Estudios » Crecimiento

Viuda Por Conveniencia

No puedo explicarme las discriminaciones que sufren las mujeres, todavía, en este siglo veintiuno, en el mundo y, por que no, también dentro de las iglesias. Es como si la sociedad toda, incluso la más versada, hubiera olvidado los fundamentos y principios iniciales. Creada a imagen de Dios como el varón, la mujer es parte integral de ese ser genérico llamado “hombre”, o Adama. Ya desde el mismo principio de la Biblia, la mujer es considerada a la par con el varón como Hombre, por lo que ya desde el principio, ella recibe toda su dignidad como tal. Sin embargo, por causa de la caída, es como si la situación de la mujer delante del Señor, hubiera sufrido una modificación. Los dolores en sus partos, un supuesto dominio del marido sobre ella y otras pautas más, han llevado a muchos a confusiones, a otros, exageraciones y a todos, a dudas.

Sin embargo, la posición de la mujer según el Antiguo Testamento, era muy superior a la que tenía reconocida en naciones paganas alrededor. Gozaba de mucha más libertad, siendo sus actividades más variadas e importantes, y siendo su situación social mucho más elevada y respetada. Los hijos debían honrar al padre y a la madre. Ya en las familias de los patriarcas, las mujeres como Sara, Rebeca y Raquel jugaban un papel eminente y, en ocasiones, preponderante. María, la hermana de Moisés y Débora, fueron profetizas y poetisas, y esta última acaudilló un ejército a la victoria. Ana, la madre de Samuel, es una hermosa figura de mujer piadosa y notablemente dotada. Hulda era una profetisa a la que se prestaba mucha atención. Más de una vez vemos como se honra a la reina madre y, en la biografía de los reyes, siempre se indica quien fue la madre.

Asimismo, el triste ejemplo de Atalía y Jezabel demuestra hasta donde podían llegar en Israel el poder y la influencia de una mujer. El joven es exhortado, en los Proverbios, a recordar la enseñanza de su madre, porque el hecho de menospreciarla lo llevaría a maldición. En cambio, en Grecia y en Roma estaban bien lejos de reconocer el valor de la mujer. Aristóteles la consideraba como un ser inferior, intermedio entre el hombre libre y el esclavo. Sócrates y Demóstenes la tenían asimismo en poca estima. Platón recomendaba la posesión de mujeres en común. En la práctica, estas mismas concepciones eran las que existían en Roma, especialmente después del triunfo de la cultura y de las formas licenciosas de los griegos.

Tampoco se debe confundir el papel de la mujer en la Biblia con el que se le da en la actualidad en los países árabes del Oriente Medio, donde es un juguete a disposición del padre y del marido. La posición de la mujer en aquellos países no deriva de la influencia que el Antiguo Testamento hubiera podido tener en la formación del Islam, sino en todo el contexto social pagano anterior de aquellas tierras, que quedó cristalizado con fuerza de ley en la institución de la poligamia y de la total impotencia de la mujer frente al varón. Pablo, (Algunos dicen que por Palabra del Señor, otros por influencias de Roma), no reconoce a la mujer el ministerio de enseñanza pública ni el de dirección, que se reserva al varón. Sin embargo, al precisar la actitud que debe tenerse, habla de la mujer que ora o profetiza.

También menciona, en algunos textos, a numerosas mujeres que han sido sus colaboradoras en la obra de Dios y que le han sido de ayuda en sus propias actividades. Había, asimismo, diaconisas en la iglesia primitiva y viudas puestas en unas ciertas funciones encargadas de todo tipo de obras de asistencia, tales como encargarse las más experimentadas de instruir a las más jóvenes. No obstante, también Pablo, expone claramente que, por lo que respecta a la salvación y a su posición en Cristo, “No hay varón ni mujer”, consignando que en la nueva esfera futura, más allá de la muerte, esta distinción desaparecerá totalmente. Está muy evidente que todos, varones y mujeres, forman parte igualmente del cuerpo de Cristo, y todos, hombres y mujeres, forman parte igualmente del cuerpo de Cristo, y todos, hombres y mujeres, reciben un don del Espíritu para la utilidad común. Para Dios no hay acepción de personas, y esto está decididamente incluido, aunque a muchos les pese.

Las mujeres viudas, mientras tanto, llevaban una ropa especial que las distinguía. Después de quitarse las joyas, se ceñían de saco y se mesaban los cabellos, no ungiéndose la cabeza. Dios exhorta a tener compasión de los desventurados, entre los que llamativamente, cuenta a las viudas. La Ley de Moisés, como después de él los profetas, exhortaban a los israelitas a tratar a las viudas con justicia. Dios –dice la Biblia-castigará a quienes las dañen de alguna manera. Jesús, durante su ministerio, también atacó duramente a los que atentaban en contra de los recursos de las viudas. La iglesia primitiva se cuidaba de las viudas desvalidas, con la condición de que tuvieran al menos sesenta años y necesitaran de esta ayuda. Desde finales del siglo Segundo y hasta el Cuarto, los autores eclesiásticos hablan de las viudas ancianas como formando una especie de hermandad encargada de ocuparse de las mujeres que pertenecían a la iglesia, especialmente de las viudas más jóvenes y de los huérfanos. El sínodo de Laodicea abolió esta función.

Muy bien; ¿Pero para que yo habría de invertir todo este tiempo en esta introducción sobre la mujer que, por poco o por mucho, tú ya conoces? ¿Para que resumir algo que en la Biblia está más que claro y que se enseña y se ha enseñado en casi todas las congregaciones cristianas? Pues precisamente por eso; porque es la introducción necesaria para entender que una cosa es la Biblia desde lo literal y concreto y otra, muy distinta, desde lo espiritual y simbólico conforme a lo que el Espíritu Santo decida revelarles a los hombres. Esto que has oído, es la historia de la mujer, a grandes rasgos, y sus implicancias dentro del evangelio que nos muestra la teología. Pero nos falta ahora llegar adonde deseamos con este estudio: a una mujer espiritual nacida a partir de un hecho trascendente.

Dios crea al hombre, Adán, y luego de su costado, (El mismo costado de Jesús en el que penetrara la lanza del soldado cuando agonizaba en la cruz), Dios crea a Eva, la mujer. Esa es la historia que tú conoces y, el resultado, lo que dijimos en el principio. Sin embargo, aquí hay una coincidencia clave. Así como Eva fue creada desde el costado de Adán, así también la iglesia fue creada a partir del costado de Cristo. Por eso es que somos llamados a ser Su Cuerpo en la tierra, porque somos parte de ese cuerpo, desde lo espiritual. ¿Y que nos está diciendo ese paralelismo? Simple. Que todas las historias que encuentras en la Biblia relacionada con mujeres, lo que simbólica y tipológicamente están queriendo representar, es a la iglesia. Ejemplo inicial: María. Sólo de una iglesia virgen de contaminaciones de hombre, puede nacer el hijo de Dios en estado de pureza y santidad incomparable.

Ahora bien; si toda mujer, en la Biblia, más allá de historias puntuales o no puntuales, es sinónimo de iglesia, ¿Qué ocurre cuando hablamos de las viudas? Muy claro: estamos hablando de la iglesia actual, de la que todavía tiene al esposo en otra dimensión y no puede contar con Él en lo efectivo. Es la viuda que espera el día de la resurrección del esposo para acompañarlo en lo que serán las grandes bodas del Cordero. Es la viuda que no pecó, que no se manchó, que no tiene arrugas humanas ni científicas, que se ha conservado pura y sin mácula para Su Señor, El Esposo. ¿Has entendido esto? ¿Puedes verlo con la misma sencillez y claridad que me ha tocado verlo a mí? Si así fuera, sólo si así fuera, te invito a que me acompañes a ver algunas cosas desde la óptica. Mujer-Iglesia-Mujer.

Ropa decorosa, pudor, modestia y ninguna ostentación de nada. Esa es la mujer-iglesia de Pablo a Timoteo. Si se muestra con todo lo contrario, aquí tienes la imagen clara y precisa de Babilonia, la iglesia falsa e imitadora de la genuina, levantada con la finalidad de engañar a los hijos de Dios y conducirlos a errores humanos, científicos, psíquicos o esotéricos. Estas congregaciones no tienen pudor, no dudan en hacer monumentales ostentaciones en distintas expresiones visuales o auditivas, mientras muchos de sus miembros padecen graves problemas para llegar al templo porque, en casos, no tienen una moneda para el transporte. Como acto de generosidad extrema, algunas contratan ómnibus para traerlos y llevarlos, y lo promocionan como el sumum de la obra cristiana. Hay una política empresarial utilizada por el mundo secular para sus negocios, que asegura que, cuando una empresa o institución, muestra fastuosidad, siempre atraerá a más gente que si camina en un marco de austeridad. Funciona en ese rubro, y muy bien, pero… ¿En la iglesia del Señor?

No, en la iglesia del Señor, no; en su imitadora, apta para engañar a muchos, sobre todo si no se toman el trabajo de escudriñar las escrituras, tal como les ha sido ordenado. Porque la iglesia del Señor toma modelo de su Señor. Y éste, durante su ministerio, jamás hizo ostentación alguna. Tampoco hizo beneficencia ni regaló cosas a la gente para resultarle simpático. Sólo se limitó a darles alimento espiritual genuino. Y fue más que suficiente. Por eso Pablo le recuerda a Timoteo que no fue Adán el engañado por la serpiente, sino la mujer, la iglesia. Hoy ya no hablamos del primer Adán y de Eva, la mujer engañada. Hoy nos referimos al segundo Adán, que es Cristo, y a su iglesia. Y debemos prestar suma atención a esto, ya que nos demuestra que, si el enemigo elige un sector para procurar introducir engaño, ese sector será la iglesia. No puede operar dentro de ella, porque la Palabra dice que no prevalecerá. Pero sí puede influir desde afuera, utilizando todos aquellos instrumentos con falencias que le abran las puertas para ingresar. Israel jamás perdió una batalla contra enemigos de afuera. Siempre fue derrotado por gente que salió de su propio seno. Israel, hoy es la Iglesia. ¿Está claro?

Y allí es cuando le recuerda el cómo debe ser un obispo. Sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar y…marido de una sola mujer. Un obispo, (La palabra es Episkopos) era una especie de supervisor, alguien con capacidad para ordenar y elaborar estrategias conforme a la voluntad de Dios para su pueblo. Un equivalente a lo que sería un pastor de nuestros días, ministerio sobredimensionado por todas las organizaciones. Comienzo con apto para enseñar. Si el supervisor no sabe o no puede enseñar, no ha sido enviado, se ha auto-proclamado. Hospedador. Por cada líder que hospeda, hay cien que manipulan a los miembros de su congregación para que lo hagan. Decoroso. El decoro es, entre otras cosas, la conjunción de pureza, honestidad y recato. No opino ni influyo, tú sabes. Prudente. La prudencia es la suma de templanza, cautela, moderación, sensatez y buen juicio. No estoy haciendo esto de manera malsana y con propósitos torcidos. Sólo leo la Biblia.

Sobrio. Es un moderado que carece de adornos superfluos. Alguien que siente repugnancia por la figuración y el alto perfil de exposición pública. Tú sabrás. Y llegamos al punto clave de este texto. El supervisor, tiene que ser marido de una sola mujer. Y en lugar de tomar este verso para fusilar divorciados al amanecer, e impedirles ingresar a las congregaciones como miembros activos, presta atención al hilo conductor que venimos viendo. ¿Se nos está queriendo decir que hay líderes que militan en más de una iglesia? No se nos está diciendo, se nos asegura eso. En el final entenderás esto. En la mujer que simboliza la iglesia, se le demandan honestidad, que no calumnien, que sean sobrias y fieles en todo. Atención con este término utilizado aquí y traducido como “honestas”. Es el vocablo Semnos, e indica un comportamiento que es digno, honorable, decente, respetuoso hasta el punto de ser reverente. Los líderes en la iglesia debieran dar el ejemplo, y comportarse de tal manera que susciten el respeto de los demás.

Porque Semnos se aplica a ambos cónyuges, -el marido y la esposa-, este rasgo debiera caracterizar a todas las parejas cristianas. Esto dice un comentario literal al respecto. Pero si mujer es iglesia, una iglesia honesta jamás podría estar conducida por gente que no lo sea. ¿Habrás visto algo así alguna vez? Además, otra vez, aparece la palabra Sobriedad. Otra vez la prevención en contra de adornos u oropeles religiosos. En conjunto con la probabilidad de existencia de calumnia. Yo sé lo que es eso, he sido víctima. Pero no soy el único, ni lo seré, por supuesto. Es una mecánica, no un error aislado. Y, finalmente, dice que las iglesias deberán ser fieles en todo. ¿Qué cosa es en todo? Eso. Exactamente eso: en todo. En la predicación, en el respeto por los demás, en la carencia de aspiraciones personales, en la ausencia de ambiciones materiales. En todo. Fieles. ¿Cuál es la antítesis? Infieles. ¿Qué es infidelidad? Adulterio. Y no estoy hablando de la esposa de nadie humano. Sólo de la de Cristo.

Las directivas para los diáconos, que son los ayudadores, que sean, otra vez, maridos de una sola mujer y que gobiernen bien sus casas y sus hijos. ¿Qué es gobernar? Guiar, dirigir, regir algo. ¿Es eso lo que se está haciendo, hoy? En parte, quizás sí, no se puede generalizar. Pero mayoritariamente, no. En lo global, lo que se está haciendo es muy parecido a una tiranía despótica, donde alguien se arroga el derecho de hacerse dueño de todo el resto, con la particularidad de tener opiniones infalibles que no pueden ser discutidas por nadie. Eso no es gobernar, eso es oprimir. Ahora bien: ¿Qué sucede cuando a una mujer se le muere su esposo? Pues queda viuda. A partir de allí, vamos a ver algunas cosas que hay en la misma carta de Pablo a Timoteo respecto a las viudas, que en nuestro panorama son aquellas iglesias que esperan el retorno de su esposo faltante: Cristo.

Le demanda que no reprenda a los ancianos, sino que los exhorte como si fuera a su padre. Y con los más jóvenes, trato de hermanos, pero con toda pureza. Es muy claro lo de Pablo a Timoteo para que el joven lo ponga en práctica en su trabajo para el Señor. Válido para cualquier líder varón de cualquier punto del planeta.  Sobre todo, déjame decirlo con claridad, en lo referente a las jovencitas.  Miles y miles de caídas estrepitosas de pastores que han conmovido los cimientos de la iglesia en distintos países, y pecados de alto volumen en el plano de la sexualidad se han producido, por no haberse entendido con claridad este último punto. La tentación de transformarse en una especie de jeque árabe con un harem femenino a su disposición, donde ninguna de ellas se negará a cuestiones no muy santas por una simple razón de sujeción, es muy fuerte y ha producido verdaderos desastres.

Sin embargo, lo que quiero rescatar de estos dos versos, es una palabra clave: exhortar. Dice el diccionario de la Real Academia que Exhortar, es incitar a alguien con palabras, razones y ruegos a que haga o deje de hacer algo. Eso no es lo que mayoritariamente vemos hacer en nuestros púlpitos. Se prefiere caerle con toda potencia a los que no están de acuerdo con nuestras formas de hacer las cosas que exhortar conforme a la Palabra a los que anden por caminos equivocados. Y luego le pide que honre a las viudas. En lo literal, las viudas que en verdad lo son, eran aquellas que no tenían familiares algunos que se ocuparan de ellas. En lo espiritual, las viudas que en verdad lo son, son las iglesias que tienen como única y suficiente cabeza a Jesucristo, y no a hombres respaldados por prestigios humanos. Podrás pensar, y hasta decírmelo con algo de indignación, que es imposible que haya iglesias de Jesucristo que no se apoyen en él, pero déjame decirte que la Biblia misma, en el final de este trabajo, te dará un texto que confirma lo que yo digo y no lo que se nos ha enseñado por años.

En lo literal, la responsabilidad de cuidar las viudas no debe recaer enteramente en la iglesia, cuando la persona en cuestión tiene hijos y nietos. La familia siempre deberá cumplir con sus deberes para los progenitores. En lo espiritual, significa que cuando la iglesia da a luz a nuevos hijos espirituales, estos deben velar por quien los engendró. Siempre dentro de lo que es genuino, porque si la iglesia es falsa, dará a luz hijos falsos, y en este caso, siempre tendrán oportunidad de cambiar y abandonar su primer hogar. Así como la iglesia primitiva se había hecho una obligación proteger y velar por las viudas, así ellas también tenían que mostrarse como mujeres dedicadas a la oración, amantes y temerosas de Dios. La iglesia real, espera siempre en su Señor, el esposo, y es diligente en grado sumo para la oración noche y día.

Dicho así, suena casi hasta remanido, porque quien no sabe que el que cree en Dios debe esperar en Él. Todos. Sin embargo, no creo ser el único que conoce algunas congregaciones, (Espero que no sean mayoría), que piensan actividades para realizar mucho antes de presentarlas en oración. A eso, en todo caso, lo hacen después que tienen todo organizado. Y allí le piden a Dios que bendiga, potencie y corone con éxito todo lo que ellos imaginaron, pensaron y ejecutaron con la mejor de las intenciones y gran sabiduría, pero en total ausencia de dependencia a mandatos divinos. Esperar en Dios, es nada menos que eso: esperar que sea Él quien, de la voz de mando para iniciar cualquier clase de camino, tanto en actividad como en batalla. Esperar en Dios es quedarse en silencio a aguardar que Él abra su boca. ¿Cuántos están haciendo esto, hoy? Por eso Pablo acota que viuda que se entrega a los placeres, está muerta.

Tienes nombre de que vives, pero estás muerta, le dice el Señor a la iglesia de Sardis en Apocalipsis. Esto demuestra con claridad que, en efecto, hay entes autodenominados como iglesias, que pueden suponer estar vivos espiritualmente, cuando en realidad es todo lo contrario. Para que eso suceda, leemos aquí, esa iglesia debería haberse entregado a los placeres en lugar de cumplir con su dedicación a la oración. ¿Habrá iglesias así? Si está el modelo negativo comprendido en las siete básicas del Apocalipsis, seguramente que si. De allí que llama la atención que Pablo añada que quien no provee para los suyos, no sólo niega su fe, sino que es peor que un incrédulo. Quizás pueda parecerte que está hablando del hombre de la casa, del marido, del padre de familia. Y está bien que entiendas eso, porque en lo literal es así, y deja fuera de combate a tantos hombres que, bajo el pretexto de estar dedicados a tiempo completo para la obra, viven a expensas de lo que sus esposas traen de sus trabajos seculares.

Pero no está hablando de eso en el ámbito espiritual. Allí se refiere al ministro que está supuestamente encargado de proveer alimento a sus ministrados. Cuando eso no sucede y es reemplazado por discursos humanistas, ese ministro, pese a todo su oropel religioso, es peor que un incrédulo. Si conoces a alguno, por favor, dile que Dios lo mira, ¿Sí? Aquí hablamos de madurez. Queda a un costado las fiestas de celebración, las enormes bandas de alabanza y los cuerpos de danza. Hablamos de iglesias maduras con excelente testimonio, no sólo en el marco social en el que habitan, sino también dentro del propio ambiente de los cristianos. Estamos hablando de iglesias evangelistas por excelencia, donde han encontrado al Señor miles y miles, hospitalarias para con todos, sin medir apariencias, humildes al grado sumo, llenas de compasión y amor al prójimo y eficientes.

Las viudas jóvenes que pueden trabajar, no deben ser mantenidas por la iglesia. Aún más, sus impulsos juveniles las pueden inclinar a un nuevo matrimonio o a conductas impropias que resulten en un casamiento ajeno a la fe. Tal acción hará necesario tomar una acción disciplinaria a causa de su infidelidad al voto de servicio hecho a la iglesia. Pablo quiere ahorrarles la condenación en la que incurrirían por haber roto el compromiso que aceptaron cuando fueron escogidas para recibir ayuda.

En lo espiritual, en cambio, parecería ser una contradicción con lo que Pablo dirá luego, pero si prestamos atención a lo uno y lo otro, veremos qué no, que no es así. Que no está en oposición a un nuevo matrimonio de las viudas, sino a los motivos esenciales que lo determinen. Casarse significa contraer un compromiso indisoluble con ese esposo eterno. Criar hijos, no es solamente engendrarlos a partir de grandilocuentes campañas de evangelización. Criar hijos es sostenerlos, guiarlos, alimentarlos, protegerlos y capacitarlos. A nadie se le podría ocurrir, a la hora de criar sus hijos, abusarse de ellos, hacerlos trabajar en su propio beneficio personal y no del de la casa. Criar hijos es, en idioma eclesiástico, ejercer la noble tarea del discipulado. El Nuevo Testamento no habla de salvar almas, habla de hacer discípulos.

A mí me molestan, me fastidian y me duelen la mayor parte de las críticas que la prensa secular y gente del común tienen para con la iglesia. Pero cuando respiro hondo y adquiero serenidad, puedo ver que, en una gran mayoría, esas críticas tienen que ver con enormes méritos que nosotros mismos hacemos para tenerlas. La única iglesia posible en este siglo veintiuno de riquezas técnicas increíbles y conocimientos intelectuales de alto nivel, es la iglesia que exprese y manifieste a Dios desde su propia vida diaria. Menos luces, menos gritos, menos ruido y más ejemplos prácticos de lo que es un hijo de Dios en la calle, en su trabajo, en su escuela, en su propia casa, con su familia.

¿Y todo esto por qué? Porque, dice aquí y hay que creerlo, porque todos lo hemos podido comprobar personalmente, que hay muchas autodenominadas iglesias cristianas, que hoy por hoy se han apartado de los principios básicos del evangelio de Jesucristo, para ejercer sus funciones bajo las perspectivas, rudimentos y objetivos de Satanás. Estas son las que yo denomino como babilonias. Y el rótulo no es un invento mío ni el producto de resentimientos humanos ni vendetas personales. La calificación proviene de la misma Biblia y se aferra a conceptos ya vertidos y escritos por Juan, en Patmos, para todo aquel que tenga oídos para oír.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

mayo 19, 2024 Néstor Martínez