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El Amor: Majestad de las Alturas

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     (Juan 11: 3) = Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. 

    Tres hermanos, amigos de Jesús, un hombre llamado Lázaro y dos mujeres. ¿Y qué del resto de su familia? No es mencionada. ¿Eso significa que es posible que sólo una parte de una familia sea amiga de Jesús y el resto no lo sea? Es posible. Y ni siquiera se deja suponer que estaban en oposición, sino simplemente que no formaban parte de ese núcleo de amistad, sea por la causa que fuera. Ellas se enfrentan con un problema altamente grave: su hermano se ha muerto. ¿Lloran? ¿Se lamentan? Un poco, sí, es humano, pero…deciden hacer lo que en este tiempo muy difícilmente la mayoría de cristianos haría: llamar a Jesús con la idea central de que algo Él va a hacer, que algo va a cambiar.

     (Verso 5) = Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. 

     ¿Y por qué Jesús habría de escuchar ese llamado casi desesperado de esas mujeres? ¿Tal vez porque era un gran ministro de Dios y debía demostrarlo públicamente? Ni por asomo se le ocurrió eso. Simplemente decidió ir a verlas, porque amaba a esas dos hermanas y a su hermano varón, Lázaro. Me pregunto cuántos de nosotros, hoy, si somos llamados por una parte de una familia, no su totalidad, y con el riesgo notorio de ser mal mirados por ese resto familiar que no comparte nuestra fe, iría en búsqueda de hacer algo en una situación en la que aparentemente ya no había más nada para hacer. Un solo motivo lo haría posible, amar.

     (Verso 36) = Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 

     Todos conocemos esta historia porque la hemos leído muchas veces, nos la han predicado otras tantas y enseñado con puntos y comas en otras. Sin embargo, en nuestras tan particulares interpretaciones teológicas, hemos tenido en cuenta todo, o casi todo lo que la teología tiene en cuenta, esto es: zona geográfica, ejido social, etnias participantes, etc. ¿Y el amor? ¡Bueno!, -dicen-, ¡Eso es lo que generalmente debe decirse para incentivar a los hermanos a que deben amar a su prójimo, y mucho más a sus hermanos! Perdón… ¿Por ese motivo, solamente, vamos a mencionar la palabra amor? Porque aquí no cabe ninguna duda que Jesús amaba a estos tres muchachos. Los que aquí lo están reconociendo son los del afuera, “el mundo”, como nosotros lo llamamos.

     Entonces, inevitablemente, recalamos en lo sustancial, en lo básico, en lo elemental para el evangelio en el cual decimos creer: ¿Amamos o hacemos como que amamos? ¿Amamos a nuestro prójimo del mismo modo en que Dios nos ama a nosotros? Y no estoy hablando de los hermanos de la iglesia, sino del afuera, de tus compañeros de trabajo, del colegio, de tus amigos no creyentes, etc. ¿Los amamos y por amor queremos que encuentren a Cristo como lo encontramos nosotros, o simplemente queremos llevarlos a la iglesia para poder conducirnos con ellos como hermanos y no como incrédulos? Y la pregunta central: ¿Se aman los cristianos entre sí, al punto de que los judíos, que aquí simbolizan al mundo secular, puedan decir Mirad como le amaba?

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febrero 22, 2019 Néstor Martínez