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Cuando el Entendimiento Está Entenebrecido

 

(Efesios 4: 19) =  los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

¡Ey! ¿Me está diciendo esto que un creyente puede entregarse a la lascivia? ¡Claro! Porque lascivia no tiene necesariamente que ver con sexualidad desenfrenada, aunque naturalmente la incluya, sino que significa que esa persona se ha dejado gobernar por sus sentidos. Lo que yo veo, lo que yo oigo, lo que yo siento, lo que yo proceso a nivel sensorial, nada más. Y dice que estas personas cometieron con avidez toda clase de impurezas. No pienses solamente en desviaciones sexuales y todo eso, porque cuando una persona tiene como voz divina a sus sentidos, esa persona es una persona sensual. Esa es una persona natural, terrenal. Es obvio que incluye todo aquello que está en los primeros lugares del ranking de pecados, pero no es el todo, es mucho más que eso.

En conclusión y de acuerdo con todo lo que hemos venido escribiendo en estos últimos tiempos: ¿Qué hemos aprendido de nuevo, si es que podemos llamarlo así? Principalmente, la diferencia entre los ministerios y el ministerio. Hemos entendido que hay dos tipos de personas en el Cuerpo de Cristo, y que ambos son necesarias e importantes. Hemos entendido cómo operaba el Reino en Cristo, como operaba el Reino en la iglesia, y vamos a entender por qué vinieron los ministerios. Hemos entendido que lo que Dios espera de nosotros, si nosotros buscamos los opuestos de estas definiciones, qué es lo que Dios quiere de nosotros. Número uno, que tengamos nuestro entendimiento iluminado. Dios quiere que tu entendimiento siempre tenga de Su luz. Número dos, que siempre participes de la vida de Dios. Número tres, que no tengas ignorancia, que tú corazón sea sencillo y sensible a Dios.

Son los opuestos a lo que hemos visto. En lugar de un entendimiento entenebrecido, un entendimiento iluminado. En vez de excluidos de la vida de Dios por la ignorancia, partícipes de la vida de Dios por un corazón sensible. Eso quiere Dios de nosotros. Si hay algo que en este tiempo es vital y clave, eso es capacitar a la iglesia, para que sea ella la que edifique el Cuerpo de Cristo. Y por eso es que tú estás allí, del otro lado. No para aprender cómo se mueve un profeta o un apóstol, sino para poner tú parte en todo esto, y edificar el Cuerpo de Cristo. Recuerda: algunos fueron llamados a edificar y otros a capacitar a los que luego edificarán. No sé a qué fuiste llamado tú, me bastará saber a qué he sido llamado yo, porque eso me permitirá hacer mi trabajo bien y con la máxima excelencia que me sea posible.

Y si estamos hablando de edificar, deberíamos comenzar por algo que no sólo es un punto débil en el ministro, sino también, me atrevo a decir, en toda la creación: el carácter. Creo que no descubro nada si digo que la mayor parte de los seres humanos tienen, como problema fundamental, su carácter. Creo que quien quiera que dijera que con una simple charla o plática puede llevar a alguien a cambiar su carácter, sería poco menos que ridículo. El tema es de tanta profundidad que nadie podría consignar que sea factible cambiar algo de manera tan simplista. Tú carácter no vino así como es de la nada, sino que responde a una historia vivida, a una genética humana recibida por herencia y hasta a una genética espiritual. Carácter, en alguna de sus traducciones más amplias, llega a rotularse con una palabra que nos resulta muy conocida: Ágape, y que siempre traducimos como Amor, aunque dista mucho de ser algo romántico y sensible.

De todos modos, si queremos avanzar algo al respecto, deberíamos comenzar, primeramente, sabiendo por qué razón es que Dios nos da los ministerios. En primer lugar, déjame decirte que hay un grupo al que tranquilamente se podría denominar como secesionista, que está trabajando muy duro para procurar demostrar que los ministerios ya no existen como tales. Sin embargo, curiosamente, los únicos ministerios que ellos atacan casi vorazmente, son los apostólicos y proféticos. No parecerían tener problemas con los restantes. Por lo menos, es muy curioso, ¿Verdad?

Convengamos que, pese a que todo lo que nos llegue siempre nos debe merecer el mayor respeto porque en este tema nadie tiene, -hasta donde yo sé-, la verdad absoluta, esa postura de esta gente no tiene demasiada solidez, ya que su mayor sustento o fundamento es el que emana de sus propias deducciones. En lo personal y sin que esto tenga validez de palabra revelada o enseñanza espiritual, yo pienso y creo que todo pasa por una simple cuestión de control. A un pastor, a un maestro y a un evangelista, se le pueden marcar pautas para su trabajo porque el mismo no tiene demasiado contenido místico, sino que más bien se enrola en lo puntual, en lo práctico y en lo efectivo. Pero a los apóstoles y muy especialmente a los profetas, es muy difícil, complicado y hasta imposible controlarles o dirigirles su trabajo desde afuera.

Ellos, -si son lo que aseguran ser-, trabajan con órdenes directas del cielo y, poner en duda esto o cuestionarlo, ingresa en el terreno de los debates y las luchas internas, que lo único que han producido hasta el momento, son enfrentamientos, críticas y censuras de ida y vuelta que, a todas luces, lleva al mundo secular que lo mira desde afuera, una clara sensación de una puja por el poder y hasta los intereses materiales a las que tan acostumbrado está en los demás rubros. Esa, a mi entender, es la asignatura pendiente de este tiempo, trasladar a la iglesia del Señor a lo que es, un cuerpo de representantes espirituales del Cuerpo de Cristo en la tierra, y no una organización religiosa que lucha por espacios de poder de los que ni siquiera la política terrenal está ausente. Y esa no es nuestra Gran Comisión, de eso tampoco tengo dudas.

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julio 10, 2021 Néstor Martínez