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Mientras Ruge la Tormenta

Como simples observadores de la realidad que vivimos, y más allá de nuestro trabajo ministerial, estamos convencidos que uno de los problemas del alma más graves que se están produciendo en el marco de los protocolos de aislamiento y movimientos restringidos que nos ha traído esta pandemia, es el que tiene que ver con la ansiedad. Tanto las redes sociales como la televisión de cada país, le otorgado a esta patología general una atención suma, evidenciada en los distintos discursos que las distintas ciencias tienen respecto a estos estados de ansiedad, sus razones y alguna forma de paliativos para superarla. Creo que los hijos de Dios, que también vivimos el mismo aislamiento y reclusión domiciliaria podemos aportar algo al respecto, que tenga visos de solución realmente efectiva y no convierta a un problema social como es la pandemia, en un asunto de vida o muerte.

A lo largo de nuestra vida hemos aprendido algunas cosas muy interesantes acerca del sistema nervioso. Gracias a nuestro sistema nervioso podemos ver, oír, tocar, gustar y oler. Sin este sistema no podríamos funcionar para nada, y aún se verían afectados nuestra manera de pensar, reaccionar frente a las cosas y nuestros sentimientos. Gracias a todos los mensajes que giran en nuestros nervios es que podemos expresar emociones, tales como el placer, la tristeza, el temor, la ansiedad, las preocupaciones y otras. Nuestro sistema nervioso puede brindarnos placer así como también traernos dolor y sufrimiento. De la misma manera nuestros sentimientos pueden ser muy positivos y felices o pueden ser muy negativos e infelices. Como seres humanos somos fácilmente afectados por lo que sucede a nuestro alrededor y por nuestras circunstancias.
Las cosas buenas y positivas nos traen placer pero a veces en un abrir y cerrar de ojos todo cambia y nos trae dolor y nos causa nervios, ansiedad, preocupación y temor.

Debes saber que si pasas la mayor parte de tu tiempo nervioso y ansioso, no sólo tendrás una vida infeliz sino que podrás llegar a enfermarte. Tus sentimientos están ligados a tu sistema nervioso el cual cubre todo tu cuerpo, así que si vives con constantes temores y preocupaciones, puedes llegar a desarrollar serias enfermedades. Nadie quiere ser infeliz, estar ansioso, temeroso o preocupado, pero parece ser una manera muy natural de responder a ciertas cosas que suceden en nuestras vidas, como esta que vivimos en este tiempo como sociedad. Pero resulta ser que Dios nos hizo con esta clase de sentimientos con algún propósito. Hay veces que al estar bien temerosos puede darnos fortaleza física para hacer ciertas cosas que no seríamos capaces de hacer normalmente. A veces hemos dicho «No se de dónde saqué fuerzas pero lo hice».

Dios nos ha hecho de una manera tan maravillosa que cuando estamos en un peligro, una hormona llamada adrenalina hace que nuestro corazón lata más fuerte y envíe fuerzas inmediatamente a los músculos. Es una respuesta de fuga o lucha. Es decir llegamos a ser lo suficientemente fuertes por un corto momento para luchar contra algo o correr rápido. Pero si constantemente estamos con temores y ansiedades, nuestros cuerpos están bajo una constante presión y eso es lo que nos lleva a enfermarnos. Entonces la gran pregunta, es: ¿Qué podemos hacer si circunstancias como estas nos hacen estar siempre ansiosos y temerosos? Para responder a esta pregunta quiero referirme a una historia verdadera de la Biblia que ocurrió en la vida de Jesús y sus discípulos. Mira Marcos 4:35: Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. (36) Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. (37) Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. (38) Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? (39) Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. (40) Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? (41) Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?

Era muy natural que se hubieran asustado de una tormenta, especialmente cuando las olas golpeaban el bote hasta dejarlo casi lleno de agua. ¿Cómo te sentirías tú? Yo no estaría precisamente tranquilo, te lo aseguro. Debido a que Jesús estaba durmiendo y no haciendo nada ellos pensaron que no tenía cuidado, que le resultaba indiferente todo. Cuando lo despertaron, ellos estaban histéricos del susto y le gritaron: Maestro; ¿no te importa que nos ahoguemos? Jesús no se puso como loco, corriendo de aquí para allá como ellos. ¿Por qué no? Porque él sabía que tenía el poder sobre el viento y las olas. Después de todo, la Biblia nos cuenta que cuando Dios hizo el mundo Jesús estaba con Él, creando todas las cosas. Así que para el asombro de los discípulos, Jesús tranquilamente, se despertó y habló al viento y a las olas que se calmaran. Imagínate el dibujo de la sorpresa en el rostro de los discípulos. Ahora no estaban asustados del viento y de las olas sino que se llenaron de temor al ver que Jesús era tan poderoso. Si Jesús era sólo un buen hombre o un maestro o un profeta no podría controlar el viento y las olas como lo hizo. Él estaba demostrando en ese momento quién era realmente, era Dios en cuerpo de hombre.

Todos nosotros experimentamos tormentas en nuestras vidas.  Esta pandemia, por sus características, muy bien puede ser una de ellas. Es natural sentirnos inseguros. temerosos y hasta ansiosos. Y también puede ser que de pronto sientas como que a Dios no le importa tu situación. Pero, Jesús sólo quiere que hagas como sus discípulos, que le digas que tienes miedo. Que te acerques, lo llames y le cuentes que estás nervioso y ansioso. Si sientes como que Dios no tiene cuidado puede ser que Él está esperando que seas honesto y le digas tus sentimientos. Y así como hicieron sus amigos lo que debes hacer es pararte y observar lo que Dios hará.
Puede ser que no calme la «tormenta» en tu vida pero él tiene poder para estar contigo a través de la tormenta y darte la calma que necesitas. Él quiere darte la paz en medio de las tormentas.

Hay algo muy importante que Dios quiere que todos hagamos: confesar nuestros pecados a Él. Que le contemos acerca de todos los errores que hemos cometido porque tiene todo el poder para perdonarnos y limpiarnos de todo mal. El quiere ayudarnos a triunfar sobre los sentimientos de ansiedad y temor y sustituirlos por sentimientos de paz y de calma. A través de su palabra en la Biblia nos pide por medio de Pablo en Filipenses 4: 6 y 7; Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Esta es la única solución posible a lo que estás sintiendo en estos días. ¿Lo tomas? Serás más que vencedor. ¿No lo tomas y eliges otras soluciones? Se te respetará, pero sólo perderás tu tiempo y la oportunidad de ser ministrado por el Dios de todo poder.

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noviembre 21, 2020 Néstor Martínez