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¿Qué es Esto?

Cuando Moisés saca a su pueblo de la tierra de Egipto, los hijos de Israel murmuraron contra él y contra Aarón, y decían: ¡Ojalá hubiéramos muerto por la mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando comíamos carne y nos saciábamos de pan. En este desierto vamos a morir de hambre! Jehová los escucha y responde en Éxodo 16:4: Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.

Entonces aparece el maná, o sea el sustituto del pan, era una cosa menuda, redonda como una escarcha sobre la tierra. Pero el pueblo era rebelde y codicioso, prefería Egipto y su comida, sin entender que allí eran prisioneros, eran esclavos y donde los llevaba Dios era la libertad y la dependencia exclusiva de su Dios, su Señor.

No supieron ver ni agradecer. Para caminar con Dios hay que ver cada detalle, cada cosa que nos haga abrir nuestros ojos espirituales y confiar. Él es un Dios de detalles, de pequeñeces, que a veces pasamos por alto, y también es exquisito, nos cuida como a la niña de sus ojos. Al pueblo no le bastó su maná, querían carne.

Antes que viniera el milagro, Dios responde a Moisés diciendo: ¿Acaso se ha cortado la mano de Jehová? ¡Ahora verás si se cumple mi palabra o no! Leyendo esto surge la necesaria pregunta: ¿Se cumple su Palabra hoy en tu vida?

Entonces les hizo soplar un viento muy fuerte que trajera codornices y cuando ellas dejaban de volar por ese viento fuerte que no podían, caían y morían en tierra. Moisés no lo podía creer, eran muchísimos en número, ¿Cómo iba a alimentarlos? Dios dejó las codornices sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro. El pueblo levantó todo el día y toda la noche, y todo el día siguiente.

¿Qué es esto? Eso fue lo que dijeron los israelitas cuando vieron la provisión de Dios. Venía acompañado de algunas instrucciones importantes. Pero, a pesar de la claridad de las instrucciones, ellos no obedecieron a Moisés.

Más allá del alimento físico, la mayor necesidad que tiene el hombre en esta vida en medio del desierto, es una relación íntima que dependa de Él. Necesitamos saber que Él es el Señor y debemos conocer que Él es nuestro Dios. Pero eso sólo es posible teniendo intimidad con Él, es decir: Conocerlo. Y no existe intimidad si antes no hay pasión. ¿Crees tú tener pasión por tu Dios?

Esa fue la razón por la cual Dios llevó a Israel al desierto y no directamente a la tierra prometida. Él les dice: Te acordarás de todo este camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto, para humillarte, probándote a fin de saber lo que había en tu corazón. Piensa. ¿No estará tu Dios, hoy, haciendo lo mismo contigo?

Él es un Dios que te escucha, que cubre tus necesidades, pero también que te hace crecer y madurar si estás abierto a Su Espíritu y entiendes esa lección, para poder pasar a otro nivel de aprendizaje. El que crea que en el Reino de los Cielos no hay niveles, todavía no salió de su zona de confort.

Las diez plagas de Egipto fueron movidas por el dedo de Dios. Y es aquí donde Él dice: ¿Acaso se ha acortado mi mano? Imagínate lo que puede haber en su mano. ¿Puedes imaginarte lo que cobija y sostiene nada menos que la mano de Dios? Y mucho más si tienes en claro que decir Mano, equivale a decir Poder, Potestad, todo aquello que me temo que todavía falta en tu vida.

Tómalo. Pasa tu desierto, vive tu necesaria humillación y sal con fortaleza de esto que es para tu bendición. Dios te ama, y a veces te lo demuestra sacudiendo un poco tus perezas y tus apatías. Es mejor ser sacudido por nuestro Dios porque te ama, que olvidado y abandonado a nuestra propia sabiduría humana, porque Él respetará siempre nuestra Voluntad. Aunque te siga amando y se entristezca por ti.

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septiembre 12, 2020 Néstor Martínez