Antes de ir al capítulo 12 que es el que nos ha sido dado, bien vale la pena aclarar dos cosas que están en el primer capítulo del libro de Apocalipsis. El verso 1 dice que esta es LA REVELACION de Jesucristo, no “las revelaciones”, como la mayoría interpretó y pretendió hacer de este libro una especie de horóscopo al futuro. En este libro es donde Jesucristo se revela, se manifiesta a nosotros tal cual Él es y no como lo han presentado, generalmente con un rostro derrotado, lleno de sangre y colgado en una cruz. Ese sólo fue UN MOMENTO de su vida, pero no toda su vida. Así es como a los demonios les gusta que lo veamos, pero este no es el Jesucristo vencedor en el cual hemos creído.
En el verso 3, dice que es BIENAVENTURADO el que lo lee. Y aquí también Satanás logró introducirnos una doctrina de temor, cuando les hizo pensar y creer a los creyentes que al libro de Apocalipsis se lo debía leer solamente cuando se llevara mucho tiempo de convertido, porque era muy profundo y los más nuevos no lo iban a entender. ¡Como si el Espíritu Santo de los más nuevos fuera más ignorante que el de los más antiguos! Si el autor, por inspiración divina, me dice que es bienaventurado el que lo lee, ¿Quién soy yo para decir que no, que todavía no debes leerlo? Falsa doctrina. O doctrina de demonios.
Y, finalmente, y ya para todo el contexto, recordar que a todo esto que tiene tanto impacto, revelación y palabra profética, lo escribió un hombre en total y absoluta soledad, apartado de todo lo que significa estructura eclesiástica, obviamente orando y pidiendo dirección al Espíritu Santo, pero no recibiendo consejos, ayuda o respaldo de ninguna autoridad humana. Un hombre en un rol que hoy sería muy criticado y hasta llamado como siempre se lo hizo: Un “Llanero Solitario”. Ese fue Juan en Patmos. Este es su fruto. Debemos preguntarnos si habrá hombre congregado en alguna parte del planeta que pueda superar este fruto divino. Dios también se manifiesta cuando el hombre está solo y aislado, si así es necesario. Ahora sí al capítulo 12. Primero lo lineal, técnico y como fruto del escudriñado bíblico natural. Luego, si lo hubiera, la visión espiritual revelada.
Apocalipsis 12:1 – Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.
Dice que una gran señal, que es algo sobrenatural, una alteración del orden natural, algo visible y grande en su magnitud o impacto, apareció en el cielo. La palabra Cielo en el original es Ouranós, y tiene que ver con la morada de Dios, no con eso azul de día y negro de noche que vemos cuando miramos hacia arriba. Y si es algo que aparece en la morada de Dios, tranquilamente lo que podría ser una revelación que nos saque de alguna vieja ignorancia dándonos visión nueva.
Luego dice que hay una Mujer vestida del sol. La palabra que se traduce como Mujer, aquí, es Guné, y en realidad significa esposa. Si esto es así, la única esposa que podría salir vestida del sol, que nos habla de luz propia y no por reflejo, es la Iglesia. Es la Esposa del Señor, la que reemplazó a la repudiada Israel que fue desechada porque fornicaba con los ídolos. Y dice que tiene a la Luna bajo sus pies, que es el equivalente conforme al texto original a decir que tiene al brillo falso y no propio, sometido debajo del estrado de su personalidad. Y sobre su cabeza, (Que es Cristo) tiene una corona, que es el mayor símbolo de reinado y poder, con doce estrellas. Una estrella no tiene luz propia, sino que refleja la luz del Sol de Justicia que es Cristo, por lo que aquí pueden representar a las doce tribus de Israel, o a los doce apóstoles de Jesús.
Verso 2 – Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
Si esta mujer está encinta y comenzando a parir, es obvio que confirma lo dicho anteriormente, es una esposa. Es LA esposa. Y si la esposa es la Iglesia, cuando la iglesia va a parir, es porque va a producir hijos de Dios, no humanos. Los dolores de ese parto la hacen clamar y llenarse de angustia, porque parir un hijo de Dios es exactamente DAR A LUZ. Porque es alguien que vivía en la tiniebla permanente y ahora encuentra la luz y la toma como propia. Eso es lo que trae angustia, dolor y tormento, mucho tormento. Es la manera en que el infierno defiende lo que todavía cree que es suyo y procura evitar perderlo. Esto es una expresión, pero ahora va a cambiar a otra cosa que acompaña este alumbramiento.
Versos 3 y 4 – También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.
El dragón es el estado final de la serpiente antigua. Es una imitación diabólica. Porque así como el Cordero de Dios termina su trayectoria en León de Judá, así la serpiente del huerto lo hace en calidad de dragón. Su color escarlata, que es rojo fuego, delata su procedencia. Las siete cabezas que ostenta son siete demonios de alto nivel que rigen naciones, regiones, ciudades y familias. Los diez cuernos son diez mandamientos falsos que el infierno da como genuinos para competir y derrotar los que Moisés trajo en las piedras. Las diademas en cada una de esas siete cabezas, (Que son siete para competir con los Siete Espíritus de Dios) son adornos de muchísima calidad que procuran reemplazar la corona auténtica que el Reino ha puesto en la cabeza del Hijo.
Dice que su cola, que es la última expresión de su figura, quizás la más deplorable y siniestra, pudo arrastrar consigo a la tercera parte de las estrellas del cielo, que en este caso representan a los ángeles caídos, convertidos en lo que ahora vulgarmente llamamos demonios. Y dice que los arrojó sobre la tierra, que es como decir sobre la carne humana sin Dios. Y que como con eso no era suficiente, el dragón en persona se plantó frente a la iglesia a esperar que ella diera a luz a los hijos genuinos, para devorarlos ni bien se lo permitieran con sus simples pecados por ignorancia, debilidad, o falta de conocimiento, que siempre es intimidad con Cristo.
En el capítulo siguiente al que estamos examinando, en el primer verso, se vuelve a mencionar al dragón. 13:1 dice: Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. Recuerda que cada vez que leemos Arena, estamos hablando de una mezcla de milimétricas rocas con tierra. Espiritualmente, eso es un poco de Cristo y otro poco de carnalidad, o humanismo. En 17:12, dice algo que es importante: Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Esto nos llevó a pasear por la política internacional y por las ideologías, olvidando que el libro sigue entregando símbolos y figuras. Los diez reyes que no tienen reino son las diez teorías falsas nacidas del infierno con las que muchos cristianos se han atrevido a reemplazar la doctrina de los apóstoles. Teorías que provienen del reino de tinieblas y buscan instalarse en el nuestro. Como ejemplo, fue dicho No Matarás, pero estos mandamientos satánicos le añadieron: a menos que estés en una guerra, o hayas condenado a muerte a alguien por un delito grave, o se aplique la eutanasia para evitarle a alguien el sufrimiento o simplemente se asesine a un feto porque las leyes de tu país lo autorizan y no tienes ganas de ser madre ahora. En el Antiguo Testamento, Daniel también alude al dragón en 8:10: Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó.
Verso 5 – Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.
Esto se refiere al alumbramiento de Jesús, con lo cual ha sido mucha la gente que ha creído ver en esa mujer de los versos anteriores, a María. Sin embargo la que da a luz a Jesús el niño que nos es nacido, es efectivamente María, pero la que engendra a Cristo, el hijo que nos es dado por el Padre, es la Iglesia, Su esposa. Y al decir que regirá con vara de hierro a todas las naciones, nos está mostrando que su reinado será de equidad y justicia para todas las razas del planeta. De hecho, cuando la Iglesia da a luz a este varón, Él es arrebatado para Dios y para su trono. Y allí está todavía, derramando su autoridad sobre todas las razas y naciones, a través de esa misma iglesia, que ahora se ha convertido en Su Cuerpo en la tierra. Dios es Espíritu. Cristo es Espíritu, en ambos casos necesitan un cuerpo humano para poder manifestarse en esta tierra.
Verso 6 – Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.
La palabra griega Feugo, que es la que se traduce como Huyó, tiene tres acepciones. Dos se le parecen: huir y escapar. En ambos casos se puede entender que se lo hace por temor o cobardía. Pero la tercera acepción es Evitar, y aquí ya no se trata ni de temor ni de cobardía, sino más bien de estrategia. Evitamos algo hoy, cuando no estamos preparados para confrontarlo, para ir a entrenar armas y batallas para retornar y vencer. Y dice que la iglesia hizo eso para ir al desierto que Dios tenía preparado. El desierto siempre es el lugar de la prueba. Igual que Jesús, no fue llevada al desierto por el enemigo, sino por Dios mismo, como parte de un entrenamiento. Y dice que lo hizo para que se quedara allí por espacio de mil doscientos sesenta días, que divididos por treinta, son cuarenta y dos meses.
Versos 7 y 8 – Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.
Miguel, a quien lo llamamos Arcángel, tiene absoluto poder sobre todos los ángeles del universo. Es el guardián por excelencia y tiene las llaves de casi todo lo más importante. Su lucha contra el Anticristo, que es un sistema muy aceitado y capacitado en todos los órdenes incluido el intelectual y económico, fue contundente. Ellos no pudieron prevalecer y perdieron su sitio cercano a Dios, ese que sí puede disfrutar el hijo de Dios por decisión. La importancia y la validez de Miguel queda ya en evidencia desde el libro de Daniel, en donde en 10:13, leemos: Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia, concluyendo en el verso 21 que expresa: Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.
Verso 9 – Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Este es el momento en donde Satanás pierde sus privilegios de cercanías a Dios y es echado fuera por Miguel y sus ángeles. El gran dragón, también llamado anticristo, que es la resultante del crecimiento progresivo de la serpiente antigua, que se llama diablo, que es un espíritu que posee o influye a alguien, no una persona física en sí mismo, y Satanás, que es la palabra que da origen a adversario, acusador, engañador. Y se nos informa que, conjuntamente con sus propios ángeles, que hoy son los llamados demonios, fue arrojado a la tierra. ¿Esto significa que fueron arrojados al planeta en el cual habitamos? Sí, desde lo literal sí, pero también se nos revela que le fue dado cierto derecho a manejarse u operar en la carne, que es como decir, el polvo de la tierra. Cuando Dios maldice a la serpiente, la condena a comer polvo todos los días de su vida. Esto quiere decir que el enemigo no puede tocar nuestro espíritu ni nuestra alma, pero sí perturbarlo todo de un modo catastrófico si es que le permitimos operar en nuestra carne sin echarlo fuera de allí en el nombre de Jesús.
Versos 10-12 – Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
La traducción nos dice que Juan oyó una gran voz en el cielo. Claro, dicho así, ¿Qué duda nos cabe que Dios le habló con voz audible? ¿Y cuantos de nosotros se lamenta no experimentar lo mismo que Juan? ¿Y cuantos se menoscaban o subestiman por eso? Sin embargo, la palabra usada por Juan para decir “Oí”, es la palabra Akoúo, y tiene que ver con oír literalmente o escuchar, pero también con ENTENDER. Porque el original, luego, no dice que fue una voz, sino un sonido. Y Foné, que es la palabra usada y de donde luego deriva la nuestra de fonética, o la ciencia de la fonoaudiología, tiene que ver con una voz, pero también con sonido, estruendo, tono e idioma, lo que la convierte en un baluarte de lo que se conoce como REVELACION. Dios habla con el hombre, siempre, pero lo hace como quiere y de la manera que Él elige para cada caso. No hay UN método.
Cuestión que esa revelación, voz o sonido, le dice a Juan que ahora, que es AHORA MISMO, ha venido la salvación, que es Sotería y tiene que ver más con rescate, libertad, liberación. Luego añade el poder, que es Dúnamis, y que se traduce como eficacia, fuerza, ímpetu, maravilla, milagro, capacidad, potencia y potestad, que también se traduce como Autoridad. Y eso acompaña a nuestro Reino, el de Dios y su ungido, que es Cristo en excelencia y prioridad, si, pero también cada uno que Dios determine que puede sostener su unción real. cuando la Palabra nos dice que Dios siempre protege a su ungido, no está hablando solamente de Jesucristo, sino de cada uno a los que Dios les otorga esa unción divina. Y que ése ungido echará fuera al acusador de sus hermanos, que es como decir, hijos de su mismo Padre.
Y dice que ellos lo vencieron mediante, (Que es como decir por intermedio de, o a través de, o por acción de) la sangre del Cordero. Si esta última palabra estuviera con minúscula, se estaría refiriendo al cordero del sacrificio que vemos en el Antiguo Testamento, pero al tener la inicial en mayúscula, se está refiriendo indudablemente a Cristo. De allí que cuando decimos que cubrimos algo o alguien con la sangre de Jesús, no se trata de una muletilla pentecostal, sino el uso de una de las armas más efectivas en la guerra contra las tinieblas. A todo eso le sumamos la palabra del testimonio, de la vida diaria de esa gente, que a la vista de todos han demostrado sacrificar todos los deseos de sus almas y elegir caminar por el espíritu hasta la mismísima muerte, si fuera necesario. Porque cuando dice que menospreciaron sus vidas, la palabra usada es Psujé, de donde proviene psiquis, y que se refiere al alma, no a la vida en sí misma. Y en el final, cuando dice que ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, literalmente se está refiriendo a todo el planeta, pero en lo fino y bíblico el Mar es agua que ocupa una posición intermedia entre lo sutil y lo informal, que es el Aire, y lo denso y formal que es la Tierra. De allí que pueda considerarse como un lugar de paso entre la vida y la muerte, lo visible e invisible.
Verso 13 – Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
Aquí tenemos, con toda claridad, la decisión de Satanás de utilizar su permiso para operar en la carnalidad humana, para atacar a la iglesia exclusivamente en esa área. Si los creyentes fueran obedientes al mandato de andar en el espíritu, sus espíritus serían comandados por el Espíritu Santo y el enemigo no podría ni siquiera acercarse a ellos, y mucho menos tocarlos o perturbarlos. Eso daría verdad puesta por obra al pasaje que nos dice que al que está en Cristo, el maligno no le toca. Pero todos sabemos que la iglesia no siempre anda en el espíritu, que hay mucha carnalidad en ella todavía y es allí justamente donde él ataca a ese hijo varón que ella ha alumbrado en la conversión.
Verso 14 – Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
Cuando un águila vuela por placer o buscando comida, lo hace a favor del viento. Simplemente extiende sus dos enormes alas y se deja llevar. De esa metodología se sacaron las pautas para fabricar y hacer operar a los planeadores. Dentro de los parámetros normales, puede descender hasta casi tocar tierra y ascender unos cuantos metros. Pero cuando el águila se siente en peligro, entonces gira sobre sí misma y comienza a operar en contra del viento. Allí el movimiento de sus alas es distinto y eso le permite, usando al viento en contra, cobrar altura con mucha velocidad hasta llegar a una dimensión a la que ninguna otra ave puede llegar. La iglesia, cuando camina en serenidad y paz en el espíritu, actúa como un águila en vuelo de placer. Pero cuando aparece la serpiente antigua, que es diablo y Satanás, entonces tiene que girar sobre sí misma y enfrentar al viento para poder volar muy alto y de ese modo siempre estar por encima de cualquier ataque. Viento es la palabra Pneuma, de allí deriva nuestra palabra neumático, y se traduce normalmente como espíritu. Y se añade que para hacer eso, encontrará sustento por un tiempo, que es un año, y tiempos, que son tres años y la mitad de un tiempo, que son seis meses. Total, cuarenta y dos meses. Tres años y medio.
Verso 15 – Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río.
Esto es tremendo. Satanás persigue y hostiga a la iglesia. Y lo hace haciendo brotar de su boca agua como un río. Si ya conocemos que el río es un elemento cargado de simbología porque el agua es la vida y el río lleva agua, agua que fluye, que se deja ir y que asume el recorrido que le dibuja la naturaleza. Hermoso y de bendición, ¿Verdad? La pregunta, entonces, es: ¿Cómo puede Satanás hacer eso? No puede. ¡Pero es que aquí dice que de su boca sale un río! No. Lo que dice es que de su boca sale agua COMO un río, pero no es un río verdadero, es una imitación tergiversada. Y todo lo que hay en ese río, actúa como une fina y excitante embarcación que lleva a la iglesia al pecado. Por eso dice que es arrastrada. Los ríos de Dios nos llevan en un suave y delicado balanceo de navegación. Los ríos falsos y satánicos, nos arrastra, nos hunden y nos ahogan y matan.
Verso 16 – Pero la tierra vino en su ayuda: abrió un hueco y, como si fuera su boca, se tragó toda el agua que el dragón había arrojado.
¿Me está diciendo que la que vino en ayuda de la iglesia es la carne humana? Sí. Eso es lo que dice. Que esa carne, indudablemente enviada por Dios mismo, se tragó toda esa agua falsa y eliminó del cuerpo santo todo vestigio de tergiversación y pecado. Nuestra duda, de acuerdo a la enseñanza recibida, es: ¿La carne hizo eso? ¿De verdad? Sí, porque estamos cometiendo el mismo error que cometemos con el dinero, que es considerarlo malo y pecaminoso. El dinero no es ni malo ni pecaminoso, es necesario aquí en este mundo. Lo que es malo y pecaminoso, es el AMOR al dinero, a ponerlo en primer lugar por delante de Dios mismo. Eso es culto a Mammón. Y aquí con la carne sucede lo mismo. La carne no es mala, Dios la hizo, Él nos forró con esta caja descartable para que podamos ser efectivos y útiles en un mundo material. Lo malo y pecaminoso, en todo caso, es VIVIR por la carne y no por el espíritu, ese es el pecado. Pero cuando la carne se sujeta a un alma que está sujeta a un espíritu humano lleno del Espíritu Santo de Dios, esa carne es victoriosa y le da gloria al Señor.
Verso 17 – Entonces el dragón se enojó mucho contra la mujer, y fue a pelear contra el resto de sus descendientes, es decir, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y siguen confiando en el mensaje de Jesús.
Este último verso no necesita ni explicación ni ampliación. Dice lo suficiente como para que quien quiera que lo lea, se sienta representado e identificado. Hoy el dragón sigue enojado con la iglesia genuina. No así con la Babilonia falsa, que es la imitadora de la iglesia y termina siendo aliada de Satanás. Con la iglesia genuina es la guerra y con todos los que, como dice aquí, seguimos creyendo y confiando en el mensaje de Jesús.
Muchos nos preguntamos en esta época tan especial que estamos viviendo, qué mundo les espera a todos aquellos que están naciendo o por nacer en este tiempo. Eso es válido para cada mujer encinta, pero también para la gran Mujer de esta historia, que es la iglesia genuina, la que custodia el Reino, la que está destinada a ser sin mancha ni arruga, la que representa a Dios como cuerpo legislativo eficiente y no se promociona a sí misma, como si fuera un club de amigos. Esta Mujer también está encinta y es a ella que se refiere esa expresión que la Palabra tiene cuando dice “¡Ay de las que estén encintas en esos días!
Pandemias, guerras, rumores de guerras, pestilencias, maldad, violencia, abusos. A todo esto deberá enfrentarse cada niño o niña que hoy mismo vea la luz desde el vientre de su madre. Pero también a esto deberán enfrentarse todos aquellos que hayan tomado la decisión por Cristo y estén naciendo de nuevo. ¿Podremos con ello? Sí, porque el último renglón del último versículo es la clave que todavía abre las puertas de la victoria: 1) Obedecer los mandamientos antiguos, clásicos y tradicionales. 2) Confiar en el mensaje de Jesús como salvoconducto esencial para ser cumplidor de lo anterior.
Es muy probable que si a esta palabra quien la recibe se la entrega a un profeta, a un apóstol, a un evangelista o a un pastor de oficio ministerial, las conclusiones sean otras. Con las mismas bases porque la Palabra es una sola, pero desde ángulos totalmente distintos. Desde la unción magisterial, lo que salta a la luz es lo descripto, que también debe ser útil para conocer, para enseñar y para proclamar.
