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El Primero y El Más Grande

Adentro de las iglesias tradicionales del sistema, generalmente hay una visión bastante romántica de sus miembros, especialmente de los más jóvenes. Parecen buenos, serviciales, dedicados y hasta ungidos. Pero el día que los juntas con otros jóvenes más maduros y oyen una calidad de mensaje y palabra que no es lo que están acostumbrados a escuchar, ¡Resulta que ni siquiera parecen convertidos! Han existido casos en los que un líder casi pone las manos en el fuego para defender a uno de sus jóvenes. Pero como para Dios nada queda oculto, en un momento dado se descubrió que ese joven estaba atado a la pornografía, que había abusado de su hermano menor y que en sus ratos de ocio bebía alcohol sin frenos. ¿Y ese líder pretendía defender a ese personaje porque era eficiente para todo lo que él le mandaba a hacer? Puede ser, pero en ese caso creo que estaríamos hablando de dos evangelios diferentes.

A mí, modestamente, no me parece que eso sea un cristiano modelo o punto de referencia para los más nuevos. Seguramente, lo que él hizo en algún momento fue un acto de presunción de salvación, pero no de salvación legítima. Esa persona nunca entró porque nunca se arrepintió. Nunca sintió peso alguno por sus pecados. En el fondo, nunca nació de lo alto. Nunca nació del espíritu y del agua. Este, en suma, es el primer punto básico, la conversión. Y una conversión tiene que partir de un arrepentimiento genuino, metanoeo. Como sabemos que la gente no puede cambiar su mente en dos minutos, sino que va a hacer un proceso, lo que se le pide en la conversión, es una decisión. Una decisión de no volver a vivir en su antigua manera de vivir. Eso es conversión.

Lo que importa de aquí en adelante, es lo que Dios quiere para ti, no lo que a ti te parece que es correcto. Tú ya no eres dueño de nada, no te pertenece nada. Ni siquiera tus hijos, ni tu trabajo, ni tu dinero. Todo eso le pertenece al Señor, simplemente porque Él te lo dio. Y si Él te lo dio, Él te lo puede quitar si es necesario. Ahora te vuelvo a preguntar: ¿Quieres entrar por ese camino? Es una decisión de fe, sin dudas, porque le estás prometiendo al Señor cosas sobre las cuales no gobiernas. Sí, Señor, nunca voy a volver atrás. ¡No puedes gobernar ni un milímetro, eso! Pero, al menos, sabes en qué te estás metiendo, y tu intención es la de obedecer y ser fiel. Tu corazón te salva de ser eliminado.  Cuando la gente llega a una iglesia, llega con cargas totales, te diría que desalineada en sus estructuras básicas. Alguien lo ejemplificó como un vehículo con rodados de distinta medida.

(Mateo 22: 37) = Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

(38) Este es el primero y grande mandamiento.

Fíjate en este texto, porque aquí tienes con claridad el alineamiento básico que Dios quiere. Alma, corazón y mente. Y Él le dice que debe amar a Dios con su corazón, con su alma y con su mente. ¿Entre nosotros? ¡Le dijo que tiene que amar a Dios con todo lo que él es! Ama a Dios con todo lo que tú eres. En otra parte dice: con todas tus fuerzas, añade. El alineamiento que Dios espera, no se trata necesariamente de desprenderte de tu música secular rockera, o de las imágenes de los simpáticos santitos que te regaló la fallecida abuelita. Lo que Dios pretende, es que tu alma se alinee con amor en la voluntad de Dios. Lo que me pidas, haré, donde tú me mandes, iré, lo que tú quieras, yo recibiré. ¡Es eso! ¿Y por qué? Porque te amo, Señor.

Y luego Jesús dice que ese el primero y grande mandamiento. Pero eso apareció en Israel con la ley, ¿Recuerdas eso? Era el gran mandamiento. El primero, era: oye Israel, el Señor uno es. Y el segundo era este: ama al Señor con todo tu corazón. Y es muy singular que Jesús nunca eliminó ese mandamiento. De hecho, él no eliminó la ley. Eliminó sólo una parte, que era una parte muy pequeña, la parte ritual. Esta parte sigue vigente hasta el día de hoy. ¡Y Jesús la valida ese día! Y dice. ¡Este es el primero y grande mandamiento! Entonces volvemos con todos esos casos de perversión, pecado y otras cosas que existen dentro de las congregaciones. ¿Amas a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente? ¡No! ¡Entonces déjame decirte que estás desalineado!

¿Qué pasa cuando una persona alineada, peca? ¿Es que puede pecar una persona alineada? Sí. ¿Y qué pasa cuando él peca? Le pasa lo que le pasó a Pedro, llora amargamente. Se siente mal, se llena de vergüenza, de culpa. Se le rompe el interior, se le rompe su alma, ofendió a su Señor, se siente dolido. ¿Nunca te ha tocado confrontar o tratar de ayudar, desde la verdad genuina, a alguien que se sabe perfectamente que está en pecado grave? La respuesta es seca, como negando su responsabilidad. Cuando una persona que estuvo alineada en algún momento, peca, y no se arrepiente, esa persona se llena de orgullo. Se vuelve soberbia. ¿Y cómo ayudarla? La palabra dice que Dios resiste a los soberbios. Así que parecería ser como que Dios no la quiere, ¿Verdad? ¿Y tú la quieres? Y te aclaro que cuando dice que Dios resiste a los soberbios, esa palabra utilizada como resiste, es muy suave y elegante.

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septiembre 18, 2021 Néstor Martínez