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Paciencia: Esa Perla Cultivada…

Dice el diccionario de la lengua española que la Paciencia es la capacidad para soportar con resignación desgracias, trabajos u ofensas. También el estado de tranquilidad para esperar algo cualquiera sea la prisa que tengamos. O esa calma total para hacer trabajos minuciosos o entretenidos y también cierta lentitud excesiva para hacer las cosas. No cuestiono ni me opongo lo que los eruditos han determinado en este compendio, pero rechazo por convicción íntima la palabra resignación que aquí han inscripto. Yo la reemplazaré por convicción, certeza o alguna similar. Las palabras griegas Upomone y Makrothumia se traducen como Paciencia, pero ellas no son exactamente sinónimas. Upomone es la cualidad de soportar las pruebas. Los que poseen esta virtud están libres de cobardía y desaliento. Es principalmente una actitud del corazón con respecto a las cosas. Makrothumia, en cambio, es una actitud con respecto a las personas. La paciencia es una faceta del fruto del Espíritu; es una virtud que Dios aprecia de manera especial en los seres humanos y que parece desarrollarse mejor en las pruebas: constancia; fortaleza; perseverancia. Términos que se aplican a Dios aparentemente siempre en relación con las personas.

Ahora bien; ¿Por qué invierto todo este espacio en esta introducción a una palabra que es tan conocida en nuestros ambientes? Porque estamos en medio de una Pandemia que obliga las personas creyentes o no creyentes a un altísimo ejercicio de paciencia. Y aquí es donde muchos que no pueden experimentarla sienten culpa o desaliento, porque suponen que por no poseerla, por poco se han caído en las antesalas del infierno. Mira, no; hay historias de creyentes impacientes para tener y repartir. Sin ir demasiado lejos, Moisés, cuando muy fastidiado por las murmuraciones del pueblo, los trata de rebeldes e incrédulos. O de Naamán, cuando se fue muy enojado por las condiciones impuestas por el profeta Eliseo. O la de Jonás, cuando se ganó tremendo dolor de cabeza por estar al sol, al punto de pedir la muerte, O la de los propios discípulos de Jesús, ante los gritos de la mujer cananea. O la de Santiago y Juan, ante la falta de hospitalidad de los samaritanos. O la de Marta, con su hermana María, porque le dedicaba atención a Jesús en lugar de hacer los quehaceres de la casa. No son las únicas. Obvio que esto no es un atenuante ni un justificativo. Sólo es una muestra clara que, si en este tiempo de reclusiones y modificaciones a nuestras libertades, estamos impacientes, sólo deberemos volver nuestros ojos al Señor y Él hará lo que deba hacer con nuestro sentir.

Entonces, la pregunta que todos formulan, (Y algunas me llegan) es: ¿Es obligación tener paciencia? ¿Es pecado la impaciencia? Mira; no me gusta rotular como pecado alegremente cualquier cosa, no es mi estilo. Pero sí me gusta, como ministro con unción magisterial que soy, recurrir al único elemento que jamás me falla: La Palabra. Y la Palabra de Dios dice que tener Paciencia, para nosotros, es una orden, no una opción. Lucas 21:19 dice: Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas. En el marco de directivas para servidores, Tito 2:2 dice Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Sin embargo, el autor de la carta a los Hebreos es más contundente cuando dice en 10:36: Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Santiago no le va en zaga cuando en 1:4 de su carta expresa: Más tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y concluye el propio Santiago, en 5:8 consignando: Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Todo esto te deja algo muy en claro: que tú hoy tengas paciencia, no es ni una opción ni una sugerencia. ¡Es una orden! ¿Tienes dificultades para cumplirla? Dios te da la carga, pero también el vehículo para llevarla. Otra vez: Su Palabra.

Tener paciencia, tiene que ver con algo que también son muchos los que quieren poseerlo, pero no todos lo logran: la capacidad de oír la voz de Dios. Y allí es donde nos encontramos con una palabra que es el exacto complemento de la Paciencia: Esperar. Dice el Salmo 37:7: Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino. Por el hombre que hace maldades. Esperar en Dios. Esa es la clave. ¿Funciona? ¡Claro que funciona!  Dice el Salmo 40:1: Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Si para el salmista funcionó, también funcionará para ti. Nadie es más que nadie en el ámbito espiritual. Paciencia, confianza, autoridad. Consecuencias naturales. Testimonio. Dice Isaías 25:9: Y se dirá en aquel día: he aquí, este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; este es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación. Si, todo está muy lindo, pero esto que estamos viviendo no es fácil y no se encuentra la paciencia a la vuelta de la primera esquina. De hecho, mira Isaias 33:2: Oh Jehová, ten misericordia de nosotros a ti hemos esperado; tu, brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la tribulación. Aquí tienes. Este es tu tiempo de tribulación. ¡Anímate!

Esto es el evangelio, Buenas Nuevas. No desastres sin solución o llamaradas del infierno quemando tus talones. Evangelio es Vida. Y toda expresión de Vida nace desde la autoridad de la espera por algo que sabes que sabes que sucederá. Eso se llama Fe. Y con todos estos ingredientes, no hay manera de ser derrotado. Esta Pandemia exige Paciencia. Y fíjate, son dos palabras que suenan hasta parecidas, pero que no significan lo mismo. Ambas tienen sus dos primeras letras similares: PA, pero luego les cambia en la tercera. Mientras que Pandemia recibe una “N” que puedes usar en Negro, Nefasto, Negativo, Nada, Nunca, Nadie y hasta Naufragio, Paciencia recibe en tercer lugar a una “C”, que más allá de todas las implicancias que pueda tener, nos retrotrae al autor de todos los autores de la mayor Paciencia del universo: Cristo. Y por favor, dime lo que quieras, pero ni se te ocurra decirme que no se puede, o que tú no puedes. Porque tendré que recordarte que este autor te dejó dicho que Todo lo puedes en Cristo que te fortalece Y ese “todo” incluye una Pandemia.

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octubre 31, 2020 Néstor Martínez