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Cuadernos Reales 4

La Verdadera Dimensión de lo que Crees

Pese a todo lo que se ha vivido, se ha modificado y se ha aprendido, en nuestros ambientes todavía se sigue padeciendo algunas de las antiguas manías que mucha gente tenía y sigue teniendo. Repetidas, casi clonadas y sin demasiado sustento, pero firmes y en marcha. Una de ellas, es estar esperando semanalmente recibir el consejo del ministro a cargo, para ver como resuelve el problema que se tiene o, en todo caso, aguardando la visita de ese profeta al que vienen promocionando, o de ese apóstol internacional muy famoso, para que ore y vea si por arte de alguna forma de magia divina, el problema se resuelve solo y se puede salir a cantar aleluyas y dar gracias a Dios por el milagro. No es algo nuevo que no se conozca dentro de nuestros ambientes. De hecho, forma parte de un decorado casi permanente.

En suma, lo que esa gente está buscando es alguien que le ayude a resolver su destino, porque en definitiva lo que no tiene es una relación personal con ese Dios en el que supone creer. A cada uno de ellos le aseguraron que cuando se convirtiera iba a tener una relación personal con Cristo, pero hasta hoy lo único que ha podido tener es una relación personal, sí, pero con el pastor de la iglesia. O, en todo caso, tiene una relación con ese profeta, que para muchos es el nuevo adivino del Reino, que seguramente le va a decir todo lo que le va a pasar, todo su destino, su porvenir. Es como decirte que es él o el Tarot. Porque como aparentemente Dios no te lo puede decir a ti, entonces tienes que correr a dónde está ese profeta para que te diga qué es lo que te va a pasar.

Y así es como en muchos sitios tratan a los profetas como adivinos. Caminan por una delgada cornisa en la que de un lado está la santidad divina y del otro la hechicería satánica. Y van y le dicen: “Deme una palabra, hermano” Y allí es cuando alguno de estos atrevidos que andan por la vida le pone la mano en la cabeza y le dice ceremoniosamente: “¡Sea la luz! Y allí es donde nos queda la duda: ¿Se puede recibir la luz o no? Sí, claro que se puede, pero hay un problema y no es menor. Una gran mayoría de cristianos están demasiado acostumbrados a las tinieblas románticas y sentimentales de Babilonia. De allí que, cuando de pronto la luz resplandece, empiezan a verse cosas sucias, tanto del lado de afuera como de adentro de sí mismo, eso no agrada demasiado y además enseguida hay oposición y hasta contienda fuerte.

El tema radica en que a esta clase de cristianos no les gusta buscar la luz porque eso implica asumir su verdadera responsabilidad al respecto. Es que es muy fácil estar en la religión y que toda la responsabilidad la tenga ese hombre que está allá arriba de la plataforma. Es a ese hombre, o a esa mujer, llegado el caso, al que los que están debajo le demandan todo. Ellos están demasiado cómodos allí. Hacen su pequeña oración, dan su diezmo, jamás vieron nada distinto, pero están tranquilos, nada ni nadie los molesta. El que le tiene que dar todas las respuestas es el pastor, porque si no, no le pagan. Porque, no nos engañemos; el que suponga que hay cristianos que no piensan que el pastor debe dedicarles atención “especial” porque el de ellos es el diezmo mayor de la iglesia, no está viendo la realidad, sino la utopía del discurso.

Y allí surge la otra duda inevitable a futuro. O tal vez no tan a futuro: ¿Podrá Dios sacar a esta gente de Babilonia? ¿No estarán tan acostumbrados a las tinieblas que, al menor contacto con la luz pueden sentirse horrible? ¿Les podrá dar un entendimiento de lo que realmente es la luz? Porque todos sabemos que mientras más vida hay, más luz se demanda. De hecho, la santidad no depende de cuantas cosas haces para Jesús. Depende de qué tanto de la vida de Dios mora en tu interior. Cuanto de Jesús se ha edificado en ti es lo que te hace santo. Mientras más creces en la vida y en el conocimiento de Dios, más luz tienes. Y mientras más luz tienes, más puedes ver. Y como empiezas a ver más, te empiezas a espantar de las cosas que ves. Y allí es donde mucho pueblo no sabe para donde correr.

Porque viene uno y le arroja semejante profecía y allá se van todos corriendo detrás de él porque es la figura del momento. Luego llega el otro que tiene una profecía diferente a la que dijo el primero, entonces deciden que el anterior estaba mal y se van todos en masa con este. Y ni te cuento si llega un tercero con buena prensa, (Porque hay ministerios que viven del marketing comercial con disfraz religioso), que predica algo distinto a los otros dos. Se hacen un batifondo más que regular en la mente, pero deciden seguirlo porque les cae mejor y se lo adjudican al Espíritu Santo. Si oyeran la voz de Dios, ya sabrían que Él tiene mucho interés en escucharnos a todos explicarle por qué creemos lo que creemos. Pero resulta ser que una enorme mayoría de nosotros cree, esto es indudable, pero no tiene ni la menor idea de por qué cree lo que cree.

Vamos a ver; pregunta existencial, si las hay: ¿De dónde supones o piensas que viene todo lo que crees? Haz memoria. Un día recibiste a Jesús. Y más tarde viste a tu pastor y dijiste: ¡Huau! ¡Cuánta biblia sabe este hombre! Y entonces seguiste al pie de la letra todo lo que te decía ese amado hijo de Dios. Y jamás te lo cuestionaste, o escudriñaste nada por ti mismo, para ver si estaba bien o estaba mal lo que te decía. ¿Por qué? Porque no tenías un parámetro cierto como para poderle decir a ese pastor que se estaba equivocando en algo. Entonces un buen día te toca a ti ser el ministro, y cuando las ovejitas se sientan a escucharte, sin dudarlo les vas a repetir exactamente lo que te dijo el otro. Y los que te oyen van y repiten lo que les dices tú y así sucesivamente por generaciones.

Y nadie presta demasiada atención a los detalles que esclarezcan de donde salió todo eso que hemos estado repitiendo por siglos, y que ha llevado a la iglesia a un estado de somnolencia y de muerte. Allí es, justamente, donde Dios te dice que tienes que hacer un alto y abandonar la antigua rutina eclesiástica de hacer, hacer y hacer. Lo que Dios te dice hoy es que te detengas, que hagas un alto y que te cuestiones todo lo que crees y por qué lo crees. Y que no sólo escudriñes la Escritura, tal como se te ha ordenado, sino que además te encuentres en la intimidad con Él. Y que dejes a Su Espíritu Santo enseñarte, porque Él, dice, edificará Su iglesia sobre la revelación. No sobre la teología. No sobre el número de una membresía. No por la calidad de un edificio o una obra social de ayuda para la gente. Revelación, dice. Y a muchos, créeme, esta palabra le sigue sonando a invento, a fantasía o algo parecido.

La revelación de Dios, cuando se la cree y se la espera, viene sobre el hombre y hace realidad aquella palabra que dice que sobre esa roca edificará su iglesia y que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y no tengo dudas, Dios quiere edificar su iglesia, pero ella está demasiado metida en la rueda de hacer, de buscar, de tener, de querer posesiones, riquezas, el éxito de este mundo, o incluso el poder político. No voy a cuestionar nada de esto, sólo voy a decir que el error es estar más enfocado en el hacer y el tener que en el ser. Y Dios está enfocado en el ser, no lo dudes, muy por encima del hacer. Lo importante es lo que somos, y en qué posición espiritual nos vamos colocando, y que nivel de vida y de luz es lo que mora en nosotros. Eso es lo que Dios mira, no cuánta gente hay en un templo o salón.

De hecho, Dios quiere ordenar muchas cosas, pero el problema va a ser la luz; o la carencia de esa Luz. La luz que confronta a Babilonia. Porque sí o sí, el pueblo está tan metido en Babilonia y ella es tan sutil y se disfraza tan bien de súper espiritualidad, que una gran mayoría ni siquiera se ha dado cuenta que está tragado dentro de ella. Consciente o inconscientemente está dentro de ella y, cuando alguien la confronta, sale a defenderla con uñas y dientes y hasta es capaz de pelearse duro para respaldarla. Cuando la luz del cielo comienza a brillar y te das cuenta de esto, es como que medio mundo se te desmorona. Allí te das cuenta que Babilonia se ha tragado la mayoría de las iglesias cristianas, a las que les ha influido su pensamiento, y su sistema.

Y tú sabes más que bien que no exagero nada si te digo que estoy convencido que todavía hoy, como iglesia global, estamos en la misma disyuntiva. Entonces, la gran pregunta de este tiempo, es: ¿Cómo se sale de allí? Creo que la respuesta es Jesús, su vida y su ministerio. Porque cuando se te dice que debes ser imitador o imitadora de Cristo, no se está hablando de un abstracto invisible, se está hablando de Jesús y de su concepto ministerial en su estadía terrenal. Eso es salirse de ese sistema babilónico. Con una salvedad: ten cuidado, porque no es fácil salirse de Babilonia. Que ahora vayas, saludes a tu ex pastor y le comuniques que te vas de la congregación, no significa que te salgas de Babilonia. Por ahora, lo único que has podido hacer es salir de un templo, de un grupo, o de una denominación.

Que, en algunos casos determinados, es un enorme paso, pero que en otros no significa nada. Porque salir verdaderamente de Babilonia requiere mucha confrontación. ¡Pero mucha! ¿Eh? Así es que, lo primero que debes entender, es que lo que nosotros conocemos como La Biblia, fuente de la Palabra escrita de Dios, fue acomodada en su estructura por unos exégetas que hicieron un trabajo al cual denominaron como el Canon de la Biblia. Esto sucedió en el siglo cuarto, y allí ellos fueron los que decidieron poner en nuestras Biblias estos libros que hoy puedes ver. Y le llamaron Canon, porque lo que hicieron fue canonizarla. Eran católicos. Hicieron con la Biblia lo mismo que ya habían hecho con algunos hombres y mujeres convirtiéndolos en santos de adoración.

Por eso ellos fueron quienes comenzaron a denominarla como Santa Biblia. Y le colocaron un sello, católico, que determina que nadie puede creer ni pensar más allá de esto que está allí, aprobado, canonizado y santo. Otra vez, pregunto: ¿Alguien sabe con certeza cuantos libros había, en realidad? Mira, yo no soy nadie en el concierto mundial cristiano y sin embargo, en unos pocos años he escrito ocho trabajos en formato libro. ¿Tú crees que alguien como Pedro, escribió nada más que esas dos cartitas que tenemos? ¿O que alguien de la envergadura espiritual de Juan, sólo escribió un evangelio, tres cartitas y el Apocalipsis? ¿Cuántas cosas se habrán quedado por allí perdidas en las catacumbas simplemente porque estos hombres decidieron ignorarlas? Hago una salvedad: esto no habilita de ninguna manera tomar cualquier escrito antiguo y darle nivel de ungido y santo. Es imperativo discernir, por favor.

Y como si todo esto que te comento fuera poco, antes del evangelio de Mateo, le añadieron esa página en blanco que sólo dice “El Nuevo Testamento. Y cualquiera de nosotros, cuando éramos recién llegados al evangelio, nos sujetamos a esa decisión tomada por personas que me atrevo a decir que muy probablemente ni siquiera tenían al Espíritu Santo morando en el suyo. Así que, linealmente, cuando alguien nuevo en este Camino toma una Biblia y ve esa separación, entiende que desde esa página hacia atrás es el Antiguo Testamento, y que, hacia el otro lado, como los judíos no creyeron en Jesús, Jesús es parte del Nuevo Testamento. No pienso crear ninguna doctrina nueva, pero no me puedes negar que, por años, tú y yo hemos estado más que convencidos de eso.

La realidad contundente nos muestra que el Nuevo Testamento, en realidad, comienza en el capítulo dos del libro de los Hechos. Y eso también te deja en claro que Jesucristo, el Mesías de Israel, fue enviado a los judíos. Jesús venía a cumplir todo lo que se había escrito en el Antiguo Testamento. Jesucristo, aunque se les revuelvan los intestinos a los fariseos, antiguos y modernos, es el Mesías de Israel, les guste o no les guste a los judíos, Jesucristo es el Mesías, y el Mesías venía a cumplir todo lo que había sido hablado acerca de Él. Él decía: Voy a hacer esto, para que se cumpla la Escritura. Dijo Tengo sed, para que se cumpliese la Escritura.

Pidió que le trajeran aquel pollino, para que se cumpliese la Escritura. Todo lo que Él hizo fue para que se cumpliese la Escritura, porque Jesús vino precisamente para eso, para que se cumpliese la Escritura. Porque Él venía a ser el Alfa y la Omega del pueblo de Israel. Jesús no fue enviado a los gentiles. Esta es otra historia que bien vale la pena contar en otro momento, pero distinta a la que nos han enseñado. Porque un día, Jesús derramó el Espíritu Santo y dijo: Yo me voy, pero vendré otra vez, me tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, ustedes también puedan estar. Así que no se pongan tristes ni se depriman, porque no los voy a dejar huérfanos. Voy a venir otra vez y mi Padre y yo haremos morada en cada uno de ustedes.

Esa, por fuera del idioma tradicional Reina Valera, es la promesa de Jesús en el Espíritu, viniendo al pueblo gentil. Está más que evidente que, cuando Jesús habló eso, Él no podía entrar en el corazón de los discípulos por una simple razón: Todavía estaba en la carne, Lo que yo tengo que entender, entonces, es que Jesucristo es el cumplimiento de la ley. Jesús vino a cumplir la Escritura. Cuando Jesús vino, no había Nuevo Testamento. Pero si haces memoria, recordarás que Él les dijo que escudriñaran las escrituras, porque ellas hablaban de Él. ¿A qué escrituras se refería? ¡Al Antiguo Testamento! De hecho, debemos tener en mente que Jesús vino a los judíos. Y que el Antiguo Testamento, aunque nadie recuerde enseñarlo, habla de Jesús, porque… ¡El mismo lo dijo!

Cuando vino aquella mujer samaritana Él le dijo que no podía liberarla, porque el límite de su ministerio era el del pueblo judío. Le aclaró que no podía hacer su obra entre los gentiles. Tenemos sí o sí que entender esto, para poder entender como consecuencia, todo lo que hizo Jesús y como se desarrollaron las cosas después. Tener más que presente lo que Él vino a cumplir y también cuál es el fundamento de la piedra angular que es Jesús. Porque, fíjate que, si paso la página hacia antes de Mateo, se me trastoca todo lo de la piedra angular. Porque pienso que Jesucristo, es neotestamentario. Y Jesucristo no es neotestamentario. Jesucristo es el cumplimiento de la justicia para Israel. El Nuevo Pacto comienza con Su sangre derramada en la cruz. Nadie puede predicar el evangelio del Reino si no lo pasa antes por la cruz.

Por eso Pedro dice que los profetas que profetizaron en su tiempo respecto a la gracia destinada a nosotros, averiguaron al máximo e investigaron, incluso, acerca de esta salvación. Y lo hicieron escudriñando, (Palabra y acción muy poco difundida y ejecutada dentro de la iglesia), que persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos. Eso me dice a mí y te dice a ti, que quien estaba en ellos cuando profetizaban, era el Espíritu de Cristo, nada menos. Y que ese Espíritu les anunciaba de antemano los sufrimientos de Él y las glorias que vendrían detrás de ellos. O sea que Pedro no te deja dudas: algo llamado Espíritu de Cristo estaba en cada uno de los profetas del Antiguo Testamento. Nosotros no hemos entendido esto. Y como con todo lo que no entendimos, hicimos lo de siempre: ignorarlo y pasar a otra página.

Y Pedro añade, luego, algo muy importante. Dice que a aquellos pioneros se les revelaron cosas que no eran exclusivamente para ellos, sino más bien para los que vendrían con el tiempo, esto es: nosotros. Y que eran capaces de administrar cosas que hoy siguen siendo anunciadas mediante la dirección del Espíritu Santo, y que tienen una calidad y una entidad tan enorme y multidimensional, que hasta los mismísimos ángeles estarían deseosos de verlas. Aquí encontramos algo que es básico: el evangelio de Jesucristo solamente se puede predicar a partir de lo que ordene el Espíritu Santo de Dios. Yo sé que hay infinidad de métodos en cada estructura cristiana. Programas, manuales, cursos y bases para debatir con los mormones, testigos de Jehová, musulmanes, budistas, etc. Todo muy bonito e inteligente, pero la Palabra nos dice que el Evangelio sólo se predica a partir de lo que dice el Espíritu Santo. Punto.

Imagínate a Cristo en la eternidad diciéndose a sí mismo que no hará nada sin comunicárselo antes a sus profetas. Y así comienza a profetizar sobre sí mismo. Entonces se le aparece y habla con Abel, después con Abraham, luego con Moisés. Y así va hablando a través de todos los profetas, anunciando ¿Qué cosa? ¡La venida del Mesías! La venida de un Reino que el pueblo de Israel tenía que esperar. Lo esperado, lo maravilloso, el niño que iba a nacer. Un niño nos es nacido, un hijo nos es dado. El principado sobre sus hombros, su Reino un Reino eterno. El pueblo de Israel esperaba un Mesías con un Reino. No esperaba un Mesías con un período de gracia que, quien sabe cuándo, en un futuro, iba a traer un Reino. No hay una sola escritura en el Antiguo Testamento en la que el Espíritu de Cristo hable de una venida dividida de Él mismo.

Jesús siempre les dijo a quienes lo escuchaban, que escudriñaran las escrituras, porque ellas hablaban de Él. ¿A qué escrituras se refería? ¡Al Antiguo Testamento! ¡A la Torá! Otra cosa no había. Entonces, tengo algo para decirte: ¡Es tu responsabilidad escudriñar las escrituras, no solamente la responsabilidad del pastor, ministro o predicador! Eso se necesita para conocer a Jesús y su obra terminada. Por eso dijo: Hecho está, soy el Alfa y la Omega. Consumado es. En toda la extensión del Antiguo Testamento no se ve una fragmentación de venidas del Mesías. El que va a venir, es como que triunfó un poquito, pero no mucho, porque después tiene que venir en una venida intermedia. Y que sí, y que no, y que vamos a ver, y que quien sabe, y que tal vez y que por ahí sí, ¡Ahora sí va a venir el Reino!

Humildemente, pregunto: ¿De dónde salió todo eso? Respuesta masiva: ¡Es que así me lo enseñaron! ¡Obvio! ¡A mí también me enseñaron eso! Y es una lástima que ya no está la persona que me lo enseñó a mí y por eso no le puedo preguntar de donde lo sacó. Esto me recuerda mucho a una anécdota llena de humor de mi Argentina. Una pareja de recién casados, de retorno de su luna de miel, decide cocinar una carne al horno en su monumental y moderna cocina. Al colocar el peceto (Así se le llama al corte de la nalga externa del vacuno) en la bandeja, la joven esposa le cortó los dos extremos. El marido, ansioso por participar, le preguntó por qué hacía eso y ella le respondió que era porque así se lo había enseñado su mamá.

Al día siguiente le preguntaron a la suegra por qué cortaba los extremos de la carne antes de meterla en el horno y respondió que era porque así se lo había enseñado SU mamá. La abuela todavía vivía y, cuando le hicieron la misma pregunta, respondió que su cocina era muy antigua, a leña y vieja y tenía un horno tan pequeño que el trozo completo de carne no entraba, así que se veía obligada a cortarle los extremos. (!!)  Tienes permiso para sonreírte, pero luego de hacerlo, por favor, piensa en cuantas de este estilo tenemos en nuestros ambientes. Dice la palabra que la luz vino, pero que ellos amaron más las tinieblas que la luz. ¿Por qué sucedió esto? Porque es más fácil amar lo que conocemos, aunque sea tiniebla, que atrevernos a enfrentarnos a cambios sustanciales, que nos van a sumergir en la gloria de Dios.

Si tú eres uno de los que todavía cree en un Jesús viniendo en un caballo blanco después de un rapto quien sabe cuándo y quien sabe cómo, entonces no le llames Rey de reyes y Señor de señores porque todavía no lo es. ¿Qué está diciendo este hombre? Este hombre está diciendo que escudriñes las escrituras. Este debe ser el mandamiento que más hemos desobedecido. Porque no es sugerencia divina; ¡Es mandamiento! Porque el Espíritu de Cristo se profetizó a sí mismo, y profetizó todo lo que iba a tener que hacer el Mesías. Entonces, cuando leemos sobre el Espíritu de Cristo a través de los profetas, puede verse un plan, en el cual Dios está preparando un pueblo, para que, a través de ese pueblo, nazca en carne el Hijo de Dios. Venga a la tierra quien va a ser conformado en el postrer Adán, para devolvernos a todo lo que era el Edén.

El Hijo de Dios se iba a sentar en la gloria en las alturas, iba a tomar el Reino, el señorío, la autoridad, y al sentarse Jesús en su trono, todo iba a cambiar en los cielos y en la tierra. Porque no es lo mismo un cielo sin el Mesías, que un cielo con el Mesías. No es lo mismo una tierra en tiniebla y oscuridad, que una tierra que tiene un Mesías entronizado en los cielos. Y cuando Jesús se sienta en el trono de la majestad en las alturas, cielo nuevo y tierra nueva comienzan en la humanidad. Por tanto, esperamos cielos nuevos y tierra nueva, donde more la justicia. ¿Quién es la justicia que tenía que ser manifestada? Jesucristo es la Justicia que tenía que ser manifestada. No tiene que venir cincuenta veces para hacerlo. De todo esto, solo pasan dos mil años.

Y en ese lapso, se pierde el Espíritu Santo y el pueblo de Dios se hizo un bollo doctrinal del cual ya no le resulta sencillo salir. El Espíritu de Dios te dice: que, si quieres Su luz y Su verdad, tienes que saber por qué crees lo que crees. Lo único que Dios va a respaldar, es lo que habló en su Palabra. Porque hoy tenemos una serie de cuentos que pretenden eludir o hacer a un lado a la Palabra. Están las palabras, están los versículos, pero la forma en que fueron puestos, le niega a Jesús su Reino. Y algo peor pasa todavía, y es que te vas a quedar sin poder. Entonces te dicen, que cuando Jesús venga en las nubes, en un caballo blanco, entonces sonarán las trompetas porque empezarán las bodas del Cordero. De hecho, pregunto, si estás esperando las bodas del Cordero, ¿Qué cosa eres ahora? ¡La novia amada!, he oído gritar a coro eso más de una vez.

¿Novia? Imagina la escena. El chico se enamora de la chica y un día le dice sin vueltas que quiere ser su esposo. Le ofrece una hermosa casa que va a comprar para que vivan allí, además de su protección y la promesa de ser el marido más precioso para ella. Y ahí entonces le pregunta si le gustaría a ella ser su esposa. Ella le dice que sí, de inmediato. Pero le pone una condición. Le dice que tiene un amante ahí afuera, porque ella tiene sus amigos y sus amigos todavía no están listos para caminar solos, así que ella le dice que no va a dejar ni a sus amigos ni a su amante por él. Le asegura que se casará con él, pero le aclara que ella tiene su propio tiempo. Que a él le va a dar nada más que un día a la semana, y que los seis días restantes, ella saldrá con sus amigos y su amante.

Respecto a la sujeción, ella le aclara que ni lo sueñe, que será únicamente ella la que dirá qué es y qué no es. Obviamente que hará uso de todas las riquezas del esposo, pero su aporte será solamente de un dólar cada semana. Le asegura que lo ama, pero nada más que para un dólar a la semana. Le dice una vez más que ella hará lo que mejor le parezca, aunque se compromete a cantarle más que hermoso una vez a la semana. Pero le aclara que nada que salga de su corazón, sino de ese manual de cantos que se consigue en ciertos lugares. A ver, pregunto: ¿Cuántos de ustedes, varones que me leen, se casarían con una mujer así? Ninguno, ¿Verdad? ¿Y por qué piensan que Jesucristo el Rey de reyes se casaría con alguien así?  Todavía hay muchos que necesitan entender que, el que se ha unido a Jesús, UN espíritu es con Él.

Y ese UN espíritu se da, en sublime matrimonio, en el que el Espíritu de Dios, se une al espíritu del hombre. Y para establecer una unidad con el espíritu del hombre, necesaria y obligatoriamente suceden las bodas del Cordero. En ese momento te es dado un nombre nuevo. Ya no eres quien quieras que seas, ahora eres la esposa de Jesús de Nazaret, el Rey de reyes y Señor de señores. Y cuando caminas por las calles llenas de narcotráfico, brujos y hechiceros, el que camina no eres tú, sino la esposa del Rey de reyes y Señor de señores. ¡Pero es tanto el machismo heredado de credos masculinos a ultranza, que llamarnos a nosotros mismos como novia o esposa, nos produce una mezcla de vergüenza, pudor y humillación! ¿Vergüenza de ser la novia o la esposa del Hijo de Dios? Más que machismo, estupidez, incredulidad y hasta ignorancia.

Cuando Jesús oró dijo que seamos uno con Él como el Padre y Él eran uno. Un solo espíritu en lo invisible, una sola carne en lo visible. Uno. Matrimonio. Esa es la esposa de Jesucristo. Con la frente bien alta y sin nada que se le pueda reprochar. Nada que ver con el paso provocativo, sensual y casi erótico, pero al mismo tiempo insípido de Babilonia, la ramera. Cuando pasa la esposa de Jesús de Nazaret, saludan militarmente los ángeles e inclinan sus rostros los demonios en señal de reconocimiento de autoridad. Cuando pasa Babilonia, sólo le rinden pleitesía sus amantes terrenales. En el cielo no hay registro de ella ni de los que conviven con ella. No olvides nunca que está escrito que Babilonia va a caer. Y cuando eso suceda, me temo que todos los que estén dentro, compartiendo con ella, caerán también, lo merezcan o no. Porque han cerrado sus oídos y no han aceptado salirse mientras están a tiempo. Pero no termina todo allí, hay mucho más si caminas hacia adelante.

Porque desde que leí que: preponderantemente los que son como niños entrarán en el Reino de los Cielos, me ha llamado mucho la atención algunos de sus comportamientos. Obviamente, he tenido hijos que fueron pequeños y ahora tengo nietos que me permiten seguir observándolos por fuera de lo que es el amor natural de padre o abuelo. Y uno de los factores que siempre despertaron mi curiosidad e interés, fue el que tiene que ver con los miedos infantiles. Es muy frecuente y nada novedoso que un niño pequeño evidencie sentir temor a algo. ¡Son transferencias maternas o paternas, dice la psicología! ¡Son demonios que los perturban!, me han dicho y enseñado algunos ministros. Y lo creo, pero también creo que no es tan sencillo y facilista como se lo presenta, sino que tiene ramificaciones más profundas e importantes.

Porque, sin ir demasiado lejos, uno de los temores infantiles más frecuentes, es el temor a la oscuridad. Si ya sabe expresarse, te dirá que le enciendas una luz porque tiene miedo a la oscuridad y punto. Lo que no siempre entendemos nosotros, los adultos, es que, para ellos, la oscuridad no es un algo difuso y sin forma, sino alguien. Dios es Luz, ¿Verdad? Lo es. ¿Y qué te crees que es Satanás, entonces? Dios es luz y ninguna tiniebla hay en él. ¿Y qué es Satanás? ¡Él es tinieblas! Ojo: no te estoy diciendo que tiene tinieblas o que vive en tinieblas, te estoy diciendo que ES tiniebla. Por eso todos los niños tienen temor a la oscuridad. Es normal. Si no lo tuvieran, sería porque están muy sanos de todo, o porque sus padres los acostumbraron a ver series o películas de terror.

No es casual, tampoco, que, para cualquier forma de pecado, quien va a cometerlo busque a la tiniebla como cómplice necesario. Por otra parte, el niño es un ser creado que, lo entendamos o no, ya tiene todo lo necesario para fluir en el espíritu. Por eso fue escrito que de la boca de los que maman, fue fundada la fortaleza. Eso me dice a mí y te dice a ti que, un ser que acaba de nacer, es mucho más efectivo en el espíritu que una persona de cuarenta o cincuenta años de edad con formación religiosa, cristiana, teológica o como la llames. ¿Motivo? Uno solo: el niño pequeño todavía es más espíritu que carne. Su ser espiritual está a flor de piel. Por eso es tan importante que la iglesia como cuerpo de Cristo, se haga cargo de la educación de sus niños. Y no me estoy refiriendo a darles Educación Cristiana. ¿Entiendes? ¡Por favor! ¡Ni se te ocurra darles educación cristiana!

Lo que tienes que darles, es un compendio de educación mezclada con valores. Y decir eso, es como decir que les demos educación con Reino. Porque la educación cristiana, tal como la conocemos, hace a la gente religiosa. Nunca te olvides que, al nombre de cristianismo, no fue Dios quien lo puso. Lo pusieron en Antioquía. Y como una especie de burla, no de respeto. Yo suelo utilizarlo por un principio de comunicación, llamado rápida comprensión de texto, pero no me gusta. Muy bien; a partir de eso, la gente empieza un proceso de reversión. Tú te conviertes, vienes a Cristo, naces de nuevo y tu alma que ha sido liberada de ese lazo, deja fluir el depósito que ha sido puesto en tu espíritu y hace que comience a pasar a tu alma. Eso me dice a mí y te dice a ti, que todo lo que Dios te haya querido dar, ya está en tu ser espiritual. Por eso es que me hace tan mal escuchar a cristianos pedirle a Dios “Dame más de ti”. ¿Más, todavía?

Y por eso, también, es que Pablo dice que no digamos quien subirá a lo alto, ni quien descenderá, porque cercana a tu corazón está la Palabra. ¿Recuerdas eso? ¿Y cómo lo entiendo? Tu espíritu. La imagen de Dios, nada menos, está puesta en ti. Y si ha sido quitado el lazo del alma, tu espíritu tiene toda la habilidad para transmitir toda esa gloria hacia tu alma y hacia ti mismo. Recuerda que se te dice que el que tiene la unción del santo no necesita que nadie le enseñe nada, sino que la unción misma le enseña todas las cosas. Mateo, en su evangelio, nos introduce al eje central del ministerio de Cristo, que como ya te habrás dado cuenta o discernido, no es la salvación. Obvio, cuando lees esto, se te cruzan los ojos y no puedes reprimir un ¿¿¿Qué??? ¿Cómo que no es la salvación? ¡A mí me enseñaron…! A mí y a muchos, también…

Cuidado, entiéndeme bien y recíbeme con el espíritu, para que no entres en confusión y polémica. No estoy diciendo que no sea importante o que no lo hagamos, te estoy mostrando que, si sumas y restas versículos, y principalmente si le sacas el legendario discurso evangélico tradicional, hay otros puntos que Jesús maneja por encima de la salvación. De hecho, la salvación nunca deberá ser el fin, sino el principio. No eres salvo POR, eres salvo PARA. ¿Nunca te preguntaste eso? ¿Por qué y para qué el Señor te trajo salvación? Por buenísimo y por merecedor, no fue, eso te lo aseguro. No se trata, como nos enseñaron durante tanto tiempo, de solamente ganar almas. Se trata de ganarlas, pero luego poder dirigirlas al trabajo o la misión central que cada una de esas almas tiene.

Porque si nuestras congregaciones tienen miles de personas, muy bien intencionadas y fieles, pero que no han entendido su verdadero propósito, que obviamente va mucho, pero muchísimo más allá que el de estar allí todos los fines de semana, solamente tendremos a miles de personas, pero desubicadas. Y toda persona que no tiene en claro para nada donde está espiritualmente plantado, pasa a ser uno más de los decidida y definitivamente inútiles para el Reino. Así de simple y así de contundente. Ofrezco humildemente mis disculpas humanas, (Espirituales no es necesario pedirlas), a quienes se hayan sentido afligidos por esto que digo, pero creo que me entenderán si les aseguro que no puedo callarlo.

Según lo relata Mateo, en un principio tenemos a Juan el Bautista diciendo algo que luego sería el primer mensaje de Jesús: El Reino de los Cielos se ha acercado. Así lo vemos en más de un lugar, como para dejar en evidencia que no ha sido una frase dicha al pasar, sino un eje fundamental de su misión en la tierra. Pero el texto que a mí siempre me llamó la atención, llegó a conmoverme y despertó mi interés ministerial, es el que me consigna que este evangelio, obviamente el del Reino, será predicado en todo el mundo como testimonio básico y central en todas las naciones. Y que una vez que todo eso haya sido cumplido, entonces empezaremos a hablar del fin.

¿Tú crees que eso, hoy, ya está cumplido? Es más: ¿Crees que falta poco tiempo para que se cumpla? Regístralo, toma nota, aprende y entiende. Dice que será predicado el evangelio del Reino, no el evangelio de Jesucristo. ¿Cómo es el asunto este, entonces? ¿Son dos evangelios? Sí. En el primer texto que leemos en el evangelio de Marcos, dice eso, que ese es el principio del evangelio de Jesucristo. No menciona al Reino, allí. Los dos están escritos y no hay contradicción. El evangelio de Jesucristo, uno. El evangelio del Reino, dos. Definición rápida de cada uno. Evangelio de Jesucristo. La cruz, la salvación. Creemos en el Señor Jesucristo y cada uno de nosotros y toda nuestra casa seremos salvos.

 Punto y aparte, terminó, Clase respecto al evangelio de Jesucristo, finalizada. Evangelio del Reino. Objetivo. El principal, Gobierno. Pero cuidado, nadie puede entrar en el evangelio del Reino, si no ha pasado antes por el evangelio de Jesucristo. Es como que tienes que pasar por la escuela primaria y secundaria, evangelio de Jesucristo, para luego sí poder tener acceso a la Universidad, evangelio del Reino. ¿Soy claro? ¿Y cuál sería esa universidad? La iglesia. Seguramente la mayoría de ustedes han conocido o conocen personas que han sido salvas sin llegar a la iglesia, ¿No es así? Yo soy el mejor ejemplo que conozco. Yo acepté a Jesucristo en una noche estrellada, solo y sin ninguna forma ni clase de ambientación cristiana. Él y yo. Punto.

Alguien me lo había presentado, pero el Espíritu Santo trabajó en mi espíritu y en mi alma y me doblegó así, a solas. Y eso, algo me demostró a mí en ese momento, y lo sigo teniendo muy en cuenta, todavía: no somos los cristianos los únicos que predicamos salvación, definitivamente. Ojo, a mí, después, cuando llegué a los templos, me enseñaron que Dios nos necesita para predicar el evangelio porque nadie más puede hacerlo. ¿Puedo darte una lectura al respecto? Apocalipsis 14. Porque resulta ser que no somos los únicos que podemos predicar el evangelio. ¿Lo leíste? Sí señor, te está diciendo que había ángeles que tenían el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra. Y no eran mensajeros humanos, porque dice que volaban…

Perdón, perdón, perdón… ¿Esto me está diciendo, entonces, que los ángeles también predican? ¡Claro! Eso es lo que se nos dice. ¿Tú te habías creído que se lo pasaban volando de un lado al otro o tirando flechitas para que ella se enamore de él o viceversa? ¿Por qué te crees que cuando llegan misioneros a lugares donde jamás había puesto sus pies, anteriormente, ningún cristiano, se han encontrado con personas que ya conocían a Jesús y creían en Él como Señor de sus vidas? Dios está avanzando con o pese a nosotros, eso es obvio. Son tiempos de cumplimiento y no se lo puede perder en protocolos inexistentes. Estos, son tiempos determinantes. Menos palabrerío y más vida.

Porque hasta aquí nosotros hemos estado abocados solamente a difundir, proclamar, predicar y enseñar el evangelio de Jesucristo. Creo que ya es tiempo de modificar esto. Comencemos a enseñarles a las personas a predicar el evangelio del Reino, a gobernar tal cual es el mandato, a ser fértiles en todo lo que hagan y a tomar de una vez por todas la conducción espiritual de la educación, mucho más allá de aquellos colegios cristianos que por décadas fueron, reconozcámoslo, verdaderas fábricas de ateos, escépticos o rebeldes al Dios de todo poder. Es tiempo de empezar a meternos en todas las áreas del país por igual, sin distinción de lo artístico, lo cultural, lo político o lo deportivo.

Y no estoy hablando de afiliarnos a los partidos políticos conocidos. Que haya muchos que lo hacen, es la mejor prueba que Dios no es tirano y que nos hizo con una voluntad que siempre va a respetar, pero que no significa que Él lo apruebe. Y ni siquiera a construir partidos políticos cristianos, porque no es por allí donde pasa la solución, también está probado y comprobado. La política es un sistema corrompido y para entrar en él debes entregar banderas y estandartes clave. Decir Reino y Gobierno, es hablar en otro idioma de otra dimensión. Y no hay riesgo de equivocarse o cometer errores graves, porque si somos fuertes en el ámbito de lo espiritual, indefectiblemente sabremos qué puertas deberemos cruzar y qué puertas no. Sólo un problema: hay una enorme cantidad de cristianos, (Y no sé si no es una gran mayoría) que definitivamente ignora lo que es el mundo espiritual.

Son personas que, en su gran mayoría, asisten a iglesias sólidas y bien estructuradas, pero que en sus vidas privadas se mueven con las mismas rutinas que el mundo secular simplemente porque no creen que exista otra manera. Y gente que se casa o se descasa porque todo lo hace a partir de sus impulsos almáticos, cuando no de los corporales u hormonales, y así se pierden en una nebulosa de problemas que, en primera medida, termina con cualquier misión ministerial que cada uno tuviera. Me gusta ayudar a cristianos con problemas, pero de ninguna manera acepto convertir este ministerio en un consultorio sentimental. Eso es de altísima mediocridad no exenta de manifiesta hipocresía. Y te puedo asegurar que, aun con el mejor de mis esfuerzos y enseñanzas, todos los días recibo correos de señoras o señores sentimentalmente en problemas. Ay…

Porque hay una verdad inclaudicable: si no sabes discernir sobre las cosas naturales, ¿Cómo se te ocurre que podrás hacerlo con las espirituales? Y si no disciernes lo que es de Dios o lo que es de Satanás, ¿Cómo piensas que puedes ser útil en esta guerra? Definitivamente, tenemos que cambiar nuestra manera de pensar. Las clases de estudio bíblico no salvan a la gente. Nos enseñan muchas cosas, estoy de acuerdo, yo las promuevo e incluso puedo dictarlas, pero eso apenas es el principio, de ninguna manera es la meta. Porque convengamos que, definitivamente, somos seres espirituales, y Pablo dice que, si tú alimentas lo natural, el fruto será natural y que, si alimentas lo espiritual, el fruto será espiritual.

No te olvides que el evangelio del Reino, tiene que ver con áreas de gobierno. Esto fue lo que perdió Adán cuando cayó. No la salvación, Dios se encargó de salvar a Adán. Lo que perdió fue el gobierno, la autoridad en esas áreas puntuales. En suma, sabemos que Adán se fue con el Señor, pero también sabemos que, con él, Dios jamás recuperó el gobierno de Su Reino. A eso recién lo recuperó con Cristo. ¿Y qué hizo? Se lo entregó a la iglesia. La gran pregunta que surge, entonces, es: ¿Por qué tanta gente se queda en esa primera esfera del evangelio de Jesucristo, si lo que Dios quiere es que vayamos más lejos? Mira; hasta el siglo doce, por lo que sabemos, todo de una u otra manera, giraba en torno de Dios.

La salud, la educación, las artes, la música, la ciencia, la política. Recuerda que siempre era la autoridad religiosa la que daba la autoridad política, porque decían que él tenía autoridad eterna y el otro, autoridad temporal, Lo recuerdas, ¿Verdad? Nadie dirá que era la maravilla manifestada, porque ya existía y mucho la corrupción.  Bueno, todos sabemos y observamos que, con el correr de los tiempos, todo eso fue cambiando y todo se fue modificando. A ver; ¿Dónde empezaron los mayores problemas? NI se te ocurra pensar que comenzaron en el ateísmo o fuera de la iglesia. Los más grandes detractores que la iglesia tuvo, nacieron adentro de la misma iglesia.

Fueron gente que creció al amparo de doctrinas obtusas, que no convencían a nadie. Pensadores como Voltaire, que simplemente fueron educados bajo una doctrina escolástica tan ridícula que da vergüenza ajena siquiera recordarla. ¿Cuántos ángeles danzando pueden caber en la cabeza de un alfiler? ¡Esas eran las grandes discusiones bizantinas! Las de los padres de la iglesia, allá por el siglo catorce. Y ahí fue donde mucha gente con alta capacidad intelectual y de búsqueda, decidió que ese tipo de cosas de ninguna manera podían provenir de un Dios como el que se les presentaba. El que me diga que hoy no están ocurriendo cosas muy parecidas con temas muy triviales, vive en otro planeta.

Y así fue que lentamente, pero con firmeza, fueron girando toda la visión que el mundo tenía en ese momento, desde una visión teocéntrica, hacia un humanismo sin la participación ni la presencia de ese Dios tan raro que facultaba discusiones tan estúpidas, llevadas a cabo por gente que también parecía estúpida. Anda dando vueltas por allí un cuadro, creo que de Leonardo Da Vinci, en el que se ve un círculo con un hombre en su interior. ¡Eso fue lo que se hizo! Se saco a Dios del centro de todas las cosas y en su lugar se puso al hombre, como centro de todo. Allí se sacó del trono de tu vida a Jesucristo y se hizo sentar a tu Yo. ¿Qué te parece? Ojo, yo creo fielmente que el hombre es el centro de la creación, de eso no tengo dudas. Porque somos nosotros los que regulamos todo. Pero jamás por fuera de Dios.

Así que después de lo que termino de decirte, ya sabes que el hombre es, parcialmente, la medida de todas las cosas. Es que somos realmente seres extraordinarios. Somos la creación más compleja y completa de Dios. Hasta el día de hoy, y te digo algo que parece una tontería, pero no lo es, la ciencia no sabe por qué nos crecen las uñas. No hace tanto tiempo que se pudo completar el genoma humano. Tú tienes 3.5 de sal en tu cuerpo, tal como tienen los mares. Y tienes un 73 por ciento de agua en tu cuerpo, que es la misma proporción que tiene el planeta entre agua y tierra. No tengo dudas, todavía el hombre sigue siendo el centro de la creación de Dios. Por eso tengo mis serias dudas respecto a la validez científica de la IA, o Inteligencia Artificial. Porque el hombre la pone en marcha, pero luego ella se las arregla sola. Y todo lo que desplaza al hombre como baluarte de la Creación, no es Dios.

Bueno, ese pensamiento que te mencionaba anteriormente, con el tiempo fue a caer en algo que se llamó teología natural. Es lo que podemos leer en la carta de Pablo a los Romanos. Lo que conocemos de Dios, lo conocemos por medio de las cosas creadas. Y fue en eso que se sobrecargó todo el énfasis. Entonces empezamos a decir y creer que podíamos ver la grandeza o la eternidad de Dios simplemente mirando los atardeceres, el vuelo de los pájaros y el sonido de sus trinos. Teología natural. Ese fue el eje a partir del cual los grandes pensadores de una época hablaran del naturalismo. ¿Y a qué quiero llegar con esto? A que entiendas que hemos perdido lenta, progresiva, pero sostenidamente, las áreas de influencia de Reino, porque nuestra teología no ha ido cambiando a la misma velocidad con la que cambió la ciencia.

Y fíjate que ese ha sido el gran problema, que nuestros genios nos obligaron a optar entre la teología o la ciencia. Pero si tú lees, la palabra CONOCIMIENTO, de donde se deriva CIENCIA, te vas a dar cuenta que todo forma parte del manojo de llaves que Dios nos ha entregado. Y te doy un ejemplo histórico y comprobable. Si te pones a estudiar a los tres más grandes físicos de la historia, vas a descubrir que los tres eran creyentes. Y los tres determinaron puntos científicos que les dejaron en evidencia que, lo que ellos habían descubierto, eran principios eternos de poder. O sea: principios divinos.

¿Entiendes lo que digo? Uno de esos era Newton, creo que te suena. Entonces, la teología natural del siglo 19 entra al siglo 20 y, literalmente, el naturalismo se convierte en humanismo y, al corto lapso, el humanismo se convierte en secularismo. Y aquí es donde estamos hoy. Es muy cierto que ya no tenemos esas grandes corrientes ateas que existían a principios del siglo 20, y se oponían ferozmente al evangelio, pero sí tenemos hoy una enorme indiferencia para con todo lo que es sagrado. Y eso, anímicamente te deprime, lo quieras o no. Puedes batallar contra una oposición feroz, pero no ante esa tibieza que te hace saber que les da lo mismo vivir que morirse tal como están.

Eso es lo que llamamos secularismo. Y que no comienza afuera en el mundo incrédulo, como muchos han creído y siguen enseñando, sino que empieza en la misma iglesia. ¿No dice Pablo que ya sea aquí o ya sea allá, todos trabajamos para el Señor? ¿Y entonces por qué dentro de nuestras congregaciones se sigue dividiendo a los que trabajan en la iglesia, para el Señor, con los que trabajan afuera para el mundo secular? ¿Qué quieren decir con secular? Que está afuera de la iglesia. Ah, ¿Y los que dicen que trabajan para la iglesia a medio tiempo? ¿El otro medio a quien se lo dedican? Todos esos pensamientos muestran tu teología. ¡El domingo es el día del Señor, hermanos! Ah, ¿Y los otros días de quien son?

Yo no sé cuántos de nosotros tiene alguna vaga idea respecto a lo que es la física cuántica. Es una ciencia que partiendo de la física tradicional ha avanzado a sitiales insospechados dentro de lo que es investigación profunda, ¿Y sabes qué? Gracias a esa física cuántica, hoy se ha podido demostrar científicamente la existencia real de un mundo espiritual hasta aquí sólo reservado, -decían- para las mentes fantasiosas o supersticiosas. La física cuántica ha descubierto que lo más pequeño del universo ya no es el átomo, como nos habían enseñado en el colegio, sino una pequeña partícula llamada Quart. Partículas que, en un momento dado y por alguna causa que se desconoce, pueden vibrar todas a un mismo tiempo y en un mismo sentido y tono. Los científicos han llegado a decir que es como que algo invisible las gobierna.

Otros, han asegurado entender que hay una personalidad detrás de esa energía. Ellos han determinado que los puntos básicos para lo creado son la luz, el sonido y la energía. ¡La ciencia dice eso! Dios es luz, Dios habla, Dios es Poder. ¿Se te ofrece algo más para creerlo? Cualquier similitud con un viejo libro llamado Génesis, supongo que debe ser pura coincidencia. Algunos científicos, hoy, cuando hablan, parecen teólogos. Porque lo que para ellos es una simple intuición científica, para nosotros es simplemente fe. Y los que más rédito sacan de todo esto, son los esotéricos disfrazados de religiosos, pero no la iglesia genuina. Y eso que a partir de las nuevas formas de diagnóstico que existen, la ciencia está diciendo abiertamente que se ha podido comprobar la existencia de un ámbito espiritual invisible. Ese ámbito en la que una gran parte de lo que se llama iglesia, todavía no termina de aceptar y creer.

¿Recuerdas lo que decía la física tradicional? Solo se puede investigar lo que se puede ver, oler y palpar. La física cuántica, mientras tanto, está diciendo que lo más importante es lo que no se puede ver, ni oler ni tocar. ¡Y es lo que está alrededor de nosotros! Algo nos conecta con todo. Lo único que está faltando es determinar su nombre. Tú y yo lo conocemos, pero todavía no es tiempo para la gran masa. Lo cierto es que el mundo espiritual está alrededor de nosotros, pero no lo percibimos. Alguien lo comparó con las hélices de los viejos aviones. Se pueden ver cuando están detenidas, pero ni bien se ponen en marcha y toman velocidad, todo se convierte en un círculo invisible. El mundo espiritual está alrededor nuestro, pero va a una velocidad en la que nuestros sentidos no pueden percibirlo. ¿Te sorprende o impacta verlo así? No te preocupes, somos dos; a mí me produjo exactamente eso cuando pude verlo.

¿Qué puede significar, entonces, que una persona entre en el espíritu? Que aprenda a meterse en la velocidad en la que el mundo espiritual funciona. Algunos le llaman: Alinearse. Es la única manera en que todo el mundo espiritual se te haga visible. Operando en la velocidad terrenal, es imposible. Por más inteligente, brillante, intelectual o master en teología que seas. Hay un patrón de Dios que es más que evidente. Por eso es que la ciencia sostiene y cree que hay cosas que no son de este ámbito terrenal y material, pero que es imposible verlas porque se mueven en una dimensión distinta. Y utilizan la palabra Dimensión, sencillamente porque la palabra Espiritual, como tal, todavía no se les ha revelado. Y a muchos cristianos, la palabra dimensión los molesta. Misericordia…

De todos modos, hace ya mucho tiempo que la tremenda ciencia que de alguna manera rige los destinos del planeta, se ha dado cuenta que las cosas más importantes que existen, no las pueden colocar en un tubo de ensayo. A muchos, eso les ha desmoronado un auto concepto que por poco estaba rozando el “diosismo”. Nos sucede a todos. Cuando alguien nos muestra, nos enseña o nos demuestra que hay algo que ignorábamos, o que lo sabíamos, pero mal o incompleto, podemos adoptar una de dos reacciones de las más clásicas: o lo negamos neciamente y nos refugiamos en nuestras viejas sabidurías, ahora dejadas en claro como inútiles, o nos preocupamos en conocer más, en investigar, en escudriñar y finalmente podemos avanzar a la misma velocidad que avanza el mundo espiritual que discurre a nuestro alrededor. Doy enormes gracias a Dios por poder hacer esto último, a pesar de estar en una edad donde una mayoría es más proclive a lo primero.

No lo vemos, es cierto, pero eso no es sinónimo de que no exista. Tampoco vemos las bacterias o los virus, pero si se te meten en el organismo, te enferman y hasta te matan. Esto te deja una conclusión tan simple que, de simple que es, parece casi hasta tonta. La incredulidad no es una consecuencia de tu formación, de tu educación o de los mandatos o enseñanzas que recibiste, como una gran parte del pueblo de Dios cree y enseña. La incredulidad es un espíritu maligno que proviene de las oficinas del infierno y que debe ser expulsado de nuestras mentes por el poder de la sangre de Jesús. Ese, apenas ese, será el primer paso que te permita andar y vivir en el espíritu y no en la carne, como hasta hace un momento. El momento en que la palabra de Dios escondida en esto que hoy he recibido, tocó tu espíritu y te hizo ver por un momento en donde estás y en dónde deberías estar si obedeces la voluntad de Dios.

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marzo 8, 2024 Néstor Martínez