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La Divina Ley de la Gracia

Hay mucha gente, (Gente cristiana, obviamente), que solamente se viste muy bien  los sábados y domingos, pero que en el resto de la semana linda con la calidad de pordiosero, con el debido perdón y respeto por los pordioseros. Convengamos que hoy, en el pueblo de Dios, donde quiera que este se encuentre, (Tanto a favor de algún trabajo pastoral o en oposición a él), hay mucha gente que manifiesta una enorme dinámica espiritual y es capaz de oír lo fresco, la revelación nueva, y salir de inmediato a ponerla por obra en sus vidas, pero hay otra gente, que no es mala ni peor que la mencionada, pero que todavía sigue firmemente ligada y unida a toda suerte de tradiciones. De hecho, eso nos tiene que recordar aquellos tan clásico y veraz de que un reino dividido, jamás prevalece.

(Juan 19: 30) = Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: consumado es. (Repite conmigo: consumado es. Otra vez: consumado es. Eso quiere decir: se terminó. Se acabó. ¿Y qué es lo que se acabó? Entre otras cosas, el tiempo de las tradiciones. Quiero caminar por toda la Biblia y revelar unos cuantos principios, verdades, que son necesarias para romper raíces tradicionales que traemos dentro, a pesar de formar parte, en algunos casos, de iglesias de avanzada) Gran paz cubre a los que aman la palabra y nada les ofende. De manera que cuando aquí comencemos a revelarte ciertas cosas, no te vayas a ofender. Porque gran paz cubre a los que aman la palabra y nada les ofende. Me gustaría que allí donde estás, y para ti y tu Señor, no para mí, puedas decir en voz alta: nada me ofende. ¿Lo dijiste? Gracias, ahora puedo seguir tranquilo.

(Juan 1: 4) = En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. (Nota que lo que ilumina a los hombres, es la vida que se encierra en él.) (5) La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. (En otras palabras: el mundo, o la oscuridad, o la ignorancia, o la tiniebla, no pueden comprender, mentalmente, no pueden percibir, no admitieron, no recibieron, no pudieron acaparar o abrazar la luz que entró en ella) (Verso 10) = En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.  (11) A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron.  Eso significa que vino a su propio pueblo, y su propio pueblo no lo reconoció. Hoy podrías decir que vino a tu iglesia, y tu iglesia no sabía quién era. Así están las iglesias hoy, si viene Cristo no lo reconocen. En algunas, si no viene vestido de primera marca el domingo no puede ser él. En otras, si no danza u ora en lenguas, tampoco es él. Sin embargo, él andaba con unas sandalias que seguramente se le ensuciaban con tierra, y se le veían los dedos con tierra pegada por fuera.

(12) Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Verso 16) = Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. (17) Porque la ley por medio de Moisés fue dada (Grábatelo: la ley es de Moisés) pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. (A esto también grábatelo: la gracia y la verdad vinieron con Jesucristo). (18) a Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Noten como, de qué manera, por medio de qué cosa, conocemos al Padre. Sólo podemos conocer al Padre, dejando que Jesús lo revele. No Moisés. Sólo la gracia revela al Padre, la ley no. Fue Cristo quien pudo revelar al Padre, Moisés no pudo.

Ahora bien; si Cristo vino a los suyos, y los suyos no lo reconocieron, sea porque estaban ciegos, o estaban en tinieblas; porque habla de que las tinieblas no pudieron comprenderlo, entonces estamos hablando de un mundo o de un reino que estaba en cautiverio. La religión, el legalismo o la tradición, son sinónimos de cautiverio. Y si tú estás cautivo de Satanás, o cautivo de cierta iglesia, no importa. La fuente de la cautividad es una sola. Cautiverio es cautiverio; esté adentro o esté afuera. Porque sigues estando atado. Cautiverio es cautiverio. Es imperativo entender cuál es la voluntad de Dios en ciertas áreas, para que después de haber sido liberados, no vivamos en cautiverio. De hecho, ellos no pudieron entender que Jesús estaba allí por causa de sus costumbres. Las costumbres, ciegan el entendimiento.

Por causa de ir detrás de las costumbres, perdieron la revelación. Recuerden que en aquellos días, decían: “Oigan, ¿Han escuchado de un hombre llamado Jesús? – ¡Sí, pero estamos esperando al Mesías! – Pero…oye…este hombre es distinto, está haciendo todo lo que las profecías dicen… – ¡Ya lo sé, pero nosotros estamos esperando al Mesías! – ¡Pero mira! Los ciegos están viendo, los muertos están resucitando, los cojos están caminando, ¡Este hombre es distinto! – Sí, ¡Qué bonito! ¡Pero yo estoy esperando el Mesías!” Así es hoy. “¿Estás enterado?, hay un movimiento en la iglesia que está en las afueras de la ciudad, esa pequeña que jamás nos preocupó! – Ya lo sé, ¡Pero yo estoy esperando el avivamiento aquí, o el arrebatamiento! – ¡Pero mira que están pasando cosas tremendas! – Sí, me dijeron, ¡Pero yo estoy esperando el shock del Espíritu o a Cristo, que viene ya! – Pero, ¿Qué te cuesta venir un día y ver lo que están haciendo allí? – No puedo, tenemos que permanecer en nuestros cultos por si cae el Espíritu o justo Cristo viene ese día!”

No le cabe ninguna duda a nadie con dos dedos de frente: a la tradición, siempre se le pierde la revelación. Hay personas que si Cristo no viene un día domingo, se van a quedar, porque en el resto de la semana nadie sabe en qué ni dónde andan. Hoy estamos corriendo el mismo riesgo de perdernos lo que Dios está haciendo, por causa de algunas costumbres. Vamos a preparar el fundamento. Vamos a ir a la palabra, y vamos a ver cómo la tradición es un estorbo a los ojos de Dios. ¿Cuántos tienen claro que Cristo le dio una tremenda paliza a Satanás, desde la cruz? Y no sólo eso, sino que fue una paliza eterna. Es irrevocable. Le dio duro al diablo. Y él nos entregó a nosotros esa victoria, para que nosotros la apropiáramos.

Escucha esto con toda atención: tú no puedes tocar a Satanás. Tú jamás le darás una paliza a Satanás. Tú no eres ninguna clase de desafío o reto para Satanás. Sólo Cristo tuvo esa victoria, y nosotros la apropiamos, y resistimos al enemigo, parados sobre la victoria ya obtenida por Jesús. Sin embargo, a veces creemos que le hemos dado una paliza al diablo, y lo que hacemos es haber tocado la gloria de Dios. Tú no le has dado ninguna paliza al diablo. Ni tú, ni yo, ni nadie. ¡Cristo le dio una paliza, y parados en esa victoria, resistimos al enemigo hasta que él tiene que huir de nosotros! Depende de nosotros administrar esa victoria. En realidad no la tocamos, pero podemos administrar la victoria. De todos modos, sabemos que Cristo venció al enemigo, con el arma que tenía el enemigo. Hebreos 2:14 nos dice que por medio de la muerte destruyó al que tenía el imperio de la muerte, esto es: Satanás.

De manera que con la muerte, destruyó la muerte. Tomó el arma que tenía Satanás, la muerte, y por la muerte destruyó a aquel que tenía el imperio de la muerte. De manera que ya no lo tiene, lo destruyó. Lástima que por cuatro mil años, el hombre estaba bajo el yugo del temor de la muerte. Jesús toma el arma, y con esa arma, vence a Satanás. Y ahora nosotros deberíamos haber apropiado esa victoria, ¿Entiendes? Sólo que hay un problema: Satanás cree que ha vencido a Jesús en la cruz. Pero, al tercer día, ¿Qué sucede? Todo aquello tiembla y es el mismo ayer, hoy, el día que movió la roca, y todos los siglos. Se levanta Jesús. ¿Se imaginan a Satanás? ¡Ese era mi imperio, la muerte! ¡Pero la muerte no lo detuvo! ¿Y ahora qué hago? ¿Qué voy a hacer yo, ahora, si lo único que tenía para vencer yo, en la tierra, era la muerte, y la muerte no está funcionando?

¿Qué hago? ¡Ah, ya lo sé! Voy a cegar el ojo del entendimiento de su pueblo, para que no pueda ver la victoria que en verdad tiene. Y allí es donde comienza a operar el espíritu de religiosidad a través del legalismo. Satanás usa el plan “B”: cegar los ojos de tu entendimiento. Él sólo quiere oscurecer la cruz. No la cruz típica, sino la victoria que existe en la cruz. Si tú no entiendes las victorias que tuviste, entonces vas a tener que proseguir intentando conseguir victorias que ya son tuyas. De manera que, perdiendo el tiempo en hacer algo que ya está hecho y completado, no haces lo que tienes que hacer.  Y esa y no otra es la historia de la división de la iglesia. Algunos están haciendo, y otros están tratando de complacer a Dios por algo que ya fue hecho. Él está tratando de que tú no entiendas cuál fue la victoria. Vamos a Gálatas capítulo 3. Pablo. Vamos a verlo aquí de una manera muy sencilla.

(Gálatas 3: 1) = ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? (El verso dice en el texto original: ¿Quién te hechizó? Ustedes, que pudieron percibir con claridad, la obra y la victoria que se obtuvo en la cruz, ¿Cómo ahora estás hechizado? Noten que fuerte que es la connotación) (2) Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? (La implicación es que está hablando con un grupo de personas que tiene el Espíritu Santo. Porque acaba de decir que lo recibieron. ¡Pero también les dijo que están hechizados! De manera que es posible estar llenos del Espíritu Santo, y hechizados! (3) ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?

¡Naciste de nuevo en el Espíritu! ¿Y ahora te quieres perfeccionar por tu manera de vestir? Naciste por el Espíritu, ¿Y ahora te quieres perfeccionar de acuerdo con la cantidad de maquillaje que usas? Naciste en el Espíritu, ¿Y ahora te quieres perfeccionar de acuerdo con la longitud de la falda que usas? ¿O si usas o no usas pantalones? ¿Cómo es que empezaste en el Espíritu y terminaste en la carne? ¿Quién te hechizó? Quiero que tengas presente que quien dice todas estas cosas no era un muchachito moderno que llegó ayer a la iglesia dejando en la entrada el porro de marihuana y la botella de cerveza. ¡Pablo lo dice! Y nos deja en claro que, la raíz de la hechicería, es oscurecer la victoria de la cruz. Cuando no entendemos la victoria de la cruz, abrimos la puerta a que Satanás nos hipnotice con su plan “B”. Recuerda lo dicho: Ya está consumado. La cruz es nuestro único punto de victoria. Es la única base de tu victoria. Nada de lo que tú hagas te justifica con Dios.

Tenemos victoria por lo que hicimos hoy. No importa si tienes zapatos, si no tienes zapatos, si usas corbata, si tienes el cabello largo o bien cortito. Nada de eso te justifica con Dios, sólo la cruz. La evidencia de un pueblo que está hechizado, es que es un pueblo religioso, un pueblo legalista y carnal. Dicho en otras palabras: justificarse por reglamentos, es volver a la carne. El justificarse es volver a la carne. Reglas, ceremonias, leyes, no traen justificación. Para justificación, sólo Él y la cruz. Romanos 10:4. Sígueme cuidadosamente, esto es un estudio, no una opinión personal. Y es para que lo impartas en tu vida y lo compartas con todo aquel que esté trayendo falso testimonio por espíritu religioso y legalista. Si vamos a ser una iglesia que vamos a restaurar y a producir ministros que salgan a predicar, tenemos que entender esto.  (Romanos 10: 4) = Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

El fin de toda justicia, es Cristo. El fin de toda obra para justicia, es Cristo. Después de Cristo no interesa lo que hagas, ya se terminó. ¡Pero es que tenemos que vestirnos así porque dicen que esta es la manera adecuada! Ya Cristo vistió de la manera adecuada, y no veo que tú estés vistiéndote como él.  ¡Es que a mí me gustaría ofrecerle a Dios por lo menos veintiún días de ayuno! Cristo ya ayunó cuarenta por ti. No importa lo que a ti se te ocurra para justificarte; ya Cristo lo hizo. El fin de toda obra para justificación, es Cristo. En una palabra: de Cristo para acá, nada que tú hagas te servirá para justificarte. Todo lo que tú te atrevas hacer, él ya lo hizo mejor que tú. ¿Por qué mejor no apropias la victoria de él? La recibes para ti y te salvas de todo el trabajo. Y vives tranquilo y libre, y si se da que puedes predicar en bermudas y camiseta de colores, predicas con esa ropa. ¡Si la unción jamás estuvo encerrada en una corbata! La palabra nos dice que a través del hombre Jesús y su muerte, nuestro viejo hombre muere para ser libre de la ley, y casados con otros. Cristo. Si no aceptamos esa justificación total, e intentamos perfeccionarnos con obras de la carne y esfuerzos humanos, observando reglas que nos amarran, entonces caemos en maldición de hechicería.

(Gálatas 3: 10) = Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. O sea: todos los que dependen de cómo deben vestirse, qué color de ropa es adecuada para venir a la iglesia y qué clase de ropa debe usar la mujer, están malditos. Por eso siempre andan con cara de haber desayunado con vinagre y limón. ¿Has visto alguna vez un religioso legalista alegre? Yo no, ¿Sabes por qué? Porque están bajo maldición. Y lo peor es que no lo saben. Bueno; no lo sabían, ahora se enteraron. Y concluye diciendo que no puedes permanecer en todo lo que está escrito en la ley. ¡No puedes hacer todo lo que está escrito, no trates! ¡Por eso es que Cristo murió por ti! ¡Porque tú no puedes! Porque si lo intentas de todas maneras, y un día se te olvida de hacer una sola cosa: culpable. Si tratas de cumplir la ley, te vas a caer de rostro al suelo. ¡No puedes! Nadie cumple la ley, por eso Cristo la hizo por nosotros.

(11) Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, porque: el justo por la fe vivirá. Y voy a insistir con el vestir porque ha sido y sigue siendo una de las tremendas asignaturas pendientes, tanto del testimonio cristiano como del comportamiento religioso. Hay una forma de vestir decente, que no tiene parámetros de prohibiciones o sugerencias. Tú, mujer, sabes perfectamente qué ropa te sienta decentemente y qué ropa te convierte en seductora o algo más fuerte. Pero eso tiene que ver con una convicción interna, con una conducta de vida, con una manera de ser decente y despojada de toda intención maliciosa. Pero si a eso lo quieres transformar en un punto de justificación, entonces estás más que frito. Jamás una prenda de vestir te justificará lo que Cristo ya te justificó. Creo que algunas de estas cosas, gracias a Dios, ya quedaron en la historia casi humorística de un supuesto movimiento de santidad, pero no puedo evitar recordar que había iglesias en las que, si una mujer llegaba con una falda que a juicio de sus ujieres era demasiado corta, se le entregaba una falda complementaria de papel para que la usara mientras participara del culto.

(Verso 15) = Hermanos, hablo en términos humanos: un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. Escucha: no le añadas nada al pacto. Si ya el pacto está completo, ¿Qué haces añadiéndole? Gritamos que somos salvos por fe, pero le añadimos reglamentos respecto a cómo vestirnos, como hablar, cómo pintarnos o no pintarnos, cómo cortarnos o no cortarnos el cabello. ¿Somos salvos por fe? Esto es simple conciencia, no palabra. Y debería aconsejarte, si me lo permites, que jamás prediques conciencia, sólo predica la palabra. Esa es la que no vuelve vacía. Todo lo demás, es hojarasca, créeme. Además, entiende esto de una vez por todas: a nadie le interesa tu opinión. Sólo interesa la palabra. La única manera en que el cuerpo de Cristo puede ser maldito, es cuando tú mismo le abres la puerta a la maldición, saliendo de la gracia y cayendo en la ley. (Gálatas 5: 4) = De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.

Ahora entendiste este verso, ¿Verdad? Si estás dependiendo de la ley, te caíste de la gracia, y estás en maldición. Porque ya Cristo se convirtió en maldición por ti. ¿Qué haces, entonces, viviendo una vida maldita, con una carga pesada? Cambia el yugo, enyúgate con Cristo que su carga es liviana. Los que se justifican con la ley, se desligan de Cristo, y como se desligan de Cristo, caen de la gracia.  (Gálatas 2: 16) = Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. (Gálatas 1: 6) = Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.

Lo que te está diciendo Pablo, aquí, es que si tú no operas en la gracia, tu evangelio es diferente. No es el que yo conozco. Y recuerda que Pablo tenía la misma batalla, porque él estaba peleando con aquellos que querían la circuncisión, que es una obra de la carne, para justificar una salvación que sólo venía por fe. Es el mismo principio, por eso estoy usando esto. (7) No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. (8) Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (¿Te lo paso en limpio? ¡Sea maldito! Ese es Pablo hablando. Me seduce la autoridad de Pablo.) (9) Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. (Maldito. Blasfemia. ¿Cómo te atreves? Añadirle a la obra de la cruz, es blasfemia. Hechicería.)

(10) Pues, ¿Busco ahora el favor de los hombres, (A la organización a la cual pertenezco) o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? (A las estructuras de mi denominación) Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Me gustaría quedarme un buen rato repitiendo esto último que he leído, para que no se te borre. Para que jamás lo pongas en práctica. Para que vayas corriendo a decírselo a quien ya sabes que deberías decírselo. Si todavía hago cosas para agradar a los hombres, no soy siervo de Cristo. No soy siervo de Dios.(Gálatas 6: 12) = Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. Buscan agradar a los hombres. ¿Sabes por qué lo hacen? Porque no quieren ser perseguidos. Quieren ser aplaudidos y reconocidos por los mismos hombres a los que buscan agradar haciendo y diciendo lo que a ellos les agrada que digan.

(13) Porque ni aún los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. ¿Sabes lo que significa esto? Que ellos te ordenan una batería de estatutos a ti, pero ninguno de ellos puede cumplir con ninguno de los que te ordenan. Los primeros que se les desbarrancan son sus propios hijos. (14) Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. (15) Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. (16) Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.  Nota que al que anda conforme a la gracia, la paz y la misericordia le sigue. Vemos que ellos no quieren sufrir persecución, que ellos mismos no pueden cumplir ni mantener la ley, se quieren gloriar en sus propios logros. Y miren que aquí dice: a ellos y al Israel de Dios, o sea que no hay predilección nacional: estamos hablando tanto de judíos como de la iglesia de Dios. Hombre espiritual.

Jeremías 17:5 dice: maldito el varón que confía ¿En quién? En el hombre. No obstante, muchos son sinceros al intentar hacerlo. Más del setenta y cinco por ciento de la iglesia de hoy, opera bajo maldición. Por eso son tan necesarios ministerios atrevidos que sean capaces de decir lo que todos piensan y la mayoría calla. De hecho, no se trata que tú salgas a vociferar palabrotas en contra de las estructuras. Ni se te ocurra ir si Dios no te manda. Obviamente, la mayoría de la iglesia quiere justificarse por esfuerzos, habilidades, métodos, organizaciones y reglamentos. Cuando esto opera según el esfuerzo de la carne, su corazón se aparta de Dios. Porque dice Jeremías 17:5 y Mateo 15, que el que de labios le honra, está lejos de Él. Conclusión: operar en legalismo, es ciento por ciento carnalidad. Jamás celo santo, como quieren presentarlo. Y quiero que algo quede claro: no estoy hablando del pueblo religioso o legalista, estoy hablando del sistema.

 (Gálatas 2: 19) = Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. (Noten que es imposible vivir para Dios y estar vivo para la ley.)

(Colosenses 2: 13) = Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, (Repítelo para ti mismo hasta que lo entiendas y lo aceptes: por todos los pecados. Por todos.) (14) anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, (Sabemos que Cristo no vino a destruir la ley, vino a cumplirla. Romanos nos dice que la ley es santa y el mandamiento es santo, bueno y justo. O sea: el no vino a romper la ley, pero la quitó de en medio. Esta es la ley y ella nos justificaba. Y Cristo dijo: dame ese papelito. Y fue y lo clavó en la cruz. Y de allí en más, esa fue y sigue siendo, nuestra única justificación) (15) y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Así es que, cuando alguien venga y te pregunte por qué tú no haces tal o cual cosa que, por reglamento interno, es obligatorio realizar para ser parte de un determinado grupo, tú mejor respuesta indudablemente será: ¡Porque ya Cristo la hizo por mí! El agarró aquella ley y dijo que la iba a cumplir. Y que luego que la cumpliera, cuando cada uno de nosotros estuviera en necesidad de cumplirla, lo que teníamos que hacer era simplemente mirarlo a Él. Por eso dice que Él quitó la ley del medio, para justificación. La ley existe. ¿Cuántos saben que un mundo sin  ley no sirve? Pero de ninguna manera para justificarte. No te justifiques con la ley, que para justificación, no sirve. Porque Cristo se convirtió en tu justificación, y quitó ese papelito del medio. En la cruz yo fui justificado. Cuando Cristo fue justificado con Dios, yo fui justificado con él.

¿Sabes lo que dice la religión? ¡Jesús! ¡Te amamos, te respetamos! Pero…me temo que tu obra no es suficiente. ¡Qué osadía! Yo sé que moriste por mis pecados, pero para ser justificado, me voy a afeitar toda la cara. Con barba no puedo pretender salvación, dice la ley. ¿Te imaginas? Hay caras que con barba no se favorecen, es cierto, pero también hay otras que si no les pones una buena barba, mejor no las mires. El que dice que la obra de la cruz no es suficiente, blasfema. ¿Cómo podemos atrevernos a decirle a Dios que su trabajo en la cruz no es suficiente para nosotros agradarlo a él? Dios aborrece el legalismo. Porque él aborrece toda la obra satánica. Recuerdo que en una época se habían puesto casi de moda las vigilias en las iglesias. Los jóvenes encantados, porque podían compartir con los o las que les habían movido el corazón. ¿Pero vigilia para Dios? En todo caso, para beber chocolate, café o mate argentino y comer galletitas. Al día siguiente les preguntabas que había dicho Dios y te miraban como si estuvieras loco.

¿Quieres un buen ejemplo de legalismos y tradiciones? Con mi debido respeto por las personas que están allí, los adventistas. Ojo: hermenéuticamente, están correctos: sábado es sábado. ¿Cuántos saben que el sábado es sábado? Sólo un problema: nadie será justificado por venir a una iglesia el día sábado. Tú puedes ir a esa misma iglesia cuando a ti se te da la gana o sientes necesidad espiritual de ir. Porque ya Cristo te justificó. Y ya no tienes que guardar un día, ahora guardas los siete. Allí fue donde ellos erraron. ¡Es que tiene que ser sábado, sino estás fuera! Y tu le dirás: Bueno, yo entré con Cristo, no sé quién es el que está fuera. Romanos 14:6 dice que el que hace caso de un día, que haga caso de un día, y el que no hace caso de un día, que haga caso del otro día. Y al que le gusta el lunes, que vaya el lunes, y al que le gusta el martes, que vaya el martes. Y al que le gusta el Señor, si llega algo que nutre, alimenta y revela, va todos los días.

Conclusión válida para ellos y para todo el resto: no tenemos que ir a la iglesia ni el sábado ni el domingo, sólo estar justificados por Cristo es lo importante. Hay lugares en donde las reuniones más importantes son los domingos por la mañana, y en otros son los domingos por la noche. ¿Quién será más santo? ¡Ninguno! Y al ejemplo más simple lo tuvimos cuando estuvimos todos en el cenit de la pandemia. ¡Los templos estaban cerrados! Y los que eran de nosotros, se quedaron con nosotros, y los que estaban con nosotros pero no eran de nosotros, desaparecieron, tú has sido testigo de eso, seguro. ¿Y qué sucedió mientras no vinieron a sus templos? ¿Acaso dejaron de estar justificados por no tener una reunión en un lugar llamado iglesia, cuando en realidad eso se llama templo? ¿No se podrían hacer esas reuniones en una casa de familia, por ejemplo? O si ninguna casa fuera lo suficientemente grande como para recibirlos a todos, ¿No se podrían reunir en una plaza pública? ¡Claro que sí! Ahora; si la reunión fuera en una casa o en una plaza, ¿Obligarías al pastor a ir de saco y corbata, y a su esposa con un velo en la cabeza?

Y si fuera en una época de mucho calor, ¿No se podría venir en remera o camiseta? Y si el calor es sencillamente agobiante, ¿No se podría predicar de bermudas? ¡Já! Yo sé que esto te causa gracia, pero llegará un momento, estoy seguro, que me dirás: “Bueno, pero hasta ahí, nomás. Más allá es pecaminoso?¿Pecaminoso? ¡Podemos hacer cualquier cosa! ¡Somos libres en Cristo Jesús! ¡Él quiere ver corazones fundidos con su corazón, no estéticas religiosas! La unción no está en la ropa. Hay personas que jamás han ido a una playa porque es pecado. ¡Pecado es no ir! ¿Te imaginas lo que es vivir en zonas caribeñas y no ir a la playa? Ese sí que es un pecado: el pecado de ignorar una de las tantas maravillas que Dios le regaló al hombre. ¡Pero es que hay jóvenes haciendo topless! ¡No las mires! Deléitate con la obra de Dios, esas aguas azules, esas arenas blancas, esas olas desafiantes, esa espuma refrescante. ¿O no se ven jóvenes sin ropas en algunos programas de televisión? ¿Acaso tú te sientes obligado a verlos? ¿O a consumir pornografía ya que tienes paga la conexión a Internet? ¿Cuándo tú llamas por teléfono en la madrugada a ese líder en el cual confías, para pedirle que ore por ti por causa del problema que te aqueja, le exiges que se ponga un saco y una corbata? ¡Religioso! ¡Tradicionalista! ¡Legalista! Todo eso está maldito.

(1 Timoteo 4: 1) = Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; (Quiero recordarte que doctrina es algo que existe en la iglesia, no en el mundo) (2) por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, (3) prohibirán casarse (¡Huau! Me parece que se abrió una lata de gusanitos, aquí. Doctrina de demonios, dice. ¿Cuáles son? Prohibir casarse) y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. (Abstenerse de alimentos, dice. ¡Qué raro!)

Sin embargo, en la gracia, ya no estamos bajo la ley, y puedes comer tanto langostas como cerdo. Y eso sí lo hacemos porque nos gusta. Claro, si tú no vives en Argentina donde es manjar el cerdo pequeño asado, seguramente lo estimarás como pecado. Ahora bien; ¿Cuántos de ustedes saben que se puede comer cualquier cosa, siempre y cuando la santifiques a Dios? Ojo: qué daño le producen esas cosas a tu cuerpo, es otro cuento. Y no es poca cosa si tienes en cuenta que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo. Pero que sea por cuidado está bien, que sea por cumplir con la ley, no.  Cuando los pentecostales experimentaron aquel gran avivamiento, donde nació luego la Unión de las Asambleas de Dios, cometieron un gran error.

Muchos pensaron que el avivamiento vino por lo feos que eran. Era ese tiempo el tiempo del Movimiento de la Santidad, entonces nadie se pintaba ni se hacía nada que embelleciera el cuerpo. Sin embargo, el avivamiento no vino porque ellos se destrozaran así, el avivamiento vino porque vivían con el rostro contra el suelo pidiéndolo a Dios. Pero si alguna dama ponía el rostro maquillado contra el piso, seguramente el avivamiento venía también. Como quiera que tengas el rostro postrado en el piso: con maquillaje, sin maquillaje, con pantalones, sin pantalones, con mucha ropa o desnudo, si tienes la cara contra el piso y clamas, Él viene. ¡Dios vino por lo que eran, no por lo que hacían! La unción es independiente, definitivamente, de cualquier recurso externo.

La ley dice que tú no puedes usar una prenda de dos tejidos. Tiene que ser de tejido puro. ¿Cuántos tienen dinero para comprarse, por ejemplo, un traje de tejido puro? ¿Sabes cuánto vale un aparato de esos? Y el legalista, ¿Cómo se viste? Hasta donde yo lo he visto, casi siempre con lo más barato que hay. Y no por ratón, sino que como está viviendo bajo maldición, tampoco le alcanza el dinero que gana. Se le escurre y tiene que salir a comprar segunda mano o baja calidad. Entonces llega con saco azul, pantalón verde, camisa a cuadros y corbata amarilla. Una pintura. Onda Picasso, claro. Surrealismo puro. O ridículo, como quieras. Te predica el legalismo, pero te usa un tejido de quince mezclas, porque sale más barato. Dios aborrece las mezclas. Y eso es definitivamente cierto. ¡Pero no está hablando de ropa! ¡Está hablando de todas las mezclas que has visto, estás viendo y todavía tendrás que ver dentro de las iglesias! Por la mañana escuela bíblica. Por la tarde, en el mismo salón, clases de Yoga.

Es increíble cómo se están atando ellos mismos de manera innecesaria. Santiago nos dice que, el que ofendiere la ley en un solo punto, aunque guarde correctamente todos los demás, se hace culpable de todos. Si una mujer, por imposición de reglamento interno, jamás fue a su iglesia vistiendo pantalones, pero en su casa se puso uno porque era de un pijama y tenía frío, es culpable, pecó. Pude ver mujeres que acudían al altar con un velo en sus cabezas, pero estoy seguro que cuando clamaban por sus familias inconversas en sus casas, no se ponían ningún velo. Y en cada clamor que se eleva hacia Dios, se constituye un altar. Sin dudas: Satanás quiere oscurecer la cruz. Para  gastar todos tus esfuerzos trabajando haciendo nada. Y hay algo más, todavía. ¿Qué tal con los ciudadanos de segunda clase? Los divorcios. La homosexualidad. ¡Esta iglesia salva a todo el mundo! Menos a los divorciados y a los homosexuales, claro…No estoy diciendo que los aplaudamos, estoy diciendo que no los discriminemos. Romanos 7. En Romanos 7, Pablo hace una analogía de la ley, con el matrimonio.

(Romanos 7: 1) = ¿Acaso ignoráis, hermanos, (Pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto éste vive? (Noten que no está estableciendo una ley; está haciendo que tú te recuerdes de la ley. Está diciendo: “Tú eres ignorante; ¿No te acuerdas lo que la ley decía? Estaba hablando con un pueblo que conocía la ley. Sólo entra en detalles. Sólo le menciona la porción de la ley, automáticamente, a todas aquellas personas se les prende la pantalla con lo que la ley decía. Decía: ¿Acaso hermanos, (Eran judíos) eres ignorante, no te acuerdas lo que decía la ley? Como que el que estaba vivo, estaba atado por la ley mientras estaba vivo. Y luego continúa, pero recuerda que no está estableciendo nada, está recordando.) (2) Porque la mujer casada (¿Qué está haciendo? Recordando la ley) está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.

Esa era la ley. Era muy sencillo. ¿Adulteras a alguien? La ley decía: mátalo. Eres libre. Ahora cásate. ¿Qué hacemos nosotros? ¿Te divorciaste? Jamás te vas a poder volver a casar, porque él está vivo. ¿Sabes lo que le tienes que decir? ¡Mátalo! ¿Cómo vas a hacer solamente la mitad de la ley? ¿Y a la otra mitad, dónde la dejas? Ellos no tenían problemas con re-casarse, ¡Los mataban! Hoy, todavía, nosotros decimos que no, que es cadena perpetua. ¡Es que mi marido se fue a Rusia con otra mujer y no quiere volver! No importa, cadena perpetua; debes esperar que regrese un día. Una sola cosa dije y sigo diciendo en honra a tantos y tantos ejecutados al amanecer, por la santa iglesia, con una sonrisa en los labios de los ejecutores: Dios quiera que jamás te pase a ti.

Te doy un ejemplo: tú estás al frente de una iglesia y, entre sus miembros más fieles, tienes a una joven mujer a la cual su esposo se le ha ido con otra dama. Y ella empieza a clamar a Dios, a clamar y a clamar para que regrese. Pasan dos años, y ella sigue clamando. Un día se entera que él tramitó los papeles para el divorcio y ella está obligada a firmarlos porque la ley así se lo demanda. Firma todo, pero sigue clamando, clamando y clamando. Pasan cinco años y se entera que el hombre se casó con aquella dama y ahora ya tiene dos hijos y vive en otro país. Sigue clamando, clamando y clamando. Hasta que un buen día entra por la puerta de la iglesia, un príncipe azul que la sacude por dentro sin proponérselo. Sólo verlo, y… Ya no tienes ganas de seguir clamando por el que se fue.

Pasan los meses, ella tiene todavía una corta edad, no tiene hijos, es atractiva y llena de vida. Sigue siendo fiel a Dios y a su iglesia, pero ya no clama por su ex marido. Simplemente se enamora de este muchacho que conoció, y el joven, también cristiano fiel, se enamora de ella. Pregunto: ¿Qué vas a hacer? Porque tu mente te dice una cosa, pero tu corazón te dice otra, ¿Verdad? Ahora es cuando tú, si me tuvieras frente tuyo, me mirarías con ojos torcidos y me preguntarías: “Hermano… ¿Usted está a favor del divorcio?” – Y yo te respondería que ese es, estrictamente, asunto mío. Y que no te daré ninguna respuesta. Lo que quiero saber es qué harías tú con esa situación. Y no me respondas nada. En el corazón del noventa por ciento del que oyó esta historia, ya el Espíritu puso una respuesta.

Tú que hoy me estás escuchando, ¿Sentiste la voz de Dios hablar a tu corazón respecto a esto? Amén. ¿Y cuántos de ustedes sintieron la otra voz que les dice que no, que es imposible? No los veo desde este lugar, pero los discierno. Déjame decirte que esa es la batalla que tenemos, que no sabemos a quién obedecer. La ley o la gracia. Digo: si te pasara a ti, ¿A quién acudirías, a la ley o a la gracia?   (Verso 4) = Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó a los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. (5) Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. (En otras palabras: cuando estás en legalismo, el pecado reina en ti)

(6) Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra. (¿Dónde habla de divorcio, allí? Los predicadores de este tiempo serán diestros para entrar con estrategias puntuales que derriben todo lo que no es Dios. Escudriña la palabra de Dios, hombre de Dios, y busca la verdad sin prestarle atención a lo que diga otro.) (Romanos 6: 14) = Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. Te lo digo en palabras cotidianas: el pecado no tiene dominio sobre ti, cuando estás sobre la gracia. Pero cuando eliges parte sobre la ley, sí que lo puede tener. Tiene derecho legal. Por eso el legalista se pasa toda una vida tratando de no pecar.

El que vive en la gracia no necesita atormentarse con la existencia del pecado porque ya lo ha dejado atrás. Y si un día peca en algo, será leve y por causa de ignorancia, pero de inmediato se arrepiente, busca el perdón y lo obtiene, porque tiene a un tremendo abogado, a Jesucristo el justo.  Es preciso que entiendas a esta altura de este trabajo, que de ninguna manera estoy propiciando el libertinaje religioso ni diciéndote que tienes permiso para vivir como te dé la gana. Sólo te recuerdo que todo, absolutamente todo lo que tienes a tu alrededor te  es lícito, pero que no todo te conviene. Y, esencialmente, no permitirás nunca que nada te domine.

¿Sabías que los hombres legalistas son los más proclives a caer en adulterios? Hay estadísticas muy serias al respecto, ¿Y sabes por qué? Porque generalmente sus mujeres se ven horribles. Y no porque lo sean, sino porque por el propio legalismo de sus maridos, que generalmente son líderes o ministros, tienen tendencia a afearse por causa de no caer en “provocación o seducción”. ¿Conclusión casi lógica? El ministro, acostumbrado como está a ver esa cosa pálida y jugando a ser cada vez más fea que es su mujer, y sumado a su falta de auténtica santidad, suele embobarse muy fácilmente ante la primera niña bien vestida y maquillada que se le cruza, aún dentro de su propia congregación.

Escucha lo que te digo en este día para que se te grabe para siempre: la mujer de un ministro tiene que ser la cosa más hermosa que haya pisado el planeta. Y si no lo es por naturaleza, ¡Pues que trate por todos los medios a su alcance, sin caer en asuntos anti naturales, claro está, de serlo. Las pasiones traen los frutos de la carne. Yo, y millones más como yo, creemos que un hombre tiene que tener una sola mujer. Pero, claro, si Satanás interfiere en eso, ¿Qué vas a hacer después? Allí es donde está el misterio, y donde tú seguramente vas a tener que buscar a Dios. Y yo no te voy a decir nada, pero vas a hacer como David: cuando la desgracia toque tu puerta, vas a tener que arrimarte a la gracia. Yo no sé cómo estás delante de tu Padre, pero si no llegas a estar como corresponde, en lugar de afligirte con la culpa, busca cobijarte en su gracia, arrepiéntete y no peques más.

(Hebreos 8: 7) = Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, (Está hablando del Antiguo, del primer pacto) ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. (Traduzco: si todas aquellas leyes hubieran estado bien, no hubiera hecho falta que viniera Cristo a implementar el segundo pacto.)  (8) Porque reprendiéndolos dice: he aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; (9) no como pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

(10) Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor; pondré mis leyes en la mente de ellos, (Nota dónde están las leyes ahora) y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; (11) y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos. (12) Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.  (13) Al decir: nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.

El Antiguo Testamento, es la sombra del Nuevo Testamento. Tipologías para las estrategias de la victoria de hoy, nada más. Saca a Moisés de la alabanza, y deja que la danza y las trompetas se regocijen en Cristo Rey. Saca a Moisés de la recepcionista. Tú sabes; en algunos lugares los llaman porteros, en otros ujieres principales. Son aquellos o aquellas encargados de filtrar los visitantes. ¿Tienes barba larga y fea? No entras. ¿Tienes falda demasiado corta? No entras. Me pregunto: ¿Por qué no ponen a Cristo en la puerta, que seguramente les va a decir que vengan todos los que estén cargados y trabajados que Él los hará descansar? Saca a Cristo de la palabra, que dice: si no te arrepientes te vas para el infierno. Y pon a Cristo en el púlpito, que dice: la voluntad de mi Padre es la siguiente: sígueme, y serás libre.

Si debo serte honesto al ciento por ciento, no sé qué es lo que me llevó a grabar este trabajo una vez más. Reciclado, modificado en algunos pormenores, aggiornado a las nuevas esencias, pero antiguo en su concepción. No lo sé, porque ando todos los días buscando qué cosa dijo Dios ayer.  Sin embargo hoy no pude hacer eso y decidí volver a retomar un camino antiguo que ya había transitado antes. ¿Quizás discernir que, detrás de este micrófono hay un amplificador que lleva mi voz a alguien que hace años está luchando duramente con alguna atadura producto de conceptos legalistas? Quizás, no lo sé. Lo que sí sé es que si mi Padre me envió hoy a repetir esto una vez más, es por amor a ti, pura y exclusivamente por amor a ti. Dejándote a un costado a ti, a ti, a ti y a mí mismo, que quizás cuestionamos estas repeticiones, sólo porque una ovejita amada anda por ahí perdida y apartada del rebaño corriendo riesgos con el lobo voraz que la busca para devorarla.

Escucha: yo no puedo tomar decisiones por ti, pero sí puedo enseñarte la verdad. Y la verdad es que en Cristo Jesús eres libre. Y si un prisionero una mañana recobra su libertad, ¿No sería una barbaridad mayúscula que decidiera retornar a la prisión simplemente porque es hora de almorzar? Hay una delgada línea divisoria entre la sumisión, obediencia y sujeción, con la esclavitud por manipulación emocional. Es una delgada línea, tan delgada que en muchos casos se pierde de vista, se mimetiza y se fusiona. Pero no tienen nada en común. Obediencia es gloria a Dios, y esclavitud es alabanza al diablo. Tú eliges. ¿Vives en la gracia? Glorificas. ¿Vives en la ley? Eres esclavo.

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agosto 6, 2022 Néstor Martínez