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¿Cómo Salgo de Esto?

En mis primeros años de creyente, recuerdo que me aterrorizaba escuchar predicar sobre el juicio de Dios. Todavía tenía en mi disco rígido cerebral varios archivos confeccionados en base a programas de la que fuera durante mucho tiempo la religión oficial de Sudamérica: un Dios severo, lindando con cruel y casi gozoso de encontrarte en un pecado, por insignificante que fuera, para hacer desplomar sobre ti todo su poderío y reducirte a nada. Más adelante, cuando empecé a conocer a mi Dios y a tener cierta intimidad con Él, aprendí que juicio es simplemente separar lo verdadero de lo falso, y que es precisamente lo que mi Dios nos ha dicho que hará cuando llegue el momento, empezando por su casa. Los veintitrés versos del Salmo 50, nos hablan de esa instancia, y creo que nunca más oportuno y necesario recorrerlo y ver qué nos dice a cada uno.

1 – Salmo de Asaf. El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra, Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. (Cada nombre que se le da a Dios, tiene aquí su propia fuerza en significado; poderoso, majestuoso, Dios de dioses. El salmista se refiere a Dios en términos de una máxima majestad)

2 – De Sion, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido.

3 – Vendrá nuestro Dios, y no callará; Fuego consumirá delante de él, Y tempestad poderosa le rodeará. (Fuego. ¿Recuerdas su venida al Monte Sinaí? Durante mucho tiempo se relacionó tempestad con desastre climático. Hoy sabemos que no necesariamente significa eso. Hay una tempestad que hace temblar toda la tierra)

4 – Convocará a los cielos de arriba, Y a la tierra, para juzgar a su pueblo. (Aquí lo tienes con absoluta claridad. No es un juicio contra las naciones impías, ni contra los sistemas seculares, ni contra los personeros de Satanás. Es un juicio contra Su pueblo. Piensa: ¿Eres tú parte de Su pueblo?

5 – Juntadme mis santos, Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. 6 – Y los cielos declararán su justicia, Porque Dios es el juez. Selah (Aquí se reafirma lo dicho anteriormente: el juicio comienza por su casa, comienza con sus santos. Te recuerdo que santo, significa apartado, separado para servir. Ellos son los que tenían pacto con Él. Así lo vemos en 1 Pedro 4:17: Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? (Pedro está confirmando lo dicho desde el principio. Eso está vigente. La Gracia no modificó la palabra profética.)

7 – Oye, pueblo mío, y hablaré; Escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo. 8. No te reprenderé por tus sacrificios, Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí. 9. No tomaré de tu casa becerros, Ni machos cabríos de tus apriscos. 10. Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. (Escucha; cuando Dios trata así con Su pueblo, a menudo lo hace delante de un mundo que lo observa con suma atención. La tierra entera es su audiencia. Los creyentes no enfrentarán un juicio para su destino eterno; ellos han confiado en Jesús y su obra para con ellos y son salvos. Sin embargo, sí enfrentarán lo que Pablo llamó El Tribunal de Cristo, y sus obras y sus motivaciones serán juzgadas. No importa cuánto haces, importa por qué y para quien lo haces.)

11 – Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. 12. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud. (¿Se imaginan los hombres que el Señor necesita estandartes y música, e incienso y lino fino? Si así fuera, las estrellas engalanarían su estandarte, los vientos y las olas se convertirían en su orquesta y diez mil veces, diez mil flores, exhalarían perfume, la nieve sería su lino fino y el arco iris su canto. Las nubes de luz, su manto. Alguien dijo con mucho acierto alguna vez: “¡¡Oh necios!! ¡Adoran, y no saben qué!” Toda la tierra es de Él, Él la creó, Él es Su dueño.)

13 – ¿He de comer yo carne de toros, O de beber sangre de machos cabríos? 14. Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al Altísimo; 15. E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás. (Dios prefiere la oración de un corazón quebrantado, al servicio más fino y elegante jamás ejecutado por sacerdotes y coros.)

16 – Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, Y que tomar mi pacto en tu boca? 17. Pues tú aborreces la corrección, Y echas a tu espalda mis palabras. 18. Si veías al ladrón, tú corrías con él, Y con los adúlteros era tu parte. 19. Tu boca metías en mal, Y tu lengua componía engaño. 20. Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; Contra el hijo de tu madre ponías infamia. 21. Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sería yo como tú; Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos. 22. Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, No sea que os despedace, y no haya quien os libre.

Olvida aquel pueblo al que literalmente se refiere el salmo. Viaja en el espacio-tiempo hasta este hoy que te está abrumando, confundiendo y desorientando. Ya no interesa cuándo y cómo, lo que interesa es el que. Y el qué está delineado con absoluta claridad en estos últimos siete versos. Tráelos a este hoy y estarás frente al juicio de Dios sobre su casa, como estaba escrito. Como siempre fue, como muy pocos creyeron. Como muchos menos se están dando cuenta, todavía. La pregunta surge automática de miles y miles de labios temblorosos de quebranto y arrepentimiento. ¿Cómo salgo de esto? ¿Cómo me libero de este mal? El último verso tiene la y tu respuesta.

23 – El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino, Le mostraré la salvación de Dios.

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septiembre 26, 2020 Néstor Martínez