Estudios » Blog

Una Enfermedad Sin Nombre

004 - UNA ENFERMEDAD SIN NOMBRE

¿Por qué te abates, alma mía? ¿Y por qué te turbas dentro de mí? . . .¡Oh mi Dios, mi alma está abatida dentro de mí (Salmo 42:5-6).

Los eruditos no están seguros sobre quién fue el escritor de este salmo. Lo que sí sabemos con certeza, es que algo le estaba molestando. Su alma está profundamente perturbada y ¡Él no podía explicar por qué! Este salmista está en el fuego de Dios. El “brama” por El Señor de la manera en que un ciervo brama por las aguas (Como lo dice en el versículo 1) sediento de Él, anhelando intimidad. Él pregunta, «¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?» (Versículo  2).

No hemos aprendido cuál es la enfermedad del salmista, pero podemos examinarlo y examinarte. ¿Alguna vez has experimentado este tipo de melancolía inexplicable, este inesperado malestar espiritual sin nombre? Está muy bien caminar sin pecado conocido en la vida. Pero un día tú te despiertas con esta alteración profunda en tu alma. Algún tipo de depresión se ha apoderado de ti y no puedes poner tu dedo en la llaga.

Tengo buenas noticias, hoy, para ti: ¡Esta es una enfermedad de los justos! Y golpea sólo los que tienen hambre de Jesús. No hemos de tener miedo de tal enfermedad porque el Espíritu Santo tiene parte en ella. Tengo la suficiente experiencia de vida como para saber que llega un momento en que esto le sucede a cada cristiano. Pero no debemos tratar de entender ¡porque no podemos! El salmista nunca consigue respuesta a su «por qué”. Y no hay un libro, un consejero o un psicólogo en la tierra que te pueda decir por qué una enfermedad, aparentemente sin nombre, ha llegado a tu vida.

Creo que esta enfermedad rara es «el gemido del Espíritu Santo» dentro de nosotros. Él está dejándonos saber qué se siente al estar sin Dios, por nuestra propia cuenta, sin consuelo, sin esperanza ni orientación ¡Él nos permite experimentar sólo una muestra de esa horrible, terrible condición! Nuestros cuerpos son Su templo y Él ha sido enviado para prepararnos como una novia pura para Cristo.

Él sabe lo que se necesita para mantenernos sin mancha para el Esposo, Él sabe lo importante que es para nosotros clamar diariamente a Dios por fuerza y poder. Simplemente no podemos estar firmes en este momento a menos que permanezcamos en intimidad con el Señor, confiando en Él plenamente, y corriendo constantemente a su presencia.

La pregunta, entonces, es: ¿Puede un cristiano auténtico, genuino, fiel y sincero, estar viviendo algo así? La respuesta es sí, que claro que puede. Los motivos, puedes trasladarlos a una especie de vanidad íntima que nos hace suponer que todo lo que sabemos o pensamos acerca de Dios, es la única, última y definitiva verdad.

Y sabes qué? Eso estaría anulando la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, porque si Él es nuestra “guía a toda verdad”, tiene que ser porque todavía lo necesitamos para que nos la vaya enseñando. Y decir que ya lo sabemos todo, es decir que no necesitamos de Él. Entonces nos sobreviene esta enfermedad sin nombre. Que muy lejos de ser para maldición, necesariamente será para bendición. Eso, claro está, si tú lo entiendes, cambias y vuelves a tus fuentes genuinas.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

octubre 3, 2017 Néstor Martínez