Es indudable que cuando hablamos de poder, tanto los hombres como las mujeres, sean creyentes o no, inmediatamente hacen un reverencial y respetuoso silencio. Es que esta palabra, se la entienda como se la entienda y se la utilice como se la utilice, siempre conlleva un aura de misterio, de luminosidad celestial, casi de magia, para los ateos consuetudinarios. El evangelio contiene poder de Dios acumulado en sus entrañas, y sólo aquellos que se han atrevido a introducirse sin pudores, han conseguido acceder, en parte o en grandes proporciones, a ello. Los que siguen poniendo en duda esta aseveración, (Y estoy hablando de cristianos practicantes), jamás lo verán manifestado. La parte de la Palabra que no puedas, no sepas o no quieras creer, jamás se te manifiesta. Hay una anécdota bíblica que lo resume y que tiene que ver con el epicentro del tema central que nos ocupa desde hace mucho tiempo, la caída de los sistemas que frenan la fe.
(Mateo 10: 1) = Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
¿Qué dice que les dio? Poder. ¿Sabes qué? Es la misma palabra anterior, exousia. Es capacidad por sobre los espíritus inmundos. Entonces, tú que tienes alta formación religiosa, preguntas: ¿Pero sin ser pastor? Es que estoy refiriéndome al evangelio, no a un punto de vista doctrinario denominacional. Te pregunto: Jesús les dio poder a sus discípulos, capacidad para echar fuera espíritus inmundos, ¿No es así? Sí, pero… ¿Tú no eres un discípulo del Señor? Sí, pero… Pero, nada; lo tienes. ¿Cómo que lo tengo? ¡Sí, lo tienes! Ahora ¡Úsalo! Y además, también les dio exousia sobre toda enfermedad y dolencia. Perdón… ¿Sobre todas o sobre algunas? Sobre todas, dice aquí. ¿Lo crees? También sobre todos los demonios. ¿Y entonces por qué ellos no pudieron sacar algunos? Porque les faltó fe. ¿A los discípulos de Jesús, les faltó fe? ¡Sí! ¿Por qué? ¿Te parece extraño o irreverente?
Esta misma palabra es la que está aquí como Derecho. Exousia. ¿Para quiénes reserva Dios el poder? Para los hijos. ¿Quién es el que gobierna? Es el Hijo. Tú trono, oh Dios, cetro de equidad es el cetro de tu reino. Dice el Padre al Hijo. ¿Quiénes tienen el cetro en una ciudad? Los que son hijos. ¿Y entonces qué autoridad tiene el siervo? Una autoridad restringida a una tarea específica. ¿Qué autoridad tienen los hijos? Sobre todo lo que le pertenece al Padre. Asunto clarificado. Ya no puedes argumentar que no conoces u olvidaste la diferencia entre siervos e hijos, ahora la sabes. Este principio del que estamos hablando, que es el Principio de la Autoridad, está íntimamente ligado a tu día a día humano, personal, familiar, ministerial.
No puede haber Comisión, (Co-misión, una misión de dos o más personas), sin autoridad. Ve y diles esto. De acuerdo, voy y les digo. Te tienen que escuchar, y para que ellos te escuchen, llevas este anillo, y les dirás: el Rey me ha enviado. Hasta este momento hemos visto dos principios que tienen que ver no con un ministerio en particular, sino con la dinámica de todos los ministerios.
(Mateo 16: 13) = Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Yo aprendí después de mucha lectura bíblica, que cuando Jesús en el Nuevo Testamento y el mismísimo Padre en el Antiguo, le preguntan algo a uno de sus hombres o mujeres creados, no es porque ignoren lo que preguntan, sino para que ellos se entrenen respondiendo lo correcto. Esto es, a todas luces, lo que Jesús está haciendo con sus muchachos, aquí. Él sabe muy bien quién y qué es, pero lo que desea es poner blanco sobre negro y comprobar si esos doce jóvenes atrevidos y valientes, pero sumamente ignorantes de muchas verdades espirituales, todavía, alcanzan a divisar con cierta nitidez quién es verdaderamente Él, muy por encima de presentarse como el hijo de un tal José, carpintero de oficio, y una tal María, de la que poco se conoce, pero que se comenta que lo engendró en estado de virginidad. Mira la calidad de las respuestas de esos “muchachos”.
(14) Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
(15) Él les dijo: Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?
Claro que es muy singular este escenario, te podría decir que, incluso, altamente interesante. Porque Jesús fue alguien que en su tiempo dio mucho que hablar, imagínate. Pensaran como pensaran los que no les interesaba seguirlo, igualmente no podían dejar pasar por alto lo que Él decía o hacía. Cualquier cosa que dijera o hiciera, creyeran o no creyeran, igualmente recibían un impacto de alto voltaje. Por eso me asombra y me seguirá asombrando, que en su momento los judíos pudieran decir que Él era Elías. Quiero que entiendas cuán familiarizados estaban los judíos, por su cultura, con lo sobrenatural. Porque todos sabemos que Elías había vivido muchísimos años antes que apareciera Jesús. ¿Recuerdas eso, no? ¿Y recuerdas que él, Elías, fue tomado por Dios y se lo llevó; lo recuerdas, verdad?
Lo que estoy queriendo mostrarte es que en la cultura hebrea, era casi normal pensar en ángeles o en Elías, y no darse cuenta quién era Jesús. El Señor les pregunta quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre. Y ellos dijeron unos Juan, otros Elías, etc. Y luego Él dice: ¿Y quién decís que soy? Ustedes, díganme: ¿Quién soy yo? No sabemos exactamente cuánto tiempo Jesús ministró a sus discípulos. Porque no tenemos una fecha exacta y es muy difícil llegar a una conclusión seria. Hay algunos que dicen que fue sólo un año y otros, con el mismo ímpetu, que aseguran que fueron tres años. Y lo cierto es que, aunque rebusquemos exhaustivamente en los evangelios, no podemos tener una certeza respecto a cuánto tiempo Él estuvo con los discípulos. Cuando a Dios no le interesa que tú sepas o ignores algo, se lo calla y punto. Pero una cosa es cierta, a esta pregunta la hace ya en la última parte de su ministerio. O sea: no fue al principio, era cuando ya ellos habían tenido un tiempo con Él y, supuestamente, debían conocerlo más en profundidad.
Mi conclusión, hoy, en pleno siglo veintiuno y en el marco de un flagelo virósico que azota al mundo en su globalidad sin respetar credos ni teorías, es: ¿Cuántos de nosotros sabemos quien es Jesús el Cristo? Olvida tus conocimientos de teología y examina tu interior profundo. ¿Qué crees? ¿Cómo lo crees? ¿Qué esperas? ¿Qué imaginas? ¿Qué sientes? Todas preguntas que desencadenan respuestas que, estoy seguro, en muchos casos costaría bastante aceptar como propias. Sin embargo allí están, a veces, en medio de tribulaciones que nos conmueven y hasta nos llevan a poner en duda todo lo que hemos vivido y aprendido. ¿Sabes por qué nos sucede eso? Porque hemos olvidado a la persona más importante en tiempos de carencia de objetivos y destinos: el Espíritu Santo. Él es quien dice la Palabra que nos guiará a toda verdad. Y si nosotros hoy no terminamos de conocer toda esa verdad, ya puedes imaginarte cual es el motivo. Es tiempo que el Espíritu Santo deje de ser una doctrina evangélica y se convierta en lo que realmente es: una persona. Dios mismo.
Dios les bendiga, mis amados.
Hace un promedio de 2 semanas que nuestro Padre me ha abierto las puertas para poder ver en esencia que es el pecado.
Desde el concepto eterno podemos ver a aquel cuyo interior fue consumido por los celos al ver cuando el Creador nos creó a su Imagen y Semejanza razón por la cual fue despojado de su majestad y condenado a vagar por la tierra. El cual conforme al plan de Dios logró su objetivo de subyugarnos y depositar en nosotros el pecado a través del conocimiento de la ciencia del bien y el mal.
Ahora conforme a la ministración del Espíritu Santo, aunque se que muchas personas podrán estar de acuerdo o no, mirando las consecuencias del pecado desde el principio hasta nuestros días y conforme a las escrituras, hasta el final. He podido entender que el pecado es el odio que podemos sentir hacia nosotros mismos por haber sido hechos a Imagen y Semejanza del Creador. La cual es la semilla de Satanás en nosotros y que nos lleva a autodestruirnos bajo el concepto de independencia y libertad que nos lleva a la condenación. Ahora esto es de carácter individual pero también existe una secuencia del pecado que puede abarcar a grupos e incluso a naciones bajo el sello distintivo de una ideología. Bajo este sello se ha desarrollado todo el fundamento de la humanidad, pues todo comenzó aquí.
«Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.» Génesis 11: 1-4
Aquí vemos el comienzo de la ideología religiosa. Con esto en mente sigamos adelante.
Desde el principio de la creación el ser humano ha querido hacer una torre lo suficientemente grande con la cual alcanzar al Creador este es el concepto básico de la religión. Hoy en día nosotros a pesar que estamos en la Era de la Gracia no hemos podido desvincular este concepto de nuestra alma y tratamos por todos los medios posibles tratar de agradar a nuestro Padre por medio de ritualismos religiosos enfocados en una ideología legalista recalcitrante basada en los rudimentos del mundo. Razón por la cual no podemos ver la Majestad del Evangelio en nuestras vidas ya que no podemos comprender lo más básico de nuestro Padre que es lo sobrenatural.
Todo esto por parte de una manifestación llamada por Pablo como «el dios de este siglo» o «el hijo de perdición». Y llamado por Juan como «el anticristo», pero a mi me gusta llamarlo por su nombre el «espíritu humano». Acerca de este dice las escrituras.
«Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.» 2º de Tesalonicenses 2: 3-4
La consecuencia ha sido que la estructura religiosa ha ubicado esta palabra para un tiempo futuro cuando desde el principio este ha estado operando en nosotros. Y recordemos que las escrituras enseñan que somos templo del Dios viviente. Por lo cual se sienta en nosotros y ejerce oposición al propósito de Dios por medio de nuestra propia ignorancia basada en nuestros deseos personales.
Este desde el principio ha estado desvinculando al ser humano de su realidad eterna y del conocimiento de su Creador.
Al punto de que hoy tenemos una imagen tan distorsionada que nos resulta imposible encontrar el camino correcto a nuestro destino final que no es la vida eterna, sino la manifestación gloriosa del Reino de Dios aquí y ahora. Porque las escrituras enseñan.
«Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.» Romanos 8: 29-30
Mis amados estamos entrando en un tiempo de restitución para llegar ha ser aquello para lo cual fuimos establecido para la gloria del Creador.
Ahora la interrogantes es ¿vienes o te quedas?
Dios les bendiga, desde RD mundo.
Yaaa, toda verdad deciende del cielo con cristo ! Así de simples….gracias maestro martinez,. Y Bendiones para todos los que aun no han entendido que Dios es justicia, waoo; maravillosa gracia !!!!! Un abrazo de una dominicana desde italia brescia .