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En el Tiempo de la Distribución

Algo está muy claro: todo lo que supuestamente poseemos los creyentes, no nos pertenece. No interesa que yo hable de Mi ministerio y tú me respondas hablando de Tus dones. Lo cierto es que la Biblia tiene suficiente texto y contexto para que tú y yo sepamos que ninguno de los dos somos propietarios de nada de eso que curiosa y casi arrogantemente consideramos como nuestro. Es casi una manía del hombre apropiarse de cosas que de ninguna manera controla. De hecho, más que una simple manía, es parte de su naturaleza humana, carnal y, obviamente, también egocéntrica. Ese es el punto a examinar, ahora.

(1 Corintios 12: 1) = No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 

Dice que no ignoremos. Ignorar es ser ignorante. Se usa como insulto u ofensa de tono despectivo, ya lo sé, pero la palabra en sí misma significa puntualmente eso que lees. Ignorante es alguien que ignora algo. E ignorar, el verbo, es desconocer, no tener información o estudio respecto a una determinada cuestión o asunto. Y habíamos visto que, de acuerdo a lo que se nos dice en la Palabra, la consecuencia de ser ignorante es tener el corazón endurecido, ¿Verdad? Un buen diccionario, -reitero-, te dirá que la ignorancia es, simplemente, el desconocimiento de algo que existe como información. O sea: una vez que tú accedes a esa información, automáticamente dejas de ser ignorante, ¿Está claro?

Ahora bien; cuando dice que no quiere que seamos ignorantes, Pablo también se está refiriendo a que nuestro corazón tendría que estar expectante de lo que Dios va a hacer. Porque una de las cosas hermosas que se producen cuando la iglesia se abre a lo profético, es que automáticamente, la iglesia se predispone a que Dios pueda sorprenderlos en cualquier momento. Cada reunión, como quiera que ella se realice, es la posibilidad de ser sorprendidos por Dios. En lo personal, yo recuerdo que pasamos tiempos maravillosos con mi familia a continuación de nuestro despertar. Estábamos en una congregación conservadora e intelectual, es cierto, pero igualmente creíamos que en cualquier momento pasaría algo grande. Gracias a Dios pudimos entender que los que nos decepcionaron y sumieron en cierta frustración, fueron los hombres creyentes incrédulos, no el Señor.

Sin embargo, esa expectativa logró algo en nuestros corazones: que no se endurecieran. Por qué, veamos: ¿Qué otra cosa endurece el corazón? ¡La rutina! Por eso es que digo que lo bueno de una iglesia profética es que acepte que puede ser sorprendida por Dios a cada momento. ¡Claro que eso produce temor! Obviamente, todo aquello que no podemos controlar, nos despierta temor. Pero, ¡Animo! Hasta donde yo sé, ningún espíritu de control llevó a ninguna iglesia a la victoria. ¡Y eso que hay varios trabajando en varias! De todos modos, hay un problema que, en el mejor de los casos, es un error. En el peor, algo hecho a sabiendas. El liderazgo evangélico pretende controlar todo lo que ocurre en una congregación. “¡Es que yo soy el pastor y debo saber qué pasa!”, te dicen. Sí, pero estás puesto, en todo caso, para administrar, no para controlar. Dice Pablo que no quiere que seamos ignorantes respecto a los dones.

(Verso 4) = Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 

(5) Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 

(6) Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 

(7) Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

Diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y diversidad de operaciones, pero el mismo Dios es el que hace todas las cosas. En resumen, vemos que el Espíritu Santo es el que genera los dones. Muchos dones, diversidad de dones. Hay una hermosa lista de dones. Vemos luego que es el Señor, y está hablando de Jesús, de donde salen diversidad de ministerios. Y, finalmente, vemos que de Dios el Padre salen diversidad de operaciones. Maneras diferentes de usarlos. El Espíritu Santo trabaja con los dones, los ministerios y las operaciones. Las palabras para cada una de esas, son bien interesantes.

La palabra Ministerio viene del griego diakonia, que significa servicio, como de sirviente. ¡Eso es un diácono! Figurativamente ayuda, servicio oficial. La palabra dones, viene del griego karismas, que es dádiva, liberación, concesión, calificación, facultad milagrosa, regalo. A la vista de esto, me pregunto si existirá una razón por la cual alguien con uno o más dones tremendos, tiene derecho a verse como fuera de serie o iluminado. Operaciones, en tanto, es en griego energeo. De ahí viene energía. Ser activo, eficiente, obrar, operar. Entonces vemos que hay dones, hay ministerios y hay operaciones vinculadas en todo esto. Están los carismas, están las diakonias y están los energeos. Todo esto es parte de lo que estamos hablando. Hay una hermosa tarea que puede hacerse a partir de esto, que se las dejo para cuando quieran estudiar un poco más. Verifiquen cuáles dones vienen del Espíritu, cuáles del Hijo y cuáles del Padre.

Yo voy a hablar de la parte más fácil, ahora: los dones que vienen del Hijo. A ustedes les quedan para estudiar, si quieren, los otros dos, los del Padre y los del Espíritu. Como ayuda, puedo decirles que los del Espíritu son aquellos que tienen que ver con el hablar. Por eso no es raro que la primera manifestación del Espíritu en Pentecostés, haya sido relacionada con el hablar en nuevas lenguas. Al Espíritu Santo le gusta manifestarse haciendo hablar a la gente. ¿Por qué? Porque el lenguaje es la conexión entre lo natural y lo espiritual. Cuando tú no tienes una palabra para describir algo, no puedes hacerlo real. Por ejemplo, estamos quebrando mitos, ¿Verdad? Hoy día se escucha mucho hablar de cobertura. Muchos dicen que están bajo la cobertura del pastor Fulano o del apóstol Mengano. Pero, resulta que la palabra cobertura no aparece en toda la Biblia. Y menos en el contexto al que nos estamos refiriendo. ¿La inventaron? No me atrevería a decir tanto. Pero, por lo menos, la adaptaron a su gusto y conveniencia.

De hecho, cobertura es un término romano, para extender un manto de oscuridad sobre la ciudad. La cobertura de César. Obviamente que no estamos hablando de eso. Entonces, ¿Cómo deberíamos decir correctamente nosotros? Que estamos bajo la autoridad de tal o cual persona. Y no hablo de lo espiritual, hablo de lo institucional. Pero no bajo la cobertura, porque mi única cobertura es Dios. De hecho, cuando he dicho esto en público, siempre ha surgido el hermanito que me replica: ¡Ah, claro! ¡Pero eso es muy fácil! ¡Cualquiera puede decir eso y después hacer lo se le da la gana! ¿Ah, sí? ¿De verdad creen eso? ¿Me estás diciendo que hay cristianos que suponen que uno puede mentir, estafar, abusar y diez corrupciones más mencionando a Dios, y luego hacer lo que se le ocurra, sin pagar ningún costo por ello? ¿De verdad creen eso? ¿Quién los convenció de esa barbaridad diabólica?

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julio 31, 2021 Néstor Martínez