulaciones y todo eso que, lo sabemos, se mueve en los planos mundiales desde hace mucho tiempo. Me has escuchado hacer mención, alguna vez, en este espacio, de la posibilidad real de que ciertas y determinadas organizaciones que conocemos, intenten establecer un llamado Nuevo Orden Mundial, que tendría preponderantemente, la supuesta garantía de: una sola moneda, una sola política social, una sola economía y una sola religión. Una especie de monopolio o dictadura moderna, a la cual nos acogeríamos todos con el convencimiento de que sería lo mejor para salir ilesos de esta y otras crisis similares. Crisis que, nos guste o no, tranquilamente pudo haber sido provocada o incluso hasta sobredimensionada por esos intereses tan grandes que disponen de todos los medios para hacerlo.

Y por otro lado, lo que más cercanía de corazón me proporciona, que es la interpretación espiritual. Sin desmedro de todo lo anterior, creo fervientemente que, como quiera que sean las cosas en el plano material, físico y natural, todo esto ha sido permitido por nuestro Dios a modo de un juicio muy preciso y puntual sobre su pueblo. Un juicio que, como todos sabemos, no nos habla de rayos calcinadores o diluvios asesinos, sino simplemente de lo que un juicio encierra: una evaluación y separación entre lo verdadero y lo falso, una manera crítica y dramática de dejar bien en claro y a la vista quien es quien dentro de un pueblo que habla demasiado, pero que cree y obra mucho menos. El pueblo de Dios ha caído en soberbias mundanas y rutinas carnales, y Dios se está hartando, como en otras épocas se hartó de lo mismo e implementó formas drásticas de llamar a la realidad a su iglesia. Hoy, creo que lo que más se adapta a esta interpretación tan puntual, es ese pasaje que tantas veces leímos y que hoy, a todas luces, toma cuerpo, forma y vigor para convertirse en un claro llamado de atención.

(2 Crónicas 7: 13) =  Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; (14) si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Listo. Esto es, no lo dudes. Ahora toma lo que más encaje con tu propia fe personal, evalúa todo lo dicho, examina profundamente esta palabra y luego, con esa sinceridad de corazón que le debes a tu Señor como reconocimiento a todo lo que Él hizo por ti en la cruz, toma la decisión que salvará tu vida y la de tu casa, tanto en este tiempo específico y terrenal, como en el futuro eterno y definitivo.

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marzo 28, 2020 Néstor Martínez