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Amor: El Más Grande de Todos

¿Quieres que hablemos del amor? Es una palabra tan bastardeada por el mundo secular, que muchos cristianos no resisten la tentación de llevarla a un simple contacto hasta casual entre un hombre y una mujer. ¡Se necesita mucha pobreza espiritual para llegar a eso! Pablo les habla a los corintios respecto al amor de Dios y dice.

(1 Corintios 13: 4) =  El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; (5) no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; (6) no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. (7) Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (8) El amor nunca deja de ser…

Claro, me dirán: ¡Pero ese es el amor de Dios! ¡Los cristianos no siempre aman igual! Ese es un error y grave. Si somos lo que decimos que somos, somos eso en todo lo que hagamos, no solamente cuando nos sentamos un día por semana en un banco de un templo. Un creyente que ama a algo o a alguien, indefectiblemente y como quiera que sea, amará con el amor de Dios por una sencilla razón: ¡No tiene otro! ¡No conoce otro! ¡No apela ni apelará a ninguna imitación!

 La única fuente del universo que produce amor, es Dios. ¿O alguien intentará hacerme creer que Satanás puede producirlo? Satanás, lo que hará y si lo dejan, será introducir imitaciones, muy sutiles y convincentes, pero imitaciones que se derrumban ante el primer obstáculo. Porque el amor de Dios en el hombre, produce eso: que ese hombre luche y luche hasta la muerte si es necesario, por ese amor que siente o tiene dentro de sí. Y no estamos hablando de locuras temporales, ocurrencias o caprichos de un alma veleidosa, estamos hablando de un grado de amor que conlleva el dar, dar y dar sin pedir nada, y también el acto de renunciar a cualquier resarcimiento sentimental o emocional, si eso fuera necesario.

 Ese es el amor que echa fuera todo temor. Porque el que tiene temor, está incapacitado para sentir amor, entonces no lo entiende en el que llega y se lo presenta. Un cristiano con temor, siempre pensará que el que dice amarlo, viene a sacarle algo o a llevarse algo suyo sin su permiso. Es natural que piense así porque está dominado por un espíritu de miedo, pero es insano. Porque en esa postura, me temo que jamás podrá amar como fue dotado para amar y tampoco podrá atreverse a recibir y disfrutar del amor de otro. ¿Verdad que esto no tiene absolutamente nada que ver con lo que publican las revistas “especializadas”?

Aquí suele ser donde muchos hermanos serios, circunspectos y de apariencia inconmovible leen y piensan: ¿Pero es necesario que se invierta todo este espacio hablando de algo que en muchos casos no pasa de ser un sentimiento rosa? Mira hermano serio y circunspecto. Soy tan adulto como tú, o tal vez más. Pero déjame decirte que pensar eso, es cometer un error de tanta magnitud que, por poco, ha sido el que le ha firmado un certificado de defunción a la iglesia.

“¡Está bien, hermano, de acuerdo! ¿Pero por qué se le ocurre hablar del amor ahora, cuando por años habló de otras cosas y al amor sólo lo mencionó como de paso? Porque cada día trae algo nuevo para cada creyente. Y para algunos, como quien esto suscribe, cada día llega con una revelación y con un elemento para modificar el rumbo, de ser necesario. Y hoy, leyendo lo que Pablo dice en el final de este hermoso capítulo, tengo certeza que debo dejar de lado el hombre que soy, el alma que tengo, las luces de colores que el infierno siempre nos muestra a nuestros cuerpos, y escuchar lo que ya fue dicho.

(1 Corintios 13: 13) = Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Hemos hablado muchas veces de la fe, otras tantas de la esperanza. Y nos hemos regocijado con cada enseñanza que nos llevó a dimensiones desconocidas y a estamentos no visitados antes. Nos fueron útiles para salir de todas las esclavitudes y para confiar en una libertad en dependencia a Cristo, que es la única que rinde rédito. Ah, y también porque si aquí se nos dice que el mayor de todos estos principios es el amor, ¿Quién seré yo para decir lo contrario? Más vale me decido y amo: en silencio, a los gritos, peleando, esperando, disfrutando, sufriendo, como venga; pero amo, porque si no amo, no expreso esa parte de mi Dios que me ha sido dada, esa que me asegura todos los días que soy Su imagen y Su semejanza.

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junio 7, 2019 Néstor Martínez