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Con Miradas Distintas

Un evangelista en un equipo de liderazgo, es no solamente recomendable, sino total y absolutamente necesario. ¿Quieres dos ministerios que difícilmente trabajan juntos? Maestros y evangelistas. De hecho, tampoco se llevan lo que se dice muy bien. ¿Causa? ¡Qué los campos de acción de uno y otro son totalmente distintos! Mientras el evangelista mira hacia afuera, el maestro mira hacia adentro.  La unción del evangelista es la que acerca la “naturalidad” y “normalidad” de las señales y prodigios a la iglesia, y es una de las que la mantiene abierta y receptiva a la operación del Espíritu. Ahora supongamos a un evangelista al frente de una iglesia como su pastor. ¿Cómo será? Él no va a cerrar jamás un culto sin una sanidad, sin alguien que se caiga al piso. Considerará a la reunión un fracaso si no ocurre algo de esto.

Su iglesia se mantiene siempre abierta a las operaciones sobrenaturales del Señor. Eso es típico en los evangelistas. Si el pastor es evangelista, tendrá una iglesia permanentemente con gente nueva. Aunque, lamentablemente, casi siempre será gente que no tiene profundidad. Y allí es donde se genera una crisis, porque ellos no logran crecer, no logran establecerse en diseños de conocimientos más profundos, más pesados. Y algo que a menudo sucede, es que son buenos lugares para que la gente entre a conocer al Señor, pero malos a la hora de ser esos mismos, discipulados. Tarde o temprano, esa gente va a moverse a otra iglesia.

Sueltan la habilidad de la oración y el ayuno. Para ellos, ese tema es pan comido. Imparten fe de milagros y alcance en el cuerpo de Cristo. Como su acción tiene que ver mucho con la fe, ellos siempre están impartiendo esto en la gente. Si tú pones a un evangelista como líder de célula o al frente de un grupo de casa de familia, probablemente crezca muy rápido, pero sufrirá en conjunto el anterior problema citado, no madurará. Son reconciliadores natos. Ellos no tienen ningún problema en trabajar con la iglesia que salga hacia adelante, sea la que sea de la denominación que sea. Buscan acciones constantes para restaurar a los caídos. Ahí se exponen, a veces, a situaciones complicadas. Han llevado gente a hospedarse en sus casas porque las iglesias no querían recibirlos, y algunas veces algunas de esas personas les robaron y huyeron.

En otro orden, tienen una unción especial y natural para la guerra espiritual territorial. ¿Qué significa esto? Que poseer una unción natural, es manejarse en muchas ocasiones, casi instintivamente. Ese, evidentemente, es un punto débil en ellos. Ellos detectan que la gente tiene que ser liberada por Dios para venir a Cristo y que hay una acción manifiesta de las tinieblas para retener a la gente. Y cuando ven esto lo encaran sin más ni más. Ahora veamos algo obvio: ¿Qué es lo que puede unir a la iglesia en todo su espectro ante la visita de un evangelista? Sin dudas, la cosecha. De allí que el evangelista es muy buen administrador y sumamente activo en la resolución de problemas. De hecho, lo que más mueve sus ministerios, es la acción. Es gente que siempre está avanzando.

El discernimiento de espíritus, en este caso no es una opción, tiene que estar presente en los evangelistas. Y fíjate que ocurre algo muy singular. Los que tienen el don de evangelismo, generalmente no tienen el don de discernimiento de espíritus, y ahí es donde el diablo los engaña. ¿Y cómo nos damos cuenta de quién tiene o no el don? Mira; el que tiene el don, tiene carga por evangelizar, pero no tiene el equipamiento completo. Sin embargo, por la capacidad pro activa que generalmente los evangelistas tienen, solucionan todos sus problemas.

Los dones de liderazgo y administración que poseen algunos evangelistas, involucran habilidades organizacionales que resultan en lograr metas espirituales. A menudo un evangelista tendrá ambos dones. ¿Pero es necesario ese don de liderazgo? Voy a opinar que sí, que he visto campañas organizadas por evangelistas con tremendo don de liderazgo para ordenarlo todo al dedillo. Los evangelistas tienen especial celo por los nuevos creyentes. Y es el momento de repasar otra idea distorsionada que la iglesia ha tomado como cierta. Y es que muchos ven al evangelista como que es alguien que viene con un camión recolectando inconversos que acaban de aceptar a Cristo, lo estaciona frente a la congregación y con una rampa especial los descarga a todos adentro y se los delega al pastor. ¿Sabes qué? ¡Ese no es evangelista!

¿Por qué lo digo? Porque un evangelista genuino, con unción divina, siempre, pero absolutamente siempre va a estar pendiente del crecimiento o la maduración de la gente a la que ayudó a venir a Jesús. ¡Ese es el ministerio evangelístico! Cualquier otra cosa similar pero no como esta que describo, es una imitación de feria que generalmente suele terminar mal para alguien. El evangelista genuino, no concluye su tarea cuando decenas, cientos o miles de persona pasan al frente y reciben a Cristo en sus corazones. Un verdadero evangelista se siente tremendamente responsable por todos los que ha ganado. Y hará lo posible para que continúen en el camino, sea lo que sea que lo rodee donde está al día siguiente de su conversión.

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marzo 26, 2022 Néstor Martínez