Estudios » Blog

Conciencia de un Final

Toda la gente que se convertía en aquellos tiempos era llevada al bautismo. Se bautizaban en la madrugada, en algún río cercano. Al pasar los años, eso se va convirtiendo en algo más formal y comienzan a realizarse los bautismos para la fecha del domingo de resurrección, recordando precisamente la resurrección de Cristo. Y los que se bautizaban, se llamaban catecúmenos. Ellos debían conocer la didake, perfectamente. La didake era el resumen doctrinal que en ese tiempo había. Les pedían que hicieran un ayuno de tres días y al cuarto lo bautizaban.

Hasta allí son algunos de los registros de lo que, en apariencia, era la iglesia de aquel tiempo. La doctrina apostólica, era una doctrina muy sencilla. Veamos: ¿Todo lo que Pablo escribe, podría meterse dentro del contexto de la doctrina apostólica? Sin dudas. ¿Y sobre qué tema gira el tema central de lo que escribe Pablo? Sobre la edificación del cuerpo de Cristo. Ese era el énfasis. La segunda cosa en la que ellos perseveraban, dice, era la comunión, esto es koinonía, que es asociación, participación y comunión. La dimensión apostólica produce participación de los creyentes cuando están juntos y tienen comunión unos con otros. Es fácil compartir con alguien, cuando tú te has unido en el espíritu con esa persona. No sé si podrías creer que, dadas estas condiciones espirituales, se puede llegar a producir sin inconvenientes aquello de compartirlo todo.

Algo que unía mucho a la iglesia del primer siglo, era el sufrimiento. Todos estaban sufriendo lo mismo. De tal manera, que ellos compartían algo que es vital cuando una persona sufre: la consolación. Muchas de las cartas que Pablo escribe, giran en torno a eso, a dar ánimo para que la gente pueda soportar el sufrimiento.  Quiero que entiendas esto; la gente que se convertía en la época de Hechos, daba por sentado que iba a morir. Pablo dice: somos contados como ovejas al matadero. O sea: estaba en la mente de ellos, que su muerte era cuestión de tiempo. Días, meses, algunos años, no lo sabían. Pero de lo que sí estaban seguros, era que no iban a envejecer.

Ellos sabían que, al convertirse, ya se habían jugado su vida entera, ya no había más. Y ese pensamiento, fíjate, lograba algo muy particular. Porque, si hay un instrumento que divide a la iglesia grandemente, ese es el temor. Cuando la gente es capaz de vencer el temor a la muerte, automáticamente todos los demás temores quedan sujetados.  Por eso es que cuando leemos los testimonios de la iglesia en China, por ejemplo, o en Arabia Saudita o en otros países estrictos en su oposición, vas a ver una iglesia unida. Porque todos ellos, al convertirse e ir avanzando en su fe, están exponiendo sus vidas. Y al vencer el temor a la muerte, ellos automáticamente están capacitados para unirse en cualquier plano.

Ahora recuerda esto: Jesús habló de este asunto, ¿Recuerdas? Él dijo que, para seguirle a Él, era necesario negar nuestra vida. ¿Te das cuenta? ¡No era una sugerencia! Él mostró que, de manera definitiva, la única forma de ser uno con Él, era que tú negaras tu vida. Que sepultes todos tus parámetros de seguridad. Esto es muy pesado. Pero no es descabellado. Las iglesias más fuertes en el mundo, en este tiempo, son aquellas que soportan persecución. La pregunta, es: ¿Por qué serían tan fuertes si no tienen libertad para nada? Porque han vencido el temor a la muerte. Y, ciertamente, ese temor es el que rige al mundo entero. Entonces, la comunión entre aquellos que han vencido el temor a la muerte, es una comunión mucho más cercana, más genuina, más intensa.

La tercera cosa, es que ellos partían el pan todos los días. Eso es a lo que todavía hoy, en muchos lugares, se lo sigue llamando Santa Cena. Sin embargo, no es correcto llamarlo así, sino como se lo menciona aquí; partimiento del pan. Ellos, literalmente, estaban poniendo en práctica pequeñas enseñanzas que Jesús les había dejado. Jesús les dijo que era necesario tomar su sangre para ser uno con Él, ¿Verdad? Esa última noche, cuando parte el pan y bebe el vino, les dice a sus discípulos que cada vez que se reúnan, hagan eso en memoria suya. De hecho, yo no puedo saber, y no sé si existe alguien que lo sepa, si ellos realmente lograron entender lo que producía partir el pan y beber el vino. Sin embargo, lo importante es que obedecieron. Y cuando se obedece algo que viene de Dios, más allá de si lo has entendido o no, recibes bendición.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

septiembre 17, 2022 Néstor Martínez