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Cuando La Unión Es Común

Yo sé que a muchos cristianos les agradaría que no hiciéramos alusión, en estos comentarios, a lo que nos está sucediendo como sociedad humana mundial, sino que simplemente nos dedicáramos a predicar y enseñar la palabra de Dios sin más trámite, no dándole más valor a este asunto de la pandemia y sus aislamientos, que el que puede tener algo que le está pasando a la gente, pero que al creyente no tendría por qué preocuparlo, ni mucho menos ocuparlo. Coincido en lo general, pero no en lo particular. Yo creo que es muy cierto que esto no tiene que ser un motivo de preocupación y mucho menos de temor para los hijos de Dios, pero también tengo certeza que tiene que servirnos para reacomodar nuestra propia relación con Cristo, la cual hasta hoy ha venido muy acostumbrada a depender de rutinas, hechos, palabras, celebraciones o rituales, dejando de lado lo más importante que tiene nuestra fe, que es la Comunión.

Comunión no es algo que se ingiera o se tome, Comunión es algo que se vive. Al margen de todas las interpretaciones o traducciones que se le ha dado a esta palabra, para mí sigue siendo claro sinónimo de Común Unión con algo o alguien, o sea: una unión en común con una persona, que en este caso es Jesucristo mismo. También es lo que la propia palabra parece abreviar: Comunicación. Es imposible pensar en una Comunión real con alguien, si no le hablamos y no escuchamos su respuesta. ¿Cuántos de ustedes tienen hábito de hablar con el Señor a diario? ¿Cuántos de ustedes tienen como parte de ese acto, la facultad de escuchar lo que el Señor les responde? En tu respuesta íntima y personal, está tu condición. Tu próximo paso, entonces, aprovechando este lapso que las condiciones ambientales del mundo nos facilitan, será: o prosigues bien como venías, o modificas todo y comienzas con Jesucristo desde cero. Sin pudores ni vergüenzas, es preferible aceptar no haber estado en lo correcto que insistir en lo inútil por simple necedad u orgullo.

(Proverbios 3: 31-32) =  No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos. Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos.

Te lo traduzco por si has olvidado el idioma bíblico. Te dice que ni se te ocurra sentir envidia por el desobediente, de aquel o aquella que eligió vivir sin Dios. Aunque veas que parece tener éxito, dinero, vivir disfrutando, o lo que sea en lo externo. No sientas envidia de eso, y no tomes por ninguno de sus caminos, porque eso te lleva a torcer tu destino de Eternidad, de eso te habla. Y te recuerda que la Comunión de Dios, es con los obedientes, con los que sí han decidido incorporarlo a sus vidas diarias.

(1 Corintios 1: 9) =  Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.

A través de todos estos años que seguramente llevas en el camino de la fe, seguramente habrás pasado por vicisitudes o tribulaciones en donde has tenido que acudir al Señor de todo poder, ¿Verdad? Y dime, cuando lo hiciste, ¿Él te demostró ser fiel a tu necesidad? ¿Sí? ¿Y entonces por qué crees que en este tiempo y estas condiciones, Él no lo seria o habría dejado de serlo? ¡Ánimo! Aquí te dice que él sigue siendo fiel, pero te dice algo más: que es Él y no alguien externo el encargado de llamarte a una Comunión muy singular con el Hijo. Eso, si eres alguien que cree y declara que Jesucristo es su Señor.

(2 Corintios 13: 14) = La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.

Si prestas atención expresa, te darás cuenta que las tres entidades que conocemos como Trinidad, aunque el rótulo no sea bíblico, están definidas por tres adjetivos distintos. Habla de la Gracia o el favor que Jesucristo nos ha hecho con su sacrificio en la cruz, menciona al Amor de Dios Padre, que está muy por encima de su calidad de juez cruel y severo con que a muchos todavía les seduce verlo y presentarlo, y finalmente recala en la Comunión con la tercera persona de esa Trinidad, que es el Espíritu Santo.

Y eso me lleva a mí, en el final de esta reflexión de hoy, a preguntarte cuanto tiempo hace que no tienes real y genuina Comunión, esto es, común unión, o una unidad en común, intimidad, con el Espíritu Santo. Fíjate muy bien lo que vas a responder. No sería extraño que sepas como tener comunión con Dios el Padre, y que también puedas haber aprendido a mantenerla con Jesucristo el Hijo. No estoy muy seguro, no al menos en lo global del espectro creyente total, que hayas aprendido a sostener ese mismo tipo de Comunión con el Espíritu Santo.

No sabes lo que te estás perdiendo. Más allá de todo el sobre énfasis que durante mucho tiempo se ha venido realizando; más allá de ese don de lenguas tan controvertido que tanto unió como dividió congregaciones cristianas enteras, hoy por hoy, si realmente quieres tener comunión con Dios y la intimidad suficiente como para poder asegurar que lo conoces, necesitas desesperadamente de la ayuda y la guía del Espíritu Santo. Todavía no se abrió la Escuela, Instituto o Universidad donde se enseñe a tener o recibir revelación o palabra profética.

Eso, necesariamente emana del Espíritu Santo y es, siempre, el resultado natural de tu sana Comunión con Él. Eso era lo que debíamos aceitar, ejercitar y levantar en alto en esta pandemia, en este aislamiento, en esta cuarentena. Gloria a Dios por todos los que hayan podido cumplirlo, el cielo hará grandes cosas con ellos. Y es mi oración y mi deseo que esos ellos, sean ustedes, los que hoy me están leyendo. Y que también sea yo mismo, si la misericordia y el amor del Padre así lo permiten.

 

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mayo 16, 2020 Néstor Martínez