En estos últimos tiempos, he sentido la necesidad de abrir este sector de nuestra Web a la inquietud de algunos de nuestros más amados lectores. Ellos envían sus trabajos sin ninguna clase de compromiso de ninguna de las partes y, cuando mi Padre me da luz verde, (El es el jefe y editor responsable), alguno se publica. Algunos autores, eligen hacerlo con sus nombres y apellidos y sus direcciones de correos. Otros, casi manteniendo la misma línea de bajo perfil y semi anonimato de la propia Web. Así es este caso, donde el autor, (En realidad la autora), elige mantener anonimato y firmar con un seudónimo.
A todos, o a casi todos, seguramente nos debe haber sucedido que, estando en determinada situación, hemos hecho algo así como un autoanálisis de nosotros mismos. En ese análisis, surge que, para determinada situación, hemos sabido que lo correcto o el bien, era de determinada forma o manera. Sin embargo, aún sabiéndolo hemos actuado de una forma totalmente opuesta.
(Romanos 7: 19) = Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
(20) Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.»
Estamos sin duda ante una gran lucha entre nuestro espíritu contra la carne, los sentimientos y hasta nuestro carácter. Esta lucha la vemos y la vivimos día a día y en situaciones puntuales fuertes que nos toca transitar. Quizás en este momento mismo estemos atravesando alguna. La pregunta que podemos hacernos de todo esto, seria si el poder reconocer en forma clara esas divisiones de nosotros mismos donde decimos que es nuestro carácter, o nuestra carnalidad , la utilizamos para luchar contra ello decidiendo verdaderamente pedir a nuestro Señor que nos llene de su Espíritu y así el resto de nuestro ser sea sometido a él o por el contrario utilizamos esa identificación de nuestro «yo» a modo de justificación, casi como si dijéramos de nosotros mismos «Yo no fui, fue él».
Hemos aprendido que nuestro Padre no puede hacer con nosotros nada que no decidamos querer que él haga, Él no atropella nuestra voluntad. Tendríamos quizás que reflexionar si realmente queremos quedarnos siendo uno, viviendo en la carne, enorgulleciéndonos de nuestro carácter o padeciendo el desequilibrio de nuestras emociones y sentimientos o decidir que muera todo aquello para que viva Cristo en nosotros y experimentar la victoria.
Quedarnos en ese estado en el que vemos qué nos sucede no alcanza como para eximirnos de responsabilidad. Debemos movernos, no podemos quedarnos en esa simple autoevaluación si de verdad lo que buscamos es ser vasos útiles.
Dudo que ignoremos que no hay forma de evadir tomar decisiones. Todo el tiempo estamos decidiendo, negarlo sería mentirnos a nosotros mismos. El no decidir, ya es decidir.
SEP
En efecto, la corriente general del medio cristiano, es centrarse en una psicología carnal, del bienestar de la persona, mimando al yo. La dinámica del reino, es que Dios moldee el carácter de sus hijos, a través del Espíritu. Inevitablemente pasa por quebranto, humillación de la carne, y trato constante por nuestro entorno. Si nos rebelamos contra ello, no podemos avanzar.
Ayer una hermana me hablaba de si hija cristiana, que tuvo graves problemas en su matrimonio, por la perdida de trabajo del marido , también cristiano. Reconoció que al final ese trato fue positivo en sus vidas.
Si la transformación del Maestro fue con quebranto, ¿como no lo va ser la de los discipulos ?
A menos que no queramos serlo. El no obliga a nadie.