Estudios » Blog

Cuando Llega Ese Tiempo…

(Eclesiastés 3: 1) = Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 

(2) Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; (3) tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; (4) tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; (5) tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; (6) tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; (7) tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; (8) tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. 

He oído decir en algunas ocasiones, (Desde púlpitos importantes, incluso), que para ser uno con Cristo, deberemos sufrir lo que Él sufrió. Entonces, cuando algo en nuestras vidas no funciona como se supone que debe funcionar, ponemos sonrisa evangélica, levantamos manos al cielo y exclamamos casi como en un descubrimiento tremendo: ¡Gracias Señor por permitirme sufrir como tú! Sufrir como tú. ¿Sufrir como Cristo, estás diciendo? Parece. Perdón… ¿Y a ti quien te dijo que Cristo sufrió en su alma?

Cuando nos toca sufrir, sea por la razón que sea, (Muertes, enfermedades, separaciones, dramas sentimentales, etc.), y somos creyentes, poco menos que nos ponemos contentos, porque suponemos que con esos sufrimientos, nos estamos acercando a la estatura del varón perfecto, que es Cristo. ¿Sabes qué? ¡Ni por asomo!

El sufrimiento de Jesucristo fue eminentemente espiritual. La carne (Ya sea en lo corporal como en el alma), fue en todo caso un ingrediente que se sumó al sufrimiento principal. El espíritu, cuando es agredido por las fuerzas satánicas, se contrae, se revuelve y se debate para defenderse. Y ese sufrimiento, mi amado hermano o hermana que hoy estás acongojado o entristecido por alguna causa muy terrena, no tiene nada que ver con el tuyo, aunque el tuyo te parezca terrible. El sufrimiento espiritual sólo puede interpretarse como un desgarro casi violento que se produce cuando, por causa de un motivo bien considerable, nos vemos apartados de la presencia y del amor de Dios. ¡Eso es sufrir! Eso te lleva a decir como dijo Él: ¡Padre! ¡Padre! ¿Por qué me has abandonado?

Si estás padeciendo una pérdida importante, tu esposo o esposa te abandonó o te engañó, el gran amor de tu vida te despidió de un momento para el otro, o cualquier otra de esas causas que tan infeliz suele hacer a tanta gente, recuerda que el que pagó por ti en la cruz, ese que dices amar y seguir, sufrió con otra clase de dolores. No de corazón destrozado por la tristeza o la pena, sino por el impacto satánico que sacude las vidas más encumbradas. Como sacudió la del propio Jesús en la cruz.

Sin embargo, Él vio la luz brillante de la gloria en el fondo del túnel oscuro en el que estaba. Y la que vio no fue una gloria exclusiva ni personal, que ya la tenía, vio una gloria que está a disposición de todos los que hoy, aquí y ahora, conforman Su Cuerpo en la tierra. Por la mañana querías morir del dolor en tu corazón. Por la tarde empezaste a terminar de crucificar tu carne, y por la noche ya estaba descendiendo del cielo esa paz inconmensurable que te trae una voz que te dice: “hijo…hija…no importa que alguien no te ame aquí en la tierra, lo que importa es que yo te ame desde mi morada…”

Como de costumbre lo aclaro porque entiendo que lo merece: hoy sentí de escribir esto porque tengo certeza que cada uno de nosotros, desde distintos lugares y ópticas, necesitaba leerlo. Si así hubiera sido, darás toda la gloria al Señor, que todavía es fiel como para permitir ciertos sufrimientos que, en lugar de derrotar y derrumbar, son capaces de elevarte por encima de todo lo creado, y además hacer que alguien, que no es ni mejor ni peor que tú, ni está al margen de nada de lo expresado,  te escriba esto que está destinado a devolverte la paz y la serenidad perdida. Que así sea en el nombre de Jesús. ¡Ahora!

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

mayo 16, 2019 Néstor Martínez