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Cuando Algo Detiene tu Camino

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     El salmista escribe, Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.” (Salmo 119:71). Tú, como yo, te preguntarás, “¿Qué clase de teología es ésta? ¿Acaso es bueno ser humillado?” Lo que puedo decirte es que en este contexto, la palabra hebrea referente a aflicción significa “rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido.”

     Cuando tú colocas estos significados en el versículo anterior, tú lees: “Es bueno para mí ser rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido – para que pueda aprender los estatutos del Señor.” La palabra estatuto significa, “ley grabada.” El salmista está diciendo, “Es bueno que yo haya pasado por estos problemas porque en el proceso, Dios estaba grabando Sus leyes y caminos en mi corazón.”

     El Señor permite que las tribulaciones lleguen a nosotros para probarnos, pero éste no es el propósito primordial. Por el contrario, nuestras aflicciones nos enseñan a caminar rectamente delante de Él. La Biblia nos dice: Muchas son las aflicciones del justo,. . . (Salmo 34:19). De acuerdo con el salmista, la finalidad de nuestras aflicciones es aprender de ellas.

     Cuentan en una importante organización internacional que una pareja misionera escribió a su iglesia acerca de la situación que vivía una nación de África donde ellos estaban ministrando. Este era uno de los países más pobres de la tierra. Su situación había empeorado grandemente gracias a una guerra civil.

     Dicen que misioneros transitaron por dicho país en un camión junto con otros cristianos de un país aledaño. Ellos estaban entregando recursos de abastecimiento y planeaban asistir a una reunión por la noche en la zona fronteriza. Aproximadamente a cinco millas de la frontera, el camión empezó a pararse. El conductor continuaba presionando el pedal del vehículo, pero éste se movía lentamente.

     El grupo de misioneros estaba desalentado al ver que el auto frente a ellos empezaba a alejarse.  Finalmente, ellos arribaron a la frontera e instantáneamente el motor del auto se detuvo y no volvió a funcionar. Simplemente dejó de moverse. Todos se preguntaron, “Señor, ¿qué está pasando?” De repente, los guardias fronterizos empezaron a gritar, “¡Hubo una explosión en la frontera, no lejos de aquí! Una de las facciones en guerra bombardeó un carro que acababa de pasar por aquí.”

     El grupo de misioneros se dio cuenta que el auto que había sido atacado era justamente el que se  encontraba frente a ellos. Si el vehículo de los misioneros hubiera funcionado correctamente, ellos hubieran sido atacados conjuntamente con el otro. A la mañana siguiente, el conductor del grupo misionero trató de encender el motor del camión y éste arrancó de inmediato. De hecho, funcionó perfectamente durante el resto del viaje. Ellos reconocieron que los propósitos de Dios habían sido cumplidos a través de un aparente percance.

     Me pregunto si en estos tiempos no estarás en amargura, frustración, temor o desesperación por causa de algún problema que, en primera vista, te parece grave y contraproducente para ti. Y si así fuera, ¿No te has puesto a pensar que ese problema, en el final del camino puede no ser tal, sino apenas algo que el Señor permite con la finalidad de consolidar más adelante tu ruta?

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abril 4, 2018 Néstor Martínez