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La Obediencia de lo Inmediato

 

Quiero hablar en el principio de este trabajo, de la conversión. Y no te lo voy a complicar con razonamientos teológicos ni con elucubraciones raras, sólo lo voy a tratar de ver desde lo más claro, conciso y práctico que pueda encontrar.

Si no es verdad que con una simple oración la gente experimenta, definitivamente, la salvación, entonces me pregunto cuál es el camino. ¿Cómo podemos, nosotros, propiciar que haya, de verdad, encuentros genuinos con Dios?

Va a ser mejor que nosotros los hombres nos callemos la boca y dejemos que sea la propia historia la que hable. Comenzando desde donde comenzó y concluyendo donde terminó. Y allí podrás ver con suma claridad en qué lugar de esa historia se produjo el error.

Claro está que, la idea central de todo esto es que, a partir de eso, lo remediemos. Porque si no lo vamos a remediar, mejor ni pierdas tiempo escuchando esto. ¿Por qué? Porque es mejor pasar por ignorante que por desobediente.

Si tú estudias los evangelios, vas a darte cuenta que no tenemos ejemplos de personas que hayan nacido de nuevo por hacer una oración. No hay un solo ejemplo. En ningún momento el Señor le pide a Pedro que haga una oración, como así tampoco lo hace con ninguno de los discípulos.

Si tú lees con cuidado, vas a ver que hay una señal muy particular que aparece en toda persona que es confrontada con Cristo. Porque, empecemos diciendo que la salvación, se presenta como consecuencia directa de una confrontación.

Hay una confrontación. La gente, de alguna manera es expuesta, y de acuerdo a cómo responde a esta confrontación, se determina si esta persona es salva o no es salva. ¿Cuál es la señal que vemos en los evangelios, respecto a la salvación?

La obediencia inmediata. Claro, que en este caso es muy interesante saber y poder leer entre líneas los evangelios. Me refiero a irse por encima de la historia central y observar con atención las actitudes de la gente.

Jesús predica, y hay gente que es indiferente, hay gente que se pone a escuchar y lo está juzgando, (Pero éste, ¿Qué sabe? ¿Quién es este para decir estas cosas?). Hay gente que cae de rodillas y pide ayuda.

Si nos ponemos a revisar, los escritores que recopilaron el Nuevo Testamento, se dan el trabajo y el cuidado de poder generar ese entorno. ¿Había fe, en este momento, en este lugar, en la gente, o no? Si había fe, Dios podía hacer milagros, Jesús podía sanar, podía liberar. Si no había fe, no se producía nada.

El grupo de discípulos que Jesús llama, la mayoría de ellos, hasta dónde sabemos, ocho o nueve de doce, tenían ya cierta familiaridad con el mensaje de Juan el Bautista. Juan, es un eslabón muy importante en la manifestación de Jesús. Él fue enviado por Dios para preparar el camino.

Yo no creo, particularmente, que Juan haya estado llamado a evangelizar a todo Israel. Más bien, creo que estaba llamado a preparar a los que iban a ser discípulos de Jesús. Porque en ninguna parte dice cuánta era la gente que lo seguía a Juan. Sólo dice que había una multitud.

Eso deja bastante tela para cortar y material para la discusión; que es multitud para Mateo, qué es multitud par Lucas. Y dice que la gente salía de la ciudad, porque Juan no entraba a la ciudad, estaba por los alrededores, y era conocido por algo que hacía. ¿Qué era lo que hacía? Bautizaba.

Es muy preciso y particular ese elemento. De hecho, por ejemplo Juan, el discípulo amado, su hermano, la familia y el resto de su entorno, ya habían sido bautizados por Juan. Jesús nunca los bautizó. El bautismo de Juan, (y el evangelio se toma el trabajo de decirlo), era un bautismo de arrepentimiento.

Cuando Jesús aparece en la escena, en el Río Jordán, es muy probable que muchos de los que luego serían discípulos de Jesús, estuvieran ahí presentes, ayudándole a Juan. Y la palabra de Juan, era una palabra de juicio, no de gracia. Él estaba hablando tal como los profetas del Antiguo Testamento.

Pero resulta ser que eso era lo necesario en ese kairos, en ese tiempo, en ese momento de Dios. Y cuando Jesús entra al agua, los discípulos de Juan, varios de ellos, reconocen a Jesús. ¿Por qué? Porque Juan mismo dice: Él es. Y die que al instante lo dejaron de seguir a Juan, y empezaron a seguir a Jesús.

¡Qué tremendo! Al pasar el tiempo, Jesús completa ese grupo de seguidores cercanos, pero en todos los casos, desde un Mateo y otros similares, reaccionaron con obediencia inmediata. Tanto que el texto dice que al instante, dejaron las redes; al instante, Mateo lo siguió.

Ahora bien; esa palabra, al instante, es la señal. En ese momento, los discípulos se ponen bajo la autoridad de Jesús. Comprendamos que eso no era fácil. No era fácil ponerse bajo la autoridad de Jesús, por una razón.

Tú podrás decir que no, que cómo no iba a ser fácil si él hacía milagros impresionantes, pero déjame que te cuente algo. ¿Tú sabías que en la época de Jesús, había mucha gente que hacía milagros? ¡Pero él echaba fuera demonios! ¿Tú sabías que había muchísimos exorcistas ambulantes en esa época?

¡Pero es que él los llamaba para que se bauticen! ¿Tú sabías que  esos tiempos había un montón de sectas que bautizaban? Entonces, ¿Qué tenía de especial Jesús? De hecho, nadie lo respaldaba. Lo que quiero decir es que ninguna persona podía decir: “Él es el Rabí Jesús”.

Es más; la gente no sabía quién era él. Dios diseñó un filtro para los que deberían seguir a Jesús. Y es que, al verlo a él, no respondan en su mente a si él parecía el líder, sino que sea una conexión de espíritu a espíritu, y lo sigan sin dudar.

Entonces, aparece gente que es muy buena, de la que nunca sabremos su nombre, que dicen: “Señor, ¿Qué debo hacer para tener vida eterna?” – Guarda la ley. “Señor; he guardado toda la ley desde mi juventud” – Pues ven y sígueme, entonces. ¡ah! ¡Me olvidaba! ¡Primero deshazte de todas tus posesiones!

Y dice que este hombre se entristeció en gran manera porque tenía muchas posesiones. ¿Lo pudo seguir? No. Ellos habían aprendido culturalmente, que cuando un maestro te invitaba a ser su discípulo, tú deberías seguirlo el resto de tu vida.

Claro que en este caso, ellos tenían que reconocer que Jesús era un maestro para poder seguirlo, entonces la gran pregunta que tenemos es esta: ¿Quién lo habilitaba? Nadie. A Jesús, a diferencia del resto de los maestros de su tiempo, no lo respaldaba ningún grupo humano.

LA enorme duda que ha surgido aquí es tratar de entender por qué y cómo entonces lo tomaron en serio. ¿Sería por los milagros? No; ya te dije que era frecuente ver milagros en esos días, aunque no provenientes de Dios, claro. ¿Y entonces? Lo tomaron en serio por la autoridad.

Porque hablaba como quien tenía autoridad. ¿Y qué hacía que ellos cuestionaran a los fariseos? Lo opuesto; que hablaban sin autoridad. Esta gente, entonces, se confrontaba con Jesús físicamente, no le encontraban nada que les hiciera ver que él era un súper héroe que iba a liberar a Israel y todo eso; no encontraban tampoco ninguna casa sacerdotal que lo apoyara, ni ningún grupo religioso. ¿Quién es este hombre?

Y esa pregunta, fíjate, se va a repetir varias veces: ¿Quién es este hombre, que hasta los vientos y las tempestades le obedecen? ¿Quién es este hombre? Cuidado con esto que te voy a decir: los milagros más extraordinarios que Jesús hizo, los hizo en privado.

Por ejemplo: cuando camina sobre el agua, sólo estaban los discípulos. ¡Nadie más lo vio! Cuando él hace la multiplicación de los panes, dice que la gente lo seguía. Pero en un momento dado Jesús se da vuelta y les dice a sus discípulos: ¡Oigan, esta gente me sigue por lo que ha comido gratis!

Pero es clarísimo que su corazón no está conmigo. Lo que quiero decir con esto, es que él no hace el show para ganarse la gente. Él no hizo milagros para que la gente lo siguiera. Él hizo milagros, para entrenar la fe de los discípulos.

Ni siquiera los hizo para demostrar quién era él. Por ejemplo: cuando Juan cae en depresión y confusión y estaba en la cárcel, vienen los discípulos y le dicen: ¿Eres tú el que había de venir o deberemos esperar a otro?

Jesús les responde: díganle esto a Juan: Los ciegos ven, los cojos andan, y a los pobres les es predicado el evangelio del Reino. Lo que hizo Jesús, fue: 1) Desarrollar la fe de sus discípulos. 2) Manifestar autoridad, porque él estaba alineado con la voluntad del Padre. 3) Plantar el Reino en esta tierra. El Reino vino con él. Nadie más lo trajo, fue él quien trajo el Reino.

Cuando nosotros decimos que debemos llevar el Reino de Dios a un determinado lugar geográfico, es una forma no muy precisa, y hasta te diría que incorrecta de decirlo. Porque el único que puede traer el Reino de Dios, es él.

Es simple; yo no puedo llevar al Reino de Dios a ninguna parte, porque no soy el Rey. Porque no me pertenece. Yo estoy bajo la autoridad de este Rey y quien decide dónde se va a plantar el Reino, es el Rey, no yo.

Nosotros somos tremendamente importantes en su agenda, porque donde nosotros vamos, va la fragancia del conocimiento del Hijo, y es allí donde el Reino se establece. Cuando él se está despidiendo de sus discípulos, en Mateo 28, dice: Toda autoridad me es dada.

Otra vez autoridad. Es un gran ejercicio. Lean todos los versículos en donde aparece la palabra autoridad. O si te resulta mejor, léete todos los evangelios y subraya la palabra autoridad cada vez que aparezca. Y después observa la función que tiene.

Dice textual: Toda autoridad me ha sido dada en los cielos y en la tierra. Esta autoridad le es dada cuando él muere y resucita. Luego dice el verso 19: Id, pues, y haced discípulos a las naciones. Yo diría sin temor a equivocarme que allí está la misión.

Porque dice que hagamos discípulos, no convertidos. Discípulos. Y dice cómo: bautizándolos. ¿Cómo dice? Bautizándolos. Y enseñándoles. ¿Cómo dijo? Y enseñándoles. Esto quiere decir que primero los bautizamos y luego les enseñamos. No que les enseñamos y luego los bautizamos.

El orden de los factores, sí cambia mucho el producto final. Bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado. Y he aquí, yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo.

Esos tres versículos, es el encargo de Jesús. No son mil diccionarios ni veinticinco libros. Tres versos. Muchachos, me tengo que ir ya. Toda autoridad me ha sido dada, ustedes lo saben. Y ahora esa autoridad está sobre ustedes.

Vayan a las naciones y discipúlenlas; Bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a guardar todo lo que yo les he enseñado. Tan simple como eso. Los hermanos, hicieron eso. ¿Qué hicieron?

En el Libro de Hechos 2, cuando desciende el Espíritu Santo, dice el verso 41: Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Fíjate anteriormente lo que dice el verso 38: Pedro les dijo: arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

(Verso 42) Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

(43) Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.

El mismo día en que Pedro predica, en ese mismo día, los bautizan. Repito: el mismo día. Y luego de bautizarlos, les empiezan a enseñar.

(Hechos 8: 35) = Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

(36) Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: aquí hay agua; ¿Qué impide que yo sea bautizado?

(37) Felipe dijo: si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.

(38) Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.

(39) Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.

(Hechos 16: 12) = Y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días.

(13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido.

(14) Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.

(15) Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.

Aclaración creo que innecesaria: el mismo día que la conocen, es el día en que la bautizan, y es el mismo día que llegan a su casa. Lo que estoy queriendo mostrarte, es el diseño que lo que hoy llamamos la iglesia, ha perdido.

Hay otro texto en este mismo capítulo. El caso del que hemos dado en llamar como el carcelero de Filipos. Ellos están allí, viene el terremoto porque se ponen a adorar, Y en el verso 27 dice: Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.

(28) Más Pablo clamó a gran voz, diciendo: no te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí.

(29) Él, entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas, (¡Se postró! Humillación. Al contrito y humillado tú no despreciarás, Dios): (30 y sacándolos, les dijo: señores, ¿Qué debo hacer para ser salvo?

(31) Ellos dijeron: cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.

(32) Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.

(33) Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.

¿Cuándo dice que fueron bautizados él y todos los suyos? Enseguida. Entonces, tengo que hacerte una pregunta: considerando la Escritura, los pasajes de Hechos, ¿Qué era lo que determinaba que una persona sea salva?

Dos cosas: número uno, que crean en el Señor Jesucristo, en humildad, en obediencia; y número dos, que se bauticen. ¡Qué curioso, porque eso mismo es lo que les había encargado el Señor en Mateo 28! Con esto concluimos en que en la iglesia primitiva, los convertidos eran bautizados inmediatamente después de creer.

La enseñanza, era esta: el bautismo y la conversión, deben ir juntos. Aquellos que se arrepentían y creían, deberían ser bautizados. Durante el primer siglo, el bautismo era la señal externa de que una persona estaba aceptando lo que su fe le estaba dirigiendo a hacer.

Nadie hubiera bautizado a alguien si antes no había unan confesión de fe. Muchos textos del Nuevo Testamento, usan la palabra bautismo en lugar de la palabra fe. Ligados con ser salvos. Esto, porque el bautismo constituía la confesión inicial de fe en Cristo para estos primeros hermanos.

¿Cuándo se empieza a separar el bautismo de la confesión de fe? Eso empieza, más o menos, a principios del segundo siglo. Ciertos cristianos influyentes, empezaron a enseñar que el bautismo debería ir precedido por un período de instrucción, oración y ayuno.

Ya fue dicho: cuando el hombre se sube al monte y empieza a decir él lo que se debe hacer sin que Dios lo haya dicho, el hombre se coloca en el mismo plano que Dios. Pregunto: si hubiera sido importante que la gente ayune antes del bautismo, ¿Por qué Jesús no lo hubiera dicho?

¿Por qué la iglesia de Hechos no lo hubiera cumplimentado? Quiero que entiendas, y vamos a pensar de una manera positiva, sumando y no restando, que la gente a veces mete la pata porque tiene buenas ideas. El gran y grave problema de la iglesia en su conjunto, es que piensa demasiado.

Hay iglesias que están queriendo hoy enseñarle a Dios cómo hacer las cosas. Cuesta muchísimo ser obedientes. Pero no se rebelan intencionalmente o visiblemente, porque culturalmente el cristiano es gente muy tranquila. Simplemente que van a hacer las cosas remendando el título de aquella vieja canción mundana: a mi manera.

“¡Es que haciéndolo de esta manera vamos a tardar menos tiempo!” ¿Y quién te dijo que Dios quiere tardar menos tiempo? “¡Es que así como digo yo es mucho más fácil!” ¿Y quién te dijo que Dios quiere que eso sea algo fácil? Pregunto: ¿Quién te dijo a ti que Dios no ve las cosas?

La independencia es un bien muy preciado en los países y su historia así lo dignifica. Pero en la iglesia del Señor, la independencia es un espíritu que termina siendo obstáculo firme para todo lo que dios quiere hacer. Sin ir más lejos, ese es el espíritu que llevó a que algunos dijeran que no era conveniente bautizar a la gente sin estar seguros si eran salvos o no.

Entonces se inventó y se implantó que los que deseaban bautizarse hicieran un tremendo curso preparatorio. Pregunto otra vez: ¿Qué parte de donde Jesús dice que se debería darles enseñanza después de bautizados todavía no entendieron?

¿Sabes cuál es el freno mayor que tiene el Reino de Dios para establecerse? La creatividad de los hombres. Y te lo digo por experiencia personal. Es hermoso ser creativo, pero en el camino de la fe, es un problema. Porque cuando yo dejo fluir mi creatividad, estoy impidiendo que fluya la creatividad de Dios.

¿Te das cuenta ahora por qué Dios puede usar más fácilmente a la gente humilde? El que es humilde no se cree capaz de nada, entonces obedece a todo, a absolutamente todo lo que Dios le demanda. En cambio, qué difícil es lograr algo parecido con los que se saben o se creen muy capaces.

Para el tercer siglo, ya se formaliza esto: que desde la confesión de fe, hasta el bautismo, deberían pasar no menos de tres meses. ¡Le pusieron un lapso! ¿De dónde sacaron eso? Para fines del tercer siglo, ese lapso se alarga a tres años.

En este tiempo, cuando alguien era candidato al bautismo, se examinaba su vida cuidadosamente. Tenía que demostrar que era digno del bautismo por su conducta. El bautismo, entonces, se convirtió en un ritual rígido y envilecido, que tomó rudimentos de la cultura judía y griega.

Y estaba compuesto por: la bendición de las aguas, el desnudarse por completo (Imposible no ver a esto como parte de la cultura griega), repetir una especie de credo, ser protagonistas de exorcismos y, una vez bautizados, beber un compuesto de leche y miel.

Me sigo preguntando, al igual que todos los hermanos que han estudiado esto, de dónde sacaron tanta estupidez junta. ¿Te estás dando cuenta, ahora, qué tremendo peso tiene el espíritu de independencia del hombre? ¿Y cómo, siendo así, podemos estorbar en serio al Padre?

¿Por qué será que nos gusta tanto hacer complicadas y difíciles las cosas más sencillas? Claro, si a esto lo miras superficialmente, hasta parece algo muy profético, ¿Verdad? Pero Dios no necesitaba eso. Él sólo quería que los hombres obedezcan lo que él les había pedido.

¿Saben cuál era la idea? No sé si alguno de ustedes sabe en qué momento se bautiza el famoso Constantino. Se bautiza muy poquito tiempo antes de morirse. Pero claro, supuestamente ya era creyente desde mucho tiempo antes. ¿Por qué se bautizó al final?

Porque estaba muy arraigada la idea de que después de bautizarte no podías pecar. Entonces esperaban hasta el final. Por eso este hombre se bautizó cuando sintió que estaba cerca de morir. Y por eso es que mucha gente duda de su conversión.

Porque esa práctica, te aclaro, era muy difundida entre la gente rica. Ellos elegían y decidían cuándo bautizarse. Hoy día, fíjate, es usual que en una iglesia bauticen una vez al año. Son los que se convirtieron el año anterior y tuvieron  que esperar todo un año para bautizarse.

¿Y sabes qué están haciendo? Le están impidiendo experimentar en obediencia, la salvación plena. ¿Entonces hay que creer que el bautismo salva? No. Lo que en todo caso sí se puede creer, es que obedecer un mandato salva.

No hay un solo ejemplo en el Nuevo Testamento, de una persona que haya hecho confesión de fe y se haya bautizado una semana después. No hay un solo ejemplo. Yo me pregunto de dónde se construyeron estas fábulas. Debe ser porque somos muy listos. Así evitamos que pequen de nuevo.

Es probable que un día de estos podamos engañar a Dios, ¿Estás entendiendo? Esta práctica se extiende desde el siglo tres, hasta más o menos, finales del año 1800. Me refiero a lo de bautizar a la gente mucho tiempo después que había hecho una confesión de fe.

Fácil, nos agarramos como diecisiete siglos encima. Así fue. Cuando Lutero hace la reforma, él no cambia mucho esto. No lo vio. Se siguió con la tradición. Entonces yo te pregunto, por ejemplo; ¿Por qué si la palabra es tan clara, en las iglesias donde hemos crecido, tardan tanto en bautizar?

Yo, particularmente, fui bautizado bastante rápido, porque me convertí con un grupo de muchachos que se reunían en una casa de familia. Pero pertenecían a una iglesia que acostumbraba a bautizar rápidamente.

Pero después, por muchísimos motivos, fui a parar a una congregación de una denominación que, precisamente, lleva un nombre afín. Y ellos se tomaban meses para bautizar a alguien. Y yo llegué a creer que así como ellos hacían, estaba bien. ¡Y eso que se jactaban de ser los que mejor doctrina tenían!

Más o menos, a finales de 1800, aparece un hombre que se llama Moody. Hoy es un hombre muy famoso en la iglesia de los Estados Unidos; tiene su base de operaciones cerca de Chicago. Era un hombre de oración impresionante. Sin dudas, era un hombre que amaba el evangelismo.

Y aquí, por favor, quiero que me entiendas bien. Las personas que equivocaron el camino, en muchos casos, no era gente que quisiera torcer las escrituras. ¡No era gente mala! Yo llegué a leer un libro sobre la oración escrito por Moody. ¡Era tremendo!

Sin embargo, fue este hombre el primero en hacer un modelo de oración. Él hacía que las visitas pasen a las filas de adelante. Y el predicador, imagínate, les daba con un garrote a los que estaban ahí adelante, y luego les decía: ¿Quienes quieren recibir a Cristo? ¡Pónganse de pie!

Cuando se paraban, él les decía: repitan conmigo. Y allí se empezó a hacer famoso ese modelito, Y quien lo hace popular a nivel mundial, fue a partir de 1950, hace muy poco, y se llama Billy Graham. Él explota en gran manera esta forma de evangelismo en grandes cruzadas.

Y más tarde, la Cruzada Estudiantil para Cristo, se inventa las famosas cuatro leyes espirituales y la termina de embarrar por completo. Ahora, quien te convierte es un folleto. Te podrás dar cuenta que esta historia es muy reciente. Estoy hablando de Moody, finales de 1800.

Un hombre de fe y de oración. Por hacer el trabajo de Dios muy rápido, porque no podemos tomarnos el tiempo de, inventa la oración del pecador. Otra persona que aparece en ese tiempo, es Charles Fuller. Fuller es el que inventa la frase “Salvador Personal”.

¿Quieres recibir a Cristo como tu salvador personal? Mira que absurda es esta declaración que seguramente, cada uno de nosotros ha repetido, aceptado y enseñado con valor de doctrina de alto nivel en todos los estamentos cristianos donde se nos dio la oportunidad.

Mira que absurdo. ¿Salvador personal? Yo en verdad no veo en la Biblia un interés de Dios en salvar personas. Veo un interés en salvar familias.  Cree en el señor Jesucristo, y tú y tu casa. Hoy día, en la mayor parte de las iglesias que conocemos, aunque de pronto se encuentren repletas, en su mayoría lo están con gente sola, sin sus familias.

¡Porque Dios no quiere ser un salvador personal! ¡Él quiere ser un salvador familiar! Entonces tienes al esposo pero no la esposa. O tienes a la esposa pero no al esposo. O tienes al hijo pero no a los padres. Porque se ha difundido, gracias a Charles Fuller, y te estoy hablando de los albores del 1800, él era un norteamericano que era parte del movimiento evangélico del siglo diecinueve, y es el que hace común, gracias a un programa de radio que él tenía y que llegaba a todas partes, que esa era la hora del salvador personal.

Claro que eso de salvador personal pegaba lindo, impactaba porque sonaba bien. Pero el problema es que desvirtuó un principio de verdad esencial. Tú no tienes un salvador personal, tienes un salvador familiar. Entonces, hasta el día de hoy, iglesias del Reino y de reforma, siguen llevando a la gente a Cristo de esta manera.

¿Y qué viene ahora? Viene el tiempo de volver al diseño original. ¿Y cuál sería el diseño original? Que la confesión de fe, siempre va acompañada del bautismo. Lo más pronto posible. Sin embargo, sigue habiendo un temor casi reverente. ¿Y si no están listos? Y, si no están listos para bautizarse, quizás tampoco estén listos para salvarse.

Porque todo es parte de un solo momento, no de dos. Es sólo uno. Cuando la gente no se bautiza inmediatamente, en todo ese lapso que transcurre, es cuando se empieza a generar toda una estructura religiosa. Y además se incurre en desobediencia. Y lo que Dios siempre respalda, es la obediencia.

Además, hacerlo como Dios dice es confiar en el Espíritu Santo. ¡Es que no sé si están listos! ¿No confías en Él? Si llegó y aceptó a Cristo, ¿Por qué no iba a estar listo? Dios lo trajo a escuchar. ¿Y Dios traería a alguien a escuchar algo en lo cual no va a creer? ¿Así es Dios para ti? Además, si alguien cree y se bautiza, le costará muchísimo más volverse atrás. Porque lo que hizo fue una señal profética.

¿Estaremos haciendo lo correcto? Ah, no sé; pregúntale al Señor. Tres mil personas bautizadas a un toque. Curso para bautismo. ¿Cuál curso? ¿Quién inventó eso? De todos modos, hay algo que se debe decir. Es posible que no todos se conviertan de la misma manera.

Tú tienes el caso de Pablo, por ejemplo; un par de bofetadas santas en su rostro y listo, ya está. La conversión de él fue inmediata, por una razón: él estaba entrenado en obediencia inmediata. ¿Y sabes cuál fue el gancho que Dios usó? Una pregunta que él hizo: ¿Qué quieres tú que haga, Señor?

Veamos: ¿En qué momento se convirtió pedro? Cuando siguió a Jesús. ¡Pero es que él luego lo negó! Sí, ¿Y cómo se le llama a eso? Debilidad de carácter, se le llama. Pedro tenía una excesiva confianza en sí mismo. ¿Yo negarte? ¡Olvídalo, yo nunca! ¡Para nada!

Es que…Pedro…lo vas a hacer… ¡No Señor, jamás lo haré! ¿Qué estaba haciendo pedro ahí? Se estaba poniendo en el mismo plano que Dios, discutiendo mano a mano con Él. ¿Y cuál hubiera sido el camino más fácil para Pedro? ¡Pedirle a Jesús que lo librara de la tentación de negarlo!

Y allí Jesús le dice algo que no siempre hemos examinado con profundidad. Le dice que el diablo lo ha pedido para zarandearlo. Y le agrega que Él ha orado al Padre par que su fe no falte. Sin embargo, Pedro siguió firme en sus trece, negando que lo iba a negar. ¡Y lo negó!

Ahora bien; con todo esto a la vista, ¿Podemos seguir creyendo que Pedro era salvo? Por supuesto, yo creo que sí lo era. Sólo que tenía una excesiva confianza en sí mismo. Escucha; si no hubiera sido salvo, él se hubiera salido del camino de Jesús, y no hubiera habido retorno.

Escucha esto: Jesús había dicho que cuando lo agarraran a Él, las ovejas iban a dispersarse. También había dicho a sus discípulos que no lo sigan. ¡Jesús lo dijo! Pero Pedro, a su manera, decidió ir de todos modos a ver qué pasaba. Y lo que pasó, todos lo saben.

Pedro fue igual. ¡Qué corazón más fiel parecería tener! ¿Verdad? Sin embargo, Pedro no sabía que él no necesitaba demostrarle nada a Dios. ¡El conoce tu corazón! Ya le había pasado una, cuando sacó la espada y en lugar de matarlo le rebanó una oreja al guardia.

Cero en manejo de espada. Y Jesús lo tuvo que reparar devolviéndole la oreja al pobre hombre. Y siguió hasta que cantó el gallo en la casa del sacerdote. Qué tremendo que un animal impuro, como era el gallo, proclame la derrota del profeta.

Y dice que Pedro lloró amargamente y salió corriendo. Digo: ¿Ese habrá sido un pecado? Y, técnicamente, sí. Pero recuerda que estamos frente a un Dios que no pesa el pecado sin pesar primero la motivación del pecado. Quiero decir que Dios conocía a Pedro.

Cuando Jesús tiene esa hermosa charla con él, donde le pregunta tres veces si lo amaba o no, ¿Puedes darte cuenta que él ya no era el mismo? Cuando al final le dice, en esa tercera vez: “Señor, tú sabes todas las cosas. Tú sabes que yo te amo”.

Quiero que entiendas bien esto porque mucho de tu vida tal vez esté en juego si lo entiendes correctamente. Hay una gran diferencia entre pecar intencionalmente, y ser inmaduro. Pedro era inmaduro. Y sí cruzó la línea. Es el niño que está aprendiendo a caminar y rompió el florero, cuando su madre le había dicho que por ese lugar no fuera.

Eso es muy diferente al niño que, casi con una sonrisa malévola en los labios, toma el florero y lo hace añicos contra el suelo. Y después sale gritando diciendo que se le cayó sin darse cuenta. Mientras, en su interior, murmura: la próxima vez me vas a dejar salir a jugar.

Escucha: los dos rompieron el mismo florero, pero el corazón de cada uno es bien diferente. La ley solamente tendría en cuenta que se rompió el florero. Pero Jesús dirá que sí, que es cierto que los dos rompieron el florero, pero el primero lo hizo sólo por querer caminar, mientras que el otro, porque quiso dañar.

Es probable que mucha de la gente que se bautiza, se equivoque. Y se deberían considerar algunos errores como consecuencias naturales de la inmadurez. Yo no sé cuántos de nosotros hoy somos verdaderamente maduros. Pero sí sé qué terrible sería que Dios solamente nos confíe algo cuando seamos maduros.

Yo, personal y particularmente, creo que es la obediencia la que nos ayuda a madurar. ¿Y qué recomendación se podría hacer para lograrlo? Se me ocurre una sola: ¡Volver al libro! Que si el libro dice, por ejemplo, que se bautice a los convertidos de inmediato, pues entonces que los bauticen de inmediato.

¿Ustedes creen que se va a seguir utilizando la oración del pecador? Puede ser, aunque yo creo que tal vez comience a desaparecer. Eso sí; lo que desde hoy en adelante tendrás que presentar no es un plan de salvación, sino al Salvador.

Y también creo que tenemos que dejar de predicar un evangelio de necesidad. Si tú necesitas esto, si tú necesitas aquello, si tú necesitas lo otro. Nadie quiere que la gente se convierta sólo para satisfacer una necesidad. ¡Las va a satisfacer, sin dudas! Pero no es esa la prioridad, no puede serlo.

Eso ha producido una iglesia débil, que sigue a Cristo sólo por lo que recibe de él. Y eso, si es que realmente sigue a Cristo, y no am ese Cristo mental que a veces parece ser más una lámpara de Aladino que te resuelve todas las cosas.

¿Qué era lo que ellos predicaban? Léete la prédica de Pedro en el capítulo 2, y mira lo que él presenta allí. Él les habla a los judíos, y obviamente, nosotros no estamos evangelizando judíos, pero igualmente puedes poner en contexto eso y darte cuenta que eso es lo que debemos evangelizar.

Venimos de una estructura en donde el catolicismo ha arrasado. La gente que llega a las congregaciones, no son musulmanes, no son budistas, es gente que ya ha oído, de oídas a Jesús, a la virgen María, a San José, y a san, san y san.

Ya tiene una idea torcida de la verdad. Entonces, seguramente, necesitamos presentar un evangelio de Jesucristo, que muestre quién es nuestro rey. A lo mejor nos lleva diez minutos, quince minutos. Y una vez que lo hagamos, la pregunta siempre va a ser confrontativa: ¿Tú quieres creer en este Cristo?

Es una decisión de fe. ¡Sigue siendo una decisión de fe! Pero ya no es que te voy a decir la oración que debes hacer. ¡Nadie puede decirle a alguien con qué palabras tiene que arrepentirse! Esa es una tarea del Espíritu Santo. Por eso dice que cuando Él venga, Él va a convencerles de justicia, pecado y juicio.

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mayo 9, 2018 Néstor Martínez