El Sello del Apostol

Si bien una discusión completa del ministerio del apóstol está más allá de la capacidad y la autoridad de este estudio, la manera en que me he referido a la anatomía de la autoridad apostólica descansa en la creencia firme de que los apóstoles todavía existen en la iglesia de hoy, convicción que, obviamente, está contrapuesta a la de muchos hermanos que entienden otra cosa. No hay ninguna duda que los doce apóstoles que escogió el señor Jesús durante su ministerio terrenal, tienen un lugar único en la consideración de Dios. Esto último está referido, naturalmente, contabilizándolo a Matías, reemplazante de Judas Iscariote, cuya acción cayó en descrédito luego de su traición, pero no así antes, cuando la Biblia misma da testimonio de que formó parte de todas las cosas tremendas que hicieron los enviados. Cuando en el evangelio de Lucas se relata la polémica surgida en el seno de los doce con relación a cuál sería el mayor en el reino de los Cielos, Jesús es muy claro al respecto:

(Lucas 22: 29)= Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, (30) para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.

Sin embargo, a lo largo de todo el libro de los hechos, la Escritura se refiere a otros apóstoles aparte de los doce. Pablo y Bernabé, Santiago el hermano del Señor, Timoteo y Silas, son sólo algunos de los apóstoles que aparecen en las páginas del Nuevo Testamento.

El ministerio apostólico, por lo tanto, continuó después de la muerte de los doce apóstoles originales. Este ministerio no desapareció después del primer siglo, ni fue transmitido formalmente a través de una jerarquía institucional. Mientras que los apóstoles contemporáneos no están produciendo Escritura, todavía están comisionados para edificar el Cuerpo de Cristo junto con los profetas, evangelistas, pastores y maestros. La obra principal de un apóstol, es levantar asambleas locales. Esto significa, claramente, que una iglesia no puede nacer sin la mano de un apóstol presente, porque las iglesias de Antioquia de siria, Cesárea, tiro y Tolemaida no parecen haber sido fundadas por alguno. No obstante, todas estas recibieron ayuda de un obrero apostólico después de su nacimiento.

Los apóstoles no establecen misiones, denominaciones, grupos, células, organizaciones para-eclesiásticas o iglesias institucionales. En lugar de esto, plantan Eklesías Neotestamentarias que están cimentadas y sostenidas por Jesucristo, el Arquitecto principal de la iglesia. Ojo que no estoy diciendo en absoluto “Del Gran Arquitecto del Cielo”, ya que así denominan a Dios los cultores de la Masonería. Dije arquitecto por diseño, por principado, por Arque, que es la palabra que se traduce como Principado. Es tremendo como, las doctrinas falsas a veces se apropian de las palabras de tal manera que, por poco, se las dejan vedadas a los hijos de Dios que, como sabemos, tienen total y absoluta libertad para estar en todo, hablar de todo y examinarlo todo. Los apóstoles, son hermanos dotados que están comisionados especialmente por Dios para realizar este trabajo, y son enviados por un grupo representativo de la asamblea local para llevarlo a cabo.

(Hechos 13: 1)= Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros: Bernabé, simón el que se llamaba Níger, Lucio de Cirene, Máname el que se había criado junto con herodes el tetrarca, y Saulo.

(2) Ministrando estos al señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.

(3) Entonces habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.

(4) Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.

La comisión de un apóstol, es personal, mientras que el ser enviado, es algo corporativo. Comisión, te recuerdo, es una co-participación, una misión de dos o más de dos. En este caso específico, algo que hacen Dios y tú. Entonces, un apóstol es, por lo general, un maestro, profeta o evangelista que ha sido llamado directamente por Dios a una obra regional y enviado públicamente por los creyentes locales. Es esta comisión interna y separación externa lo que constituye a un apóstol. Cabe consignar que, los obreros apostólicos, también pueden ser enviados por la mano de un obrero de más edad que los aconseja.

De modo significativo, la palabra griega APÓSTOLOS, que se traduce apóstol, literalmente significa “uno que es enviado”. Por consiguiente, el Nuevo Testamento no dice absolutamente nada de un apóstol que se auto nombra o se envía a sí mismo. Los apóstoles, en el sentido Neotestamentario, son gente itinerante y móvil, que evalúan la cultura, proclaman el evangelio, plantan y nutren a las asambleas del Nuevo Testamento. Como realizan estas tareas y cuanta autoridad poseen son temas que consideraremos a continuación.

La noción de la “cobertura apostólica” es semejante a la “cobertura denominacional”, pero con un matiz propio. Dicha enseñanza sostiene que una iglesia está protegida del error doctrinal si se somete a un apóstol actual (O sea: Uno que planta iglesias) Esto se basa en la idea de que los apóstoles tienen autoridad oficial para controlar y dirigir los asuntos de una iglesia local. La Biblia, sin embargo, se opone a este concepto, porque en ninguna parte del Nuevo Testamento encontramos que un apóstol haya asumido la plena responsabilidad de una iglesia local una vez que esta es plantada. No es lo que ocurre por estas zonas en este tiempo. Sé de nuevas iglesias abiertas por autodenominados apóstoles que, a muchos meses de esa apertura, todavía siguen teniendo mando sobre ellas.

Los apóstoles del Nuevo Testamento reconocían y respetaban la autonomía espiritual de cada asamblea, una vez que esta nacía. Aunque la iglesia estaba en las manos del obrero durante el tiempo en que se ponía el fundamento, una vez que terminaba y se iba, la responsabilidad de la iglesia quedaba en las manos de ella. La carga de la supervisión pertenecía a la hermandad local y no al obrero apostólico. Los apóstoles eran responsables de sus propios ministerios regionales, y los santos locales eran responsables de los asuntos propios de la iglesia. Una vez más, cuando un apóstol daba nacimiento a una iglesia, esta estaba parcialmente en sus manos. Este período se asemeja a la fase de incubación. El obrero pasaría algún tiempo ministrando a Cristo a los santos y equipándolos para el servicio. Fue por esta razón que Pablo alquilaba una casa para realizar reuniones apostólicas junto a las reuniones de la iglesia.

(Hechos 28: 30)= Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, (31) predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.

Fíjate que hizo algo similar cuando estuvo en Efeso, llevando a cabo reuniones apostólicas en la escuela de Tirano, mientras que los creyentes se reunían en las casas.

Hechos 19: 9)= Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno.

(Hechos 20: 20)= Y como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas.

(1 Corintios 16: 19)= Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.

Estas eran las reuniones de la obra, planeadas para habilitar a los santos para que funcionaran en las reuniones de la iglesia. Pero una vez que el obrero dejaba solos a los santos, delegaba toda la supervisión y la responsabilidad en las manos de los creyentes locales. De esta manera, los apóstoles nunca se establecían en una iglesia para controlarla. Siempre partían de allí. Aunque Pablo algunas veces pasaba un largo período de tiempo plantando una iglesia, (En Efeso tres años, en Roma dos años y en Corinto dieciocho meses), siempre dejaba a estas iglesias por su cuenta una vez que el fundamento estaba establecido. Y después de salir ya no asumía la responsabilidad de ellas.

Por otra parte, sabemos que Antioquia sirvió a Pablo como base de operaciones para sus dos primeros viajes apostólicos, pero no hay evidencia que señale que él dominaba a la iglesia mientras estaba allí. En efecto, los primeros apóstoles nunca gobernaron a las iglesias locales que servían. Esto explica por qué el Nuevo Testamento menciona a los ancianos de Efeso, a los supervisores de Filipo, etc., pero nunca a los apóstoles de aquellos lugares.

(Hechos 13: 2)= Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que os he llamado.

(Hechos 14: 26)= De allí navegaron a Antioquia, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido.

(Hechos 15: 38)= Pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.

Si bien la misión de los primeros apóstoles era más amplia que la esfera local, complementaba el ministerio de las asambleas locales. El ministerio apostólico, también llamado ÉRGON, que traducido es “La Obra”, existía como una especie de entidad separada de las iglesias locales. La obra en cuestión, entonces, era transitoria, pero las iglesias estaban establecidas. La Obra, era una suerte de asociación itinerante, mientras que las iglesias eran comunidades residentes. Los apóstoles, por consiguiente, eran viajeros y no colonizadores, o sea: pioneros. Gente que siempre estaba en movimiento.

Un estudio cuidadoso de los viajes apostólicos de Pablo revelará el hecho sorprendente de que, por lo general, pasaba muy poco tiempo con las iglesias que plantaba. Como era su costumbre, pasaba varios meses estableciendo la planta baja de una comunidad de creyentes, sólo para dejarla por su cuenta por largos períodos de tiempo. Siempre estaba dispuesto para darles consejos, tal como vemos en 1 Corintios 7:1: En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; y las visitaba periódicamente para comprobar sus progresos, como se ve en Hechos 15:36: Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver como están. Pero no se hacían cargo de sus asuntos. Esta práctica de dejar a las iglesias en su infancia nos deja ver el hecho sobrecogedor de que Pablo creía que la iglesia era un organismo viviente capaz de desarrollarse por sí mismo, por el poder de la vida de Dios que estaba en su interior. Él sabía que, cuando dejaba una iglesia, el Espíritu se quedaba.

Al mismo tiempo, las asambleas que Pablo plantaba recibían ayuda de otras iglesias y estaban en contacto con él. En cuanto a esto, es absolutamente esencial que las asambleas Neotestamentarias modernas inviten periódicamente a otros ministros a que las animen y desafíen. Esto podría incluir a “obreros” itinerantes así como a maestros, profetas, etc., que se reúnen en otras asambleas locales. Cuando una asamblea local no abre sus puertas para recibir ayuda de afuera y se juzga a sí misma “autosuficiente” por completo, sufrirá una pérdida tremenda. Las iglesias Neotestamentarias modernas deben evitar aislarse y deben buscar interconectarse con otros cristianos y aprender de ellos.

La obra, entonces, existe a favor de las iglesias y no para su propio beneficio, y las iglesias producen obreros, no dirigentes hábiles en politiquería religiosa. En este orden de ideas, el principio del Nuevo Testamento afirma que la obra nunca debe rivalizar, sustituir o eclipsar a la iglesia local; porque la meta de la obra es establecer y fortalecer a las iglesias. Por consiguiente, todo el fruto que la obra produce en una localidad dada debe derramarse en la iglesia local. La iglesia no pertenece a la obra, sino a la localidad. De este modo, cuando los cristianos modernos pasan más tiempo siguiendo a los ministerios regionales de obreros populares translocales y asisten continuamente a conferencias en donde la obra se conduce, están colocando a la obra por encima de la iglesia. Esta es una triste contradicción que siempre termina lastimando a la iglesia, porque transforma el objetivo Divino de la obra.

En una palabra, los apóstoles son responsables de plantar y de nutrir a las asambleas locales en muchos lugares diferentes. Los ancianos son responsables de supervisar los asuntos de la iglesia en las asambleas locales donde viven. Los apóstoles Neotestamentarios nunca se establecen permanentemente en las iglesias que plantan ni asumen autoridad exclusiva sobre ellas. A este respecto, el rol pastoral moderno es una versión deformada de un apóstol estacionario, lo que significa una contradicción bíblica.

(1 Corintios 4: 1)= Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.

Esto demuestra que, aunque los apóstoles eran siervos valiosos para aquellas primeras iglesias, jamás estuvieron en ellas con ánimo de usurparlas. No se conducían como presidentes ejecutivos o como jefes distantes por encima de las asambleas. Dicho de otra manera, los apóstoles del Nuevo Testamento eran plantadores y no suplantadores de iglesias. Ese es uno de los problemas más graves que todavía sufren los líderes bien intencionados: invitar a alguien para colaborar por un tiempo y que ese alguien se le quede con la iglesia por tener mayor carisma. Ellos eran asistentes, y no siervos aristócratas espirituales, ni fundadores déspotas de iglesias, ni celebridades de altos vuelos. Los apóstoles del Nuevo testamento instruían y persuadían a las iglesias y nunca interferían en sus asuntos, ni las controlaban.

Hoy en día, y a favor de toda una onda de estrellato que ha invadido también el evangelio, la vocación apostólica se ha rodeado de glamour, de un aura de importancia tremenda, pero Pablo consideraba que los apóstoles eran, dice, “Como la basura del mundo… como el desperdicio de la humanidad”. ¿Qué diferencia, no?

(1 Corintios 4: 9)= Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.

(10) Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados.

(11) Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija.

(12) Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos, nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.

(13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.

Esto deja muy en claro algo que no siempre se ve con los personajes importantes del evangelio moderno: que los verdaderos apóstoles, jamás buscan la gloria. No tratan en absoluto de impresionar a la gente.

(2 Corintios 11: 5)= Y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles.

(6) Pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo os lo hemos demostrado.

(1 Tesalonicenses 2: 5)= Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; (6) ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.

Asimismo y también como para diferenciarse notoriamente de tanta buena gente que anda caminando por esos caminos de Dios, aquellos apóstoles no trataban (y los verdaderos, legítimos de hoy tampoco) de aprovechar su ministerio para obtener poder económico.

(2 Corintios 2: 17)= Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, (Esto bien pudo haber sido escrito hace un rato nada más) sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.

(2 Corintios 11: 20)= Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas. (Esta es la palabra que más deja en evidencia que muchas de las cosas que se hacen bajo el amparo de la obligatoriedad de la sujeción y de la bondadosa pasividad cristiana, no es más que un artilugio ideado por el diablo para llevar al sufrimiento de la esclavitud a muchos hermanos utilizando, para ello, a otros supuestos hermanos influenciados y vulnerables a todo demonio que ande volando por la zona)

Asimismo, ellos jamás trabajaron con la intención de hacer discípulos para sí mismos, incurriendo en una dominación de la vida y la intimidad de otros que, lamentablemente, hoy parecería ser moneda corriente en muchas denominaciones, sobre todo en algunas que, curiosamente, hacen del amor y de la familia baluartes, mientras que la fría realidad muestra que todo no pasa de una tiranía de sonrisas y buenas palabras, pero tiranía al fin de la cual muchos han salido y otros saldrán en este tiempo.

(2 Corintios 1: 24)= No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes.

Tampoco fueron aquellos personas que, cuando se movilizaban, hicieran valer ciertas credenciales especiales que les proporcionaban privilegios, honras y atenciones. Eso sucede hoy. Eso es lo que la reforma que Dios ha puesto en marcha, va a derribar, arruinar y destruir para luego edificar y plantar lo real y verdadero, lo que viene del Espíritu Santo de Dios.

(2 Corintios 3: 1)= ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?

(2) Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; (3) siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.

Tampoco es gente altisonante que afirme poseer una herencia superior, proclamando a quienes quieran escucharlos que son enviados del Dios Altísimo como personas especiales dueñas de un mensaje también especial.

(2 Corintios 11: 21)= Para vergüenza mía lo digo, para eso fuimos demasiado débiles. Pero en lo que otro tenga osadía (hablo con locura) también yo tengo osadía.

(22) ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? También yo.

Tampoco se jactan de experiencias espirituales extraordinarias. Para Pablo, los apóstoles no son elitistas espirituales que se llaman o proclaman o promueven a sí mismos. Por el contrario, ¡Son los que quitan con pala el estiércol después que termina el desfile y derraman su sangre por las iglesias! Es el enorme trayecto que va desde el servir de Cristo al ser servidos de los hombres. El sello de un verdadero apóstol es plantar eklesías que sobreviven en su ausencia.

Todo esto es consistente con la práctica de Pablo, cuyo ministerio apostólico recibe enorme atención en el Nuevo Testamento. En vez de utilizar metáforas imperiales, Pablo las toma de la familia para describir su rol en las iglesias que plantaba. Describe su relación con las iglesias como la de un padre, una madre y una nodriza, y no como señor, maestro o rey. Es evidente que, a partir de las alusiones persuasivas que impregnan sus cartas, Pablo trataba a las iglesias como un padre lo haría con sus hijos adultos, y no como a niños pequeños.

De esta manera, Pablo daba su opinión acerca de los asuntos de la iglesia en vez de emitir decretos unilaterales. 1 Corintios es un claro ejemplo de esta orientación. Alcanza su punto crítico cuando Pablo ofreció su consejo con respecto al incestuoso que estaba entre ellos para luego pedir a toda la iglesia que lo disciplinara por su cuenta. En efecto, las iglesias que plantó progresivamente dejaron de depender de él y crecieron en su dependencia de Cristo. Pablo les exhortaba a andar por este camino.

Comentarios o consultas a tiempodevictoria@yahoo.com.ar

enero 1, 2015 Néstor Martínez