Estudios » Ayuda

El Poder del Desorden

(Salmo 82: 1) = Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga.

 

(2) ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis las personas de los impíos?

(3) Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso.

(4) Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos.

(5) No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los cimientos de la tierra.

(6) Yo dije: vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo; (7) pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis.

(8) Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones.

Ahora colocaré los mismos ocho versículos pero de la versión Biblia de las Américas.

Dios ocupa su lugar en su congregación, él juzga en medio de los jueces.

¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y favoreceréis a los impíos?

Defended al débil y al huérfano, haced justicia al afligido y al menesteroso.

Rescatad al débil y al necesitado, libradlos de la mano de los impíos.

No saben ni entienden, caminan en tinieblas, son sacudidos todos los cimientos de la tierra.

Yo dije: vosotros sois dioses, y todos vosotros sois hijos del Altísimo; sin embargo, como hombres moriréis y caeréis como uno de los príncipes.

Levántate, oh Dios, juzga la tierra, porque tú posees todas las naciones.

Este salmo tiene varias partes. No voy a examinar una por una porque esa sería otra enseñanza en sí misma. Pero sí voy a mencionar algunas que los van a ayudar a sintonizar lo que en este trabajo quiero compartirles.

Van a notar en principio que hay una diferencia entre estas dos versiones que utilicé para leerlo. Y esa diferencia está en el primer verso. En una dice: Dios está en la reunión de los dioses, y en la otra dice: Dios ocupa su lugar en su congregación, Él juzga en medio de los jueces.

En una versión la palabra que se usa es dioses, y en la otra es jueces. Las dos funcionan correctamente. Las dos de alguna manera sintonizan lo que Dios quiere proyectar en este salmo. La segunda cosa es que en este salmo, se muestra lo que Dios quiso para el hombre.

Dice acá que Dios hizo al hombre como hijo del Altísimo, lo creó para que él gobernara, para que él fuera juez, para que fuera su duplicado. Dios está en la reunión de los dioses. Y no se está hablando del Olimpo, obviamente.

Está hablando de los hijos que Él tiene. La prueba de esto, está en el evangelio de Juan capítulo 10. Jesús hace referencia a este pasaje. Hablando un día, en un muy interesante episodio, Él menciona este pasaje.

(Juan 10: 31) = Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.

(32) Jesús les respondió: muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿Por cuál de ellas me apedreáis?

(33) Le respondieron los judíos, diciendo: por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

Él había dicho: el Padre y yo, uno somos. Eso había dicho. O sea: Él es Dios, yo también lo soy. Entonces la reacción de la gente es de indignación, toman piedras y lo quieren apedrear. Y le dicen: tú estás blasfemando, porque tú siendo hombre, te haces Dios.

(34) Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley, yo dije: dioses sois? (¿Dónde está escrito esto? En el salmo que acabamos de leer. Salmo 82.)

(35) Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (Y la escritura no puede ser quebrantada), (36) ¿Al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?

Aquí está diciendo: ya en la ley que ustedes creen, dice que los hijos de Dios son dioses. Ahora; la generación que recibió esa palabra, esto es salmo de Asaf, era una generación mucho más pequeña en posición que yo mismo. Eso está hablando Él.

A quien el Padre envió y santificó, hablando de él mismo, Jesús, dices: ¿Blasfemas? Aquí pone en un conflicto a los judíos, ¿Se entiende? Los pone contra la palabra. La segunda cosa que tiene este salmo, es precisamente esa: muestra lo que Dios quería en su corazón para el hombre.

¿Y qué es lo que Él quería? Que ellos sean dioses. Que el hombre gobernara con Él. La tercera cosa, es: ¿Cuál es el concepto de gobierno que Él espera? Aquí habla de congregación. La palabra congregación, aparece muy pocas veces en la Biblia. Este es un pasaje donde aparece.

Dice que Él está en la congregación de los dioses o la congregación de los jueces. Esto que nosotros vemos hoy día y que llamamos iglesia, lo que también llamamos reunión, es decir: ese momento juntos, si lo vemos bajo la lente del espíritu, es una reunión de dioses.

Es una reunión de jueces. La iglesia no ha entendido eso. Y a consecuencia de eso, se produce lo que está en el versículo 6 del salmo 82. Dice el verso 6: Yo dije: vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo. Sin embargo, como hombres moriréis.

Aunque Dios quiso que ellos sean dioses, como hombres morirán. O sea que el corazón de Dios era que sus hijos sean como Él, ¿Amén? Cualquier congregación o iglesia genuina que encuentres en el mundo, ha sido llamada por Dios para lo que está en los versos 3, 4 y 5.

¿Qué es eso? Legislar. Es decir que no tiene mucho sentido que cantemos solamente a los ángeles que vemos. La congregación es una congregación de jueces, cuando en medio de ella comienzan a sacarse veredictos.

Empezamos a declarar, a decretar, a establecer lo que es justo y lo que es injusto. Mira lo que dice el verso 2: ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis las personas de los impíos? Dios le está preguntando a la congregación.

Verso 3: Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Liberad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos. Eso es lo que Dios espera de la congregación de los jueces. No que le digamos aleluya, gloria a Dios y aleluya, solamente, porque a esa adoración Él ya la tiene en su trono.

Lo que Él quiere, es que seamos sensibles a las injusticias a nuestro alrededor, y que como congregación las juzguemos. No es posible que la iglesia de Dios sea indiferente al sufrimiento de la gente. Aquí está hablando de eso.

¡Defiendan al débil! ¡Hagan algo por el huérfano! Pero a causa de no haber creído, ¿Qué cosa? Que en inicio son jueces, que en inicio son hijos de Dios, a causa de eso, lo que dice en el versículo 7, ustedes como hombres, morirán.

Y en el versículo 8 dice: ¡Levántate Dios, tú juzga! ¿Por qué? Porque la congregación que tú has levantado, no quiere juzgar. Tremendo este salmo. Está escrito en la época de David, pero ya habla de lo que la iglesia tiene que hacer hoy.

Por ejemplo: dice la palabra que cuando dos o tres se reúnen en el nombre de Jesucristo, Él va a hacer todo lo que le pidamos. El tema es: ¿Qué es lo que vamos a pedirle? ¿Vamos a seguir pidiéndole las cosas pequeñitas que a veces le pedimos, como las necesidades de cada persona?

La palabra dice que Él sabe de qué cosa tenemos necesidad antes de que se lo pidamos. ¿Por qué tendremos que pedir por cosas que Él ya conoce? Entonces, ¿Por qué cosa la iglesia debe pedirle cuando se reúne? Versículos 2,3 y 4. Por esas cosas.

Por eso es inevitable que nosotros estemos atentos a lo que está pasando fuera. Porque la única alternativa que tiene este mundo de ver algo mejor, es que los que son hijos de Dios, los jueces, juzguen con justicia.

¿Pero qué pasa cuando dentro de la misma iglesia hay injusticia? ¿Cuándo los mismos hijos de Dios son injustos? Su capacidad de ver veredicto, queda anulada. ¿Se entiende? Ahora, si tan sólo entendemos este salmo 82, yo les puedo asegurar que gran parte de las dudas que tenemos respecto a nuestra posición en Cristo, se nos aclara.

Si tú estás en un colegio o en un trabajo cualquiera, pero tú entiendes que tú eres hijo de Dios, y que Él te ha llamado a juzgar con justicia, tú vas a ser una persona que va a provocar cambios en su medio ambiente cuando veas injusticia.

No necesitamos hacer una manifestación, ni una huelga, porque esa es la manera en que el mundo se expresa como repudio a la injusticia. Hay otras maneras que Dios nos ha permitido experimentar. Cuando como congregación nos reunimos y damos veredictos, es que de verdad estamos cumpliendo con lo que hay en el corazón de Dios.

Avancemos un poco. La tercera cosa. Dice que Dios está en la congregación de los jueces, entonces la buena pregunta para hacernos, es: ¿Qué hacen los jueces? ¿Cómo resuelve las cosas un juez? Supongamos que estamos en un juicio, en un tribunal.

Yo no soy abogado ni quizás tú tampoco, pero creo que todos tenemos más o menos idea de cómo función a eso. Hay una cantidad de personas que van a encargarse de determinar el grado de culpabilidad o no de una situación determinada.

Pero a partir de eso, aparece otro elemento más. El juez tiene que dar un veredicto. Lo dice en voz alta delante del acusado que está de pie y le dice que es culpable, inocente o le da una sentencia, ¿Correcto? Hasta allí llega su responsabilidad.

Si el acusado fue declarado culpable y tiene que ir a prisión, no será ese juez quien lo lleve, ni lo meta en una celda y le cierre todas las rejas con llave. Habrá otra gente que haga eso. El juez solamente dará una sentencia, una orden, una palabra, un veredicto. O sea que: habla.

Un juez no es quien tiene que llevar a cumplimiento un veredicto, él sólo lo emite, habla. Ahí está aquello de “Solamente di la palabra, y será hecho”. ¿Recuerdas eso? “Señor, yo no necesito que tú entres en mi casa”, le dice el centurión.

“Pero soy un hombre bajo autoridad, y cuando digo “ve”, alguien va.” “Tú estás bajo autoridad, sólo di la palabra y será hecho. No necesitas ir a mi casa y poner tu mano sobre el enfermo; sólo di”. Esa persona entendió el rol que Jesús tenía como juez.

Analicen un poco, Génesis 1. Y creó Dios los cielos y la tierra. ¿Y cómo los creó? ¡Hablando! El no agarró e hizo nubecitas con las manos y las sopló, ¡Él habló! Cuando Dios crea a Adán y Eva, (Estoy hablando de Génesis 2, 16 y 17), Él les da una palabra; Él les dice: “mira, no hagas esto. Puedes comer de este, pero ¡No puedes comer de esto!”

¿Qué es lo que le da Dios a Adán? Una palabra. Una instrucción. Cuando la serpiente viene, ¿Viene con un arma, tiene una lanza, con qué viene la serpiente? ¡Con una palabra! “¿Conque Dios te dijo? ¡No, no, no! ¡Tú no has entendido! ¡En realidad, Él no te dijo eso! Te dijo esto. Porque Él sabe que el día que tú hagas esto, ciertamente…”

El ataque del enemigo, va dirigido al medio mediante el cual Dios dio su instrucción. Cuando ellos pecan, Dios se acerca a ellos, (Estoy hablando de Génesis 3: 15-17), y le dice a Adán: “Maldita será la tierra por tu causa. Espinos y cardos te producirá”.

¿Cómo se produjo ese gran daño? ¿Qué pasó? ¿Cuál fue en realidad el gran pecado de Adán, acaso comerse un fruto? No. ¿Saben cuál fue el gran pecado de Adán? Dudar de la palabra que Dios le dio.

¿Ahora entienden por qué, al empezar, les decía que era muy importante escuchar lo que Él nos dijo? De eso depende nuestra vida, de eso depende nuestro bienestar, mañana. De eso depende que estemos en un lugar mejor o en un lugar peor.

Depende de escuchar atentamente lo que el Espíritu le está hablando a la iglesia, hoy. Escribe a la iglesia y dile, de eso depende. Yo puedo seguir haciendo iglesia, es decir: congregándome, ofrendando, siendo muy buena persona con los hermanos, pero ser todo eso sin escuchar a Dios.

¿Sabes qué? Eso no significa absolutamente nada. Voy a darte un ejemplo de cómo pesan las palabras, con un personaje de la Biblia que todos conocemos. Qué quizás lo que más conocemos de este personaje, son las desventuras. Quiero hablarte de Job.

¿Te has preguntado tú alguna vez por qué razón sufrió Job todo lo que sufrió? Respecto a esto, yo he oído muchas teorías y me han enseñado, (Y yo en algunos casos lo he repetido enseñándolo) muchas diferentes ideas.

Vamos al libro de Job capítulo primero. Es muy difícil decir que este o aquel otro es el tema de Job, porque en realidad hay muchos temas en esta historia. Pero vamos a correr el riesgo en función de la utilidad de lo que estamos compartiendo hoy.

Un poco el tema central de Job, es este: ¿Por qué sufre el justo? Es más o menos lo que trata de responder este libro. ¿Por qué sufren las personas buenas? ¿Cuál es el problema, cuál es la situación? Creo que si logramos ver algunas cosas que hay en esta escritura, podremos ver otras que hay o hubo en nuestras vidas.
(Job 1: 1) = Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

A ver: era un hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. ¡Huau! Si a este hombre, con estas cuatro características tremendas, le pasó lo que le pasó, ¿Qué quedará para el resto? La Biblia textual dice que era perfecto.

El primer punto que encuentro para meditar, es el siguiente. ¿Dónde vivía este hombre? No lo confundan con Ur, que es de donde sale Abraham. Él vivía en un lugar llamado Uz. El nombre Uz, significa “palabras”. Entonces yo podría leer más o menos así este versículo.

Hubo un hombre, en la tierra de palabras, llamado Job. Y era aquel hombre recto, intachable, temeroso de Dios y apartado del mal. Ustedes saben que muchos nombres, en la Biblia, significan algo. Belén significa “casa del pan”. Jerusalén, “ciudad de paz”.

¿Qué significaba Uz? Palabras. Eso dice uno de los diccionarios. Ahora bien; este hombre tenía una familia muy linda. Por lo menos así parece. Fíjate que ellos parece que tenían sus fiestas y no eran precisamente pequeñas. Mira el verso 5.

(Verso 5) = Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

¿Cuál era la preocupación de Job? Que sus hijos hubiesen pecado. Pero, ¿De qué tipo de pecado en particular tenía preocupación Job? Ahí dice: de que ellos hubieran maldecido. ¿Hasta aquí estamos en claro? Bien; ahí es donde aparece el diablo. Ustedes saben que en el capítulo 1, aparece el diablo. Se presenta delante de Dios y le hace un desafío a Dios.

(Verso 11) = Pero extiende ahora tu mano (Contra Job) y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. (Vayan uniendo palabras.)

(12) Dijo Jehová a Satanás: he aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.

Y ya saben lo que él hizo, ¿No es cierto? Y a pesar de lo que él hizo, Job se mantuvo como en el versículo 1. Entonces vuelve a aparecer en escena Satanás frente al trono de Dios en el capítulo 2, y encontramos el versículo 5.

(Job 2: 5) = Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. (Ahí empiezan las enfermedades de Job.)

(Verso 9) = Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.

(Verso 13) = Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

(Job 3: 1) = Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día (El día de su nacimiento).

Si ustedes ven desde el primer versículo de este capítulo 3 hasta el último, el 26, en veintiséis versículos, Job maldice diecisiete veces. Que era precisamente lo que el diablo quería que Job hiciera. En el tercer capítulo, Job se rompe, se quiebra.

¿Dónde está la perla, entonces, aquí? Una persona puede ser intachable, recta y justa. Dios es bueno. De hecho, debemos buscar vivir así. Pero el área más fácil de pecado en una persona, son las palabras.

La gran mayoría de los seres humanos, no vamos a cometer homicidios, ni violaciones, ni robos de bancos ni grandes males. La gran mayoría de nosotros podrá pecar, mayoritariamente, siempre, en un mismo tema: las palabras.

¿Notan ustedes que hay una unidad entre lo que satanás quería provocar en él, y en el hecho donde él vivía? En lo que pasa con los amigos de Job, que no dejan de hablar tratando de explicar el dolor que él estaba pasando.

Un poco el tema que los amigos discuten, es este. Si algo tan malo le está pasando a este hombre, tiene que ser porque este es un hombre injusto. Ellos se estaban apoyando en una declaración que era parte de algo que los judíos habían sabido desde siempre.

¿Qué? Que una maldición no viene sin causa. Entonces, su lógica era sencilla. Nosotros vemos la apariencia de una persona, pero seguramente que él no es como aparenta ser. Por eso está sufriendo lo que está sufriendo.

Y ellos hablando, hablando, hablando y hablando, provocan un daño tan fuerte en la vida de Job que sólo puede equipararse con el que con las cosas que le decía provocaba su propia mujer, que más que ayuda idónea parecía ser ayuda demonia.

Lo mejor que puede hacer una mujer cuando ve a su marido quebrarse, es callar. Consideren ustedes que fueron justamente las palabras de Eva las que le prepararon el camino en el corazón de Adán a la serpiente.

Y es por eso que Pablo luego dice que a la mujer no les dado hablar en la congregación. ¿Machismo, acaso? No, no es machismo, es un asunto que se convierte en un tema central a la hora de hablar. Porque la mujer siempre habla de lo que siente.

Y engañoso más que cualquier cosa, es el corazón. No es que la mujer sea más pecadora que el hombre; no es que la mujer deba callarse; sólo es un ser más emocional que el hombre. Y el tema es que, en la medida que una persona habla de lo que siente, nada más, pierde la perspectiva de la realidad.

Estos tres hombres, eran iguales. A mí me parece que tú has hecho esto, a mí me parece que tú has mirado a las vírgenes, a mí me parece que tú… ¡Y Job no había hecho nada de eso! Si ustedes leen el capítulo 3, es horrible. Es el peor capítulo del libro de Job.

(Verso 3) = Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: varón es concebido.

(4) Sea aquel día sombrío, y no cuide de él Dios desde arriba, ni claridad sobre él resplandezca.

(Verso 8) = Maldíganla los que maldicen el día, los que se aprestan a despertar a Leviatán.

Leviatán es despertado por la maldición de la gente. Por eso es que él afecta las comunicaciones. Por eso es que él está metido con las aguas. Dentro de él operan las aguas, y dentro de ti también operan las aguas. Somos seres, biológicamente hablando, con gran cantidad de agua. Es nuestro componente más grande.

Entonces, las aguas que están dentro de mí, reaccionan ante lo que está afuera. La manera en que yo hablo, provoca que Leviatán despierte. O no. Job se maldijo a sí mismo, y Satanás se reventaba de risa oyéndolo. Porque ese era el objetivo.

Al diablo no le interesaban los hijos de Job, ni le interesaban las vacas ni las ovejas. A él no le interesaba nada de lo que Job tenía, ni siquiera su salud. En el momento en que él maldice, pierde la capacidad de gobernar.

Ya no sirve de nada su justicia, su rectitud, su intachabilidad. Ya no sirve de nada. Lo perdió todo. ¿Qué pasó con Job? Hay una palabra que todavía no entiendo por qué no se ha visto y enseñado. El diablo siempre utiliza una misma estrategia para atacar a los hijos de Dios.

La utilizó en el pasado y quizás pueda utilizarla mañana contigo. Y no lo digo atando, lo corto en el nombre de Jesús; lo digo como advertencia. O sea: si tú eres entendido, como dice Pablo en Corintios, y conoces las maquinaciones del enemigo, para que él no saque ventaja alguna, tú puedes ser una persona que no va a caer.

Pero es si sabes prever lo que él va a hacer. ¿Cuál es la estrategia del diablo? Vamos a verlo en el evangelio de Juan, capítulo 10. A este pasaje ni siquiera deberías buscarlo, porque se supone que tendrías que conocerlo muy bien.

(Juan 10: 10) = El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Cada una de estas palabras, no es sinónimo de la anterior. No está hablando de una cosa dándole vueltas, son tres cosas. El diablo siempre tiene una estrategia de ataque escalonada en tres cosas. Cuando él te pega el primer golpe, él no va a parar hasta no darte el tercer golpe.

El siempre ataca en tres etapas, siempre ha sido así y lo seguirá siendo. Por eso Jesús lo descubrió. No se olviden que en este mismo capítulo 10 de Juan, Él leyó el Salmo 82, ¿Recuerdan? ¡Ustedes son dioses! Está haciendo referencia a eso.

Es el capítulo en el que Él dice: ¡Yo soy Dios! Es el único lugar en todo el evangelio donde Él dice eso, y provoca que todos se levanten contra Él. Es el capítulo en el que Él desenmascara la estrategia del diablo.

¿Y qué cosas hace Él? La primera que hace, es robar. La palabra robar, en griego, es la palabra clepto. De ahí viene cleptomanía, por citar la enfermedad psicológica que impele a las personas a robar cualquier cosa y en cualquier lugar. Un desorden en la conducta. ¿Y qué significa clepto? Hurtar, robar.

La segunda palabra, es matar. La palabra matar es dsuo. Y la palabra dsuo, tiene un significado que a mí me pareció muy interesante, vamos a ver si a ustedes les parece lo mismo. Significa respirar fuertemente. Soplar, humear.

Vuelvo a la historia de Job. El primer ataque del diablo contra Job, es contra lo que él tenía. Dice la palabra que estaban sus animales pastando, y de repente vinieron enemigos, y se llevaron todo lo que tenía. Se llevaron sus camellos, sus vacas, sus ovejas. Todo lo que él tenía.

Dice que apenas uno de sus siervos logró escapar, ¿Recuerdas? Y va a la casa de Job y le dice: mira Job, ha pasado esto, esto y esto. Toda tu riqueza, se fue. Y dice que mientras aún hablaba, llegó otro siervo.

Y ese otro siervo le dijo: mire, Job, la casa donde estaban todos tus hijos, vino un viento muy fuerte, y… ¿Qué significa matar? Soplar fuertemente. Vino un viento del desierto, derrumbó la casa y se murieron todos, apenas yo alcancé a escapar. El diablo mató a la familia de Job, con un viento. La palabra matar, tsuo, significa respirar fuertemente, soplar, sacrificar, matar por cualquier propósito.

La tercera palabra es destruir, ¿Recuerdan? Matar, robar, destruir. Por favor, no lo pierdas. La palabra destruir, es apolumi, de allí viene Apolión, destructor. ¿Y qué significa apolumi? Destruir. No tiene más significado que ese.

El ataque de Job o el ataque contra Job, tiene tres etapas. El primer ataque, es contra tus finanzas. El diablo viene a robar. El segundo ataque es contra tu familia. El diablo viene a robar y a matar. El tercer ataque es contra tu salud. Destruir.

El diablo atacó a Job, con un ataque en tres etapas. Robar, matar y destruir. Ahora escucha: él, siempre hace eso. Ejemplo: una persona se convierte. Lo primero que pierde, es su trabajo y su dinero. Es lo primero. Es seguro.

Y gracias a eso, hemos hecho teologías tan bobas que hemos llegado a enseñar que cuando pasa eso, es porque Dios te está probando para ver si eres sincero. Yo te hago una pregunta muy sencilla. ¿Tú crees que Dios necesita saber en qué punto tú vas a romperte?

¿Tú crees que el que te hizo no sabe hasta dónde tú puedes soportar algo? Honestamente hablando, hermano: ¿Tú crees que él necesita probarnos para ver si aguantamos esto o aquello? El que me ha hecho, el que me ha dado nombre antes de que mi madre me conozca, ¿No va a tener la capacidad de saber hasta dónde tú eres capaz de aguantar algo?

¿Tú crees que Él va a caerle con un palo a una persona que ha sido capaz de dejar su vida de pecado para acercarse a Él, y le va a quitar todo lo que tiene? ¡Por favor! Dios no tuvo nada que ver en la pérdida económica de esa persona. Ese es un ataque del diablo.

El siguiente ataque que viene, es contra su familia. Vas a tener problemas con tu familia, se van a romper relaciones. Porque lo que el diablo quiere, es que la persona vuelva atrás. Que maldiga. Que se maldiga a sí mismo, que se ate con sus propias palabras.

¿Cómo es esto? ¿Cómo se convirtió alguien? Bendiciendo. O hablando. ¿Cómo anulas tú tu conversión? O sea: el objetivo de él, va por ahí. No tiene que ver con quitarte. A él no le interesa tu auto. ¡Ay, el diablo me robó el auto! ¿Tú crees que al diablo le interesa tu auto?

El que puede cabalgar en carros de fuego, tú crees que estará interesado en tu viejo auto modelo dos mil cinco? Es absurdo. ¡El diablo me robó la computadora! Sí, ahora parece que ya puede comunicarse. Abrió un Facebook.

Miren las cosas que decimos. Una amplia gama de bobadas que se nos ocurren. ¡Esto vino del diablo! Pero no es porque le interese lo que tienes. Hay un solo objetivo en él. Que tú maldigas, que tú dejes de estar en la posición que estás por tu bendición a Dios.

Hay días en que las cosas están muy malas. Hay días que en lugar de levántate por la mañana, preferirías seguir metido en ella y tapado hasta las orejas. Bueno; ese día, por favor, cuídate de tener la boca cerrada.

Jesús lo anticipó. Él nos dijo: En el mundo, tendréis aflicción. Pablo dice: Cuando venga el día malo. ¿Y saben por qué lo dicen? ¡Porque va a venir! Ellos nos estaban anticipando que iba a venir un día malo. ¿Qué doctrina hemos enseñado que no admite esto que es tan bíblico como lo otro?

Cuando se muere alguien. Y todos hablan tratando de explicar por qué se murió. ¿Sabes qué es lo que se puede hacer por respeto para con el que está sufriendo? Callarnos la boca. ¡Ay, no, querido! ¿Sabes qué? ¡La abuelita era una estrellita tan linda que Dios la quiso para su cielo y se la llevó!

Entonces el nene pone cara de angustia y enojo y dice: ¿Qué Dios se llevó a mi abuelita? ¡Es que era tan buena que Él la quiso llevar con Él! – ¿Dios? ¿Ese es Dios? ¿Dios me quita mi abuela? Cuando alguien sufre, lo mejor que podemos hacer es llorar con él, nada más.

Abrazarlo y llorar. Eso es llevar las cargas por los demás, no ponerte a darle una explicación teológica de por qué se fundió con su negocio, o por qué se destruyó su matrimonio. ¡Nadie tiene derecho ni sentido, porque sólo Dios conoce todas las causas que hubo allí! ¿Pero qué es lo que el diablo quería, entonces, por qué destruyó tu familia? Porque él quería que tú maldigas. La misma razón por la que perdió Job todos sus hijos.

El tercer ataque va a tener esa persona. El primero fue financiero, pero lo aguantó. No importa. El segundo ataque vino con su familia, su familia lo rechazó por haber conocido a Cristo, su marido se enojó con ella, si es hijo el padre lo echa de la casa.

¡Es que no sé por qué me pasa esto, sólo estoy tratando de acercarme a Dios, no estoy haciendo nada malo! ¿Por qué yo no tengo aceptación en mi propia casa? Es el diablo detrás de esto destruyendo, o matando las relaciones.

El tercer paso, es la enfermedad. Se manifiesta un cuadro de enfermedad. El diablo organiza su ataque en tres etapas. Robar, matar y destruir. Fíjate que hay una relación entre el ataque terrorista a las torres gemelas de aquel 11 de setiembre y esto que estoy diciéndote.

Ese ataque también fue en tres etapas. El primer avión, a las torres, símbolo del poder económico de los Estados Unidos. El segundo, a la Casa Blanca, que como su nombre lo indica, es el símbolo de la familia americana. Y el tercero al Pentágono, símbolo de los sistemas defensivos.

Las tres etapas. ¿Es que siempre trabaja Satanás de esa manera? Sí. Ahora viene la gran pregunta: ¿Cómo podemos ser inmunes al ataque del diablo? Porque si Dios nos anticipa lo que Él va a hacer, tú te preparas. Si Dios te dice que hoy va a llover, tú sacas el paraguas.

Porque si el diablo tiene una estrategia en contra de mí, es más que lógico que Dios también tenga una estrategia a mi favor, ¿No te parece? Aquí está el punto. Que el Espíritu de Dios, hable con cada uno. Una sola cosa necesita el diablo para que su ataque tenga efecto en ti.

Una sola cosa. Si él encuentra eso en ti, su ataque va a producir resultados. ¿Qué es lo que él necesita para que su ataque sea eficaz? Desorden. Si tienes desorden en tus finanzas, vas a vivir con deudas. Si tienes desorden en tus relaciones familiares, van a venir crisis.

Tu matrimonio se va a deteriorar, vas a perder a tus hijos. Si tienes desorden en tu manera de comer o descansar, vas a tener enfermedad. Entonces, ¿El diablo está atacándonos todo el tiempo? No, pero cuando él empieza a atacar, no significa que en un principio su ataque te vaya a doler.

Tú puedes caminar con absoluta confianza; puedes transitar en medio del horno de fuego, y no va a haber ningún efecto en tu contra. A no ser que exista un punto o un nivel de desorden. Si hay desorden en el área en la que él está atacando, su anzuelo, va a agarrarte.

Por eso es que él sigue arrojando sus líneas, sus anzuelos, siempre en el mismo lugar. ¡Si los peces siguen picando! No es tonto. ¿Por qué no renueva o no cambia su estrategia? Porque la que tiene le funciona muy bien.

Vuelvo a Génesis. Si tú lees el verso 2 del capítulo 1, dice que la tierra estaba desordenada. Todo empieza con desorden, ciertamente, en nuestras vidas. Las personas, antes de venir a Cristo, están desordenadas. Es algo que es propio de la naturaleza humana.

Cuando hay desorden, se produce algo muy interesante. Dice en ese mismo versículo que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Al igual que la paloma del arca de Noé, el Espíritu también necesita superficie seca donde poner sus pies.

La palabra “se movía”, en hebreo, es la palabra empollaba. Por eso es muy interesante que Jesús, en el huerto de Getsemaní, diga: “Jerusalén, ¿Cuántas veces quise reunirte como la gallina junta a sus pollitos?” Está diciendo: “yo estaba haciendo lo mismo que en Génesis 1:2.”

Pero en Génesis 1:2 se produce el orden, en cambio en la época de Jesús, no. “De cierto no me verás, hasta que digas. No hasta que hagas. Hasta que digas. Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Cuando una persona no conoce a Dios, el Espíritu Santo, ¿Qué hace? Suponte que tú estás orando por la conversión de alguien. Tal cual en Génesis 1:2, el Espíritu Santo está sobre esa persona. No puede meterse dentro de la habitación que es el ser de esta persona, hasta que esta persona, voluntariamente, abra su ser.

El primer fruto del Espíritu Santo en un no creyente, es este. Él convencerá al mundo de pecado, justicia y juicio. Mi oración por una persona no puede ser para que lo traiga a la iglesia. Puede ir a cualquiera y salir igual a como entró.

¿Cuántas veces pensamos que la gran meta de Dios es que la gente vaya a una iglesia? Y la gente va a una iglesia, y mira y escucha lo que se hace y dice dentro de ella y se va como vino. Dice: “A esto ya lo vi y escuché muchas veces, no pasa nada, es una pérdida de tiempo venir aquí”.

Mi oración correcta debería ser que se produzca ese fruto: pecado, justicia y juicio. ¿Por qué? Porque si una persona no sabe que está en pecado, nunca va a poder usar la justicia de Dios. Es como cuando tú le predicas a Jesucristo a tu abuelita y ella te responde que para qué lo quiere si ella es muy buenita y no le hace daño a nadie.

¿Qué mal he hecho yo para ir a golpearme el pecho con arrepentimiento? ¿Has oído cosas así, no? Esa persona no tiene al Espíritu Santo. Ni siquiera está lejos, ni siquiera está diez metros arriba. ¿Por qué? Porque cuando uno está siendo empollado por el Espíritu Santo, ¿Sabes qué es lo que siente? Se siente miserable.

Y esto es importante, porque si tú puedes pecar y no te pesa ni un poquito, entonces debo decirte que el Espíritu Santo no está en tu interior. Quizás está volando en algún lugar de la estratósfera, pero dentro de ti no está.

Lo primero que el Espíritu Santo necesita para trabajar con alguien, es que ese alguien se vea a sí mismo tal cual como Dios lo está viendo. De eso se trata la conversión, no de un acto emocional. Que puedas y sientas decirle: “Señor, estoy perdido sin ti”.

No se trata de si soy buena persona, mala persona, si he amado a mis hijos o no he amado a mis hijos o qué daño he hecho. No es eso. Delante de la cruz, todos somos injustos. Simple. Lo que es nacido de carne, carne es.

En tanto que el pecado, la justicia y el juicio no se manifiesten en una persona, el Espíritu Santo sólo está encima. Entonces nuestra oración tiene que ser: “Señor, que se produzca este fruto en tal o cual persona”.

Porque en algún momento, si su decisión es genuina y sincera, tendrá que pasar por el proceso de decir: “He pecado, Señor”. Todos los que han conocido a Dios de verdad, han pasado por ese proceso. No puede haber un nuevo nacimiento si antes no se genera eso.

Estamos hablando del desorden. En el versículo 3 de Génesis, Dios empieza a resolver el tema del desorden. Para resolver el tema del desorden, Él sigue un proceso bien interesante. Utiliza tres niveles de separación muy particulares.

La primera cosa que Él hace, es establecer la luz. Y dijo Dios, sea la luz. La luz trae orden. Porque el desorden siempre se mueve en la oscuridad. ¿Qué dice Juan 3? Esta es la condenación; que vino la luz, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz.

¿Por qué? Porque sus obras eran malas. ¿Estás viendo? La condenación no es que simplemente rechazaron a Jesús; no es que no quisieron reconocerlo; es que ellos estaban en tinieblas, y cuando vino la luz, no la aceptaron. Juan 1. La luz venía a este mundo.

¿Cómo Dios resuelve el problema del desorden en el género humano? Dios envía al Verbo, la Palabra, y lo primero que la Palabra trae, es luz. Si hay desorden en tus finanzas, tal vez tú dices: ¿Pero cómo? ¡Si yo diezmo y ofrendo! Claro, pero quizás Dios estaba esperando que ayudaras a alguien con tu dinero, porque podías hacerlo largamente, y no lo hiciste.

Uno no se da cuenta de eso cuando vive bajo la ley. Porque la ley tiene que ver con aquello, esto y lo otro y hecho. Pero la vida en el espíritu tiene que ver no con una lista de cosas, sino con una dependencia de lo que el Espíritu te está diciendo hacer.

Lo que ocurre es que la gente quiere jugar con las reglas de Dios, pero si es posible, no todo el tiempo. ¿Y sabes qué? Eso es desorden. Cuando el Espíritu Santo se manifiesta en Hechos, estoy hablándote de Hechos 2, hubo una primera manifestación visible.

Porque esa explosión que hubo allí y de la que todos hablamos, sólo la experimentaron esos ciento veinte que estaban allí reunidos. Después la gente vino por el ruido, pero lo único que se veía era algo que, a los ojos de la gente, parecía simple borrachera.

La primera muestra visible de que Dios había tocado a estas personas, es que dice que vendían todo lo que tenían y lo traían a los pies de los apóstoles. O sea que la primera manifestación de que Dios ordenó sus vidas, es que ellos fueron libres de sus ataduras financieras.

No se trata de armar sermones o mensajes para conseguir que la gente diezme. Mucha de la gente con tremendos problemas financieros, es gente que diezma. No se trata de eso. Se trata de tener conducta de Reino. Y el hombre de Reino es un hombre que ama dar mucho más que recibir. ¡Ya sé que no lo entiendes! ¡Es una locura que sólo funciona por fe!

Dios es luz. Y aquí quiero decir algo más que importante. Mi hablar, puede soltar luz o tinieblas a mí alrededor. Yo puedo hablar, y como consecuencia de mi hablar se produce orden a mi alrededor. Un ejemplo: hay cinco personas en un auto y todos discuten hacia donde deben tomar porque están perdidos. Eso es desorden. De pronto, el único que no había abierto la boca mira y dice: tranquilos, es por ese camino. Listo.

Con esto, lo que te estoy diciendo es que la primera manifestación de luz que debe surgir de un creyente, es de su hablar. Un creyente siempre hablará para luz, nunca para tinieblas. Siempre para bendición, jamás para maldición. Siempre para luz, jamás para oscuridad.

Por eso la Palabra dice que el que no tiene, diga que tiene. Que el que es débil, diga “fuerte soy”. Que el que sabe que es pobre, diga que es tremendamente rico. ¡No es simple positivismo! Estoy creando con la palabra. Eso es lo que he visto hacer a Dios, eso es lo que yo debo hacer.

Pero si tú comienzas a decir lo que no debes decir, no tengas dudas que vas a vivir lo que no debías vivir. Si dices “no puedo, no puedo y no puedo”, seguramente no vas a poder. Si juras en un desengaño amoroso que no lo vas a olvidar, pues entonces no lo vas a olvidar. Las palabras atan. Para el bien y para el mal.

Decíamos anteriormente que Job era un hombre recto y apartado del mal. Bajo la óptica del Nuevo testamento, Job era un hombre justo. ¿Cómo pecan los justos? ¿Se acuerdan de Santiago cuando habla de la lengua? ¿Del pequeño timón? ¿Qué mueve toda la rueda de la creación e inflama de fuego todo?

La lengua. La primera condición para tener orden, es luz. La segunda condición es soltar palabras. La tercera, es separación. Estas tres cosas; luz, palabras, separación, son las que ordenan todos nuestros desórdenes.

Piensa un momento en un tema de salud. Tú comes mal. Necesitas luz para darte cuenta que comes mal. Segundo paso, necesitas palabras: no voy a seguir haciendo esto. Te lo propones. La tercera, es: te separas de eso. No vas a seguir comprando eso que te daña.

Porque si lo sigues comprando, podrás seguir confesando todo lo que quieras, pero no te evadirás del problema. A lo sumo, seguirás comiendo con culpa y condenación, porque ya sabes que te hace mal. No lo tienes que comprar más.

Hay bebidas gaseosas muy importantes que han adoptado formas de elaboración con cierto tipo de elementos reemplazantes de azúcares para poder venderlas como diet, pero resulta ser que son provocadoras de abortos. ¿Eres tú partidario del aborto? ¿No? Entonces sepárate de esa gaseosa, no la consumas. No puedo darte la marca porque legalmente no tengo las pruebas, averígualo por favor.

La gente llega un momento en que debe tomar grandes decisiones. Y esa decisión se nota en la separación. La luz trae separación de luz y tinieblas, ¿No es así? Si ustedes prestan atención, luego, se separan las aguas de las aguas.

Las aguas superiores, van a formar las nubes. Las aguas inferiores van a llenar los ríos, los mares, los lagos. Y entre las aguas superiores y las inferiores, aparece el cielo. Eso se llama expansión. Las aguas deben separarse de las aguas.

¿Qué provoca eso en tu vida, cuando tú eres creyente? Te das cuenta que ya no puedes seguir con algunas personas. Él está en la tiniebla y yo estoy en la luz, me separo. No se trata de buenas personas o si de aprecio o no aprecio a alguien. Se trata de que mi nivel de luz me hace verlo como es, y ya no quiero nada más con él.

Si me he convertido de verdad, mis palabras empiezan a cambiar. ¡Estoy hablando de Job! ¡No te olvides ni pierdas de vista a Job! Él no es un impío. Estoy hablando de separación. Es como con el creyente. Cuando uno empieza a entender las cosas del Reino de Dios y las del Espíritu, empieza a juzgar las cosas que son celestiales y las que son terrenales.

Antes era todo aleluya y gloria a Dios, y todo lo que venía dentro de un paquete cristiano yo me lo comía, pero cuando el Espíritu Santo manifiesta Su presencia en mi vida, yo ya no me como todo lo que en la tapa dice “cristiano”. Hay cosas que vienen en empaque cristiano pero no son de Dios.

Yo me aparto de eso. Y esa separación es necesaria, es vital. Nosotros somos hijos de luz. Mira lo que dice Génesis 1:4: Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

Es muy particular que Dios empiece a contar los días desde la noche al día. Si ustedes leen todo el Génesis, en todo el Génesis es así. El Sabbat empieza a las seis de la tarde del viernes. O sea que el día empieza a la noche.

Y esto es muy interesante, porque cuando tú te conviertes, es lo mismo. Ejemplo: cuando recién se convierte, para el creyente recién convertido, todo es la congregación. ¿Pero cuánto dura la congregación? Apenas dos o tres horas por semana. Se le hace tremendamente largo esperar…

Pero a medida que pasa el tiempo y vas creciendo en Dios, ya no dependes de la congregación como un único método de supervivencia. Empiezas a conocer al Señor y te das cuenta que puedes tener una vida hermosa con Él en tu casa o en donde sea.

Ya no necesitas asistir a un templo casi como se necesita una adicción. Porque yo ya he explicado que congregación no necesariamente es templo, pero así es como se ha enseñado y aprendido. Veamos: ¿Te has puesto a pensar que la gente joven duerme menos que la gente adulta o mayor?

Ellos son capaces de dormir horas y horas, ¿Por qué? Ellos son iguales a la vida en Dios. Cuando empezamos a caminar, nuestras horas de oscuridad son muchas. Muchas cosas no entendemos, muchas cosas no sabemos; es un caminar sólo en fe, ¿Se entiende?

Pero a medida que vamos madurando en Dios, nuestras horas de oscuridad son menos. Una persona anciana puede dormir seis horas y está perfecto. A medida que vamos creciendo en Dios, nuestras horas de oscuridad se van acortando.

Debemos ser creyentes con noches cada vez más cortas. ¿Sabes qué dice Apocalipsis 21? La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brille en ella. Porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera. Pues allí no habrá noche.

(1 Tesalonicenses 5: 5) = Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.

(6) Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

(7) Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.

(8) Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de la fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.

Hemos sido predestinados para vivir sin noche. Volvamos a nuestro amigo Job. En el versículo 5 de Job 1, hemos leído que él dice que cada mañana, cuando sus hijos hacían esas fiestas, él se despertaba temprano y hacía sacrificios, ¿Verdad?

Decían: no sea que hayan pecado y hayan blasfemado a Dios. Ahora; miren que interesante es lo que el diablo hizo. Cuando él destruye todos los animales de Job, algunos son robados, otros caen muertos, ¿Qué ofrenda puede presentar ahora por sus pecados?

Sin derramamiento de sangre, no hay remisión de pecados. El diablo ataca, aquello que era redentivo en él. Le anula la capacidad de poder resolver su situación. Ponte en la mente de Job. Él no descubrió la fe. Él sabía que arreglar tus cosas con Dios tenía que ver con sacrificar un animal.

Recuerden eso. Lo había aprendido Adán, él fue el primero. Él vistió con cuero de ovejas a sus hijos, recuerden. Él entendió lo que está en Hebreos: sin derramamiento de sangre, no hay remisión de pecado. Entonces, ¿Cómo podría resolver sus pecados Job si ya no tiene ganado?

Van a darse cuenta; la palabra dice que el que no tenga, dé. ¡Un momento! ¡Alguien se equivocó, aquí! Si no tengo, ¿Cómo doy? A la hora que el diablo ataque tus finanzas, él está anulando algo que puede redimir. El dinero es redentivo.

Es decir que tú puedes usar dinero para redimir naciones. Cuando tú le das una ofrenda a una persona y le dices: Dios me ha dicho que te de esto, tú estás haciendo algo muy grande en esta persona. No es cosa pequeña.

Pero cuando uno no tiene trabajo y ha perdido todo su dinero, ¿Qué puede dar? O sea que el primer ataque del diablo que es robar, está asociado a que tú no puedas resolver tus problemas. ¡Es un ataque muy certero!

Me asombra que por causa del dolor que experimenta, la gente no alcance a darse cuenta de la clase de trabajo y trampa que el diablo le está haciendo. Y entonces se meta en una queja a Dios, en un reclamo, preguntándole y preguntándose: ¿Por qué me pasa esto? La restauración de Job, que va a producirse en el capítulo 42, tiene que ver con devolverle lo que él perdió. Quiero leerles algo. Estoy en el capítulo 42 y verso 7, Job.

(Job 42: 7) = Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita. (Uno de los tres amigos de Job): mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job.

(8) Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job.

Es muy importante que Dios no haya apartado en todo el contexto de su historia a estos tres amigos de Job, porque más adelante van a ser los proveedores de los corderos para la restitución. ¡Lleven esto a Job! Siete habla de perfecto, de completo.

Ahora bien; ¿Dónde está el motivo del enojo de Dios para con Elifaz? Dos veces le dice: ustedes han hablado cosas de mí, que no son la verdad. Fíjate: empezamos hablando de palabras, y terminamos con palabras.

De hecho, la declaración más tremenda de Job, es: de oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven. O sea que él confiesa, declara, habla, abre su boca a esta realidad: hoy puedo ver quién eres. Todas las palabras que él había escuchado, giraban en torno a argumentos que jugaban con la imagen de Dios.

¡Es que Él es así! ¡Es que Él es injusto, tiene preferencias! Y Dios se molesta tanto por eso, y le dice a Elifaz, ustedes han hablado de mí lo que no es recto. Ahora lleven esto para que Job ore por ustedes. Es muy interesante, no se olviden que lo veían a Job como un injusto, es encubierto.

Como alguien que había hecho lo malo, pero no lo quería confesar. Esa era la mentalidad de estos tres hombres. Job ha pecado, y no lo quiere admitir. Pero luego Dios les dice: él va a orar por ustedes, y yo voy a escuchar.

(9) Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo: y Jehová aceptó la oración de Job.

Él no podía cambiar su situación sin ofrecer sacrificio. Y como él no tenía ni una sola oveja, Dios usa estas tres personas para que lleven las ovejas, para que empiece la restauración de Job. ¿Verdad que estás cambiando un poco tu perfil respecto a lo que pasó con Job?

Vamos a lo que nos sirve hoy. Les dije que lo único que el infierno necesita para que su ataque prospere en nosotros, es desorden. Si tú eres sensato, lo que viene al momento es preguntarle al Señor qué áreas de desorden hay en nosotros.

Por eso es tan importante la oración que David hacía: “Señor, examíname, pruébame, conóceme.” Claro, si yo te pregunto si tú tienes áreas de desorden, muy probablemente me dirás que no, que no lo crees. Sin embargo, otra cosa muy distinta es cuando el Espíritu Santo comienza a mostrarte lo que de verdad hay.

La primera área sobre la que se debe poner una luz bien grande, un enorme reflector, es sobre el área de las finanzas. ¿Por qué? Porque es la primera área que el diablo va a atacar. Ya lo sabes. “Señor; hablo luz a mis finanzas, hablo luz.”

Que salga a luz todo lo que no es correcto; que salga a luz la manera en que no estoy usando correctamente las finanzas; salga a luz ahora. La segunda área, tiene que ver con nuestras relaciones familiares. Esto es algo más subjetivo.

Nosotros, los padres, quizás pensamos que somos los mejores padres del planeta, pero es muy probable que nuestros hijos no piensen lo mismo en algunas cosas. Este punto dos tiene que ver con dos caminos; hay una ida y hay una vuelta.

Tal vez tú eres una persona que está pensando que no está rindiendo como debería. Pero Dios sí piensa que lo haces correctamente. Entonces, este punto tiene que ver con muchas cosas que quiero poner con toda la claridad que pueda.

Aquí el factor tiempo, es importante. Probablemente, la mayor muestra de desorden en nuestras relaciones, es que no gastamos tiempo correcto con nuestra familia. No es que no las amamos. Yo no creo que haya un padre que no ame a su hijo.

Pero sí puedo ver que su matrimonio se está destruyendo, o su familia se está quebrando. Por la primera cosa que yo puedo pensar es que sí, que efectivamente este es un ataque del diablo, que eso no puede venir de Dios o que exista una familia que desee auto destruirse.

Pero hay un nivel de responsabilidad en la familia. Porque el ataque del diablo está surtiendo efecto y, mi primera conclusión, es que hay niveles de desorden. Te doy un ejemplo bien sencillo. Le preguntamos a un padre por qué le da a su hijo de doce años un celular.

Su respuesta inmediata es que lo hace porque quiere saber todo el tiempo dónde está. Correcto, pero mi duda, es: ¿Cómo tú, papá, si no es por un celular, no vas a saber dónde anda tu hijo de doce años? Dime si eso no es desorden.

¿Cómo puede ser que tú no sepas dónde está tu hijo de doce años? Una cosa es que él ya sea mayor y esté en la universidad, eso es otra cosa. Pero que tú necesites comprarle un celular a tu hijo de doce años como única forma de saber dónde está, demuestra lo desordenada que son tus relaciones.

Tú deberías saber con quiénes chatea, con quién se comunica y de qué cosas habla. Y no por control, eso se llama sencillamente orden. Ejemplo sencillo. Llega tu hija a tu casa y dice: mamá, o papá, me he invitado alguien a comer.

¿Qué haces tú, dices simplemente pase adelante y dejas que se siente a tu mesa sin saber quién es? Sé que parece desconsiderado un interrogatorio previo, pero sé también que cualquier mamá o papá medianamente prevenido haría eso, ¿Verdad?

Pero no lo haces por curioso o chismoso, ¡lo haces porque está comiendo en tu mesa! Y un chat tiene más intimidad hoy día que la mesa. Porque por el chat se conversan cosas tan profundas y tan íntimas que muy difícilmente se conversen en una mesa.

Y los padres no lo saben. ¿Cuántos contactos tienen tus hijos en el chat, lo sabes? No te enojes, eso es desorden. Por ahí va a entrar el diablo, ni lo dudes. No te estoy diciendo que seas un mal padre, entiende; te estoy diciendo que hay un nivel de desorden.

El diablo no puede hacer nada en contra de una familia si hay orden en ella. No puede. No te estoy diciendo que pases una semana orando o que ayunes cuarenta días, no. Te estoy diciendo que procures el orden. Relaciones correctas, tratamientos correctos, amistades correctas.

Es imposible que los hijos hagan algo que los padres no hacen o no hayan hecho. Y si puede, el diablo va a pegar duro por allí. No es sencillo, ya lo sé; pero es posible. Hay muchas dificultades en el camino.

Hay un caso testigo respecto a lo que hoy llamaríamos unidad familiar, o de alguna manera, orden. Noé y Lot. ¿Alguien puede suponer que los tiempos que hoy estamos viviendo son peores que los que vivió Lot? Evidentemente no.

Bien; Noé fue un buen padre, Lot fue un mal padre. A los dos Dios los amó y los llamó hijos suyos. Pero uno conservó a sus hijos, el otro los perdió. ¿Qué hizo Noé? Cuando Dios le dice que edifique el arca, ¿Sabes a quién él recluta primero? A sus hijos.

Él edifica el arca con sus hijos. No va a buscar mano de obra, no contrata gente; su primera mano de obra, son sus hijos. Pregúntale a Lot donde están sus hijas. En todos los años que vivió Noé haciendo su arca, ¿No crees que a su alrededor no hubo corrupción, prostitución y violencia como hoy?

¡Claro que la hubo! Dios se cansó de la gente. Dice en Génesis 6 que se arrepintió en su corazón de haberlos creado. Yo no sé si Él ha vuelto a decir eso en este siglo veintiuno. Hasta donde sé, creo que no. Ese tiempo fue horrible.

Fue espantoso, pero él mantuvo a sus hijos alrededor del arca. Todos trabajando. Yo no sé si los hijos llegaban a entender o no lo que estaban haciendo. Es de suponer que no porque de a ratos ni el propio Noé lo entendía. Pero igualmente estaban juntos.

En cambio, ¿Recuerdas en Génesis 19 el caso de Lot? No voy a contar toda la historia, pero cuando están los ángeles en la casa, y los están golpeando los hombres para entrar, ¿Recuerdas a quiénes ofrece Lot para salvarlos a ellos? ¡A sus hijas!

¿Cómo puedes ofrecer tus hijas? Esa fue la actitud de Lot. No estimó valiosas a sus hijas. Pregúntale a Noé dónde están sus hijos. Donde estaba Noé, estaban sus hijos. Orden. Orden en la familia. ¿Quiénes son tus amigos? Orden.

Las familias se deterioran, los matrimonios se deterioran, porque Dios no está presente. Esta es una generación donde la gente se pasa ocho horas mínimo fuera de su casa de lunes a viernes, con la sumatoria que ahora se ha puesto de moda también trabajar los fines de semanas y feriados.

Las familias ya no tienen tiempo para estar juntas. Orden en la salud. Tres factores claves. Tener cuidado con lo que se come, empezar a tener especial atención a eso. Tener cuidado con el descanso. No excedernos en más actividades que las que podamos soportar física y mentalmente.

Es bíblico que el hombre debe descansar mínimamente cincuenta y dos días al año. Está escrito que hay un día de descanso por semana para cada uno de nosotros. Y no me estoy refiriendo a tradiciones o rituales; estoy hablando de tomarse un día para descansar. Nadie rinde sin descanso.

Por alguna razón Dios incluyó al día de reposo dentro de los diez mandamientos primarios. No es algo accesorial ni opcional, es mandamiento claro. Él sabía lo que estaba ordenando. El descanso es vital, de otro modo vamos perdiendo la lucidez y no nos damos cuenta.

Dejamos de entender las cosas del Espíritu por cansancio. ¡Es que quisiera pero no puedo, debo atender asuntos urgentes! No lo creas, todo es urgente. Vivimos en un mundo de urgencias. Y, finalmente, debemos prestar atención y cuidado a nuestra manera de hablar.

Para que tengas una idea respecto a lo que estoy queriendo decir, déjame decirte que no te sirve de nada tomar por ejemplo la Santa Cena cuatro veces al día, si tu hablar está declarando enfermedad. Muchos sostienen que detrás de cada enfermedad, hay un pecado.

Y han estudiado con mucha mayor profundidad que la que podríamos tratar nosotros aquí a ese respecto. Algo queda en claro: cuando un cuerpo de un creyente sufre una enfermedad, hay algo que ese creyente ha hecho en su espíritu; es una consecuencia.

Deberá ponerse delante del Señor. Porque si tú has entendido lo que es el Reino de Dios, entonces ya sabes que todo nace y termina en el espíritu. Y una enfermedad también. No sería conveniente tratar con una aspirina lo que debes tratar con arrepentimiento.

Es mucho más fácil, claro, pero así no aprendes nada. Debes aprender a manejar eso. No es suficiente lo que te digo, es cierto, pero aguántame porque no soy especialista en el tema. Hay gente que está hablando con mucho mayor fundamento que yo de todo esto. Búscalos. Como me encontraste a mí así también los encontrarás a ellos. Obedece la voz del Espíritu, no recomendaciones humanas.

Mientras tanto, empieza a pedir y declarar hablando luz sobre tus finanzas, sobre tu familia y sobre tu salud. Entonces tú preguntas: ¿Podemos ser libres del ataque del diablo? No son pocos los hombres y mujeres de Dios que te responderán: ¡Claro que sí!

Entiendo que de otro modo, el Señor nunca hubiera dado advertencia alguna sobre eso. ¿Qué necesitas tener preparado, entonces? Orden. Así él no te tocará. ¿Hay áreas de desorden en tu vida? Creo que ya debes haberlas descubierto.

No obstante, hay otras áreas de desorden que están todavía en la mayor oscuridad y esas son las más peligrosas, porque todavía no las has visto. Áreas donde se supone que todo anda bien. Que lo suponen todos los que te conocen y tú también, pero que en verdad no es así. Eso es peligroso.

Sugerencia: declara luz sobre todas tus áreas. Y luego dale al señor un lapso. Una semana, diez días, quince como máximo. Pídele con firmeza y voluntad al Espíritu Santo que saque a luz todas las cosas de ti que puedan estar en desorden.

Por supuesto que no será algo agradable y lleno de aplausos y reconocimientos. Serán mínimamente tremendos tirones de orejas. Pero créeme que siempre es mucho más factible tratar de despertar a un dormido tirando de sus orejas que intentar resucitar a un muerto.

Pide luz en todas las áreas, busca ponerlas en orden hasta donde tú puedas hacerlo. Y dile al Señor que en los días venideros no quieres caer en desórdenes que has caído anteriormente. Debes aprender a cerrar esas puertas espirituales por las que el enemigo no vacila en entrar a robar, matar y destruir.

No se trata de que vayas y unjas tu casa con diez litros de buen aceite. Cuando el Señor nos dijo que unjamos nuestra casa está bueno que lo hagamos. Pero hay un tema que es vital, hay un tema que ahora está golpeando. Ahora entiendes el problema de Job.

Yo necesito hablar pero desde el punto de vista de Dios. No desde el punto de vista de mis recuerdos o experiencia. Yo debo hablar desde el punto de vista de Dios. Todo. Hay una perspectiva que nunca se equivoca, y es la que nace en el cielo.

¿Qué hizo a Jesús tan poderoso? Lo que veo a mi Padre hacer, eso hago. Lo que oigo a mi Padre decir, eso digo. ¿Por qué gente justa sufre dolores, enfermedades, pobreza o ruptura de familia? No son personas malas. Como Job no era malo, tampoco.

Era un hombre temeroso de Dios. Sencillamente porque hay un poder en el desorden, que no nos damos cuenta. Si tú quieres orar para que salga a luz todo desorden que haya en tu vida, yo te invito a que lo hagas ahora.

Puedes decir como muchos hemos dicho muchas veces: “Señor, saca a luz todo desorden que haya en mi vida. Yo no quiero eso”.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@hotmail.com

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

mayo 30, 2015 Néstor Martínez