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Consideraciones Sobre tu Identidad

Es indudable que en muchos casos, nuestra relación con Cristo y nuestro servicio hacia Él han estado obstaculizados por causa de los argumentos que se levantan en contra del conocimiento de Dios. Sin ese conocimiento, que en realidad es lisa y llana intimidad con Él, prácticamente es imposible conocer Su Soberana voluntad, no sólo con su iglesia, en modo abarcativo, sino con cada uno de nosotros, en lo estructural y en lo personal.

Hoy hay toda una discusión que si leemos bien la Biblia no debería ser tal, en cuanto a si tenemos un Dios o tres. No es poca la gente que ha tomado al pie de la letra literal el hecho de que tanto Cristo como el Espíritu Santo sean una persona, que lo son, sino que lo han llevado a ser una persona que se suma a otras dos, cuando la realidad nos muestra que Dios es uno. Cuando Felipe le preguntó a Jesús qué debía hacer para ver al Padre, Jesús le respondió que le llamaba mucho la atención que habiendo estado tanto tiempo junto a Él no se hubiera dado cuenta que quien lo había visto a Él, había visto al padre.

Generalmente no dedico demasiada atención a estos temas porque el Espíritu Santo pone en mí el sentir con certeza de que todo se trata, mayoritariamente, de distraernos con discusiones por cuestiones que no son de fondo en este tiempo y condiciones, llevándonos un poco por ignorancia y otro poco por egocentrismo, a un divisionismo que lo único que provoca son confusiones y, como producto de un reino dividido, la imposibilidad de prevalecer en terrenos donde siempre hemos prevalecido. Nadie se va a mejores o peores lugares del cielo por seguir y cumplimentar mejores o peores doctrinas. La ruta celestial tiene otras connotaciones y los hijos genuinos de Dios las conocen y no permiten que se los engañe.

Habrás escuchado a mucha gente decirte que si quieres caminar como se debe caminar, debes imitar a Cristo. Pablo lo hizo y luego lo proponía a quien quisiera escucharlo, pero tiene una clave que debe ser respetada si es que se quiere lograr el objetivo. Si quieres imitar a Cristo, primeramente debes conocerlo. Nadie puede imitar a alguien que no conoce. Los artistas o comediantes de variedades, que tienen la dedicación especial a la imitación, logran vivir de eso, pero no les resulta liviano ni sencillo pasarse todo el tiempo mirando a alguien y estudiando todos sus gestos e inflexiones para lograr imitarlo. Si quieres imitar a Cristo, primero deberás conocerlo. Imposible de otro modo.

De todos modos, ha prendido tanto en el pueblo cristiano la prédica de religiones agustinistas que siguen viendo a Cristo tan lejano e imposible de ver que se conforman con seguirlo a la distancia y por consecuencia ni logran oír su voz y mucho menos cumplir con lo que Él demanda que se cumpla. Decir en voz alta que imitamos a Cristo, es ganarse la burla o la ironía de muchos supuestos hermanos que eligen suponer que cuando dices eso lo haces porque eres soberbio, arrogante y de mente pecaminosa.

NI se les ocurre ir a sus biblias y comprobar que Cristo mismo dijo que así debíamos comportarnos, ellos prefieren creer lo que sus temerosos líderes les han enseñado y jamás pasarán de cultivar ciertas rutinas religiosas huecas que nunca los llevarán a una victoria sobre el cautiverio satánico proliferante. Un cautiverio que no pocos cristianos aceptan mansamente porque también les han enseñado que si no molestas al diablo él no te molestará a ti. Esta es una de las mejores mentiras satánicas que le ha proporcionado al reino de las tinieblas una victoria que les permite seguir oprimiendo a tantos y tantos, cuando ya deberían estar derrotados.

(Mateo 4: 5-7) = Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

Primero te muestro las perlas que tiene este pasaje, luego lo estudiaremos más a fondo. Dice que el diablo llevó a Jesús a la santa ciudad, lo cual es realmente así, pero no porque lo obligara o Jesús no pudiera resistirse, sino porque Jesús había sido llevado al desierto por el Espíritu de Dios, no por el diablo, entonces se suponía que debía aceptar el combate, las pruebas y todo lo que el enemigo derramara en su contra como parte de la misión que Dios Padre le había encomendado cumplir allí.

Lo que le dice Satanás respecto a los ángeles es estricta verdad porque así es como está escrito, pero es la mejor prueba que Satanás entiende la letra de la Biblia, pero no puede ni podrá jamás entrar a la Palabra de Dios por una simple razón: no cuenta con el Espíritu Santo como guía a toda verdad. De otro modo, él hubiera entendido que lo dicho en cuanto a los ángeles cuidando de nuestras vidas, es para cuando se nos ataca en pleno cumplimiento de nuestra misión, no para hacerlo por nuestra cuenta para lucimiento personal. Esto, si Jesús lo hubiera obedecido, hubiera sido directamente suicidio.

La primera pregunta que surge leyendo este pasaje, es la de saber para qué el diablo quiere que Jesús se lance desde ese pináculo. En primer lugar, presta atención que el diablo comienza su discurso diciendo “Si eres hijo de Dios”. Y eso está tocando nada menos que su identidad. Porque a nadie le caben dudas que si Jesús hubiera querido convertir aquellas piedras en pan o arrojarse de este pináculo, lo hubiera hecho sin dificultad. Poder para convertir lo que sea, ya hemos visto que tenía y ángeles a su servicio, Él mismo lo mencionó. Habló de legiones de ellos a su favor, lo que en cantidad terrenal equivale a miles, o quizás millones.

En primera instancia, esto nos deja en evidencia dos cosas sencillas: la primera, y lo reitero, es que el diablo conoce la biblia. Sabe lo que hay escrito allí. Lo segundo que también ya lo dije, es que no tiene revelación porque no mora en él el Espíritu de Dios, pero a la letra si la conoce. Y en el salmo 91 está escrito eso de los ángeles con relación a Jesús, Y lo segundo, es algo que si de verdad quieres imitar a Cristo, te vendrá muy bien saberlo, memorizarlo y ponerlo por obra.

Los hijos genuinos de Dios, no necesitan andar por allí haciendo espectáculos para demostrarle a alguien que son hijos. Ellos lo saben, el Padre lo sabe y punto, no necesitan ni se necesita más que eso. Si, ya sé que quizás hayas visto unos cuentos haciendo ese triste papel, pero no se trata de criticar a nadie, sino de advertirte a ti. ¿Por qué digo todo esto de la identidad? Porque es lo que más le falta al creyente: saber quién es y para qué está aquí. Saber que sus padres terrenales solamente fueron instrumentos para traerlo al mundo. Nadie ha enseñado con suficiente claridad como se desarrolla realmente la gestación de un ser humano.

Que papá y mamá terrenales juntan sus óvulos y espermas y con ellos dan formación a un muñeco de carne, que es metáfora de tierra. Pero a la vida, la da Dios cuando sopla en cada bebé su aliento divino que se convierte en ese mismo instante en lo que llamamos “espíritu humano”. Y algo más; Dios dispone que cada hombre o mujer destinados a una determinada misión, nazcan de ciertos y determinados padres y en ciertos y determinados lugares del planeta. ¿Puedes creer esto? Es difícil, ¿No es cierto? Pero es real, pruebas sobran.

Y esa falta de identidad de la que te hablaba, no vayas a pensar que es solamente teológica o abstracta, no. Tiene mucho que ver en la forma de vida que luego cada uno llevará. Si a un creyente sin identidad alguien poderoso le dice que es un inútil que no sirve para nada, es muy probable que se lo crea y se eche a llorar de amargura en una esquina y no logre ni cumplir su misión en esta tierra y mucho menos ser feliz en ella. Ni cuenta se dio que esa ‘persona fue usada con una muy bien pulida mentira del diablo que habrá de servir para desactivarlo, nada menos.

Si por el contrario, y por las razones que sea, esa misma persona le dice que es un enorme siervo de Dios y que no hay otro de su nivel y jerarquía, lo más probable es que se infle su ego de tal manera que no le cabe en su cuerpo, y de allí en más en lugar de ser un ministro competente pase a ser un payaso mediático o de plataforma sin el menor contenido espiritual y repleto de contenido personal, material y de todo aquello que satisfaga su ego. Esto, como ya el Espíritu te está mostrando, también es trabajo satánico y créeme que sigue rindiéndole mucho fruto. El ministro egocéntrico termina siendo tan inútil para el Reino como el miedoso.

Quiero hacerte una pregunta que es muy probable que nadie te haya hecho. ¿Tú crees que Jesús no tenía ego, o al menos un cierto respeto por sí mismo? ¿Y qué crees que habrá hecho cuando quisieron engancharlo con algunas de las tantas mujeres sin escrúpulos que ya existían en esa época. En una sociedad como la que él vivió, donde las personas se casaban muy jóvenes y el no tener hijos era considerado una mezcla de debilidad y castigo divino.

¿Qué crees que debieron escuchar sus oídos, de parte de hombres muy machistas o directamente déspotas, con relación a su santidad? ¿Te piensas que no le habrán dicho barbaridades al respecto? ¿Piensas que ninguna mujer lo buscó para esposo o algo más ligero? A mí siempre me impactó cuando leí que Jesús fue tentado EN TODO. ¿Sabes qué? Es terrible cuando la Biblia dice en todo, porque eso significa justamente eso: EN TODO. Y me gusta enseñar esto, porque todavía es mucha la gente que cuando es tentada se derrumba porque siente una voz maligna que le dice que está en pecado. Quiero ser claro: ser tentado en lo que sea, no es caer en pecado. Ceder a esa tentación y consumarla, sí lo es. Esa es la idea de la tentación, hacerte caer. Resiste y no sucederá absolutamente nada.

He conocido y conozco gente que ha estado años clamando por un esposo o una esposa, porque tiene terror a no casarse y quedarse en soltería para siempre. Los aterra vivir sin nadie a su lado porque los aterra el fantasma de la soledad. sin embargo, déjame decirte que el matrimonio no fue creado por Dios para que no estés sola o solo, tampoco para mantener a alguien o que alguien te mantenga, tampoco para tener alguien con quien tener relaciones sexuales sin pecar.

El matrimonio fue creado para que sea un destino glorioso de todos aquellos que Dios habilita para ser esposos, pero también para pasarle por fuera a todos los que si le obedecen tienen otro destino. Que no es justamente la famosa castidad, sino una decisión íntima que les permita, como a Jesús, cumplir con una misión sin otra responsabilidad superior que la que tienen desde el cielo. Hay un propósito para que una pareja se case, más allá de ser para sentirse los dos acompañados. Alguien le dijo a una jovencita hace mucho tiempo, delante de mí y a modo de consejo: “Cásate porque eres soltera, no porque estás sola”.

Cuando Jesús fue a la cruz, dice la Palabra que allí clavó el acta de los decretos que nos era contrario. A nosotros, no a Él; a nosotros. Así es que en esa cruz, no solamente estaba ese muchacho colgado, sino que también estaban todos los títulos que nos esclavizaban y nos sentenciaban a todos nosotros. Ahí estaba el acta con los decretos del pecado, de la maldición, de la brujería, de la hechicería, de las herencias maternas, paternas, de todas las iniquidades, las idolatrías y el pecado que se levantaba desde el infierno contra nosotros.

Allí estaba sobre ese solo hombre, ese muchacho que en lo físico y literal parecía lo que todavía gustan los demonios que veamos: un hombrecito atormentado, lleno de sangre su rostro, una corona de espinas y un rostro sufrido de derrota, pero en lo espiritual nada menos que Dios encarnado en un hombre, único modo de redimirnos, limpiarnos, purificarnos y restaurarnos. Por esa causa es que Dios Padre y sus ángeles se retiraron y lo dejaron solo, clamando y preguntando por qué lo habían abandonado. Dios no tiene comunión con el pecado, y ahí estaba el de toda la humanidad, sí, pero también el tuyo y el mío. Los que cometimos, los que cometemos y los que tal vez todavía podamos cometer.

Gracias a Dios, Jesús se plantó delante del diablo y no le permitió seducirlo con falsos halagos llevándolo a arrojarse desde ese pináculo para demostrar que era el hijo de Dios. Jesús no era exhibicionista, por eso respondió que no iba a tentar a Dios. Los hombres, por ese tremendo ego que a veces opera fuerte en ellos, se vuelven exhibicionistas de sus dones o talentos, y terminan haciendo cosas a las cuales Dios no los envió.

Y cuando algo sale mal, se enojan con Dios porque dicen que como puede ser que si ellos lo estaban sirviendo, Él no los haya respaldado. Es que no lo estaban sirviendo, lo estaban usando para lucirse, y eso es tentar a Dios. En sesiones de liberación se han visto más intentos de lucimiento que en otros ministerios. El diablo sabe a quienes y como tentarlos, y a veces logra que gente fiel y sincera termine trabajando para él haciendo un show en lo que debía ser una ministración de bendición.

Y quiero que conste con claridad que cuando digo que Jesús exponía su identidad, no me olvido que también lo hacía con su disciplina y el control de sus emociones. Esa es la verdad completa, no interesa lo que diga Freud o Lacan, mi punto de referencia es Jesús. A esta gente se la puede admirar por sus conocimientos y sus convicciones de intentar ayudar con sus métodos, pero la Verdad tiene un solo nombre, Jesús. Que no era ni un loco suelto ni un afiebrado misticista, era el Hijo de Dios encarnado trabajando duro para cumplir con su misión terrenal.

Disciplina. Nada que ver con dar treinta alaridos de aleluyas y glorias a Dios en los altares. Con eso pueden convencer a cuatro pascualitos que andan abriendo la boca en lugar de darle paso al discernimiento del Espíritu Santo. Son así en público, pero en la casa se muestran genuinos: machistas y tiranos déspotas muchos de ellos, jezabeles, murmuradoras y controladoras muchas de ellas. Eso no es iglesia, eso es una burla diabólica para el evangelio.

Además, hay algo más y bien visible que todos o casi todos hemos visto alguna vez y de lo que pocos o ninguno ha hablado. Cuando se hace una reunión masiva donde luego se llama al frente para liberar endemoniados, lo que se ofrece es un show que lo único que consigue, es entretener un rato a mucha gente que luego, cuando retorna a sus casas, está igual o más endemoniado que antes. ¿Por qué?

Porque es verdad que esas ocho o diez personas que andan retorciéndose y reptando por la plataforma al final de la reunión pueden quedar liberados de sus demonios, pero mientras tanto, las cuatro o cinco mil personas que los observaban desde las butacas o las gradas, si no han cortado con sus decretos y actas favorables al infierno con las puertas abiertas de pecado en sus vidas, siguen exactamente igual a como llegaron o, incluso peor. Eso no es ministración divina o victoria del Reino, eso es entretenimiento y derrota transitoria, pero derrota al fin.

Es muy cierto que Jesús pasó esos cuarenta días en el desierto un compendio de tentaciones de todo calibre. Pero quisiera que tengas muy presente que cuando se inicia este relato, la biblia dice que el que lo llevó al desierto para que viviera todas estas cosas, no fue el diablo, fue el Espíritu de Dios. Al diablo se le permitió que lo paseara por los distintos escenarios, como fue este del pináculo del templo, pero a la prueba se la concedió Dios Padre. Toda prueba es un entrenamiento del que luego saldrás munido con todas las armas que necesitas para vencer.

El diablo no le mintió cuando le dijo que si se arrojaba de ese pináculo vendrían legiones de ángeles a sostenerlo, pero esa promesa es factible y se activa cuando eres arrojado por alguien que se opone al evangelio de la cruz. Cuando tú estás haciendo un trabajo para el Reino y alguien quiere atentar contra tu vida, ahí sí están esos ángeles sacándote del problema. Pero si tú lo quieres hacer por decisión propia y para demostrarles a otros que eres lo que eres, lo más probable es que te estrelles contra el piso y te mates.

Todos sabemos lo que sucedió despues de esa prueba. Jesús comenzó su ministerio terrenal y produjo el impacto que produjo. Hoy son muchos los que quisieran hacer las cosas que Él hizo y aún mayores, pero no lo consiguen porque no han terminado de dar los dos pasos que se encuentran relatados en dos sencillos versos del capítulo 4 del evangelio de Lucas. Para mí, Lucas 4:1 y 4:14, son la clave de todo. El primero dice: Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto. Luego sucede todo lo que ya conocemos de esa tremenda batalla y concluye en el 14, cuando expresa: Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

Está más que claro. Son tres pasos de calidad ministerial que resulta imposible soslayar si realmente quieres dejar una huella de tu paso por esta tierra. 1) Ser lleno del Espíritu Santo. Ya eras sellado cuando te convertiste, pero debes ser lleno si deseas ministrar con victoria. En el caso de Jesús, fue luego de su bautismo en agua, pero eso no es excluyente. Lo que vale es ser llenos. 2) Ser llevado por ese mismo Espíritu Santo a un desierto de la prueba definitivamente personal. Allí te encontrarás con todas las artimañas satánicas y todas las tentaciones habidas y por haber que procurarán sacarte de la ruta. Deberás superarlas. 3) Cuando superes todo esto, accederás al poder divino que necesitas para ser más que vencedor en Cristo Jesús.

Piensa un poco con sentido práctico. Apaga todas las luces de colores que el cristianismo moderno acostumbra a encender para darle a un culto un aire psicodélico que suena muy moderno, muy de este tiempo y apartado de aquellas antigüedades mortuorias que cultivaban nuestros antepasados. En parte puede ser, siempre es bueno ir incorporando cosas interesantes a un evangelio que es interesante por sí mismo, no por la figura de quien o quienes lo difundan, pero déjame que te de un consejo sabio al respecto.

Abandona por un momento todo ese oropel de luces de colores y música estridente y vete a tu casa. Entra en tu aposento personal, en tu dormitorio o como le llames a la habitación donde pasas tus noches. Busca al Señor allí, en esa soledad y dile que quieres oírlo y sentirlo, que se abra paso entre los vericuetos de la religión y te permita tener un encuentro personal con Él. Y díle que cuando te toque estar en tu desierto personal, querrás ser tan digno como Él cuando pasó por el suyo.

Porque en ese desierto personal que todos alguna vez pasamos, el enemigo no te tira con munición mundana. Eso quedó atrás, allá lejos, cuando eras novato y todavía te seducían las mugres que el mundo te ofrecía como buenas. Ahora estás en otro nivel y el ataque para sacarte también te llegará en otro nivel. Porque allí el enemigo te va a tirar versículos bíblicos sueltos para atarte, y ciertas interpretaciones dudosas para confundirte. ¡Animo! Si eres quien eres, nada de eso te confundirá. 1.10

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agosto 6, 2022 Néstor Martínez