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¿Quién Activará a Quién?

 

(Hechos 11: 28) = Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. 

Agabo era un profeta de la iglesia del primer siglo. Él vio que venía una gran hambre a toda la región, cosa que después pasó. Del mismo profeta, se lee en el capítulo 21 y verso 10: Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo. ¿Recuerdas cuando Pablo está pasando por ese lugar? Y este profeta hace algo bien interesante. Él va a venir y le va a dar una palabra a Pablo. ¿Recuerdan ustedes su cinto? Él no tiene ningún problema en darle una palabra a Pablo o a quien sea por, justamente, esta autoridad que hay en él. Este ministerio es una excelente herramienta de apoyo a cualquiera de los otros ministerios, por su gran versatilidad. Si quieres ponerlos con los evangelistas, ellos serán de mucha ayuda para entender los tiempos y los lugares, lo que se opone al evangelio en ese lugar.

Si los pones con los maestros, son excelentes, porque lo que los maestros ven a través de las revelaciones de la palabra, los profetas lo entienden de inmediato. Y ellos activan a los maestros en una nueva manera de escuchar al Señor. Si quieres hacerlos trabajar con los pastores, son muy eficientes juntos en la sanidad interior, porque los profetas tienen la habilidad de ver lo que hay en el corazón de la gente. También son eficaces en la preparación de las sendas apostólicas. Y aquí quiero detenerme un momento porque entiendo que lo hemos vivido. Por poco o por mucho, cada uno de nosotros, los que componemos la iglesia del siglo veintiuno, lo hemos vivido. Antes de que se empiece a hablar de apóstoles, en el siglo veinte, cosa que más o menos aparece en los años setenta, no es que no había apóstoles antes, sin dudas los había. Sólo que por imperio de las circunstancias, fueron nominados como misioneros

Es decir que, con títulos aprobados o no, apóstoles ya existían. Sin embargo, en los años setenta, la palabra apóstoles empieza a incursionar cada vez más. El asunto es este: antes que Dios pueda activar y restaurar el ministerio apostólico en la iglesia actual, tuvo que restaurar el ministerio profético. Porque a diferencia de lo que la mayoría de la gente cree, son los profetas los que activan a los apóstoles, y no al revés. Y voy a dar dos ejemplos bien bíblicos para que se entienda bien lo que termino de decir. Es la de Juan el Bautista, y Jesús. Juan el Bautista es un profeta, Jesús viene como el apóstol de nuestra fe. ¿Y qué es lo que hace Juan el Bautista? Voz que clama en el desierto, preparad camino al Señor. Un rasgo típico del profeta, es que su ministerio despierta a los apóstoles dormidos. Él prepara la senda que luego los apóstoles van a caminar.

¿Y qué recurso utilizan, para esto? Escuchar al Señor. Ya les dije que lo que ellos más expresan como carga para la iglesia, es que la iglesia dependa del Señor. Primero con lentitud, pero luego con clara firmeza, diversos sectores que anteriormente estaban como dormidos o simplemente aburguesados, ahora empiezan a buscar de verdad relacionarse con el Señor en el cual aseguran creer. Claro que todo dependerá, luego, del sistema de mando que haya en cada lugar. Donde el mando se ejercita de un modo rígido lindando con lo autoritario, siempre será mucho más complicado. Siempre me ha impresionado la palabra que dice que donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Y luego dice: para ver el rostro de Dios a cara descubierta. Y eso me lleva inexorablemente a pensar: ¿Será por eso que hay tan poca libertad en el cuerpo de Cristo? El argumento más repetido respecto a la falta de libertad para ejercitar dones y ministerios, es la falta de confianza en ciertas personas. El punto está en que nosotros no debemos confiar jamás en la gente, debemos confiar ciegamente en el Espíritu Santo. Nuestro legendario error ha sido confiar en la gente.

El segundo ejemplo que quiero contarte es el de Pablo y Ananías. Dios llama a Pablo, pero él necesita que un profeta lo active. Cuando él cae al piso en la entrada a Damasco, él no es activado, él se queda ciego. Se desactiva, en todo caso. Él se convierte, la verdad es esa. Ahora: de momento que la Biblia dice: Y Dios le habló a Ananías, ¿Se supone que Ananías era, qué? ¡Profeta! ¡Él escuchó la voz de Dios! Dios le da instrucciones a Ananías. Y todavía él se atreve a discutírselas con el argumento de que él sabe que ese hombre es un gran perseguidor de los cristianos y tiene temor de ello. Pero Dios le dice que no tema, y que vaya, porque Él le va a enseñar a Saulo, (Ya ordenado como Pablo), cuánto tiene que sufrir para servirle. Y le dice que quiere que ponga sus manos sobre él. Y Ananías va y le dice al hermano Saulo, que el Señor lo ha enviado para que recupere la visión. Y dice que oró por él, y eso fue todo. Ahí desaparece de la escena Ananías. Y también desaparece Pablo, porque no se sabrá nada de él hasta tres años después.

La pregunta que cabe para nosotros, es: ¿Por qué lo convoca a Ananías? Porque se necesitaba un apóstol, un gran apóstol, yo diría que el apóstol de todos los apóstoles, cuyo nombre era Pablo, y que se necesitaba que fuera activado por un profeta. Entonces, definitivamente, no se puede tratar con menosprecio al ministerio profético. Lo que quiero decir es que ni un apóstol, ni un pastor, ni nadie pueden mirar con menosprecio a un profeta, porque hay y debe haber una relación muy estrecha entre ellos. Los profetas tienen una marcada unción para destruir la oposición satánica, por lo que son excelentes candidatos a abrir obras nuevas en lugares cerrados para el evangelio. Lo que quiero decir es que, allá donde nadie quiera ir, manden un profeta.

Los profetas motivan a la iglesia el buscar oír la palabra de Dios. Cuando desarrollan capacidades magisteriales, son eficaces en el establecimiento de plataformas culturales. Un profeta fluyendo como maestro es de contenido y resultado de altísima excelencia. Tienen la habilidad de quitar lo viejo para poner lo nuevo, estableciendo de ese modo una nueva plataforma cultural. Los profetas, asimismo, son adoradores consumados. Es gente que disfruta la adoración. Y yo sé que para muchos de los que acceden a esto, eso es el mejor argumento y prueba de que esa gente tiene, efectivamente, una unción diferente. A muchos cristianos sinceros, fieles y buenos, les pesa adorar.

Activan los dones de fe; esto desarrolla a la iglesia en milagros y sanidades diversas. Liberan dones y operaciones del Espíritu Santo, tienen mucha capacidad de hacerlo. Y no porque estén ellos, son transmisores. Ellos pueden ver que Dios está dando palabra de sabiduría y que nadie la está usando. Son excelentes instrumentos de aliento y fortaleza a los creyentes. Consuela, exhorta y libera a la iglesia. Un rasgo muy distintivo del ministerio profético, es el financiero. La prosperidad financiera es desatada por Dios a través de sus profetas. La palabra dice en Crónicas que, si creemos en sus profetas, seremos prosperados.

Son buenos motivadores para llevar a la iglesia a la guerra espiritual. Después que ha predicado un profeta, todos quieren salir corriendo a tumbar los altares de Baal. En ese proceso podrían llegar a perder algunos de sus soldados, pero te dirán que no te preocupes, que en toda guerra hay bajas. En las iglesias agotadas y sin fuerzas, son capaces de liberar el poder de la resurrección. Cuando digo iglesias agotadas, me refiero a iglesias que se quemaron, se agotaron, se partieron. Además, los profetas son personas que traen consigo la enseñanza al temor de Dios y a la reverencia ante Su Presencia. En esta ficha profética, se han cuidado muy bien de poner todo lo bueno. No hay elementos negativos. De hecho, cada ministerio los tiene. Y en este punto en particular, ellos se exponen demasiado. En el tema de querer corregir, estoy hablando. Punto final con el profeta.

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abril 30, 2022 Néstor Martínez