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El Año de la Buena Voluntad

La gran pregunta que ahora surgirá en forma masiva al leer o escuchar esto, es: ¿Pero y quién les va a enseñar a esa gente todos esos valores que hemos venido detallando? ¡¡¡La iglesia!!! ¡Para eso fue plantada la iglesia en las naciones, no para hacer alianzas promiscuas y corruptas por conveniencia privada! Esa es la tarea del ministerio apostólico, tarea de reconstrucción, de restauración, de revitalización. ¿Fácil? ¡Qué va a ser fácil! ¿Cuándo fue fácil y en qué remoto lugar del mundo, erradicar la corrupción en cualquiera de sus expresiones, así sea de expresión religiosa? Sin embargo, lo que resulta complicado en lo natural, para la iglesia genuina, dista mucho de ser un desafío casi deportivo. ¡La iglesia tiene el poder más grande de todo el universo! ¿Cómo va a ser un desafío, eso? ¡Debería ser simplemente un trámite! ¿Cómo dices? ¿Qué está lejos de ser ese trámite que digo? De acuerdo, lo acepto, pero en ese caso, entonces, abandonemos los discursos pulpísticos voluntaristas ganadores y reconozcamos que todavía no terminamos de creer en la calidad del poder de Aquel en quien decimos creer

(Isaías 61: 1) = El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; (2) a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;(3) a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. (Aquí, hasta ahora, hay cuatro ministerios que se han manifestado por sus acciones. Ahora va a aparecer el quinto ministerio).

(Verso 4) = Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. 

Esa es la unción apostólica. Estamos hablando de lugares devastados, lugares en el espíritu que han sido asolados por la religiosidad. Ciudades enteras que han sido destruidas, por falta de conocimiento, por falta de temor de Dios. Si tú lees de corrido desde el verso 1 al verso 4, vas a encontrar que están los cinco ministerios expresados. Está el evangelista, está el profeta, está el maestro, está el pastor. Y concluye con el apóstol, a los que llama: los restauradores de ciudades. ¿Y dónde me lleva este enfoque? A que prestemos debida atención a lo que realmente es el peso específico del ministerio apostólico: la reedificación. ¿Pero, con qué fundamento? No con fundamentos extraños, desde luego. En un lugar nuevo, donde se pueda aceptar que todo lo que se dijo no es cierto y que hay una nueva cultura que puede implantarse. Es complicado, porque cuando la gente aceptó la fe con una cultura que no es la correcta, el proceso de reprogramación humana, es mucho más complejo.

Hay un papel muy importante en el ministerio apostólico, ligado con la justicia. Se dice de ellos que pueden acercar la justicia de Dios a la iglesia y también a las naciones. Sin embargo, termino de decirte que ningún programa humano podrá darle solución a un problema humano. En ese sentido, cualquier ideología o diagrama político, está condenado a un frustrante fracaso. En principio, porque para encontrar la solución a un problema, es obligatorio estar por encima del problema. Y eso se convierte en crisis, porque el hombre nunca va a poder estar por encima de su propia humanidad. Por lo tanto, es de esperar que de ninguna manera él esté capacitado para solucionar sus propios problemas. El Señor amplifica en la Palabra esto, cuando vemos que Él envía la solución. Y esa solución viene en el paquete del Hijo. El Hijo es la solución de todo, pero el Hijo es la expresión visible del Reino de Dios. A todo eso lo compartimos, y a esta altura ya no representa ningún problema poder amalgamar todos estos conceptos.

Y dicen que acerca la justicia de Dios a la iglesia. Claro está que, decir esto, no nos puede ni alegrar ni tranquilizar para nada, porque nos está dejando en evidencia que la iglesia, hoy, no anda ni cerca de la justicia. Nadie te va acercar algo que ya está en el lugar determinado y correcto. Además, y siendo como debemos ser, claros, transparentes y honestos, todos sabemos perfectamente que la justicia no está tan cerca de la iglesia como todos quisiéramos que esté.  Y esto se ve por el hecho de que la iglesia tolera la mezcla. Es imposible que haya justicia si sigue habiendo mezcla. La mezcla pervierte la justicia. De allí que el ministerio apostólico genuino, se caracteriza por ser muy determinante con todo aquello que es mezcla. ¿Recuerdan? Hay una acción directa en contra de la mezcla, que es muy fuerte.

Y eso nace, esencialmente, de dos fuentes: del diseño fundacional que tiene el ministerio apostólico, que Dios le revela y de su apego por la justicia. Tomen como ejemplo a Moisés, como el apóstol del Antiguo Testamento. Van a ver que en él, hay una inclinación muy fuerte hacia la justicia. Aun antes que Dios lo llame. Él es una persona que no tolera la injusticia. Tanto es así que tiene que escapar de Egipto por esa causa. Luego lo vemos otra vez en la escena, defendiendo a la que luego sería su esposa, de un grupo de malandrines. Otra vez aparece Moisés defendiendo la justicia. En su tercera participación, él está ya confrontando al Faraón. Y esta vez ya no es con su propia justicia, sino con la justicia de Dios. Pero hay un hecho en la vida de Moisés, se nota que ha tenido un apego muy grande por la justicia.

Ahora bien; eso es algo que nosotros podemos desarrollar, por la formación que tuvimos en casa. La gente cultiva un apego a la justicia, por lo que aprendió en su casa. Por eso es tan importante el tema de la educación en la familia, no en la iglesia; en la familia. Y por eso es tan importante que los padres exhiban un claro sentido de la justicia delante de sus hijos, ya que ellos van a aprender esos principios por lo que ven y reciben, y no por bonitos discursos vacíos.

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julio 9, 2022 Néstor Martínez